Ninguno de los personajes me pertenece. Yo sólo escribo un fanfic. Este fic ha sido editado, si quieres ver la versión original entra a mi página web.


3. No pain, no gain

Pasaron varios días desde que Taichi lo llevó a conocer a su familia. Sin quererlo, Yamato se sentía bien cuando estaba cerca de él. Taichi compartía su almuerzo con él todos los días y siempre estaban juntos. Aunque siempre le hacía miles de preguntas él sabía como hacer para que no sospechara. Ahora ir a la escuela no era una vía de escape a quedarse en casa con su padre desempleado aventándole lo que tuviera a la mano cada vez que lo veía, ahora era un lugar placentero porque por fin tenía un amigo con quien conversar.

Cada tarde cuando acababa la escuela Yamato se dirigía a su trabajo, tenía que trabajar para pagar las cuentas. Su papá había perdido su empleo debido a su problema con el alcohol. Además ya estaba bien cerca el cumpleaños de su hermanito y quería comprarle un regalo. Esa era la única forma en la que podría verlo porque su mamá lo quería fuera de su nueva vida.

Trabajaba hasta que se hacía de noche. Salía a toda velocidad del trabajo y llegaba para tenerle lista la cena a su papá. A veces no podía evitar salir un poco tarde y eso le traía muchos problemas.

Una vez llegando de su trabajo su papá ya había llegado a la casa. Escucho bulla adentro, sonido de carcajadas y cuando abrió la puerta una humareda le dio la bienvenida. Al parecer él había decidido invitar a sus amigos a jugar a la casa. Estaban todos sentados a la mesa humeando como chimeneas mientras se carcajeaban ebrios. Al entrar saludo suavecito porque quería pasar desapercibido. Su papá se levantó del asiento y lo empujó contra una pared.

"¿Dónde andabas?"

Su aliento apestaba a licor.

"Estaba en el trabajo y recién salgo y…"

No lo dejó terminar porque de un empujón lo lanzó a su habitación. Cerró la puerta por fuera. Más carcajadas resonaron afuera.

Yamato trató de tranquilizarse un poco… Se levantó del suelo y se sentó en su cama. Se quitó el uniforme muy rápido temiendo que alguien entrara por esa puerta en cualquier momento. Afuera seguían sonando los borrachos. Luego que se hubo puesto su ropa de diario decidió esperar lo siguiente. Algo tramaba su papá y era cuestión de esperar. Pasó un rato y decidió que debía aprovechar el tiempo en hacer sus deberes. No tuvo mucho tiempo para hacerlos y menos para esconder su cuaderno debajo de la cama. La puerta se abrió de improviso y una figura oscura y enorme entró. De nuevo la puerta se cerró por fuera.

El sujeto lo levantó de un brazo de sobre su cama y le planto un beso en los labios. Eso era repugnante. Tenía muy mal sabor. Luego sujetó sus manos para impedir que se le escape y lo tiró sobre su cama. Yamato estaba asustado pero silencioso.

El amigo de su papá se le fue encima a seguir besándolo en la boca, en el cuello, en el pecho. Ya le habían advertido que el chico no iba a ser tan fácil así que tomó sus precauciones justo antes de que Yamato viera la oportunidad y empezara a patalear.

"Quédate quieto."

Le ordenó y al darse cuenta que no le iba a obedecer lo agarró a bofetadas.

" Esshhcussha bien mocoso… tú eres mi premio… entiendes así que ahoraaaa yo mee voy a cobrar lo que essh mío. Ahoaraa quédate quieto porque tío Tony va a jugar contigo un ratitito."

Y tío Tony se echó sobre él y le sacó la ropa con dificultad. Tío Tony también le separó las piernas y empezó a juguetear con su miembro flácido. Tïo Tony ya no podía más y lo penetró con mucha fuerza. Una vez tío Tony hubo acabado, Yamato estaba sangrando y lloraba sobre su almohada. Tío Tony se puso de pie más ebrio que nunca y se dirigió a la puerta tambaleándose.

Cuando se quedó solo no podía parar de llorar. Intentó ponerse de pie y sin conseguirlo se fue al suelo. Se puso su ropa interior y una camiseta encima. Tenía que ir al baño a lavarse la herida. Y si quedaban algunas pastillas para el dolor, se las iba a tomar todas. Consiguió llegar a la puerta y se arrastró al baño, al parecer sin ser visto. Una vez dentro intentó cerrar la puerta pero un brazo enorme lo detuvo. No pudo contener un grito cuando vio a su papá entrar al baño.

"¿Quién te dijo que podías salir de tu habitación?"

"Es que necesito…"

Las palabras se derritieron en su garganta seca como el desierto. No importaba lo que le dijera, su papá no entendía razones y en ese estado menos aún. Si le decía anda a tu habitación entonces tenía que regresar como sea, si no es que quería volver allá a punta de patadas.

Se puso de pie ayudado por su papá que de un jalón casi le arranca el brazo. Lo empujó afuera del baño y notó la sangre chorreando por su ropa interior.

"Demonios." Masculló su papá.

" Lo volvió a jalar adentro del baño y lo aventó hacia la ducha."

Toma un baño y regresa a tu habitación. Aún tienes mucho trabajo por hacer.

Yamato no podía creer lo que escuchaba.

" Por qué…"

Atinó a decir.

"Tú eres el premio de esta noche. No querrás que los invitados se sientan incómodos y no quieran venir a jugar de nuevo ¿No? No quieres ver a tu papito molesto contigo. ¿No? Así que mejor… mejor date prisa en la ducha y quiero verte bien limpio. No me hagas venir aquí por ti."

Sólo asintió a la nueva orden. Sin decir nada más se metió a la ducha y se quitó la ropa mientras su papá lo miraba.

"Si te portas bien… luego tú y yo vamos a jugar. ¿Quieres eso? Sé que te gusta mucho jugar con papá."

Su mano ahora estaba en la espalda del chico, descendiendo despacio hasta rozar sus glúteos.

Yamato estaba temblando, pero no de frió. No podía voltear a verlo. Cerró los ojos y dejó que el chorro de agua cayera sobre él. Su papá lo dejó solo para que acabara. No sin antes darle 5 minutos para estar listo.

Esa iba a ser una larguísima noche.

xxx

No salió de su casa en dos días, pero no fue a la escuela una semana entera. Esa misma semana renunció a su trabajo.

Justo para el sábado había juntado lo suficiente para comprarle un regalo a Takeru. Al parecer su papá no se había acordado de la fecha. Mejor para él. Buscó en su guardarropa algo que ponerse. No podía aparecerse vestido como un pordiosero, tenía que verse bien. Buscó y buscó algo que no estuviera muy manchado, descolorido, roto o muy remendado. Perdió mucho tiempo viendo eso hasta que por fin encontró un pantalón que no usaba nunca. Se lo puso y le quedó muy grande, demasiado. Ni modo, no había de otra. Escogió de las camisetas la menos malograda. Cuando estuvo listo salió de su casa sin hacer ruido. Aún era temprano así que se tomó su tiempo para ir a la tienda en donde había de comprar el regalo de Takeru.

Estaba muy nervioso. Apenas compró el regalo se dirigió a la estación del tren y abordó el que lo conducía al otro lado de la ciudad.

Cuando llegó a la casa de su mamá se detuvo en la puerta. No se atrevía a tocar la puerta. De repente ella salía y lo botaba. De repente no estaban en casa, quizá era un mal momento y no debió venir. Pero se moría por ver a su hermanito. Cuando veía a Taichi jugando con su hermanita tenía ganas de correr a abrazar a Takeru.

De nuevo pensaba en Taichi, ya se le estaba haciendo costumbre.

No se podía quedar todo el día ahí parado. Quizá podría tocar la puerta y dejar el regalo y correr para que no lo vieran. El ver a Takeru le iba a traer problemas con su papá, sin duda. Pero estaba decidido y necesitaba hacerlo. Había venido desde lejos y no podía acobardarse en ese momento. Apretó el botón del timbre y no tardó mucho en aparecer su mamá en la puerta.

Ella estaba tan bonita como la recordaba, no, mucho más bonita.

"¿Qué quieres aquí?"

Ella cambió su expresión de alegría por la de fastidio al ver de quien se trataba.

" No habrás venido con tu padre ¿No?"

"No mamá, vengo solo."

Estaba temblando de nervios."

Le traje un obsequio a Takeru yo quería verlo porque…."

La verdad que ella lo ponía muy nervioso, sentía que en cualquier momento le iba a cerrar la puerta en la cara.

"Dame que yo se lo daré."

Ella estiró la mano en plan de quitarle el paquete.

"Pero yo… quería dárselo yo mismo mamá… Hace mucho no lo veo y lo extraño mucho… Por favor quiero verlo y me voy."

Ella era capaz de arrojar el paquete a la basura apenas cerrara la puerta. Y con lo que le había costado juntar el dinero… Su mirada era intensa, severa y fastidiada.

" Será mejor que te vayas. No tienes nada que hacer acá y lo sabes."

Estaba por cerrarle la puerta.

"Sí mamá, me voy pero… Por favor dale esto a Takeru, por favor."

Le tendió el obsequio y ella lo recibió con sus manos blancas.

"De acuerdo, pero ya vete. No te quiero ver por acá, ni a ti ni a tu padre."

"Si, como quieras. Etoooo ¿Le puedo escribir una nota a Takeru? Me gustaría que sepa que lo extraño mucho y que siempre me acuerdo de él y…"

Ella lo interrumpió levantando sus dedos, uno de sus dedos finos, de la misma mano donde tenía su nuevo aro matrimonial.

" Yo le daré el mensaje. Ahora si vete por favor. En cualquier momento vienen los invitados y…"

"Si, ya me voy."

No podía ocultar la tristeza que sentía. No era justo, había venido de tan lejos para verlo y ahora ella no lo dejaba. Pero bueno, el mundo no es justo, si no fuera así nunca lo habría separado de su hermanito.

La puerta se cerró tras él. Una puerta más que se cerraba. Ahora tendría que regresar a su vida miserable, dentro de cuatro mugrosas paredes sin salida, sin escape. No podía ni siquiera ver a su hermano un momento. ¿Acaso ella no sabia que su hermanito era lo que lo mantenía vivo? Si no fuera por Takeru hace rato habría dejado que su papá lo mate y se habría ahorrado muchos malos ratos. Pero él quería mantenerse vivo para que algún día se pudieran reunir de nuevo. Para eso tenía que ser fuerte y evitar que lo maten en casa, ahorrar mucho dinero para poder irse de su casa y poder estar con su hermanito.

Sólo era un tonto sueño, en el fondo sabía que eso no iba a pasar, porque su papá lo iba a matar tarde o temprano. Pero a pesar de ello, mantenía la esperanza viva. Avanzó unos pasos, pensando en que regresando a casa él lo iba a matar a golpes. Entonces se dio cuenta que este era quizá la última vez que iba a ver a su hermano. No podía dejar pasar esa oportunidad. Regresó a la puerta y se plantó en ella. Volvió a tocar el timbre y de nuevo su mamá volvió a atender.

"Quiero ver a mi hermano."

Tragó el nudo en la garganta.

" Por favor."

Ella lo miró con desprecio.

" Vete de aquí ahora."

"Por favor mamá, de verdad quiero verlo porque sé que va a ser muy difícil que pueda volver a verlos y …"

Ella de nuevo interrumpió.

" No me interesa en lo más mínimo. Tú te quedaste con tu padre, tú le perteneces. ¿O ya no te acuerdas? Vete con él y no vuelvas a molestar acá."

No tenía porque decirlo así, no tenía porque recordárselo.

"Por favor. Por favor mamá, he venido desde muy lejos y cuando vuelva a casa papá me va a matar porque no sabe que he venido y tú sabes que cuando él se pone así…"

"No me importa. ¡Vete!"

Ella estaba perdiendo la paciencia.

"Por favor…."

Volvió a suplicar. ¿Ella no entendía acaso como se estaba sintiendo?

" Por favor mamá… por favor…"

Se iba a negar de nuevo cuando de detrás de la puerta salió su nuevo esposo.

"Natsuko, no seas tan dura con él, ya déjalo entrar."

Le dijo. Ella puso cara agria y estaba a punto de protestar cuando él la hizo a un lado con mucho cuidado.

" Pasa."

Yamato saludó tímidamente y entró a pesar de la mala cara de su mamá.

"Natsuko, me haces el favor de ir por Takeru…"

Le dijo su esposo. Ella con peor cara aún lanzó un gruñido que no se vio bien en su lindo rostro.

"En seguida viene tu hermano. Sí vienes desde tan lejos por lo menos debes poder verlo. El se pondrá muy feliz de verte."

El esposo de su mamá parecía bastante agradable. Seguro la quería mucho y quería mucho a Keru. Eso era lo importante, que los quisiera mucho a los dos y que no les hiciera nunca daño.

"¿Qué te pasó en la mano?"

Preguntó el adulto al ver su mano aún vendada.

"Me quemé haciendo la cena para mi papá."

Respondió muy bajito. La verdad este sujeto se veía muy agradable pero aun tenía sus dudas.

"Sabes cocinar. Veo que ayudas a tu papá en la casa. Eso está muy bien. ¿Qué tal te va en la escuela?"

"Me va bien."

"Ya veo. Me parece que has adelgazado un poco desde la última vez que te vi. ¿No? Estas comiendo bien, un chico de tu edad debe alimentarse muy bien para poder crecer sano. Espero que estés comiendo comida nutritiva y no las golosinas que le encantan a tu Takeru…"

Yamato intentó sonreír pero ya no se acordaba como se hacía eso. Así que hizo una mueca de nuevo.

" Esto… traje un obsequio para Keru… no sé dónde lo puso mi mamá no sé si…"

"Un obsequio…"

Lo que botó a la basura, pensó el sujeto. Natsuko de verdad lo detesta para botar lo que le trae a su hermano. A veces no la entiendo.

" No te preocupes que voy a traerlo, lo dejó en la cocina."

El esposo de su mamá lo dejó solo un momento. De nuevo se sentía fuera del agua. La sala estaba muy bien decorada, podía ver algunos adornos que estaban en su casa antes de que ella partiera.

En uno de los muebles había una foto de Takeru y su mamá. Él no tenía fotos de ellos. Todas las fotos estaban en el cuarto de su papá y ese no era un lugar donde le gustara entrar. Había más fotos que graficaban la nueva vida que habían emprendido. Ella se veía muy hermosa, más hermosa de cuando vivían juntos. Takeru se veía más feliz de cuando vivía con él. De nuevo se le formó un nudo en la garganta.

"Deja eso en su sitio."

La voz de su mamá lo arrancó de sus pensamientos.

"Lo siento, mamá. Sólo estaba mirando la foto y…"

Sin darse cuenta había tomado el portarretratos de su sitio y lo tenía en sus manos. Sus dedos húmedos estaban manchando el vidrio que protegía la foto.

"Déjala donde estaba, no tienes porque tocar nada, esta no es tu casa. Takeru está por bajar. Lo ves y te vas y no te quiero ver de nuevo por aquí. ¿Quedó claro?"

"Sí mamá, como digas."

Yamato devolvió la foto con cierta pena. Le hubiera gustado quedársela. Hasta iba a pedírsela pero no quería hacerla enojar más.

Takeru bajó las escaleras corriendo.

"Onichaaaaaaaaannnn."

Y se tiró sobre su hermano.

" Oni chan te extrañé mucho. Eres malo, no vienes a verme."

Le reclamó el pequeñuelo.

Tienes razón Keru, hace tiempo no te veo. Y has crecido mucho y ya eres un niño muy grande. Te traje un obsequio… feliz cumpleaños hermanito."

Yamato recordó como se sonreía, Keru era especialista en hacerlo sonreír.

"Que bueno que viniste onichan. Te quiero mucho."

Takeru lo abrazaba con mucha fuerza, tanta que estaba abriendo viejas heridas y refrescando viejos moretones.

"Si pero ya se tiene que ir, cielo. Así que despídete de él."

Natsuko se acercó a los dos para separarlos de nuevo.

¿De verdad ya te vas oni chan?"

El rostro de Takeru cambió de alegría a tristeza de manera dramática.

Que no hubiera dado Yamato por decirle que no, que se iba a quedar junto a él para siempre. Que no hubiera dado por quedarse en esa casa tan bonita y ordenada, con su mamá tan hermosa y con un papá que lo quiera mucho. Tragó un nudo enorme que se había formado en su garganta al ver a su hermanito tan triste.

"Perdóname Keru, pero mamá tiene razón, ya me tengo que ir."

Takeru no entendía porque tenía que irse.

"Pero mami… dile que se quede por favor."

"Lo siento amorcito pero tu papá lo está esperando. Por eso ya tiene que irse. ¿No es verdad? "

Ella hablaba en serio, ya tenía que irse.

Al mencionarle a su papá Takeru se quedó en silencio un momento. Luego le dijo.

" Onichan… que bueno que viniste. Te extrañé mucho, quería verte. Estoy muy feliz de que hayas venido a verme. Tienes que venir otro día pero que papá no te esté esperando para estar más rato juntos."

"Sí Keru."

Le respondió su hermano. Se agachó con cierta dificultad y lo cargó con ternura.

" Te vas a portar muy bien y vas a cuidar mucho a mamá. ¿De acuerdo? Cuando vuelva por ti vamos a poder estar juntos todo el tiempo que quieras."

Takeru sonrió de nuevo, al parecer ya no estaba tan triste y creía de verdad en que su hermano iba a volver a verlo pronto.

"Sí Onichan. Te quiero mucho."

Yamato sonrió como nunca antes había sonreído en su vida. Puso a su hermanito en el suelo e hizo una venía suave a modo de despedida a su madre y se dirigió a la puerta. El esposo de su mamá llegó con el obsequio.

"¿Ya te vas? Tan pronto."

"Sí, tiene cosas que hacer y nosotros también."

Natsuko estaba irritada y harta de esta escena.

"¿Vas a ir a la estación del tren? Te llevo en el auto."

El esposo de su mamá si que era amable.

" Vamos Takeru, vamos a llevar a tu hermano a tomar su tren."

"Siii… onichannnn vamos a tomar el tren."

Takeru saltó de la emoción.

"No será necesario, Yomi. ¿No es verdad? Además tenemos cosas que hacer, en cualquier momento van a venir los invitados y Takeru no pueden venir y que tu no estés. Y además necesito que me ayudes a recibirlos, así que no creo que sea conveniente que salgas."

Natsuko quería que ese niño se vaya ya de su casa y de su vida. De repente si ella se ofrecía a llevarlo era para arrojarlo a las vías del tren.

Yomi, que así se llamaba el esposo, estaba a punto de protestar contra la decisión. Pero antes que pasara algo semejante Yamato intervino agradeciendo la amabilidad de todos y diciendo que era mejor retirarse. Se despidió de nuevo de su madre con una reverencia y Yomi quien lo acompañó a la puerta.

"Es una lástima que ella se ponga así. A veces hace y dice cosas que no son lo que siente"

Le decía al niño.

" Bueno… tienes que entenderla."

Yamato asintió con la cabeza dispuesto a irse pronto para no seguir fastidiando a su mamá.

"Espera."

Lo detuvo Yomi."

Entró a la sala y regresó al momento."

"Toma esto. Veo que te gustó mucho, es una foto muy artística, aunque tu mamá dice que sale cachetona."

Yamato no podía creer lo que veían sus ojos, Yomi le estaba regalando la foto que estaba sobre el mueble.

"Muchas gracias, muchas…."

"No tienes porque agradecerme. Gracias por venir, has hecho muy feliz a tu hermanito."

Le dijo sonriendo. Yamato hizo de nuevo una venia torpe y salió de la casa.

Yomi volvió a la sala y tomó el regalo de Yamato, para ponerlo a buen recaudo. Se lo llevo a Takeru que estaba con su mamá en el comedor."Me olvidaba, esto te trajo tu hermano.

Takeru lo recibió sonriendo y corrió a su habitación a abrirlo. Cuando se quedaron solos Natsuko que se veía aun enojada le dijo a su esposo.

" No tenías porque darme la contra allá adentro. Sabes lo que pienso de que ese chico venga a esta casa."

"Es tu hijo después de todo. Y mira lo feliz que está Takeru. Anda, no te enojes. Si quise llevarlo a la estación de tren es porque está bien lejos si vas a pie y el pobre niño va a tener que ir hasta allá cojeando todo el camino."

Natsu seguía iracunda.

"No me digas que no notaste que tu hijo estaba cojeando y tenía marcas en la cara…"

Yomi se veía sorprendido y hasta fastidiado con ella, por su actitud hacia su propio hijo.

"Ya te dije que no me interesa lo que le pase. Ya no es mi responsabilidad. Además que seguro que anda en la calle buscando pleitos, no sé para que viene para acá. Si es igualito a su padre."

xxx

El viaje en tren no duró demasiado, o era que sintiéndose tan contento no sentía la distancia. Llegó a su casa más temprano de lo que planeó, pero contento porque pudo ver a su hermanito y como si fuera poco le había regalado la foto que tanto le gustó. No existía casi nada sobre la tierra que lo podría hacer sentir mal ahora. Bueno, casi nada. Ocultó lo mejor que pudo la foto entre sus ropas. No quería que se la quitara.

Entró a su casa en silencio, rogando al cielo que su papá no estuviera, de ser así sería el día más perfecto de toda su vida. Al parecer no había nadie así que fue a su habitación y dejó su preciado tesoro bien escondido. Luego salió a prepararse algo de comer y cuando atravesaba el pasadizo de la casa se topó con él. Había estado echado en el sillón todo el tiempo.

No le dijo nada, nunca le decía nada antes de empezar a molerle los huesos. Pensó en escapar pero no había salida posible, su papá le estaba bloqueando la única salida posible.

El primer golpe fue un puñetazo que le dio directamente en la mejilla y lo mandó al suelo. Luego vinieron las patadas. Lo atrapó del brazo y lo llevó arrastró al baño, lo metió a la ducha y se sacó su cinturón de cuero. Le empezó a pegar hasta que se estuvo tan cansado que ya no pudo más.

"No quiero que vuelvas a ir a ver tu hermano. Tu madre llamó para decirme que estuviste ahí. Pobre de ti que me entere que les has dicho algo. Te mueres, te mueres."

Y le siguió pegando con fuerzas renovadas por la cólera. No le iba a responder, no valía la pena responderle porque no lo iba a escuchar. Una vez acabó de golpearlo abrió la llave del agua. La base de la tina empezó a teñirse de sangre.

Limpia esto y vete a tu habitación. Tienes trabajo que hacer esta noche. Te he conseguido algo bueno así que date prisa."

Entonces se quedó sentado en el suelo de la tina, mojado y sangrando. Había sido un día muy bueno, había visto a su hermano, pero ahora tenía que pagar las consecuencias de disfrutar tanto. Sabía lo que le esperaba para la noche, pero ahora que había pasado momentos tan felices, aunque breves, eso era suficiente para poder soportar cualquier sufrimiento. Se puso a pensar en la foto que escondió en su cuarto y eso lo hizo sonreír un poquito.

Continuará...