Los personajes utilizados aquí no son de mi propiedad, así que antes de meterme a la cárcel piensen eso, además, Yo no gano nada por medio de esto, simplemente criticas.
Gracias. Ahora si. ¡Lean, por favor!

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Capitulo 5: Sin rumbo fijo.

Yugi pasó la noche entera despierto, trabajando en la tarea de Biología. Para cuando se iba a dormir ya era hora de levantarse. Lástima. Con la gracia de un zombie al caminar, logró llegar a la escuela.

"¡Buenos días!" saludó Joey. Vio el aspecto deplorable de Yugi. "No te ves nada bien, amigo…"

"Tarea… mucha…" Se balanceó hacia un lado. "Despierto… noche…"

"¡Hey!" el rubio sostuvo a su amigo de caer al piso. "¿Seguro que estás bien?"

Yugi abrió mucho los ojos y sonrió.

"Hola, Joey. ¿Viniste a visitarme?"

"Ok, no estás bien…" lo acompañó a una banca. "Siéntate un momento ¿quieres?"

"La principal función de las mitocondrias es generar energía…"

"Sí, sí, sí…" interrumpió Wheeler. "¿Sabes qué? Creo que todavía falta un rato para la primera clase ¿por qué no descansas unos minutos?" obligó a Yugi a recostarse en la banca. Debido a la corta estatura de su amigo, Joey no tuvo problema en sentarse en el espacio restante en la banca.

"Descansar… minutos…" en verdad parecía un zombie, sobre todo por su cabello, hecho un total desastre.

Wheeler tomó un periódico que encontró en el piso. Era de esa mañana. Se puso a leerlo para pasa el tiempo. Yami sintió el sueño invadir a Yugi. Era inevitable que durmiera, y el nuevo ánimo de Yami por descubrir el misterio de su pasado aumentaba.
Despertó en aquella antigua tierra, dentro del enorme palacio, pero para sorpresa de Yami, no vio cerca a nadie conocido. Parecía haber aparecido en un lugar al azar.

"Parece que quien organiza esto tuvo un pequeño descuido." Dijo Yami, avanzando por los pasillos del palacio.

Tras unos minutos de andar sin rumbo fijo comenzó a seguir el sonido de voces discutiendo. La puerta estaba abierta, y entró. No tardó en reconocer la habitación, fue ahí donde antes vio reunidos al Mago Oscuro y otros sacerdotes. La misma multitud estaba ahí, pero un aire de tensión llenaba el ambiente.

"¡La situación es critica!" gritaba uno de los hombres al poderoso hechicero. "¡Tantas revueltas en tan poco tiempo no son coincidencia!

"¡Alguien debe estar alborotando a las masas!" agregó otro.

El semblante sereno del mago no se vio afectado por el tono en que le hablaban. A Yami le recordó la actitud que mostraba la carta cuando esperaba recibir órdenes de atacar en los duelos.

"¡Necesitamos que el Faraón haga algo!"

El hechicero aguardó, sosteniendo su imponente báculo en la mano izquierda, a que los hombres decidieran guardar silencio. Entonces, habló.

"El Faraón está al tanto de los problemas que han surgido últimamente. Estos últimos días ha enviado comunicados al pueblo para que la gente no caiga en un estado de alerta."

"¡Comunicados!" dijo un hombre, en burla. "De nada servirán si el culpable está entre la gente del pueblo."

"El Faraón también ha considerado esa posibilidad, y si en realidad existe una alborotador en el reino, la guardia real debe encargarse de encontrarlo. Y la guardia real son ustedes, señores, así que si están tan preocupados por la seguridad de su soberano y el pueblo, les recomiendo que vuelvan a sus deberes de inmediato."

El lugar comenzó a vaciarse entre murmuros de queja y nerviosismo, hasta que sólo quedo el Mago Oscuro en la estancia. Yami, que lo observaba desde el otro lado de la habitación, se le acercó. Antes de alcanzarlo, le vio tomar asiento en una elegante silla, que denotaba el rango del hechicero en el consejo.

"Dirigir un reino debe desgastar a cualquiera." Pensó Yami, al detenerse frente a la carta y ver la preocupación reflejada en sus ojos.

La mirada del Mago, fija en un punto no especifico, estaba dirigida por casualidad hacia Yami, quien se entretuvo intentando descifrar lo que pensaba.

"Quiero recordarte…" susurró Yami, con tristeza. "En verdad que sí…" extendió la mano, intentando tocar el rostro del brujo.

"¿Qué estás haciendo aquí?" preguntó el mago, volviendo a su postura fría.

Yami retrocedió sorprendido. Le habló. La carta le habló. No supo que responder. De pronto se sintió indefenso por la situación. Apenado, retiró la mano con la que estuvo a punto de tocarle el rostro. ¿Qué explicación le daba?

"Yo…" tenía la mente en blanco, pero antes de poder formular una respuesta, le interrumpieron.

"¿El Faraón en realidad dijo eso?" dijo una voz femenina, en tono malicioso. "¿O es que ya te tomas el lujo de hablar en su nombre?"

Yami se dio vuelta, topando con la sacerdotisa Isis. Comprendió al instante que fue para ella la pregunta formulada por el hechicero. El mago se levantó de la silla, y Yami se hizo a un lado para dejarlo pasar. Iba a la salida.

"Sabes que hay problemas." Dijo la mujer, cuando el brujo pasó a su lado, sin mirarle. "Problemas graves, y en lo único que piensas es en ti."

"¿Qué?" el mago se giró, indignado.

"Sabes bien de que hablo, hechicero…" esta vez fue ella quien le dio la espalda, pasando las yemas de los dedos por el relieve tallado en la silla del mago. "Sí, eres es pasatiempo preferido del Faraón, pero antes que la diversión están los deberes."

Para entonces Yami había alcanzado al Mago Oscuro, y pudo ver como cerraba las manos con fuerza alrededor del báculo. Estaba molesto. Pero no era común en él dejarse amedrentar por una simple sacerdotisa.

"Se supone que predices el futuro, pero aún no logras darnos información sobre la causa de los problemas en el reino… Parece que tú también deberías dedicarte a tus deberes, sacerdotisa, en lugar de entrometerte en la vida amorosa de tu rey." Hizo un marcado énfasis en la palabra 'amorosa'.

El Mago atravesó la salida bajo la mirada de enfado de Isis.

"¡El Faraón no te pertenece!" gritó, desde el salón de reuniones.

Yami se vio en una situación muy incómoda. Jamás imaginó que entre el Mago Oscuro e Isis existieran ese tipo de conflictos. Dudó sobre si debía seguir o no al hechicero, pero era preferente a vagar de nuevo por el palacio. Lo siguió por varios pasillos, admirado por la elaborada manera en que estaban talladas las paredes, las columnas, todo. Hasta ese momento no se había percatado de la gran belleza arquitectónica del lugar. Incluso parecía haberse considerado la luz solar que entraba por la ventana, resaltando ciertas áreas de la construcción a cada hora del día. Nunca había estado en la habitación del hechicero negro, y la idea de ver donde residía tan intrigante personaje le despertó la curiosidad. Tras pasar otros pasillos más, al fin se detuvieron frente a una gran puerta de madera, también tallada de manera exquisita. La carta entró y de inmediato cerró la entrada, apenas dejando pocos segundos a Yami para admirar el interior. En comparación con la Habitación Real, esta era pequeña, pero casi igual de lujosa. Seguramente el Faraón tuvo algo que ver en eso. Desesperado por saber lo que ocurría en el interior, el espíritu del rompecabezas avanzó a la puerta. Para su desgracia, topó con ella. Hizo otro intento, obteniendo el mismo resultado. ¿Era corpóreo ahora? Lo dudaba. Lo más probable era que, como sería lógico, la habitación del Mago tuviera alguna protección mágica contra los entrometidos inoportunos. Aunque no terminaba de entender cómo un hechizo pudiera seguir vigente después de cinco mil años.
Ya no tenía otra opción más que continuar deambulando por el enorme palacio.

"Será más interesante que quedarme sentado esperando a que abra la puerta."

Yami encontró razonable la idea de ir a ver al Faraón, la otra pieza importante de ese rompecabezas. No tardó tanto en dar con la gran puerta dorada que cerraba el dormitorio del soberano. ¿Estaría ahí a esas horas del día? Con precaución, extendió su mano hacia la puerta, que esta vez pasó a través del grueso material sin problema. Entró, y vio al Faraón apoyado en la repisa de su ventana. A Yami le causó una sensación extraña dentro del pecho ver ese rostro idéntico al suyo con una angustia marcada en el rostro.

"Esto es más difícil cada día…" dijo el Faraón, mientras el viento cálido le agitaba la ropa. "Es mi obligación mantener el pueblo a salvo, buscar su bienestar… ¿pero qué hago si son ellos quienes parecen estar en mi contra?" se dio la vuelta, haciendo ondular su larga capa. "¿Qué mal les he hecho yo¡Si lo único que hago es protegerlos!" desanimado, se llevó una mano a la frente, intentando tranquilizarse. "A veces me pregunto cómo soportaba mi padre estos problemas… claro, si es que los tuvo…" Sintió un pinchazo al ver por el rabillo del ojo la luz solar disminuyendo. "La reunión con la Guardia Real ya debe haber terminado, y él estará esperándome, en nuestro lugar especial."

La simple idea de reunirse con el Mago Oscuro parecía relajarlo. Yami le vio salir, seguro de que el Faraón se llevaría una sorpresa al encontrar el antiguo observatorio sin su atracción principal. No tenía caso seguirlo. Tal vez el hecho de poder avanzar con libertad esta ocasión por el pasado tuviera un fin, un propósito.

"Quizás hay algo que debo encontrar." Pensó el espíritu del rompecabezas.

Al salir del cuarto, se encontró sin rumbo por tercera ocasión. Durante su avance encontró gente del palacio, sirvientes principalmente. Su actitud delataba preocupación, los movimientos que hacían contenían nerviosismo. Al parecer, el reino pasaba por un momento de crisis muy grave. Los pasos de alguien acercándose alertaron a Yami. En segundos se reveló la identidad de su dueño. Yami se quedó sin respiración al contemplar la imponente figura del mismísimo Seto Kaiba. Sólo que en esta ocasión no había ninguna gabardina con el logotipo de Kaiba Corporation. En su reemplazo, una fina túnica púrpura le cubría el cuerpo, acompañado por una capa del mismo color que le alcanzaba los tobillos. Sostenido en la mano izquierda del Alto Sacerdote estaba el poderoso Cetro del Milenio. Kaiba siempre ha tenido que desempeñar puestos importantes, incluso en el pasado. Pues excelente, alguien más a quien seguir. Mientras iba detrás de su rival de todos los tiempos, Yami no pudo evitar sentir incomodidad.

"Es como espiar las vidas de otras personas…"

A Yami le extrañó notar que estaba volviendo sobre sus pasos. No comprendió las intenciones del sacerdote hasta verlo detenerse frente a la habitación del Mago Oscuro. Con un simple movimiento del Cetro del Milenio el hechizo del a puerta cedió. Nada puede oponerse a la Magia del Milenio. El sacerdote entró, y Yami aprovechó para hacerlo también. La puerta volvió a cerrarse tras de ellos. Al escuchar el ruido, el Mago Oscuro, que estaba sentado al borde de su cama, se levanto con brusquedad. Se había retirado la armadura, vistiendo ahora solo una ligera túnica del mismo color.

"¡Seth¿Cómo te atreves a entrar así a mi habitación?" replicó el Mago, aún con bastante malhumor a causa de su enfrentamiento con Isis.

"Como Consejero Real estoy en mi derecho de velar por los intereses del príncipe…" dijo Seth, avanzando hacia el hechicero negro. Sin preocupación, lanzó sobre la cama el sombrero y la capa color púrpura.

"Querrás decir Faraón." Corrigió el mago.

"Por supuesto, Faraón." Hizo un ademán de no darle mucha importancia. "Me comentaron que te has tomado la libertad de hablar en su nombre…"

"Isis." Murmuró el mago, molesto.

"No importa quien lo dijo ¿verdad?" El sacerdote sonrió con cinismo. "También se rumora que has estado… 'distrayendo' al Faraón de sus ocupaciones reales."

No parecía ser el mejor día del Mago Oscuro, y las cosas estaban por empeorar para él.

"El Faraón atiende todos los días las juntas sobre el estado del reino. Tú lo sabes. Eres su consejero y siempre estás presente."

"Lo que me lleva a un asunto que me tiene algo intrigado. Ayer por la mañana traté con el Faraón la posibilidad de organizar un equipo armado para buscar al culpable de las revueltas. Él parecía bastante convencido… pero extrañamente esta mañana ya no opinaba lo mismo. Y me pregunto… ¿tuviste algo que ver en eso, brujo?"

"Mandar guardias a registrar la ciudad resultaría contraproducente." Dijo el mago. "El pueblo tendría miedo, se crearía incertidumbre. ¿Y de qué serviría? Ni siquiera hay indicios que nos permitan identificar al supuesto alborotador."

"¿Tuviste algo que ver en esto?" repitió el sacerdote, enfadado.

"Sí. Yo le dije al Faraón que cancelara la operación que organizabas."

Por un momento, pareció que el sacerdote iba a estallar en ira, y Yami temió que utilizara de manera negligente el artículo del milenio en su poder.

"Escúchame, y escúchame con atención, brujo." Dio un paso hacia el hechicero, quedando ambos rostros frente a frente. "No te metas en los asuntos que no te incumben. Podría acusarte ante el consejo, alegar manipulación tuya sobre el príncipe. Si no quieres que eso pase, mejor dedícate a lo que mejor sabes hacer: acostarte con tú Faraón, y deja los asuntos del reino a los demás."

Ese comentario acabó con la paciencia del Mago Negro. Tomó al sacerdote por los hombros, acorralándolo contra de la pared. Ahora era su turno de decir lo que en realidad pensaba de él. Sin embargo, antes de que alcanzara a pronunciar una sola palabra, la puerta de su habitación se abrió de nuevo. De pie en la entrada, observándolos con expresión de seriedad, se encontraba el Faraón.

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NOTAS:

Hello!
Que pensaban? Que ya me había muerto? Pues no, pero casi!
Disculpas por tardar tanto tiempo, más del que he tardado jamás, pero estaba en un bloqueo del que sólo pudo sacarme toda la presión que se me vino encima este inicio de mes… 2 días fue lo que me tomó escribir todo el capítulo.
Que les parece? Por ahí me dijo alguien que mi estilo cambió un poco, yo no lo sé… No sé por qué me dio por meter a más personajes… pero creo que fue una buena idea! Esta vez no hubo muchas escenas amorosas… de hecho, creo que no las hubo para nada, pero me gustó mucho escribir el capitulo, y espero que a ustedes les haya agradado leerlo.

Ok, como ya saben, no soy una instruida en el tema de YGO, así que… Seth si es Seto, verdad? Es que nadie supo darme una respuesta concreta… ..

Cuantos sueños se necesitan para saber el pasado del Faraón? Eso me lo preguntaron ya varias veces… incluso me sugirieron poner al pobre Yugi en coma Oo Ya me las arreglaré para que las cosas avancen!

Saben que espero reviews, por favor, por favor, por favor! Y gracias por su apoyo y perseverancia!