SONRISA IMAGINARIA

SEGUNDO CAPÍTULO:

Viernes 24 de Agosto.

Querido diario:

Ya ha pasado mucho tiempo desde la última vez que abrí este diario. Hoy quiero escribirlo todo, aunque ignoro la razón de tal necesidad.

Nuestro mundo no volverá a ser el mismo de antes. Las cosas han cambiado... las personas han cambiado... yo misma he cambiado.

Por donde empezar? Luego de la caída de Quien tu Sabes... (a pesar de todo aún no junto la valentía necesaria para pronunciar u escribir su nombre), todo lo que conocíamos se fue con él. Ya hace cuatro años que somos parte de una comunidad escondida, viviendo entre muggles, simulando ser como ellos.

Para nosotros no fue tan complicado el adaptarnos. Hijos de un padre fanático de los muggles desde que tengo memoria, hemos aprendido mucho mas rápido que la mayoría.

El ministerio sigue funcionando, luchando por arreglar los pedazos, pero no avanza con la rapidez que pensaban.

La Madriguera se ve horriblemente vacía desde aquel día. Aún somos una familia, pero aunque nadie lo dice, todos nos sentimos incompletos.

Mientras el callejón Diagon vuelve a ser lo que era, los gemelos han aceptado acudir a una universidad no mágica. Creo que los mueve mas el negocio clandestino de bromas que han montado que el amor al estudio. Pero los gemelos se tienen mutuamente. Yo estoy sola.

Bill ha vuelto de Egipto, supongo que para ayudar a papá y no dejarlo solo mientras los demás estamos fuera. Aceptó un puesto en el banco de Gringotts, el cual fue reabierto hace poco.

Yo por mi parte no lo he manejado tan bien como ellos. Los dos primeros años fueron una tortura.

Como cualquier otro de mi edad, tuve que asistir a la secundaria. Me tardó todo el verano (y demasiado largas sesiones de estudio mas dignas de Hermione que mías) adquirir el nivel mínimo para entrar con gente de mi misma edad. Ahora hubiera deseado no haberlo hecho.

Aquel primer día cometí errores propios de cualquier mago encerrado en un mundo muggle, y como consecuencia terminé tirándole un bote de pintura rosada que estaban utilizando para pintar un escenario en la clase de actuación encima de una de las chicas mas populares de la escuela (no preguntes como). Grave error. El resto del año, Madison y sus amigas no me dejaron en paz. Tengo el orgullo de decirte esta bruja no se las ha hecho fácil. A pesar de la insistencia de papá y Bill para que dejara mi varita en casa no tenía la misma seguridad sin ella, por lo que en ocasiones la utilizaba para vengarme de aquellas arpías. Finalmente un día a solas la amenacé apuntándole con ella y demostrándole que podía convertirle la cara en una cremallera gigante si volvía a molestarme o abría la boca. No lo hizo (jejeje).

Mi segundo año estuvo mejor. Ya no se metían conmigo, pero estuve muy sola. Y pasé muchas noches llorando en mi habitación por causa de esto. Extraño a Ron, a Harry, a Charlie, a mamá... hasta extraño a Percy (fue uno de los primeros en caer luego de ser engañado por Voldemort).

No mucha gente se acercó a mi. La mayoría se dedicó a ignorarme y unos pocos me llamaban rara. Sinceramente...no me importó. Que pueden saber aquellos de la vida real y el sufrimiento? Pero deseaba tanto poder volver a Howarts.. y a mi vida.

Me costó mucho recuperarme de las muertes de mamá y mis hermanos. Y la muerte de Harry me ha llevado al borde de una gran depresión. He desfilado frente a toda clase de psiquiatras y psicólogos, hasta los tutores del instituto me han entrevistado una y otra vez, pero siempre he callado. Que podía decirles? Soy una bruja y el mago oscuro mas poderoso mató a parte de mi familia y amigos?. Se que papá y Bill estuvieron muy preocupados por mí.

Ahora estoy mejor. Mañana comienza una nueva etapa de mi vida, mi ingreso a la universidad y pienso pasarla bien. Desde mi visita a las tumbas de Harry y Ron sentí un cambio en mi actitud. Ahora puedo intentar dejar el dolor atrás y volver a vivir.

Quien sigue igual es Hermione. Me preocupa. No ha podido superar las muertes de Harry y Ron y sus padres al ser muggles no son capaces de comprender el horror que vivió durante la batalla. Le han otorgado dos medallas al Valor, pero tras tomarlas y guardarlas en un cajón olvidado no ha vuelvo a mirarlas.

Los gemelos han vuelvo de la tienda. Habían ido a hacer un inventario ya que dentro de unas semanas probablemente puedan reabrir. Me llaman para jugar Quidditch.. hace tiempo que no vuelo! Me despido por ahora. Tuya. Ginny Weasley.

Ginny dejó el diario en el escondite de siempre luego de cerrarlo con numerosos hechizos. Conociendo a sus hermanos eran capaces de cualquier cosa con tal de leerlo.

Siempre adoptaban luego esas expresiones inocentes.

Se ató el pelo en una larga trenza y bajó las escaleras. Dándole los buenos días a su padre que estaba terminando de desayunar antes de partir para el Ministerio, corrió al armario a buscar su escoba. Salió al jardín, donde varios enanos de jardín estaban reunidos frente a un insecto.

"Los arrojaré luego" – pensó mientras corría a reunirse con los gemelos y Bill que la aguardaban en pasillo donde tenían el traslador. Definitivamente vivir en un departamento no era cómodo, pero no tenían otra opción. No les alcanzaba para comprar una casa muggle y sería difícil de explicar si apareciera una de la nada como habían hecho con la Madriguera.

Al tocar la bota vieja sintió la conocida sensación de un gancho tirándole del ombligo. Segundos mas tarde se encontraba en la colina cerca de su antigua casa.

Formaron los equipos. Como era usual, los gemelos jugaban juntos. Mejor! Así podría demostrarles cuanto habían mejorado.

Practicaron un rato antes de comenzar un verdadero partido, ya que hacía tanto tiempo que no volaban que se sentían algo oxidados.

au! – una bludger estuvo a punto de darle pero Bill apareció frente a ella y la esquivó. Lanzó una mirada furiosa a Fred, autor del intento, quien le dirigió una deslumbrante sonrisa antes de volar nuevamente.

Así continuaron hasta que cayó el sol y fue hora de volver. Ginny bajó de la escoba muy satisfecha de si misma. Habían ganado por tan solo un punto, pero para los gemelos constituía toda una derrota.

Buscaron el traslador de vuelta, Fred y George continuaban murmurando por lo bajo. La menor de los Weasleys supo que tendría que andar con mucho cuidado durante un tiempo. Con el tiempo corría peligro de volverse tan paranoica como Moody si seguía viviendo con sus hermanos.

Afortunadamente la universidad a la que asistiría no era la misma que la de ellos. Esto la alivió, aunque por otro lado también le dio tristeza. Siempre había tenido a sus hermanos cerca en Howarts, y extrañaría comer con ellos o enterarse que nuevas bromas habían creado.

Su padre aún no había vuelto del Ministerio y aun faltaba tiempo para la hora de cenar por lo que subió a hacer su maleta. Siguiendo un consejo mas propio de Hermione que de su padre, había hecho listas de todo lo que tenía que llevar, e iba tachando según iba metiendo en la maleta.

Al pasar frente al espejo se observó unos minutos. Definitivamente había cambiado desde su salida de Howarts. No solo por los cambios de cualquier jovencita de esa edad, sino también por todo lo que había vivido. Definitivamente muy pocos la reconocerían si la vieran.

Bajó a preparar la cena pero el teléfono sonó en el instante que había puesto el agua a calentar. Era su padre quien le avisaba que no cocinara pues los invitaría a comer como última noche en casa.

Luego de avisarle a sus hermanos corrió a su cuarto para arreglarse. Veinte minutos mas tarde Arthur Weasley llegaba a casa, algo triste por saber que tres de sus hijos estarían fuera la mayor parte del año.

Pero con una sonrisa en el rostro fue a saludarlos. Los cuatro estaban ansiosos por salir. Su padre ya les había dicho que irían a Las Tres Escobas y esperaban encontrar algún mago conocido.

Ginny, con una pollerita verde y una sencilla remera negra tomó su abrigo y salió tras sus hermanos dispuestos a pasarla bien.

El autobús noctámbulo pasó a buscarlos tras cinco minutos de espera. No fue un viaje agradable.

"nunca volveré a subir en él" – balbuceó George como la última vez. Tenía la nariz sangrante tras haberse estampado la cara contra el vidrio tras una "leve frenada" del conductor. De mal humor se apuntó la varita deteniendo la sangre al instante.

Hosmeade se veía muy distinto. Parecía mas bien un pueblo fantasma que el alegre paseo de antaño. Las Tres Escobas era uno de los únicos lugares donde se escuchaban voces y risas. Reprimiendo un escalofrío, Ginny siguió a sus hermanos y su padre.

Al entrar los gemelos fueron directo a la barra a saludar a Rosmerta. La pelirroja paseó la mirada por la habitación buscando caras conocidas pero no encontró a nadie mas que un par de antiguos alumnos de cuarto grado a quienes apenas ubicaba de cara.

Eligieron una mesa y se sentaron a esperar que vinieran a tomarles el pedido. Madame Rosmerta llegó unos minutos después acompañada de los gemelos que venían hablando de negocios. La camarera le echó una apreciativa mirada a Bill, el cual miraba el reloj impaciente. Había hablado con Fleur quien se reuniría con ellos para cenar.

Luego de pedir unas cervezas de manteca comenzaron a hablar de los cambios que veían en el pueblo.

Un joven se acercó a la mesa.

"hola Ginny" – saludó sonriéndole mientras apoyaba ambas manos sobre la mesa.

"hola" – respondió ella intentando adivinar de donde lo conocía. Ciertamente era muy atractivo pero no le sonaba familiar.

"A pasado mucho tiempo desde la última vez que hablamos" – continuó el mago sin percatarse del hecho que ella no sabía quien era – "quieres salir un rato?".

Tras dirigirle una mirada a su padre quien asintió, e ignorando las miradas de desconfianza de sus hermanos, se puso de pie y siguió al desconocido. Sabía que no había peligro porque sus hermanos la estarían vigilando muy de cerca... quizás demasiado. Suspiró.

"como ha cambiado todo esto" – murmuró el joven meneando la cabeza.

"disculpa que te lo pregunte... pero quien eres?" – se sentía incómoda hablando con alguien sin saber quien era. Él le dirigió una mirada divertida.

"no me has reconocido?" – preguntó sonriente.

"ciertamente no" – respondió ella sonriendo a su vez, sin saber muy bien porque.

"Soy Anthony Goldstein"

Ginny lo miró incrédula. Como había mejorado! Antes era atractivo pero tirando a paliducho y algo bajito. Aquella imagen no tenía relación con la que tenía frente a sí.

"como has cambiado" – comentó incapaz de decir otra cosa.

"tu también has cambiado..."- murmuró deteniéndose para mirarla. Sus rostros comenzaron a acercarse hasta quedar a tan solo unos milímetros de distancia y...

"Giiiiiiinnyy.. queriiida, donde estas???" – la voz de Fred se oyó demasiado cerca. Los gemelos aparecieron de golpe y Anthony separó su rostro. Ginny frunció el ceño.

"Estábamos buscándote hermanita"- dijo George con un tono demasiado inocente como para resultar convincente.

"No te encontrábamos por ningún lado" – dijo Fred rodeándola con un brazo y forzándola a caminar con ellos.

"Adios Goldstein" – dijo con un canturreo George.

"nos volveremos a ver" – gritó él emprendiendo el camino de regreso.

Arrastrándola hasta Las Tres Escobas y visiblemente exasperada, Ginny aguantaba un sermón de sus hermanos.

"... quien sabe que quería hacerte el depravado ese... estas jóvenes de hoy en día.." - murmuraba Fred mientras George los seguía asintiendo con la cabeza.

Volvieron a entrar al lugar. Fleur ya estaba con ellos y no despegaba sus ojos de Bill. Tomó asiento junto a su padre y se dispuso a comer. Iba a ser una larga noche.