AVATAR: Reencarnación, transformación de un ser en otro.

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6-

Cayó al suelo de rodillas, golpeando pesadamente el pavimento, el brazo que sostenía el arma se deslizó inerte a un lado, sin que sus dedos se abrieran lo suficiente como para soltarla... tras unos segundos en esa posición, el propio peso del cuerpo lo hizo deslizarse hacia el costado izquierdo, con el que finalmente golpeó el piso, cayendo sobre una poza de agua, salpicando levemente.

En los oídos de Leo aún retumbaba la detonación.

Sólo instantes después, su propio cuerpo cayó sobre sus rodillas, incapaces de sostener su peso por más tiempo, como si el disparo del arma también lo hubiese alcanzado él.

Se quedó con la vista clavada en el cuerpo caído a sólo unos pasos de él.

En su mente deseaba acercarse, deseaba ir hasta ella, comprobar lo innegable... pero no consiguió moverse, difícilmente podía respirar.

La lluvia seguía cayendo con fuerza, pero ese era el único sonido que podía escucharse. Ya no habían pisadas, ya no se oía la carrera de muchos pasos acercándose.

Tras el disparo, sólo quedó la lluvia que caía, pero estaba demasiado consternado como para notarlo. Estaba demasiado consternado como para hacer nada más que ver, con la vista fija...

La imagen del cuerpo inerte empapándose bajo la lluvia, se mezclaba con otras imágenes, otros tiempos, otras circunstancias, todo envuelto en una confusa nebulosa que no le permitía distinguir qué era verdad y qué era sólo un sueño...

Pero siempre estaba ella: la misma expresión de temor en sus ojos, el mismo deseo de huir... las mismas pisadas con las que siempre acababan sus recuerdos...

Su manos se abrieron a sus costados, soltando la empuñadura de su espada, apenas conciente de que la sostenía... había sido inútil, después de todo...

Su cabeza se inclinó hacia un lado, con los ojos abiertos y desenfocados, su rostro congelado en la misma expresión de horror... sin poder moverse, o tal vez con miedo de hacerlo...

La lluvia seguía cayendo sobre el cuerpo tirado a sólo unos cuantos metros frente a sí; un hilillo rojo comenzaba a teñir las pozas a su alrededor.

No había podido ayudarla.

La verdad llegaba aturdidora, como un golpe seco y el vacío que dejaba era inmenso...

.- La... ¿la perdí?...- se preguntó a sí mismo balbuceante.

No entendía porqué le resultaba tan doloroso...

Deseaba moverse, pero simplemente no podía. Deseaba al menos poder apartar la vista, pero no podía siquiera parpadear...

La lluvia caía fría por su cuerpo.

Él mismo estaba frío por dentro...

¿Cómo entender que fuese tan insoportablemente doloroso el perder a alguien que ni siquiera recordaba con claridad?

Todo era confuso, no había un porqué...

Todo lo que tenía era ese vacío...

Porque ya no estaba.

Dios, como la había extrañado...

Cómo la había extrañado durante todo ese tiempo...

¿Por qué?

¿Por qué no podía entender lo que estaba ocurriendo?

¿Por qué no podía moverse?

Y ni siquiera podía recordar quien era el culpable... Ni siquiera podía recordar, si es que lo había sabido alguna vez, quien era el responsable de todo.

Una sombra se asomó por la entrada del callejón, Leo pudo verla por el rabillo del ojo, pero no se movió, sus ojos no podían apartarse del cuerpo...

La sombra permaneció unos segundos parada en la oscuridad antes de comenzar a aproximarse.

Tras unos cuantos pasos, llegó junto al cuerpo que yacía en el pavimento. La sombra bajó la vista hasta ella, observándola, los brazos a los lados.

Desde donde estaba, Leo no podía distinguir sus facciones, pero era obvio que se trataba de un hombre, un hombre alto.

La lluvia seguía cayendo y su cuerpo seguía rehusándose al movimiento.

El hombre se inclinó sobre el cuerpo de Ángela, sin dejar de observarla. Tras unos segundos, pasó una de sus manos tras su cuello y con el otro brazo reunió sus piernas. En un rápido movimiento, alzó su cuerpo con facilidad.

Leo seguía con la vista clavada en el lugar donde segundos antes había estado el cuerpo de la chica, como si no se hubiese percatado que había sido removido de ahí.

El hombre lo observó en la oscuridad, pero Leo no le devolvió la mirada. Tras un momento, los ojos del extraño se volvieron nuevamente al cuerpo que sostenía entre sus brazos.

La lluvia había apartado el cabello del rostro de la chica, el que resplandecía en medio de la oscuridad... sus ojos habían quedado abiertos y vacíos...

El hombre los observó un buen rato antes de hablar.

.- Lo siento, chiquilla.- murmuró sobre su rostro.- De veras que sí. Yo tampoco quería esto...

El hombre inclinó su rostro aún más sobre el de la muchacha y estrechó con fuerza su cuerpo; sus brazos y cabello colgaban, goteando agua...

Después de un largo abrazo, dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la salida del callejón, llevándose el cuerpo con él.

Se había alejado unos cuantos metros cuando se detuvo, girando solamente la cabeza, mirando por sobre su hombro.

Leo, con la cabeza baja, no alzó la vista para encontrar la mirada del extraño. Sus ojos continuaban clavados en el pavimento, con los hombros caídos, inerte...

.- Vete, chico.- Dijo la sombra, apenas en un susurro.- Vete a casa, que es mejor así... hay cosas que es mejor olvidar...

La sombra volvió sus ojos al frente y continuó caminando hasta que desapareció en la calle.

Leo se quedó solo en el callejón, aún de rodillas, aún empapándose bajo la lluvia.

La cabeza sin pensamientos, el corazón vacío.

Lentamente se puso de pie y comenzó a caminar, el rostro inexpresivo...

De vuelta a la guarida.

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.- Volviste.

Tardó varios segundos en darse cuenta que Raphael estaba frente a él, que ya estaba en el interior de la guarida y que su hermano le estaba hablando. Aunque lo oía y lo veía mover los labios, por alguna razón, no podía comprender sus palabras.

Sólo estaba ahí, en medio de la sala, todo mojado, con expresión de confusión. En vez de responder a Raphael, avanzó hasta el sofá y se sentó en él.

Raphael lo siguió con la mirada unos cuantos segundos antes de ir tras él.

.- ¿Y?.- preguntó con una nota de impaciencia mientras se sentaba en el brazo del sofá cercano a Leo.

.- ¿y?... ¿y qué?.- preguntó éste a su vez, atontado, mientras su vista se paseaba sin enfocar en nada. Raphael volteó los ojos con impaciencia.

.- La chica¿qué más va ha ser¿resolviste el problema¿qué hiciste con ella?.

"¿La chica?" pensó Leo, buscando furioso en su memoria en qué parte sabía él algo de una chica.

"Oh, si," recordó de pronto, "por supuesto. Como había podido olvidarlo¿dónde tenía la cabeza en esos días?". Se volvió a mirar a Raphael con una sonrisa.

.- Ella estará bien. La convencí de que se comunicara con sus padres. Ya no volverá a huir de casa.

.- Oh. Así que se trataba de eso. Chicos estúpidos.- sentenció Raphael, echándose para atrás en el respaldo del sofá. Leo se quedó con la sonrisa congelada en el rostro, la que pronto comenzó a desfigurarse en una mueca que no tenía nada de felicidad. Sus ojos habían comenzado a perderse en la nada cuando sintió la mano de Raphael sobre su hombro.

.- Así que, el buen samaritano se salió con la suya al final¿eh?... me alegro que no fuera nada más grave... – nuevamente Leo lo miró como si no comprendiese sus palabras, pero tras unos segundos sacudió la cabeza, intentando sonreír, pero sin tanto éxito ésta vez.

.- Si... creo que si...- contestó dudoso.

Si era verdad que había ayudado a esa chica¿por qué no estaba feliz entonces¿por qué no se sentía satisfecho?.

Probablemente sólo estaba cansado... todo estaba bien ahora, la chica ya estaba bien con sus padres, todo había salido bien al final.

¿Entonces por qué el nudo en la garganta?.

Se puso de pie.

.- Me voy a dormir.- dijo repentinamente y sin esperar respuesta, abandonó la sala y se dirigió a su cuarto.

Raphael lo siguió con la mirada un instante, hasta que desapareció de su campo visual.

Leo no encendió las luces al entrar, se quedó de pie en la oscuridad. Temblaba.

Estaba vacío, vacío por dentro.

El vacío era inmenso.

Intentó caminar, llegar hasta la cama, pero su cuerpo se fue inclinando de a poco, hasta que ya no fue capaz de sostenerlo. Cayó de rodillas, lentamente, sintiendo como el nudo le oprimía la garganta, más fuerte que antes y no le dejaba respirar.

Sintió una enorme angustia al darse cuenta que no comprendía lo que le ocurría. O porqué sentía esa tristeza tan abrumadora.

Le hubiese gustado entender por qué, con la cara enterrada en sus manos, no podía dejar de llorar...

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Fin del cap.

Vaya... parece que no te gustó mucho el capitulo anterior, Kskabell... que pena... pero sí, la historia es angst y se irá poniendo cada vez más en ese tono... y no, no me interesa acabar pronto la historia (me queda toda la tercera parte) así que no voy a matar a Leo por ahora...

Y Ángela no es un personaje de la primera parte, aparece sólo en esta, la verdad es que esta historia no es una continuación de la primera sino una secuela, por eso es que no es tan exactamente parecida a la anterior, además, en esta parte no se espera que todos los misterios se resuelvan de inmediato (a mi me gusta alargar las cosas, así que no va a quedar todo claro al tiro, no me gusta quemar todo los cartuchos de un viaje, pero si tienen paciencia al final todo se descubre).

¿y bruta? (risas) si, si, si que sí, jejeje...

Eso, espero que Karlakarura siga encontrando interesante la historia, aunque aún no pueda decir mucho más sobre la chica... (no, que se me aportilla el cuento), jejeje, gracias por tus comentarios, chica...

Chaú.