HOla!. Bueno..gracias a Uds. reviewers. Gracias también a Yugi Moto2, te quiero mucho amiga. La carta final de Yugi que está en este fic, es una traducción de la canción Missing de Evanescence..claro que le adapte un poco, pero no cambié su contenido, quienes sepan de esta canción podrán dar testimonio de ello
maat sacmis: Hola, Si. el abuelo murió. Pero, espero que este capítulo, que por supuesto es el último, te guste como los demás. Gracias por el review.
Kida Luna:Bueno...Joey tendrá lo que merece. Todo a su tiempo. jajaja...Yugi muere casi muchas veces..jajaja. Espero que Uds dos estén bien. Bueno..no es algo personal..tan solo, lo considero como una forma de expresión..jejejeje.
cerry : Bueno, espero que te guste este capítulo.
Shiroi Tsuki: si, el abuelo murió. Pobrecito...perdón por tardarme en actualizar. pero no alcanzaba a escribir este capítulo...aunque no son muy largos..pero si tengo otras cosas que hacer, y por ello no podía actualizar. perdón.
Sakura Kitsuhara : No te preocupes, la historia ya está completa. espero que te guste
Holly Motto: ahh...si, es cierto. No hay que ser tan cruel. Solo te diré que de alguna forma esos dos se unen
CE-AT: Gracias por el review. aquí está el último capítulo. Ojalá que les guste y dejen review para saberlo, jeje
6 to
Abuelito?...abuelito?...- Preguntó Yugi exasperado, acercándose al pecho de su abuelo con el rostro cubierto en lágrimas. Todos observaban la escena muy silenciosamente. Era algo que talvez nunca habían presenciado ni presenciarían en sus vidas. Los inmensos ojos azules de Tea se habían oscurecido aún mucho más de lo que ya estaban. Tristán no sabía que hacer, quedó paralizado con el aparatito en su mano, los músculos de todo su cuerpo no emitían señales. -Hospital de la ciudad de Domino..en este momento no podemos atenderle. Nuestras operadoras están llenas. Gracias por llamar.- ...- Luego, un sonido poco conocido se hizo presente. Piezas de aquel aparato estaban esparciéndose en el suelo. Los tres presentes no podían contener sus emociones, tristeza, soledad...ira...resentimiento, y arrepentimiento. Casi ya nadie prestó atención al rubio que permanecía sentado, inconciente de la situación. Yugi no emitía sonidos, tan solo daba señales de vida con sus enormes ojos camesí...que miraban fijamente a su abuelo. Muchas cosas, muchos recuerdos pasaban como una cinta por la mente del joven. Parecía que esa situación iba a pasar muy pronto y que el abuelo se levantaría e iría a brindarles dulces, como siempre lo solía hacer cuando llegaban los amigos de Yugi. Pero, no...ya no se levantaría. Poco a poco, la mente de Yugi se fue transformando y cambiando. Para él, era imposible que aquel cuerpo que un día tuvo tanta vitalidad...esté ahora sumido en la eterna inercia, sin una fuerza para moverlo. Todo eso era irreal para él. No existían razones por las cuales aquel anciano dejara de existir. -Ahí está...aún está aquí..- Pensó en el silencio de su ser, y tomó una mano de su abuelo y con delicadeza recorría los pequeños caminos que tenía. Mirando a sus ojos cerrados, sintió que talvez, si lo dejaba dormir ahí la noche, se levantaría al otro día con un resfriado y cocinaría un delicioso desayuno para los dos. -Realmente estoy aquí?- se preguntó, mientras alzó la mirada para ver a sus dos amigos. El moreno abrazaba a Tea, quien desesperadamente buscaba un alivio. En un momento...todo se resumió a nada. Ahí estaba aún el abuelo...ahí estaban sus pensamientos..ahí estaba él. -Dónde realmente he estado todo este tiempo., no he estado aquí...- Todo alrededor estaba tan extraño, las mesas, las sillas, la puerta...todo parecía que era un claro invento de su mente. Jamás había visto ese lugar en el que se encontraba. Era imposible imaginar como todo eso había llegado a su casa...¿tenía un hogar?. Ya no estaba seguro
Esperaba ciegamente que su madre, a quien no había visto en muchos años ya, apareciera en alguna esquina para ayudarle a preparar un té para el abuelo.
Tristán...
Sí Yugi, dime amigo- dijo entre lágrimas
Puedes traer algo de café caliente?...talvez eso haga que el abuelo se levante. El café le gusta mucho...
Dijo Yugi, luego emitiendo una pequeña sonrisa - Sï, esa es la solución...por favor, trae café para el abuelo. Todos debemos celebrar que Yami me ha mandado algo. Sé que no saben...pero tenemos que celebrar. Sé que el abuelo se pondrá aún más feliz de verlos aquí. Solo esperen a que se levante, y nos mostrará lo que llegó de mercancía esta semana- Tristán sintió un gran escalofrío ir por su espalda y paralizar el tiempo por un instante. Estaba su amigo perdiendo razón?. No lo sabía.
Tea también se sorpredió al oír las palabras de Yugi. Ambos expectadores estaban asustados de la forma en la que el pequeño empezó a sonreír. Era un gesto lleno de dulzura y esperanza, pero al mismo tiempo estaba perdido en algo que no tenía solución.
Qué pasa, porqué me miran así? ah?- Preguntó el joven pelirrojo a sus acompañantes. No sabía qué decir luego. No tenía respuesta de nadie. -jaja.. qué graciosos- Exclamó mientras miraba detenidamente al suelo. Instantes después, sus manos empezaron a temblar frenéticamente, al igual que su quijada. Tea y Tristán se apresuraron a sujetarlo, temiendo que se desmaye. La castaña sujeto su brazo derecho, y el moreno, el izquierdo. -Vamos a jugar?- Preguntó Yugi, quien con cierta expresión ansiosa miraba a los dos. -Vamos, Tristán, trae el café para el abuelo. Yami vendrá, Yami va a estar aquí por fin.- Los ojos de sus amigos se encontraron, impactados por todo aquello que acababa de decir.
De un momento a otro, los días habían pasado. Las horas y los minutos transcurrían rápidamente. Así es la vida. Un día se puede nacer y al otro estar pereciendo sin haber encontrado la felicidad. El sol se ocultó muchas veces y la luna se puso su usado manto de nubes como siempre. Todas las personas pasan rápidamente, con prisa. A nadie le interesa nadie. Solo quieren caminar y correr. Practicar las mismas vanas cosas una y otra vez hasta cansarse, pero nunca tener tiempo para disfrutar. Se alegran con el dolor de otro, y se entristecen con sus éxitos. Aman a su amigo, y odian al enemigo. Se destruyen entre sí mismos, sin importar quien sea quien.
En cierto lugar, las hojas de los árboles estaban cabizbajas arrastradas por la el duro viento que las azotaba. Se movían de un lado hacia otro, como lo hacía la poca gente que estaba presente en ese paisaje. Yugi estaba arrodillado frente a una gran placa de mármol, en un lugar un tanto desconocido, en donde habitan los que ya no están presentes. No había nadie. Talvez aquel murmullo que se podía oír era el de la ciudad distante. Silenciosamente, de nuevo, pasó su mano por las letras impresas en ese bloque. Las leía una y otra vez, sin cansarnse. Sus visitas a ese lugar parecían ser eternas. Tea y Tristán no lo habían visto en mucho tiempo, a pesar de que lo buscaban por doquier. A Joey ni siquiera le importaba la situación. Había conseguido nuevos amigos, y con ellos iba a todos los lugares posibles después de salir de la escuela, o antes.
Yugi podía gastar todo el dinero en flores, pero no lo hacía. Prefería ir y con su mente imaginar una rosa y ponerla ahí. Todos los días hacía lo mismo. Con sus ojos divisaba una hermosa flor de cristal que brillaba sola, sin ninguna luz. A veces, conversaba de cómo le había ido en el día. Hablaba solo y en círculos. Muchas de las veces confundiría las palabras y diría cosas incoherentes. ¿A dónde se había ido la felicidad que un día dibujó en su rostro una sonrisa?. Él no lo sabe, desconoce que aquel sentimiento está en un hondo hoyo en la tierra. desconoce que se fue, a pesar de no ser ingrata. Pero habia algo que aún lo mantenía vivo, y que lo sujetaba a su cuerpo. Era la pequeña pieza dorada que colgaba de su cuello...la parte de un imperio que ya había vuelto a nacer en algún lugar y época en el tiempo y espacio desconocidos. Desprevenido Yugi, continúa en su triste pose, sin saber que un rubio iba camino a encontrarlo.
Había algo en esa presencia extraña de la pieza del rompecabezas. Si estaba ahí...enconces era evidente que en algún otro lugar faltaba, justamente donde el sol brillaba con intensidad todos los días, y donde las flores renacen a pesar del seco suelo en que se encontraban. En ese mismo paisaje arenoso, cubierto de un cielo azul con algunas nubes aún, estaba el templo del faraón. Yami, corría de un lado a otro acompañado de los sacerdotes. Su cabello se movía al son de sus pasos, y a pesar de haber vivido ahí tanto tiempo, aún sus ojos no se acostumbraban a la arena que podía entrar ocasionalmente.
Había sentido una gama infinita de sentimientos, cuando algunos días y noches antes, había visto a Shimon venir desde la arena. Lo recuerda una y otra vez con alegría, pero con tristeza también. Estaba él ahí, otra noche más, cubierto por la luz de la luna y las estrellas. Contemplaba el desierto y las pequeñas casas de los habitantes con alguna que otra vela prendida. Y de repente, su mirada comenzó a percibir la forma exacta de aquel que estaba haciendo falta en su renacido mundo. Era él, Shimon. Su amistosa mirada de anciano se maravilló al ver a Yami de nuevo. Salomon estaba un tanto confundido porque ahora tenía memorias de ambas vidas. El joven faraón sabía que aquello significaba una cosa: Yugi estaba solo.
"Yugi está solo"- Mientras corría esa frase estaba en su cabeza una y otra vez. En eso, un sirviente y Shimon se acercaron con un rostro de desesperación - Sabía que esto había pasado...era muy bueno para ser verdad- Dijo Shimon. Yami poco o nada sabía acerca del anciano, ya que no se había dado tiempo para hablar con él. -¿De qué hablan, díganme ahora!- Exigió inmediatamente explicaciones el joven faraón, mientras respiraba agitadamente. -Vamos, Señor, vamos.- dijo el sirviente y todos fueron a paso moderado con ellos. Yami se iba dando cuenta que el asunto era muy serio, porque se dirigían al santuario mayor en donde tenía lo que en realidad, mantenía viva a toda esa gente. -Mire, Señor. Revisamos y damos culto al rompecabezas cada dos meses. Y ahora, resulta que se ha ido la pieza principal. Algo tiene que estar pasando, aún hay alguna pieza que falta en este lugar, y no sabemos cual.- Yami se sobresaltó como nunca al oír tales palabras. En realidad se trataba de algo muy serio. Algunos pasos más, y vieron ya el santuario con sus majestuosas puertas abiertas de par en par. En su interior, estaba todo muy oscuro, pero habían personas que estaban con luces, arrodilladas viendo el espectáculo.
No puede ser!- gritó el faraón cuando vio el rompecabezas incompleto. -Señor, está comenzando a desaparecer..mire!- Y fue cierto, Yami se acercó a ver...y en verdad, la gran pieza de oro faltaba en el centro y toda la pequeña pirámide estaba ya desvaneciéndose. Al paso del faraón, varias personas caían de rodillas para mostrar su admiración ante su Señor, quien tendría que hacer algo de urgencia. Era su vida o su imperio.
Según las escrituras, la persona que falta en esta tierra debe tener la pieza. Tendrá que venir acá, o el faraón tendrá que morir definitivamente por todos nosotros. Eso...si el quiere ofrecerse. Si no, vamos a quedar atrapados en el reino de las sombras. Igual..si el faraón muere, las puertas del mal quedarán abiertas para siempre- Dijo el más joven de los sacerdotes, alzando un poco su manto para resaltar su presencia. Luego, después de haber dado unos pasos, y ser el centro de la atención, se unió a sus compañeros. -Tiene razón. Ese rompecabezas es el centro de nuestra vida y el balance entre el bien y el mal. Faraón , debe hacer algo su alteza o todos acabaremos en una desesperación infinita. - Se expresó finalmente el más corpulento de todos. El rumor estaba ya saliendo del santuario mayor hasta el pueblo, por aquellos curiosos que estaban mirando a lo lejos. Yami pudo observar como nerviosos corrían en dirección a la civilización, ya que el templo quedaba considerablemente lejos del pueblo.
Yami...tengo algo que decirte...- Salomon habló e invitó al faraón a conversar en un lugar más privado. Los mantos de ambos se movieron con la brisa que se encerraba en las rocas que servían de paredes del lugar. El anciano esperó a que absolutamente nadie los estaría viendo, y luego de eso habló frente al faraón, quien se encontraba sudando frío. Talvez era la decisión más difícil de todos los tiempos. .- Yugi tiene la pieza del rompecabezas. La encontramos antes de que yo venga. Él es la persona que tiene que venir, y tú eres el único que lo puede llamar- Con ojos brillantes ambos se miraron. La solución se veía tan fácil, pero complicada a la vez. -pero tenemos que hacerlo ahora...en este preciso momento- Dijo Shimon haciendo una gran pausa después. Ambos meditaron, Yami se había puesto aún más nervioso -No sabes cuanto lo he extrañado..pero si lo traigo...sería igual que matarlo. Y yo no quiero ser el que lo mate. Sé que está solo pero...- El faraón hizo una pausa en su pequeño discurso. El ambiente empezaba a hacerse pesado, y su sangre comenzaba a fluir escasamente pero muy fuertes eran sus latidos. -Eres tú, o somos nosotros todos..piénsalo Yami...tienes que hacerlo ahora. talvez en una hora todo estará consumado...- Shimon estaba siendo duro, pero era la verdad. En muy poco tiempo, si la pieza que faltaba en aquellas tierras no venía, todo se acabaría catastróficamente - Sería como sacrificarme...Yugi es mi reencarnación..y si él viene...talvez yo ya no pueda seguir viviendo. Creo que tendremos que conversar con los sacerdotes- De la esquina en que estaban, Yami tomó aire en sus pulmones y con un gesto de manos llamó a los otros. En un instante todos estuvieron ahí. El lugar ya estaba vacío. Talvez todos estaban con sus familiares esperando lo que el destino tenía deparado. Yami bajó la mirada ante sus sacerdotes y junto a Shimon explicó rápidamente la situación en la que se encontraban. -Entonces..prefiero sacrificarme antes que ver a mi pueblo sufrir por toda la eternidad- Finalizó Yami frente a un grupo de personas que estaban consternadas y extrañadas al oír la historia. -Faraón...no lo tomes así. Seguirás aquí. Si quien dices que tiene la pieza vuelve acá con nosotros...será algo que debe tener doble fin.- Habló el más joven de nuevo. -Explícate, demando explicaciones- Dijo Shimon estando muy interesado en cierto asunto. -Pues, bien...calma...La ira del mal en unos minutos ya no estará detenida. Si aquel ser que viene...tiene tanto amor y bondad en su corazón, tu no te irás faraón. Si es un ser portador de maldad, no podrás existir faraón. Su bondad tiene que ser suficiente como para aplacar el mal que viene desde el otro lado y también para estar acá como otra persona independiente de tí.- Y así, arqueó sus cejas hacia arriba, desafiando a Yami. -Yo sé que Yugi es un ser bondadoso, es el mismo que antes no?- El faraón dirigió su rostro al anciano que se encontraba a su lado, esperando un sí, como respuesta. - No lo sé...muchas cosas han cambiado...pero yo creo que aquella bondad sigue viva ahí.- respondió el anciano, mientras vio que Yami se dirigía al rompecabezas. Con sus manos, lo tomó como a un tesoro y lo colocó delante de él, con el espacio vacío a su frente. Rápidamente todos los sacerdotes rodearon al faraón y empezaron a cantar sus rezos incomprensibles y antiguos.
Nadie podía imaginarse que en un espacio remoto del universo se podía estar haciendo tal ceremonia. Yugi, estaba inconsciente de aquello. Su encuentro con el rubio se estaba poniendo más confuso y molesto a la vez. Sus ojos amenazaban con llorar cada vez que escuchaba las feroces palabras de Joey. -Dime...no te aburre venir aquí?. Personalmente vine aquí para molestarte, nada más. Ya sabes...hobby de amigos. Claro que tú no eres mi amigo..pero me refiero a los otros.- El rubio se daba las vueltas al rededor de Yugi, quien seguía semiacostado en el suelo a lado de la lápida de su abuelo. -Acaso no estás cansado de ser quien eres?...un pobre debilucho huérfano y olvidado por todos. Y...pensar que fui tu mejor amigo.?...ja, en mis cinco sentidos jamás lo hubiera hecho...jajaja- Y así, Joey siguió caminando alrededor del pequeño, quien ni siquiera se movía o trataba de mirar hacia arriba. -Ahh...ahh...ahh..- De repente, Yugi comenzó a respirar agitadamente. Sentía un tremendo dolor en su estómago, y por ello comenzaba a caerse definitivamente en el suelo. -Qué pasa, el nenito está enfermo? mmm?...mm?...ehh, Yugi?- En un momento dado, y sin que Joey se de cuenta, Yugi respiró tan profundamente como pudo y exaló el aire..quedándose inmóvil. -Yugi? Yugi?- El despreocupado e indiferente Joey había desaparecido. Ahora, él sacudía incansablemente a su compañero, esperando alguna repuesta de su tibio cuerpo.
Mientras que en una sección del universo, donde el antiguo faraón, una luz inmensa y cegadora se estaba haciendo presente frente a Yami, quien hizo un esfuerzo por ver al frente...y ahí estaba su rompecabezas completo. Había logrado sobrevivir a todos los dolores que se presentaron en el proceso. La luz fue atenuándose, y para todos significaba una cosa...aquel ser estaba ahí, y correctamente la sombra al frente del faraón fue tomando colores y una forma más definida. -Yugi?- Aquellos ojos camesí brillaron como no lo había hecho en mucho tiempo, mientras forzaba a su cuerpo a agacharse un poco. Los sacerdotes notaron rápidamente la diferencia. Yugi, con los ojos aún cerrados, escuchó la voz del faraón y pensó que talvez su mente le estaba jugando otro de sus insanos trucos. Pero no, ahora era realidad...con los ojos llenos de lágrimas abrazó a Yami, quien correspondió también. Shimon se acercó y también fue partícipe de aquella alegría. -Más tarde, buscaremos a tu madre...tiene que estar por aquí Yugi...- Dijo Salomon, y fue aquí cuando el pequeño creyó que su corazón iba a estallar de felicidad.
Todo estaba claro..una pieza clave faltaba en estas tierras- Dijo el sacerdote que lo dijo todo anteriormente. -Tiene razón Yugi..- Dijo Yami - Ahora, tú perteneces a este mundo, y nadie te va a separar de aquí. Tu mundo te deshechó, y ahora vienes a dejar de padecer aquí. El destino se ha cumplido, y nos une otra vez- Acto seguido de estas palabras, Yami dió un delicado beso en la mejilla de su casi gemelo, luego cargándolo en brazos hasta la salida, para poder llegar al castillo. Ahí podría recuperarse y el faraón podría presentar a la nueva persona que conformará parte del antiguo gipto desde ese entonces.
Tanto sufrimiento acabó...siempre me he preguntado ¿Qué había detrás de la vida, y tenía miedo. Pero, ahora ya nada me atemoriza, ya nada me duele...ya nadie me odia..- Pensaba Yugi, mientras veía el azul cielo pasar sobre sus cabezas rumbo al templo.
En otro lugar, Joey se dió cuenta de la verdad. Yugi ya no estaba ahí. Acercándose cuidadosamente y con el rostro empapado de lágrimas, se detuvo a pensar en lo que había hecho. Se arrodilló a lado del cuerpo de Yugi -Lo siento...nunca quise hacer esas cosas. Eres mi mejor amigo...jamás te cambié. No sé porqué me comporté de esa manera.- Interrumpiendo su discurso de arrepentimiento, el rubio ve que del bolsillo de la chaqueta de su amigo, salía una carta. La desdobló y se dedicó a leerla cuidadosemente
"Por favor...por favor...perdóname, pero ya no volveré más. Talvez algún día mires hacia arriba y medio consciente hables solo y digas: Hay algo que está faltando?.
Sé que no llorarás por mi ausencia...lo sé, porque ya me olvidaste hace mucho tiempo. ¿No soy importante, ¿Soy tan insignificante?. Sé que un día te preguntarás: ¿Hay algo que está faltando, y yo digo: ¿Está alguien extrañándome en realidad?
A pesar de que yo me haya sacrificado, no tratarás de encontrarme, lo sé. A pesar de que pueda morir para que me quieras de nuevo, me doy cuenta que estoy solo. ¿Está alguien extrañándome en realidad?
Por favor, por favor..perdóname, pero ya no volveré más. Sé lo que haces por tí, solo por ti y para tí, mientras yo respiro profundo y lloro mi dolor. Sé que dirás: ¿Hay algo que está faltando?
Y si sangro..yo sangraré, y si lloro, yo lloraré, todo esto sabiendo que a tí ni siquiera te importa. Y si duermo solo para soñar contigo, despertaré sin tenerte ahí."
Hay algo que falta...y eres tú, Yugi, mi amigo- Y así, el rubio se sumergió en un llanto incontrolable, dejando al papel empaparse..y que sus lágrimas borren al menos el dolor que contenía dicha carta.
Fin
Espero que les haya gustado mucho
Adiós.
