Los personajes utilizados aquí no son de mi propiedad, así que antes de meterme a la cárcel piensen eso, además, Yo no gano nada por medio de esto, simplemente criticas.

Gracias. Ahora si, lean, por favor!

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Capitulo 2: Recordando algo importante.

Las clases terminaron. Yugi y sus amigos abandonaron el aula. Joey se separó un momento del grupo para ir al baño, así que los otros tres aguardaban fuera de la escuela.

"¿Te sientes bien, Yugi?" preguntó Tristán, agitando su mano frente al rostro del muchacho.

"Creo que está... dormido." Dijo Tea, inclinándose a ver los párpados cerrados de Yugi.

Por tercera ocasión, los extraños sueños llegaron a la mente del joven Faraón. Vagaba por una estrecha callezuela. De nuevo, intensos rayos solares calentaban su piel. Continuó buscando entre tiendas y negocios. Quería encontrar el regalo perfecto para...

"¿Para quién?" se preguntó. Sus pies seguían paseando entre las personas, buscando.

¿Joyas? No, demasiado frívolo, no le gustaría... ¿Comida? Tampoco. Él ya tenía suficientes manjares en donde vivía... además, no quería que perdiese su figura escultural.

"¿De quién?"

La mente del Faraón no respondía sus propios cuestionamientos, pero resolvía otros tantos de manera insólita sobre los gustos de 'él'. Era como estar viendo una escena al azar de una película desconocida, y así intentar descubrir que ocurre. Lo ilógico del asunto es que estaba desempeñando por igual los papeles de intérprete y espectador. En nada semejaba la sensación que tenía al estar en el cuerpo de Yugi; esto era peor. Dentro de la mente del muchacho, él se enteraba de los argumentos de sus ideas, el cómo y por qué de las cosas. Sin embargo, allí, en sus propios sueños, desconocía todo.

¡Ropa! Sus ojos encontraron un establecimiento dedicado a vender telas, pero también comerciaban atuendos confeccionados con estas mismas. A todos gusta que les regalen ropa, y seguro encontraría algo que favoreciera aquel cuerpo exquisito. Entró.

"Mi señor..." una mujer de edad mediana, de cabello y piel color ébano hizo una pronunciada reverencia ante él. "Dígame en que manera puede servirle su humilde sierva."

Ahora que lo reflexionaba, todas las personas que vio mientras paseaba afuera lo reverenciaron. En el momento le pareció normal...

"¿Tienen algo en azul?" preguntó el Faraón.

"Oye... despierta..." le pareció escuchar una voz masculina muy familiar desde lo lejos.

"Le ofrezco un millón de disculpas, mi señor, no tenemos nada en ese color... el ultimo embarque de telas que ordenamos llegará mañana." Respondió la mujer, sin atreverse a mirar a los ojos al joven en frente suyo. "¡Pero podemos ofrecerle otros colores de telas! Verdes, rojas, púrpuras..."

"Nunca lo he visto vestido de púrpura..." Yami ya ni siquiera se preocupó por entender la situación, era inútil. "Muy bien. Púrpura será."

"¡Deje que le muestre lo mejor que tenemos!" La mujer se dio la vuelta, emocionada. Había logrado arreglar el problema.

"Despierta..." esa voz tan conocida continuaba hablando. El lugar comenzó a oscurecerse. "Despierta..." su cuerpo perdía consistencia junto con su rededor. "¿Yugi?" Todo se tornó en penumbra, para pasar en segundos a una luz de medio día.

"¿Qué? ¿Quién?" preguntó Yugi, desconcertado. "¿Dónde? ¿Cómo?" logró distinguir a Tristán y Tea. "¿Qué pasa?"

"Te quedaste dormido estando de pie." Respondió Tristán, con recelo. "¿Te sientes bien?" los ojos del muchacho se habían cerrado de nuevo. "¡Yugi!"

"¿Eh...?" retrocedió unos pasos torpemente. "Sí, bien, estoy bien... solo necesito dormir un poco."

"Eso se nota..." comentó Tea, preocupada. "Lo mejor será que te vayas a tu casa. Nosotros esperaremos por Joey."

Yugi asintió, y dio comienzo al camino de regreso a casa. Se sentía cansado, y no podía entender la razón, en especial porque pasó toda la mañana quedándose dormido. Era como si su cuerpo continuara trabajando durante las horas de sueño... lo primero en hacer al llegar a casa es dormir.

Joey apareció en la entrada de la escuela para reunirse con sus mejores amigos. En la mano llevaba una enorme bolsa de frituras rebosantes de salsa.

"Deberías dejar de comer esas cosas." dijo Tea, en tono reprobatorio. "No sabes todo lo que contienen... es malo para la piel, el estomago, los dientes..."

"Tea, por favor..." replicó Joey. "Toda mi vida he comido esto, y mi piel es tersa, mi estomago está en perfectas condiciones, y la sonrisa rompecorazones Wheeler funciona mejor que nunca."

"Ay... ¿para qué me tomo la molestia?" se lamentó la chica. "Bien, ya vamonos..."

"Pero... ¿y Yugi?"

"Casi estaba quedándose dormido con los ojos abiertos..." dijo Tristán, cruzando los brazos. "Ya se fue a su casa."

"¿Cómo que ya se fue?" exclamó el rubio, sorprendido. Rayos... No le entregó la carta. "Bueno, lo veré más tarde..."

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El campeón del duelo de monstruos apenas logró llegar a su casa antes de derrumbarse, dormido. Ni siquiera alcanzó la cocina, quedando inconsciente en medio de la sala.

Irónico... Yami despertaba en una sala, pero con un bello techo de estrellas sobre su cabeza.

"¿Por qué te empeñas en tener este lugar tan oscuro?" dijo el Faraón, desde los finos cojines de seda. "No habrá nada que quieras ocultarme ¿verdad?"

"La oscuridad es una cualidad muy característica en mí, lo sabes..."

"Sí, lo sé. Bueno, no importa. De todas maneras, no hay nada que no haya visto en ti." Se recargó por completo en los cojines. "¿Sabes? Lucías bastante bien en ese color..."

"¿Ah, si?" respondió la voz suave y a la vez profunda en tono divertido. Al otro lado de la estancia, su ya bien conocido extraño se vestía. "¿Entonces por qué no me dejaste quedarme un rato más con ella puesta?"

"Lo habría hecho..." Siempre le escuchaba ese tipo de respuestas suspicaces. Era como un divertido juego de ingenio donde ninguno cedía. "...si tu no hubieses saltado sobre mi tres segundos después que te la pusiste."

"...Sabes que la orden es muy estricta en cuanto a lo que vestimos los miembros." no tenía nada para devolver el ultimo ataque. Lo mejor era desviar el tema. "Supongo que alguien en un alto puesto prefiere más los rojos y negros que el morado."

"Nadie tiene un puesto mayor que el mío..." dijo Yami, sonriendo. "Así que de ahora en delante quiero verte vestido de púrpura."

"No les va a gustar..."

"Pero tendrán que aceptarlo." Se levantó un poco. "En verdad, yo no veo el problema... rojo, morado, verde... ¿qué importa?"

"Está bien, no más rojo." Dijo el otro hombre, avanzando hacia Yami entre las sombras. Sus ojos resplandecían como luceros nocturnos. "Si algo pasa, te culparé a ti."

"¿Qué tiene de nuevo? Siempre lo haces."

"Claro, eso no lo olvidas..."

El tono que utilizó el extraño confundió a Yami. Era una extraña mezcla entre broma, reproche y lamento. Fue en ese momento cuando cayó en la cuenta de que estaba soñando. Durante esos minutos de conversación, todo pareció cobrar sentido y tener tiempo real.

Descubrirlo debió ser algo malo, pues el lugar se tornó negro e impenetrable. El cuerpo de Yugi recobraba el sentido.

"¿Qué pasó...?" murmuró el muchacho, al verse recostado en el piso. "¿Me quedé dormido otra vez? Quizás voy a enfermarme..."

El espíritu del rompecabezas optó por no decir nada a Yugi. Era evidente que el culpable por los desmayos de somnolencia era él, pero hasta averiguar más sobre el asunto prefería no preocupar a Yugi.

¿Por qué su pasado lo acosaba de tal manera? ¿En realidad se trataba de su pasado? ¿Ese hombre y él alguna vez tuvieron una relación sentimental? ¿Quién era? Y lo peor de todo... ¿Por qué no lo recordaba ni remotamente? En su cabeza solo quedaban pequeños detalles recopilados durante la ilusión, pero sin ser exactos... las conversaciones, sin embargo la voz y el idioma parecían borrados de su mente. Al final, solo quedan concretas las celestes pupilas.

"Yugi, ya despertaste." Saludó el abuelo del muchacho al verle entrar a la cocina. "Como te vi durmiendo tan tranquilo, preferí no molestarte... ¿Tienes hambre?"

"Bastante... creo que porque no desayuné he tenido tanto sueño hoy."

"Ten. Esto te levantará el ánimo." Puso un enorme helado de chocolate recién sacado de la nevera ante su nieto. "Además, debes estar despierto para ir a lo de hoy por la noche."

"¿Qué? ¿A dónde, abuelito?"

"¡Yugi...! ¡Hoy es el día! ¿Recuerdas aquel sorteo que organizó la compañía que distribuye las cartas? ¿En el que nos inscribimos?"

"¡Cierto, ya recuerdo!"

"Bueno, pues por eso te necesito despierto, Yugi." El anciano tomó una cuchara para robar algo de helado al muchacho. "Tu siempre tienes suerte en lo relacionado al duelo de monstruos... quizás estando a tu lado yo también tenga un poco."

"No soy una amuleto de buena suerte, abuelito..." se quejó Yugi, alejando su helado del alcance del anciano. "Y se trata de un concurso nacional... dudo mucho que ganemos."

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Horas más tarde, la mitad de la ciudad estaba pendiente a la transmisión vía satélite que se proyectaba en el parque central. Durante semanas anteriores se vendieron miles de boosters de duelo de monstruos, y cada comprador tenía derecho a participar en el sorteo de un viaje individual gratis con gastos pagados a cualquier destino. Cada booster tenía un número de serie impreso, y sería utilizado como comprobante en caso de ser el ganador.

"¡Si gano, me iré a Francia!" dijo el anciano, sosteniendo emocionado su booster con dragón ojiazul al frente. "Dicen que allá están muy buenas las..." notó que Yugi lo estaba escuchando. "...Las comidas regionales. Oye, ¿y tus amigos? Iban a venir ¿no?"

"Supongo que sí." trató de mirar entre la multitud a sus amigos, pero fue inútil. "Deben estar por ahí..."

Era cierto. Tristán, Joey y Tea vagaban entre un mar de personas ansiosas por que el sorteo ocurriera. No encontrarían a Yugi entre toda esa confusión. Justo cuando decidieron detenerse, la gigantesca ánfora que contenía los números participantes comenzó a girar.

"¡Es enorme!" exclamó Joey, sorprendido. "Debe haber como mínimo uno millón de participantes..." juntó las manos a manera de suplica y cerró los ojos. "Por favor, que sea yo, por favor, que sea yo, por favor, por favor, por favor..."

El gran contenedor dejó de dar vueltas. Una hermosa chica, después de subir a una escalera para alcanzar la parte superior del objeto, introdujo su mano. Se seleccionarían tres números, pero solo el ultimo obtenía el premio. Los dos restantes servían como opciones en caso de que el ganador no pudiera reclamar el premio.

"Tercer lugar..." el primer número seleccionado estaba en mano de la mujer. "0509982." Miles de murmullos de alivio. No eran ellos. "Segundo lugar... 3546141."

"Vamos, vamos..." decía Joey, desesperado. "Primer lugar, primer lugar..."

"Y el primer lugar es..." el ultimo boleto fue tomado. "¡5211660...!" muchos de los booster se lanzaron al suelo por perdedores molestos o decepcionados. "El ganador debe presentarse mañana antes de las tres de la tarde..."

"¿Por qué? ¡Dios! ¿Por qué?" Joey estaba en el suelo, lamentando que perdió.

"¡Miren, es Yugi!" exclamó Tristán, al vislumbrar a su amigo unos pasos delante. "¡Yugi! ¡Estamos aquí!"

El muchacho y su abuelo se acercaron a los tres jóvenes. Joey continuaba golpeando el piso, enfadado.

"¿Qué tal les fue, muchachos?" preguntó el anciano. "¿Alguno de ustedes ganó?"

"No..." Tea sacudió la cabeza. "¿Ustedes tampoco?"

"No..." respondió el viejo. "¡Pero Yugi estuvo muy cerca! ¡Segundo lugar!"

"¿En verdad?" Wheeler se levantó de manera súbita. "Vaya, que mal... ¡quizás podamos rastrear al primer lugar y secuestrarlo!" Nadie hizo demasiado caso al comentario del rubio.

"Bueno, ya debo irme..." dijo Yugi, seguido por un largo bostezo. "¡Me muero de sueño!"

"¡Oh, no, espera!" dijo Joey, buscando algo en sus bolsillos y luego se detuvo. "¿No te parece que te has olvidado de algo?"

"¿Olvidado algo?" repitió Yugi, confuso.

"De algo muy valioso para ti..." Wheeler leyó en su amigo que no entendía de lo que hablaba. "¡Esto!" colocó frente a él la carta preferida de Yugi. "Lo olvidaste hoy en la mañana, en la escuela... ¿Cómo se te pudo olvidar algo tan importante? ¡Si es tu querido Mago Oscuro!"

El muchacho tomó la carta entre sus manos, sonriendo apenado, pero sin tomar muy en serio la situación. Sin embargo, el espíritu del rompecabezas del milenio descubría un significado totalmente distinto a las palabras de Joey.

¡Era él! ¡El Mago Oscuro! ¡La persona en sus sueños era el Mago Oscuro! Los ojos, la ropa... ¡todo concordaba! Pero... ¿cómo podía ser? El Mago Oscuro era solo una carta ¿cierto? Aunque quizás no... los monstruos de las cartas fueron reales en algún momento ¿por qué el Mago sería una excepción? Sin embargo, de eso, a que fueran tan íntimos...

"¡Nos vemos mañana, amigos!" exclamó Yugi, alejándose con su abuelo de regreso a casa.

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NOTAS:

Ok, capitulo 2... sin demasiados comentarios, en realidad. Decidí aclarar quien era la persona misteriosa de una buena vez... creo que de aquí en adelante la historia mejorará. Al menos, eso espero.

Bueno, suficiente. Nos vemos.