Cap. 4 Escapada
Así, día tras día, los dos amigos hacían una escapada al sótano a ver a los dragones. En dos meses sabían entrar en sus mentes, y a los tres mantenían verdaderas conversaciones a distancia. A los cinco escupían fuego.
Un día, los dragones pidieron un nombre.
El dragón de Naurloth recibió el nombre de Alandir, y la dragona de Nath, Nayra.
Nath y Naurloth se habían estado preparando:
Hacían sus respectivos trabajos con velocidad para luego robar cestos, cuerdas, mapas, comidas… para la gran escapada
Llego el día. Ambos dejaron sus trabajos sin hacer, y rápidamente bajaron al sótano para equipar todo. Repartieron el equipaje entre Nayra y Alandir y los ataron el uno al otro para no perderse en el viaje.
¿De veras es necesario, Naurloth?
Completamente, Alandir.
Pero duele.
Lo se. Lo siento, tal vez apreté demasiado.
Pesa
Ya, ya, Nayra, pero hace falta.
Vamos, deja de mirarla así, Nath
¿a quien?
A Naurloth. Te gusta, Nath
Mientras los jinetes conversaban con sus respectivos dragones, se preparaban para irse. Solo les quedaba media hora. Se montaron y salieron volando a toda velocidad.
Cuando Nath y Naurloth perdieron el miedo, empezaron a hablar tranquilos con sus dragones.
Las escamas Rojo rubí de Nayra y las moradas de Alardir centelleaban en el aire, creando lo que desde tierra parecía
Un par de bandadas de pájaros de colores.
¿A dónde vamos, Nayra? –Pensó Nath.
A las Vertebradas. Alardir y yo lo discutimos anoche. Galbatorix no nos buscara allí. Tiene miedo de esas montañas.
Naurloth, duerme. El viaje a las Vertebradas durara toda la noche y parte del día de mañana
No tengo sueño, Alandir. Pero sí hambre. Creo que voy a comer un poco.
Tras ese comentario, Naurloth cojió un trozo de carne y se la comió. Tanto ella como Nath sentían libertad, libertad como no habían sentido en ocho años de esclavitud.
El día siguiente casi a la noche llegaron a las Vertebradas y encontraron una cueva. Nayra hizo fuego, mientras Nath disimulaba la entrada de la cueva junto con Alandir y Naurloth colocaba las cosas.
Vivieron así durante días, hasta que Nath se preocupo:
-Naurloth, deberíamos entrenarnos en algún arma, si no seriamos muy vulnerables.
Tienes razón. Nos entrenaremos con las espadas y el arco, luego buscaremos a los Vardenos.
