Ruronnin Kenshin y sus caracteres relacionadas pertenecen a Nobuhiro Watsuki. STRANGERS IN THE NIGHT
By: Darkness
CAP. DÉCIMO: "Espada Ciega"
"Tu crees que me matas,
Yo creo que te suicidas"
ANONIMO.
El okiya estaba silencioso y frío. Tal vez demasiado frío. Souhiro no pareció notarlo cuando entró corriendo por la puerta trasera, ni al subir por las escaleras, ni al abrir el cuarto donde permaneció una semana en reposo.
Curiosamente la habitación continuaba exactamente igual a como la había dejado al mediodía. Se acercó a las sábanas revueltas del tatami, encontró su Kodashi y la guardó en el cinturón del hakama. Al disponerse a salir vio en el suelo una pequeña manta gris, la miró por un largo rato.
Dentro de poco comenzarían las nevadas. Cuando dormía en el almacén del oeste eran esas noches las más terribles. El frío se colaba por entre las rendijas de las paredes y las tablas del techo. Esas noches nada podía calentarlo. Se hacía ovillo entras las sábanas sucias y los costales vacíos de arroz para tratar de darse calor, pero aún así tiritaba y pasaba las noches en vela, tratando sus miembros para evitar que se entumieran.
Extendió la mano para tomarla pero al instante se detuvo. ¿Estaba bien tomar algo que no era suyo?
Tocó la manta con sus manos, parecía tan calientita… y era tan suave. Mucho más suave que los costales de arroz.
"Si lo necesitas es tuyo" Prensó. Mojó sus labios al momento de tomar la manta, la cual metió apresuradamente en las telas de su gi.
Bajó por las escaleras y se dispuso a salir cuando un grito débil llamó su atención. Como una sombra gris se deslizó por la casa hasta detenerse en la entrada del salón principal. Una tibia humedad abrazó sus pies. Miró hacia abajo, donde un líquido oscuro escurría debajo de las puertas corredizas. De un solo movimiento abrió las puertas de par en par.
Un repugnante olor metálico le llegó de golpe. La habitación estaba oscura y cruelmente gélida. Su vista recorrió los cuerpos en el suelo. Los hombres de la fiesta y las personas que lo habían cuidado cuando durante la semana, estaban ahí tendidas, inertes, con muecas de desfigurado dolor. Su sangre era el líquido que encharcaba el piso y abrazaba los pies del chico.
Era una imagen de desolación, de muerte y desesperanza.
Hola niño.- Rompió el silencio una voz.
En medio de tan terrible cuadro esta una figura. Una figura irreal, de tosco semblante sombrío. Por la escasa luz, Souhiro no pudo distinguir los rasgos, pero sabía que era un hombre que traía un largo palo cuya punta resplandecía con un color rojizo.
Cuando el hombre se acercó Sou vió que aquel objeto alargado era una lanza, de punta con filo plateado y el extremo opuesto contenía una bola negra.
Faltas tu.-
El chico cayó de bruces al charco de sangre al esquivar el golpe de la afilada lanza.
¿Que?.-
La lanza se alzó sobre la cabeza del hombre, apuntando hacia la espalda del niño, descendía veloz y mortalmente. Souhiro se movió pero no lo suficientemente rápido, la punta rasgó su costado.
¡Kuso!.- Maldijo el hombre.- ¿Cómo es posible que esté fallando tanto?.-
Souhiro intentó escapar del hombre, gateando. Nunca antes había enfrentado una lanza ¡No sabía que hacer¡Además su cuerpo aún estaba lesionado tras la batalla contra Sawagejo-san! Olvidó por completo la espada que colgaba de su hakama. En su huida resbaló y se fue de boca contra el suelo. Sin quererlo bebió sangre. Se incorporó y comenzó a escupirla, ignorando las nauseas que sacudieron su cuerpo.
Error.
Las nauseas fueron sustituidas por una oleada de dolor, cuando la lanza se clavó en su hombro derecho. Sou chilló.
Sí niño, llora.-
Su cuerpo tembló. Sus ojos se abrieron, Su corazón latió con dilatada violencia. La sombra de una duda que antes creía lejana le asaltó. Sintió miedo. No adoptó el semblante de un fantasma asustado como cuando conoció a su mentor. No sintió alegría ante la muerte. No. Fue genuino terror de la figura delante de él. Miedo ante la posibilidad de la muerte.
Su joven organismo desafió ese terror. Su cerebro afectado, en respuesta al llamado de su cuerpo, se reanimó, bloqueó de su memoria el recuerdo de su familia gozando de su dolor y buscó un escudo. Algo con qué defenderse. Entonces…
… sus emociones se congelaron. El miedo y cualquier otro sentimiento se desvaneció.
La sonrisa cubrió el profundo choque.
¿Por qué sonríes niño?.-
?.-
Pero qué-?-
El hombre se detuvo bruscamente, consternado. Se llevó una mano a su oído y escuchó atentamente.
Nada.
Sólo una sonrisa.
¿Quién eres tú?-
Souhiro Seta, señor .-
¿Seta?... ¿El Tenken de Shishio?.-
Sip.-
La lanza se movió violentamente hasta su cuello. Souhiro no se perturbó. Seguía con su sonrisa y lo veía con los celestiales ojos azules. Celestiales y vacíos.
¿Dónde está Makoto Shishio?.- Preguntó en voz alta y despiadada, casi en un grito.- ¿DÓNDE?.-
Shishio-san dijo que me esperaría. Que siguiera en línea recta de los establos hasta encontrar un río.-
Perfecto.-
Al acto tomó al niño con el extremo redondo de su lanza y lo cargó en su espalda.
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Souhiro rió divertido, pensando que debía parecer ropa sucia colgado de esa manera. Miraba el cielo nocturno mientras encogía las piernas, procuraba moverlas para que no se le pegaran al hakama, ya que estaba bañado en sangre ajena.
Señor… ¿no tiene hambre¿Trae algo de comer?.-
No recibió respuesta.
Desprovisto de toda dulzura y amabilidad, el rostro de su captor era de rasgos afilados, poco cuidados. El cabello negro, bien recortado, caía más debajo de los hombros y era sujeto en una delgada coleta, con tal fuerza que no dejaba escapar ningún filamento. Los ojos desaparecían tras un pedazo de tela azul que servía como venda.
Su captor era ciego.
- …Señor… .- Volvió a llamar Souhiro.
El hombre lo ignoró. No tenía tiempo para niños. Lo llevaba para asegurarse de que decía la verdad, y si no lo hacía disfrutaría al atormentarlo.
Normalmente sabía quién mentía, se lo decía el ritmo cardiaco o el temblor del cuerpo. Pero el niño reaccionó de una forma extraña. Cuando lo atacó su cuerpo se convirtió en una máquina de sonidos violentos, todos nítidos y fuertes, como los engranajes a los que les hace falta aceite. Sonidos de terror puro, verdaderamente hermosos. Sin embargo los sonidos callaron de golpe, él sintió estrellarse contra un muro de piedra, incluso llegó a pensar que el niño había muerto de un paro cardiaco. Desconcertado buscó en el silencio, los latidos calmados del corazón le hicieron ver que aún vivía¿se había desmayado? Los músculos del rostro movidos en una apacible sonrisa le dijeron que no. Había algo maléfico en ese brusco cambio de emociones.
- …Señor… .- Continuó Souhiro.
Aquello no importaba demasiado. O por lo menos no importaba tanto como encontrar a Shishio Makoto, el asesino culpable de su ceguera.
Él, un fiel seguidor del shogun Tokugawa había perdido miserablemente ante un realista Meiji. De la misma forma había caído el Shogunato ante la Restauración.
Claro, ahora lo que menos le importaba era la política. Todos sus esfuerzos estaban volcados hacia una sólo cosa: VENGANZA. Tokugawa no importaba. Meiji no importaba. Sólo importaba matar a Shishio.
Recordaba perfectamente el momento de su derrota. La agitación en el castillo del Shogun para quien trabajaba. EL nerviosismo en los soldados y samurais encargados de la defensa del lugar. Habían llegado rumores de que Hitokiri17 Battousai llegaría esa noche. Hitokiri Battousai era ya una leyenda, el asesino más despiadado y mortal de los Ishin Shinshi, su sólo nombre inspiraba temor. A él no, por supuesto, era el más fuerte del castillo y confiaba plenamente en su habilidad.
Pero esa noche no llegó Battousai. Llegó su sombra. Un Hitokiri clandestino mucho más peligroso que Battousai porque no compartía sus nobles ideales. La sombra del Hitokiri se llamaba Shishio Makoto. Esto lo supo un año después, torturando a un cabecilla del Ishin Shinshi.
En la noche lo vio acercarse a gran velocidad. Él se preparó para atacar pero antes de poder hacer algún movimiento el hitokiri cortó sus ojos de un solo tajo, la herida se extendió desde la cien derecha hasta la parte superior de su oído izquierdo. El hombre gritó y se arrodilló, doblándose por el dolor. Se llevó las manos a los ojos, la sangre bañaba su rostro y podía sentir la carne expuesta a través de la herida. La sombra se detuvo a su lado y murmuró: "Basura. No mereces ni que te mate".
- …Señor… ¿Me está escuchando?- Insistió Souhiro.
Después de eso nadie quiso volver a contratar sus servicios. Era ciego e inútil. El Shogunato lo abandonó a su suerte, ya tenía demasiado problemas con los realistas.
Decepcionado se abandonó a la muerte. Fue en ese momento crítico cuando desarrolló su más preciado don: un súper oído. El mundo perdió formas y pasó a convertirse en una masa de sonidos. Él escucha todo: el caer de la lluvia o de una piedra lejana, el movimiento de las hojas o las plantas, el caminar de los insectos, el correr del agua en los arroyos o el mar, los latidos del corazón de las criaturas, la tensión de todos y cada uno de los músculos, la fricción de los huesos…
Un fabuloso don que él aprovechó al máximo. Días tras días durante tras años entrenó arduamente. A pesar de su inherente cobardía en el temor y salvajismo en la ira, se preparó para la venganza.
- Señor… .-
- Una palabra más y te cortaré la lengua y te colgaré con ella.-
Souhiro no tuvo otra opción que chupar su pulgar, para engañar el hambre y tratar de olvidar los cocidos de carne con arroz frito.
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Una peculiar neblina se apoderó del cielo nocturno. Las estrellas se veían como pedazos de hierro enmohecido. Los árboles aún estaban cubiertos por follaje, pero permanecían rígidos por el frío.
Shishio amarraba el caballo a un árbol cercano al arroyo. Se volvió hacia Yumi, quien se sentaba cerca de otro árbol, apoyando la espalda contra él.
- Estas muy callada.-
- Sólo pienso en lo que he dejado.- Ella lo observó y sonrió.- No se preocupe, una melancolía momentánea.- Volvió su rostro al arroyo, mientras jugaba con el pasto a su pies, arrancándolo o sólo rozándolo levemente.
- ¿Deseabas despedirte?.- Preguntó él, sin poder desviar su mirada de los dedos delgados y delicados, y cuando éstos acariciaban el césped, se estremecía y miraba hacia otra parte, en tanto recorría su cuerpo una emoción única e indescriptible.
- Sólo de una persona.- Contestó ella, distraída.
- Escuché que habías muerto en la guerra Boshi.- La voz vino detrás de ellos, sorprendiéndolos ligeramente.- No quise creerlo, después de todo soy el único que puede matarte.- De entre la espesura del bosque apareció un hombre, cargando una lanza.
El hombre del vendaje le dedicó una mirada inquisitiva.
¿No te acuerdas de mí?-
Era obvio que no. La persona delante suyo parecía querer tomar venganza. Como hitokiri había lesionado y acabado con mucha gente: No podía recordarlos a todos. Sin embargo, hizo un movimiento como si en verdad supiera con quien hablaba.
Jamás me diste tu nombre.-
Al escuchar la voz de su mentor Souhiro quiso darse la vuelta. La posición en que el siego lo cargaba sólo le permitió verlo de reojo, parecía no haberse percatado de la presencia del niño. Estaba por llamarlo cuando el ciego lo interrumpió.
Cierto.- Dijo, con una sonrisa sarcástica.- Conoce el nombre de tu verdugo: Uonuma Usui.-
El nombre tampoco le dijo nada.
Si has venido por mi cabeza¿qué esperar para tomarla?.-
Devolverte esto.- Con un rápido movimiento Usui volteó la lanza y Souhiro fue a estrellarse con fuerza a los pies de su mentor.- Me parece que es tuyo.-
Hola Shishio-san.- Sou se sentó tomando su hombro, tapando la herida.
¿Qué esperar¡Desenvaina tu espada!.- Ordenó Usui alzando con la mano izquierda la venda azul que cubría sus ojos.
Shishio notó entonces la gruesa cicatriz que iba de la cien derecha a la izquierda, pasando por los párpados y el puente de la nariz. Los iris de un azul desvanecido, que daban la impresión de fundirse con el blanco, estaban fijos en él. Lo miraban unos ojos ciegos.
¿Qué esperas?.- Repitió Usui.- ¿O quieres que mate primero al niño y a la mujer?.-
Yumi se sobresaltó. Todavía permanecía recostada contra el árbol, pero no había dicho nada o emitido algún sonido. Casi hubiera podido jurar que se habían olvidado de su presencia y que ella no era más que un simple espectador.
Shishio llevó instintivamente la mano a su espada. Algo extraño sucedía. Si el hombre era ciego ¿cómo sabía cuántas personas estaban presentes¿Cómo pudo reconocerlo?
Je. Parece que ahora si me tomas en serio.-
Antes de recibir una contestación se abalanzó sobre él. La lanza poderosa y siempre precisa fue bloqueada cerca del pecho de su oponente, por el frío metal de una espada. El hombre del vendaje detuvo el ataque desenvainando sólo la mitad de la espada. Permaneció serio e inmutable sin moverse de su lugar.
Usui retrocedió cinco pasos, alzó la lanza en posición de combate, encarándolo sombríamente. Había cerrado los párpados como si ello le diera mayor concentración. Fueron tres años de arduo entrenamiento, su habilidad mejoró desde aquel fatídico primer encuentro y tenía técnicas nuevas: No podía perder.
Souhiro contemplaba a los contrincantes asombrado. Era la primera vez que veía a su mentor luchar contra alguien fuerte. En ese momento la sombra del temor que Usui había creado en él –y él había bloqueado- se desvaneció.
El ciego volvió a atacar, ahora con mayor rapidez y fuerza. Desató una lluvia de golpes de lanza sobre su oponente. Sin embargo, escuchó el chocar del hacer; la poca tensión de los músculos de un brazo vendado al bloquear los ataques; la pasmosa facilidad con la que su lanza se rindió ante la espada, terminando humillada e inclinada frente a él, a pesar de seguir sosteniéndola en las manos. Su mente se negó a aceptar lo que sucedía. No quiso ver la verdad, que todo su entrenamiento, todo su esfuerzo fue en vano. Mientras la desesperación, el miedo y el odio lo dominaban, su cerebro había tejido redes que ocultaban la verdad, porque ocultarla era mejor que aceptarla.
Shishio no era más fuerte que él.
No podía perder.
Su entrenamiento sí había funcionado.
El cielo era una tapa de niebla inmóvil y en todas partes se aspiraba el olor puro y estéril de un amanecer invernal.
Eres fuerte.- Dijo de pronto Shishio. Sus ojos rojos resplandecían en la semioscuridad y había algo diabólico en ello.- Fuerte para ser ciego. Deberías trabajar para mí.-
Usui apretó los dientes con cólera frente a lo que consideró una burla.
¿Trabajar para ti¡Idioteces¡Si sólo vivo para matarte!.-
¿De verdad? Que halagador.- Guardó la espada en su vaina.- Estoy formando una organización o resistencia contra el gobierno. Necesito gente fuerte a mi lado¿te interesaría unirte?-
¡POR SUPUESTO QUE NO! .-
¿Y si te ofrezco el poder sobre la vida y la muerte?.-
¿Qué quieres decir?.-
Recibirías las órdenes junto con los demás, pero serías libre de elegir si cumplirlas o no. Es decir, serías libre de decidir a quién matar y cuándo hacerlo.-
Usui frunció el ceño. La cólera lentamente comenzó a dejarlo.
¿De qué te serviría tener a alguien que decida cumplir o no tus órdenes?.-
Souhiro.- Llamó Shishio sin dejar de mirar al ciego.
Sí, Shishio-san?-
¿De quién es la sangre que te cubre?-
De las personas del Okiya.-
Yumi cubrió su boca con su man, ahogando un grito silencioso. ¿Las personas de su Okiya¿Estaban… muertas?
Parece.- Dijo el hombre del vendaje.- que te gusta el asesinato. La masacre de los débiles y desarmados. Torturar a niños y mujeres. Podrías seguir haciendo eso, pero en lugar de estar representando tu propio poder, me estarías representando a mi también.-
El ciego permaneció en silencio y después dijo: "No. Debo matarte y vengarme de lo que me hiciste".
De acuerdo. Si trabajaras para mi podrías saber dónde estoy todo el tiempo. Podrías atacarme en cualquier momento. Podrías encontrarme un día con la guardia baja y obtener tu venganza.-
Dices… ¿Unirme a ti bajo la condición de matarte en cualquier momento¿De matar a quien yo quiera sin rendirle cuentas a nadie?.-
Si.-
Tu serías mi verdadero objetivo, sin importar las órdenes… .-
Ni Souhiro, ni Yumi se dieron cuenta que el ciego había caído en un cruel juego. Ni el mismo Usui pareció notar las intención tras la proposición.
El hombre del vendaje no sólo había descubierto la verdad tras la técnica de su enemigo (basada en su agudo sentido del oído) sino que había visto a través de su enemigo; su resentimiento, su dio, su temor. Los años como Hitokiri le enseñaron a leer a las personas y anticipar sus movimientos.
Dónde te encontraré?-
En el Monte Hiei, en Kyoto.-
En tres meses iré a buscarte y te daré mi respuesta.- Dicho esto Usui le dio la espalda y se perdió entre la espesura del bosque.
La claridad de la mañana despejó las sombras brumosas. Una mañana de aliento gélido los abrazó.
Shishio-san.-Llamó Souhiro y preguntó, con naturalidad y toda la inocencia de sus ocho años: "¿Por qué lo dejó ir si era más fácil matarlo?".
El hombre del vendaje sonrió: "¿Para qué matarlo si puedo explotar en mi beneficio su estupidez?".
CONTINUARÁ...
CAP. SIGUIENTE: "La Naturaleza de un asesino"
17.- Asesino, o en la traducción latinoamericana: "Destajador".
NOTA DEL AUTOR: Bueno, prácticamente un capítulo dedicado a Usui XDme sorprendió lo extenso que salió
A TODOS: Gracias por sus reviewsy sus correos! y para los que se preguntan hasta donde voy a escribir la historia les diré que tengo pensado hacerlo hasta que el Juppon Gatana esté completo ;)
Me llama la ateción que a muchos les gustó la forma de ser de Yumi O.o eso porque he conocido mucha gente que le disgusta el personaje Xx
A LAU: Primeramente, gracias por tus comentarios. Debo decirte que me quedé pensando durante mucho timepo en la solucion que me proposiste sobre el oficio de Yumi, le daba vueltas y vueltas y no podía acomodarlo con la historia XX. Después no sé... en un chispaso se me ocurrió lo del cap. 9 XD y lo acomodé de tal forma ke sonara un poco lógico.
A MXDUNGEN: Wow! has captado justo lo que kería espreser de Yumi, una mujer "muy apasionada se deja llevar por sus sentimientos".
Atte:
Darkness
