Fecha: Lunes 03 de mayo de 2004
CAPÍTULO NO. 5
Notas de la Autora: Bueno, qué les puedo comentar? Aún sigo atorada en mi capítulo siguiente, no he escrito ni una línea... Aunque a decir verdad, no mentiré... ya he escrito algo... pero todo ha sido "horrible" a mi sana manera de juzgar lo que escrito... así que lo he desechado... mientras tanto les dejo este capítulo, que viene siendo el fin de la "batalla de prueba" que tenían Faramir y Èowyn... me gustó mucho este capítulo! Me encantaría escuchar vuestros comentarios. Y aprovechando la ocasión les comento que los reviews que he recibido, que han sido de 5 personas distintas, me han ayudado demasiado, en verdad os lo agradezco, ustedes no tienen una idea de lo importantes que han sido para mí, me dan muchas ganas para seguir adelante. Trataré de no defraudarles!!! MUCHAS GRACIAS!!!
Sin más ni más... les dejo la continuación...
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Con un hábil movimiento su espada se liberó de la de Faramir y le pasó rozando el hombro, lo suficiente para que sangrara, pero Èowyn no se había percatado en qué momento su Señor la había rozado también con su espada, pero por la cintura, su vestido presentaba una abertura, pero ése era el mayor daño que había recibido, Faramir había tenido cuidado de no dañarla.
Sus espadas volvieron a chocar, con más fuerza que en la primera ocasión y sus rostros se aproximaron demasiado, quedando únicamente divididos por las espadas cruzadas, sus miradas se encontraron.
No me esperaba ese ataque –dijo Faramir- tendré más cuidado de ahora en adelante.
Aún se me dificulta manipular esta arma –acotó la joven- no pude controlarla y os ocasioné ese daño –sonrió y se separó para tomar aire y retomar un poco las fuerzas.
Ahora todos los soldados estaban de pie observando cada uno de los movimientos de la pareja; maravillados al igual que Beregond y su hijo, éste último daba pequeños saltos de emoción y dejaba escapar frases de sorpresa con cada golpe.
En verdad sabe luchar –dijo un soldado a su compañero.
Había escuchado historias –le respondió- pero nunca pensé en ellas como verdad –balbuceó mientras seguía con la vista fija en la dama.
Faramir atacó en esta ocasión y cuando Èowyn iba a defenderse tropezó con su vestido y se tambaleó, soltó su espada en un intento desesperado por sostenerse de algo antes de caer, Faramir detuvo su ataque inmediatamente y sostuvo a su esposa con cuidado luego de arrojar su arma instintivamente.
¿Os encontráis bien? –preguntó el joven- ¿no os ocurrió nada?
Estoy bien -respondió Èowyn entre risas- mi indumentaria no es la correcta para enfrentaron mi Señor –añadió, Faramir sonreía; la Dama se separó de los brazos de su esposo y al hacerse de nuevo con su espada le hizo una rasgadura a su vestido, tanto Faramir como los soldados le miraban contrariados, y valiéndose de la rasgadura rompió gran parte del final de su vestimenta, dejando visible hasta la rodilla- ya podemos continuar –dijo mientras recogía la espada de su esposo y se la extendía.
Prosigamos entonces –dijo Faramir y volvió a atacarla.
Èowyn blandió su espada al frente para defenderse del ataque, pero éste nunca llego, Faramir la había engañado y mientras ella iba a defenderse, él la bordeó y se disponía a atacar desde la espalda de la joven, pero ésta reaccionó a tiempo y dándose la vuelta pudo contener el sorpresivo ataque de su esposo, el sonido del choque fue recio y poderoso.
Ahora no sólo Bergil dejó escapar una frase de asombro, se escucharon muchas más frases provenientes de los soldados que observaban atentos la batalla.
¿Quién cree que se lleve la victoria, Capitán Beregond? –preguntó un soldado, todos prestaron atención a su respuesta sin separar la mirada de los combatientes.
No lo sé –fue la única respuesta que se pudo escuchar se los labios de Beregond.
Vencerá la Dama Èowyn –dijo Bergil entre risas, pero ningún presente negó o afirmó.
El sol descendía ya, listo para el ocaso, con sus rayos iluminaba a la pareja, Èowyn se abalanzó nuevamente hacia Faramir, éste alzó su espada listo para repeler el ataque, pero la Dama realizó el mismo truco que su esposo había puesto en práctica hacía unos momentos, lo rodeó mientras él pensaba en defenderse y luego ella atacó, dirigió su espada por el lado derecho hacia el cuello del joven, pero él se diò vuelta justo a tiempo hacia su izquierda y blandió su espada al cuello de Èowyn.
Ambas espadas se detuvieron unos milímetros antes de tocar la piel de su oponente, se quedaron fijos, sus miradas volvieron a cruzarse.
¿Iguales? –preguntó un soldado a Beregond.
¿Han igualado en batalla? –preguntó otro soldado a su compañero de al lado.
Beregond diò unos pasos hacia la pareja- ¡Habéis igualado en batalla! –gritó aún sorprendido por el pronto desenlace.
Pero la pareja no bajaba las armas, se miraban fijamente.
Gracias a Valar que os habéis detenido justo a tiempo –dijo Faramir sin quitarle la vista a su esposa- hice este movimiento sin pensarlo, pero luego recordé el daño que me habíais ocasionado en el hombro por no haber podido manipular aún bien la espada –añadió entre risas.
Eso fue al principio del encuentro, mi Señor –dijo Èowyn- y no estaba muy bien familiarizada con esta arma, pero en el transcurso de nuestro interesante duelo logré dominarla.
Me place escuchar eso –manifestó Faramir- de lo contrario ahora estaríais sola y con un hombre decapitado a vuestros pies –añadió.
Èowyn dejó caer la espada al imaginarse las palabras que acababa de pronunciar Faramir y sentir por un breve momento el horror que representaría si éstas se hubiesen cumplido, cosa que pudo muy bien ocurrir si no hubiese contado con su maestría al momento de dominar un arma.
Faramir envainó su espada y abrazó tiernamente a su esposa- Estuvisteis magnífica –susurró- debéis sentiros muy orgullosa, tanto como yo lo estoy –la joven sonrió ampliamente y rodeó el cuello de su esposo, éste la besó en la frente y luego volvió su mirada a los presentes, quienes los veían perplejos.
No juzguéis a una persona, sea mujer, hombre, niño o anciano, sin haberle conocido primero –dictó- todos asintieron, incluso Beregond y Bergil.
El niño se aproximó a la pareja- ¿podríamos continuar con las clases ahora, Dama Èowyn? –preguntó sonriendo plenamente, muy emocionado. La joven lo miró y sonrió, pero antes de que sus labios dejaran escapar alguna palabra, Faramir habló.
Lamento deciros que por lo que resta del día de hoy, la Dama Èowyn tiene un herido que necesita de sus cuidados –Faramir señaló con su mano el hombro que aún sangraba y luego miró a su esposa.
Será hasta mañana, joven Bergil –acotó Èowyn y luego se encaminó hacia la ciudad, tomada de la mano por Faramir y seguidos muy de cerca por los soldados. Beregond cargó en hombros a su hijo y luego los siguió.
CAPÍTULO NO. 5
Notas de la Autora: Bueno, qué les puedo comentar? Aún sigo atorada en mi capítulo siguiente, no he escrito ni una línea... Aunque a decir verdad, no mentiré... ya he escrito algo... pero todo ha sido "horrible" a mi sana manera de juzgar lo que escrito... así que lo he desechado... mientras tanto les dejo este capítulo, que viene siendo el fin de la "batalla de prueba" que tenían Faramir y Èowyn... me gustó mucho este capítulo! Me encantaría escuchar vuestros comentarios. Y aprovechando la ocasión les comento que los reviews que he recibido, que han sido de 5 personas distintas, me han ayudado demasiado, en verdad os lo agradezco, ustedes no tienen una idea de lo importantes que han sido para mí, me dan muchas ganas para seguir adelante. Trataré de no defraudarles!!! MUCHAS GRACIAS!!!
Sin más ni más... les dejo la continuación...
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Con un hábil movimiento su espada se liberó de la de Faramir y le pasó rozando el hombro, lo suficiente para que sangrara, pero Èowyn no se había percatado en qué momento su Señor la había rozado también con su espada, pero por la cintura, su vestido presentaba una abertura, pero ése era el mayor daño que había recibido, Faramir había tenido cuidado de no dañarla.
Sus espadas volvieron a chocar, con más fuerza que en la primera ocasión y sus rostros se aproximaron demasiado, quedando únicamente divididos por las espadas cruzadas, sus miradas se encontraron.
No me esperaba ese ataque –dijo Faramir- tendré más cuidado de ahora en adelante.
Aún se me dificulta manipular esta arma –acotó la joven- no pude controlarla y os ocasioné ese daño –sonrió y se separó para tomar aire y retomar un poco las fuerzas.
Ahora todos los soldados estaban de pie observando cada uno de los movimientos de la pareja; maravillados al igual que Beregond y su hijo, éste último daba pequeños saltos de emoción y dejaba escapar frases de sorpresa con cada golpe.
En verdad sabe luchar –dijo un soldado a su compañero.
Había escuchado historias –le respondió- pero nunca pensé en ellas como verdad –balbuceó mientras seguía con la vista fija en la dama.
Faramir atacó en esta ocasión y cuando Èowyn iba a defenderse tropezó con su vestido y se tambaleó, soltó su espada en un intento desesperado por sostenerse de algo antes de caer, Faramir detuvo su ataque inmediatamente y sostuvo a su esposa con cuidado luego de arrojar su arma instintivamente.
¿Os encontráis bien? –preguntó el joven- ¿no os ocurrió nada?
Estoy bien -respondió Èowyn entre risas- mi indumentaria no es la correcta para enfrentaron mi Señor –añadió, Faramir sonreía; la Dama se separó de los brazos de su esposo y al hacerse de nuevo con su espada le hizo una rasgadura a su vestido, tanto Faramir como los soldados le miraban contrariados, y valiéndose de la rasgadura rompió gran parte del final de su vestimenta, dejando visible hasta la rodilla- ya podemos continuar –dijo mientras recogía la espada de su esposo y se la extendía.
Prosigamos entonces –dijo Faramir y volvió a atacarla.
Èowyn blandió su espada al frente para defenderse del ataque, pero éste nunca llego, Faramir la había engañado y mientras ella iba a defenderse, él la bordeó y se disponía a atacar desde la espalda de la joven, pero ésta reaccionó a tiempo y dándose la vuelta pudo contener el sorpresivo ataque de su esposo, el sonido del choque fue recio y poderoso.
Ahora no sólo Bergil dejó escapar una frase de asombro, se escucharon muchas más frases provenientes de los soldados que observaban atentos la batalla.
¿Quién cree que se lleve la victoria, Capitán Beregond? –preguntó un soldado, todos prestaron atención a su respuesta sin separar la mirada de los combatientes.
No lo sé –fue la única respuesta que se pudo escuchar se los labios de Beregond.
Vencerá la Dama Èowyn –dijo Bergil entre risas, pero ningún presente negó o afirmó.
El sol descendía ya, listo para el ocaso, con sus rayos iluminaba a la pareja, Èowyn se abalanzó nuevamente hacia Faramir, éste alzó su espada listo para repeler el ataque, pero la Dama realizó el mismo truco que su esposo había puesto en práctica hacía unos momentos, lo rodeó mientras él pensaba en defenderse y luego ella atacó, dirigió su espada por el lado derecho hacia el cuello del joven, pero él se diò vuelta justo a tiempo hacia su izquierda y blandió su espada al cuello de Èowyn.
Ambas espadas se detuvieron unos milímetros antes de tocar la piel de su oponente, se quedaron fijos, sus miradas volvieron a cruzarse.
¿Iguales? –preguntó un soldado a Beregond.
¿Han igualado en batalla? –preguntó otro soldado a su compañero de al lado.
Beregond diò unos pasos hacia la pareja- ¡Habéis igualado en batalla! –gritó aún sorprendido por el pronto desenlace.
Pero la pareja no bajaba las armas, se miraban fijamente.
Gracias a Valar que os habéis detenido justo a tiempo –dijo Faramir sin quitarle la vista a su esposa- hice este movimiento sin pensarlo, pero luego recordé el daño que me habíais ocasionado en el hombro por no haber podido manipular aún bien la espada –añadió entre risas.
Eso fue al principio del encuentro, mi Señor –dijo Èowyn- y no estaba muy bien familiarizada con esta arma, pero en el transcurso de nuestro interesante duelo logré dominarla.
Me place escuchar eso –manifestó Faramir- de lo contrario ahora estaríais sola y con un hombre decapitado a vuestros pies –añadió.
Èowyn dejó caer la espada al imaginarse las palabras que acababa de pronunciar Faramir y sentir por un breve momento el horror que representaría si éstas se hubiesen cumplido, cosa que pudo muy bien ocurrir si no hubiese contado con su maestría al momento de dominar un arma.
Faramir envainó su espada y abrazó tiernamente a su esposa- Estuvisteis magnífica –susurró- debéis sentiros muy orgullosa, tanto como yo lo estoy –la joven sonrió ampliamente y rodeó el cuello de su esposo, éste la besó en la frente y luego volvió su mirada a los presentes, quienes los veían perplejos.
No juzguéis a una persona, sea mujer, hombre, niño o anciano, sin haberle conocido primero –dictó- todos asintieron, incluso Beregond y Bergil.
El niño se aproximó a la pareja- ¿podríamos continuar con las clases ahora, Dama Èowyn? –preguntó sonriendo plenamente, muy emocionado. La joven lo miró y sonrió, pero antes de que sus labios dejaran escapar alguna palabra, Faramir habló.
Lamento deciros que por lo que resta del día de hoy, la Dama Èowyn tiene un herido que necesita de sus cuidados –Faramir señaló con su mano el hombro que aún sangraba y luego miró a su esposa.
Será hasta mañana, joven Bergil –acotó Èowyn y luego se encaminó hacia la ciudad, tomada de la mano por Faramir y seguidos muy de cerca por los soldados. Beregond cargó en hombros a su hijo y luego los siguió.
