Harry Potter y La Sagrada Vid.
Por Katie Lupin.
Disclaimer: Los derechos de Harry Potter le pertenecen a mucha gente, menos a mi y a todos los que conozco, así que como los mencioné y no hago esto por dinero, espero, que no me demanden ni nos quieten a los escritores la oportunidad de seguir haciendo esto, que, repito, no se hace por dinero.
Una pequeña FE de ERRATAS, en el capítulo anterior puse que Bellatrix era prima política de Lucius, pero son cuñados, así, como, a decir verdad, no tengo ni ganas ni tiempo para arreglar eso, sólo piensen que puse cuñado ¿OK?
Capítulo IV: La primera victima, ya salió a la luz... Si se planea un ataque, también se puede planear una salvación.
Richard, me disculparás pero, antes de que llegue cualquiera de los que salió, yo tomaré el control de esta reunión ¿No te molesta cierto?- indicó la señora Weasley al Ecuyer.
No Madame, adelante...- Richard expresó e hizo un gesto, indicándole que siguiera antes que él, para aclarar aún más su posición.
La señora entró a la cocina, el resto la siguió. Luego, lo hizo el resto.
Gracias, bueno, ahora que no están los chicos... ¿Qué fue, exactamente lo que sucedió Mundugus¿Harry está bien?- Tanto Richard, como los gemelos se sentaron, intrigados por entender el meollo del asunto.
Sí, está bien, de hecho, perfectamente... bueno, estábamos la señora Figg y yo, en el living, ella tejiendo y yo vigilando por la ventana, cuando vi un movimiento extraño en el living de los Dursleys, de pronto, la tía de Harry comenzó a gritar, el marido venía llegando de su trabajo, la ballena, digo, primo, bajó las escaleras y se congregaron allí, en ese momento me di cuenta de que Harry era el único que no llegaba, por lo tanto, salí corriendo, la señora Figg me siguió tan rápido como pudo... al llegar, lo rimero que divisé fue Harry tirado en el piso inconsciente, lo cual no habría sido problema de no ser por el hecho de que no respiraba...-.
¿Cómo te atreves a decir que está bien si me dices que no respiraba?- la mujer sonaba histérica, uno de los gemelos intentó acercarse pero ella lo echó de su lado-.
Intenté... intenté, despertarlo con un par de enervates, pero no resultó, estaba blanquísimo, los labios morados, entre todo eso pasaron como cinco o siete minutos, me agaché para tranquilizar a las mujeres diciendo que estaría bien, que era un chico fuerte... finalmente, se me ocurrió echarle un poco de agua, con eso, despertó como si le hubiera vuelto el alma al cuerpo, tragó una cantidad impresionante de aire, como si estuviera ahogado, y retomó el color como si nada hubiera pasado, preguntó qué había pasado, le devolvimos la pregunta y nos contestó que de repente, había sido llevado a una playa, donde había llegado una gran ola que lo arrastró y cuando pensaba que se había ahogado, había despertado. Una vez lo escuché me di cuenta que fue un ataque de Voldemort, así que vine, inmediatamente, a reportarlo-.
Eres un imbécil ¡Un imbécil¡Y ya es la segunda vez que lo haces! si fue un ataque de Voldemort, en este instante deben estar atacando a Harry ¡Fred, George! ubiquen a Dumbledore, yo iré a ver a Harry, Richard, Mundugus, ustedes vienen conmigo-.
Sí- contestaron los últimos.
Pero mam�, es peligroso- replicaron los gemelos.
Si fue Voldemort, que es casi seguro, deben haber esperado que Mundugus se fuera para atacar, o sea, que ahora no debe quedar nadie, caballeros, si son tan amables- Molly Weasley se dirigió hacia la chimenea para aparecer, un par de segundos después en la casa de Arabella Figg. Detrás de ella, lo hicieron, Richard, y por último, Mundugus.
La señora Weasley cruzó rápidamente la acera, para cruzar las pocas casas que separaban la casa de la señora Figg de la de los Dursley. Molly entró sin llamar, de todas formas, la puerta estaba abierta, lo primero que encontró en la sala fue a la señora Dursley acompañada por la señora Figg.
Buenas noches, señoras, lamento interrumpirlas, pero quisiera saber qué fue lo que sucedió con Harry...-.
Primero que nada, buenas noches señora... me temo que no conozco su apellido...-.
Weasley-.
Señora Weasley... Harry se desmayó, según él, por estar enojado con un libro, algo relacionado con Merlín, o algo así, est�, subiendo la escalera, en el segundo cuarto a su derecha- sin esperar más la señora Weasley emprendió camino hacia el cuarto que Harry ocupase, Richard dejó pasar unos instantes, paseó su mirada por la habitación, divisó un libro, el mismo que Harry tirara un tiempo antes, lo ojeó, una página se marcó 'Dilucinado el misterio' rezaba, al tiempo que la leía sintió una sensación mu extraña en su cuerpo, preocupado por lo que pudiese significar, miró a la señora Weasley para alcanzarla. Mundugus, por su parte, prefirió quedarse abajo.
Al menos sabemos Harry está bien... pero, se me hace raro, Quien-no-debe-ser- nombrado no parece haber sido el causante, entonces ¿Quién¿Quién querría atacar a Harry?- murmuró Molly al subir la escalera.
Richard, al tiempo que subía, ojeaba el artículo, tratando de configurar algún cuadro alrededor de la sensación que le producía el leerlo y el significado que pudiese conllevar. Algo que le permitiese entender qué le había sucedido a Harry para provocarle un paro cardio-respiratorio del que pudiera salir por su propia mano, algo verdaderamente sorprendente, incluso para un mago.
Toc, toc.
¿Permiso¿Harry? Soy yo, Molly Weasley. Voy a entrar-.
Molly abrió la puerta de Harry encontrándolo sentado en el escritorio, metido entre pergaminos, mientras garabateaba frenéticamente con una pluma.
¿Harry¿Cariño?- la mujer se acercó hacia Harry tratando de llamar su atención.
La respuesta fue nula.
¿Harry?- preguntó una vez más, obteniendo la misma negativa atención de parte del muchacho.
Richard no esperó que el ocupante les respondiera, yendo, directamente hacia él. Se dio una vuelta por la puerta por alrededor de Harry tratando de ver lo que escribía, lo que vio lo dejó helado hasta la medula, algo ahí no estaba mal, sino, pésimo.
El ministerio era un verdadero, absoluto y completo desastre, sin importar realmente donde mirara Arthur Weasley, los funcionarios corrían desesperados para todas partes, presos de los nervios provocados por una cantidad impresionante de vociferadores que aparecían por todas partes y, que por sonar todos juntos, creaban una disfonía tal que el hombre dudaba que fuese a escuchar nada de nuevo en lo que le restaba de vida. Tratando de dejar el bullicio atrás, tomó el ascensor rumbo a su oficina, para tratar de averiguar cualquier cosa que les ayudara a entender qué estaba pasando.
Aunque al llegar se encontró con lo que ya no pensaba encontrarse de nuevo, su tercer hijo, Percival Weasley se encontraba sentado frente a su diminuto cubículo, dos hilillos secos debajo sus ojos dejaban claro que había estado llorando, la pregunta era, hace cuánto y, cuál era la razón exacta de ese llanto. Lejos de permitirle las cosas así de fácil al único hijo que lo había desilusionado, el único, de los siete que tenía, al que de haber tenido un tapiz con el árbol genealógico como las grandes familias de 'sangre limpia', habría quemado el nombre, borrándolo de su vida como su hijo hiciera con su familia; se sentó tranquilamente en su escritorio y aún más calmadamente, interrogó.
Buenas tardes señor Weasley ¿El señor Ministro necesita algo de este departamento? Porque, deberá disculparme, yo vine a enterarme del estado de un amigo de mis hijos.
¿Supongo que estarás contento no¿Tú y el resto de tu familia?- escupió con cizaña el premio anual de Hogwarts.
"Que es la tuya también", fue la contestación de la mente de Arthur, mas no cambió un ápice su expresión neutra y relajada.
¿Contento de qué señor Weasley? Si se puede saber, claro está-.
El señor Ministro Fudge, está a punto de renunciar, el pequeño teatrito barato que tú y tus amigos montaron junto con Oliver- la cara del señor Weasley iba tomando un rojo asesino al oír al asistente del ministro hablar así de mal de uno de sus mejores amigos del colegio, - para engañar a la opinión pública, desató una oleada de reclamos contra el ministerio, y el ministro, en particular, que el señor Fudge, lo más probable, renunciará esta noche a su cargo, y, obviamente, yo, como parte de su gabinete, tendré que renunciar. Así que cuando vuelvas, esta tarde a la Madriguera podrás destapar una botella, en honor del acontecimiento- Percy pensaba seguir reclamando, pero el hecho que su padre se levantara de la silla haciendo un estrépito, lo calló enseguida.
¿Quién te crees que eres¿Y quién te crees que soy yo¿Crees que me vanagloriaría de la ruina de alguien más, sobre todo la de mi propio hijo ¿Es que acaso tu madre y yo no te dimos ningún valor¿En casa no te dimos suficiente amor? No se qué fue lo que salió mal contigo, honestamente, no lo sé ¿Cómo te atreves a hablar así de Oliver¿Un teatro dices? Bueno el TEATRO, como le dices, lo tiene medio muerto en el hospital ¡Ve a verlo¡Ve a ver cómo se arma un teatro para engañar a la opinión pública tiene a un muchacho, una persona de carne y hueso¡Ahora Vete! Y agradece que soy una persona decente, porque si no lo fuera, en este momento estaría dándote lo que te mereces- la cara de Percy expresaba su estupefacción, nunca se imaginó que su padre pudiera sacar un genio como ese (ya que nisiquiera cuando se había ido de la casa lo había tratado tanta furia en la voz de Arthur Weasley); desmerecido, y no teniendo nadie más a quien tratar de humillar para sentirse mejor, salió derrotado de la oficina del 'Departamento para el Correcto Uso de los Artículos Muggles'. Arthur, también estupefacto, desvió todo el odio, la rabia y la presión en un golpea que dio al escritorio y que dejó su puño marcado en la añosa madera. Luego, exasperado, salió, rumbo al cuartel de la Orden.
Para Bellatrix, solo le faltaba terminar de concretar los detalles para su 'benéfico' plan de acción, contra Lucius, con el fin, según ella, de salvar a Narcisa y Draco Malfoy, su hermana y sobrino, respectivamente. Ya solo faltaba esperar la fecha indicada, que, según intuía, sería pronto. Aunque por mientras tenía un nuevo juguete con el que jugar, había encontrado un perrito, que se notaba perdido, deambulando en las cercanías de la mansión, el cuál, según su opinión, le rogaba y le decía con sus tristes ojitos: 'cuídame y protégeme'. El perrito, ya presentaba múltiples laceraciones por todo su cuerpo, en el momento en que lo encontró, y eso, sumado a que le cayó en gracia, le dieron una oportunidad de sobrevivencia al can, aún estando en las manos de la mujer. Lo había alimentado, curado y acariciado, de manera que, la energía que gastara en el joven Wood, fue vertida hacia el perrito, de manera irónicamente benéfica, o sea, en lugar de ocuparla en algún humano, donde, lo seguro fuese un resultado totalmente distinto.
Así, que sentada en un diván que había transfigurado a partir de una silla vieja, acariciaba al perro tendido a su lado, maquinando los detalles finales de su próximo designio para con la 'feliz' familia Black, el sabueso no se le negaba, viendo en ella alguna esperanza de cambio en su mala suerte, obligado, por un extraño afecto que, de cierta forma, rayaba en lealtad, y, en cambio, recibía gustoso aquellas muestras de cariño de parte de ella. De pronto, su dama se levantó y él con ella, Bellatrix estaba siendo llamada por su gran maestro.
Quédate aquí, yo vuelvo pronto, por mientras, allí hay más ratas para que comas mientras no estoy- una última caricia y partió al encuentro de Voldemort. El perro ansioso y motivado por una, nueva, y, a la vez calida sensación de reforzamiento, se apresuró a capturar algunas ratas para 'jugar' con ellas mientras volvía su dama.
Bellatrix, acortó la distancia hacia la habitación del Lord Oscuro tan rápido como sus ansias le permitieron. Llegando allí vio, como en sus mejores momentos a su señor rodeados de leales mortífagos, prestos a recibir los mandatos que se les fueran encomendados, sin importar de qué se tratase, sintiendo la presencia de la mujer, Voldemort hizo abrir el cerrado circulo de forma de quedar mirando exacta y únicamente a Bellatrix.
¿Me llamaba Señor?-.
Así es, emisaria mía, señora del sufrimiento, tengo una misión para ti...-. La enigmática voz de su jefe la hizo llegar al máximo éxtasis en cada una de sus moléculas. Ese efecto lo había tenido siempre en ella, sin embargo, el hecho de que la prefiriera a ella, incluso antes que a su hermana, la llenaba de un orgullo, que nada podía aplastar.
Lo que tú digas será hecho, Mi Señor-.
Muy bien, mi señora, es hora de que aparezcas una vez más ante la honorable sociedad mágica, solo que esta vez, lo harás en gloria y majestad, no sólo frente a un grupo de niñatos imbéciles... mi querida, tú dirigirás el próximo ataque...- la sonrisa que el seudo humano mostró hizo que por las espaldas de todos los presentes corrieran espasmos de alerta, excepto por la de ella, donde, el éxtasis, ya era, en más de una forma, orgásmico.
Entonces, comienza con los preparativos...-Bellatrix se inclinó, en señal de humildad ante el Lord Oscuro. Los mortifagos que llenaban el círculo, miraban estupefactos el espectáculo, aunque esto revistiera distintas reacciones, algunos la miraban con respeto, otros, con satisfacción, al tener que ahorrarse el castigo por si algo salía mal, y los últimos, simplemente, con envidia.
Una vez salió, la señora Lestrange, Voldemort prosiguió, al contrario de cualquier presunción, tranquilamente, con la reunión que se llevaba a cabo, algo que los mortifagos agradecieron profundamente, ya que el carácter de su señor, podía, la mayoría del tiempo, provocar que la mayoría se arrepintiese de seguirlo, y los demás no pudiesen esperar a que fuese derrotado por el famoso 'niño-que-vivió' Harry. Luego de cuarenta larguísimos minutos, los mortífagos fueron dejados en libertad, tomando, estos, dirección hacia la habitación desde donde podían aparecerse de nuevo en sus distintos puntos de origen.
La ama Lestrange, sentada otra vez en el diván, difería esta vez de compañía, ya que, además del can, con ella se encontraban varios mortífagos listos para recibir las órdenes de la 'preferida' del Señor oscuro, cualquiera podía malinterpretar este apelativo que Bellatrix se había ganado a punta de varita, no era por ningún extraño motivo "romántico", sino porque la mujer era la única que podía 'rivalizar' con su propio sadismo y sentido de la 'pureza' de sangre, por lo tanto, era, a la única, de entre todos los mortifagos a la que veía, en cierta forma, como a una igual.
Atacaremos, el pueblucho de Hogsmeade, el Callejón Diagon ya fue advertido hace un par de días y quiero hacer algo original, veamos...- con su varita hizo aparecer un diagrama de la localidad donde señaló cada una de las salidas –Uds.- indicando a los más veteranos -Se apostarán en cada una de las salidas, protegiéndonos de un eventual contraataque del maldito vejete loco; ahora, el resto de nosotros- incluyéndose mientras indicaba el centro del pueblo –atacaremos el centro, ahora necesito que vosotros tres –indicó a tres muchachos saquearán estos dos comercios –indicando en el mapa una librería y el correo –tráiganme todo lo que encuentren – los chicos iban a protestar –no me interesa cómo lo hagan, porque si fallan... la suerte del muchacho- refiriéndose a Wood – será benéfica, al lado de lo que les voy a hacer...- los muchachos tragaron dificultosamente- los detalles finales se les explicarán el día del ataque, que será dentro de cuatro días, o sea, tienen cuatro días para prepararse, si caen bajo el fuego enemigo, ya están muertos, no volveremos por ustedes, no tenemos ni tiempo, ni recursos para estarlos perdiéndolos en estupideces, así que ya lo saben... cuatro días... ahora ¡Váyanse!- los mortifagos, extasiados partieron hacia sus lugares de procedencia.
Ya llega la hora final Lucius... ya llega-.
Harry estaba en un cierto estado de shock, volvía a revolver los papeles donde dibujaba las paredes donde había estado, los símbolos que Richard estudiase para poder entender lo que decían ciertos documentos que debió leer durante su preparación para Ecuyer.
Esto no puede ser posible...- expresó Richard impresionado.
¿Richard¿Qué sucede¿Acaso sabes qué sucede con Harry?-.
Revolvía los papeles tratando de llamar la atención del muchacho. Sin embargo, la negativa del muchacho lo exasperaba a la vez que lo asustaba profundamente.
¿Harry?- Richard intentó por última vez que el chico lo atendiera. Tomándolo del hombro y al hacerlo lo notó frío, es más, gélido; su cara se tornó blanca, cuando varias imágenes de lo que Harry vio en su 'sueño'.
¿Ri... Richard?- preguntó la Señora Weasley.
¡Demonios!- exclamó Richard y bajó desesperado hacia el primer piso.
¿Dónde vas¿Qué te pasó Richard?- pero la pregunta quedó en el aire porque, Richard ya había salido de la habitación. Sin poder quedarse con la duda con respecto a lo que pasaba alrededor, tocó la cara de Harry, sintiéndola tan fría que su mano le llegó a doler, alcanzando un estupor inimaginable durante unos minutos, recordando las imágenes de aquel boggart que viera durante el verano anterior en el cuartel de la Orden. Una vez recuperó el conocimiento, se puso a frotar histéricamente los brazos de Harry tratando de subir la temperatura de su cuerpo, este gesto fue el que trajo a Harry de vuelta al mundo real.
¿Qué cosa¿Qué sucede?- preguntó Harry hablándose a sí mismo, giró la cabeza que mantenía firmemente puesta hacia los pergaminos de la mesa, con dirección a quién frotaba sus brazos, extrañado, vio a la señora Weasley a su lado.-¿Señora Weasley¿Qué hace usted aquí?-. Le preguntó un poco atónito.
¡Oh Harry¡Volviste! Llevo varios minutos tratando de que me escucharas... estás muy frío... ¿Por qué no te recuestas?Estoy segura que una pequeña siesta te hará bien...- ante el asomo de una futura negativa del muchacho, la señora Weasley interrumpió el futuro comentario –por favor...-.
Pero...-.
Por favor... enserio...- la triste y preocupada cara de la señora Weasley no le dejó otra opción.
Sin otro argumento no le quedó más que obedecer y dirigirse a la cama donde se recostó bajo las tapas que la señora Weasley arropó maternalmente para él. Ya con ese extraño gesto en la vida del muchacho lo embargó el sueño, sus ojos se cerraron lentamente y del mundo real se fue, una vez más, en ese día.
Richard, bajó las escaleras ruidosamente, llegando al lobby donde la señora Figg acompañaba a Petunia Dursley.
Disculpe... señora Dursley... ¿Podría utilizar su teléfono?...-.
¿Es que los fenómenos como ustedes saben utilizar los teléfonos? La verdad es que hoy no tengo ganas de pelear... úsalo, está allí...- indicó una mesita donde reposaba el aparato.
Richard marcó una serie de números que le conectaron a la sección inglesa de la Orden de Sion. Donde en base a los diferentes chillidos del teléfono dieron a conocer al joven que la línea estaba siendo asegurada.
Buenas tardes... la línea está asegurada, puede hablar...-.
Necesito que manden un equipo de criptólogos al Nº 4 de Privet Drive, Little Whinging, en Surrey, a nombre del Ecuyer Richard Laine.
Sin embargo, Ecuyer, no teníamos noticia de que había un Ecuyer francés en tierra inglesa, me temo que su solicitud tendrá que ser vista por nuestro Croisé...-.
No, espere, comuníqueme con la casa de mi señor Nautonnier a mi nombre, por favor...-
Me temo que eso es imposible sin la autorización de mi señor Croisé...-.
¿Sabe qué? ya no importa, no haga nada, buenas tardes...- Richard colgó el teléfono exasperado, Petunia Dursley lo miró curiosa. Richard la ignoró para volver a tomar el auricular, marcando a una operadora.
Buenas Tardes... ¿En qué puedo ayudarle?-.
Buenas... necesito comunicarme con la residencia Plantard en París, Francia, por favor...-.
Momento... por favor... mientras consulto el número... no cuelgue por favor...- (N/A: Mi mamá es telefonista y tiene ese reflejo condicionado, lo dice incluso cuando contesta el celular).
Una simpática melodía empezó a sonar, lo malo es que, en vez de tranquilizar al Ecuyer, tan sólo lo puso más nervioso.
Comunico...- se oyó por el otro lado de la línea –Hable por favor... muchas gracias por utilizar nuestro servicio- la telefonista conectó ambas líneas y desde el otro lado de la línea Richard pudo escuchar una respiración.
Residencia Plantard...- contestó un hombre en francés.
Si... este necesito hablar con Messieurs Plantard, por favor- pidió Richard también en francés.
Momento por favor...- el hombre lo transfirió a otra línea, otra vez se oyó ese repiqueteo en el teléfono que le indicaba que se estaba asegurando la llamada. Una vez más Richard escuchó como tomaban el auricular desde el otro lado.
Ingrese... su... clave... por... favor- una voz mecánica, obviamente de una grabación telefónica fue la que le habló. Richard ingresó una clave de seis dígitos, a través del teléfono.
Muchas... gracias... ahora, por favor... espere...- el ánimo de Richard ya iba en franco ascenso hacia la ira.
Rápido, rápido... ¿Por qué demonios tardan tanto?- el ordenado golpeaba ligeramente la mesa del teléfono en protesta contra la demora de su llamada.
La paciencia es una virtud Richard... como Ecuyer, deberías recordarlo...- una tranquila voz de mujer resonó en el oído del hombre.
Me alegro de que así lo consideres Niniane, sin embargo, en este momento no tengo tiempo de discusiones telefónicas sobre la paciencia... necesito hablar con mi señor Nautonnier...-.
Lo que sea tendrás que discutirlo conmigo, mi señor no puede atenderte en este instante...-.
No me interesa donde, ni con quién esté, la misión que me encomendó es lo suficientemente delicada como para que me atienda...-.
Espera... ¿No me digas que a ti fue a quien mando mi Nautonnier a encontrar la rama perdida? Por dios, déjame reír un poco-.
¿Celosa¡Espera¿Cómo es que tú sabes por qué vine a Londres?-.
Mi señor me lo dijo... ahora... ¿Qué puedo hacer para ayudarte?-.
Necesito un equipo de criptólogos en la siguiente dirección, anota...-.
Espera...-.
Nº 4 de Privet Drive, Little Whinging, Surrey, Londres… ¿Lo tienes?-.
Sí, ya lo tengo... yo te los enviaré...-.
Niniane... intenté obtener los especialistas vía, sección Inglesa pero no resultó, porque, se me olvidó que no venía en misión oficial...-.
Eres un imbécil Ecuyer ¿Te das cuenta de lo que hiciste? Pusiste en peligro a ese muchacho, sácalo lo más rápido posible de allí... ¿Me entendiste?-.
¿A qué te refieres? Que yo vea, no hice más que seguir el conducto regular de las cosas...-.
¡Ah! Eres un... ¡Quédate con el muchacho! No te despegues ni un centímetro de él... ¿Me entendiste? O ¿Es muy complicado para ti?-.
Lo haré, no veo el problema de utilizar los conductos regulares-.
Richard...-.
¿Qué?-.
Yo iré... trata de mantener al muchacho vivo ¿De acuerdo?-.
Sí, lo sé, al contrario de lo que tú piensas yo no soy un imbécil, entiendo las cosas...-.
Sí, claro, lo que tú digas; de cualquier forma... Cuídate ¿De acuerdo? No me gustaría ver que por tu culpa le pasara algo a ese chico...-.
No tengas cuidado... adiós Niniane...- Richard, ya un poco más tranquilo colgó de una vez el teléfono.
Muchas gracias señora Dursley... y lo que salga de esta llamada, por favor, envíeme la cuenta a esta dirección...- sacó de su billetera una tarjeta de visita donde salía una dirección en Londres, Petunia la tomó un poco confundida, Richard giró sobre sus pasos y volvió a subir las escaleras.
Los sanadores de San Mungo, se encontraban en reunió evaluando la evolución de Oliver Wood, que, por lo demás, no había presentado signos de pronto despertar del coma que lo afectaba. Sus padres sólo se habían separado de él, cundo las revisiones de los sanadores los obligaban. Sus padres ya no sabían de donde estaban sacando fuerzas para poder verlo en ese estado ¿Cómo en su sano juicio podía haberse mezclado su hijo con los mortifagos? Porque gracias a una edición extraordinaria del Profeta se habían enterado de lo que había sucedido en el Callejón Diagon, y con su hijo. De eso no tenían una idea clara de cuanto tiempo había pasado.
En el pasillo que daba hacia la habitación se encontró Albus Dumbledore, que, había monitoreado la salud del joven a través de su retrato informante, había decidido concurrir para apoyar a la familia y a ofrecer sus servicios a la familia.
Toc, toc. Oyeron los padres de Oliver en la puerta, extrañados, el padre formuló un quedo adelante, sintiendo el peso de la desesperanza en su corazón. Y por tácito acuerdo se alejaron de la cama que albergaba a su hijo, dejándose estar de forma que lo taparan de la vista directa de quienes vinieran.
Dumbledore, entró a la habitación, acompañado por la Subdirectora del colegio Hogwarts, la profesora Mc Gonnagal, es jefa de casa de Oliver Wood, mientras estuvo en el colegio, con el motivo de reconfortar a la familia.
Buenas tardes, Señor y señora Wood... hemos venido a ponernos a su servicio...- pronunció el anciano profesor.
Muchas gracias...- agradeció la madre del chico.
Pero me temo, que, esta vez, no depende de ninguno de nosotros, sino, sólo de él... creo que solo un milagro lo sacaría de esto...-.
Pero, aún así le agradecemos que se haya tomado la molestia de venir a vernos... se le agradece-.
Señores Wood...- comenzó la profesora -¿Sería posible verlo? Claro, si es que ustedes nos autorizan...- terminó lo más posiblemente diplomática –creemos que podemos ayudar...-.
La señora Wood miró expectante a su marido, que parecía meditarlo profundamente, sin embargo, nisiquiera las terribles mentiras expuestas por el Profeta durante el verano anterior pudieron minar el respeto que inspiraba el director de Hogwarts, así que, finalmente, accedió, apartándose de la vista, dejando que ambos profesores se acercaran a su hijo.
La profesora quedó anonada por la vista que le mostraban sus ojos, un pequeño hilillo de lágrimas recorrió su cara, indicando como se sentía por dentro; la cara de Albus Dumbledore también se ensombreció, presenciando lo que podía ser el destino de todos aquellos que luchaban a su lado.
¿Qué les han dicho los médicos?- preguntó, mientras hacía una floritura con su varita y una pequeña luz se paseaba rápidamente por el cuerpo del joven y miraba los cambios de color de la lucecita.
Que si no muestra mejoría dentro de las próximas horas... no... no volverá...- la señora Wood comenzó, otra vez, a llorar.
La lucecita dejó de brillar, dejando a Wood, en el mismo estado en que estuviese antes. Dumbledore miró un poco menos preocupado y Minerva Mc Gonnagal le devolvió la mirada con un poco más de esperanza, comprendiendo lo que significaba el cambio de mirada en todo el cuadro.
Así, veo, entonces, sí podemos ayudar un poco...- pronunció la profesora y miró a los padres del muchacho. Éstos le devolvieron su mirada, esperanzados.
Fawkes...- pronunció el profesor y su fénix apareció en escena.
Fawkes, se acercó a la cama y comenzó a cantar; los padres esperaron un milagro mientras en sus corazones se encendía la esperanza. El fénix se acercó al muchacho y lloró en aquellas heridas que no paraban de sangrar, deteniendo de inmediato el sangramiento, conllevando una leve mejoría en el ritmo cardíaco del muchacho, que se corrigió aún más cuando Fawkes cambió la tonada de su canto, dejando una aún más suave, finalmente el Fénix se alejó del muchacho, indicando que no podía hacer nada más por él, presentó una leve reverencia a los padres del muchacho, y exhausto, se desapareció.
Los padres, más alegres, pero aún así, un poco decepcionados de que el fénix no pudiese hacer más por su hijo, se acercaron lentamente hacia él, ya parecía menos lastimado y en su semblante no se notaba tanto dolor, eso sí que lo agradecieron. Y con ese sentimiento se allegaron hacia los profesores.
Profesores... ¿Cómo podemos...?- comenzó la madre del muchacho.
Tan sólo no le digan a nadie que vinimos a verlo, ni lo que hizo Fawkes... esto debe quedar en secreto... ¿De acuerdo?- indicó el director.
Claro, profesor, puede estar seguro de eso... y de nuevo, muchas gracias...- comentó el padre ya mucho más relajado.
Lamentamos no poder hacer más, pero, le aseguro que investigaremos todo lo que podamos para que su hijo salga lo más rápido y lo mejor posible de este trance...- adhirió la profesora Mc Gonnagal.
Cualquier cosa que descubramos se las haremos saber a través de Fawkes... ahora, si nos disculpan, debemos irnos...- Dumbledore, apareció una pequeña libreta de aspecto muggle e indicó –tres... dos... un...- ya habían desaparecido. Y ahí recién los padres de Oliver entendieron el por qué de que se mantuviera en secreto esa visita a su hijo.
En Hogwarts, en la oficina del director, los esperaba Mundugus Fletcher.
¿Pero qué haces aquí Mundugus?- exclamó la profesora al verlo en la oficina del Director -¡No puedo creer que lo hayas vuelto a hacer! Y sobretodo el día de hoy ¿Qué te pasó ahora?-.
Es Harry...- todo quedó suspendido en medio del tiempo durante un par de segundos, a la manera de ver de Dumbledore, de pronto, todo volvió a la normalidad –fue atacado-.
Aquí termina...
Antes de cualquier cosa, quiero tomarme un espacio para expresar el profundo respeto que sentía por Su Santidad, el Papa Juan Pablo II; quien falleció el día de ayer, 2 de Abril de 2005, a pesar de no ser ni Católica, ni Cristiana, sentía un profundo respeto por él y sus esfuerzos por conservar la paz en un mundo tan convulsionado como el de hoy en día. Y debo contar algo muy irónico, cuando estuvo en Chile, yo estaba en periodo de gestación (o sea en la guatita de mi mami), él bendijo el vientre de mi mamita, ahora viene lo raro, yo hasta, aproximadamente, los cuatro años, le dije "Santo Padre" a Dios y a Cristo; y de toda mi familia, soy la menos católica... ¿Gracioso No?... bueno, de cualquier forma, desde Chile, un saludo de reconforte para todos aquellos que se sientan mal por este acontecimiento, un consejo, piensen que dejó de sufrir, y que ahora se encuentra totalmente cerca de aquello que atesoraba tanto, su Dios...
Espero que los próximos capítulos salgan más rápido porque tengo algunas partes ya escritas en diferentes cuadernos de la Universidad (que es extrañamente complicada), bueno, saludos a todos, y hasta la próxima...
Saludos, Katie.
Capítulo terminado el 3 de Abril de 2005 ¡Feliz Cumpleaños nº 16 Carlita!
