Ninguno de los personajes de Digimon me pertenece. Yo sólo estoy haciendo un fanfic. Este fic ha sido editado.

...: Editado:...


4. No more shooting Stars

Esa mañana se levantó temprano aunque con bastante dificultad. Una vez de pie sintió que el mundo se le venía encima. Sentía cierta humedad incomoda acompañadas de un profundo dolor. Aún no dejaba de sangrar. Le comunicó a su papá el malestar, porque ya era insoportable, él solo lo ignoró y lo encerró en su habitación para que lo dejara en paz. La visión se le tornó borrosa y tuvo que detenerse para no irse al suelo. Caminó un poco y las piernas no le dieron más.

Nunca le costó tanto irse a la escuela. Ya no quería volver a casa. Si era necesario se quedaría viviendo en la calle.

Cuando regresó a la escuela y Taichi lo vio corrió a preguntarle el porque de su ausencia.

"Estuve enfermo."

Le respondió en tono bastante cortante y siguió caminando por el pasillo rumbo al salón. Ya no quería saber nada con Taichi, no quería saber ni de él, ni de su familia maravillosa, ni nada. De nuevo sentía que la visión le fallaba.

"Ya veo, estás bastante pálido. Vienes a mi casa para que te pongas al día con las tareas."

Taichi se veía bien preocupado por él. Ya casi le daba pena rechazarlo.

"No puedo, tengo cosas que hacer."

Respondió pensando que no quería tener que hacerlas

"Pero, que puede ser más importante que la escuela. Mira que no hay nada más importante que esto. Si sales mal en la escuela tendrás problemas y no querrás estar estudiando en las vacaciones. A parte sólo tenemos 11 años, no tenemos que preocuparnos de mucho, estudiar y pasarla bien y obedecer a nuestros padres. No es la gran cosa. ¿No crees?"

Taichi no sabía lo que estaba diciendo. ¿Qué era lo más importante? Quizá para él era lo más importante del mundo. Lo más importante era seguir vivo y poder reunirse algún día con su hermano. La escuela no importaba, el futuro no importaba, porque no había futuro.

Sí tenían 11 años pero se sentía tan cansado como para seguir viviendo, las piernas le pesaban, la cabeza le iba a estallar. De nuevo sentía que se el mundo se le venía encima. De nuevo la visión se le hacía borrosa

"¿Te molestó lo que dije? No te enojes conmigo."

Taichi se asustó mucho, sobre todo cuando Yamato se desplomó en el suelo frente a él.

Xxx

Cuando abrió los ojos muy lentamente, aún se sentía medio mareado. Estaba echado sobre algo suave y confortable. De pronto unos ojos color del chocolate aparecieron en su aún borroso campo visual.

"Me asustaste mucho. No lo vuelvas a hacer. Pensé que te habías muerto…"

¿Taichi había estado llorando? Tenía los ojos un poco hinchados y la voz medio quebrada.

"De verdad me asustaste… Estabas muy frió y yo creía que…."

Se le volvió a quebrar la voz.

El rubiecito estiró su mano y tomó la mejilla de Taichi, era tan suave. Atrapó una lágrima con sus dedos. Una lágrima por mi, pensó.

Estaban solos en la enfermería y él reposaba sobre una cama. Taichi sonrió y se secó las lágrimas, algo avergonzado.

"¿Por qué no me dijiste?"

Preguntó con tono de reproche. Taichi siempre quería saberlo todo. No podía decirle nada, sin embargo. Aunque no entendía a que se refería. ¿Decirle que? De qué estaba hablando.

Tal vez ya lo sabían todo, mientras dormían habían descubierto sus secretos. Ahora lo iban a enviar a un orfanato y ahora jamás iba a volver a su hermano. Lo que era peor, cuando su papá se enterara lo iba a matar de una vez y por todas. No, lo peor era que si Taichi se enteraba de lo que había estado haciendo, lo que le impidió ir a la escuela por varios días, el motivo porque se sentía tan mal. No iba a poder soportarlo, no quería que Taichi se enterara de eso. No.

"Matt ¿Por qué no me dijiste que te sentías mal y aún sigues enfermo? Pensé que éramos amigos. Pero no debiste venir a la escuela si seguías mal. Yo te hubiera llevado las tareas a tu casa si era necesario. Ahora no importa, tienes que ponerte bien. Tienes que descansar hasta que te pongas mejor."

"Estaré bien."

Respondió pensando que cualquier cosa era mejor que quedarse en casa.

Ya no podía volver a ese lugar, ni podía estar ahí un minuto más sin sentirse mal. Ese lugar lo ahogaba de malos recuerdos. Esas paredes le recordaban que tenía que hacer lo que sea por traer dinero a la casa, hacer lo que su papá le ordenaba hacer. Los días felices habían quedado muy atrás. Los recuerdos bonitos ya no estaban en casa. Todas las cosas de su mamá y su hermano se fueron con ellos. La casa se quedó desnuda y vacía. Aunque el hizo lo posible por mantenerla limpia y bonita al principio, su papá no colaboraba y la llenaba de botellas, latas y colillas de cigarro. El limpiaba para que su papá ensuciara.

Taichi le puso la mano en la frente para ver como iba la fiebre. Ya casi había desaparecido. Sonrió aliviado.

"Ahora si que estás mejor. Ya te puedes ir a casa."

Le dijo.

Si tanto insistían con que se fuera a su casa entonces buscaría algún lugar donde quedarse unos días. Pero que iba a hacer en la calle… Solo.

"Espera que le diré a tu papá que ya puede pasar."

Taichi saltó de la silla desde la cual lo cuidaba, rumbo al pasillo. Yamato apenas pudo reaccionar pero Taichi era muy rápido y ya estaba afuera.

"No.No puede ser. No aquí, no ahora."

Se tiró de la cama en busca de sus zapatos para salir de ese lugar antes de que….

"Hijo… ¿Por qué no me dijiste que estabas tan mal? Eres un mal hijo, te encanta hacer que te padre sufra. Ahora vamos a ir a casa y te vas a quedar ahí hasta que te recuperes completamente."

El rubiecito estaba perplejo. Ese no era su padre, era un actor o su gemelo pero su papá jamás. Hasta parecía que le importaba en algo. Este sujeto que parecía su papá se le acercó y le acarició la cabeza toscamente. Entonces supo que era él cuando disimuladamente empezó a apretar su puño entre sus cabellos.

Yamato no dijo nada. Sólo acabó lo que estaba haciendo y no le quedó otra que seguir a su papá rumbo a su casa.

XXX

Al cabo de dos horas de llegar a casa, de nuevo estaba en el suelo, sangrando por varios lugares. No se podía mover del suelo, el acto de respirar se complicaba mucho más porque su nariz estaba en llamas y tenía la boca llena de sangre.

No estaba bien, cada vez más le provocaba toser y escupía chorros de sangre. Cada vez se sentía con menos fuerza para seguir viviendo. Su papá estaba cerca, podía oír su respiración pesada. Se incorporó un poquito y alcanzó a ver sus pies cerca de él.

Intentó ponerse de pie de nuevo sin conseguirlo. Los brazos le pesaban, las piernas no querían colaborar, de nuevo la sangre se asomaba por su boca. Junto a él el bate de baseball aún tenía hilitos de sangre fresca de cuando su papá lo agarró a palos. Lo uso de bastón para ponerse de pie pronto.

De nuevo cayó al suelo sin intención de volver a ponerse de pie.

Los días siguientes se la pasó en su habitación. Como si eso lo hiciese sentir mejor. Pasaba el día encerrado pensando en que estaría haciendo Takeru, pensando en que quizá algún día conseguiría que lo trajeran a visitarlo. Pensaba en Taichi y que quería verlo de nuevo antes de que lo acabaran matando ahí. Pensaba en que no quería irse sin despedirse de él.

La foto que guardaba en su habitación estaba en el suelo hecha pedazos. En un descuido suyo su papá la alcanzó a ver. La hizo trizas con sus manos enormes sin que pudiera evitarlo. Al ver esto no pudo controlarse y se le tiró encima. Ya no podía detener la rabia que sentía, el dolor que le provocaba tener que verlo todos los días y recordar lo que le obligaba a hacer. Cuan mal se sentía cuando lo obligaba a bañarse con él y lo tocaba donde no debía tocarlo nadie. Se le fue encima con un instinto asesino de supervivencia. De repente podía acabar con él de una vez, con todo el sufrimiento, terminar lo que empezó desde hacía mucho tiempo, desde que su mamá se fue con su hermanito.

Pero las cosas no salen como uno espera. Como si no supiera que tenía las de perder, como si no supiera lo fácil que era para su papá sacárselo de encima y aventarlo contra la pared. Como si no supiera lo que le esperaba.

Se quedaba echado en su cama sin fuerzas para moverse, sin ánimos de seguir adelante porque lo que le quedaba de esperanzas yacía en el suelo hecho pedacitos. Ya era de noche y desde su cama podía ver el cielo. Como cuando eran chiquitos y contaba las estrellas con Takeru. A su hermanito le encantaba ver estrellas fugaces atravesar la oscuridad de la noche. Hacía tanto no veía una estrella fugaz. Necesitaba ahora una más para pedirle un deseo, uno sólo. Pero ninguna se sentía de ánimos para aparecer esa noche. Nadie alrededor, nadie a su lado. Estaba solo.

Si iba a morir esa noche entonces lo iba a hacer solo, pero fuera de ese lugar. Ya no quería seguir ahí dentro. Se bajó de la cama arrastrándose. Consiguió alcanzar los trocitos del suelo y los guardó en el bolsillo de su pantalón.

Estaba solo en la casa y ahora era cuando tenía que irse, antes que su papá llegara con sus "amigos" y con muchas ganas de jugar con él. Se colgó de la manija de la puerta tratando de que se abra. Tuvo suerte porque de tantos tirones y golpes contra la pobre puerta esta cedió finalmente.

Atravesó el pasadizo rumbo a la puerta, arrastrándose por el suelo. Si era necesario se iba a arrastrar hasta la calle con tal de salir de ahí. Las piernas no le obedecían porque las tenía demasiado adoloridas para moverlas. Afortunadamente para él, su papá había dejado la puerta sin llave. Salió lo más pronto que pudo tambaleándose. Una vez afuera sintió que la libertad entraba por sus pulmones en un aire frío.

Cerró la puerta y se tuvo que apoyar en ella para no irse al suelo de nuevo. Aún no podía creer que lo había logrado finalmente cuando a sus oídos llegó el sonido más espantoso del mundo. Las risas de su papá y sus amigos subiendo por las escaleras del edificio.

Estaba decidido a no volver a entrar a esa casa, decidido a tirarse por la ventana si era necesario con tal de escaparse de sus garras. Ya no le importaba morirse sin ver a Takeru de nuevo, no le importaba irse sin decirle a Taichi que lo quería mucho. Pero no iba a volver a ese lugar porque ya no podía soportar un minuto dentro. Desesperado y apoyándose en las paredes se deslizó buscando un escondite de los ojos de su papá. Pero no había donde. La única escalera estaba ocupada por ellos. El pasillo estaba oscuro y las sombras lo podían esconder si tenía suerte. Había sido tan afortunado hasta ese momento. Pero no sabía hasta cuando le iba a durar.

Estaba perdido ya podía ver a su papá saliendo de la escalera y acercándose a él pegado a la pared del pasadizo. Nooo. Pensaba cerrando los ojos y pidiéndole un deseo a una estrella imaginaria. De pronto sintió un vació en su espalda y otra vez más oscuridad volvió a cubrirlo.

Continuará...