Cap. 2 El sueño en la realidad

Todo esta oscuro. Ni sol, ni luna. Me miro. Tampoco logro verme. Repentinamente, un agujero se abre en el suelo. De el sale una luz anaranjada y calida. Probablemente de fuego. Me asomo. Alli, un tunel lleno de esa luz, se extiende hasta lo que alcanzan mis ojos. Siento una mano muy caliente sobre mi hombro. Tan caliente que me suelto para evitar que me incendie la ropa. Adelante mio se encuentra un apuesto joven de unos veinte años. Su cabello es negro y corto. Tiene una nariz perfecta. Muy atractivo para mi gusto. Me mira con unos ojos que hacen que un escalofrio recorra mi espalda. Estos tienen un color rojo vivo. Su piel blanca como el papel los resalta. Y juraria que veo unas llamas crepitar en ellos. Da un paso hacia mi. Meto la mano en mi bolsillo. Mi varita no esta. De repente me pongo frenetica. Seguramente el temor se expresa en mi cara porque en seguida rie por lo bajo.

No temas. Por ahora no pienso hacerte daño.-¿por ahora¿Cómo que "por ahora"?

�¿Quién eres!-exclamo asustada. El muchacho vuelve a reir.

Que jovencita curiosa.-murmura con una sonrisa cómplice en los labios.

¿Dónde estoy?-pregunto un poco mas calmada.

En el centro de la Tierra. El Inframundo. El Infierno. Como lo quieras llamar.-todavia con su sonrisa misteriosa me observa como si fuera un animal de laboratorio.

Debes estar bromeando. Yo estaba en un partido de quidditch y...

¿Sufriste un accidente¿Sabes cuanto estuviste dormida y delirando de fiebre?-¿yo¿Dormida¡Lo que siento es real!

No estoy dormida.

Si, lo estas. Desde hace dos semanas. No es la primera vez que vienes aqui. Solo que antes llegaste dormida en sueños. Hasta que tu hermano te despertó.

¡Ron¡Tengo que verlo!

No te preocupes, ya me encargué de que supiera que estabas bien.-una sonrisa maliciosa se dibuja en su blanco rostro.-Ya terminemos con el cuestionario. Empecemos.

Q-que empecemos...¿Con qué?-pregunto temiendo la repspuesta.

Ya lo verás. Sígueme.-diciendo esto con un movimiento de su mano hace aparecer una escalera en el agujero del suelo. Lo sigo por numerosos túneles de calor. Algunos suelen tener columnas de fuego. El hombre me entrega un pañuelo observando como las gotas de sudor corren por mi cara, evaporizándose al llegar al suelo. Es increíble el calor aquí abajo.

Hemos llegado.-murmura en un tono serio y lúgubre. Miro todo a mi alrededor. Ante mi se extiende un puente el cual llega a la puerta de roble del gran palacio de mármol blanco. Debajo de ese puente no hay nada. Es el vacío total. Solo oscuridad. No quiero imaginar lo que sucederia si yo cayera por el precipicio. El joven empieza a cruzarlo sin llamarme. Debe suponer que yo no voy a quedarme aqui sola. Aunque el me da mala espina. Me explora con esos ojos fríos y llenos de misterio. Llegamos al otro lado del puente. El portón se abre y los dos entramos con paso seguro. Es lujoso e impecable, no voy a detallar. El morocho se dirige a las escaleras mas cercanas. Cada paso se marca en el piso, como una herradura ardiendo en el lomo del ganado. Rápidamente se van borrando, dejando el reluciente piso tan perfecto como estaba. Me mira y delata una sonrisa maliciosa que ya habia visto en varias ocaciones. Sube los escalones lentamente, yo voy detrás. Ahora paseamos por un pasillo alumbrado unicamente por cuatro pequeñas burbujas con fuego que nos persiguen. Cuento seis puertas de cada lado hasta que doblo a la esquina derecha. Luego de dos puertas, mi acompañante abre la siguiente. Este me cede el paso y cierra la puerta tras el. Acabamos de acceder a una sala totalmente normal, con sus bibliotecas sillones y alfombra. El empapelado es muy bonito, de un color bordó, con extraños dibujos simétricos. El hombre cruza la habitación y se para delante de la pared. Apoya la mano sobre ella pronunciando unas palabras en otro idioma que desconozco. El papel que la cubría, se dobla hacia los costados dejando ver una nueva puerta un poco mas pequeña, de madera.

¿Alguna duda?-pregunta mirandome tan sarcástico como Draco Malfoy.

Si¿Me dirás quién eres?-insisto en saberlo.

¡Que niña tan curiosa!-murmura sonriente y dirige su mirada a la entrada principal de la sala.-Llegas tarde-de repente su cara se ensombrece. Yo giro sobre mis talones para ver quien abrió la puerta. Un gran hombre rojo esta parado en el umbral. Mide el doble que el joven que me acompaña, pero aun asi lo mira con terror y respeto. Sobre todo con terror. ¿Por qué semejante bestia le temeria a un hombre de 20 años? Su apariencia da a entender lo contrario. Esta criatura es roja como la sangre. Es realmente musculosa. Unos afilados cuernos adornan su calvo craneo y unos ojos negros y profundos reflejan el miedo hacia el morocho. Vuelvo a dirigir mi mirada a el otro habitante. Este ya esta abriendo la puerta en la pared. Al entrar todo esta oscuro. Con unas palmadas del muchacho unas antorchas se encienden y dejan ver la habitación. Más bien parece una de las mazmorras de Snape. El cuarto es únicamente de piedra. Se nota el frio que cala mis huesos. Miro hacia arriba. Unos grilletes cuelgan del techo. Dejando un lugar grande otro grillete se mueve al compas de un viento que no percibo. Giro mi cabeza para mirar el gélido pero a la vez cálido joven que me mira interesado.

Eres perfecta.-murmura. Por un momento me asusto pero luego me cuestiono...¿En qué esta pensando? Acto seguido me da un pequeño empujoncito para que me adentre en la mazmorra. Un resbaloso moho recubre el suelo. Me siento incómoda en ese lugar. La respuesta a la pregunta que antes le habia formulado llegó hasta mis oidos-Yo, Ginny, soy el verdadero señor oscuro. Ahora, mi dulce niña, duerme tranquila-lo miro desconcertada. ¿Que duerma? Lo último que alcanzo a ver es como el muchacho alsa su mano y caigo al húmedo suelo.

Me despierto, todo esta de cabeza. Esperen¡yo estoy de cabeza! Miro a mi alrededor. Estoy encadenada al techo de una habitacion fría, húmeda y que se parece a la mazmorra de Snape. No recuerdo nada. No se donde estoy. Pero, veo a un joven...Me parece familiar...

Has despertado-dice levantandose de una butaca. Lo observo. Estoy en el infierno. Acabo de recordar como ese mismo hombre me explicó la situacion. ¿Que hora ser�? No me siento bien en esta posicion.

¿Es necesario estar encadenada al techo?-le pregunto con un deje de amargura en mi voz.

Si, es mecesario.

¿Quién es usted?-pregunto con confianza.

Pensé que lo recordarías.-una serie de imagenes pasa por mi cabeza. ¡El señor oscuro¿Pero a que se referia cuando me dijo que era el verdadero?

¿Voldemort?-su cara se ensombrece.

No.-murmura cortante.-Soy el verdadero señor oscuro. Soy el amo del infierno. De las almas en pena. El dueño del peligro y la destruccion. ¿Me explico?

¡Usted es el mismísimo diablo!-exclamo con temor. Si tuviera las manos libres me hubiera tapado la boca con asombro.

Si, jovencita, y ademas soy tan viejo como el tiempo. Solo que no se nota. Ahora, vamos al grano. ¿Te interesa saber algo mas?-dejo de mirarlo y, como noto una luz miro para abajo. Una pequeña columna sostiene un envase de piedra. En el, una llama verde ilumina parte de la habitacion. Miro de vuelta al diablo.

Tengo dos preguntas. ¿Que es aquello?-me dirige una sonrisa maliciosa y luego mira el cuenco con fuego.

No te gustara saberlo, Ginebra. Hay cosas que nunca deben ser descubiertas.-lo ultimo lo susurra con un tono misterioso. Me empiezo a poner histérica, en vez de formular mi segunda pregunta le grito desesperadamente:

¡Déjeme salir de aqui en este instante!-el hombre rie por lo bajo y vuelve a mirarme.

No soy tan generoso. Descuida, estas en buenas manos...-luego de unos segundos con cara pensativa dice- Perdón, estas en malas manos.-una carcajada resuena en la habitacion. Sus ojos rojos brillan como si gozaran del momento.-Eres perfecta, Ginny, eres perfecta para este pequeño gran trabajo que te tengo...

Tengo derecho a saberlo.

Te lo digo, pero no te sirve de nada, cuando te des cuenta ya no lo recordaras...