wow! reviews! o

Yugi Moto 2: hola, bueno..me dió gusto que haya sido de tu agrado..pues, yo misma no sé porqué hago que a Yami y a Yugi les vaya mal..-. Gracias por el review amiga!

Canuto-Frambueza: Gracias por el review, pues...en un principio, yo solo quería que este sea un one shot, pero en verdad: ¿le llegará la carta, entonces, por eso decidí continuarlo..hasta donde halle un buen final Por ahora los caps serán pequeños...no tengo mucho tiempo para escribirlos.

Shiroi Tsuki:wow..no creí que a alguien más le interesaría el final...pero, bien, ojalá te lo pueda mandar. Espero que te gusten los demás fics. gracias por el review

Holly Motto: Siento que el fic te haya dejado un nuedo en la garganta..pero, vamos a ver si pueden seguir las cosas adelante, y bien. Gracias!

Kaiba Shirou: gracias, sip...este capítulo es la continuación

Queen Latifa. faints si...alegría...por fin te veo!. Si, es triste que la persona que más quieres se vaya de tu vida...es decir, es muy doloroso, pero, veremos como van después. gracias por el review!

aaaahh...suspiro me siento muy rara respondiendo reviews XD

2do.

-Yugi, Yugi! despierta, qué haces aquí?

Poco a poco aquel chico que yacía en el suelo mojado, empezaba a despertar por los llamados de su abuelo. Dolorosamente sus ojos se abrieron. Pestañeaba una y otra vez para poder arreglar su visión. Ahí estaba aquel anciano de cabellos plateados con un rostro singularmente preocupado. -Hijo, qué te paso- preguntó angustiado mientras ayudaba a levantar a Yugi. El chico, por su parte, comenzó a sentir dolor en su cuerpo, causado por la dureza del piso, pero cuando quiso decir algo...no pudo. Sus esfuerzos de hablar fueron en vano, su voz estaba acabada y no podía respirar muy bien.

Después de algunos segundos, Salomon, su abuelo, estaba ya con él, arrimado en su cuerpo. -De verdad que te ves muy mal- el anciano acercó su mano a la frente de su nieto. Pronto se percató que le había subido la temperatura. -Cielos, estás hirviendo en fiebre, tienes que descansar- casi arrastrándose, con todas sus fuerzas, Salomon lo llevó hasta su cama. El verlo así, le traía a su mente muchas cosas...pero porqué lo encontró ahí?. Sería algo que talvez, después le preguntaría.

Varias horas pasaron, Yugi aún permanecía en cama. Su pecho subía y bajaba forzosamente, aquel tono sonrojado azotaba a sus mejillas, y sus manos se aferraban de las sábanas blancas.. El abuelo le había suministrado medicamentos, pero aún no hacían efecto. Cada quince minutos, Salomon salía de su tienda y subía hasta la habitación de su nieto para ver como estaba. Era una gran preocupación que Yugi estuviese enfermo de esa manera

-Cielos, Yugi, tendré que llamar a un doctor. Mientras tanto, mira este extraño paquete...parece que con tiene el doble que los demás. Tómalo sí?. Enseguida vendrá un doctor- Y sin más rodeos, el anciano bajó las gradas rápidamente, se dirigió a la tienda y viró el letrero que estaba colgado en el ventanal de la puerta. Este decía. Cerrado. Las personas que pasaban y que querían entrar, se desilusionaban, yéndose por otros caminos

En la habitación, el paquete de cartas había caído a un lado. Yugi estaba muy débil como para tomarlo en sus manos firmemente. Sin dar atención a esto, trató de cerrar sus ojos, buscando alivio, pero depronto, una voz estaba invadiendo el lugar. -Yugi, No dejes tus cartas así!. Te las regaló el abuelo?. talvez hayan unas muy poderosas para tu baraja- Aquella voz familiar le había llamado la atención. Con esfuerzo, y a pesar del mareo que estaba atravezando, abrió sus ojos. Era él...estaba sentado muy cerca. Su sonrisa...de nuevo verla...Su voz...de nuevo..escucharla. -Déjame que lo abra por tí- Dijo Yami mientras tomaba el paquete. -Ahí está, vino, regresó, regresó por mi!. Está aquí...- pensó alegremente Yugi, quien sonrió vagamente. A pesar de sus síntomas, miraba todos sus detalles...aquellos ojos camesí brillantes y decididos, aquellos rayos dorados que estaban en su cabellera...sus manos...el rompecabezas...parecía que el tiempo había retrocedido. -Qué pasa Yugi, porqué sonríes- Preguntó Yami acercándose aún más. -Es por las cartas- Dijo mientras se incorporaba y sacaba las cartas de la pequeña funda. Las pasaba de una mano a la otra...tal como lo solía hacer antes. -Mmm...hay unas cartas muy interesantes...te servirán en muchos duelos..- Aquellas palabras pasaban por la mente confundida de Yugi. No sabía si lo que pasaba era realidad o no..pero de alguna manera se sentía muy feliz. Así, decidió unir todas sus fuerzas para levantarse...o al menos sentarse y poder alcanzarlo. Sus brazos temblaban mientras se estaba levantando...sus ojos se fijaron intensamente en aquel Yami pensativo que estaba delante suyo...Después...alcanzó su objetivo. Sonrió orgulloso de su hazaña. Un poco más, y estaría tocando a Yami. Su mano temblorosa se acercó...Yami viró su cabeza para verlo seriamente...y, de un momento a otro..aquella estatua de aire..se desvaneció. Yugi tenía un nudo en la garganta. No sabía como explicarse aquello...pero ya no estaba. Su Yami no estaba ahí...solo fue un truco de su mente. En un grito desesperado salieron lágrimas, y su esfuerzo se vino abajo. Parecía que alguien se había llevado su alma..pero él estaba aún ahí. Cayó de espaldas en donde antes había estado. Su respiración estaba aún más agitada, y sus ojos se comenzaron a cerrar. El esfuerzo había sido mucho...

En el tiempo, en el espacio..hay muchas cosas desconocidas por el hombre, entre ellas...los tiempos antiguos de la tierra. Nadie sabe que aquello todavía sigue...en un lugar restringido para los simples mortales, en donde los grandes dioses de la sabiduría son adorados y los inmortales tienen ya su morada. Aquellos mundos son iguales al nuestro...y siguen evolucionando, así reciclando el universo.

-Señor, los hombres y las mujeres están sedientos. Qué hacemos, aún no llueve- dijo un sujeto vestido escasamente por algunas prendas. Su piel estaba muy bronceada, signo del ardiente sol que azotaba a las arenas de Egipto. -Denles de beber, no puedo dejar que mi pueblo muera de sed- Dijo el faraón, quien estaba sentado en su trono, esperando a que sus súbditos le dieran el informe de sus actividades. Se acercó otra persona -Señor, los sacerdotes ya están en los rituales.- y haciendo una reverencia, el anciano de piel dorada esperó a que el Faraón le diera su aprovación. -Muy bien- Respondió Yami. En su rostro se reflejaba la preocupación y angustia que sentía por su pueblo. -Es imposible...la lluvia no puede retrasarse tanto tiempo- Pensaba, mientras todos los súbditos se iban. El silencio reinaba en el lugar, salvo algunos ruidillos que el fuego emitía. Acercó sus manos a su frente y siguió el movimiento virando sus mechones rubios hacia atrás. Si todo seguía así...talvez les tocaría de irse a otro lugar, y ser parte de otro pueblo. Bajó su mirada...enfocando el blanco de la tela de sus vestimentas. -Por favor...solo una nube- y sin más, decidió abandonar el trono e ir a ver como estaba su pueblo..de cerca. Caminando, se dirigió a una pequeña apertura entre las paredes. Todos estaban cobijados bajo la sombra del palacio. Las madres cobiajaban a su hijos, protegiendolos del sol. Los guardias estaban repartiendo el agua a todos. No había confusión, ni desesperación. La gente estaba sentada esperando alguien se acercara. Tan solo unas cinco mujeres estaban paradas pidiendo algo para sus pequeños hijos. La arena estaba enfurecidamente caliente y el sol brillaba como nunca antes lo había hecho.

Adentro...casi todo era diferente. Las paredes lo cubrían todo, el lugar estaba oscuro, salvo a las llamas que estaban sujetas en alguno que otro lado. Se podía sentir un poco cálido con la temperatura de afuera. Los jeroglíficos adornaban todas las piedras, algunos dibujos, algunas historias. Era todo lo que podía ver el faraón. -Ahh...de nuevo a Egipto.., cómo estará Yugi?. me he comenzado a dar cuenta que no hay día que no piense en él...es tan inevitable- Los recuerdos venían a su mente...recordaba cuando Yugi compraba paquetes de cartas. A él le encantaba abrirlas primero, y aconsejarle, aquel chico a pesar de que supiera jugar muy bien, escucharía atentamente y lo contemplaría por mucho tiempo. Sus amigos...aquel rubio, el moreno y la castaña...siempre tan unidos. Siempre iban a todos los lugares, y con ellos él podría aprender muchas cosas del mundo moderno. El abuelo, cuya sabiduría era muy grande, un hombre de un alma invaluable y un inmenso corazón. Kaiba, un individuo inteligente y muy sentimental a pesar de lo que figuraba ser..pero...especialemente..Yugi...aquel paciente chico que arriesgaría su vida por él..

-Señor, Señor, pasa algo- de pronto, Yami salió de su pequeño mundo, para encontrarse con un esclavo a lado suyo. -Qué sucede- dijo sorprendido Yami. -Queremos que vaya afuera, urgente- Sin más dudas, el faraón corrió detrás de su esclavo. Los pasos de ambos sonaban por los pasillos, a veces, aquel fornido chico se adelantaría a su amo para abrir las pesadas puertas, y juntos podrían de nuevo empezar a correr. Los sonidos fueron cediendo y haciéndose más lentos...hasta que terminaron en unos 2 o 3 golpetazos que saludaban a la puerta principal, la cual se abría lentamente. El faraón vió a su pueblo felizmente sorprendido. Todos estaban en la arena de nuevo, los niños sonreían y jugaban mientras miraban al cielo. Las madres balanceaban a sus hijos y danzaban juntos -Nubes...-dijo el faraón anonadado, en voz muy baja. -Si, Señor, nubes...muy pronto comenzará a llover. Con su permiso- Yami movió lentamente su cabeza para que su esclavo se marchase. Un sonido estremeció todo el lugar...acompañado de un fuerte golpeteo de pequeñas gotas que comenzaban a caer...estaba lloviendo...por fin. Toda la gente festejaba frente del palacio, incluso los guardias iban a pararse en medio de la lluvia para refrescarse. Yami, por su parte se acercó un poco, pero eso no bastaba. Quería estar feliz...como los demás. Entonces, sin importarle sus trajes ni su cargo de dignidad, salió del palacio y se situó en donde había ya lluvia. Su rostro se dirigió hacia arriba. Por un momento, quedó hipnotizado al ver como las gotas caían de entre las grandes nubes. -Parece que caen desde muy alto.. no caen desde las nubes- Toda su vestimenta ya estaba mojada..y su cabello también, pero eso no era de importancia. -A Yugi no le gustaban las tormentas..- Dicho esto en su mente, juntó sus manos y esperó a que estas se llenaran de agua. Cuando se había formado el pequeño océano, lo acercó hasta su rostro. Ahí estaba él...el faraón del antiguo Egipto. Con su mente modificó algunas características...y pudo ver inmediatamente el rostro de Yugi. Pensó que todo era una vana ilusión, así que, lentamente cerró sus manos. El agua se rebotaba y finalmente ya no quedó nada. Decidió frotarse las manos antes de entrar al palacio a cambiarse, pero..había algo estraño...un sonido muy familiar, lo que le alertó para dirigirse a un refugio. Caminó de nuevo, vuelta a donde había estado antes. Abrió sus manos, sus ojos estaban brillando con nerviosismo. Qué era eso que le había causado sensación?. Era papel...pero, no era cualquier papel...no era papiro, ni cosas antiguas. Eso era algo moderno que había visto cuando estuvo en el siglo XXI. Lo desdobló con delicadeza, y dirigiéndose a sus aponsentos, empezó a leerlo. Se sorprendió mucho cuando reconoció la caligrafía. Una sonrisa atravezaba su rostro, su corazón latía muy rápido. Podía apostar que sus manos temblaban...Sus ojos comenzaron a seguir fielmente el camino de las letras..

Yami:

No te he visto hace mucho tiempo...Espero que estés bien, en donde realmente perteneces. A veces, miro al cielo y me pregunto dónde estarás. Yo estoy estable, aún tu partida me afecta. Puedo decir que tengo aquello pasando como una película en mi cabeza, aquella puerta abriéndose...y todo cayendo en pedazos. Tú sabes que fue muy triste, pero al menos me alegra un poco que puedas saber quien eres, y volver a tu vida. Por el momento, me siento confuso. Hay muchas cosas que están alrededor y que no entiendo...aquellas cosas de las que tú te encargabas..

Ishizu sigue dirigiendo su museo. Mis amigos están bien, aunque Tea también está un poco triste por tu partida. El abuelo también sigue en la tienda, y las cartas del juego de monstruos siguen vendiéndose. Todos quieren tener una baraja. oh..me olvidaba...Seto Kaiba aún dirige su compañía, y ha cambiado un poco. Mokuba está muy feliz porque su hermano le dedica mucho más tiempo.

Han pasado 6 meses, en los que no te he visto. Extraño la presencia de tu espíritu. Cada vez que anochece, recuerdo nuestras pláticas. Juraría que podría verte viendo cartas nuevas en mi baraja y diciéndome como utilizarlas. Pero...en realidad no estás, no ...ya no, talvez nunca más. En la caja del rompecabezas todavía guardo mi baraja. Ya no estoy en duelos...a veces juego con Joey y te cuento que Tristán ya es nuevo en el juego. Pues...en realidad te añoro...cómo no extrañar a alguien que estuvo tan cerca como tú?. lamentablemente todo se va, y lo pierdes. Quisiera tener cerca a todas las personas que quiero, desearía que ellas también quisieran tener mi compañía.

Nunca pensé que tu presencia iba a transformar muchas cosas en mi vida. Me ayudaste, y me diste fuerza. Sin ti jamás hubiera podido recuperar el alma de mi abuelo, o de mis amigos, y lo más importante,...talvez jamás hubiese podido descubrir que tener confianza en mi mismo era importante.

Con todo...podrás decir que me siento muy solo, y es verdad. Las cosas con mis amigos no han sido las de siempre ahora. Cada uno tiene sus intereses individuales, y muchas de las veces me dejan aparte. Ya no vamos a la arcada, y ya no vienen a la tienda. A veces me pregunto si eso estará bien o mal.

Sinceramente, Yami...o Atemu...espero que estés muy bien. Sacrificaría todo contal de volverte a ver. Talvez algún día...nos volvamos a ver. Me prometes que correras a verme?.

Aún sigues en mi corazón

Yugi

Leyó todo sin descanzar ni un segundo. Parecía que era un engaño..pero, no...era realidad. Yugi había escrito algo para él...y eso, había llegado atravezando muchas cosas. -No pensé...que...existía la magia en aquel mundo..- dijo en voz muy baja. Tenía una mezcla de emociones. Alegría, tristeza...corage...

-Yugi...- dijo en un suspiro, y por aquella pequeña ventana miró aquellas gotas de agua que seguían cayendo desde el cielo