3-

Era casi medianoche cuando April se levantó a abrir la puerta: llevaban varios minutos tocando con insistencia.

.- ¿Quién es?- preguntó guardando una distancia prudente de la puerta.

.- April, soy yo, Leo.- April corrió a abrir.

Fugazmente, vio un borrón verde cargando un borrón negro y abultado, entrando a toda velocidad a su departamento. Una vez que estuvieron dentro, April asomó la cabeza por la puerta, mirando en todas direcciones, asegurándose de que nadie los hubiera visto. Cerró la puerta y se volvió hacía sus visitantes.

.- ¿Qué pasa... y qué es esa peste?- preguntó, presionando sus lóbulos nasales. Leo la miró con angustia y recién en ese momento pudo distinguir lo que llevaba en los brazos. April abrió los ojos de par en par, mirando alternativamente a Leo y luego a su bulto negro y maloliente.

.- ¿Es eso lo que creo que es...?- preguntó acercándose con cautela, con la punta de los dedos retiró parte del bulto negro, donde descubrió un rostro humano cubierto de cabello. April retrocedió con un gritito, mirando a Leo en busca de una explicación. Éste le devolvió la mirada con impaciencia y sin decir palabra, fue hasta el sofá y depositó a la mujer en él.

.- Pero, Leo... ¿de que se trata todo esto...¿quién es...?

.- ¡Te lo explicaré...! – le interrumpió Leo, alzando levemente la voz para luego recuperar la calma.- Te lo explicaré luego ¿si? ahora necesito tu ayuda... – April todavía lo miraba sorprendida sin atinar a nada.- ¿por favor?- Repitió éste, sacándola de su mutismo. April sacudió la cabeza.

.- Ok, ok, comencemos por el principio... y hablando de eso... – se acercó cautelosamente a la mujer que dormía en el sofá. Estiró su nariz y olfateó el aire alrededor, arrugó la frente y se aproximó aún más al cuerpo durmiente.- mmm... – dijo, tocando el gran abrigo negro que envolvía a la chica.- No es ella, es este asqueroso trapo que lleva puesto... lo siento, pero... – April lo tomó y ágilmente lo extrajo de la chica sin que a esta se le moviera un cabello.- Haré lo que me pidas, pero éste trozo de basura se va... no me importa si tiene algún valor sentimental, es esto o yo...- diciendo esto, abrió la ventana y lo arrojó al vacío.- ah. Mucho mejor. Ahora, encarguémonos de lo otro...

Leo abrió la boca, pero April no le dio tiempo de decir nada. Fue donde la chica y la examinó atentamente.

.- No se ve nada grave... pero necesita un baño. Con urgencia. Y esa rodilla no se ve nada bien tampoco. Ven, ayúdame a cargarla hasta el baño, después de una ducha tibia, todo se verá mejor.- Leo, aún boquiabierto, obedeció al instante.

Cuarenta y cinco minutos después, la chica volvía a estar en el sofá, esta vez limpia y vestida con ropas de April.

Leo salió de la cocina con un par de tazas de té, le extendió una a April y le dio un par de sorbos a la otra.

.- ¿Todavía nada?

.- Nop...- contestó April recibiendo la taza.- creo que despertó hace un momento, pero volvió a dormirse... parece exhausta.

Leo la observó atentamente.

.- Se ve... – dijo pensativo.

.- Siii, mucho mejor. ¿quién lo diría, había una chica debajo de toda esa mugre.- Ambos se quedaron observándola: delgada, casi frágil, con la piel pálida y el cabello negro y largo. Alrededor de los ojos lucía unas aureolas rojas que resaltaban contra su piel blanca, una prueba de varias noches sin mucho sueño...

.- ¿crees que sea una vagabunda?

.- No lo sé... también puede haber escapado de casa...- respondió April después de un rato. Dejó la taza a un lado, terminó de vendar la rodilla de la chica.

.- Ey, eso quedó muy bien...

.- Gracias.- él puso una mano en su hombro.

.- Te agradezco por todo esto April, en serio...

.- Supongo que si. Pero aún me debes una explicación... – Leo se encogió de hombros.

.- ¿Tu no la habrías ayudado? la perseguían unos rufianes... parecía necesitar mucha ayuda, más allá de la obvia... – April miró a la chica.

.- Si... tal vez... supongo que tuviste tus razones. Esta chica ha visto mucha acción, para lo joven que se ve... – Leo la miró sin comprender. Por toda respuesta, April le indicó con el dedo un lugar cerca del hombro de la chica.- Tiene una cicatriz ahí... es vieja, pero inconfundible. Una herida de bala. – Leo abrió los ojos.- Unos cuantos moretones aquí y allá completan el cuadro... creo que esta pobre no ha tenido mucha suerte... – Leo guardó silencio.- ¿Leo?.

.- Mmm?

.- Hay algo más... – April le indicó un lugar en el piso, junto a ella. Un objeto negro metálico había sido colocado junto a la mesa de café.

.- Oh no.- Susurró Leo. April lo miró preocupada. El hecho de que la chica trajera un arma entre sus ropas lo complicaba todo. Leo la levantó rápidamente y la revisó. Sus dedos se movían tan veloces que April apenas los podía seguir.

.- No sabía que estabas tan familiarizado con esas cosas...

.- Un arma es un arma. Cuando has visto una, las has visto todas...

.- Leo... tu sabes que existe la posibilidad de que esa arma haya sido utilizada para un crimen o... – Leo negó con la cabeza.

.- Sólo tiene una bala... hace tiempo que no se usa, nadie la ha limpiado en mucho tiempo... creo que sólo la carga para protegerse...- En el fondo de su corazón , deseó que así fuera. Después de todo, no la conocía, no sabía nada de ella, excepto lo que podía intuir. Podía incluso estar poniendo a April en peligro... pero entonces recordó que ni siquiera cuando estaba corralada por esos tipos había intentado sacarla...

.- ¿Qué piensas hacer con ella? con la chica digo...- ambos se miraron en silencio por algunos instantes.

.- N-no lo sé. No lo sé realmente. No puedo simplemente dejarla en la calle donde la encontré... – April suspiró.

.- Supongo que podemos llamar a los servicios sociales... tal vez puedan ubicar a algún familiar... – Leo la miró con expresión de angustia.

.- No te preocupes... no creo que vaya a estar peor de lo que estaba cuando la encontraste.

.- Eso espero... – diciendo esto, dio media vuelta y volvió a la cocina, justo cuando la chica abría los ojos de golpe, casi al mismo tiempo en que se sentaba.

Lo primero que vio fue a April. Ésta se dio cuenta de su reacción e intentó tranquilizarla.

.- Cálmate... no te haremos daño... somos amigos... – La chica la miró en silencio, como ponderando si creerle o no. April tuvo la sensación de que la estaba travesando con la mirada y se sintió incomoda. Pero finalmente, la chica volvió a dejarse caer en el sofá con un quejido.

.- ¿Dónde estoy?.- preguntó con brusquedad mientras sus ojos se paseaban nerviosos por su alrededor.

.- Mi nombres es April, estás en mi casa.

.- ¿Cómo llegué aquí?

April iba a responder, pero una voz proveniente de la puerta de la cocina se le adelantó.

.- Yo te traje. – April se volteó lentamente, mordiéndose el labio inferior, Leo estaba apoyado contra el marco de la puerta.

"Bien, - Pensó April- Si antes estaba nerviosa, ahora enloquecerá". Pero la chica no hizo tal cosa. Se sentó en le sofá, apoyando un brazo en el respaldo, miró a Leo con una media sonrisa.

.- Maldito... así que no aceptas un no¿verdad?.- Leo no respondió, su mirada era seria.- ¿Y que me hiciste¿me golpeaste y me trajiste hasta acá?.- Leo negó con la cabeza.

.- No, puntos de presión. Sólo eso.- La chica sonrió, April los miró a ambos alternativamente.

.- P-pero... ¿ustedes se conocen?- Ambos respondieron al unísono. "no".

.- Este chico me salvó de unos tipos malos que me perseguían¿no es así?.

.- P-pero, entonces, como es que... cómo es que...- comenzó a balbucear April. Leo avanzó, acercándose a April sin dejar de mirar a la chica.

.- ¿Qué esperabas? algo cómo "¡oh, por Dios, una tortuga gigante de tres dedos!"- Leo alzó una ceja.- Supongo que no todas las chicas son así de histéricas...

.- ¡Ey¿qué se supone que quiere decir eso? además... ¡Ey¿Dónde crees que vas?...- Mientras hablaban, la chica ya había comenzado a ponerse de pie.

.- No tienes que irte todavía... – Dijo Leo tranquilamente.

.- Puede ser... pero es mejor así.

.- Al menos come algo primero, después puedes hacer lo que te plazca.- La chica se detuvo un momento; justo en ese instante su estomago había empezado a gruñir. Sonrió.

.- Esta bien, supongo que puedo comer algo... – Leo pareció alegrarse, dando media vuelta volvió a la cocina. Unos instantes después volvía cargando una bandeja con un plato humeante. April lo miró sorprendida.

.- ¿Tu cocinas?- Leo sonrió.

.- Habría hecho sopa miso o bolitas de arroz, pero esto es todo lo que encontré en tu cocina.- Leo puso ante la muchacha un enorme plato de espaguetis. En menos de cinco minutos había desaparecido completamente.- ¿M-más?.- Preguntó Leo algo perplejo. La chica asintió, alcanzándole el plato mientras intentaba tragar lo que tenía en la boca, Leo iba a tomarlo pero April se le adelantó.

.- Deja, yo lo haré.- Sin esperar respuesta, se dirigió a la cocina. Leo tomó asiento en el borde de la mesa de café, justo frente a ella.

.- Así que... ¿desde hace cuanto que no comías?.- preguntó. La chica le dirigió una mirada cortante, pero Leo no la dejó hablar.- ¿O desde hace cuanto que no dormías?... ¿De qué estas huyendo?.- La chica terminó de tragar en silencio, tomó una servilleta y se limpio delicadamente.- ¿O porqué tus maneras están a medio camino entre las de una chica de la calle y una chica que tiene una familia que la espera en algún sitio.

.- Oh no.- Comenzó a reír la chica.- No intentarás convencerme de que deje esto y vuelva a casa, donde mis padres seguramente se estarán preocupando por mi y toda esa basura¿verdad?. Mejor ahórratelo, yo no huí de mi casa, cariño...

.- Pero seguro que tienes una por ahí...- La muchacha guardó silencio repentinamente. En un segundo, miles de recuerdos parecieron volver a ella de golpe...

.- Si... – dijo al fin, en voz baja.- ... pero ya no hay nadie ahí... – Leo se quedó mirándola largo rato antes de volver a hablar.

.- Siempre estás huyendo... – murmuró ensimismado, más para sí que para la chica.

.- ¿qué¿qué quieres decir con eso?- Leo pareció despertar repentinamente.

.- Olvídalo.- Realmente no sabía de dónde había salido ese comentario.- Sólo digo que obviamente estás en problemas... ¿qué pasa?.

.- Mis problemas son asunto mío.

.- Si quieres que te ayude...

.- ¡Jamás dije que quería tu ayuda!.- La chica había comenzado a ponerse de pie nuevamente, pero Leo la tomó del brazo y con la mirada le pidió que volviera a sentarse. Ella obedeció. Leo tomó aire y lo dejó ir.

.- Bien... Supongo empezamos con el pie izquierdo, las cosas no van por buen camino hasta ahora. Déjame intentar de nuevo. Soy Leonardo y te estoy ofreciendo mi ayuda...- La miró a los ojos.- Estoy hablando en serio, puedo ayudarte, sólo dime de qué se trata.- La muchacha abrió la boca pero de ella no salió ningún sonido. Durante varios segundos, sólo se quedó mirándolo, a punto de decir algo, pero sin terminar de decidirse.

.- No.- dijo simplemente al final. Leo la miró sorprendido.- Gracias, pero estoy bien así. Mejor para ti¿no crees?... no estás obligado a hacer nada...

.- Pero... – La chica se puso de pie. La expresión de su rostro indicaba que ya no podría convencerla de volver a sentarse. Se había alejado unos cuantos pasos en dirección a la puerta cuando se dio cuenta de que ya no vestía su ropa. Gruñó con fastidio y de inmediato comenzó a mirar a su alrededor ansiosa.

.- Gracias, pero ya han hecho suficiente por mi... yo me las puedo arreglar sola.- Se volvió a mirar a Leo.- En serio, gracias por todo... .- Pareció sincera.

De pronto sus ojos quedaron fijos en algún lugar cerca de la mesa. En un rápido movimiento tomó el arma y la guardó.

Leo fingió no verla.

Para cuando se dio cuenta, la chica ya estaba junto a la puerta del departamento.

.- Espera... – la llamó Leo, ésta se volvió. Por un momento ninguno de los dos dijo palabra. Por un instante, le pareció que la chica estaba a punto de echarse a llorar, pero debía ser producto de su imaginación, porque ahora lo miraba con un dejo de impaciencia.- Sólo quería... – comenzó.- ... quiero que te lleves esto... – Leo le alargó un pequeño aparatito verde. La chica lo tomó con cierta desconfianza.

.- Oh. Un celular...- dijo con una sonrisa mientras lo daba vueltas con la mano, observándolo.- qué liviano y pequeño... y es verde¿no te parece demasiado auto referente?.

.- Es por si necesitas ayuda.- La chica abrió grandes los ojos y sonrió.

.- Oh. Ok...

.- Sólo llama¿ok? será suficiente, estaré ahí de inmediato.- La chica dejó de sonreír, dando vueltas el aparato en su mano, luego lo apretó fuertemente. Miró a Leo largamente, con lo que a él le pareció tristeza. Después de un par de minutos asintió, encaminándose a la puerta, la abrió lentamente y la traspasó. Antes de que se cerrara por completo, Leo volvió a hablar.

.- No me dijiste tu nombre... – la chica se volvió hacía él.

.- No. No lo hice...- respondió, y la puerta se cerró tras ella.

Leo permaneció inmóvil, mirando la puerta cerrada por varios segundos más.

.- Hiciste lo que pudiste...- Dijo una voz a sus espaldas. No era necesario mirar para saber que era April, apoyada contra el marco de la puerta de la cocina.

.- No, no lo creo...- April caminó hasta él y puso una mano en su hombro.

.- Tal vez tengas razón. Pero hay algo que sí es muy cierto: no puedes ayudar a quien no quiere ser ayudado... es triste, es lamentable, pero por muy buenas intenciones que tengamos, no somos magos, tenemos limites...- Leo no respondió, April se daba cuenta de que su discurso no estaba surtiendo ningún efecto.- ¿Porque te has obsesionado con ayudar a ésta chica?.- preguntó finalmente. Leo abrió grandes los ojos.

.- ¿Obsesionado?... – repitió, más para sí mismo que para April. Luego sonrió levemente.- Necesita ayuda. Quiere ser ayudada, a pesar de lo que diga... pero es tan orgullosa o tan desconfiada... o tal vez esté tan asustada... – Leo hizo una pausa antes de proseguir.- ... que no es capaz de pedirla. Tu no viste sus ojos... está en un lío gigantesco del que no puede salir sola...

.- Tal vez estés equivocado...

.- No lo creo... además... si la dejo ahora... – Leo se tomó unos segundos más antes de continuar, como si le costase trabajo hablar. April le esperó pacientemente, sin dejar de mirarlo.- ... si la dejo ahora, me sentiré como si estuviera cometiendo el mismo error... otra vez.- April lo miró sin comprender.

.- ¿Qué quieres decir?.- Leo suspiró. Después de todo, él había comenzado, no le quedaba más remedio que continuar.

.- Algo que debí haber hecho en el pasado y que no hice... supongo que la culpa ha comenzado a perseguirme.- April esperó unos segundos más, pero era obvio que Leo no diría nada más. Suspiró.

.- ¿Y crees que esta chica puede ayudarte a enmendar ese error? eso no es muy desinteresado que digamos... – Leo sonrió, bajando la mirada.

.- Supongo que no. Pero aún si hago lo correcto ahora, nada borrará lo pasado... ahora son rocas atadas a mi espalda, realmente nunca me dejarán...

April tomó asiento en la mesita, cerca de él, y tomó su mano.

.- ¿Qué error pudiste cometer que te haga sentir así de culpable? tu no eres de los que cometen errores...- Leo río.

.- Ojalá fuera cierto... Es tarde April. Gracias por todo, si te dejo ahora aún podrás dormir un par de horas... – Se volvió a mirarla con una sonrisa y acarició su cabeza antes de encaminarse a la puerta.

.- ¿La rastrearás?- Leo se paralizó.- Para eso le diste el celular¿no es cierto?.- Leo no respondió, en vez de eso, abrió la puerta.

.- Buenas noches, April.

.- Recuerda de qué está pavimentado el camino al infierno, Leo... – Éste rió.

.- Lo tendré en mente.- Dijo, cerrando la puerta tras de sí.

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Fin del tercer capitulo

Bien.

Ya está, como siempre, los comentarios, buenos malos, regulares, se esperan con ansias y ya me han dicho que actualizo vertiginosamente, pero que el lector lea a su ritmo, lo que me interesa es que la historia quedé ahí, dispuesta a ser leída...