Ke paxa nenis? Pos os digo lo mismo de siempre (ke monotonía XD) os dejo con lo nuevecito y nos vemos más abajo! Espero que os guste!

YaS

#03# De duro caparazón

El agua goteaba por todas partes y, aunque la guarida era completamente impenetrable, el goteo continuo procedente de la superficie inundaba el lugar de un molesto y monótono ruido. Los canales empezaron a bajar con fuerza y bien repletos . La noche había traído consigo un aumento de la cantidad del agua y las calles quedaban casi inundadas viendo cómo única salida desparramarse por las rejillas dirección a las alcantarillas.

Todo se encontraba a oscuras y sumergido en un relativo silencio roto por los numerosos goteos que rodeaban al lugar.

Algo se movió con lentitud entre la oscuridad y, con paso cauto, inspeccionó una a una todas las habitaciones de las tortuguitas para luego, finalmente, meterse en la de Leonardo.

Éste dormía plácidamente recubierto con su edredón hasta el cuello. Una pequeña mano se posó en su pecho interrumpiendo su acompasado subir y bajar de su respiración. Lentamente, lo meció:

.- ……Leo……- susurró en un hilo de voz apenas audible – Leo…………..- la pequeña tortuga entreabrió los ojos molesta y confusa. Los abrió de par en par incorporándose en la cama cuándo comprobó que no se encontraba solo en su habitación:

.- ¿Mickie? – por unos instantes pareció no comprender la situación. Michelanggelo lo observaba en la penumbra tembloroso - ¿Pero que……¿qué pasa? – la pequeña tortuga agachó la cabeza antes de decir una palabra, luego volvió a mirar a Leonardo a los ojos en un gesto de compasión:

.- Puedo……¿puedo dormir contigo? – Leonardo asintió mientras le hacía hueco a su lado. Mickie se acomodó pegándose al caparazón de Leo que le daba la espalda. Después de unos minutos de silencio, Leonardo suspiró e intentó encarar a su hermano. Las tortugas no abultaban demasiado, no todavía, pero la cama les quedaba algo estrecha para ambas:

.- ¿de qué tienes tanto miedo? – le preguntó Leo en un susurró encontrando frente a sí la cara de su hermano que luchaba por poder dormir.

.- Es……está lloviendo…….todo está oscuro y des de mi habitación escucho rugir a las cañerías……………

.- Las cañerías no rugen Mickie……..es el agua de la lluvía…….

.- Las mías……si que rugen……..- Michelanggelo cerró los ojos bajo la atenta mirada de su hermano que lo observaba a escasos centímetros de su rostro. Intentaba comprender que es lo que la oscuridad cambiaba por completo el carácter de su hermano pequeño.

Pero no lograba entenderlo. El pánico de Mickie era incluso peor que el que él pudiera tenerle a las alturas y, aún y así, luchaba por vencerlo, pero Michelanggelo parecía tener la partida completamente perdida…….

Tras comprobar que Mickie parecía estar durmiéndose por fin, Leo volvió a darle la espalda permitiendo que el pequeño volviera a aplastarse contra su caparazón.

Cerró los ojos intentando volver a conciliar el sueño cuándo un susurro de Mickie volvió a despertarlo:

.- …¿Leo?………siento haberos gritado……….- Leo le sonrió dándole la espalda:

.- No es nada , Mickie……en parte tenías razón- Michelanggelo volvió ha hablarle con los ojos cerrados y apenas vocalizando a causa del sueño que se apoderaba de él finalmente:

.- …….Leo………

.- ¿hum?

.- …..Raphael…………… me odia ¿verdad? – Leonardo pareció disgustarse por ese comentario e intentó volver a encararse con Mickie, pero cuándo lo izo, su hermano ya estaba durmiendo sin esperar respuesta alguna.

Leonardo suspiró y volvió a acomodarse mirando al techo:

.- ….no pienses eso………..no es verdad – susurró hacia la oscuridad deseando que Mickie lo hubiera podido escuchar.

.-

.- ¡Blegh! Asqueroso – Raphael se topó con un cadáver de rata al levantar un trozo de tela del suelo del canal. Lanzándolo de una patada al agua, prosiguió caminando con la mirada fija en los túneles en busca de algo útil.

El maestro no le había levantado el castigo aún y, solo levantarse, lo había vuelto a obligar a salir a buscar con el saco de esparto.

A causa de la gran lluvia que había caído durante la noche, los canales se encontraban vacíos, seguramente todo lo que en ellos se encontraba había sido arrastrado por el cabal del agua hacia los drenajes más profundos.

Después de caminar durante toda la mañana, se encontraba algo harto de no hallar nada de servicio.

Porquería y más porquería.

Sin darse cuenta se había alejado bastante del perímetro de la guarida, pero no le importó, conocía el lugar a pelillo y le daba exactamente igual lo que sensei pudiera dictar sobre alejarse demasiado de casa.

Caminando algo cansado por uno de los canales más alejados, alcanzó a ver, des de uno de los túneles más oscuros, una silla de oficina que se mantenía intacta. Se encontraba tumbada en uno de los pasillos y el riachuelo amenazaba con llevársela.

A paso rápido, Raphael se acercó preguntándose qué demonios tiraba la gente por el retrete para que una silla de oficina hubiera podido llegar allí.

Justo cuándo se disponía a salir del oscuro túnel para dirigirse hacia el hallazgo, una mano apareció de la nada y agarró la silla antes que él.

Confundido, retrocedió a pasos rápidos por miedo a que le pudieran ver. Sea quién sea.

Husmeó por la esquina con cuidado descubriendo a un viejo humano recubierto en harapos que cargaba consigo la silla y un par de bolsas más. Raph lo observó boquiabierto.

Se trataba de uno de los pocos humanos que había visto en carne y hueso, ya que por la televisión los veía cada día. Le pareció muy extraño que alguien se dedicase también a recoger la basura de las alcantarillas. Tal vez no vivían solos.

Sólo por curiosidad o, tal vez, por la angustia de haberse quedado sin la silla, la pequeña tortuga lanzó el saco a un lado y siguió al humano a escondidas.

Cuidando sus pasos y haciendo uso del factor de invisibilidad del que el Maestro Splinter tanto les hablaba e insistía.

Cuándo el humano se giró confundido por escuchar un pequeño chapoteo detrás de sí, Raph se escondió entre las sombras lamentando por no estar en la clase que les dio el maestro sobre la furtibidad.

Estaba cumpliendo un castigo. Ahora lo recordaba.

Raphel se percató de que el humano había empezado a subir las escaleras de la trampilla que conducía a la superficie.

Cuándo éste las subió por completo, Raphael corrió a los pies de éstas vacilando si seguirle o no. Tenían terminantemente prohibido salir de las alcantarillas. Pero también tenían prohibido alejarse del perímetro establecido a los alrededores de la guarida, así como acercarse demasiado a algún humano.

.- Genial…..esto es genial…..- se susurró a sí mismo con sarcasmo cuándo saltó para empezar a subir por la trampilla. – saltada un par de normas ¿qué más da saltarlas todas?

Cuándo alcanzó la tapa de la alcantarilla a lo alto de las escaleras, posó su pequeña mano para levantarla.

Le temblaba. Se encontraba muy nervioso por estar saliendo a la superficie y por unos instantes pensó que tal vez estaba haciendo la pelota demasiado grande sólo por una silla y curiosidad.

Tragó saliva y se decidió a abrirla.

Asomando los ojos levemente, se encontró en un pequeño y oscuro callejón rodeado por mugrientas y viejas casetas que parecían abandonadas. Suspiró de tranquilidad al encontrarse en un lugar tan desolado y se atrevió a salir por completo.

Husmeó en el ambiente, buscando al hombre. Pero no lo encontró.

Adelantó unos metros a paso cauto y observando a milímetro todo lo que le rodeaba. Basuras, viejos carteles, contenedores tumbados y papeles que sobrevolaban el lugar cuándo el aire se levantaba. Si no fuera porque al final del callejón se colaba la escasa luz del día nublado, podría decirse que era completamente de noche a causa de la oscuridad en la que se encontraba sumido el lugar.

Frunció el ceño preocupado por haber perdido a su presa y, instintivamente, saltó entre los cubos cuándo un grupo de personas entró por el extremo del callejón.

Se quedó escondido, respirando con dificultad a causa de los nervios y deseando que no le hubieran visto esconderse.

Los humanos se acercaron hablando entre ellos y se detuvieron justo en frente de los cubos de basura que ocultaban a la pequeña tortuga que, atemorizada, empezó a temblar con contundencia al verse entre la pared y los desconocidos, únicamente protegido por unos asquerosos cubos.

Hablando, uno de los sujetos se acercó y abrió la tapa de uno de los contenedores lanzando algo en su interior. La pequeña tortuga se asustó y retrocedió con violencia intentando encontrar otro lugar más seguro pero, cuándo posó sus manos a sus espaldas para palpar otra superficie sin perder la vista del grupo de humanos, sus palmas no encontraron nada sólido y, aún retrocediendo, cayó de espaldas al vacío.

El mundo le dio vueltas por unos largos instantes.

Instantes en los que meció con violencia sus manos intentando encontrar algo en lo que agarrarse que pudiera detener su caída. Numerosas veces pareció alcanzar algo, pero a causa de la velocidad lo perdía provocándose graves cortes en las palmas de la mano.

Antes de que pudiera maniobrar de alguna manera, chocó de bruces violentamente contra el suelo. Notando cómo un grave dolor le recorría todo su pecho y su cara.

La respiración se le detuvo por unos instantes a causa del golpe y Raph luchó por tragar bocanadas de aire sin atreverse a abrir los ojos.

Cuándo consiguió respirar con normalidad, intentó incorporarse pero sus huesos le traicionaron y volvió a desplomarse.

Instintivamente, levantó una mano justo en frente de su cabeza ladeada en el suelo y se la observó. Su vista no se enfocaba y su mano se encontraba magullada y bañada levemente en sangre.

Aúllo cuándo cerró su mano en un puño.

Rota, seguramente.

Dejándose llevar por el aturdimiento del golpe y por la desesperación, empezó a llorar justo cuándo notaba que la cabeza le daba vueltas de nuevo y, obligándose a sí mismo a cerrar los ojos por el mareo, notó cómo poco a poco se sumía en un profundo e inescapable sueño víctima de la inconsciencia.

.-

Llevaba horas caminando sin parar por toda la guarida. Nervioso, preocupado, aburrido, quién sabe.

Observaba sin descanso a su alrededor deseando poder encontrar algo en lo que ocupar su tiempo. Algo no andaba bien y no conseguía entretenerse.

Corriendo, se desplazó junto a Don, que permanecía sentado en el suelo con la televisión entre las manos. El aparato estaba desmontado y todas sus piezas se extendían por aquí y por allá alrededor de la tortuga que se encontraba sumida en su trabajo con una gran concentración:

.- ¿qué haces¡Eso es la tele!

.- Lo sé.

.- ¡Donny! – Michelanggelo se arrodilló junto a él preocupado por la televisión y quejándose de la manía que tenía su hermano de desmontarlo todo para luego, total, volverlo a montar - ¡vas a romperla!….…¡deja eso!…….mira qué cómo le pase algo……

.- ¡Eh eh! Tranquilo! – Donatello levantó su mirada para apartar a su hermano de un empujón que, por encontrarse de cuclillas frente a él, lo izo caer sobre su trasero – sólo estoy mirando cómo………- Don tragó saliva mientras un sudor frío le recorría la frente. Miró a su alrededor, a sus espaldas, buscando que el maestro Splinter no se encontrase cerca.

Cuándo volvió a mirar al frente, se topó con la mirada culpabilizadora y amenazante de Michelanggelo:

.- No sabes como montarla de nuevo ¿verdad? – le dijo éste secamente y con una voz monótona.

.- Bingo

.- ¡Aaaaagh! Donatello!- Mickie se tiró encima del aparato desmontado de la televisión impidiendo que su hermano continuase toqueteándola con el tornavís - ¡Ya te vale¡Hiciste lo mismo con mi radiocasette y todavía espero que se arregle solo! – Don parecía tragar orgullo frente a ese comentario y arrugó la nariz apartando a su hermano del aparato cómo respuesta - ¿Por qué siempre haces lo mismo¿te aburres eh?

.- Oye Mickie intentó volver a montarla, y ¡contigo comiéndome la oreja no puedo!

.- No vas a poder de todas formas……..

.- ¡Largo! – Don le señaló la puerta pidiéndole que se marchase. Michelanggelo realmente se sentía preocupado por la televisión.

Todo aquello que él o sus hermanos habían apreciado había acabado siempre en manos de Donny, desmontado, roto o convertido en algo distinto.

Empezó a marcharse de la habitación y, antes de cruzar el umbral de la puerta, volvió a girarse con lástima:

.- No lo lograrás.

.- ¿A no? Pues la tostadora va perfectamente.

.- Sí ya, los calambrazos también son parte del desayuno.

.- ¡Mickie¡Fuera! – Michelanggelo entornó los ojos y se marchó.

Continuó vagando por los pasillos un rato más hasta que alcanzó a ver a Leonardo que entrenaba solo en un rincón. Golpeaba el aire con destreza enfrentándose contra algún enemigo invisible y ensayaba todos y cada uno de los movimientos que el maestro les había podido enseñar.

Michelanggelo permaneció durante unos instantes observándolo, solía hacerlo cuándo éste entrenaba, creía que, así tal vez, se le conseguiría pegar algo de él y los ejercicios no le serían tan fatídicos con tal de conseguir que le salieran bien.

Se sentó a un lado, cruzando las piernas y observando a Leonardo con cierto aborrecimiento. No entendía cómo le gustaba tanto entrenar, seguramente era tan bueno porque siempre lo hacía por su propio pie. Michelanggelo no solía hacerlo a menos que sensei no le obligase a ello y, cuándo conseguía escabullirse del entrenamiento, le daba gracias a dios.

Balanceó su vista hacia su costado, en dónde observó una pequeña pelota de goma que había quedado tirada en el suelo. Alargando el brazo la agarró y empezó a juguetear con ella esperando que fuera un buen método para pasar el aburrimiento.

Por unos instantes, los ojos parecieron iluminársele y, observando el pie de soporte de Leo mediante el cual aguantaba su equilibrio para estocar con el otro, empujó levemente la pelota dirección hacia ese pie con la intención de que Leo la pisase al cambiar de soporte y cayera redondo al suelo.

Con una sonrisa maliciosa en la cara, observaba cómo la pequeña pelota, milímetro a milímetro, se iba acercando a su presa pero, de golpe, Leo lanzó una patada barredora cómo parte de su ejercicio goleando la pelota sin querer que, tras salir disparada y rebotar contra la pared, acertó en la cara de Mickie.

.- ¡Oh! Vaya…….perdona Michelanggelo, no había visto la pelota. – Mickie se sobaba con insistencia la nariz que, a causa del golpe, le escocía haciéndole saltar un par de lágrimas.

.- Tranquilo Leo – le dijo intentando esbozar una falsa sonrisa para hacerse la víctima – mejor me aparato. – susurró entre dientes levantándose para perderse de nuevo por los pasillos.

No solo seguía marginalmente aburrido si no que encima, por graciosillo, se había llevado un buen golpe.

Continuó vagando aborrecido por los pasillos hasta que, sin darse cuenta, alcanzó la puerta de la habitación de Raphael. Se detuvo delante observándola con algo de curiosidad y tristeza en los ojos, agachó la cabeza para luego volver a levantarla mirando la puerta con algo de coraje.

Decidido, puso la mano en el pomo y la abrió con un gruñido.

Nadie.

La luz estaba apagada y únicamente se iluminaba por la que entraba del pasillo. La habitación, cómo siempre, permanecía desordenada a más no poder. La cama seguía sin hacerse y el pequeño punch de la pared había vuelto a caerse.

Michelanggelo se extrañó por no encontrarlo en su habitación pero, tras reflexionar unos minutos en los que se permitió entrar y sentarse en la cama, acertó que todavía seguía con el castigo del maestro por la broma gastada.

Suspiró profundamente justo antes de percatarse de que, encima de la mesita de noche, la rosa negra seguía plantada en su tiesto. Continuaba erguiéndose orgullosa y hermosa y, a juzgar por la humedad de la tierra de la maceta, Raph había procurado regarla aquella mañana.

Mickie la observó de cerca y, por unos instantes, todos sus miedos le volvieron a la cabeza. Su mirada adquirió una tonalidad de tristeza y decepción viéndose sí mismo temblar cómo una hoja en medio de la oscuridad.

¿Cómo podría llegar a ser un buen ninja si tenía miedo a la oscuridad, siendo ésta la principal aliada?

No podía, simplemente no podía estremecerse cada vez que no veía nada a su alrededor y se sumía en sombras. Terror, eso era le tenía y, si no conseguía superarlo…..nunca lograría ser un buen guerrero………..

Tal vez, si tuviera la rosa entre sus manos, lograse superar su miedo…….

.-

Dolor.

Eso y una presión en su pecho.

Aún y así se sentía extrañamente a gusto, a pesar del dolor punzante y agudo que le repicaba la cara, su pecho y su muñeca derecha.

Lentamente entreabrió los ojos descubriendo un mugriento y viejo techo de vigas de madera que parecían amenazar en derrumbarse al mínimo estallido. Paseó su mirada lentamente viéndose en un interior igual de viejo que el techo. Cajas vacías y rotas, ropa rota aquí y allá y algún que otro envoltorio de comida tirado por el suelo.

Asustado, se incorporó violentamente y se percató de que su bandana restaba a su lado. La zafó con incomodidad y la presionó contra su pecho mientras observaba a su alrededor:

.- ¿Estás bien? – se sobresaltó y, por puro instinto, pegó un salto subiéndose encima de la caja más cercana para protegerse de fuera quién fuera el que le había hablado - ¡ei ei! Tranquilo pequeño – Raph descubrió a un mugriento humano que descansaba en uno de los rincones de la sala no muy alejado de dónde se encontraba él.

Completamente aturdido porqué lo había visto, Raphael no le quitó la mirada de encima. Inmóvil, con los ojos abiertos de par en par, estudiando todos y cada uno de los movimientos del humano.

Fue entonces cuándo se percató de que se trataba del humano al que había estado siguiendo.

Vestía unos harapos sucios y rotos y su pelo le caía a muñones mugrientos por al lado de la cara. Un pelo blanco a causa de la edad, muy prolongada a juzgar por las hondas arrugas que surcaban su cara y la enorme barba que se acariciaba con paciencia sin dejar de observarlo:

.- Vaya vaya – el humano se echó a reír bajo la atenta mirada de Raph que permanecía a cuclillas sobre la caja completamente inmóvil – no deberías pegar esos saltos, vas a lastimarte aún más. – el humano se levantó acercándose a él tambaleante.

Algo no andaba bien con su pierna y cojeaba.

Raphael retrocedió de nuevo con otro salto cuándo se lo vio demasiado cerca de él:

.- ¡No tengas miedo! Si hubiera querido hacerte algo lo hubiera hecho ya….- Raph frunció el ceño desconfiado y fue entonces cuándo se dio cuenta de que su pecho permanecía levemente vendado, al igual que sus manos – sufriste una estrepitosa caída des de la ventana.

Raph se giró y observó que una pequeña ventana lucía abierta y rota quedando a la altura de la calle. Des de ella, reconoció los mugrientos cubos de basura detrás de los que se había escondido.

Así pues había caído de espaldas por ella aterrizando en el suelo de ese almacén pútrido.

Volvió a mirar al viejo que, sin dejar de observarle curioso, se había sentado en la esquina de la caja dónde la tortuga se encontraba anteriormente. Raph gruñó y se atrevió a hablar:

.- ¿Quién eres, humano? – el viejo echó a reírse

.- Lo sabía, sabía que no eras nada más que un niño.

.- Pues este niño puede patearte el trasero con seriedad.

.- ¡ei ei ei! Tranquilo pequeño – el humano volvió a explotar en carcajadas – ¡pero que arrogante¿De dónde sales? – Raphael no le contestó y el humano meció su cabeza en señal de indiferencia por la pregunta.

.- No me has contestado……- la tortuga apretaba los puños y fusilaba al humano con la mirada desconfiando de él hasta la médula. Splinter siempre les había advertido acerca de cómo se comportarían los humanos en cuánto los vieran, que por eso no debían dejarse ver por ninguno de ellos.

.- ¿Cómo te llamas pequeño?

.- Yo lo he preguntado antes – el viejo volvió a reírse a carcajada limpia. Raph empezaba a fastidiarse con tanta risa y se mantenía en completa tensión. Su muñeca le dolía a matar pero no iba a lastimarse de eso ahora.

.- Yo hace mucho tiempo que no tengo nombre.

.- No mientas viejo, todos tenemos nombre………

.- ¿Tú lo tienes?

.- Raphael.

.- Que bonito, tienes suerte. – el viejo se sentó de nuevo en una pequeña colchoneta que Raph pudo distinguir que formaba parte de la silla de oficina que el viejo había cogido de las alcantarillas – No te quedes ahí Raphael. Siéntate o volverán a abrirse tus razguños – Raph negó con fuerza la cabeza y continuó de pie en posición de defensa.

.- Está bien, cómo quieras……eres un desconfiado ¿lo sabes¿por qué tienes miedo?

.- No tengo miedo…..vosotros lo tenéis de nosotros – el viejo levantó una ceja apenas visible entre su pelo sucio.

.- ¿De ti también?…….- el humano esbozó un débil sonrisa – tal vez no seamos tan diferentes después de todo……


Wuenas wuenas wuenas! Ke nos traemos por estos lares? Pos nada nuevo, la verdad, continuamos con nuestro pequeño Raphi vagando fuera de sus límites...si eske hay que ver, ya des de pequeño arrancándole la piel a tiras al universo entero si hace falta ;-P

Malale no va mal encaminada con su presentimiento acerca de la rosa, pero bueno, dentro de lo que cabe la cosa no va a ser tan mala. Je jejeje, puuuubrete Mickie que quiere la rosa y su hermano no se la da (no se vosotras, xro yo con mis hermanos cuándo éramos pequeños los líos erán de este estilo "¡Mamá! Dile que me lo dé que es mío! " juas juas juas, incluso nosotros también acababamos a hostias...hay quever hay que ver...ese amor fraternal del que tanto hablan, que raro es ¿eh?

Raph sigue en sus topes mientas Mickie suplica por algo de atención y compasion (y de valor, jejejej ke mala soy ;-) ). Va a ser así toda la vida, lo único que ellos no lo saben... tal vez al cabo del tiempo Raphael sea algo más compasible (¬¬ no lo creo...¡ke va¡Este no cambia en su vida! Ni falta que le hace e! Karla está conmigo, 2 ya es mayoría XD) y Michelanggelo queda claro que al final acaba por espavilarse, porque aún que el Mickie "adulto" sea algo miedica, no duda a la hora de repartir un buen par de patadas y si tienen que ser a sus hermanos pues también (por no hablar de que dudo que siga con su miedo a la oscuridad XD)

¿de verdad que la primera guarida tiene una sola planta?buajajaja, otro fallo de la autora (entre este y el del embarazo de April Neko e Itsuki se me comen viva XD). La verdá eske no he visto nunca la primera guarida de las tortugas y en "Tales of Leo" (la única vez que las he visto pekeñitas" apenas puede apreciarse algo), pero bueno, mira, les he ampliado la casa, mejor para ellos , jejejej ;-)

pues nada nenas nos estamos leyendo y confío en poder actualizar prontico (ui ui ui, Itsuki va a rematarme, jejeje) Besosssssss

YaS ;-P