Un fic de Ruronnin Kenshin (Samurai X)   Ruronnin Kenshin y sus caracteres  relacionadas pertenecen a  Nobuhiro Watsuki. STRANGERS IN THE NIGHT

By: Darkness

CAP. QUINTO: "Máscaras de actor."

¿Qué es el fondo actuar sino mentir?

¿Y qué es actuar bien, sino mentir convenciendo?

SIR LAURENCE OLIVIER

La chica, de unos 15 años,  servía el té en una pequeña taza, pendiente siempre de cualquier gesto que la joven mujer delante de ella pudiera hacer. Un ligero fruncimiento de cejas de ésta, bastaba para que un poco del té se le derramara o su pulso temblara y cualquier señal de aprobación le hacía resplandecer de gusto.

-Tranquila Neko, lo estás haciendo bien.-

- Gracias Yumi-nesan.-

La muchacha suspiró aliviada.  Se había estado preparando para aquello desde que tenía diez años, cuando decidió escapar y unirse al okiya[8] de "Mamá Chiisa" y comenzara su entrenamiento para convertirse en Geisha.  Ser Geisha era ser "una mujer del arte", ya que debía aprender las artes tradicionales, como cantar, bailar, y tocar instrumentos; debía, además, ser una persona culta, conocedora de varios e importantes temas para proporcionar una agradable conversación. Una buena geisha sabía hablar, al menos, tres idiomas. Su deber principal consistía en entretener y complacer espiritualmente a sus clientes... algo totalmente diferente a la idea que tenían los extranjeros (sobretodo occidentales)... Recordó una vez en que había llegado un señor europeo, y la forma despectiva con la que les había hablado: "Os concedo que sois casi lindas, a fuerza de gracia, de manos delicadas, de pies en miniatura; pero sois feas, en suma, y además, ridículamente chiquitas, con aspecto de muñequito de estante" [9]  ¡Qué rabia le había dado ese comentario! ¡Y encima, con todo el descaro del mundo, les había encasillado de prostitutas! ¡Grrrr! Sin embargo ¡Y esto jamás lo olvidaría! Cuando Yumi-nesan se presentó en la habitación y puso fin a la conmoción, el extranjero se había quedado mudo, tanto por su apariencia (una hermosura tan perturbadora que parecía mentira), como por su contestación, suave, cortés, con un refinado veneno: " Si así es como piensa señor, le suplico abandone esta, nuestra casa, y regrese a su país, donde seguramente encontrará lo que busca, en cualquier esquina". El extranjero frunció el entrecejo y estuvo a punto a contesta, pero vio en los ojos de la mujer,  una ira incontenible, y supo, que con sólo eras palabras se había ganado una enemiga implacable, de la cual no podía esperar clemencia. Así pues, tomó sus cosas y salió, murmurando entre dientes: "¡Qué fea, qué grotesca, qué mezquina es toda esta gente!".

Alzó la vista, mirándola con timidez. Komagata Yumi era muy famosa dentro y fuera del okiya. Sobretodo entre las maikos (aprendizas), debido a su trato afectuoso y correcto, que tenía siempre una frase alentadora de aprobación para a cuando a su juicio estuviese bien hecha alguna cosa (claro que también era muy estricta y energética). Y esto era algo poco común, pues la mayoría de las Oiran[10]  respetables eran mujeres caprichosas y hasta cierto punto malvadas que hacían lo que les placía con las jóvenes maikos a su cuidado. ¡Gracias a Kami-sama Yumi-nesan era la Tayu (Geisha principal)! Su palabra era ley. Cierto que "mamá Chiisa" la mimaba y consentía mucho, pero era porque sus ingresos mantenían el Okiya y a todas sus habitantes... después de todo, ella atraía clientes como la miel a las abejas.

- Excelente, Neko-chan, excelente.- Exclamó Yumi una vez probado el té.

La muchacha se ruborizó ante el cumplido y agradeció.

- Ahora.- Continuó la joven mujer.- Llévate todo esto y arréglate que saldremos a dar un paseo.-

- ¿Un paseo? ¿A dónde? ¿Por qué?.-

- Sí; a Kobe; porque estoy aburrida y quiero que me acompañes.-

-Sí así lo desea con mucho gusto me arreglaré.- Dijo, y comenzó a recoger las cosas, mirando furtivamente a la mujer que había comenzado a maquillarse delante del espejo. "¡Cómo me gustaría ser como ella!" Pensó, y siguió observándola: Poseía un fuego dormido que se adivinaba en ella, aunque sólo encontrase expresión en sus maravillosos ojos claros, brillantes y expresivos, dotados indudablemente se un extraño poder de seducción. Su quietud, que insinuaba la existencia de un espíritu indomable dentro de un cuerpo exquisitamente cultivado. Su rostro de cera, fino, elegante, fresco; la boca de labios carnosos, de expresión seria y afable... Su mítica belleza tenía un marcado sello de arrogancia.

- Disculpe.- Dijo de pronto Neko.- Dentro de unos días van a venir a verle unos funcionarios, ¿verdad?.-

- Así es.- Contestó ella, arrugando ligeramente la nariz.-

- ¿Sucede algo?.-

- Sí. Odio a esos sujetos, seguro vendrán a solicitar mi asistencia a sus aburridas reuniones de política. Pero esta vez no pienso darles el gusto. No asistiré.- Calló un momento, y después agregó.- ¡Ah! nunca te fíes de los hombres, Neko-chan, no lo merecen.-

- Hará bien en no asistir.- Dijo la muchacha dirigiéndose a la puerta, con la charola y las cosas para el té en mano.- Esos hombres no merecen su asistencia... De hecho... ¡Ningún hombre es suficientemente bueno para usted!.- Y salió de la habitación.

Yumi sonrió, ya tenía dos años que habían trasladado a la chica ahí, para concluir su adiestramiento y ser una verdadera geisha. Cuando llegó, había sido víctima de las peores humillaciones y malos tratos de sus compañeras. Y es que Neko era una muchacha muy agraciada, de peculiar belleza; cabello totalmente rizado y negro como el azabache, ojos del mismo color y piel ligeramente morena. Como era de esperarse, pronto desató envidias... La eligió como aprendiz por ese motivo, ya que en cierta forma le recordaba a su inicios en la profesión...  la única diferencia entre Neko y ella, era que Yumi JAMÁS había dejado que nadie abusara de su inexperiencia, luchaba siempre contra las harpías, porque la vida era eso: una constante lucha, y estaba consiente de que vivía en un mundo donde no de podía aspirar a nada más que a sobrevivir. Por eso, había aprendido a conformarse con lo poco que tenía y a ocultar sus sentimientos; y eso lo sabía hacer muy bien ¡Ella era una gran actriz!

Dejó lo que estaba haciendo y se miró en el espejo, mordió sus labio inferior y en rápido impulso colérico aventó los polvos y creyones que usaba para el maquillaje. Se puso de pie de golpe y se acercó  a un recipiente con agua que estaba junto al buró; avivadamente lavó su rostro. Regresó a sentarse delante del espejo.

Su rostro perfecto salido del alba parecía un guijaro pulido por el agua de un río; hermoso aún sin lo artificial.  Estuvo tentada a quitarse los relucientes peinetones y alhajas que aprisionaban su melena de bronce. Pero no lo hizo, porque sabía que aún así la imagen que le regresaría el espejo no sería la suya, sino una máscara.

Tenía miedo, miedo de perder su identidad. Sí, ella era una gran actriz, pero tantos años interpretando tantos y tan variados papales acabarían con su verdadero rostro... Le gustaba la vida que llevaba, no lo negaba, rodeada siempre de lujos y extravagancias, nada material le faltaba en esa jaula de oro que tan hábilmente se había construido... pero muy en el fondo, deseaba escapar, conocer un mundo distinto antes de que en el que vivía terminara por absorberla completamente...

En eso la puerta se abrió y Neko entró, lista para acompañarla a dar un paseo.

Aquel día de otoño las calles de Kobe estaban repletas de gente. Era un ambiente cálido y agradable. Los niños eran quienes adornaban el paisaje con sus juegos y canciones, mientras la gente adulta caminaba con calma o se detenía a hablar con algún conocido. EL cielo estaba despejado y radiante, prometiendo grandes cosas.

Neko se dio cuenta al instante del cuchicheo de las mujeres a su alrededor.  Supo que ellas y sobretodo su Nesan eran la rezón de su balbuceo.

Yumi en verdad era amaba y odiada por la gente, como sucede en ocasiones con aquellas personas que han logrado escalar las más altas cúspides de la fama. Amada por los hombres que la frecuentaban y las jóvenes maikos; odiada por sus compañeras Oiran llenas de celos y por algunas mujeres desconfiadas de sus maridos.

- Disculpen señoritas.- Les interrumpió una voz, que pertenecía a un joven alto, rubio, de ojos verdes. Iba cargado de espadas (dos en la espalda, dos a cada lado de la cintura), pero lo que más llamaba la atención de él, era su peinado estrafalario, que a Neko le recordó a una escoba y a Yumi a un pincel.

- ¿Qué desea caballero?.-

- Verá este es mi primer viaje a Kobe y me preguntaba, si por casualidad, podrían informarme dónde vive un tal Masukatsu.-

La chica lo miró de pies a cabeza, examinándolo. Definitivamente era de Osaka, su acento lo delataba. Dudó seriamente que ese fuera su primer viaje a la ciudad, entonces ¿Por qué mintió? ¿Qué intención oculta había tras su petición? ¿Y qué le hacía pensar que conocía el paradero del hombre que buscaba? ¡Había que cuidarse de--

- Yo conozco a un Masukatsu, no sé si será el que busca, pero si le sirve de algo puedo darle la dirección.- Dijo Yumi con su voz suave, interrumpiendo los pensamientos de Neko.

- Si es tan amable señorita... .-

- Vive en la primera casa al dar la vuelta en el mercado, a su mano izquierda. No muy lejos de aquí.-

- Muchísimas Gracias.-

El joven se retiró y Neko se acercó a ella, murmurando: "¡No debía haberle dicho nada!". Yumi sonrió, contestándole: "No seas tan desconfiada".

- ¿Cómo sabía a qué Masukatsu se refería?.-

- Por que el único que conozco es un patán traficante de armas. El caballero parece estar interesado en las espadas, ¿No viste todas las que portaba? Imagino que iba a ver qué podía ofrecerle.-

- Es muy perspicaz Yumi-nesan.-

En ese momento escucharon un fuerte alboroto, seguido de algunos gritos y exclamaciones. Justo antes de que pudieran reaccionar, un niño chocó contra Yumi, provocando que cayera al suelo.

- ¡Niño fíjate por dónde caminas!.- Le recriminó apresuradamente Neko, arrodillándose junto a la joven mujer.

          - Lo siento mucho señorita.- Murmuró el muchacho recogiendo algo que se le cayó y corrió de nuevo.

Segundos después pasaron tres hombres armados en la misma dirección en la que había partido el niño.

*-*-*-*

Souhiro regresó cuatro días después de que saliera.  Librarse de sus perseguidores fue cosa sencilla, logró perderlos cuando salió del mercado, y supuso se habían cansado de seguirle porque ya no escuchó más ruidos ni amenazas.  Ahora estaba  bajando del caballo, liberándole para que paciera un rato, y se puso en marcha rumbo a la cabaña de la cual partió.  

- ¡Ya llegué Shishio-san!.-

Anunció con alegría al entrar, sosteniendo la espada que consiguió en una mano y el paquete en la otra. Pero no obtuvo respuesta, la casa parecía vacía. Buscó por los cuartos, hasta que  penetró en una habitación fría. Encontró al hombre del vendaje recostado en un sillón, vestía un kimono violeta sobre las vendas y fumaba una alargada pipa,  su vista fija en una rendija donde difícilmente entraba la luz.   Estaba tan serio, tan reflexivo, tan amarrado a sus pensamientos  que no se dio cuenta de la presencia del niño, quien le observaba con una fascinación infantil.

El rostro del hombre se contrajo un poco, pero al instante se relajó. Entonces vio al chico.

- ¿Trajiste lo que te pedí?.-

- ¡Sí!^^.- Sou se acercó a él y le dio el paquete.- Y también le traigo un regalo.-  

- ¿Un regalo?.-

Extendió la espada, que Shishio tomó y desenfundó. La observó con cuidado, era de material resistente, con la punta de la hoja aserrada,  con un gran filo.  Prácticamente nueva, así le dictaba las escasas marcas. "¿Dónde la conseguiste?".

- Con el señor que me dio el paquete.-

- ¿Te la cedió fácilmente?.-

-No. Se la quité^^.-

-... Así que sí fuiste tú.-

- ^^?.- Souhiro le miró sin entender bien a qué se refería.

El hombre se puso de pie y revolvió ligeramente los cabellos del chico, murmurando distraído: "Buen trabajo. Ya estas aprendiendo." Y salió de la habitación.

Sou se desconcertó. Sus ojos se abrieron enormemente... desde que tenía memoria esa era la primera vez que alguien le felicitaba por alguna cosa que hubiera hecho. Su sonrisa se hizo más amplia y salió corriendo del cuarto y de la casa, hasta afuera, dando brincos feliz y emocionado: ¡Que bien se sentía recibir una felicitación! ¡Que gozo saber que al fin hacía algo bien! ¡De ahora en adelante todo lo haría con la misma precisión!.

En eso, se percató de que estaba un poco sucio. Tomó un balde vació que estaba junto a la casa y se encaminó a un arroyuelo que había visto en el regreso. Antes de llegar su atención se centró en un gran árbol seco, que únicamente contaba con unas cuantas hojas medio verdes en una de sus ramas más bajas. Recorrió con la vista desde la copa hasta la base, donde vio un hongo blanco, del tamaño de una piedra mediana. Se quedó inmóvil unos momentos, después depositó el balde en el suelo y desenfundó su kodashi. Con paso veloz se acercó y pateó el hongo, desprendiéndolo del árbol y lo cortó en dos de un tajo.  Aún cuando cayó a tierra, el chico permaneció en posición de ataque,  sin perderlo de vista, hasta que se convenció de que no le saltaría encima, entonces bajó su espada... Eso lo confirmaba de nuevo. Shishio-san tenía razón. El árbol era débil y sucumbió ante el hongo que, aunque más pequeño y aparentemente indefenso (tanto como él mismo), era más fuerte. Pero el hongo fue débil en comparación a él...

Guardó su espada; mientras lo hacía sintió cómo el viento sopló y las ramas del árbol que acariciaban su cabeza... tal vez en agradecimiento de que retirara la amenaza que lentamente le fue chupando la vida... pero el toque de las únicas hojas le hicieron recordar el gesto anterior de su mentor... volvió a mirar el árbol, ahora con cierta compasión... Tomó su balde y se alejó, hasta llegar al riachueluelo (no muy lejos), se lavó, llenó la cubeta y regresó. Pasó junto al árbol y vació el agua del balde en las raíces, casi inmediatamente se agachó, ayudado con el mango de la Kodashi y sus manos comenzó a cavar una casuela en la tierra humedecida, creando posteriormente un canal que se conectaba con el arroyuelo. El agua corrió impulsada por la fuerza de la corriente hasta llenar la maceta.      

El chico, complacido, se lavó las manos y regresó a la cabaña. Esa era su manera de pagarle al árbol la caricia ofrecida anteriormente...

- Son los planos del Hieizan Rokutsurane no Torii no Hokora. Llévalos contigo a Kyoto y supervisa la construcción. Fuji sigue contigo, ¿cierto?.-

Mientras tanto, en la cabaña, el hombre del vendaje hablaba con Saizuchi, entregándole el paquete que el chico le había traído.

- Así es.-

- Bien. Haz lo que dije, y espera la llegada de un hombre.-

- ¿Un hombre? ¿Puedo preguntar quien?.-

Shishio revisó la lista que el policía le había dado, y dijo: "Sadojima Hoji. Souhiro y yo le haremos una pequeña visita...".

CONTINUARÁ....

CAP. SIGUIENTE: "El Ángel De LA Muerte"

[8].- Okiya: Casa de Geishas.

[9].- LOTI, Pierre: Madam Chrysanthemum (tr. española de Vicente Díez de Tejada, Madama Crisantemo, Barcelona, Editorial Cervantes, 1931).

[10].- Oiran: Grado superior en la jerarquías estrictas de las Geishas, y Tayu es la clase más alta, que era respetado mucho.

N/A:

Puede que aquí haya ciertos errores, pero es que yo no sé mucho sobre el mundo de las Geishas T_T; sólo es he leído superficialmente "Memorias de una Geisha" de Arthur Golden.

Cap. dedicado a Yersi Fanel^^ que he visto se ha tomado la molestia de leer la mayoría de mis historias (Arigatou!)... y sip, va a aparecer Kama-chan, pero más adelante (¿Mejor amig@ de Souhiro? ¡Oh! Una idea bastante interesante^.~).