Cap. 3 Urû'baen
Esa mañana, un siervo anuncio que los dos esclavos mas jóvenes, Nath y Naurloth, debían partir a Urû'baen a servir al rey Galbatorix.
A Naurloth le entristecía dejar a sus amigos, quienes le daban parte de su comida y le contaban historias al anochecer. Para ellos siempre fue la asustada niña de seis años que les ilumino los corazones, como la hija que nunca tuvieron.
Llego el día de marchar. Nath y Naurloth, con lagrimas en los ojos, partieron hacia Urû'baen.
Fueron cinco cansados días de viaje a pie para Naurloth y para Nath, a quienes no se les ofreció caballo, y si unas cadenas que oprimían la circulación de la sangre.
Un día llegaron a Urû'baen. Nath y Naurloth no tardaron en ganarse la confianza de los esclavos, en su mayoría mujeres, y conseguir que les contasen la historia del sótano oculto, que era lo suficientemente grande para contener tres dragones adultos, que ellos consideraban irreal (Nota: Si, estoy hablando del pasadizo secreto)
Al cabo de tres largos años, el amo les ordeno sacar brillo a dos extrañas gemas.
Por las tardes, el castillo estaba vacío, exceptuando a los esclavos, que trabajaban, y, cada dos horas, un criado que supervisaba el trabajo de éstos.
Por segunda vez en ese mes, les ordenaron sacar brillo a las gemas a los dos juntos.
Nath cojió la roja, y Naurloth, la morada.
Entonces ocurrió algo muy extraño. Las gemas eclosionaron, como huevos, y de cada una salio un dragón del color del huevo. Al tocarlos, les salieron unos óvalos plateados en las manos, que Naurloth identifico, por las historias que le habían contado en Dras-leona, como la gëdwey ignasia.
Después de muchos intentos, consiguieron pegar las partes de los huevos de forma que parecieran sin haberse roto nunca, y pensaron donde esconder los dragones.
Un rato después Nath tuvo la idea:
-¡Naurloth, el sótano oculto! ¡Podría ser real, podríamos esconder allí a los dragones!
No se… piensan que es irreal, pero valdría la pena mirar…
Dicen que la entrada estaba en esta habitación, miremos.
Movieron la losa, tres intentos, la cuarta vez se abrió la compuerta secreta y entraron.
Dejaron allí los dragones, y volvieron poco después con dos cestas llenas de carne robada de la cocina y despejaron un agujero acabado en las raíces de un viejo árbol para que salieran y aprendieran a cazar.
