Harry Potter y La Sagrada Vid.
Por Katie Lupin.
Disclaimer: No recaudo dinero a partir de esto, tampoco me interesa hacerlo porque no creo que sea lo suficientemente bueno como para hacerlo... Harry Potter pertenece a JK Rowling, editoriales respectivas para cada parte del mundo, Warner Bross. A AOL Time Company, Etc. así que soy inocente de cualquier cosa que se me acuse, no estoy utilizando su cosmogonía con malas intenciones; ahora Richard, Ellid, Ian, sus padres y Niniane Sí me pertenecen y no los comparto a menos que se me pida... Eso es todo lo que tengo que decir.
Capítulo X: De cómo un Malfoy puede volver a casa... ¿Qué tal es volver al lugar donde temes cada noche que tus pesadillas te lleven?
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&& Flash Back &&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
La noche era mucho más oscura y calurosa de lo normal en la casa Malfoy, Narcisa contemplaba desde el comedor como la oscuridad comía por completo al cielo, a medida que el sol bajaba por el horizonte. Sabía que su hijo estaba practicando en el cuarto del sótano, la verdad era que Draco no estaba tomando nada bien la estadía obligatoria de su padre en Azkaban, ya desde la bajada del tren a fines de Junio, o sea, algunos días antes, los problemas habían comenzado, Draco y sus dos amigos, habían bajado del tren convertidos en tres babosas gigantes, atrapadas dentro del uniforme de colegio; como si no fuese poco, que todo el mundo la mirara con repulsión e ira contenida, más encima, su único hijo probaba, una vez más, que no era superior a Harry Potter, sino que, para peor, siempre terminaba siendo ridiculizado por él. Y por lo que vio esa no sería la excepción.
Podía sentir las miradas en su espalda, nadie se le había acercado durante todo el tiempo en que habían esperado el Expreso de Hogwarts, nadie quería acercarse a ella en vista de los últimos acontecimientos, ni siquiera aquellas esposas cuyos maridos también habían caído juntos a la prisión de los magos; se sentía como si tuviera lepra o algo por el estilo. Tomó a su hijo y se dirigió rápidamente a la chimenea que la conduciría a su casa, claro, una vez que deshizo todos los hechizos y maldiciones que traía encima, no hay para qué decir lo incómodo y ridiculizante que se le hacía el tener que hacerlo enfrente de todos los apoderados y alumnos del colegio; una vez terminó de desencantar a su hijo, lo miró de la misma forma en que ella había visto hacerlo a su marido millones de veces, Draco sólo bajó la cabeza arrepentido y desilusionado, siguiéndola de cerca.
No quiero oír nada Draco, sube a tu recámara y alístate para cenar, alguno de los elfos irá por ti...- Narcisa, marchó hacia al lado contrario del que lo hizo, unos momentos después, su hijo.
Draco llegó a su habitación dando un impresionante golpe con la puerta, tiró uno de los adornos que encontró a un lado, una réplica de un retrato de su tatarabuelo por el lado Malfoy, el retrato se hizo mil pedazos que luego de un mili segundo volvieron a armarse para quedar impecable y exactamente en el mismo lugar que al principio.
¡Maldita sea¡Maldito San Potter¡Malditos sus padres¡Maldita sea su maldita madre Sangre Sucia¡Malditos sus amigos¡El muerto de hambre y la Sangre Sucia Sabelotodo insufrible¡Desearía que todos murieran! Y de la manera más terrible posible...- su respiración era totalmente cortada por todo lo histérico que estaba -¡Tú eres el culpable de que mi vida sea tan miserable! Pero ya lo vas a ver... Aunque sea lo último que haga, te haré arrepentir de todo lo que me has hecho ¿Oíste¡Todo!- se sacó el uniforme y se dirigió al cuarto de baño para tomar un buen y reconfortante baño antes de la cena. Cuarenta y cinco minutos después salía recién del baño.
Tomó una bata y sin secarse se la puso, mojado como estaba, no tardó el agua en provocar que se le pegara el satín al cuerpo, pero no le importó, tenía cosas más importantes en las que pensar. Se dirigió al armario para encontrar alguna túnica apropiada a la ocasión, escogió una azul marino, lisa, "elegante y sobria", pensó. Justo en ese momento, un elfo doméstico apareció indicándole que la cena estaba por servirse. Draco bajó en busca de su madre.
La encontró en la sala, ojeando un libro, presumiblemente, uno de cuentas, era bien sabido que las cuentas de Lucius Malfoy habían sido congeladas por el ministerio de magia mientras lograban determinar qué tan relacionados con Voldemort estaban los Malfoy, y hasta ese punto, lo que descubrieron no favorecía en nada a Draco y Narcisa.
Madre, la cena está servida...- anunció Draco lo más respetuosamente posible.
De acuerdo, pasemos a la mesa- Narcisa extendió la mano para que su hijo la escoltara a la mesa.
Lucius daba vueltas por su celda, un día más, en ese ambiente de nido de ratas y se volvería loco, era una suerte que ya no estuviesen los Dementores, de otra manera, lo más posible sería que ya se hubiera vuelto loco allí encerrado, reviviendo los peores momentos de su vida, pero ya encontraría la forma de salir de allí y ahí Potter, el vejete estúpido de Dumbledore y su tropa de ayudantes retrasados pagarían el haberlo desacreditado ante la comunidad mágica, a él, el benefactor más importante de la comunidad mágica, uno de los ciudadanos de familia con más raigambre, a él, Lucius Malfoy.
Una vuelta y otra más, lenta o rápidamente, los minutos seguían a las horas, y éstas, a días interminables, que dentro de la celda a la que estaba confinado hacían insoportable el intentar vivir así; y esa inactividad lo sumía en la peor de las incertidumbres, cuyo sabor se hacía más agrio con cada vuelta que daba alrededor del minúsculo espacio al que estaba suscrito. Preguntose por el estado de su esposa y de su hijo, seguramente, estaría planeando alguna venganza contra el maldito niño maravilla y su pandilla de inconscientes, pero, aún así no se tranquilizaba; el encierro, la inactividad, sumadas a el resentimiento y el temor lo tenían al borde de sus fuerzas, ahora tan solo esperaba el momento propicio para volver, sin embargo, el momento de regresar a su casa, a su vida parecía no llegar nunca y comenzaba a desesperarse.
Uno de los aurores trajo la comida, otro día llegaba a su fin y en Azkaban llovía, Lucius no recordaba como era escuchar el caer de la lluvia desde otra perspectiva que no fuera la que le daba una cama tibia y el abrigo de una construcción acogedora, de cualquier forma, jamás había estado en prisión o a la intemperie, consciente, al menos, durante una noche como esa; así, las veces en que había estado en el descampado durante una noche como esa, siempre había sido su adrenalina la que llevaba a su cuerpo, no su conciencia, por lo tanto, no guardaba recuerdos como para compararlo.
"Narcisa se debe estar arreglando para la comida", pensó y se arrebujó un poco más a la raída capa que traía desde que lo llevasen allí "La chimenea debe calentar cada rincón de la mansión y los elfos deben haber preparado algo que valga la pena, para variar; Draco debe haber llegado del colegio, Narcisa debía recogerlo en la estación; y yo aquí pudriéndome de frío, cuándo ¿Cuándo será el momento de irme?". Otro trueno resonó muy cerca de allí remeciendo hasta los cimientos de la cárcel. Esa era, tan simple, pero a la vez tan concreta, aquella era la señal que esperaba, se levantó sin dilaciones, cuando apareció, a unos cuántos centímetros de donde se encontraba la señal de la calavera, una marca oscura se dibujó en el piso al fragor de miles de chispas que iban indicando el contorno, de modo que, al delinear el perímetro el pictograma comenzó a brillar en su conjunto, aportando zonas de luz de forma circular, indicaba algo; sin esperar más invitación, Lucius se metió en medio del dibujo, imaginando que los cambios de luminosidad medían una cuenta regresiva, cada vez fue más rápido el circuito, hasta que ya no se distinguía el cambio. "Tres, dos, uno", de un momento a otro Malfoy desapareció dejando atrás una copia exacta, solo que sin vida, un títere que representara un papel de engaño hasta que se necesitara.
El títere salió del perímetro que al no tener más utilidad se desdibujó dejando, una vez más, el piso desnudo de la prisión. Seguidamente, el 'clon' comenzó a hacer lo que se suponía debía, vueltas, una y otra vez, siguiendo un itinerario que se le ordenase cuando fue hecho.
Y en el centro de la propiedad Malfoy, a varias millas de distancia de la construcción principal, muy cerca de unos antiguos y descuidados establos para Thestrals, cayó el cuerpo, cansado del dueño de todo; Lucius Malfoy estaba de nuevo en casa. Y la afrenta causada por 'el-niño-que-vivió' sería pagada con sangre, de eso se aseguraría, aunque su cometido le llevara la vida.
Una vez más entrenaba el heredero Malfoy, aún con más ahínco, después de enterarse de que la fortuna de la familia estaba siendo, aún más, amenazada, los ex-colaboradores de su padre, se negaban a volver a verse involucrados con él, veían como un riesgo innecesario, y que, obviamente, no estaban dispuestos a correr, como era el mantener contacto con el magnate sangre pura. Por lo tanto, tan solo había que hacer la matemática, sin colaboradores, no hay inversiones, y sin inversiones, no hay beneficios, y sin beneficios, no hay fortuna Malfoy. Aunque eran lo suficientemente ricos, como para, aún después de ese percance, mantenerse como una, de las familia más ricas del mundo mágico, no estaba dentro de los planes del heredero el que la fortuna disminuyera, en vez de, aumentar.
Un golpe siguió a una pirueta, una floritura, una mesa se rompió en miles de pedazos, que fueron arreglados inmediatamente por el cuarto. Un salto, un corte y el dolor; dolor, cansancio, adrenalina, ira y oscuros pensamientos, eso, fue todo lo que Draco supo por ese día de entrenamiento.
Aún cansado, más que adolorido y desesperado, recorrió Lucius Malfoy la distancia que lo separaba de su casa, esposa e hijo. Draco y Narcisa, habían terminado de cenar hace mucho tiempo, Narcisa, continuaba con su labor de hacer bordar a su elfa de compañía un nuevo tapiz para la muralla de su habitación y Draco ya dormía sumido en el dulce sopor provocado por la poción revitalizante combinada con un pequeño somnífero, el entrenamiento le había roto un par de costillas, cortado su cuerpo en varias partes y lastimado su pierna derecha muy feo, así que había sido su labor aplicarle pociones curativas, darle las otras y comprobar que no hubiese nada más malo, para que pudiera dormir tranquilo. Después de eso había vuelto a la sala a seguir con lo que hacía todas las noches, maltratar a su elfa y esperar porque el Señor Oscuro perdonara a Lucius y lo ayudara a volver a casa. Ya aburrida por esa noche había mandado otro elfo a calentar su cama para ir a dormir, mientras le ordenaba a la elfa de compañía que le buscase el camisón y la bata. Estaba sola en la sala, cuando unos golpes interrumpieron sus pensamientos.
Lucius, después de mucho andar; no podía usar magia para aminorar la crudeza del ambiente porque no tenía su varita, y, aunque la tuviera, el ministerio, o Dumbledore, podían estar rastreando la propiedad; había, por fin, alcanzado a divisar nítidamente el zaguán de su mansión, así que con un último esfuerzo, del que su cuerpo le pediría una GRAN cuenta, recorrió los últimos quinientos metros que lo separaban de todo por lo que luchaba.
Rendido, arrastrándose por el suelo medio muerto, golpeó la puerta, esperando que algún elfo lo escuchase, una vez, tres, siete veces había tocado la puerta, mas nadie había aparecido; ya con lo último de la fuerza que le quedaba golpeó por última vez la puerta, ya resignado a tener que pasar la noche en el zaguán de su propia casa. Fue esa última vez la que escuchó su esposa Narcisa.
Temerosa, a la vez que excitada por lo que ese golpe podía significar, Narcisa se acercó a la puerta dispuesta a abrirla, sin embargo a último momento se acorbadó ¿Si eran aurores? Llamó a un elfo para que fuera a ver de quién se trataba. El elfo desapareció, para abrir la puerta desde afuera, trayendo a su amo mayor levitando sobre el piso, completamente sucio, herido e inconsciente.
Narcisa no necesitó tratar de reconocer de quién se tratara, aunque su túnica estuviese sucia y derruida, que su pelo no presentase su rubio etéreo; en un instante supo que, al fin su vida cobraba sentido de nuevo, su marido había regresado. Ordenó al elfo que lo transportase a la cama y que buscase todas las pociones que estaban en el cuarto de su hijo, mientras ella iba a un depósito donde guardaba otras tantas. Toda la noche pasó velando a su marido, preocupada por lo que tendría que haber pasado para llegar a casa esa noche, y previendo lo que significaba, Voldemort había encontrado una misión para Lucius y la familia Malfoy, o sea, Draco pronto sería ordenado mortifago, su peor temor se hacía realidad, la vida pronto le cobraría las vida que había cegado en la anterior guerra, con las de su propia familia, y lo más probable, que con la suya también.
Lucius despertó de su inconsciencia cerca de las cinco de la mañana, con un dolor insoportable en las piernas, y sin recordar gran parte de lo sucedido desde que había salido de Azkaban, se creía muerto porque podía sentir la deleitante sensación de la seda de las sábanas de su casa en su cuerpo, el abrigo de su mansión, y el intoxicantemente sexy, para él, aroma de su esposa cerca suyo. Un ojo abrió y el otro lo siguió y el caballero Malfoy pudo distinguir a su esposa que vertía en un vaso, concienzudamente, una poción en una copa.
Narcisa...- la llamó. Ella terminó lo que estaba haciendo y se sentó junto a él tomado su mano entre las suyas.
Tranquilo... ya estás en casa, ahora bebe esto y descansa, en un rato más conversaremos...- acercó la copa a los labios de su marido, acto seguido, el hombre dormía una vez más. Y ella una vez se sentó a esperar.
A las diez de la mañana dejó Narcisa que Draco entrara a ver a su padre, al que ya había limpiado y cambiado de ropa, por lo tanto, reposaba tranquilamente en la cama, ataviado de acuerdo a su posición y estatus.
¿Padre?...- preguntó Draco tratando de mantenerse en la entrada de la habitación. Su progenitor abrió sus grises ojos y los apuntó a su hijo.
Pasa Draco... siéntate, debo conversar contigo- Draco siguió, más asustado que aliviado hacia su padre.
Debes saber que si mi señor me ha dejado volver, es porque debe tener alguna misión para mí... por lo tanto, si algo... si algo me pasa deberás encargarte de la fortuna y de tu madre... estoy seguro que no será difícil, ya que para eso, al contrario de cómo eres para obedecerme, eres bastante bueno... ahora, tu madre me contó lo que pasó en el tren de Hogwarts, agradece que estoy lo suficientemente mal como para azotarte yo mismo ¿Quién te crees que eres para avergonzar así a tu madre? Ya verás cuando esté bien...-no dejó intervenir a su hijo que hizo el ademán de hablar- ahora retírate y no te quiero ver por un buen tiempo...- Draco dio media vuelta y abandonó la habitación. Dejando a su padre solo en la habitación meditando sobre el futuro de su hijo.
Otra noche que Narcisa pasaba mirando la chimenea, mientras su elfa ya terminaba el tapiz que le había encomendado, había quedado bastante bien a juicio de ella y su marido. Le había prohibido levantarse durante todo el día, pero su marido se había visto obligado a abandonar la cama. Lucius había salido, a penas de la cama, fue llamado por su amo; volviendo exhausto a casa con una nueva misión, se le había encargado buscar un extraño volumen, que, según su jefe, contenía información 'fidedigna' de algo que podía igualar, e incluso superar, el poder de la 'Piedra Filosofal', que su maestro había perdido en el último minuto, por la culpa de Harry Potter, durante el primer año de éste. El dichoso objeto era conocido en el mundo muggle y había llegado a oídos del gran señor oscuro durante el tiempo que compartió cuerpo con el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, Quirrel, así, el artefacto que buscaba era, el denominado, 'Santo Grial'.
&&&&&&&&&&&&&&&&&&& Fin del Flash Back &&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
Es Harry...- todo quedó suspendido en medio del tiempo durante un par de segundos, a la manera de ver de Dumbledore, de pronto, todo volvió a la normalidad –fue atacado-.
El peso del mundo cayó sobre los, ya cansados, hombros del presidente de la confederación mágica.
¿Qué Harry fue qué?- por la mente del amilanado profesor pasaron todas aquellas prevenciones que mantenía desde el verano, dos años antes.
¿Qué haces todavía ahí de impávido Mundugus¿Qué le pasó¿Cómo está?-.
Bueno...- el mago tomó un poco de aire –aquí vamos de nuevo...- y comenzó a contar, otra vez, su historia.
La Ecuyer, asistente del Gran Maestre de la Priurè, arreglaba los últimos asuntos concernientes a su viaje hacia la capital del Reino Unido.
¡Estúpido Richard!-.
Se dio otro par de vueltas alrededor de la oficina.
¡Esto es lo que sucede cuando a un hombre se le pide hacer algo¡Hombres¡No hay nada más inútil en todo el universo¡Una planta es más útil! Al menos nos da oxígeno, pero un hombre, siendo que no sirven para nada... que todo lo tenga que hacer una ¿Me pregunto cuántos Richard Laine's se necesitan para cambiar una ampolleta-.
Niniane se acercó, exasperada, al teléfono y comenzó a marcar.
¿Aló? Buenos días ¿Es qué podemos ayudarle?- contestó un hombre, con un acento, un tanto extraño e inentendible, Louie al habla-.
Louie, soy Niniane, necesito un favor ¿Qué tan ocupado estás?-.
No lo estoy para Ud. señorita, ni nadie de mi equipo-.
Me alegro escucharlo, porque tengo una tarea para ustedes ¿Qué tan rápido pueden estar en el helipuerto?-.
Por usted, en este mismo instante-.
Que bueno, porque salimos inmediatamente-.
¿A dónde si puedo preguntar señorita Niniane?-.
Londres, Inglaterra-.
Considérese allá-.
Gracias, Louie-.
Ya lo sabe, señorita, cuando nos necesite-.
Niniane cortó. Escribió una rápida nota para su jefe explicándole la situación y se fue camino a su oficina.
Bellatrix se encontraba acariciando a su nuevo compañero, mientras este dormitaba presa de el extasiante sopor que le provocaban las caricias de la bruja, quien lo hubiera pensado, la reina del sadismo se relajaba acariciando a un perro abandonado, cualquiera que lo hubiera sabido, no lo creería, nisiquiera viéndola.
Una vez más repasaba los pasos para su plan, verificaba las posibles atenuantes, los pasos en falso, los posibles finales, calculaba matemáticamente sus reacciones, las reacciones de su hermana, sobrino, cuñado, incluso, podía ver la triste expresión de Lucius al verse derrotado; estaba lista para las reprimendas o adulaciones de su hermana, independientemente de lo que sucediera después de matar a Lucius Malfoy, se daría por bien servida si podía ver su último respiro en este mundo, el suspiro que lo llevara derecho al infierno que se merecía desde que había osado poner sus malditas manos sobre su hermana.
Aún recordaba esa noche.
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&& Flash Back &&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
La próxima boda entre Lucius Malfoy y Narcisa Black, ya había sido anunciada por ambas familias, que se verían beneficiadas en poder y prestigio ante tamaña alianza.
Bellatrix había entrado en la habitación sin tocar, de cualquier forma, su hermana debía estar sola, los invitados de la fiesta ya se habían ido. Otra celebración por el compromiso, esa era la tercera en una semana, y Bellatrix ya se preguntaba si para cuando su hermana se casara quedaría aún dinero para la dote. Cada fiesta era más pomposa y exagerada que la anterior, costaba más y se invitaba a más gente. Incluso ya habían programado una fiesta donde el mismísimo Lord Oscuro "bendeciría" la unión.
Sin embargo lo que vio la dejó estática, su hermana, su querida hermana intentaba gritar desesperada mientras Lucius sacaba lujuriosamente su ropa, un hilillo de sangre corría por la boca y la nariz de la rubia, sus ojos estaban inundados por las lágrimas, se notaba que su prometido le había puesto un hechizo que la mantuviera muda y había insonorizado la habitación. Su hermana pataleaba y le daba manotazos porque la dejara en paz más los golpes carecían de efecto, ya que Lucius nisiquiera se inmutó. Ahí fue cuando sus miradas se cruzaron. Narcisa vio el terror y la ira en los ojos de hermana, ambas hermana vivieron juntas aquel mudo tormento que Bellatrix no soportaba más, iba a gritar, todos se enterarían que Lucius era un maldito cerdo, no merecía, ni en un millón de años desposar a su hermana.
Bellatrix había abierto la boca, había inhalado todo el aire que le permitían sus pulmones, una nota se asomaba por sus cuerdas vocales mas la gélida mirada de su hermana se lo impidió, nunca Narcisa la había mirado así, la miraba como diciendo "Si lo dices, después, tú y yo arreglaremos cuentas". En ese momento, el cariño fraternal, el amor familiar entre Narcisa y Bellatrix quedó roto, ella prefería a Lucius y su posición social antes que a su propia persona. Bellatrix, con el corazón roto, retrocedió dos pasos, cerró la puerta y con ese acto, cerró todo el amor que alguna vez sintió por su hermana.
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&& Flash Back &&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
Desde ese momento se perfiló, poco a poco, a la Bellatrix que era ahora.
Y era por eso que había que agradecer, Lucius vería el fruto de lo que sembró aquella noche, cosecharía lo que más de veinte años de ira, desdén, odio, etc. Podían hacer. Y ella se aseguraría que eso fuera lo último que cosechara en su vida.
Harry se había dejado llevar al mundo de Morfeo, sintiéndose, por primera vez, desde antes que sus padres murieran, velado en su sueño por una fuerza que no permitiría que nada le sucediera.
Acababa de despertar, en los brazos de su mamá que le deba de comer la leche de una mamadera mientras su padre lo veía por encima de la manta en la que se encontraba cubiertito.
Dime que no es lo más hermoso que hemos hecho Lily... ¿Qué hubiera sido de nosotros sin él¿Qué sería de mi, sin ustedes?-.
Estoy segura, que sin mí, que ya te habrías vuelto loco tratando de buscar tus calcetines, y sin Harry, no nos imagino a ninguno de los dos sin nuestro hijo-.
Y pensar que tú no querías estar conmigo...-.
¿Por qué sería?...-.
Porque te costaba demasiado trabajo reconocer que estabas enamorada de mí-.
¿Cuándo será el día en que seas humilde?-.
Cero que ese día ya no llegará nunca-.
Tienes razón, no sé porque, a mi edad, sigo creyendo en milagros-.
¡Hey! Eso fue un golpe bajo-.
Esto también lo es...- Lily Potter se acercó a su marido y le robó un beso, el cual James Potter respondió encantado.
Un puñado de polvos flu fue lo que permitió que Albus Dumbledore, Minerva Mc Gonnagal y Mundugus Fletcher llegaran al cuartel de la Orden del Fénix, con el motivo de apersonarse en el Nº 4 de Privet Drive y enterarse del estado de Salud del niño que vivió.
Tres plop's en la sala de Petunia Dursley casi le causan un ataque de pánico, nunca había visto tantos bichos raros en su casa, entraban en la casa como si fuera la propia, pero ya no quedaban fuerzas ara ponerse a pelear. La señora Figg no se había movido de su lado, había tomado varias tazas de tilo con ella y había tratado de tranquilizarla pero se le hacía cada vez más difícil con el desfile de magos que revoloteaban por la casa.
¿Dumbledore podría detener esto? Si siguen así Harry no tendrá donde quedarse el próximo verano, los Dursley están ya cansados de todo este alboroto...- la señora Figg sonaba entre cansada y furiosa; tampoco había sido una tarde agradable para ella.
Trataré de averiguar qué es lo que está sucediendo, pero te prometo que en un par de minutos, o a más tardar, un par de horas, esto quedará tan tranquilo como siempre- una sonrisa de ánimo se instaló en la cara del anciano director, aunque la verdad no sabía si iba para las señoras Figg y Dursley o para él mismo –con su permiso, debo ir a ver a Harry- una venia hacia las mujeres y salió de la sala, seguido de sus dos acompañantes.
El camino a la segunda habitación de Dudley (o habitación de Harry) fue callado, ninguno de los tres quería ver confirmadas sus sospechas, sin embargo las peores ya habían sido rechazadas, el "ataque" no había sido de mortifagos, aunque, perfectamente, podía ser obra de Voldemort, una advertencia que le hubiera querido dar al joven Potter.
Cuando entraron, divisaron a Richard inmerso en la lectura de los papeles que había sobre el escritorio, la señora Weasley que miraba al muchacho y le tocaba la frente, seguramente tratando de comprobar si tenía fiebre, y al chico que los traía a todos de cabeza, Harry dormía tranquilamente en la cama, su acompasada respiración no acusaba la existencia de pesadilla y la tranquila faz del muchacho denotaba que era al contrario, el muchacho tenía un sueño tranquilo y quizás, incluso, feliz.
Albus, al verlo, no podía creer que un par de horas atrás estuviera técnicamente muerto si respiraba tan tranquilamente al dormir, invitaba con su actitud a mirarlo como no podían hacerlo casi nunca, tal cual un muchacho común y corriente, uno que no tuviera el destino de la comunidad mágica en sus manos, ni tuviera a un Lord Oscuro tras su cabeza. Se acercó un par de pasos tratando de constatar que el chico estuviera bien, que no hubiera ninguna secuela por haber dejado de respirar, pronunció un hechizo y una luz comenzó a circular a través de su cuerpo mas no se detuvo en ninguna parte indicando que todo estaba bien en la salud de Harry, ninguna secuela lo azotaría, ningún efecto secundario había quedado y nada perturbaría el sueño tranquilo del muchacho por esa noche.
La profesora Mc Gonnagal lo miraba embelesada por el espectáculo, no era normal ver a Harry Potter tan tranquilo y despreocupado. Intentó tocarlo pero a último momento se detuvo, un leve recuerdo se asomó en sus ojos: un bebé dormía pacíficamente mientras un pequeño hilillo de sangre se asomaba por su frente y manchaba sus mantitas, ella lo había visto llegar en manos de Hagrid una fría noche de Halloween a esa misma casa, hacía más de 15 años; aquella fatídica noche que se había llevado consigo a los padres de Harry y la posibilidad de tener una vida normal, para el muchacho. Estiró un poco la mano y acarició la majilla de Harry, sintiéndola normal, nada daba a entender qué le había pasado.
Albus había aclarado su mente sin encontrar ninguna respuesta factible a lo que había sucedido. Su mente sopesaba millones de hipótesis sin llegar a nada concreto, no tenía nada seguro hasta que sus ojos se posaron sobre la espalda que garabateaba frenéticamente sobre un pergamino y revolvía igual de frenético los papeles de Harry. Se acercó hacia el Ecuyer.
Buenas noches ¿Todo bien Richard?- preguntó, sobresaltando al joven.
Buenas noches también profesor, la verdad sí pero no sé qué es exactamente lo que encontré- juntó los papeles y se los enseñó al profesor. Reproducciones de pinturas, adornos, un pasillo, una playa y varios pergaminos plagados de símbolos que ni Richard ni Albus entendían, reconocían runas, ideogramas, letras arábicas, pero según el patrón, el orden y la mezcla eran imposibles de leer.
Así veo Richard... tampoco yo consigo entenderlos, pero estoy casi seguro que tienen algo que ver en todo esto, más directa que indirectamente-.
Profesor, si me lo permite, me gustaría que gente criptógrafos y lingüísticos expertos de la Priurè los revisaran, recuerdo haber pinturas como estas en algunos pasillos de la Mansión Plantard, eran del templo de Salomón, si bien no alcanzo a comprenderlos tuve que estudiar algunos de los idiomas de los cuales forman partes algunas de estas letras, no logro legar al significado...-.
Creo que eso tendremos que discutirlo más tarde, aunque no veo ningún problema... sin embargo, ahora de quien hay que preocuparse es de Harry- Richard asintió, pero bajó la cabeza preocupado al recordar las visiones que le reportó el tocar a Harry cuando llegaron él y la señora Weasley.
¿No hay nada más que necesites decirme?- preguntó el profesor.
Richard levantó la cabeza, pero ni así se atrevió a decir la verdad, esa extraña misión que su Nautonnier le había encomendado, se le estaba saliendo de las manos, pero no iba a reconocerlo, su honor y su amor propio estaban en juego al pensar que quizás Niniane lo haría mejor que él, así que sólo atinó a decir: -No profesor, no tengo nada que decir... con su permiso- dio media vuelta y salió de la habitación con los papeles de Harry fuertemente apretados en la mano.
Dumbledore dióse cuenta de que el Ecuyer mentía, no se necesitaba Legeremens para descubrirlo, pero como lo que le importaba era Harry en ese momento lo dejó ir sin preguntas.
¿Estará bien profesor?- preguntó Molly Weasley con un dejo de tristeza en la voz.
Ya lo está Molly, no te preocupes, lo que sea que pasó, ya no lo está haciendo, Harry ya está bien-.
¿Quién hizo esto Albus?- preguntó la profesora.
No estoy seguro, pero creo que podemos descartar a Voldemort de esto-.
¿A qué se refiere profesor?-.
Que quizás este extraño acontecimiento no haya sido Voldemort quien lo haya planeado, es más, creo que cabe la posibilidad de que él esté tan confundido como nosotros mismos-.
¿Por qué Albus?-.
Por la conexión que hay entre ambos, creo que Voldemort sintió lo que le sucedía a Harry, y sin ser él responsable, es probable que esté tan interesado como nosotros en descubrirlo-.
Pero...si no fue Voldemort ¿Quién?-.
Eso todavía no sé, pero algo me dice que pronto lo sabremos-.
Molly ¿No hay problema si Harry se queda lo que resta del verano en Grinmauld Place?-.
En lo absoluto profesor... estaremos encantados de que Harry nos acompañe por lo que queda de verano-.
Entonces no se hable más- pronunció un hechizo y el cuerpo dormido de Harry se elevó varios centímetros del nivel de la cama, así Harry abandonó la habitación que ocupaba en la casa de sus tíos.
La señora Weasley con su varita ordenó toda la habitación y empacó todas las cosas de Harry en su baúl, finalmente se lo llevó flotando detrás de ella.
La señora Dursley se levantó rápidamente al ver frente suyo al director de Hogwarts y su sobrino flotando detrás de él.
Petunia, muchas gracias por cuidar a Harry este verano... lo verás el próximo, si el destino así lo quiere, nos vemos... Arabella, muchas gracias por vigilarlo- refiriéndose a Harry- buenas noches, nosotros nos retiramos, Minerva, Mundugus, nos veremos en Hogwarts. Ahora...- tomó su varita y apareció una tetera vieja –si son tan amables, Molly, Richard- ambos se acercaron, conscientes de cual sería el próximo suceso, Molly Weasley tomó el baúl y la tetera, Dumbledore a Harry de la mano, sosteniendo al chico y el artefacto y, al último, los imitó Richard.
Tres... dos... u- ¡Plop! Ya no se supo de ellos.
Independiente de la sensación y el ruido, Harry ni se inmutó siguió durmiendo como un bebé.
Ya que estamos aquí... Molly... ¿Podrías llevarlo a su habitación? Richard, ven conmigo por favor-.
Si profesor- contestaron sus interlocutores y allí se separaron, Albus y Richard hacia un lado y Molly con Harry por el otro.
Harry despertó la mañana siguiente más descansado que nunca, sin imaginar todo lo que había acontecido con él, durante el tiempo que había dormido, estaba seguro que aunque la noche anterior no había vaciado su mente, nada, ni nadie la había hurgueteado por la noche, había tenido el sueño más relajado que recordara, precisamente porque era eso, un recuerdo. Tomó sus cosas sin fijarse en un pequeño detalle, en el cual se fijó al instante de que la luz no le dio de lleno en la cara como era la costumbre veraniega. Esa no era la segunda habitación, o en tal caso, su habitación de la casa de sus tíos.
Oh, oh... Dorothy... creo que esto ya no es Kansas-.
Eso no era Privet Drive, eso era, Grinmauld Place. La reconoció aún sin ver la cama de ron al lado de la suya, se desperezó de aquella modorra provocada por dormir muy bien y miró bien alrededor, era la misma habitación que ocupase un año atrás, cuando su padrino aún estaba a un par de pasos de distancia.
No había nadie más que él en la habitación así que el resto tenía que estar en las plantas inferiores. Lentamente se levantó, dándose cuenta de que llevaba la misma ropa que le día anterior. Al igual como lo hacía todos los días se dirigió a su baúl buscando las cosas para ir a bañarse. Salió de la habitación sin encontrar a nadie durante el camino, lo agradeció ya que no sabía que les diría a sus amigos en relación a las decisiones que había tomado durante las "vacaciones". Veinte minutos después salía del baño, bastante más presentable de lo que etaba antes. El agua caliente lo había relajado y durante su baño había meditado lo que iba a decir, sin embargo todo eso no le quitaba el desasosiego de estar otra vez en esa casa, la casa de su padrino, aquel hombre al que ya no volvería a ver. Suspiró ante la perspectiva de su futuro inmediato.
Bueno... aquí vamos... como dicen por ahí, no hay peor diligencia que aquella que no se hace..- se dijo desganado poniéndose de pie para ir a hablar con Remus.
Hasta aquí llega, bueno, he tratado de hacerlo lo más explicativo posible, tan sólo quedan éste y dos capítulos más que se centren en el mismo tiempo, después los capítulos se van a dedicar más a personajes que a eventos en particular, por lo que el tiempo va a pasar más rápido, dentro de la trama (o sea, va a ser menos latero)... bueno como sea, este capitulo ha llegado hasta ustedes gracias al gentil auspicio de
"¡El Paro de la Carrera de Socioeconomía!"
Porque gracias a que estuvimos en paro (suspendimos las actividades académicas por parte de los alumnos, o sea, nos negamos a entrar a clases) como protesta a la nueva ley de "Financiamiento Estudiantil".
No tengo tiempo para los reviews, pero se agradecen, los contestaré la próxima vez.
Katie lupin.
Santiago, Mayo,9 de 2005.
