Un fic de Ruronnin Kenshin (Samurai X)   Ruronnin Kenshin y sus caracteres  relacionadas pertenecen a  Nobuhiro Watsuki. STRANGERS IN THE NIGHT

By: Darkness

CAP. SEGUNDO: "El Débil Muere, El Fuerte Vive,."

El que escribe en el alma de un niño, escribe para siempre.

ABERL DUSFRESNE

Los ojos de Souhiro permanecían fijos con gran fascinación en el hombre que delante suyo terminaba de cambiarse las vendas. Ahora le parecía más impresionante que antes. Jamás había visto a un personaje como aquel; la figura alta y erguida de aspecto soberbio y dominador; la voz potente y nítida, capaz de hacer retumbar la tierra; la mirada agresiva y penetrante como la de las bestias; y aquélla fuerza que le había permitido el asesinato a sangre fría del policía... 

Un estremecimiento recorrió su cuerpo cuando recordó el momento, hacía escasas 2 horas. Después de eso el hombre le había dicho que le perdonaría la vida a cambio de vendajes, comida y un refugio, para, por lo menos, esa noche. Souhiro aceptó sin pensarlo dos veces. Lo condujo a "su" almacén y después se había infiltrado en la casa, robando todas las vendas que pudo encontrar, más tres onigiri[2] y algunas frutas. Se las entregó al hombre y se colocó junto a unos sacos, a distancia prudente, dónde aún permanecía.

- Bien.- Dijo el hombre al momento de apretar el último vendaje.- Ahora puedo moverme un poco mejor

- Disculpe Señor... .- Se atrevió a preguntar Souhiro.

          - No me llames señor.- Le contestó mientras tomaba uno de los onigiri.- yo sé  que nada más me ves como a una momia, pero tengo un nombre: Shishio Makoto.- Paró un momento para comer y agregó.- Llámame así.-

          - Shishio-san...

          - ¿Mm?.-

- Shishio-san usted mató a un policía, ¿Eso lo convierte en un ser malo?.- Preguntó tímidamente, con temor a incomodar, tenía malas experiencias en cuando a incomodar a la gente con palabras necias.

          Contrario a lo que pensó, el hombre no pareció molestarse:  "Un ser malo es el Gobierno Meiji, me usaron hasta cuando quisieron y después intentaron matarme incinerándome."

          - Entonces, ¿Usted es bueno?.-

          - ¿Bueno? Soy un ser extremadamente malo.- Concluyó y sus ojos ardieron con un fuego sobrenatural.

          Souhiro se asustó ante la mirada y retrocedió corriendo a  esconderse detrás de un barril.

          - No huyas, te dije que perdonaría tu vida.- El hombre le miró sin mucho interés mientras terminaba los restantes onigiri.  Después se acercó a unos costales de arroz y se recargó, subiendo los brazos hasta por detrás de su cabeza cerró los ojos.- Estaras seguro mientras no le comentes nada a nadie.-

           La melena oscura y los ojos celestes eran lo único que se asomaba de Souhiro mientras permanecía detrás del barril. "Él es malo" pensó, sin embargo su mente lo llevó al momento en que el policía había muerto de un tajo  "Pero es muy fuerte".  Sus ojos se abrieron con fascinación mientras continuaba pensando. Repitió mentalmente una y otra vez la escena hasta que se percató de algo: cuando Shishio-san mató al policía ¡Había otro cuerpo en el suelo! ¡Eran dos los muertos!...

          " ¡Oh! " Pensó " Si los dejo ahí no tardarán en descubrir a Shishio-san" Rápidamente se puso de pie y se dirigió a la entrada del almacén. –En un momento vuelvo.- Dijo y salió son esperar respuesta.

          Cuando llegó junto a los cadáveres se preguntó cómo iba a desaparecerlos. Creyó que lo más conveniente y justo para aquellos dos hombres era enterrarlos, pero ¿Dónde? Habría que buscar un lugar escondido... Su ciudad Kagoshima[3].  no le dejaba muchas opciones, así que lo mejor sería llevarles a la montaña más cercana... Aunque tendría que llevarlos uno por uno.

Suspiró y miró a los cuerpos: uno de ellos estaba boca abajo, con la chaqueta azul profundo empapada en sangre, el rostro tenía una expresión tranquila, lo que le hizo pensar al chico que había muerto sin darse cuenta; el otro, muy al contrario del primero, tenía el rostro distorsionado por el dolor, junto a una expresión de terror y sorpresa, era aquel a quién Shishio-san había cortado en dos.  

          Tomó al policía que estaba completo, colocándolo sobre su espalda y emprendió el camino. Su pequeño cuerpo estaba acostumbrado a soportar cargas tres veces más pesados que él, por lo que la subida fue sencilla.

          Para enterrar el cuerpo eligió un lugar oculto por la espesura de un pequeño bosque: estaba rodeado de arbustos de hoja verde y usualmente venenoso a la piel (producía un horrible comezón); además, grandes árboles se alzaban por todos lados, cubriendo con sus ramas el pequeño pedazo donde la tierra podría ser fácilmente removida. En definitiva, el sitio perfecto, ¡Desde cualquier ángulo era imposible verle!

          Depositó el cadáver en el suelo y miró furtivamente a los lados: todo estaba tranquilo. Entonces regresó sobre sus pasos, por el otro policía; pero antes pasaría a su casa por una sábana y un azadón. ¿para qué? Bueno, así sería más fácil transportar el cuerpo, ya que colocaría sus partes en la sábana y los envolvería, apretando con un nudo para evitar que se cayeran, así podía montarlo sobre su espalda como si fuera un saco.

          Y así lo hizo.

          Con ambas manos tomó el mango de madera del azadón y comenzó a escarbar la tierra. Cavar un agujero lo suficientemente grande como para meter a dos cuerpos era un trabajo laborioso. Aunque él lo hizo sin pensar realmente en ello, estaba demasiado ocupado recordando distintas épocas en su corta vida.

          Eran las tres de la mañana cuando terminó su trabajo. Cayó al suelo con la respiración un tanto agitada y los brazos temblorosos, se sentía cansado y débil, además tenía hambre. Se sonrió, tomó el azadón y la sábana y emprendió el regreso a casa. En el camino su vista iba fija en el suelo, para detectar sus huellas y borrarlas, así como los rastros de sangres, para evitar que la gente sospechara; por lo que, cuando llegó a la escena del crimen, tuvo que limpiar y desaparecer cualquier indicio de lo que ahí había sucedido. Cuando acabó, dejó el azadón en su lugar y se dedicó a lavar las  manchas de sangre que tenía la sábana.

          Había sido una noche bastante agitada.

          ¡Pero al fin podía ir a descansar un rato! Con paso perezosos se arrastró hasta "su" almacén, abrió la puerta, cerrándola tras de sí y se tumbó en el suelo, estaba demasiado agotado como para moverse. Lentamente sus ojos se fueron cerrando hasta que se vio sumido en un profundo sueño.

*-*-*

          - ¡¡SOUHIRO ANIMAL!!.-

El fuerte grito hizo que Souhiro despertara de un salto. Miró desconcertado a todos lados, tratando de ubicarse, hasta que su vista se encontró con el rostro enrojecido de ira de uno de sus "hermanos" (en realidad eran primos), el mayor: Arashi.

          - ¡¡¡YA HA PASADO UN BUEN RATO DESDE QUE AMANECIÓ!!! ¡¡¡MALDITO HARAGÁN YA DEBÍAS HABER COMENZADO TU TRABAJO!!! ¡¡¡¡LEVANTATE!!!!.-

          - ¿Eh?.- El niño aún no comprendía del todo lo que estaba pasando, cuando su "hermano" le tomó por el cabello, obligándole a ponerse de pie y le arrojó fuera del almacén. Cayó panza y tuvo que colocar sus brazos para proteger su rostro, lo que provocó un raspón en sus dos extremidades.

          - Recuerda que no comerás nada hasta que termines tu trabajo.- Le recordó Arashi, al momento de acercarse y patearlo.- ¡Anda, levántate ya!.-

          El cuerpo de Souhiro estaba demasiado adolorido por el trabajo de la noche pasada, además de la gran debilidad que sentía, por no haber dormido lo suficiente y por la falta de alimento, como para ponerse de pie.  Arashi continuó asentando golpes en el espalda y abdomen del niño, hasta que por fin, este se levantó (a duras penas), con una engañosa sonrisa en los labios. Sacudió sus ropas y se dirigió al norte de la casa (justo al lado contrario de donde se había cometido el crimen), donde bajó por unas escaleras de piedra. Al final había un gran terreno, donde se llevaba a cabo la siembra de arroz. Recorrió con la vista el lugar hasta que vio los benditos sacos responsables de sus calambres estomacales: ¡No era justo no comer nada hasta terminar el trabajo!... Agarró uno de los sacos, lo colocó sobre su espalda y comenzó a subir por la escalinata. Por lo menos, de todo aquello, le quedaba un consuelo; las palabras de Hashimosuke, que al terminar por fin obtendría la aprobación de su "padre", y eso era una de las razones por las cuales se estaba esforzando tanto... ¡Pobre e iluso niño!.

          Transcurridos muchos años Souhiro se preguntará el por qué no huyó de aquel lugar cuando tuvo la oportunidad. Y no encontrará la respuesta.

          La verdad es que Souhiro es un niño demasiado ingenuo e inocente, creía que al hacer todo lo que le decían (y hacerlo bien) se ganaría el cariño y respeto de su familia. ¡Realmente agradecía lo poco que tenía! Cierto, la pasaba muy mal a veces, pero a cambio de eso él no se daba cuenta de su situación. Él creía que así era la vida normal y rutinaria; que todos habían pasado por lo mismo... Además, jamás pasó por su mente la idea de escapar.

          Con gran esfuerzo llevó el primer saco del día a "su" almacén, donde se detuvo un momento y observó a todos lados, buscando algo, o más bien, a alguien.

          - Shishio-san.- Llamó, pero no obtuvo respuesta.  ¿A caso todo fue sólo un sueño? ¡No! ¡Había sido demasiado real para ser un sueño!.- Shishio-san, ¿está usted aquí?.- Insistió, y justo en ese momento sintió algo atrás suyo, se dio la vuelta y cachó lo que venía hacia él. Era una manzana. Alzó la vista y trató de ver en la oscuridad del almacén.- ¿Shishio-san?.- 

          Desde la oscuridad comenzó a formarse una figura, y pronto delante de Souhiro apareció el hombre del vendaje, con aquel aire de superioridad tan marcado en su persona. No era ni joven ni viejo, ni guapo ni feo, pero era distinto a los demás, como si fuera de otra sustancia.

          Aquel era con seguridad un personaje impresionante, a la vez temible y atrayente.

          - Anoche.- Comenzó a decir Shishio, con voz serena, pero no por ello carente de poder.- Tú te deshiciste de los cuerpos de los que asesiné, ¿cierto?.-

          El chico asintió.- Sí Shishio-san, yo los enterré, si no lo hubieran descubierto.-

          Hubo un momento de silencio, en el cual el hombre del vendaje miró con fijeza a Souhiro. El niño sostuvo tímidamente la mirada, pero su estómago se retorció produciendo un gruñido en protesta por la falta de alimento. Souhiro llevó una de sus manos atrás de su cabeza y rió con nerviosismo: "Lo siento".

          No hubo ningún cambio en la expresión del hombre, sin embargo dijo: "Estás débil, come la manzana o no sobrevivirás mucho tiempo en el mundo de los fuertes".

          Souhiro no comprendió las palabras pero obedeció con gusto, devorando la manzana. La fruta, obviamente, no fue suficiente para saciar su hambre, aunque sí suficiente para darle energías y continuar su trabajo. – Gracias.- Dijo inclinando respetuosamente la cabeza y salió del almacén, a continuar su obligación. 

          Durante toda la mañana eso fue lo único que hizo Souhiro: llevar sacos de arroz.  En una ocasión mientras continuaba escuchó a Hashimosuke hablar con Arashi, el primero preguntaba: "¿Has oído las noticias?".

          - ¿Lo del fugitivo?.-

          - Sí, vino un policía a hacerle preguntas a papá.-

          - Después de haber restreado la montaña no tienen pista de él.-

          Souhiro recordó que había enterrado a los policías y se preguntó cómo era posible que la gente fuera tan tonta para no darse cuanta de l tumba; pero al mismo tiempo agradeció esto, pues de lo contrario se hubiera metido en muchos problemas.

-¡Eh Souhiro!.- Lo llamó Arashi, y el chico dejó del saco que traía en la espalda.- Tú que has dormido aquí afuera, en los últimos tres días ¿no has visto o escuchado algo?.- Ante la negativa del niño, lo tomó por el cuello de la ropa y le dijo, en manera de amenaza.- Tan pronto como veas o escuches algo tienes que informárnoslo ¡NO te atrevas a ocultar algo, por mínimo que sea o te las verás conmigo!.-

          Terminado de hablar arrojó al niño al suelo y sacó una espada de mango de madera que colgaba de su cintura, y desenvainándola partió el dos el saco de arroz que Souhiro había depositado en el suelo, agregando, de forma prepotente: "La oportunidad perfecta para demostrar mi habilidad y matar a ese traidor".

El chico miró asombrado el saco destrozado: no sabía que su "hermano" supiera manejar la espada ¡Eso sí era algo nuevo!. Sin embargo su golpe no fue tan rápido ni tan fuerte como el de Shishio-san.

          - Oye Hermano.- Dijo Hashimosuke.- debes dejar tu mal hábito de blandir la espada sin consecuencia alguna.- Paró un momento y fumó de la larga pipa que traía en una de sus manos; luego observó al niño, sonriendo alzó la voz, como si esperara que toda la casa le escuchase.- ¡Oh no! Souhiro ha destrozado otro saco de arroz ¡Que estúpido!.-

          - ¿Eh?.-

En ese momento apareció de dentro de la casa el "padre", el cual, como siempre, estaba borracho. Al ver al niño y al saco royo hizo un gesto de fastidio y furia: "¡Eres tú Souhiro otra vez! ¿Tienes idea del costo de este arroz? ¿He? ¿Lo sabes? ¡No te soporto más! ¡No te soporto más!". 

          Los ojos del chico se ensancharon, pues sabía bien lo que vendría después...

*-*-*

          Las llagas, los raspones y los moretones eran muy comunes en el cuerpo de Souhiro.  Estaba acostumbrado a los golpes. Su "familia" cada rato le maltrataba de aquella manera, y casi siempre por cosas que él no había hecho... o por simple  diversión, ¡Era el saco de entrenamiento predilecto de sus "hermanos".

          - Mmm... Entiendo.- Murmuró Shishio, y agregó en tono irónico, casi una burla.- Parece que ellos sí son muy malos.-

          Souhiro tenía el rostro hundido entre sus brazos, se encontraba sentado frente a Shishio-san. No sabía por qué, pero había ido corriendo a él cuando su "padre" terminó de golpearlo, y le había contado todo.

          - A pesar de haber sido golpeado tan brutalmente sigues sonriendo.- Observó el hombre del vendaje.

          - ¿Eh? ¿Qué?.- El niño tardó un poco en asimilar las palabras, ¿estaba sonriendo? ¡Que extraño! ¡Ni tan siquiera se había dado cuanta de ello! .- Oh sí, creo que es algo extraño. Pero al principio no era así. Yo solía enfadarme y lloraba todo el tiempo cuando alguien me molestaba... pero cuanto más me enfadaba o lloraba tanto más las personas gozaban perversamente con mi dolor... noté que si aguantaba el dolor y les sonría terminaba por cansarse y me dejaban en paz... y no importaba cuán doloroso o molesto fuera mientras conserve mi sonrisa siempre se darán por vencidos... .-

          El hombre del vendaje escuchó con verdadero interés todo lo que el chiquillo había dicho. Aquello confirmaba sus sospechas, pues desde el momento que lo vio por primera vez había percibido un potencial en él. Una cualidad indefinida que lo hacía diferente a los demás. Y él sabía como explotar esa cualidad... Bien podría haber sacado al niño de esa casa en la madrugada, justo cuando regresaba de enterrar los cadáveres, y estaba seguro que no se hubiera negado, parecía sentir cierta fascinación por él. Además le hubiera hecho un gran favor al liberarlo de ese lugar... pero antes, tenía que probar si el niño tenía instinto de sobrevivencia: matar antes de ser asesinado.

          - No tengo opción.- Continuó Souhiro.- Aunque sean mis hermanos y hermana no soy hijo verdadero de esta familia, por eso soy malo.-

          - Eso no es verdad.- Le dijo Shishio, y los ojos de Souhiro se abrieron de par en par.- Eso no tiene que ver con el lugar y el momento en que tú hayas venido a este mundo. Eres malo, por que eres débil. En este mundo la regla es el más apto sobrevive. Si eres débil tu premio es la muerte, si eres fuerte vives.- Y observó con gran satisfacción el efecto que sus palabras producieron en el niño. 

          Souhiro abrió aún más los ojos mientras las palabras hacían eso en su cabeza. En tono y la seguridad con que fueron pronunciados, más los momentos por los que estaba pasando, hicieron que aquella última frase quedara grabada con fuego en su alma y en lo más profundo de su subconsciente: "Si eres fuerte vives... y si eres débil mueres".

          Una ideas, que sin darse cuanta él convertiría en ideal. Una idea que le daría y ayudaría mucho, pero que también sería la causante de muchos sufrimientos y dolores de cabeza.

          El hombre del vendaje tomó una de las dos espadas que traía consigo, una Kodashi (al ser más corta que la otra).  Se la tendía al niño, diciendo: "Por tu ayuda y mi estadía te daré esto como pago".

          Souhiro sostuvo la espada con ambas manos, era pesada. Pero ¿por qué se la daba? ¿Qué haría él con una espada?...

          Durante todo el día siguiente continuó con su trabajo. Había ocultado la espada sobre el agujero (aquel donde tenía sus "tesoros") que estaba debajo del almacén; y no había dejado de pensar en ello en el día.  Y por fin había llegado a una conclusión:

          - Después de todo en este mundo sobrevive el mejor, el fuerte está destinado a acabar con el débil, porque el débil no merece vivir...  .-

          Al caer la noche, dentro de la casa, la anciana mujer se acercó a dónde estaban descansando los demás, abrió la puerta y les miró unos segundos:  Arashi limpiaba su espada, parecía tener impaciencia por usarla ya; Hashimosuke bebía junto a su padre y la mujer más joven les atendía.

          - ¿Saben donde están los vendajes?.- Preguntó la vieja, frunciendo el ceño, los había estado buscando desde hacía varias horas y no logró encontrarlos.

          - No lo sé, ¿no es eso muy extraño?.- Contestó Arashi, mientras dedicaba especial atención a la punta de su espada, realmente deseaba utilizarla, deseaba experimentar el matar a una persona, por eso espera atentamente cualquier noticia sobre el asesino fugitivo, para probar su habilidad... un momento ¿Que no aquel asesino... ?

          - Es extraño, me pregunto dónde estarán.- De pronto recordó que también había estado desapareciendo el arroz.- Apuesto a que Souhiro es el culpable por la pérdida de arroz, es un ladrón me sorprende que pueda comer tanto... pero ¿Para qué los vendajes? ¿Estará haciendo algo con ellos?.-

          - Como todos lo golpeamos es posible que los necesite.- Respondió Hashimosuke, sonriendo.

          - Pero la cantidad de vendajes es asombrosa no creo que los necesite todos.-

          - Oye papá.- Preguntó Arashi.- ¿Aquel fugitivo tan famoso no sufrió gravísimas quemaduras por todo el cuerpo?.-

- Ah, ya veo...  maldito Souhiro.-

          La noche seguía avanzando, al igual que las nubes negras de tormenta. El viento comenzó a soplar con más fuerza; era un aire húmedo, helado, cortante, que movía las hojas de los árboles, produciendo un silbido, como si se estuviese lamentando.   

Del otro lado de la casa, en el almacén del oeste, Souhiro se encontraba sentado en la parte de enfrente. El fuerte frío calaba sus huesos y él trataba de disminuirlo al tallar sus pies desnudos, acercaba sus manos al rostro y lanzaba su aliento caliente a ellas, pero aún así el frío no cedía.    Observó sus manos, heridas y gastadas por el trabajo, y pensó en la espada que había recibido.

          - Apuesto que recibir una herida con esa espada debe ser muy doloroso. Si a mi me duele tanto que me golpeen ¿cómo será que..? ¡ah!... Voy a devolverle su espada, no soy tan fuerte como Shishio-san... .- Se puso de pies y observó el cielo.- Además estoy bien, así sea débil.- 

          Sonrió. Realmente así lo pensaba. Comenzó a caminar, pero justo en ese momento llegó hasta él un grito: "Souhiro, ¿Dónde estás Souhiro?".

          - ¿Ahora qué sucede? ¡Oh! Ya es muy tarde.- Se preguntó el chico y se adelantó corriendo al lugar de donde provenía el llamado. Grande fue su sorpresa  al encontrar a su "familia"  armada de palos y piedras.

          - Nos has engañado vilmente.- Ladró Arashi, como un perro rabioso.- ¡Mal hijo, mal nacido!.- Asentó un fuerte golpe con el mango de su katana, en la mejilla del niño, mandándole a volar.

          - ¿Cómo te atreves a hacer esa barbaridad? ¡Traicionar al gobierno!.-

          - No aprecias nada de lo que hemos hecho por ti.- Rugió la anciana.

          Souhiro abrió enormemente los ojos, ¿Qué él no apreciaba nada de lo que habían hecho? ¡Pero si él todo el tiempo lo estaba agradeciendo! ¡No entendía qué estaba pasando! ¿Ahora qué había hecho mal? ¿QUÉ HIZO MAL? ¡Que alguien se lo explicara!. Aunque resibía los golpes de siempre, esta vez pudo notar algo distinto, algo que no le agradó.

          - Ya me harté de ti, te voy a matar.- Mientras hablaba Arashi desenvainó su espada.

          ¿Por qué? ¿Por qué sacaba su espada? ¿Pensaba golpearlo con ella? Pero eso dolería, dolería mucho. En verdad, ¿pensaba matarle?

          - No creo que sea buena idea matar al chico.- Murmuró la  mujer más joven.

          ¡Gracias!. Sus ojos se iluminaron. Piedad. Alguien sentía piedad por él. ¡Alguien sentía lago por él! ¡Algo que no era odio, ni lástima, ni repugnancia! ¡Bendita piedad!

          - No te preocupes.- Dijo Hashimosuke.- Tenemos la coartada perfecta, nadie sospechará por este chico muerto: hay un peligroso criminal por estos alrededores. Después llamaremos a la policía.-

          - ¡Ah! Entiendo.- Contestó ella, complacida.- Y es posible que nos den una recompensa por dar esa valiosísima información sobre el criminal.-

          Entonces Souhiro se dio cuenta.

- Hermano mayor le cortarás la cabeza.-

Él era culpable de un crimen sin nombre: el haber nacido. Ese había sido siempre su único pecado...

          - Sí, por supuesto que lo haré... .-

Su cuerpo comenzó a temblar con temor y desilusión: había vivido engañado, su "familia" jamás le llegaría a querer, jamás se ganaría su respeto, ni su aprobación...  Y ahora... ahora se habían hartado de él...

          -¡AUXILIO! ¡POR FAVOR QUE ALGUIEN ME AYUDE!.-

          Salió corriendo con desesperación.

No quería morir.

Realmente No lo deseaba.

Tenía miedo.

Estaba confundido.

          ¡Necesitaba ayuda! ¡Ayuda! ¡Alguien! ¡Quien sea!.

          ¡SHISHIO-SAN!

          Corrió a la única persona que le quedaba. Casi no la conocía, pero no pudo pensar en otro lugar o en otra gente para refugiarse. Chocó con la puerta de "su" almacén: estaba cerrada. No pudo abrirla, estaba demasiado asustado como para pensar bien, sólo deseaba esconderse. Se metió debajo del almacén, avanzando hasta donde había dejado la Kodashi. La sostuvo en sus brazos, apretándola contra su pecho y lo llamó, era su única esperanza, no podía fallarle, ¡No debía fallarle!.

- Shishio-san... por favor... ayúdeme... por favor... .-

          - Aquí estás, ya te encontré.-

          Su súplica se transformó en un grito ahogado cuando escuchó la voz de Hashimosuke y lo vio delante suyo. Retrocedió extendiendo la Kodashi, tomándola por la funda. Su corazón martillaba con fuerza en su cerebro, mientras su respiración se volvía entrecortada; cada vez más desesperada.

          - ¡Oh! ¿Por qué tienes esa espada tan bonita? Se ve muy costosa ¿La encontraste en el almacén?... Déjame verla.-

          Hashimosuke tomó el mango de la Kodashi y la jaló. Souhiro se vio hipnotizado por el brillo del filo que era descubierto. Sus ojos se abrieron de par en par mientras volvía a escuchar las palabras de Shishio-san: "Este es el mundo donde sobrevive el mejor; si eres fuerte vives y si eres débil mueres".

          "Este es el mundo donde sobrevive el mejor."

          El chico frunció el ceño y jaló la funda de la espada, golpeando con ella después la mano de su "hermano",  haciéndole soltar la espada.

"Si eres fuerte vives."

Tomó la Kodashi entre sus manos y la sostuvo con fuerza y determinación.

"Si eres débil mueres."

          Y lanzó un golpe fatal al cuello de su "hermano".

          Un fuerte alarido se dejó escuchar por toda la casa, acompañado del caer de un relámpago.

          - ¿Ya se murió?.- Preguntó Arashi, quien estaba con los demás fuera del almacén del oeste, esperando con impaciencia a que Hashimosuke trajera el cadáver del chico.

          - Que voz tan plebeya.- Se quejó la joven mujer.

          - Eso demuestra su crianza.- Dijo la anciana.

          En eso un bulto salió de debajo del almacén. Y ellos lo miraron horrorizados, mientras escuchaban el aterrador sonido de otro relámpago al estrellarse contra un árbol; era la cabeza de Hashimosuke.

          - Después de todo este es el mundo donde sobrevive el mejor; si eres fuerte vives y si eres débil mueres.- Las palabras de Souhiro les hizo regresar la mirada.  El chico había salido y estaba parado frente a ellos.

          - ¡Maldito! Te mataré.- Gritaron al mismo tiempo los dos hombres que quedaban, lanzándose contra él.

          En el rostro del chico había la misma expresión de demencia que había tenido cuando se encontró con Shishio-san. 

La misma.

          Apretó la kodashi en sus manos y lanzó un grito sordo; un grito que anunciaba una masacre.

Y comenzó a llover.

          Dentro del almacén, Shishio permanecía sentado. Comiendo la última fruta que el niño le había traído. Desde donde estaba podía escuchar el silbido de la espada al romper el viento. También escuchaba los gritos de terror de las mujeres. Y el chocar del metal. Posiblemente el chico era un Tenken, pero eso lo averiguaría más tarde. Después de un momento todo quedó en silencio. Se pudo de pie y caminó hacia la entrada y abrió la puerta. Se recargó en el marco y vio al niño a través de la cortina de lluvia, rodeado de los cadáveres de su "familia"; manchada la ropa de sangre;  el cabello húmedo caía sobre su frente, ocultando su mirada; sus labios estaban curveados en una ligera sonrisa; las gotas de agua surcaban sus mejillas, mezclándose con el barro y las lágrimas.    

          Frunció el ceño: "¿Acaso estás llorando?"

           Souhiro alzó la cabeza para mirar las nubes. Sí, estaba llorando. Y no era el único que lloraba. Aquella lluvia era el amargo llanto del cielo: Un amargo llanto por un niño que perdía algo más que su inocencia.

          - ¿Mm? ¿Lloras?.-

          - No.- Mintió agitando la cabeza y mostrando una radiante sonrisa.

          Shishio sonrió. El chico había congelado sus emociones bajo esa engañosa sonrisa. "Bien, muy bien".

          - ¿Quieres venir conmigo?.-

          - Sí.- Dijo Souhiro sin titubear. Ya no tenía nada que hacer en ese lugar. 

          - ¿De verdad?.-

          - Sí, Shishio-san.-

          El hombre del vendaje caminó fuera del almacén y el chico lo siguió.

          - ¿Cree que pueda ser fuerte?.- Le preguntó.

          - Bueno, creo que puedes ser el más fuerte... Después de mí, claro está.-

          Y ambos se fueron caminando bajo la lluvia, amparados por la oscuridad, abandonaron aquel lugar de muerte.

CONTINUARÁ....

CAP. SIGUIENTE: "Ataque en la Oscuridad"

[2].-  Bolas de Arroz, típica comida Japonesa.

[3].- Kagoshima es una ciudad y puerto en Kyushu, isla de Japón (la más meridional de las cuatro islas japonesas más grandes).