Fecha: Martes 27 de abril de 2004
CAPÍTULO NO. 4
Notas de la Autora: Me demoré mucho en actualizar, lo sé... pero se debió a que han pasado mil y una cosas en mi vida que no estaban en mis planes... en verdad lo lamento, sin embargo, el hecho de que no haya actualizado, no significa que no haya escrito en mi cuaderno, he de decirles que me he estancado... he llegado a la parte más difícil, a mi manera de ver como escritora, y curiosamente es el capítulo No. 6... o 7, dependiendo de cuánto tome este recuerdo, no tengo ni la más mínima idea de cómo empezar el capítulo en mención, curiosamente es el de tiempo actual... :0( no sé ni cómo rayos voy a escribirlo... bueno, es cuestión de inspirarme y listo, así que creo que lo escribiré esta semana... Dios... está complicado... pero espero que les guste. Sobre estos capítulos, déjenme decirles que me gustó escribirlos, al principio no estaban planificados, fue algo que simplemente se me ocurrió hace poco y decidí escribirlo, me llevé muchas horas de un fin de semana... disfruté corrigiendo y leyendo... y releyendo lo escrito... fue un reto, pero al final creo que me quedó bien, aunque ustedes son quienes deciden... no sean muy duros conmigo... soy principiante y trato de hacerlo lo mejor que puedo, con mi mayor cuidado, cariño y dedicación. NO PUEDO TERMINAR SIN DARLES LAS GRACIAS A LAS PERSONAS QUE ME HAN DEJADO REVIEWS... NO SABEN LO IMPORTANTE QUE SON SUS PALABRAS DE ALIENTO!!! MUCHÍSIMAS GRACIAS DESDE EL FONDO DE MI CORAZÓN!!!
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.:~*~*~*~:.
Éowyn observaba aún desde la ventana, recordar sobre la noche anterior a la partida de Faramir le había hecho sentir mucho más temor y tristeza, observaba como todos en la ciudad iniciaban sus labores, pronto y sin que ella se percatara, alguien se había acercado y estaba a su lado, llamó a la Dama por su nombre y ella apartó la mirada de la ventana y el horizonte y atendió al llamado, era un niño quien la llamaba, traía consigo una espada y sonreía emocionado.
Éowyn recordó el día en que decidió compartir con Bergil, así se llamaba el niño, todo lo que sabía sobre el combate. Estaba decidida a volverlo un gran guerrero.
¿os habéis levantado antes de tiempo? –preguntó al niño sonriendo- ¿a qué se debe?
Mi padre ha estado en vela –respondió- y cuando desperté ya estaba tomando su desayuno, no tuve que esperar mucho para decirle que iba a venir con usted.
¿Ha estado en vela? –preguntó Éowyn asombrada y el niño asintió; la joven pensó que Beregond había estado tan preocupado como ella por el viaje de Faramir, así que no preguntó más, al terminar con el entrenamiento del día pensaba acompañar a Bergil a su casa y hablar con el capitán de la Compañía Blanca.
En la práctica, Éowyn observó que Bergil había mejorado notablemente, recordó con alegría cómo había empezado todo, muchos días atrás.
.:~*~*~*~:.
De modo que vuestro deseo es convertiros en un gran guerrero de la Compañía Blanca –confirmó Éowyn, el niño que tenía enfrente asintió. El sol se filtraba por las ventanas, toda la cámara estaba ampliamente iluminada, era un día hermoso- Bien, si eso deseáis, joven Bergil, creo que podría ilustrarte un poco al respecto, pero os advierto que la manera como los Rohirrim toman el arma es un poco diferente de cómo lo hacen los hombres de Gondor –sonrió.
Mi padre dice que los Rohirrim son en verdad grandes en batalla y yo quiero ser igual a ellos –los ojos del niño brillaban por la emoción, Éowyn vio el mismo brillo que hace años se reflejaban en sus ojos al practicar y aprender el arte de la batalla.
¿Entonces qué esperamos? –se puso de pie y dirigió al niño por los pasillos hacia un salón apartado; durante el recorrido, Éowyn le comentó parte de sus vivencias como Dernhelm, una historia que Bergil no conocía, así que en variadas ocasiones dejó escapar frases de asombro, aunque la cámara de Armas estaba lejos, no sintieron el tiempo pasar y pronto llegaron al salón de Armas.
¿Qué deseáis aprender a utilizar primero? –preguntó Éowyn mientras tomaba una espada y la blandía con maestría, el niño miró con asombro a la Dama y también las armas que estaban alrededor, en varias de ellas estaba plasmado el escudo de los Senescales y en otras figuras de caballos, todas brillaban, aparentaban estar en constante uso y en manos de expertos.
Luego de un momento de indecisión y concentración, Bergil hizo su elección- ¡La espada! –expresó con alegría.
Bien –dijo Éowyn- es mi fuerte, os enseñaré todo lo que esté a mi alcance, pero os advierto que sois aún muy joven y vuestros brazos no están acostumbrados al peso de esta arma –se percató que la estatura del niño le recordaba a alguien muy querido, el mediano Meriadoc.
Trataré de dar mi mayor esfuerzo –manifestó Bergil y tomó el arma que Éowyn sostenía en las manos, ésta sonrió al ver el entusiasmo del niño.
Vuestro padre debe estar muy orgulloso –añadió la joven y el niño sonrió con plenitud.
El resto de la mañana permanecieron en el salón, Éowyn le enseñó primero muchas maneras de atacar y defenderse, según la manera de los Rohirrim, luego le comentó con lujo de detalles su encuentro con el Rey Brujo de Angmar y la manera como ella y Merry lo habían derrotado. Le contó en resumen la historia de Rohan, su pueblo.
Justo cuando el sol llegó al cenit, Éowyn recordó que Faramir estaba entrenando a un grupo de hombres que pasarían a formar parte de la Compañía Blanca, la compañía de su esposo- Mi señor Faramir debe estar terminando su entrenamiento... ¿qué os parece si vamos? –preguntó- vuestro padre estará allí también –añadió con una sonrisa y le extendió su mano al niño, éste le devolvió la espada con la que había estado practicando con la joven.
¿Seguiremos practicando otro día? –preguntó esperanzado.
Sí, mañana si os parece –respondió la joven entre sonrisas- pero me gustaría que ahora escuchemos las palabras de mi Señor, son muy importantes para un soldado –añadió- son sabias...
¡Vamos! –gritó Bergil entusiasmado- vamos con el Príncipe –y se encaminaron hacia las afueras de la ciudad, en cuyas murallas estaban reunidos un grupo de personas.
Los soldados estaban sentados; mientras que de pie frente a ellos, estaba Faramir, a su lado, Beregond sostenía una espada.
Al ver que Éowyn se aproximaba, Faramir sonrió ampliamente, no la había visto desde el alba y siempre reconfortaba su corazón el poder verla.
Éowyn también sonrió, luego se sentó junto a los soldados y Bergil se sentó a su lado, en el extremo; Faramir continuó con su diálogo.
Ahora ya están preparados –dijo al finalizar, luego de que mucho tiempo había pasado y el sol estaba a punto de ocultarse, en dicho tiempo los soldados, Bergil y Beregond habían escuchado atentos sin perderse de ninguna palabra. Al notar que Faramir había dejado de hablar, Éowyn salió de su ensimismamiento, en el cual pensó primero en el hambre que sentía, ya que no habían almorzado y luego que intentó poner atención a las palabras de su esposo no pudo evitar pensar en lo afortunada que era al tener a un hombre tan sabio y apuesto como él.
Quisiera poner en práctica algunas de las tácticas que les enseñé y de lo que hablamos –añadió y dio unos pasos hacia Beregond sin quitarle la vista de encima a sus aprendices- poner a prueba a alguno de ustedes –dijo mientras tomaba de las manos de Beregond su espada y apuntó con ella a los soldados- ¿alguno considera que podría poner en práctica lo aprendido, alguno se considera capaz de tener un duelo conmigo? –preguntó seriamente.
Éowyn notó como los soldados se alteraban y volteó a verlos, se miraban unos a otros y murmuraban entre sí- ¿aceptar el desafío de nuestro Señor? –dijo el que estaba al lado de la joven- jamás, no soy capaz –añadió un poco decepcionado de sí mismo.
No estoy preparado –decía otro mientras desviaba la vista del frente.
¿Y bien? –preguntó Faramir, orgulloso y grave; al hacer esa pregunta Éowyn volvió sus ojos a él, había mucha seriedad y determinación, la joven recordó la primera impresión que tuvo de él, cuando supo que ningún jinete de La Marca podría igualarlo en combate, comprendió el porqué ninguno de sus hombres quería medir sus habilidades con él.
¿Podrías tu, Beregond? –preguntó Faramir volviéndose hacia el joven que estaba a su lado.
No podría hacerle frente, mi Señor, ni siquiera cuando miles de veces el sol hubiese recorrido esta tierra –respondió Beregond mientras hacía una reverencia.
¡La dama Éowyn podría! –gritó Bergil al lado de la joven, mientras se puso de pie- ¡es muy hábil con la espada! –todos los presentes voltearon a ver a Éowyn, incluso los soldados que no se habían percatado de su presencia, se escucharon risas.
¿porqué os estáis riendo? –preguntó Faramir con furia, nunca había soportado que se burlaran de alguien sin conocer de sus habilidades, mucho menos si la burla era dirigida a su esposa.
Éowyn nunca lo había visto tan molesto, además a ella no le habían ofendido las risas, estaba acostumbrada a que sus habilidades no fueran tomadas seriamente.
Esta mujer y un mediano derrotaron al Brujo Rey que vino de Angmar –volvió a decir Faramir- por si acaso alguno de ustedes lo ignoraba –la joven sintió cómo se ruborizaba y volvió a escuchar el murmullo, pero esta vez era de incredulidad.
Ignorando los murmullos, Faramir miró a Éowyn- ¿Aceptáis mi reto? –preguntó sin apartar los ojos de los de su esposa.
Por supuesto –respondió Éowyn poniéndose de pie, Bergil sonreía emocionado a su lado, los soldados la miraban asombrados mientras que Beregond miraba desaprobatoriamente a su hijo.
Pero no esperéis piedad de mi parte –añadió la Dama mientras le sostenía aún la mirada a su esposo y se encaminaba hacia él; en el fondo estaba asustada, tenía que demostrarles a los soldados su valía y coraje en batalla, pero con quien se iba a batir en duelo era nada menos que Faramir, su esposo y había escuchado muchísimo sobre sus habilidades, por algo nadie quería aceptar su reto- ¿podrías prestarme vuestra espada un momento? Preguntó a Beregond cuando estuvo frente a él.
Por supuesto mi señora- dijo éste mientras desenvainaba su espada y se la extendía a la joven.
Con esto podréis apreciar la hermosa manera como los Rohirrim se enfrenta al enemigo –dijo Faramir a sus soldados- y vosotros debéis conocer de la fama que tienen en batalla –añadió mientras se colocaba frente a Éowyn; colocó firme su espada, listo para atacar o defenderse.
Los vientos elevaban a su paso los dorados cabellos de la Dama, ésta se colocó en posición y su figura se notó templada como el acero; Faramir no pudo evitar el maravillarse con la hermosa de la joven, su rostro reflejaba tanta convicción, su figura alta y esbelta, pero fuerte y vigorosa al mismo tiempo, una verdadera hija de reyes y una guerrera. Sostenía firme la espada –hermosa pero terrible –pensó el joven mientras sonreía.
Lo mismo que le pasaba a Faramir le ocurría a Éowyn, estaba frente a su esposo, un hombre alto y grave, sus hermosos ojos grises la miraban con ternura, era orgullo perspicaz y poderoso, si seguía observándolo por más tiempo su corazón la traicionaría... tiraría la espada y correría a refugiarse en sus brazos.
Éowyn cerró los ojos- concentración, Éowyn, concentración –se dijo a sí misma- esto es algo serio, no un juego –se reprendió e inmediatamente volvió a abrir sus ojos- si no ataco ahora tiraré la espada –balbuceó, tan bajo que únicamente Faramir pudo escucharla, éste sonrió.
Sin esperar más, Éowyn se abalanzó hacia su amado, el sonido del choque de espadas fue tal que resonó por las murallas de la ciudad, pronto los presentes descubrieron la verdad en las palabras de su príncipe... la Dama hacía honor a lo que se había dicho de ella, en el primer golpe había dejado ver la fuerza de sus estocadas y eso no era nada más que el principio. Unos soldados se pusieron de pié.
CAPÍTULO NO. 4
Notas de la Autora: Me demoré mucho en actualizar, lo sé... pero se debió a que han pasado mil y una cosas en mi vida que no estaban en mis planes... en verdad lo lamento, sin embargo, el hecho de que no haya actualizado, no significa que no haya escrito en mi cuaderno, he de decirles que me he estancado... he llegado a la parte más difícil, a mi manera de ver como escritora, y curiosamente es el capítulo No. 6... o 7, dependiendo de cuánto tome este recuerdo, no tengo ni la más mínima idea de cómo empezar el capítulo en mención, curiosamente es el de tiempo actual... :0( no sé ni cómo rayos voy a escribirlo... bueno, es cuestión de inspirarme y listo, así que creo que lo escribiré esta semana... Dios... está complicado... pero espero que les guste. Sobre estos capítulos, déjenme decirles que me gustó escribirlos, al principio no estaban planificados, fue algo que simplemente se me ocurrió hace poco y decidí escribirlo, me llevé muchas horas de un fin de semana... disfruté corrigiendo y leyendo... y releyendo lo escrito... fue un reto, pero al final creo que me quedó bien, aunque ustedes son quienes deciden... no sean muy duros conmigo... soy principiante y trato de hacerlo lo mejor que puedo, con mi mayor cuidado, cariño y dedicación. NO PUEDO TERMINAR SIN DARLES LAS GRACIAS A LAS PERSONAS QUE ME HAN DEJADO REVIEWS... NO SABEN LO IMPORTANTE QUE SON SUS PALABRAS DE ALIENTO!!! MUCHÍSIMAS GRACIAS DESDE EL FONDO DE MI CORAZÓN!!!
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Éowyn observaba aún desde la ventana, recordar sobre la noche anterior a la partida de Faramir le había hecho sentir mucho más temor y tristeza, observaba como todos en la ciudad iniciaban sus labores, pronto y sin que ella se percatara, alguien se había acercado y estaba a su lado, llamó a la Dama por su nombre y ella apartó la mirada de la ventana y el horizonte y atendió al llamado, era un niño quien la llamaba, traía consigo una espada y sonreía emocionado.
Éowyn recordó el día en que decidió compartir con Bergil, así se llamaba el niño, todo lo que sabía sobre el combate. Estaba decidida a volverlo un gran guerrero.
¿os habéis levantado antes de tiempo? –preguntó al niño sonriendo- ¿a qué se debe?
Mi padre ha estado en vela –respondió- y cuando desperté ya estaba tomando su desayuno, no tuve que esperar mucho para decirle que iba a venir con usted.
¿Ha estado en vela? –preguntó Éowyn asombrada y el niño asintió; la joven pensó que Beregond había estado tan preocupado como ella por el viaje de Faramir, así que no preguntó más, al terminar con el entrenamiento del día pensaba acompañar a Bergil a su casa y hablar con el capitán de la Compañía Blanca.
En la práctica, Éowyn observó que Bergil había mejorado notablemente, recordó con alegría cómo había empezado todo, muchos días atrás.
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De modo que vuestro deseo es convertiros en un gran guerrero de la Compañía Blanca –confirmó Éowyn, el niño que tenía enfrente asintió. El sol se filtraba por las ventanas, toda la cámara estaba ampliamente iluminada, era un día hermoso- Bien, si eso deseáis, joven Bergil, creo que podría ilustrarte un poco al respecto, pero os advierto que la manera como los Rohirrim toman el arma es un poco diferente de cómo lo hacen los hombres de Gondor –sonrió.
Mi padre dice que los Rohirrim son en verdad grandes en batalla y yo quiero ser igual a ellos –los ojos del niño brillaban por la emoción, Éowyn vio el mismo brillo que hace años se reflejaban en sus ojos al practicar y aprender el arte de la batalla.
¿Entonces qué esperamos? –se puso de pie y dirigió al niño por los pasillos hacia un salón apartado; durante el recorrido, Éowyn le comentó parte de sus vivencias como Dernhelm, una historia que Bergil no conocía, así que en variadas ocasiones dejó escapar frases de asombro, aunque la cámara de Armas estaba lejos, no sintieron el tiempo pasar y pronto llegaron al salón de Armas.
¿Qué deseáis aprender a utilizar primero? –preguntó Éowyn mientras tomaba una espada y la blandía con maestría, el niño miró con asombro a la Dama y también las armas que estaban alrededor, en varias de ellas estaba plasmado el escudo de los Senescales y en otras figuras de caballos, todas brillaban, aparentaban estar en constante uso y en manos de expertos.
Luego de un momento de indecisión y concentración, Bergil hizo su elección- ¡La espada! –expresó con alegría.
Bien –dijo Éowyn- es mi fuerte, os enseñaré todo lo que esté a mi alcance, pero os advierto que sois aún muy joven y vuestros brazos no están acostumbrados al peso de esta arma –se percató que la estatura del niño le recordaba a alguien muy querido, el mediano Meriadoc.
Trataré de dar mi mayor esfuerzo –manifestó Bergil y tomó el arma que Éowyn sostenía en las manos, ésta sonrió al ver el entusiasmo del niño.
Vuestro padre debe estar muy orgulloso –añadió la joven y el niño sonrió con plenitud.
El resto de la mañana permanecieron en el salón, Éowyn le enseñó primero muchas maneras de atacar y defenderse, según la manera de los Rohirrim, luego le comentó con lujo de detalles su encuentro con el Rey Brujo de Angmar y la manera como ella y Merry lo habían derrotado. Le contó en resumen la historia de Rohan, su pueblo.
Justo cuando el sol llegó al cenit, Éowyn recordó que Faramir estaba entrenando a un grupo de hombres que pasarían a formar parte de la Compañía Blanca, la compañía de su esposo- Mi señor Faramir debe estar terminando su entrenamiento... ¿qué os parece si vamos? –preguntó- vuestro padre estará allí también –añadió con una sonrisa y le extendió su mano al niño, éste le devolvió la espada con la que había estado practicando con la joven.
¿Seguiremos practicando otro día? –preguntó esperanzado.
Sí, mañana si os parece –respondió la joven entre sonrisas- pero me gustaría que ahora escuchemos las palabras de mi Señor, son muy importantes para un soldado –añadió- son sabias...
¡Vamos! –gritó Bergil entusiasmado- vamos con el Príncipe –y se encaminaron hacia las afueras de la ciudad, en cuyas murallas estaban reunidos un grupo de personas.
Los soldados estaban sentados; mientras que de pie frente a ellos, estaba Faramir, a su lado, Beregond sostenía una espada.
Al ver que Éowyn se aproximaba, Faramir sonrió ampliamente, no la había visto desde el alba y siempre reconfortaba su corazón el poder verla.
Éowyn también sonrió, luego se sentó junto a los soldados y Bergil se sentó a su lado, en el extremo; Faramir continuó con su diálogo.
Ahora ya están preparados –dijo al finalizar, luego de que mucho tiempo había pasado y el sol estaba a punto de ocultarse, en dicho tiempo los soldados, Bergil y Beregond habían escuchado atentos sin perderse de ninguna palabra. Al notar que Faramir había dejado de hablar, Éowyn salió de su ensimismamiento, en el cual pensó primero en el hambre que sentía, ya que no habían almorzado y luego que intentó poner atención a las palabras de su esposo no pudo evitar pensar en lo afortunada que era al tener a un hombre tan sabio y apuesto como él.
Quisiera poner en práctica algunas de las tácticas que les enseñé y de lo que hablamos –añadió y dio unos pasos hacia Beregond sin quitarle la vista de encima a sus aprendices- poner a prueba a alguno de ustedes –dijo mientras tomaba de las manos de Beregond su espada y apuntó con ella a los soldados- ¿alguno considera que podría poner en práctica lo aprendido, alguno se considera capaz de tener un duelo conmigo? –preguntó seriamente.
Éowyn notó como los soldados se alteraban y volteó a verlos, se miraban unos a otros y murmuraban entre sí- ¿aceptar el desafío de nuestro Señor? –dijo el que estaba al lado de la joven- jamás, no soy capaz –añadió un poco decepcionado de sí mismo.
No estoy preparado –decía otro mientras desviaba la vista del frente.
¿Y bien? –preguntó Faramir, orgulloso y grave; al hacer esa pregunta Éowyn volvió sus ojos a él, había mucha seriedad y determinación, la joven recordó la primera impresión que tuvo de él, cuando supo que ningún jinete de La Marca podría igualarlo en combate, comprendió el porqué ninguno de sus hombres quería medir sus habilidades con él.
¿Podrías tu, Beregond? –preguntó Faramir volviéndose hacia el joven que estaba a su lado.
No podría hacerle frente, mi Señor, ni siquiera cuando miles de veces el sol hubiese recorrido esta tierra –respondió Beregond mientras hacía una reverencia.
¡La dama Éowyn podría! –gritó Bergil al lado de la joven, mientras se puso de pie- ¡es muy hábil con la espada! –todos los presentes voltearon a ver a Éowyn, incluso los soldados que no se habían percatado de su presencia, se escucharon risas.
¿porqué os estáis riendo? –preguntó Faramir con furia, nunca había soportado que se burlaran de alguien sin conocer de sus habilidades, mucho menos si la burla era dirigida a su esposa.
Éowyn nunca lo había visto tan molesto, además a ella no le habían ofendido las risas, estaba acostumbrada a que sus habilidades no fueran tomadas seriamente.
Esta mujer y un mediano derrotaron al Brujo Rey que vino de Angmar –volvió a decir Faramir- por si acaso alguno de ustedes lo ignoraba –la joven sintió cómo se ruborizaba y volvió a escuchar el murmullo, pero esta vez era de incredulidad.
Ignorando los murmullos, Faramir miró a Éowyn- ¿Aceptáis mi reto? –preguntó sin apartar los ojos de los de su esposa.
Por supuesto –respondió Éowyn poniéndose de pie, Bergil sonreía emocionado a su lado, los soldados la miraban asombrados mientras que Beregond miraba desaprobatoriamente a su hijo.
Pero no esperéis piedad de mi parte –añadió la Dama mientras le sostenía aún la mirada a su esposo y se encaminaba hacia él; en el fondo estaba asustada, tenía que demostrarles a los soldados su valía y coraje en batalla, pero con quien se iba a batir en duelo era nada menos que Faramir, su esposo y había escuchado muchísimo sobre sus habilidades, por algo nadie quería aceptar su reto- ¿podrías prestarme vuestra espada un momento? Preguntó a Beregond cuando estuvo frente a él.
Por supuesto mi señora- dijo éste mientras desenvainaba su espada y se la extendía a la joven.
Con esto podréis apreciar la hermosa manera como los Rohirrim se enfrenta al enemigo –dijo Faramir a sus soldados- y vosotros debéis conocer de la fama que tienen en batalla –añadió mientras se colocaba frente a Éowyn; colocó firme su espada, listo para atacar o defenderse.
Los vientos elevaban a su paso los dorados cabellos de la Dama, ésta se colocó en posición y su figura se notó templada como el acero; Faramir no pudo evitar el maravillarse con la hermosa de la joven, su rostro reflejaba tanta convicción, su figura alta y esbelta, pero fuerte y vigorosa al mismo tiempo, una verdadera hija de reyes y una guerrera. Sostenía firme la espada –hermosa pero terrible –pensó el joven mientras sonreía.
Lo mismo que le pasaba a Faramir le ocurría a Éowyn, estaba frente a su esposo, un hombre alto y grave, sus hermosos ojos grises la miraban con ternura, era orgullo perspicaz y poderoso, si seguía observándolo por más tiempo su corazón la traicionaría... tiraría la espada y correría a refugiarse en sus brazos.
Éowyn cerró los ojos- concentración, Éowyn, concentración –se dijo a sí misma- esto es algo serio, no un juego –se reprendió e inmediatamente volvió a abrir sus ojos- si no ataco ahora tiraré la espada –balbuceó, tan bajo que únicamente Faramir pudo escucharla, éste sonrió.
Sin esperar más, Éowyn se abalanzó hacia su amado, el sonido del choque de espadas fue tal que resonó por las murallas de la ciudad, pronto los presentes descubrieron la verdad en las palabras de su príncipe... la Dama hacía honor a lo que se había dicho de ella, en el primer golpe había dejado ver la fuerza de sus estocadas y eso no era nada más que el principio. Unos soldados se pusieron de pié.
