Fecha: Martes 13 de Julio de 2004.

CAPÍTULO NO. 10


Notas de la Autora: Sniff… lo sé, lo sé… me retrasé muchísimo más de lo que debería haberme retrasado (échenle la culpa a Allison Black, ya que fue ella quien me dio la brillante idea de actualizar una vez cada dos meses ¬¬ ¡¡SON BROMAS!!), la verdad no había podido actualizar por muchos motivos, mi computador tiene virus y está más muerto que vivo.
Mis estudios me están sofocando y mis penas me agobian (Wow… qué poética me he vuelto oO). Trataré de actualizar lo más pronto posible en esta ocasión… y no se apuren que terminaré prontito, para dedicarme de lleno a un nuevo proyecto. (dos FF's para ser más exacta).
Así que voy con los reviews del capítulo anterior:
Edhelren Ar-Feiniel: Aiya Osellë!! Gracias por tus felicitaciones. Me alegro que el capítulo anterior te haya gustado eso me da ganas de seguir escribiendo!! Ejem… ¿pasarle algo malo a Faramir? No, sólo se fue a dar un paseíto a Mandos… únicamente eso, pero fuera de ello, nada malo. ¿Qué hará Éowyn? Fácil… quedarse viuda… Sniff… XD ¿Para cuándo tu FF? tsk, tsk, tsk… me dejas a la espera… creo que te ganaré con el FF de Ereinion antes de ver el tuyo publicado… ¬¬
Allison Black: Hola Allison!! Ejem… mejor me voy escondiendo entonces… antes de que un Balrog se me tire encima y termine como barbacoa humana… ¿Al monte del destino? Pero si con el Balrog me basta… bien, a ver si me encuentras… mejor salgo corriendo desde ya Ya voy bastante avanzadita con tu FF… pero aún no lo termino V.V no he tenido mucho tiempito… Sniff… Lo cruel y despiadada no me lo quitan, se me ha pegado con súper wonder ¬¬!
…Natadriel…: Aiya HB!! ¿astuta la intriga? Eso fue una prueba de mi crueldad… jijiji… Yep, tengo planeado que sea extenso, pero al final no sé, mira que la inspiración me abandonó un mes y pedacito . Faramir!!! baba pero qué hombre!! Quien fuera Éowyn!! Espero que te guste este capítulo… sino dime para que tenga más cuidado de ahora en adelante ;0)
That Valeria: Aiya Vale!! qué bien que te haya gustado el capítulo anterior! Con jinete muerto y todo ¬¬ Vaya!! Mujer me has distraído mucho más de lo que planeaste al principio con la foto de David… baba Bien, hay unos FF's de Bori en español, pero son contaditos... pero no te apures que quizá algún día yo me haga uno ¬¬ seguro, con lo rápido que actualizo Y en cuanto a la miel derrochada en el capítulo planificado de Fara y Boro chiquititos... jejeje, en eso soy más que experta Hmmm, ten cuidado con tu salud, y sal más a menudo tal hobbit buscando champiñones en el bosque así no te vas a enfermar tan seguido. Yep, estoy escribiendo un mi cuento en , pero con nick diferente.
Éowyn-Princess-of-Ithilien: Aiya ninia linda! Me hace muy, muy feliz que te haya gustado mi FF, espero que no lo estés leyendo por obligación ¿ok? Aprovecho para felicitarte por el tuyo, síguelo prontito. Mique-li!! Bien, por el momento me voy, prometo intentar actualizar prontito… ¬¬!

Y pues, como es mi tradición, acá les adjunto la canción que me ha inspirado… Sniff… Sarah se va a un rincón y llora desconsoladamente al recordar la canción

PD: También pueden escuchar el track no. 8 del Soundtrack de Las Dos Torres =º0( (Rayé seguramente el disco… Sniff). Y la canción Everytime de Britney Spears.
Artist: Seether featuring Amy Lee from Evanescence
Song: Broken

I wanted you to know I love the way you laugh
I wanna hold you high and steal your pain away
I keep your photograph; I know it serves me well
I wanna hold you high and steal your pain

'Cause I'm broken when I'm lonesome
And I don't feel right when you're gone away

You've gone away, you don't feel me anymore

The worst is over now and we can breathe again
I wanna hold you high, you steal my pain away
There's so much left to learn, and no one left to fight
I wanna hold you high and steal your pain

'Cause I'm broken when I'm open
And I don't feel like I am strong enough
'Cause I'm broken when I'm lonesome
And I don't feel right when you're gone away

'Cause I'm broken when I'm open
And I don't feel like I am strong enough
'Cause I'm broken when I'm lonesome
And I don't feel right when you're gone away

'Cause I'm broken when I'm lonesome
And I don't feel right when you're gone

You've gone away, you don't feel me anymore


Capítulo No. 10

"Lenta Agonía"

Éowyn dio unos pasos hacia atrás- ¿emboscada? –susurró aterrada ¿eran sus sueños mensajeros de un futuro sombrío?- no, no puede ser verdad, no puede estar ocurriendo- la presión y el fuerte impacto de la noticia fue tal que la Dama no sintió en qué momento sus fuerzas empezaron a abandonarla, observaba que Beregond se aproximaba a ella a toda prisa y que parecía hablarle, pero Éowyn no escuchaba sus palabras.

Beregond alcanzó a Éowyn en el momento en que la joven caía al suelo, y tomándola suavemente en brazos le miró la cara con grave ansiedad, la lluvia los cubría plenamente- Necesito una guarnición lista para partir- ordenó a los dos soldados que se aproximaron para socorrer a su Señora- y que se encarguen de llevar el cuerpo de Dunlung a su familia –añadió, luego se encaminó hacia el castillo de Emyn Arnen, situado en lo alto de la ciudad, llevando a la Dama Éowyn, inconsciente en sus brazos.

Los soldados que custodiaban las puertas del castillo se apresuraron a abrirlas al ver llegar a su capitán.

¿Qué ha ocurrido? –inquirió uno de ellos preocupado, mientras el otro iba por las criadas para que se hicieran cargo de su Señora.

Una emboscada de orcos a la guarnición del Señor Faramir –susurró Beregond con aflicción mientras recostaba a Éowyn sobre un elegante y cómodo mueble.

El soldado guardó silencio incapaz de pronunciar palabra alguna, incapaz de creer que aún existiesen seres como los orcos en épocas de paz, sujetó con fuerza la lanza que portaba, mientras rogaba a los valar por la vida de su Príncipe.

Unos minutos habían transcurrido cuando volvió el otro soldado acompañado de tres doncellas adormitadas, Beregond les solicitó que le mostraran la recámara de la Señora y las tres asintieron, el Capitán volvió a tomar entre brazos a la Dama y se encaminaron hacia la alcoba de los Príncipes, ya allí Beregond recostó a Éowyn y la abrigó.

Debí de haberme quedado y hacerle compañía –susurró una de las tres jóvenes- hubiese evitado que saliera: la lluvia le ha hecho daño –Anleth observaba preocupada como Beregond abrigaba a Éowyn.

Es más grave que la lluvia –dijo el Capitán con tristeza en la voz- la guarnición que partió con el Señor Faramir fue emboscada por Orcos y no tenemos noticias.

¿Emboscada? –Repitió Anleth con una voz titubeante y miró afligida el rostro de su Señora, mientras las otras dos criadas se llevaban ambas manos al rostro y sollozaban- es lo que ha estado temiendo –añadió entre sollozos mientras se aproximaba al lecho de Éowyn.

Voy a salir con una guarnición hacia el sendero que conduce a Minas Tirith, quizá haya sobrevivientes –añadió Beregond y salió a toda prisa de la alcoba.


Durante las horas que transcurrieron antes del despuntar del alba, la Señora Éowyn llamaba constantemente a Faramir en sueños, Anleth sollozaba al escuchar a su señora y pensar en los difíciles que serían los días venideros… ¿acaso los Valar permitirían que tanto dolor consumiera a Éowyn? ¿Estaría muerto el Señor Faramir?

Hacía tiempo ya desde que el Capitán Beregond había salido de las murallas de la ciudad con un buen número de soldados. Emyn Arnen había despertado en compañía de un cielo negro y un sol pálido, Nienna estaba entre ellos. Un viento helado recorría la ciudad hacia el noroeste, todos estaban a las expectativas de noticias. Temían por el destino de la guarnición, pero especialmente temían por la vida de su Príncipe, muchos de los habitantes lo habían seguido desde Minas Tirith, porque en verdad lo amaban y se regocijaban por vivir bajo sus sabios mandatos.

Beregond volvió antes de despuntar el alba, tan abatido como los hombres que lo acompañaron, una gran multitud se aproximó a él, ávidos de noticias. Con gran pesar les informó que los orcos habían arremetido de sorpresa y sin piedad, que seguramente nadie habría sobrevivido ya que luego de asesinarlos, habían apilado los cuerpos y los habían consumido por las llamas. Muchas mujeres sollozaron desconsoladas, mientras muchos otros trataban de contener el llanto.

El Capitán de la Compañía Blanca deseaba poder demostrar el dolor que sentía, pero antes debía comunicar la noticia a la Señora Éowyn, necesitaría de todas sus fuerzas para hablarle: para verle a los ojos.

Sin esperar a más, se dirigió hacia el castillo, galopando triste sobre las calles empedradas mientras pensaba en lo cerca que había estado la guarnición de entrar nuevamente a Emyn Arnen, el ataque había sido demasiado cerca. Pronto se encontró frente a las puertas del hogar de los Príncipes de Emyn Arnen, bajó del caballo y se dirigió hacia la recámara donde se encontraba Éowyn, ya había despuntado el alba.


Bergil despertó mientras amanecía aún, bajó a toda prisa de su lecho y se dirigió a la salida, antes tomó unas frutas de una cesta de mimbre, salió hacia el jardín como lo hacía todos los días.

Al salir de su hogar observó que todas las personas tenían el dolor, el pesar y el llanto reflejado en los ojos: le hubiese gustado detenerse y preguntar qué era lo que ocurría, pero tenía que cumplir con su palabra: le había prometido al Príncipe que iba a cuidar del jardín como primera tarea del día, al despuntar el alba, y eso era precisamente lo que iba a hacer.

Pero al llegar al lugar donde apenas el día anterior había estado el jardín, toda sonrisa se borró del rostro del chico: por las incesantes lluvias de la noche anterior, el arroyo había crecido y había cubierto el jardín… llevándose consigo las bellas flores que allí crecían, únicamente el lirio favorito de Finduilas se mantenía aún, al encontrarse en la parte más alta, el arroyo no lo había alcanzado aún.

Armándose únicamente con una rama seca, Bergil se pasó el resto de la mañana y la tarde intentando desviar el arroyo de la única planta que seguía con vida. Ajeno aún de la emboscada y la muerte del Príncipe Faramir. El chico se esmeró en cuidar del lirio, para placer de sus Señores.


Éowyn abrió los ojos al escuchar que alguien llamaba a la puerta. Anleth, que estaba a su lado, se apresuró a recibir al extraño que llamaba con insistencia, hablaron un momento y luego la joven volvió sollozando al lado de la Dama Blanca.

Éowyn recordaba todo lo ocurrido en la noche anterior y silenciosas lágrimas se deslizaron por sus mejillas y se perdieron entre las plumas de la almohada.

Mi Señora –susurró Anleth al percatarse que Éowyn estaba ya conciente- el Capitán Beregond desea hablarle- añadió.

La Dama inmediatamente bajó del lecho y se dirigió hacia las afueras de su alcoba, donde la esperaba Beregond- ¿Qué noticia me traéis del sendero a Minas Tirith? ¿Dónde se encuentra mi Señor Faramir? –le cuestionó sollozando, pero obtuvo como única respuesta una negativa, Beregond no pudo sostenerle la mirada y bajó el rostro abatido.

Anleth sollozaba, nunca más volvería a ver la luz que brillaba sobre los Príncipes cuando estaban juntos, nunca más escucharía sus risas entre los pasillos; la joven se cubrió el rostro con ambas manos y calló el llanto sin poder contener la pena.

Éowyn retrocedió y sin decir palabra alguna entró a su alcoba, cerrando la puerta de roble tras ella.

¿Mi Señora Éowyn? –Anleth estaba dispuesta a seguir a la Dama, pero Beregond la detuvo del brazo y negó con la cabeza.

En estos momentos la soledad es necesaria –susurró el Capitán de la Compañía Blanca.

Anleth bajó el rostro- he de quedarme acá afuera entonces… pendiente de ella –acotó la joven y Beregond asintió.

Enviaré un mensajero hacia Édoras para hacer partícipe al Señor Éomer sobre lo ocurrido a nuestro Príncipe, la Dama Éowyn necesitará de su hermano en estos momentos –acotó Beregond- también enviaré a otro mensajero hacia Minas Tirith –luego se encaminó embargado de tristeza, hacia las afueras del castillo, Anleth lo siguió con la mirada, luego se sentó en el suelo de blanco marfil acompañando en silencio a su Señora, mientras recordaba la felicidad que había embargado Emyn Arnen durante mucho tiempo.


Al estar en su recámara nuevamente, Éowyn prorrumpió nuevamente en llanto, se rodeó con sus propios brazos, su recámara estaba fría y llena de recuerdos que la llenaban de amargura, sentía que el invierno volvía a morar en su corazón mientras la calidez del amor la abandonaba.

Las ráfagas de viento helado se abrían paso por la ventana, trayendo consigo un sonido como llanto lejano: desconsolado, sombrío, angustiado llanto. Manwë transportaba los sollozos de Nienna por todo Emyn Arnen.

La joven comenzó a recorrer la enorme habitación, blanca y cálida en días anteriores; oscura y sombría en esos momentos… todo, absolutamente todo le recordaba a él, y Éowyn sollozaba desconsoladamente, sentía que el llanto la sofocaba: quería morir y seguirlo a donde fuese que él se encontrara en esos momentos; encontró un manto con borde de piel, un manto que él gustaba vestir por ser un regalo de ella, se lo colocó intentando recordar la calidez de los brazos de su esposo, pero era inútil, se sentó en el suelo y apoyó la cabeza en las rodillas, sollozó. Así transcurrió el tiempo, únicamente se escuchaba el llanto de Nienna en el viento.

De pronto escuchó unas risas lejanas, levantó la vista y con los ojos empapados en llanto se observó a sí misma danzando en los brazos de Faramir: era muy común que ambos danzaran allí, sonriendo plenamente, irradiando la alegría que sentían por estar uno cerca del otro, esa sensación de completa felicidad se sentía tan lejana ahora. ¿Por qué le tenía que ocurrir a ella? Empezaba a odiar su destino, su vida… todo.

Frente a ella, al lado de su lecho, se encontraba una chimenea, en cuyo interior ardía un fuego a punto de extinguirse… era tan común que por las noches ella y Faramir pasaran largo tiempo allí sentados frente al fuego, Éowyn clavó la mirada en el espacio vacío frente a la chimenea, recordó como hacía unas noches atrás ambos disfrutaban de la calidez que el fuego les proveía, él reposaba su cabeza sobre las rodillas de ella mientras dormía apaciblemente y con una amplia sonrisa en los labios, mientras ella pasaba tiernamente sus dedos en el cabello azabache de su esposo y sonreía llena de dicha, la Dama cerró los ojos.

Podría estar así el resto de mi vida –susurró Faramir mientras fijaba sus ojos grises en los de su esposa.

¿Sois feliz a mi lado mi Señor? –inquirió Éowyn con seriedad mientras dejaba de pasar sus dedos por el cabello del joven Senescal.

¿Lo sois vos mi Dama Blanca? –Faramir se incorporó y tiernamente tomó entre sus manos las mejillas de su esposa.

Tanto como lo fue Lúthien al verse reflejada en los ojos de Beren al recuperarlo de la muerte –susurró Éowyn mientras le daba un fuerte abrazo a su esposo.

Podría estar así el resto de mi vida –dijo Faramir mientras se separaba un poco del cálido abrazo de la Dama y luego le daba un tierno beso en los labios.

Éowyn abrió los ojos y observó las palmas de sus manos: nunca más tendría la oportunidad de acariciar los cabellos de Faramir. Instintivamente se pasó su mano derecha sobre sus labios… nunca más volvería a disfrutar de la tranquilidad y la felicidad que él le brindaba, nunca más volvería a disfrutar de su amor, nunca más le volvería a ver, y sollozó más desesperada aún, se sentía vacía por dentro… muerta en vida.


Se detuvo frente a un espejo, pero el reflejo le mostró a una Éowyn tratando desesperadamente de lograr un equilibrio perfecto entre sus dorados cabellos y de pronto observó como Faramir la rodeaba de la cintura con sus brazos y le daba un beso en la mejilla, luego tiernamente le decía que para él ya era la mujer más hermosa de Arda y que si intentaba verse más bella aún, iba a ser la culpable de que él perdiera la cabeza tanto como el corazón, la Éowyn del reflejo le daba un beso a su esposo en los labios, en señal de agradecimiento, luego esa visión desaparecía y dejaba ver a la Éowyn destrozada, mientras las incesantes lágrimas mojaban su pálido rostro.

Y fue en ese momento cuando una determinación le ensombreció el rostro, a toda prisa buscó entre sus vestidos y sacó unas vestimentas de soldado, se vistió con ellas y cruzó la habitación hacia su lecho, tiernamente pasó una mano entre las coberturas de lana blanca, tomó una espada que descansaba al lado del lecho y se posó nuevamente frente al espejo.

Por unos momentos esgrimió con maestría la espada, mientras observaba fijamente su reflejo, sus ojos grises brillaban con odio, luego se ciñó la espada y se colocó el yelmo, ocultando su espesa y dorada cabellera bajo el mismo, el sol comenzaba a ocultarse, dando paso a la oscuridad de la noche.


Bergil acababa de volver del jardín con el lirio sembrado en un tazón de madera: todos sus intentos habían resultado en un fracaso total y al observar la oscuridad del cielo, había supuesto que esa noche volvería a llover, así que no tuvo otra opción más que llevarse consigo el lirio de su Señor Faramir, lo primero que hizo al encontrarse dentro de las murallas de Emyn Arnen, fue dirigirse hacia el castillo y darle la noticia a la Dama Éowyn, pero ya dentro Anleth le puso al tanto de la tragedia y el niño comenzó a llorar desconsoladamente, la joven no tuvo más remedio que llevarlo a una recámara apartada de la de su Señora y tratar inútilmente de consolarlo.


Éowyn salió sigilosamente de la recámara, no deseaba que nadie intentara detenerla y obstruir la decisión que había tomado- No he de llegar muy lejos valiéndome únicamente de esta espada –susurró para sí y se dirigió hacia la recámara de armas.

Ya estando allí observó con detenimiento todas las armas que la rodeaban- Arcos –dijo en susurros.

¡Debe de haber alguno que pueda manejar! –exclamó luego de un momento en el cual intentó utilizar algunos de los enormes arcos, pero su vista se detuvo en uno más pequeño que los anteriores y lo tomó en sus manos, al verlo perfecto lo ciñó en su hombre y luego tomó un carcaj repleto de flechas y se lo ciñó a la espalda.

Antes de partir observó la habitación y se percató en un pequeño brillo plateado, instintivamente se aproximó y examinó el artículo- una daga –susurró al tomar entre sus manos la pequeña arma de plata: estaba grabada con el escudo de los Senescales y adornada bellamente con zafiros en la empuñadura.

No lo olvides nunca Éowyn, hasta una pequeña daga puede salvarte la vida –la Dama recordó como una vez en las afueras de Meduseld, su primo Théodred le había dado ese consejo.

Una amarga sonrisa se formó en los labios de la joven- no deseo salvar mi vida –susurró para sí- pero más deseo acabar con la vida de los que me privaron de lo más amado –añadió con decisión; así pues, tomó la pequeña daga como parte de su armamento, colocó también la daga dentro de su armadura y partió fuera del castillo.

En su recorrido hacia los establos notó a muchas mujeres sollozando, pero nadie notó al soldado desconocido, ni cómo este tomó el caballo predilecto de la Señora Éowyn y salió a todo galope de las murallas de Emyn Arnen, no sin antes observar por última vez la ciudad que le brindó tanta dicha en la compañía de aquel por quien todo lo daría… incluso la vida para vengar su muerte.