Disclaimer: Rurouni Kenshin pertenece a Nobuhiro Watsuki, todos los derechos reservados a su autor. Este fic fue creado con fines de entretenimiento y no de lucro.
"La Geisha y el Hitokiri"
Capítulo 2
Advertencia: Esta historia está clasificada "R" por un motivo. Si no tienes la edad o la madurez suficiente, no la leas…
Saíto, el Lobo de Mibú, posó esos extraños ojos rasgados en la jovencita que estaba inconsciente sobre el suelo. La verdad era que ella merecía morir por ser una de las cortesanas de los Ishin Shishi pero no se animaba a hacerlo. Tal vez era el valor que había visto en su mirada la noche que las atacaron o quizás había sido el hecho que la jovencita había levantado su bokken contra él.
FLASHBACK…
Los Shishen llegaron sin previo aviso, derribando el portón de la entrada y rasgando en dos la puerta de la casa. Los pasos de los hombres despertaron a las geishas pero no tuvieron tiempo de escapar al filo de las espadas que empezaron a caer sobre ellas. Kaoru despertó al escuchar los primeros gritos y corrió a su puerta para atisbar.
"¡Huye Kaoru!" – le gritó una de ellas.
Gotas de sangre salpicaron el rostro de ella al ser la geisha destajada. Kaoru se quedó inmóvil, demasiado atónita para reaccionar…sólo estaba conciente del olor metálico que la envolvía al igual que la tibieza de la sangre sobre su piel.
"¡Sigues tu!"
La malicia en esa voz la hizo levantar el rostro para encontrase con unos ojos pardos como los de un gato y una sonrisa llena de desprecio. La espada del guerrero cortó el aire y el instinto de sobrevivencia de Kaoru entró en acción. Saíto la vio desaparecer ante sus ojos y cerrar la puerta para que su espada se clavara en ella.
"Estúpida ingenua" – dijo entrando al cuarto – "¿Acaso crees que podrás defenderte con ese pedazo de bambú?"
"No dejaré que me mate si es eso lo que me está preguntando" – dijo encarándolo con un bokken entre las manos.
"Interesante…una cortesana que sabe defenderse".
"No soy una cortesana"
"Si no lo eres¿qué haces aquí?"
"Soy huérfana y aquí me recogieron".
"¿Me dices que no conoces los placeres de la carne?" – preguntó tomando un paso hacia ella – "¿Intentas decirme que no has sido mancillada?"
Instintivamente, Kaoru retrocedió mientras sus mejillas se ruborizaban. Saíto entrecerró los ojos al ver su reacción y levantó su espada hacia ella. Kaoru se puso en posición de defensa, lista para enfrentarse a él cuando unos gritos horrorizados llegaron a sus oídos.
"Esas son tus compañeras. Esa perras están teniendo la muerte que se merecen" – dijo con saña.
"No eran perras…simplemente hacían lo que debían para sobrevivir" – le contestó con ojos llenos de lágrimas.
"¿Acaso no lo hacías tu?" – con esa frase, Saíto se lanzó hacia ella.
Ella se esperaba ese ataque y él esperaba que ella reaccionara. Lo que no se esperaba era que ella fuera tan atlética y diera dos vueltas en el aire, de espaldas, para caer lejos de él. El Lobo de Mibú la miró verdaderamente divertido.
"Interesante…" – susurró.
El siguiente ataque de Saíto venía con furia y Kaoru decidió correr pero no antes de lanzar los objetos de su cómoda hacia él. Salió del cuarto y corrió por los pasillos para dirigirse hacia el patio. Un guerrero apareció frente a ella y ella lo golpeó con el bokken en el vientre.
"¡Deténganla!" – gritó el herido a sus compañeros.
"¡No, ella es mía!" – dijo Saíto siguiendo a su presa.
Kaoru saltó el muro del patio y cayó al bosque. Su corazón latía aceleradamente mientras intentaba salvarse. Los pasos de Saíto tras ella le confirmaron que no estaba a salvo.
"Es inútil que corras, niña. Nadie se escapa de mi… ¿no sabes que soy el mejor espadachín del Japón?"
"No eres Battousai" – espetó Kaoru.
La mención del nombre de su mortal enemigo fue suficiente para que el Lobo apresurara su carrera y se lanzara sobre ella. Kaoru dio un grito al sentir el peso del hombre sobre ella y lo pateó con fuerza para alejarlo. Los ojos de Saíto se agrandaron por la sorpresa pero más era su rabia y la tomó del tobillo para derribarla. Ella cayó de bruces al suelo mientras Saíto se incorporaba y clavaba la punta de su espada en la espalda de Kaoru.
"Date la vuelta" – le ordenó.
Ella obedeció sin chistar.
"¿Dijiste Battousai¿Acaso lo conoces?"
"¡No!"
"¡Responde, niña tonta¿Lo has visto?"
"¡No!"
Saíto sabía que le mentía y sin ninguna consideración, la tomó por el frente de su gi y la levantó en el aire.
"¡Dime la verdad¿Quién es Battousai? "
"¡No lo sé!"
"¡Mientes¡Apuesto a que eres su amante!"
Kaoru le escupió en la cara. No estaba segura porqué lo había hecho pero lo hizo. Los ojos del Lobo de Mibú se entrecerraron aun más dándole una apariencia más siniestra y la arrojó contra un árbol. Un ruido seco se produjo cuando el cuerpo de Kaoru golpeó el tronco y un gemido de dolor se escapó de sus labios. El caminó hacia ella que respiraba agitadamente en el suelo, inmóvil.
"¡Dime lo que sabes¿Dónde est�?"
"¡No…lo…sé!" – jadeó.
"¡Habla!" – dijo pateando sus costillas.
Kaoru perdió la conciencia ante el ataque del hombre. Saíto la miró lleno de furia y la tomó por el cuello para ahorcarla.
"¿Quién es ella?" – preguntó una voz masculina tras él.
"Una de las cortesanas".
"¿Se te escapó?"
Saíto le dio una mirada de muerte.
"A mi, nadie se me escapa. Sólo estaba jugando con ella".
"Termina ya con ella".
"No" – dijo pensándolo mejor – "Conoce al Battousai…tal vez pueda darnos información".
"O la obligaremos…"
"O la obligaremos" – dijo Saíto soltándola – "Levántala y tráela de regreso".
"¿Yo?"
"¿Algún problema?" – lo volvió a mirar con furia.
"No, Saíto-san" – dijo echando a la muchacha por encima de su hombro.
"De una o de otra manera, la haré hablar" – se prometió Saíto.
FIN DEL FLASHBACK…
"Es bonita" – se dijo Saíto mirándola – "y muy joven. Probablemente sería más bonita si no estuviera tan golpeada".
Kaoru estaba muy maltrecha. Llevaba días sin comer y sin beber agua, encerrada en una bodega tras el cuartel de los Shishen Gumi. Saíto intentaba doblegarla para que le revelara cualquier cosa respecto al Hitokiri, su aspecto, su edad, se escondite – cualquier tipo de información sería valiosa pero ella se negaba a cooperar. Saíto estaba al límite de su paciencia y estaba considerando medidas extremas con ella.
El quejido de Kaoru llamó su atención y la miró. Ella se estaba despertando y se quejaba mientras intentaba incorporarse. Saíto se acuclilló junto a ella.
"¿Por qué no haces las cosas más fáciles, niña? Dinos lo que sabes".
"Ya le dije… ¡QUE NO SE NADA¿Acaso es sordo?" – masculló.
"No te creo".
"Ese es problema suyo" – dijo llevándose las manos hacia las costillas.
"No, ese es problema tuyo" – dijo tomando el frente de su gi entre sus manos para rasgar la tela.
Ella gimió asustada cuando Saíto apartó la tela que cubría su pecho. El miró con desagrado los vendajes que cubrían sus senos.
"Eres muy necia…demasiado para tu propio bien".
"No me toque…"
"Me estás obligando a tratarte como lo que eres…una mujerzuela" – dijo halando las cintas de los vendajes.
"¡No!" – gritó ella.
Saíto se abalanzó sobre ella para cubrirla con su cuerpo.
"¡Dime lo que sabes!"
"¡No sé nada!"
"¡Mientes!" – dijo tomando su rostro entre sus manos – "¿Cuál es su nombre?"
"¡No lo sé!"
"¿Cuál es su apariencia?"
Kaoru sintió la mano de Saíto deslizarse dentro de su hakama.
"¡Ojos¡Ojos dorados!" – gritó llena de asco.
"¿Te das cuenta? Sabes más de lo que dices".
Un carraspeo tras él lo hizo detenerse en su asalto.
"¿Qué sucede?"
"Saíto-san…tenemos noticias que los Ishin Shishi se están reuniendo en el bosque".
"¿En el bosque?" – repitió poniéndose en pie.
"Hai".
"Regresaré a terminar lo empezado, niña" – dijo amenazando a Kaoru antes de abandonar la habitación.
Ella se encogió en un ovillo al escucharlo cerrar la puerta y se echó a llorar. Los recuerdos de su noche con Battousai la hicieron estremecer. Aún podía sentir sus manos recorriendo su cuerpo, podía sentir sus besos, escuchaba su voz susurrando palabras a su oído pero sobretodo podía ver sus ojos.
"Tal vez deba decirle que se llama Kenshin" – pensó angustiada – "tal vez así me deje ir".
Kaoru empezó a sollozar…sabía que hablara o no de Battousai, ella iba a morir a manos de Saíto.
Los hombres corrían con rapidez hacia el bosque buscando internarse y ocultarse entre el bambú. Saíto iba a la cabecera, su instinto animal guiándolo hacia el probable sitio de reunión. Sonrió complacido al darse cuenta que no se había equivocado ya que frente a él estaba una cabaña vetusta iluminada por lámparas. Hizo un gesto con la mano y todos se detuvieron junto a él para recibir las instrucciones de ataque. Ni bien había terminado de impartir las instrucciones cuando una ráfaga de viento pasó junto a él…antes de percatarse que unos de sus hombres caían al suelo cercenado. El Lobo de Mibú entrecerró los ojos y ordenó a sus hombres atacar.
Gritos de dolor rompieron el silencio de la noche mientras ambos bandos perdían a sus guerreros. Saíto giró sobre sus talones…podía sentir un ki muy fuerte a sus espaldas y se encontró con una mirada furiosa. Ambos levantaron sus espadas alistándose para el combate.
"Battousai" – murmuró simple y llanamente.
"Así que tu eres el que anda asesinando mujeres indefensas…"
"Mujeres, no. Mujerzuelas".
"No todas son mujerzuelas" – dijo con ojos brillantes.
Algo en su tono de voz, una emoción casi imperceptible, suscitó la curiosidad de Saíto.
"¿Te refieres acaso a una jovencita de ojos azules?"
Battousai había sido entrenado para no sentir emociones pero no pudo evitar sentirse aludido al escucharlo hablar de quien él buscaba.
"¿Era tu mujer, Battousai?"
"Yo no tengo una mujer".
"Hubiera pensado lo contrario" – lo miró burlón – "tu ki se agitó al hablar de ella".
El Hitokiri escupió en el suelo y adoptó una pose de combate.
"Prepárate a morir, Lobo de Mibú".
"Así que me conoces. ¿Sabes? Tu mujer también me conoció".
Los ojos del Hitokiri lo miraron furiosos y se lanzó contra él. Saíto levantó su espada y lo contuvo sin mucho esfuerzo.
"Te han afectado mis palabras" – dijo burlonamente – "así no puedes combatir".
"¿Qué hiciste con ella?"
"Pensaba quedármela como mujer pero ahora que sé que es tuya, creo que mejor la asesinaré".
"Mejor te asesinaré yo" – le contestó Battousai – "y ella volverá a mi".
Saíto lo empujó con la ayuda de su espada y dio dos pasos para atrás, listo para enfrentarlo.
Kaoru levantó la mirada al escuchar un estruendo tras la puerta. El golpe se volvió a repetir y la puerta explotó frente a ella. Llena de temor, logró incorporarse y recostarse contra la pared. Una sombra entró en la bodega y se apresuró a rebuscar entre las cajas.
"¿Quién eres?" – preguntó Kaoru.
"¡Ah!" – el intruso dio un salto – "¿Quién está ahí?"
"Kaoru¿Quién eres tu?"
"Eso no te importa" – dijo mirando a la chica.
"¡Eres un ladrón!" – exclamó Kaoru.
"¡Cállate, niña¿No sabes que es descortés catalogar a las personas?"
"Por tu vestimenta veo que no eres de los Shishen Gumi y por la manera que entraste, veo que no eres demasiado inteligente, tampoco".
"¡Oye, que grosera eres! Al menos no es a mi a quien tienen prisionero" – dijo abriendo un baúl.
"Te matarán igual cuando te encuentren aquí" – dijo intentando incorporarse.
Cada movimiento de Kaoru resultaba en un esfuerzo tan grande que no podía contener los gemidos. El hombre seguía ocupado en sus asuntos y ella al ver que él ni se inmutaba, le lanzó un objeto contundente a la cabeza.
"¡Ay!" – gritó llevándose las manos a la frente – "�¿Qué rayos te ocurre!"
"Un poco de ayuda¿no?"
"Lo siento, niña…cada persona a lo suyo".
"Te…ruego…que me ayudes" – dijo acercándose a paso lento hacia él.
"¿Qué gano con ayudarte?" – dijo mirándola de medio lado.
"Te cocinaré la cena más rica de toda tu vida".
"¿Crees que eso me convence?"
"Te lo…ruego…Saíto regresará y me asesinará".
"¿Eres revolucionaria?"
"No y ¿tu?"
"¿Yo? Yo tengo mis propios intereses".
"Por lo visto los ajenos" – dijo Kaoru mirando como se guardaba unos objetos en los bolsillos.
"¿Quieres que te ayude o no?" – dijo mirándola.
"¿Lo harás?"
El recorrió su figura maltrecha con los ojos y afirmó con la cabeza. Kaoru le dio la sonrisa más grande de su vida.
"¡Gracias! Ahora¡Vámonos de prisa!" – halándolo de la manga.
"Tranquila, niña" – dijo soltándose – "así no podrás avanzar ni una cuadra".
Acto seguido la levantó por el aire para arrojarla sobre su hombro. Kaoru lo golpeó con los puños en la espalda.
"¡No soy un costal de patatas!"
"Pero sí eres muy rezongona" – dijo saliendo de la bodega.
La cabeza de Kaoru bamboleaba con cada paso del hombre. Una vez afuera y a la luz de la luna pudo ver un símbolo dibujado a la espalda del gi.
"¿Malo¿Eres malo?"
"¡Malísimo y no quieres que te lo demuestre!" – dijo caminando por las calles desiertas de la ciudad.
"¿Cómo te llamas, señor malo?"
"Sagara Sanosuke".
La batalla continuaba en el bosque…pocos hombres continuaban de pie y entre ellos, Saíto. Eran los únicos que no tenían heridas de consideración. Los dos se detuvieron jadeantes y se miraron con rabia.
"Ríndete Battousai".
"Mejor hazlo tu".
"Eres demasiado joven para ser mi contrincante. Tienes que saber que acabaré contigo, tarde o temprano".
Battousai se lanzó contra él y Saíto lo enfrentó con una sonrisa. Espadas blandían por todos lados, el sonido de metal contra metal era agudo…y repentinamente un pedazo de acero voló por los aires para clavarse en el tronco de un árbol. Saíto se quedó estupefacto al notar que su espada había sido quebrada y apenas pudo reaccionar al ver que Battousai se lanzaba contra él. La espada del joven se clavó en el costado de Saíto con saña. Acostumbrado a tales heridas, Saíto ni gimió y lanzó su puño contra el rostro del Hitokiri. El pelirrojo sintió el sabor a sangre en su boca pero se lanzó contra su enemigo.
Un grito ahogado se escuchó al clavarse la espada de Battousai en su enemigo…pero no era Saíto a quien había herido. Uno de los compañeros de Saíto, el más joven, se había interpuesto al verlo en peligro. Los ojos del Lobo de Mibú se agrandaron sorprendidos al ver al herido y de inmediato se apresuró a socorrerlo.
"Veo que te ha afectado" – se burló el Hitokiri.
"Pagarás por esto, Battousai" – dijo entre dientes.
El jovencito soltó un quejido y Battousai contempló la posibilidad de matarlos a ambos pero se detuvo al recordar algo de mayor interés.
"¿Por qué no me dices donde está mi mujer?"
"¿Cuál de todas las mujerzuelas?" – preguntó Saíto levantando al joven.
"La jovencita de ojos azules".
"Búscala tras nuestra casa y a ver si la encuentras…viva. Espero que tu y ella se pudran".
"Agradecerle a él que no acabé contigo" – dijo Battousai limpiando la sangre de su espada –"Haz que lo atiendan pronto".
"Nos volveremos a ver, Battousai y entonces acabaré contigo".
"Esperaré ese día…" – dijo alejándose entre la espesura del bosque.
Sanosuke entró a una casa semi abandonada en las afueras del pueblo y dejó caer a Kaoru sin consideraciones sobre la colchoneta de su cuarto. La jovencita dejó escapar un grito de dolor y le dio un puntapié.
"¿Y eso por qué fue?" – preguntó muy ofendido.
"¡Eres un desconsiderado¿Cómo pudiste dejarme caer de esa manera?" – dijo llevándose las manos hacia las costillas.
"¡Olvidé lo lastimada que estás!" – se excusó – "¿Te duelen tus costillas?"
"Creo que tengo alguna rota"- dijo mordiéndose los labios.
"¿Me dejarás revisarte?"
"¿Acaso tienes entrenamiento medico?" – preguntó llena de desconfianza.
"Soy un luchador, Kaoru y sé atender huesos rotos…espero que no creas que tengo intenciones de mirarte, eres demasiado flaca para mi gusto".
"Me alegro" – dijo frunciendo – "Y no soy flaca, soy atlética".
"Como tu digas. ¿Me dejarás revisarte?"
Kaoru asintió y le dio la espalda para deslizar el gi de sus hombros. Las manos de Sanosuke palparon sus costillas haciendo que ella gritara.
"Una de ellas está rota, Kaoru. Vamos a tener que ajustar estos vendajes".
"Hazlo entonces" – dijo apenada.
Con el rostro ardiendo, Kaoru veía como las enormes manos de Sano desenvolvían las cintas alrededor de su pecho. Cualquiera pensaría que un hombre tan alto y con manos tan grandes sería torpe pero Kaoru se sorprendió al notar lo delicadas y precisas que podían ser.
A medida que Sano iba descubriendo su piel no pudo evitar horrorizarse al ver los terribles verdugones que ella tenía a su espalda. Era obvio que Kaoru había sido tratada con rudeza extrema y al parecer era una muchachita muy fuerte porque a pesar de eso, se mantenía alerta. Empezó a rodearla nuevamente con los vendajes, ajustándolos a medida que la envolvía, y ella no soltó ni un quejido, tan sólo apretaba los puños.
"Ya está" – dijo Sanosuke.
"Gracias" – dijo tomando una bocanada de aire.
"Descansa un poco, Kaoru. Puedes acostarte en el futon".
"¿Y tu?"
"Saldré un rato pero no te preocupes que estarás a salvo aquí".
"Gracias" – dijo recostándose en la colchoneta.
Sano esperó a que ella se durmiera antes de salir de la casucha.
Battousai llegó al refugio de los Shishen Gumi que estaba desolado. Buscó por toda la casa antes de percatarse que en la parte de atrás había una bodega. Saltó por la ventana y cayó con la gracia de una gacela sobre sus dos pies y corrió hacia allá. El pelirrojo frunció el semblante al notar la puerta destruida y entró. Sus ojos dorados recorrieron la habitación y se percató en una cinta que descansaba en la esquina. Se inclinó para recogerla entres sus dedos y de inmediato sintió el perfume a jazmín…al igual que las manchas de sangre sobre el suelo.
"Estuviste aquí" – murmuró.
Sus dedos tocaron las gotas secas de sangre como si quisiera impregnarse de algo de ella. Su corazón se encogió al preguntarse donde podría estar la joven en la cual no dejaba de pensar. No pudo evitar pensar que los Shishen Gumi la hubieran matado ya y despojado de su cuerpo en las cloacas.
"Ni siquiera sé tu nombre".
Las campanas de incendio empezaron a repicar y Battousai se puso en alerta. Empezaron a escucharse gritos y pisadas de personas que corrían. Una antorcha fue arrojada hacia el refugio de los Shishen Gumi y esta empezó a encenderse. El hombre salió por el portón y se asombró de ver al pueblo en llamas.
"¡Kaoru¡Kaoru!"
Ella se incorporó al escuchar los gritos de Sanosuke y lo miró con ojos adormilados.
"¿Qué sucede?"
"¡Fuego¡El pueblo se está incendiando!"
"�¿Qué!"
"El fuego ya llegó aquí, Kaoru. Las casa de la cuadra anterior se han incendiado".
"¡No puede ser!"
"¡Salgamos de aquí¡Todo el pueblo está ardiendo!" – dijo tomándola por el brazo.
Ambos salieron de la casa para encontrarse con humo y aire caliente.
"¡Corre, niña, corre!" – dijo halándola de la mano.
"¿Quién pudo hacer esto?"
"Los patriotas o los del shogun… ¿Qué mas da? Ambos infelices están acabando con nosotros".
Decenas de personas corrían junto a Sano y uno de ellos tropezó con Kaoru, lanzándola al suelo. El luchador detuvo su carrera y la levantó en vilo para la sorpresa de la joven.
"Esta vez no te cargaré como un saco de patatas" – le dijo sonriendo.
"Gracias" – dijo ella conmovida, echándole los brazos al cuello.
Sanosuke corrió hasta dejarlos fuera de peligro.
El sol empezaba a pintar el cielo de color naranja por el horizonte. Los Ishin Shishi contemplaban el pueblo desde una colina.
"Esto fue obra de los Shishen Gumi" – dijo el jefe – "esos desgraciados han acabado con nuestro pueblo".
"Deberíamos vengarnos" – masculló Battousai para la sorpresa de todos.
"No hay tiempo para eso, Himura, partimos de inmediato hacia Kyoto".
"¿Kyoto?" – repitieron todos asombrados.
"Yo los alcanzaré" – dijo el Hitokiri – "hay algo que debo hacer".
"Lo único que debes hacer es obedecer mis ordenes, Himura".
Los ojos color ámbar se posaron con dureza en el rostro del jefe.
"Ni creas que me asustas, Himura. Tú vendrás con nosotros ahora mismo. Prometiste ayudarnos y necesitamos tu ayuda".
"No creo que entienda…"
"Ella está muerta, Himura" – dijo sorprendiéndolo – "yo mismo vi su cadáver".
El no demostró ninguna emoción y el jefe continuó.
"Vi su cabeza cercenada cerca de la cloacas al igual que la de las otras. Todas están muertas" – dio media vuelta sobre sus talones – "y nosotros debemos partir".
La caravana de hombres empezó a desfilar por el camino polvoriento. Himura no dijo ni una palabra pero se volvió a darle una última mirada al pueblo en cenizas.
"Adiós, flor de jazmín, siempre me acordaré de ti".
A poca distancia de ellos, Sanosuke y Kaoru despertaron gracias a los primeros rayos de sol. El muchacho alto levantó los brazos para estirarse y soltó un gruñido. Ella no pudo contenerse y le dio un manotón.
"¿Tienes que ser tan bullicioso? Estaba durmiendo".
"Gruñona" – le dijo Sano sentándose.
"¡Ruidoso!"
"Amargada".
"Ladrón".
"¡Oye! Si no fuera por este ladrón ya estarías muerta".
"Es cierto" – admitió Kaoru – "te debo mi vida, Sanosuke".
"Olvídalo" – dijo poniéndose en pie- "¿Cómo te sientes?"
"Mejor".
"¿Crees poder caminar?"
"Sí".
"¿Crees poder defenderte?"
"Si".
"Que bueno porque aquí es donde nos separamos" – dijo sacudiéndose el polvo.
"�¿Qué! No puedes hablar en serio".
"Muy en serio¿Por qué?"
"No puedes abandonarme ahora".
"¿Por qué no?"
"Porque me salvaste la vida dos veces… ¿no sabes que cuando le salvas a alguien la vida eres responsable por ellos…por siempre?"
"¡Ah, no¡Eso si que no!"
"¡Por favor!" – dijo Kaoru abrazándose a la pierna del hombre – "No quiero estar sola".
"¿No tienes familia?"
"Soy huérfana y ¿tu?"
"También lo soy pero…"
"¡Genial! Entonces podemos hacernos compañía" – dijo interrumpiéndolo.
"¡No! Yo ando solo".
"No te molestaré. Cocinaré y limpiaré, me ocuparé de todo".
"¡Deja de hacer planes, niña! No vas a venir conmigo".
"¿Por qué no? Soy buena compañía" – dijo mirándolo.
"No quiero andar con una niñita. Soy un luchador".
"¿Ah si? Apuesto que puedo derribarte en los próximos cinco segundos".
Sanosuke soltó una carcajada antes de mirarla.
"¿Eso crees?"
"Estoy segura. Hagamos un trato, si logro derribarte, me iré contigo. ¿Trato hecho?"
"Eso no sucederá".
"¿Tienes miedo?"
"No".
"Entonces acepta".
"¡Está bien!"
"¿Me das tu palabra?"
"La tienes" – dijo sonriendo.
Kaoru le sonrió y antes que él pudiera reaccionar, ella barrió con sus piernas. El hombre cayó de espaldas al suelo y la miró con los ojos muy abiertos.
"¡Te gané!"
"¡Eso es trampa!"
"No se vale".
"Tampoco dijiste que no se podía. Te derribé y gané la apuesta" – le sonrió – "¿Adonde iremos?"
"¡A ningún lado!"
"No seas mal perdedor, Sano" – se puso de pie y le tendió la mano – "¿Adonde vamos?"
"¡Eres imposible, Kaoru-chan!"
"Yo digo que vayamos a Kyoto".
"Mala idea, niña. Es mejor mantenernos lejos de ahí. Mejor vamos a Tokio".
"¿Vamos? Por lo que veo ya te convenciste" – le sonrió – "No eres tan malo como dice tu gi".
"Cállate antes que me arrepienta. ¿Cómo pude meterme en este lío? Esto me pasa por ponerme a rescatar niñas de los hombres malos" – empezó a mascullar mientras caminaban.
"Verás que la pasamos muy bien, Sanosuke" – dijo ella llena de felicidad al dejar su pasado atrás.
Notas de la autora:
¡Wow! Muchas gracias por sus reviews. Todas son muy pero muy amables. Espero hayan disfrutado de este capitulo…tal parece que Kaoru y Battousai no están listos para encontrarse…pero no se afanen que este fic no va a ser muy largo.
¡Ah! El chico que defiende a Saíto es ese muchacho que se ve en el anime que siempre anda a su lado. Es bajito, parece un jovencito y tiene el cabello rojizo (lo confundí con Kenshin alguna vez). (Justary me dijo que es Okita).
Por favor dejen un review y prometo actualizar muy pronto. Gracias.
