Fecha: Sábado 17 de abril de 2004
CAPÍTULO NO. 2
Notas de la Autora: Bueno, en especial este capítulo me gusta más que el anterior... que es "algo" triste. Pues, me quebré la cabeza escribiéndolo, porque nada me parecía bien, aún así, esto es lo más aceptable que me pudo quedar... tomando en cuenta que soy una perfeccionista sin remedio. Quisiera agradecer especialmente a: porque su review, me dio muchos ánimos para seguir escribiendo este FF. Espero que les guste el capítulo y ya saben que cualquier queja o comentario constructivo es bienvenido! Todo sea por mejorar mi FF.
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Os estaba buscando –dijo mientras se acercaba a su esposa, Éowyn aún no se recuperaba de su recién pasada experiencia- ¿qué os sucede? –preguntó preocupado al ver tan pálida a su señora, se aproximó a ella.
No os preocupéis –respondió la Dama al ver el rostro preocupado de Faramir, sonrió nerviosamente- sólo me ha dado un repentino dolor de cabeza, estoy bien.
Llamaré a alguien para que te vea... no te ves muy bien –dijo el joven Senescal, pero cuando se alejaba de Éowyn, ésta lo tomó por el brazo y no le permitió alejarse.
No me tratéis como una niña... mi Señor, si os digo que me encuentro bien... debéis creerme –dijo sonriendo mientras miraba a los ojos a su esposo, éste aún preocupado- sólo me he sentido un poco indispuesta... eso es todo.
¿Estáis segura? –preguntó con un tono preocupado.
Sí –respondió ella aún sonriendo.
La observó detenidamente unos instantes- Bien, os creeré en esta ocasión... –le dijo- ¿qué os parece si salimos a tomar un poco de aire fresco? eso te hará sentir un poco mejor –sonrió mientras le daba un beso a Éowyn en la frente.
Esta proposición me parece mucho mejor que la anterior –Éowyn se puso de pié- vamos –dijo mientras sonreía, Faramir le devolvía la sonrisa mientras le extendía su brazo a la joven.
¿Siempre tenéis que ser tan cortés? –preguntó- en verdad sois un caballero, mi señor... pero creo que no es necesario que me ofrezcas tu apoyo... os aseguro que ya estoy bien –empezó a caminar, Faramir la seguía muy de cerca; aunque quería creer en las palabras tranquilizadoras de su esposa, no podía evitar sentir que algo andaba mal en su salud... y no se equivocó.
Habían dado unos pasos cuando Éowyn volvió a sentir que la vista se le nublaba y que caía en un abismo... perdió el equilibrio.
Afortunadamente, Faramir, no le había quitado la vista de encima y al ver el desfallecimiento que Éowyn estaba sufriendo, la sostuvo en sus brazos, antes de que ésta cayera en el suelo cubierto de blanco marfil y se hiciera un gran daño.
¿Éowyn? –preguntó asustado, la joven al escuchar la voz de su esposo abrió los ojos- Gracias a Valar que estaba a vuestro lado, pudiste haberos dañado con la caída...
Fue un pequeño... desmayo, no os preocupéis, ya me siento mejor –respondió la joven, pero su voz sonaba agotada, esto alarmó más al joven Senescal, Éowyn rodeó con sus brazos el cuello de su esposo, mientras éste la levantaba en sus brazos.
Por supuesto que no os encontráis bien –dijo Faramir mientras salía del salón y comenzaba a recorrer los pasillos- ahora sí tendrás que ver a un curador.
–muchos mozos y criadas los miraban pasar por los pasillos, pero no les prestaban atención, ya estaban muy acostumbrados a que su príncipe llevara en brazos a Éowyn, estaban acostumbrados a sus muy comunes muestras de afecto; pronto llegaron a su alcoba.
Faramir depositó suavemente a Éowyn sobre la cama- sólo necesito descansar un poco, no necesito un curador –protestó la joven mientras miraba a su esposo, éste se cruzaba de brazos.
Debo partir hacia Minas Tirith y no pienso hacerlo sin antes saber que te encuentras bien –acotó.
Está bien, está bien –añadió Éowyn al ver el rostro preocupado de Faramir- manda por uno... pero os advierto que deberéis esperar fuera mientras me examina.
Faramir aceptó y salió inmediatamente de la alcoba, dejando a Éowyn sumida en sus pensamientos.
¿Porqué mi cuerpo me traiciona justo ahora que deseo acompañar a mi Señor? –se preguntó a si misma, luego cerró los ojos y se relajó... trató de pensar si existiría aún alguna oportunidad de acompañar a Faramir.
Unos minutos habían pasado cuando la puerta de la habitación volvió a abrirse e ingresaron Faramir seguido de un anciano, Éowyn abrió sus ojos nuevamente y miró al anciano, luego miró fijamente a su esposo.
Lo habéis prometido –le recordó a Faramir, éste asintió y salió de la alcoba, cerrando la puerta tras él.
¿Cómo os sentís mi Señora? –preguntó el anciano- mi Príncipe me ha informado que os habéis desmayado en su presencia...
Así ocurrió –respondió Éowyn- nunca antes me había ocurrido... ni siquiera cuando estuve más agotada o preocupada...
Si lo que decís es verdad, creo que podemos descartar un mal mayor, y juzgando por vuestro semblante, veo que no hay de qué preocuparnos; dadas las circunstancias y vuestro entorno... creo que es fácil saber la razón de vuestro desfallecimiento, mi Señora –dijo el anciano- mucho tiempo hace desde que atiendo a enfermos, hombres y mujeres por igual, y creo conocer la razón de vuestra enfermedad, si es que debería llamarla una enfermedad –sonrió- ¿habéis sufrido otro desfallecimiento como el de esta mañana? –preguntó.
Pues... unos minutos antes de ese desfallecimiento sentí que perdía el control de mi cuerpo, pero pude resistir el desmayo –respondió Éowyn tratando de hacer memoria- pero antes de ese no hubo ninguno...
Ya veo –el anciano se acercó a Éowyn y observó detenidamente el rostro de la joven- Sois en verdad muy joven –añadió- déjeme hacerle una última pregunta... -Éowyn asintió- ¿habéis sufrido mareos y nauseas ultimadamente, mi Señora?
Ahora que lo mencionáis, hace una semana exactamente estuve padeciendo de nauseas –su rostro expresaba completa confusión- en verdad no lo entiendo, siempre he gozado de buena salud...
El anciano rió- os recuerdo, mi Señora, que nunca antes habíais compartido vuestro lecho –Éowyn se sonrojó y sonrió, pero pronto la sonrisa se borró de sus labios al entender el verdadero significado de las palabras del anciano.
Acaso estáis tratando de decirme que yo... podría estar...
Son sólo sospechas –la interrumpió el anciano- tendríamos que esperar más signos... pero por los años que llevo de tratar casos parecidos... casi podría asegurarle que así es –los ojos de Éowyn se llenaron inmediatamente de lágrimas y una auténtica sonrisa se formó en sus labios.
Nunca pensé que mi corazón podría llegar a albergar más felicidad de la que alberga desde que mi Señor me tomó por esposa –unas lágrimas se deslizaron por sus mejillas- sabía que algo así pasaría... pero no había pensado sería tan pronto... y a pesar de que mi cuerpo me ha estado dando claras señales... las había ignorado.
No debería extrañarle, ambos son jóvenes... este niño vendría a coronar el amor que usted y mi Príncipe se tienen –el anciano sonreía ampliamente- pero debo advertirle, mi Señora, que debe cuidar más su salud, por ese nuevo ser –añadió.
Oh, lo haré –respondió Éowyn sonriente, con su voz embargada de emoción y felicidad- sólo deme por favor la oportunidad de darle la maravillosa noticia a mi Señor, quiero ser yo quien le diga que vamos a ser padres, él se va mañana a Minas Tirith y prefiero informarle cuando vuelva.
No os preocupéis por ello... yo no revelaré vuestro hermoso secreto... pero debo informarle a mi Príncipe cuál es el mal que os aflige... ¿qué desea que le diga? –preguntó.
Éowyn pensó unos segundos, luego respondió entre sonrisas- Dígale a mi Señor que únicamente estoy cansada y preocupada, pero que luego de reposar unos momentos estaré perfectamente bien.
Como deseéis, mi Señora –acotó el anciano- y en verdad os felicito por ese fruto –añadió mientras sonriente se dirigía a la salida de la alcoba, Éowyn le sonreía también.
Mientras tanto, Faramir esperaba fuera de la alcoba. Por momentos apoyaba su cuerpo en la pared y cerraba los ojos, luego empezaba a caminar por los pasillos que rodeaban la habitación con los brazos cruzados para luego ir a pararse frente a la puerta de su alcoba, pensaba un momento, debatiéndose entre sus ansias por entrar y mantenerle su palabra a Éowyn, ésta última voluntad era la que prevalecía, entonces volvía a apoyar su cuerpo contra la pared y cerraba los ojos.
Se disponía ya a dar otro paseo por los pasillos cuando escuchó que la puerta era abierta, rápidamente se dirigió a la entrada, el anciano salió y cerró nuevamente la puerta tras él.
¿Qué es lo que tiene? –preguntó Faramir con preocupación.
El anciano le respondió sin mirarle a los ojos- únicamente está cansada y por lo visto, algo le ha preocupado grandemente, mi Señor, tanta ha sido su preocupación que le ha provocado ese desfallecimiento.
Faramir bajó la vista- Es mi viaje a Minas Tirith –dijo un poco más tranquilo- ella no desea que yo vaya... pero nuestro rey así me lo pidió y debo acudir a su llamado... ¿pero estará bien? –preguntó levantando nuevamente la vista.
Sólo necesita descansar unos días y estará bien –respondió con una sonrisa- ya no os preocupéis, solo os recomiendo que sigáis vigilándola, pendiente por si llegara a ocurrir otro desfallecimiento, no la dejéis sola el resto del día, y mucho menos la preocupéis más –Faramir asintió- podéis pasar a verla, no os debéis de angustiar... todo está bien –añadió el anciano al ver al joven Senescal aún con un semblante preocupado- recordad también que no debéis alterarla en ninguna manera... podría hacerle daño –agregó cuando Faramir se disponía a ingresar a la alcoba, luego sonrió.
Recordando bien las palabras del anciano y sin espera de un segundo más, Faramir ingresó a la habitación; al ver a su esposo, Éowyn sonrió, le hubiese gustado decirle en ese preciso instante la maravillosa noticia... pero decidió callar, únicamente extendió sus brazos para darle un fuerte abrazo a su amado.
Éowyn... lamento haberos preocupado tanto –le dijo Faramir mientras la abrazaba con ternura.
Os preocupáis más de lo que deberíais mi amor –susurró la joven- ahora ya no deseo estar más tiempo aquí... quiero estar fuera... en los jardines –añadió mientras se separa del cálido abrazo de su esposo.
Las indicaciones fueron que deberíais descansar... así que no os podré complacer en esta ocasión, mi Señora –dijo Faramir mientras miraba tiernamente a su esposa, se aproximó un poco más a su rostro y le besó.
Teníais ya mucho tiempo sin darme un beso, mi Señor –dijo Éowyn al separarse de los cálidos labios de su esposo- pero aunque me complace demasiado... en verdad os digo que no deseo estar encerrada acá, odiaba estar encerrada en las casas de curación y estar aquí me recuerda mi encierro allá... debéis recordarlo también –añadió- además... podría descansar en los jardines también –sonrió.
Os entiendo, Éowyn, pero no quiero veros desfallecer nuevamente –acotó Faramir con tono preocupado.
Si me dejáis un segundo más en este lugar... enfermaré en verdad –alegó la joven en tajantemente.
En verdad sois caprichosa mi Princesa –dijo Faramir mientras colocaba ambas manos en las mejillas de Éowyn, la miraba fijamente con sus inquisitivos ojos grises- pero esa es una de las tantas cosas que amo de ti –volvió a besarla- no puedo resistirme a complacer alguno de vuestros caprichos –dijo al separarse del beso y diciendo esto levantó a Éowyn en sus brazos y salió rumbo a los jardines, la joven sonreía.
CAPÍTULO NO. 2
Notas de la Autora: Bueno, en especial este capítulo me gusta más que el anterior... que es "algo" triste. Pues, me quebré la cabeza escribiéndolo, porque nada me parecía bien, aún así, esto es lo más aceptable que me pudo quedar... tomando en cuenta que soy una perfeccionista sin remedio. Quisiera agradecer especialmente a: porque su review, me dio muchos ánimos para seguir escribiendo este FF. Espero que les guste el capítulo y ya saben que cualquier queja o comentario constructivo es bienvenido! Todo sea por mejorar mi FF.
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Os estaba buscando –dijo mientras se acercaba a su esposa, Éowyn aún no se recuperaba de su recién pasada experiencia- ¿qué os sucede? –preguntó preocupado al ver tan pálida a su señora, se aproximó a ella.
No os preocupéis –respondió la Dama al ver el rostro preocupado de Faramir, sonrió nerviosamente- sólo me ha dado un repentino dolor de cabeza, estoy bien.
Llamaré a alguien para que te vea... no te ves muy bien –dijo el joven Senescal, pero cuando se alejaba de Éowyn, ésta lo tomó por el brazo y no le permitió alejarse.
No me tratéis como una niña... mi Señor, si os digo que me encuentro bien... debéis creerme –dijo sonriendo mientras miraba a los ojos a su esposo, éste aún preocupado- sólo me he sentido un poco indispuesta... eso es todo.
¿Estáis segura? –preguntó con un tono preocupado.
Sí –respondió ella aún sonriendo.
La observó detenidamente unos instantes- Bien, os creeré en esta ocasión... –le dijo- ¿qué os parece si salimos a tomar un poco de aire fresco? eso te hará sentir un poco mejor –sonrió mientras le daba un beso a Éowyn en la frente.
Esta proposición me parece mucho mejor que la anterior –Éowyn se puso de pié- vamos –dijo mientras sonreía, Faramir le devolvía la sonrisa mientras le extendía su brazo a la joven.
¿Siempre tenéis que ser tan cortés? –preguntó- en verdad sois un caballero, mi señor... pero creo que no es necesario que me ofrezcas tu apoyo... os aseguro que ya estoy bien –empezó a caminar, Faramir la seguía muy de cerca; aunque quería creer en las palabras tranquilizadoras de su esposa, no podía evitar sentir que algo andaba mal en su salud... y no se equivocó.
Habían dado unos pasos cuando Éowyn volvió a sentir que la vista se le nublaba y que caía en un abismo... perdió el equilibrio.
Afortunadamente, Faramir, no le había quitado la vista de encima y al ver el desfallecimiento que Éowyn estaba sufriendo, la sostuvo en sus brazos, antes de que ésta cayera en el suelo cubierto de blanco marfil y se hiciera un gran daño.
¿Éowyn? –preguntó asustado, la joven al escuchar la voz de su esposo abrió los ojos- Gracias a Valar que estaba a vuestro lado, pudiste haberos dañado con la caída...
Fue un pequeño... desmayo, no os preocupéis, ya me siento mejor –respondió la joven, pero su voz sonaba agotada, esto alarmó más al joven Senescal, Éowyn rodeó con sus brazos el cuello de su esposo, mientras éste la levantaba en sus brazos.
Por supuesto que no os encontráis bien –dijo Faramir mientras salía del salón y comenzaba a recorrer los pasillos- ahora sí tendrás que ver a un curador.
–muchos mozos y criadas los miraban pasar por los pasillos, pero no les prestaban atención, ya estaban muy acostumbrados a que su príncipe llevara en brazos a Éowyn, estaban acostumbrados a sus muy comunes muestras de afecto; pronto llegaron a su alcoba.
Faramir depositó suavemente a Éowyn sobre la cama- sólo necesito descansar un poco, no necesito un curador –protestó la joven mientras miraba a su esposo, éste se cruzaba de brazos.
Debo partir hacia Minas Tirith y no pienso hacerlo sin antes saber que te encuentras bien –acotó.
Está bien, está bien –añadió Éowyn al ver el rostro preocupado de Faramir- manda por uno... pero os advierto que deberéis esperar fuera mientras me examina.
Faramir aceptó y salió inmediatamente de la alcoba, dejando a Éowyn sumida en sus pensamientos.
¿Porqué mi cuerpo me traiciona justo ahora que deseo acompañar a mi Señor? –se preguntó a si misma, luego cerró los ojos y se relajó... trató de pensar si existiría aún alguna oportunidad de acompañar a Faramir.
Unos minutos habían pasado cuando la puerta de la habitación volvió a abrirse e ingresaron Faramir seguido de un anciano, Éowyn abrió sus ojos nuevamente y miró al anciano, luego miró fijamente a su esposo.
Lo habéis prometido –le recordó a Faramir, éste asintió y salió de la alcoba, cerrando la puerta tras él.
¿Cómo os sentís mi Señora? –preguntó el anciano- mi Príncipe me ha informado que os habéis desmayado en su presencia...
Así ocurrió –respondió Éowyn- nunca antes me había ocurrido... ni siquiera cuando estuve más agotada o preocupada...
Si lo que decís es verdad, creo que podemos descartar un mal mayor, y juzgando por vuestro semblante, veo que no hay de qué preocuparnos; dadas las circunstancias y vuestro entorno... creo que es fácil saber la razón de vuestro desfallecimiento, mi Señora –dijo el anciano- mucho tiempo hace desde que atiendo a enfermos, hombres y mujeres por igual, y creo conocer la razón de vuestra enfermedad, si es que debería llamarla una enfermedad –sonrió- ¿habéis sufrido otro desfallecimiento como el de esta mañana? –preguntó.
Pues... unos minutos antes de ese desfallecimiento sentí que perdía el control de mi cuerpo, pero pude resistir el desmayo –respondió Éowyn tratando de hacer memoria- pero antes de ese no hubo ninguno...
Ya veo –el anciano se acercó a Éowyn y observó detenidamente el rostro de la joven- Sois en verdad muy joven –añadió- déjeme hacerle una última pregunta... -Éowyn asintió- ¿habéis sufrido mareos y nauseas ultimadamente, mi Señora?
Ahora que lo mencionáis, hace una semana exactamente estuve padeciendo de nauseas –su rostro expresaba completa confusión- en verdad no lo entiendo, siempre he gozado de buena salud...
El anciano rió- os recuerdo, mi Señora, que nunca antes habíais compartido vuestro lecho –Éowyn se sonrojó y sonrió, pero pronto la sonrisa se borró de sus labios al entender el verdadero significado de las palabras del anciano.
Acaso estáis tratando de decirme que yo... podría estar...
Son sólo sospechas –la interrumpió el anciano- tendríamos que esperar más signos... pero por los años que llevo de tratar casos parecidos... casi podría asegurarle que así es –los ojos de Éowyn se llenaron inmediatamente de lágrimas y una auténtica sonrisa se formó en sus labios.
Nunca pensé que mi corazón podría llegar a albergar más felicidad de la que alberga desde que mi Señor me tomó por esposa –unas lágrimas se deslizaron por sus mejillas- sabía que algo así pasaría... pero no había pensado sería tan pronto... y a pesar de que mi cuerpo me ha estado dando claras señales... las había ignorado.
No debería extrañarle, ambos son jóvenes... este niño vendría a coronar el amor que usted y mi Príncipe se tienen –el anciano sonreía ampliamente- pero debo advertirle, mi Señora, que debe cuidar más su salud, por ese nuevo ser –añadió.
Oh, lo haré –respondió Éowyn sonriente, con su voz embargada de emoción y felicidad- sólo deme por favor la oportunidad de darle la maravillosa noticia a mi Señor, quiero ser yo quien le diga que vamos a ser padres, él se va mañana a Minas Tirith y prefiero informarle cuando vuelva.
No os preocupéis por ello... yo no revelaré vuestro hermoso secreto... pero debo informarle a mi Príncipe cuál es el mal que os aflige... ¿qué desea que le diga? –preguntó.
Éowyn pensó unos segundos, luego respondió entre sonrisas- Dígale a mi Señor que únicamente estoy cansada y preocupada, pero que luego de reposar unos momentos estaré perfectamente bien.
Como deseéis, mi Señora –acotó el anciano- y en verdad os felicito por ese fruto –añadió mientras sonriente se dirigía a la salida de la alcoba, Éowyn le sonreía también.
Mientras tanto, Faramir esperaba fuera de la alcoba. Por momentos apoyaba su cuerpo en la pared y cerraba los ojos, luego empezaba a caminar por los pasillos que rodeaban la habitación con los brazos cruzados para luego ir a pararse frente a la puerta de su alcoba, pensaba un momento, debatiéndose entre sus ansias por entrar y mantenerle su palabra a Éowyn, ésta última voluntad era la que prevalecía, entonces volvía a apoyar su cuerpo contra la pared y cerraba los ojos.
Se disponía ya a dar otro paseo por los pasillos cuando escuchó que la puerta era abierta, rápidamente se dirigió a la entrada, el anciano salió y cerró nuevamente la puerta tras él.
¿Qué es lo que tiene? –preguntó Faramir con preocupación.
El anciano le respondió sin mirarle a los ojos- únicamente está cansada y por lo visto, algo le ha preocupado grandemente, mi Señor, tanta ha sido su preocupación que le ha provocado ese desfallecimiento.
Faramir bajó la vista- Es mi viaje a Minas Tirith –dijo un poco más tranquilo- ella no desea que yo vaya... pero nuestro rey así me lo pidió y debo acudir a su llamado... ¿pero estará bien? –preguntó levantando nuevamente la vista.
Sólo necesita descansar unos días y estará bien –respondió con una sonrisa- ya no os preocupéis, solo os recomiendo que sigáis vigilándola, pendiente por si llegara a ocurrir otro desfallecimiento, no la dejéis sola el resto del día, y mucho menos la preocupéis más –Faramir asintió- podéis pasar a verla, no os debéis de angustiar... todo está bien –añadió el anciano al ver al joven Senescal aún con un semblante preocupado- recordad también que no debéis alterarla en ninguna manera... podría hacerle daño –agregó cuando Faramir se disponía a ingresar a la alcoba, luego sonrió.
Recordando bien las palabras del anciano y sin espera de un segundo más, Faramir ingresó a la habitación; al ver a su esposo, Éowyn sonrió, le hubiese gustado decirle en ese preciso instante la maravillosa noticia... pero decidió callar, únicamente extendió sus brazos para darle un fuerte abrazo a su amado.
Éowyn... lamento haberos preocupado tanto –le dijo Faramir mientras la abrazaba con ternura.
Os preocupáis más de lo que deberíais mi amor –susurró la joven- ahora ya no deseo estar más tiempo aquí... quiero estar fuera... en los jardines –añadió mientras se separa del cálido abrazo de su esposo.
Las indicaciones fueron que deberíais descansar... así que no os podré complacer en esta ocasión, mi Señora –dijo Faramir mientras miraba tiernamente a su esposa, se aproximó un poco más a su rostro y le besó.
Teníais ya mucho tiempo sin darme un beso, mi Señor –dijo Éowyn al separarse de los cálidos labios de su esposo- pero aunque me complace demasiado... en verdad os digo que no deseo estar encerrada acá, odiaba estar encerrada en las casas de curación y estar aquí me recuerda mi encierro allá... debéis recordarlo también –añadió- además... podría descansar en los jardines también –sonrió.
Os entiendo, Éowyn, pero no quiero veros desfallecer nuevamente –acotó Faramir con tono preocupado.
Si me dejáis un segundo más en este lugar... enfermaré en verdad –alegó la joven en tajantemente.
En verdad sois caprichosa mi Princesa –dijo Faramir mientras colocaba ambas manos en las mejillas de Éowyn, la miraba fijamente con sus inquisitivos ojos grises- pero esa es una de las tantas cosas que amo de ti –volvió a besarla- no puedo resistirme a complacer alguno de vuestros caprichos –dijo al separarse del beso y diciendo esto levantó a Éowyn en sus brazos y salió rumbo a los jardines, la joven sonreía.
