By: Darkness
CAP. SÉPTIMO: "Suave Nube de Encanto"
No quiero pensar porque no quiero que el dolor del corazón
se una al dolor del pensamiento y del cuerpo.
EMILIO CASTELLAR.
ADVERTENCIA (SEGÚN MIS CENSURADORES-_-U): Alto contenido de violencia… (venga! Si la peor violencia es la psicológica...)
"¡Es un mal bicho! ¡Oh, Kami-sama! ¡Es un mal bicho, no lo dejes quedarse aquí! ¡No lo permitas! El niño puede hacerlo, está herido y sangrante... ¡Pero él No! ¡Es peligroso! ¡El adivino lo dijo: La lluvia acarreará extraños que debes evitar! Kami-sama ¡Sácalo de aquí!"
Pasó esquivando a sus compañeras (y algunas servidumbre) que se amontonaban curiosas delante de ella, hasta llegar a la puerta y tocar. Esperó las respuesta y una vez recibida entró. Su nesan estaba de pie hablando con un extraño hombre, que había llegado minutos antes al Okiya, con un niño. Cada vez que lo veía sentía que alguien clavaba un alfiler en su cuerpo, que se estremecía en repugnancia; él destilaba agua que empapaba los tatamis y olía a sangre y a muerte. Poseía el aire amenazante de un depredador refrenado... Sus ojos brillaron con un tono carmesí cuando alzó la vista; su mirada parecía decirle burlona: "Ten miedo, mucho miedo, de MI"... ¿O tal vez era producto de sus alucinaciones? Neko agitó la cabeza y alargó la cajita de madera hacia su nesan, sin atreverse a mirar a algo más que el suelo.
Yumi tomó la caja observando con desaprobación el nerviosismo de la joven. Por eso ella estaba despierta a esas ojos de la noche, porque nadie en el okiya se había atrevido a atender a aquel extraño. Supuso que fue por la primera impresión: él había llegado de improvisto abriendo de un golpe la puerta principal, empapado y sucio por el barro, con un muchacho entre brazos, de piel ligeramente azulada y frío como el hielo, casi muerto. Ahora el chico estaba estable, hicieron lo que pudieron por él (que no era mucho sin ayuda médica) .
- Estas son las vendas que pidió, junto con ropa seca... Mañana por la mañana vendrá el doctor Korekishi para ver al niño... ¿Desea algo más? -
- ... Solamente... .-Habló él por fin, tenía la mirada ausente y los ojos vidriosos de un cuerpo atormentado por la fiebre. - .... quisiera descansar un poco.-
- Como guste, señor.- Yumi se puso de pie, alisando con las manos su kimono.- Lo guiaré a la habitación que ocupará.-
Shishio empezaba a sentirse más y más acalorado, y tener escozor por todo su cuerpo. Tomó la caja que ella le tendió y se levantó, siguiéndola. Lo llevó por unos pasillos y subieron las escaleras, pasando varias veces al lado de distintas mujeres que cuchicheaban al verlo. Él no sabía lo que decían, y tampoco le interesaba.
- Es una alcoba pequeña, pero confortable.- Le dijo Yumi, al detenerse frente a una puerta corrediza hecha de madera.
Shishio entró en el cuarto y cerró la puerta tras de sí, sin decir palabra alguna.
- ¡Que grosero!.- Refunfuñó Neko mientras comenzaba a caminar por el pasillo.- ¡Ni tan siquiera dio las gracias!.-
- Vete acostumbrando.- Contestó Yumi, con una sonrisa.-Durante tu vida te encontraras a muchos hombres de su tipo.-
- ... No lo creo... no como él... .- Murmuró la muchacha, sintiendo su piel erizarse al recordar el terror experimentado anteriormente.
- Estás más nerviosa de lo normal, Neko. ¿Sucede algo que deba saber?.-
- ¿Eh? ¡No!... Para nada.-
- Si algo te inquieta no dudes en decírmelo... ahora ve a descansar.-
- De acuerdo. Hasta mañana.- ¿Descansar? ¿Cómo quería que descansara con semejante depredador suelto por la okiya? Iría a acostarse, sí, y tal vez dormir, pero no a "descansar".
- Hasta mañana. Ah! Y dile a todas que esto se terminó, que se vayan a dormir IPSO FACTO!.-
- No se preocupe, yo les diré.-
Cuando Neko se hubo alejado, Yumi entró en su habitación, que estaba alumbrada por una vela sobre el buró de un rincón. Se olvidó de apagarla cuando salió a atender al extraño en esa inesperada agitación. Se acercó y tomó, recorriendo con la vista el lugar; bien, nadie había entrado en su ausencia.
Sobre una de las perchas estaba colgado un sublime kimono de seda azul cuyos bordados representaban la magnifica ciudad de Kyoto… Una verdadera obra de arte que le había sido regalada y confeccionada especialmente para ella, para que la luciera esa mañana que despertaba…
Este es un mundo de gloria. Se dijo a si misma mientras acariciaba las finas telas.
¿Un mundo de gloría?… sonrió con ironía, "Si, como no"… Un mundo en que la sociedad aprueba (y la ley ignora) el acoso sexual y la violación matrimonial, en que la mujer no es más que un animal… ¿Es este el mundo en que quería vivir? No, pero es dónde le a tocado estar, y en él (gracias al gobierno de su país!) el simple hecho de ser mujer era un grave peligro. En el distrito de Geishas dicen que la justicia es sorda, pero se callan. No… nunca hay que callarse, por que callarse es consentir… ¿De qué servía la gloria, el honor, el prestigio sino se sentía satisfecha? ¿De qué servía lo que la gente admiraba como "su gran éxito" si ella no lo consideraba como tal?... Durante años luchó por hacerse un lugar en el mundo, pero ahora que lo tenía ¿Qué seguía?... Pensándolo seriamente ¿Tenía un lugar a donde encaminar su vida? ¿Algún objetivo o ambición? ¿Qué pasaría después? No podía decir que tenía el futuro asegurado, puesto que aunque había sido adoptada por el okiya Chiisa la gente cambiaba fácilmente de decisión…
Hermosa, agraciada, y experta en satisfacer a otros ella era infeliz con su vida… aunque ciertamente ha hecho el mejor uso de las cartas que el destino le repartió.
Sólo había una cosa a la cual aferrarse en su vida; su orgullo. Y sin embargo este había sido brutalmente golpeado por el gobierno de Meiji…
De pronto sintió nauseas en aquella habitación. Con paso veloz salió de ahí y se quedó de pie en el pasillo, sin saber a donde ir; tal vez pasearse un poco por la casa no le caería mal.
"Que extraño: aunque afuera llueve adentro hace calor…"
*-*-*-*
Cuando la puerta tras él se cerró, buscó apoyo en una de las paredes. El mundo giraba alrededor suyo, las figuras temblaban perdiendo proporción mientras su respiración se volvía agitada y caliente... tan caliente que quemaba sus pulmones al inhalar y sus labios al exhalar. Tanto su boca como su garganta estaban secas, inclusive podía sentir el molesto burbujeo de los últimos restos de su saliva al hervir. Escuchó también el suave siseo del vapor al subir; las vendas que abrazaban su cuerpo dejarían de estar húmedas en cuestión de segundos.
La cajita de madera se deslizó de entre sus manos, cayendo al suelo y rebotando, dejando libre su contenido que se esparció a sus pies, junto con el cambio de ropa. Él no prestó atención a esto. Lentamente se dejó caer, con la espalda aún apoyada en la pared, hasta quedar sentado en el piso.
120 minutos... Kobe estaba a sólo 120 minutos del camino ¡Y él no pudo llegar! ¡Era tan humillante!... una debilidad... ¡Solamente UNA debilidad poseía! ¡Y esta era fatal!... Su cuerpo, al estar cubierto de heridas y piel socarrada no podía transpirar para regular su temperatura; más de 15 minutos de actividad física constante y comenzaba la acumulación de calor. Un calor que nacía de sus entrañas y se esparcía, consumiéndolo, devorando tejido por tejido, lenta y dolorosamente... momentos en que en el interior de su cuerpo se alcanzaban unas temperaturas extremadamente altas, y se empezaba a quemar desde dentro hacia afuera... Y todo desde aquel día, aquel fatídico día en que lo habían TRAICIONADO... traición, palabra maldita que resultó ser nefasta... Desde aquel día había pasado por todo; vértigos, convulsiones, espasmos, delirios, solturas de vientre y de vejiga... ¿Cuántas veces no se revolcaba por los suelos aullando de dolor y furia? Prefería no recordarlo... ¡Maldito su gobierno, que le había usado y traicionado! A ÉL que lo sirvió fielmente... ¡Mil veces maldito el gobierno de Meiji y todos los que trabajaban para él!... Los odiaba porque habían logrado salirse con la suya al quitarlo del medio... Los odiaba, babosos que dejaban que otros hicieran el trabajo sucio porque les asustaba ensuciarse las manos (¿Por qué no tuvieron el valor de enfrentarse a él, en lugar de tenderle una emboscada?). Y más odiaba aún a los traidores: pervertidos y débiles mentales incapaces de-
Sus pensamientos se vieron bruscamente cortados, pues un torrente de lava pareció desbordarse por sus venas. Se retorció mientras sus músculos se tensaban: sentía arder casa vaso sanguíneo, casa médula, cada pulgada de su cuerpo... Sus gritos rasgan el aire y se fragmentan en mil astillas de silencio….Un dolor tan grande lo embriagaba que su organismo y una parte de su mente le gritaba a cada momento: "¡Basta! No puedo más ¡Dame la muerte!"... Tentado se dejaba seducir por la idea, sumergirse en el profundo mar de la inconsciencia, antesala de las oscuras aguas de la muerte... ¡Pero NO! Él no moriría, no podía, no DEBÍA morir, aún le quedaba mucho por hacer. Tenía que salvar a su país de las garras de Meiji, saciar su orgullo herido, cumplir su venganza y NADA podría evitarlo... ¡Estaba convencido de que no había océanos ni montañas, ni leyes de la tierra o el cielo, ni poder del infierno que pudieran detenerlo!... Su firme convicción y su orgullo en busca de venganza eran lo que lo mantenían vivo ¡Hoy y siempre!...
En el interior de la habitación la temperatura era insoportable, pero los tatamis y el lugar en general estaba intacto, no había sufrido el menor deterioro, lo que demostraba la escasa intensidad del calor irradiado fuera de su cuerpo... Rodó en el suelo, y observó el techo, hasta que su vista se hubo fijado en un punto y su respiración serenado. Aún sentía el escozor recorrerlo. El vendaje, ahora totalmente seco (como el kimono), estaba levemente quemado, al igual que un área del techo, justo sobre sí.
- Por poco.- Masculló esbozando una amarga sonrisa.- Aún estoy vivo.-
El olor a queroseno y humo lo acosaban, tenía que salir de ahí. Juntó toda su fuerza para ponerse de pie. Estaba exhausto: física y mentalmente exhausto. Necesitaba relajarse, olvidar el dolor, ¡Tomar algo de agua! Estaba totalmente deshidratado ¡Y eso sólo en cuestión de minutos!.
Tambaleante, salió del cuarto, sosteniéndose de las paredes. Todos parecían dormir, o por lo menos, así lo indicaba el silencio que reinaba; no se veía ni oía ningún ruido más que el de la lluvia y el viento. Con paso lento bajó las escaleras, pasando por el pasillo y se aproximó al salón principal, en el cual había esperado al llegar. Corrió la puerta y entró. Se arrimó a la ventana y la abrió. Una brisa penetró de golpe inundando el salón con un agradable olor a tierra mojada. Pero él no pudo sentirla ni olerla. Alzó la vista, y acarició con los ojos la fría belleza de la noche, mármol negro que se funde con el alba.
Después de un tiempo, fue a sentarse en una esquina.
Los recuerdos comenzaron a aflorar en su memoria, que cansada por el esfuerzo no podía volver a encerrarlos... Entonces se vio, de nuevo ahí, quince años antes…
El chico de escasos años entró en la cocina, con cuidado, como lo hacía cada 13 días, y se sentó frente a la vieja mesa a esperar. Era su turno en aquel asiento, un turno que todos sus demás hermanos temían pero que a él le daba igual. Su padre no tardaría en llegar. Tenía hambre, un sabor agrio subía a su garganta, producto de su estómago vacío.
Al cabo de unos momentos, la puerta se abrió y penetró a la habitación un gran hombre, de manos menudas y gran barriga. Él detestaba esa barriga, porque siempre estaba en primer término a la suya o a la de cualquiera de sus hermanos. El hombre se sentó delante suyo, sin saludarlo siquiera, pidió a gritos su comida. Desde la cocina de escucharon unos ruidos y enseguida apareció su madre, con aquel aire rígido de cadáver, en manos traía lo que el viejo pedía.
Lo observó tranquilamente engullir todo, y no pudo evitar pensar en todas las noticias que había escuchado o leído en los periódicos. Tantos asesinatos… El salvajismo es doloroso. Los cuerpos eran violados, acuchillados, estrangulados, machacados, desmembrados y mutilados. Les destrozaron el cráneo y la cara. Les apuñalaron 23, 24 veces. Les arrancaron el cabello… Estos crímenes son más asesinos que el asesinato, si eso fuera posible: son crímenes de un odio tan intenso que buscan destruir la humanidad de la persona y borrar su existencia… borrar su existencia…
El sonido de un fuerte golpe evitó que sus pensamientos tomaran un rumbo perverso como siempre solían hacerlo, porque él no tenía nada más que hacer; nada aparte de pensar. Giró el rostro a ver de donde provenía el golpe y entonces lo vio… Su padre se abalanzó sobre su madre y comenzó a golpearla con los puños; no supo cuantas veces lo hizo ni porqué, sólo vio la sangre correr… Algo se quebró dentro de él, algo que se agitó entre las paredes de su carne y avanzó hasta su mente, apoderándose de ella. Tomó el cuchillo que estaba sobre la mesa y en un impulso lo clavó en la espalda de su padre, con toda la fuerza que los pocos años se lo permitieron.
"¡Maldito Cachorro suelta ese cuchillo!"
El cuchillo se hundió en su barbilla de un solo golpe. El niño lo retiró mientras el cuerpo se venía a bajo y sin darle tiempo para reaccionar o quejarse se sentó en su espalda clavando el arma en la nuca tiró de él hasta la mitad de la espalda y procedió a quitarle la piel...
Todo lo que siguió fue confuso. Él se levantó y se fue a sentar en el lugar donde antes estaba su padre y comenzó a comer su comida, de forma mecánica, como si fuera un robot… entonces una voz llegó hasta él, tan débil que parecía envuelta en algodón:
- ¿Por qué lo hiciste?.-
- Por que está en mi naturaleza.- Fue la respuesta automática, mientras continuaba aplacando el hambre.
- No todos los niños son buenos.-
Despertó de la blanda sumisión del recuerdo a la que se había entregado cuando escuchó abrirse el Shooji (puertas corredizas de papel casi transparente, que parecen ventanas gracias a su estructura de madera). Una delgada figura entró, en la mano portaba una vela, que con la fuerza del viento se apagó. No supo quien era hasta que se hubo acercado a él…
- ¿Qué hace aquí a estas horas?.- Aunque la luz era escasa Yumi supo quien se encontraba en el salón, su peculiar presencia lo delataba.
- Pensaba.-
- Ah! Una ocupación difícil.-
Shishio sonrió a medias.
- ¿Le sucede algo señor?.-
- ... Tengo sed.-
-Haberlo dicho antes. No estoy acostumbrada a servir a los invitados (y menos de noche), pero haré una excepción. ¿Qué prefiere tomar? ¿Sake, o algún vino occidental?.-
- No. Agua solamente.-
- Espere, en un momento regreso.-
"Bien", se dijo mientras traía el jarrón de agua, "al menos tendré alguien con quien platicar para no aburrirme". Se volvió a sentar frente a él, ofreciéndole un vaso con el agua fresca; pero él, en lugar de tomar el vaso tomó el jarrón y se lo empinó bebiendo todo el líquido a grandes sorbos.
Mientras él terminaba, ella revisó el cuarto rápidamente con la vista, buscando algo con lo cual empezar una conversación; regla básica con los desconocidos, hablar de algo típico (o hasta trivial) en lo que se descubría el verdadero interés… Al fin encontró lo que buscaba abandonado en una de las mesitas del salón.
- Ese libro es de mis favoritos.- Dijo, poniéndose de pie y alcanzando el libro.- Escrito por John Milton, el más grande poeta inglés del siglo XVII.-
- ¿Cuál es?.-
- "Paradise Lost"... El Paraíso Perdido.-
- ¿El Paraíso Perdido? ¿De qué trata?:- Preguntó él sin mucho interés.
- Es una epopeya, un poema épico. O en palabras de Danoso Cortés[13]: Milton " sorprendió a la mujer en su primer flaqueza, al hombre en su primera culpa, a Luzbel en su primer conquista, a Dios en su primer ceño, y dijo a las gentes la tragedia del paraíso, y cantó un canto del dolor, la mala ventura y triste hado del humano linaje".-
- Se ve que le gusta.-
- Sí, presenta a las personajes de otra forma. Por ejemplo, a Satanás, más que una personalidad satánica, le da una personalidad humana. No responde a la idea que tienen los cristianos del espíritu infernal, sino a la figura de un hombre malvado.-
- ¿los cristianos dices?.-
- Sí, ¿por qué?.-
- Porque da a entender que sólo los cristianos creen en eso... Acaso, usted ¿No cree en el infierno?.-
- No. Creo que la Biblia (y todo lo que se relaciona y desprende de ella) no es más que un cuento fantástico, al igual que el bien y el mal perfectos son puras invenciones humanas; por que a mi punto de vista la vida no es blanco y negro solamente, sino que tiene una infinidad de matices y por ejemplo, nosotros podemos considerar que lo que esta haciendo alguien esta mal (según nuestra experiencia, según nuestro juicio) pero tal vez para ese alguien sea la única forma de hacer algo, la única opción o la manera más natural... y considero, que la persona más interesante es aquella que teniendo la oportunidad tal vez de hacer lo "correcto", ha optado (a sabiendas) por el camino que ha tomado, y aun así cree en lo que esta haciendo… .-
- Interesante. Pero yo sí creo y no soy precisamente un devoto. Creo que hay un infierno. Creo que en el bien y el mal y en la manera en la que ambos gobiernan al mundo en igual proporción, aunque a veces la balanza se incline más de un lado que del otro.-
- Cree en el infierno... ¿Por qué?¿Lo ha visto?.-
- Oh, sí.-
Ella arrugó la nariz ligeramente, incrédula. Él la vio con curiosidad y se apresuró a decir: "¿Cómo sabe que la Tierra, el mundo, SU mundo, no es el infierno?".
Yumi permaneció en silencio, y al cabo de unos momentos se encogió de hombros: "Puede ser".
- Regresando a su escritor, ¿Segura que es el más grande poeta Inglés?.-
- Lo es, pero después de Shakespeare, claro está. Aunque prefiero a Milton.-
- ¡Ah! Con su permiso, pero sí que es usted extraña.-
- ¿Disculpe?.-
- Shakespeare, con su Romeo y Julieta, su Hamlet, es alabado por muchos que lo consideran el mejor de la historia ni Cervantes se le acerca.- Terminó con un toque de ironía.
- Veo que en verdad está enterado de estos temas.-
- Por supuesto. ¿No lo creía?.-
- La verdad, No. No parece su estilo.-
- Los prejuicios son malos señorita. Leer equivale a cultura y conocimiento, y el conocimiento es poder.-
- A ver usted, si dice saber tanto, dígame quién es su escritor favorito y por qué.- Lo retó ella con un gesto divertido.
Él sonrió, aquella mujer estaba ayudando mejorar su humor, disipando la confusión y el dolor momentáneo. Además, nunca negaba un desafió tan abierto y divertido.
- Nietzsche, por supuesto.- Se inclinó hacia delante, y su expresión cambio.
- ¿Nietzsche? ¡Oh, Por favor! Nietzsche está loco!.-
- ¿A si? Y supongo que Milton ha de estar muy cuerdo.-
- "When I consider how my light is spent, ere half my days in this dark world and wide"[14] . . . Por lo menos loco no estaba.-
- Sabes inglés.-
- Claro.- Se irguió ella, con orgullo.- Y Latín, Griego, Español y Portugués. Pregunte lo que quiera.-
- Esto se pone interesante... .-
Ahora era ella quien sentía curiosidad.
*-*-*-*
Souhiro despertaba lentamente de su lecho de inconciencia. Curiosamente no sentía dolor, pero tampoco, aunque lo intentara, podía mover ningún músculo del cuerpo. Miró el techo (que era lo único que podía mirar por el momento) y se dio cuenta que ya estaba amaneciendo; no entraba sol, pero todo estaba muy claro, tal vez siguiera nublado…
"Shishio-san ¿No estará enojado conmigo?" Se preguntó al continuar mirando el techo. "He hecho algo malo".
CONTINUARÁ....
CAP. SIGUIENTE: "¡No me mires!... que miran que nos miramos"
[13].- Así se expresó Danoso Cortés en su afamado discurso sobre la Biblia... No son de la época (Cortés es un poco más reciente), pero aún así no importa porque apuesto a que casi nadie conoce al tipo ^-^"
[14].- "Cuando pienso cómo mi luz se ha agotado antes de la mitad de mis días, en este oscuro, inmenso mundo"... SENETO A LA CEGUERA, John Milton.
