Los personajes utilizados aquí no son de mi propiedad, así que antes de meterme a la cárcel piensen eso, además, Yo no gano nada por medio de esto, simplemente criticas.

Gracias. Ahora si, lean, por favor!

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Capitulo: Dulce inconsciencia.

Esto no podía estar pasándole a él... Si en verdad tuvo una relación con el Mago Oscuro, lo recordaría... ¿cierto? ¡Diablos! ¡Eso no lo convencía! Y los sueños... en cuanto el pequeño Yugi se acostara a dormir él perdería control de su inconsciente.

Las imágenes de todos aquellos sueños se agolparon en su mente. Los rasgos del extraño encajaban a la perfección con los de la carta.

La carta... de vez en vez, Yugi la tomaba entre las manos, provocando a Yami un escalofrío mental. A través del muchacho se encontró obligado a mirar en varias ocasiones los ojos cerúleos del monstruo de duelo... y estos parecían devolver la mirada.

"Buenas noches, abuelito..." dijo Yugi, después de una largo bostezo. "Nos vemos mañana."

Oh, no... ¡Se iba a dormir! Y lo peor de todo es que no podía hacer nada para evitarlo. Yugi ya hacía suficiente teniéndole en su interior para que ahora le pidiera mantenerse despierto porque temía soñar con la sensual carta del Mago Oscuro. Era ridículo, así de simple. Bien. Iba a enfrentarlo. Sintió las sábanas cubriendo el cuerpo de Yugi, así como al cansancio tomar posesión de ambos.

Segundos adelante, despierta en la ya bien conocida sala de techo estrellado. El dulce jugo de una uva dentro su boca bajaba por la garganta del Faraón. Estaba solo. ¡Excelente! ¡Justo cuando enfrentaría al desconocido, este no aparece!

"Llegaste temprano, querido Faraón..."

La uva estuvo a punto de atorarse en la tráquea de Yami, obligándole a toser con brusquedad. Tenía delante suyo al hombre de siempre y, a pesar de la profunda oscuridad, logró distinguirlo en su totalidad. ¡Era la carta! No... eso no era una carta... Era el Mago Oscuro. Incluso vestía el traje color púrpura de siempre.

"Vaya recibimiento." replicó el hechicero, levantando una ceja a causa de la tos de Yami. "¿Tanto gusto te da verme?"

"Disculpa... Malditas uvas. No sé que rayos me pasó." Cada vez tenía menos acceso al control de su cuerpo, convirtiéndose por momentos en un mero espectador.

"Las obligaciones diarias de un Faraón pueden ser muy agotadoras..." mientras el Mago se acerca a su acompañante lanza al suelo su sombrero, dejando en libertad su oscura cabellera. "Tal vez lo mejor sea..." la parte superior del traje cae junto al sombrero. "Que te vayas a descansar..."

"O quizás lo mejor sea... Que te vayas despidiendo del resto de tu ropa."

"Supongo..." las pocas prendas que cubrían el cuerpo del Mago Oscuro fueron removidas por su dueño. "Que no se puede desobedecer al Faraón."

"Supones bien." jaló del brazo al hechicero para colocarlo bajo su cuerpo en la cama.

Los brazos del Mago Oscuro rodearon el cuello del otro, uniendo al instante los labios de ambos. Incluso Yami pudo sentir eso. El interior de la boca de la carta era fresco, y su lengua dócil, dejándose manejar por la del otro. Pero en algún momento inesperado, atacaba en busca del mando. Esa mezcla de sumisión y rebeldía era una de las cosas que más le gustaban en su brujo personal. Como Faraón, nunca nadie se te opone o revela, y siempre te dan lo que pides. En ocasiones es bueno luchar para obtener lo que quieres.

Las manos del Mago Oscuro recorrían con delicadeza la piel de Yami, apartando la ropa que obstruía su camino. Al Faraón poco le habría importado que en lugar de desnudarlo con esa tranquilidad lo hiciera desgarrando todo. Deseaba sentir su cuerpo en contacto con el Mago, así que por el momento usó los labios para degustar la piel de éste.

"La paciencia es una virtud, mi querido Faraón..." susurró el hechicero, con tono enigmático. "Pero igual que tu en este momento, yo también me estoy desesperando."

Al principio Yami pensó que lo decía por la manera ávida en que lo besó, pero ya no estaba del todo seguro. Entonces fue que recordó lo que pensaba hacer antes de que el Mago le sorprendiera con su presencia: enfrentarlo. Obtuvo de regreso el poder sobre su cuerpo e hizo un intento por levantarse. Por segundos todo se oscureció, y para cuando logra incorporarse, está en la habitación de Yugi, haciendo uso de su cuerpo.

"¡Maldición!" gruñó, golpeando la cama con un puño. Su vista se clavó en la pared frente a él, dando con los profundos ojos color cielo. Tuvo un sobresalto antes de descubrir que se trataba de un simple póster con la imagen de la carta preferida de Yugi, el cual éste colocó desde mucho tiempo atrás y que él bien conocía. Se estaba excediendo... ¿por qué se sorprendió tanto? Era ilógico. Un afiche no te mira o habla... "Tampoco te visita en sueños, ni besa tan bien..."

Un momento... ¿Qué fue lo que dijo? ¿Besar tan bien? Sí, eso había dicho. Vamos... Sabía perfectamente que todo lo ocurrido en el sueño le agradó ¿Para qué engañarse?

Se levantó de la cama, y tomó de la mesa la carta preferida de Yugi.

"Nunca imaginé al Mago Oscuro capaz de provocar semejantes sensaciones..." pasó sus dedos sobre la imagen, pero el papel no igualaba la piel del hechicero. "¿En verdad nos conocimos? ¿Formaste parte de mi pasado?... ¿Por qué no puedo recordarte mas que en sueños?" El reloj anunciaba la 1 de la mañana. "El tiempo vuela cuando sueñas así..."

Yugi iría a la escuela en algunas horas. Lo mejor era volver a la cama y dejarlo descansar.

Pasaron las horas, el sol se levantó sobre la ciudad, y Yugi Moto salió de su cama.

"¡Que bien dormí!" exclamó el muchacho, sonriendo.

Para bien o para mal, Yami no soñó nada durante el resto de la noche anterior. Gran parte de él anhelaba ver de nuevo al brujo oscuro, por variadas razones.

En la escuela tuvo que soportar las aburridas conversaciones de los amigos de Yugi. Bueno, Joey jamás es aburrido, pero Tristan, y en especial Tea, no son muy interesantes. Tea Gardener... no le gustaba que esa chica se interesara tanto en él. Siempre intentando estar a su lado, y sonriéndole por cualquier tontería. Antes no le inspiró ningún sentimiento, y ahora, con un apasionado Mago Oscuro en las noches, menos.

Clase tras clase pasaron sin novedad, y el antiguo Faraón continuaba encontrar algún tipo de resemblanza entre los sueños. No tenía muchos datos... sobre la ubicación, sólo el exterior de la sala con estrellas y el bazar. El intenso sol y la arena no el dejaban duda que se tratase de Egipto, su tierra natal...

En ocasiones no podía evitar preguntarse si no se tomaba demasiado en serio unos simples sueños... no podía asegurar que fueran verdad y no simples creaciones de algún interés oculto hacia el Mago Oscuro.

"¿Cómo se le ocurre a la profesora de Biología encargar tanta tarea?" se quejó Wheeler, mordiendo el libro de esa materia. "¡Por mi, las mitocondrias pueden estar hechas de helado si quieren!"

Los cuatro amigos caminaban hacia la salida de la escuela, a un lado de las canchas de soccer.

"¿Sabes, Joey?" dijo Tristan. "Escuché que si estás en algún club de deporte, la escuela te ayuda con ciertas materias..."

"Yo no creo que eso sea cierto." Intervino Tea. "Además, esa no es la solución. Lo que deben hacer es ponerse a estudiar más ¿verdad, Yugi?"

"Eh, pues..." no era muy divertido cuando Tea le pedía su opinión.

"¡Yugi!" gritaron sus amigos.

La luz desapareció en un segundo, y no supo más. Por otra parte, la inconciencia era distinta para Yami. Abrió los ojos, encontrándose en un espacio cerrado. Era un lugar grande y lujoso, que de manera extraña, le era familiar. Encontró una ventana mientras avanzaba, así pudo ver que era noche, muy noche.

El sonido de pasos lo alertaron. Alguien se acercaba. No se sentía listo para dar explicaciones sobre el porqué de su presencia, pues ni siquiera él lo sabía. Prefirió ocultarse en la sombra proyectada por las paredes en una esquina, y esperar. Los pasos continuaron haciéndose más audibles conforme se aproximaba. Pasaron de largo, pero unos segundos después, se detuvieron. Yami quiso saber la razón, y se acercó un poco en medio de la oscuridad. Su gran sorpresa fue descubrir al Mago Oscuro a unos cuantos metros de distancia. Vestía un traje distinto, negro con rojo. No sabía que hacer. Ahora que lo tenía enfrente, no encontró palabras.

El hechicero reanudó su camino como si nada pasara, y fue cuando el otro se decidió a moverse. Salió de su escondite, e intentó detener al Mago del brazo. Sin embargo, no lo logró. Su mano atravesó el cuerpo del otro, dándose cuenta entonces que no era corpóreo, sino algún tipo fantasma o espíritu invisible. Bastante distinto a las ocasiones anteriores... eso no podía ser bueno. Sin tener más opción, siguió al brujo en silencio. Llegaron a una elegante puerta dorada, y la carta llamó a la puerta.

"Pasa."

¡Por Ra! ¡Era su voz! El hechicero abrió la puerta, y Yami entró con él. Era una habitación increíble, digna de un...

"¿Me mandó llamar, Faraón?"

"Así es." Respondió desde su magnánima cama. "Cierra la puerta, y acércate por favor." El Mago obedeció al instante, para luego pararse a una distancia considerable de la cama. "¿Te molestaría sentarte?" el otro no pudo objetar, así que lo hizo. "Bien... tu siempre has sido mi maestro, y quiero preguntarte sobre unas dudas que tengo."

"Sabe que le ayudaré en cuanto me sea posible."

"¿Qué es el amor?"

Yami se extrañó por la pregunta. Le pareció inusual, por no decir es estúpido, en él preguntar ese tipo de cosas, y algo le decía que su yo del pasado tenía otras intenciones ocultas.

"Mejor dicho..." continuó el Faraón. "¿Cómo es sentir amor hacia alguien?"

"Bien, no todos tienen la misma concepción de amar." Respondió el otro. "Cuando amas a alguien, te preocupas por esa persona, la extrañas cuando no estás con ella, quieres protegerle, que sea feliz..."

"¿Esa es tu idea del amor?" el hechicero asintió. "¿Y estás enamorado de alguien?" no hubo respuesta. El Mago parecía incomodo por la pregunta. "Interpretaré tu silencio como una afirmación... ¿sabes? Yo también estoy enamorado de alguien." La mirada del Mago Oscuro se posó en una de las paredes del fondo, como no dando importancia a las palabras del Faraón, a pesar que eso era una insubordinación grave. "Ahora háblame sobre el amor físico."

La expresión de sorpresa en Yami fue idéntica a la del rostro del brujo. ¡¿Qué clase de pregunta fue esa?!

"Faraón, no soy el indicado para hablarle sobre esos temas. Antes como sacerdote, y ahora como hechicero a su servicio he dedicado mi vida a la familia real. Ese tipo de tratos nos están vedados, ya que nuestro primordial fin es proteger."

"Pero tu estás enamorado de alguien..." se incorporó en la cama, acercándose tentativamente al Mago Oscuro. "¿No sientes por las noches deseos de besar a esa persona?" El joven Faraón parecía disfrutar mientras molestaba a su súbdito. "¿De tenerle entre tus brazos? ¿De...?"

"Lo que yo sienta o desee no es un tema decoroso para discutir." El hechicero se levantó de la cama con indiferencia. "Si lo que desea es experimentar el amor carnal, le haré traer una cortesana para que lo instruya."

La sonrisa del Faraón se amplió. Ese era el punto al que quería llevar a su hechicero: a responder con molestia. No era momento para dejarle marchar.

"No quiero una cortesana." Dijo, deteniéndolo de un brazo. "Sino a mi terco y malhumorado maestro." Dicho esto, atrajo al hechicero hacia el lecho, para después lanzarse en busca de sus labios.

Los ojos de Yami se cerraron, y luego se abrieron con violencia, en un fuerte impulso hacia delante, como si alguien lo sacudiera. Miró alrededor, confuso.

"Al fin despiertas..." la cara de Tea casi chocaba con la de Yami. "¿Estás bien, Yugi?"

"¿Qué...?"

"¿No lo recuerdas?" preguntó Joey. "Bueno, debe ser normal que eso pase cuando te golpea un balón con tanta fuerza... Pero no te quedaste amnésico ¿verdad?"

Yami tardó unos cuantos segundos en comprender la situación. Un golpe, estuvo inconsciente, soñó al Mago... sus mejillas amenazaron con tornarse rosas al recordar la comprometedora conversación que presenció. ¿En qué habrían terminado las cosas entre el Faraón y su hechicero?

"¿Estás bien, Yugi? ¿De verdad? ¿No te pasó nada?"

"Sí, sí, estoy bien..." se quejó, alejando a Tea, ya que ésta en cada pregunta casi le metía por la nariz un algodón bañado en alcohol. "Gracias."

"Entonces nos vamos. Hay mucha tarea de Biología por delante." Dijo Tristán, señalando la puerta. Tea intentó replicar, pero al final se fue también.

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NOTAS:

Saludos! Tardé mucho con el capitulo tres? Si así les parece, sorry. Materias pendientes, enfermedad, lluvia... todo ha estado en mi contra en estos últimos días. Pero como podemos sobrevivimos!

Qué les pareció este capitulo, eh? Envidio los sueños de Yami xD

Espero que la actitud de los personajes no me estén quedando fuera de contexto... pero como les dije antes, no soy una experta en la materia (pero me estoy instruyendo, en serio!)

Gracias por los reviews! Ya me estaba sintiendo mal al no recibir ninguno... si les gusta mi fic y lo leen, por favor dejen algún comentario, porque luego siento que nadie toma en cuenta mis fics... (maldita inseguridad y falta de autoestima! uú)

Bueno, muchas gracias por su apoyo!!