By: Darkness
CAP. CUARTO: "Primer Trabajo."
Para cada gesto suyo encontró
en el niño una resonancia inesperada.
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ"No todos los niños son buenos"
Inesperado y rápidamente como una flecha asaltó a su cabeza y se abrió paso entre sus pensamientos. No supo por que pensó aquello. Tal vez fuera por el hecho de estar viendo a su pequeño discípulo, que poco a poco se había acostumbrado a su paso... o talvez, que ya habían pasado quince largos años...
Frunció el ceño. No era muy propenso a recordar el pasado (sobretodo su pasado). Pero era una cadena, y un pensamiento llevaba a otro... de la misma forma en que asentado el primer golpe el segundo es inevitable. Sobretodo si daba con un arma, como una buena espada. Pero en aquel entonces no fue una espada sino un cuchillo viejo y común, de aquellos que su madre utilizaba en un la cocina. Su madre. Aquel cadáver. Sí, ella había estado muerta, muerta metal y espiritualmente. ¡Ah! ¿Cuántos golpes habían terminado por cegarle la vida? No lo recordaba, entre 30 o 40, y sinceramente poco importancia tenía... ¡Uhmp! ¡Que incoherentes eran sus pensamientos cuando evocaba el pasado!
Souhiro, totalmente ajeno al ensimismamiento de su mentor, caminaba absorto en reflexiones propias. Habían pasado cinco días desde aquel reconfortable baño y su cambio de ropas, además, en ese corto tiempo, habían recorrido varios pueblos; se detenían (de vez en cuando) en alguna casa cercana, Sou esperaba afuera mientras Shishio-san entraba a "hablar con algunas personas" según decía. Él, como buen discípulo, se sentaba en el lugar que se le indicaba y ahí esperaba paciente e inmóvil hasta que el hombre del vendaje regresaba y continuaban la marcha nocturna. Al principio no le agradó la idea, pues tenía el temor de que Shishio-san no regresara y le dejara abandonado (como tantas veces habían hecho sus "hermanos"), pero aquel temor pronto se disipó ¡Siempre Volvía! Y una vez (en recompensa por sus fieles esperas) ¡Shishio-san le había enseñado a montar a caballo!
En eso Souhiro vio claramente unas luces. ¿Serían luciérnagas o candelabros? Rápidamente apartó un arbusto y contempló, no sin cierta fascinación, un pueblo sumido en el profundo sueño de medianoche. Las luces provenían de candelabros de papel colgados en las entradas de las casas, que las iluminaban con fuerza, como si velaron su ensueño.
- ¡Mire Shishio-san! ¡Un pueblo! ¿Dónde estamos?.-
- .... En Hiroshima.-
- ¡Ah! ¿Y vamos a bajar?.-
- No.- Contestó el hombre, mientras comenzaba a retirarse.- Iremos a otro lugar.-
- Está bien.- Dijo Souhiro siguiéndolo.- Espero que haya un caballo. ¡Me gustan mucho los caballos!.-
Shishio no contestó ni miró al niño. Le asombraba un poco el que Souhiro aceptara todo de tan buena gana, y sin preguntar siquiera. Hasta el momento tenían 19 días de viaje y no se había preocupado por saber a dónde iban. Cuando se detenían en alguna casa (dónde él arreglaba ciertos asuntos o enviaba telegramas) y dejada al chico afuera, cuando regresaba seguían en el mismo lugar y casi podía jurarlo la misma posición; en el momento en que se acercaba a llamarlo podía ver como sus ojos celestes adquirían un brillo especial. En las raras ocasiones en las que le paseaban por algún pueblo en el que había gente por las calles siempre de noche, el niño se le pegaba peor que un perro... ¡En cuantas ocasiones no había estado apunto de decirle "Sigues aquí, moviendo la cola"! .... Todo aquello le había hecho llegar a la conclusión de que podía confiar en la lealtad del cachorro...
"¡Maldito Cachorro suelta ese cuchillo!"
Se detuvo. El grito había llegado de pronto, tan claro y nítido como la primera vez que lo escuchara, a sus seis años. Agitó la cabeza y encerró el recuerdo otra vez en su mente, junto con todo lo que se asociara a él, incluido el "No todos los niños son buenos" o la imagen de su madre destrozada y sangrante. No tenía tiempo para estupideces.
Hasta el momento el viaje andaban bien, andaron desde Kagoshima hasta Kitakyushu, atravesando de punta a punta la Isla de Kyüshü. Después cruzaron hasta Hiroshima. Pronto (y si nada se interponía) llegarían a Kyoto (pasando por Kobe), donde le esperaría el recién construido Hieizan Rokutsurane no Torii no Hokora[6]... pero de eso se ocuparía a su debido turno.
- ¿Sucede algo Shishio-san?.-
- No, sigamos.-
*-*-*-*
Ligeramente encorvado y trémulo, apoyando su peso en un bastón, el viejo observó, primero al hombre, y después al niño, para volver a dirigir su mirada al hombre, con una protesta silenciosa. No solamente se había atrasado a su reunión y desperdiciado un día (¡24 horas que pudieron utilizarse!), sino que ahora, llegaba con un extraño crío sonriente. Si aquel hubiera sido otro hombre no hubiera dudado en mandarlo fusilar. Con todo y niño. Pero tenía que atenerse a las circunstancias, así que abrió la puerta y los dejó pasar.
-Lo esperábamos Shishio-sama.- Dijo, mientras los conducía a través de la habitación en penumbras.
- Lo sé. Tuve algunos contratiempos con la policía.-
- Comprendo.-
Penetraron en otra habitación, iluminada por la tímida luz de una vela abandonada en una esquina. Dos siluetas se marcaban en la oscuridad. Eran dos hombres, que vestían un traje azul marino y una katana colgaba de sus cinturones: policías, sin duda. Uno de ellos estaba de pie junto a la ventana, parecía impaciente y nervioso; el otro, permanecía sentado junto a una mesa, también estaba inquieto, pero no lo demostraba tanto como su compañero.
Souhiro se apartó de su mentor y se sentó en una esquina, feliz, porque ahora si estaría presente cuando Shishio-san "hablara con algunas personas".
- ¿Por qué se retrazó?.- Preguntó impulsivamente el oficial que se encontraba de pie.- Sabe perfectamente que se están haciendo redadas por todo el país ¡Corremos el riesgo que nos atrapen!.-
- Silencio.- Ordenó el vejo.- Lo único que importa es que Shishio-sama ya está aquí.-
- Como sea.- Dijo el hombre del vendaje a la hora de agarrar una silla y sentarse.- A lo que venimos.-
El oficial se acercó a él de mala gana y extrajo del sobre que traía en manos un papel, diciendo: "Estos son los nombres y datos de los desertores del gobierno, así como los informantes y sus reuniones"
- Perfecto.- Shishio tomó el papel, lo observó.- Acabaremos al Gobierno Meiji con su misma gente, bastante irónico... -
- ¡Basta! Esto no es un juego. Estoy poniendo el peligro mi pellejo. ¿Cuándo va a iniciar la revolución?.-
El hombre del vendaje observó fijamente al oficial, pero la expresión de su rostro no cambió, y entonces dijo, con voz fuerte y segura: "Una situación revolucionaria depende de dos factores o elementos esenciales. Primero, tiene que darse una situación objetiva favorable, es decir, que lo que ocurre en la sociedad y el mundo, y los acontecimientos mundiales, influyan en la sociedad de tal forma que maduren las condiciones necesarias para que se cuestione el derecho y la capacidad de la clase dominante de seguir gobernando, y susciten una resistencia masiva, oposición, revuelo, trastornos y volatilidad por toda la sociedad que, como acabo de mencionar, pongan en tela de juicio el rumbo de la sociedad. Esa situación tiene que darse y puede darse por varias razones. Pero al unir elementos de la situación objetiva y los conflictos, erupciones, rebeliones y protestas que suscitarán con el trabajo de las fuerzas revolucionarias, puede darse un cambio trascendental que ponga en tela de juicio el rumbo de la sociedad y plantee la resolución de los agudos conflictos y contradicciones. Así puede surgir una lucha revolucionaria que logre arrebatar el poder. Para eso, un elemento clave, o ciertamente uno de los elementos clave, es el surgimiento de lo que llamamos un pueblo revolucionario, o sea millones de masas inclinadas hacia la revolución que se levanten y luchen decididamente contra la estructura de poder, y que estén dispuestas y decididas a luchar por un cambio radical a costa de grandes sacrificios." Paró un momento y después continuó, poniendo énfasis en las palabras "... Sin embargo yo no quiero una revolución. No me conviene. No, no, lo que se necesita en estos momentos es alguien que pase por encima del actual (e inestable) gobierno y tome el poder por la fuerza. Yo lo haré, necesitaré tiempo, pero lo haré."
- Por cierto Shishio-sama.- Dijo el anciano de pronto.- los planos que encargó ya están en Kobe. Sólo hay que ir a recogerlos.-
- No hay problema Saizuchi, iré enseguida.-
- Me temo que eso no será posible.- Habló por primera vez el oficial que se encontraba sentado.
- ¿ Y por qué no?.-Protestó el anciano.
- Por que lo necesitamos aquí para aclarar ciertos puntos de los nombres de la lista.-
- Comprendo.- Dijo Shishio, que había apoyado su mejilla contra su puño y hacía un movimiento con su mano libre, fastidiado.- Entonces mandaré a alguien por los planos, tan sencillo como eso.-
- ¡Tendrá que ser alguien de confianza!.- Dijo el otro oficial, energético.- ¡Si esos planos caen en manos del gobierno, estamos perdidos!.-
- Souhiro irá.-
El chico dio un pequeño salto, sorprendido. Y al instante, sonrió.
- ¿Souhiro? ¿Quién es..?.-
- Él.- Y señaló al chico que permanecía sentado en su rincón.
- ¡De ninguna manera!¡Es sólo un mocoso!-
- Esas son mis órdenes, cúmplelas o atente a las consecuencias.- Dijo Shishio poniendo fin a la disputa.
Nadie se atrevió a decir nada, mucho manos a contradecirle.
¿Qué era lo que les infundía tanto respeto de él? Tal vez, el control absoluto de sí mismo y el carácter reacio verdaderamente infernal que era el resorte poderoso y escondido de su naturaleza profunda... o quizá el miedo que producía su poder personal. El punto es que, los dos hombres bajaron la cabeza sumisos incapaces de protestar.
Saizuchi miró a los oficiales y después al hombre del vendaje. Era por ello que estaba sirviéndole, por la forma en que controlaba a la gente, y porque tal vez, tal vez tuviera el poder necesario para lograr la revolución y tomar el control del Japón. Aunque ciertamente poco importaba si lo lograba o no, mientras los oficiales y soldados aliados lo trataran a él, Saizuchi, con cierto respeto y permaneciera en una posición alto y confortable, el mundo bien podría acabarse.
- Roujin[7] Saizuchi.- Llamó Shishio.- ¿Tienen aquí espadas?.-
- Oh! Sí, Señor.- Se acercó a un cofre que estaba en una de las esquinas de la habitación y extrajo un objeto, alargado y envuelto en una manta.- La famosa Nagasone Kotetsu, como usted la pidió.-
- Bien.- Dijo y arrojó la espada que traía en la cintura.- Esta ya había perdido el filo... pero necesito una espada mejor. Me hace falta. Por el momento, la Nagasone Kotetsu es un buen reemplazo. Por cierto Saizuchi, telegrafía a Masukatsu y dile que "Tenken no Souhiro" irá por el paquete.-
- ¿Tenken no Souhiro?.-
- Así es. Souhiro.-
- Ah! Diga Shishio-san.-
- ¿Cómo anda el filo de tu kodashi?.-
- Oh, muy bien^^.-
- ¿Necesitas otra?.-
- No lo creo, Gracias de todos modos^^.-
*-*-*-*
Souhiro recibió las instrucciones adecuadas de su pequeño viaje y partió en seguida. Montando a caballo, con comida para cuatro días. No sabía dónde estaba Kobe, pero Shishio-san siempre estaba preparado para todo; Le dio un caballo adiestrado, que conocía el camino, de ida y de vuelta. También le dio un nombre nuevo, "Tenken no Souhiro", se lo había aprendido rápidamente. Recordó que en una ocasión le había dicho a su mentor que si no le gustaba su nombre podía cambiárselo, por eso no se sorprendió cuando lo llamó así.
Así, pasaron dos días y al fin el niño pudo ver la ciudad de Kobe. Amarró al caballo en un árbol y bajó a la ciudad. Llegó de día, y las calles estaban llenas de gente. La verdad, era un día agradable y caluroso de otoño. El sol brillaba sobre su cabeza, no con la misma intensidad que el verano, pero si con suficiente fuerza para broncearle.
Se detuvo frente a un casita pequeña, de aspecto frágil, al lado izquierdo del mercado, justo como le lo dijieron. Se acercó y tocó la puerta. Una voz le contestó: "¿Quién es?"
- Tenken no Souhiro.-
Escuchó como el seguro era retirado y la puerta se abrió, dejando ver a un joven de cabello castaño y rostro endurecido. "Pasa"
-Arigatou. Vengo por el paquete para Shishio-san.-
-Si, si, lo sabemos en un momento lo traigo.- Dijo y desapareció por una puerta.
En el interior de aquella casa (no, nopodía llegar a casa, estaba muy pequeña, aún más de cómo se veía por fuera) habían dos hombres más, sentados en suelo. Uno de ellos sostenía una espada enfundada, y discutía con el otro.
- ¡Baka! Te digo que esta espada es más valiosa de lo que piensas.-
- Entonces podríamos venderla a precio caro, ¿no lo crees Masukatsu?
- Un coleccionista pagaría un buen precio... ¿Qué tanto nos ves niño? ¿Acaso conoces de espadas?.- desenfundó la espada y la acercó al rostro del chico.- Esta en particular es muy famosa.-
- ¿Cómo la Nagasone Kotetsu?.-
- ¡Oh! Veo que sí conoces. Te diré algo, esta espada fue hecha por el famoso artesano Shaku Arai, se llama Mugenji. Se la robamos a un mercader, después de cortarlo en pedacitos, claro está.-
La puerta se abrió y apareció el joven de cabello castaño, con un paquete grande bajo los brazos. Le lo extendió a Souhiro, diciendo: "Aquí está lo que buscabas". El chico aceptó con una sonrisa y se volteó a Masukatsu.
- Entonces ¿Es una espada muy buena?.-
- ¡Por supuesto que sí! De lo contrario el mercader no hubiera puesto tanta resistencia.-
- ¿Me permite verla?.-
De mala gana el hombre se la dio.
Souhiro la observó atentamente, se veía resistente, además, Shishio-san necesitaba una espada (le había oído decírselo al anciano). Se la llevaría. Pero... ¿aquellos hombres estarían dispuestos a dársela? No lo creía... un momento ¿Y eso qué importaba?... recordó el incidente con el caballo (cuando le habían enseñado a montar), los dos corceles no eran suyos, Shishio-san había dicho que eran resistentes, justo lo que necesitaban, y entonces, sin pedírselo al dueño, se los habían llevado... "¿Qué esto no es robar?" le preguntó, y el hombre del vendaje respondió con naturalidad: "Si lo necesitas y puedes utilizarlo, es tuyo. Si los dejábamos con ese hombre sólo se harían viejos y débiles, un verdadero desperdicio de caballo. Así, les hemos hecho un favor".
- Ya dame la espada niño, y vete por donde viniste.-
- No.-
- ¿Qué?.-
- No les voy a dar la espada, ustedes no saben utilizarla como es correcto y sólo la desperdiciarían. Yo conozco a una persona que sí sabría aprovecharla.- Sonrió y antes de que alguien pudiera reclamar nada, salió corriendo como galgo, derrumbando la puerta y perdiéndose entre la gente. Los tres hombre no se quedaron sentados y fueron detrás de él.
Souhiro era demasiado rápido para ellos, y para cualquier perseguidor. Lo sabía bien, en varias ocasiones lo había comprobado (sobretodo con sus hermanos o con los niños que tanto solían molestarle). Sus piernas fuertes y ágiles le daban la ventaja y en poco tiempo los perdió, pero en un momento de descuido tropezó y chocó con una persona.
- ¡Niño fíjate por dónde caminas!.- Escuchó recriminarle una voz femenina.
- Lo siento mucho señorita.- Murmuró, tomó el paquete y la espada y emprendió su carrera de nuevo.
CONTINUARÁ....
CAP. SIGUIENTE: " Máscaras de actor."
[6].- Hieizan Rokutsurane no Torii no Hokora: Según esto así se llama la fortaleza de Shishio en el monte Hiei.
[7].- Roujin: Anciano.
N/A:
Dedicado a Sakura-Corazon, Yuriko Makimashi, Kari Ishikawa y Arcanine,, por sus Reviews y por la espera que les hice pasar XD.
