Kate Death y alex black bird: mil gracias por vuestros reviews! Espero que os guste este capítulo, un besito para vosotras :)
Entre los jirones de niebla azul Harry comenzó a distinguir en el fondo del espejo algunas figuras que se iban acercando a él. Poco a poco se fue ubicando dentro de la imagen que se le mostraba: parecía una estancia amplia, de paredes de piedra y suelo cubierto por una gruesa alfombra. Los muebles de la habitación parecían de madera pero no podía estar seguro de sus detalles porque todos ellos aparecían muy difuminados. Había algunas personas sentadas en un sillón pero Harry tampoco era capaz de distinguir sus caras. Toda la escena tenía un aire irreal, como si se tratase de una acuarela emborronada por la lluvia. Lo único que se veía con claridad era un niño pequeño, de unos cuatro años, sentado en la mullida alfombra al lado de un bebé, que gateaba hacia él con una sonrisa en la cara. El niño le tendía las manos, animándole a continuar avanzando.
Como si le hubieran empujado por la espalda, Harry se sintió caer en un abismo de humo azulado. Trató de gritar pero era incapaz de conseguir que su garganta formase sonido alguno. De pronto su caída se frenó y se encontró de nuevo en lo que le pareció la misma estancia, aunque los contornos eran esta vez mucho más nítidos. Por las ventanas entraba la calidez del sol iluminando a un niño y una niña que se perseguían por toda la habitación riendo a gritos. El chico parecía el mismo que había visto antes y Harry estuvo seguro de que se trataba de Sirius.
Volvió a sentirse empujado pero esta vez, aunque la situación seguía siendo desagradable, no le asustó. Se había dado cuenta de que sólo era el modo de pasar de un recuerdo a otro.
Se encontró esta vez en un gran jardín, de hierba color esmeralda perfectamente igualada y adornada por multitud de flores. El jardín pertenecía a un palacete que se alzaba grandioso entre castaños. Sirius y la misma niña jugaban con unos palos de madera, simulando que eran varitas para lanzarse maldiciones inventadas.
Harry se vio empujado de un recuerdo a otro, todos ellos de su padrino acompañado de esa niña: jugando, riendo, contándose historias bajo la colcha de la cama,… En ocasiones Harry no podía evitar que su mente riera al contemplar sus bromas.
A medida que los recuerdos se sucedían los niños parecían ir haciéndose más altos y sus rasgos modificándose, de forma muy leve pero lo suficientemente manifiesta como para que Harry, que concentraba todos sus sentidos en cada una de las imágenes que veía, se diera cuenta del cambio. Sabía que conocía a esa niña risueña de ojos azules, pero no era capaz de ubicarla en el lugar correcto.
¡Harry! – gritó una voz a sus espaldas. Al tratar de volverse, Harry tuvo la sensación de que era empujado de nuevo pero esta vez no atravesó ningún abismo de niebla sino que se encontró en su habitación de Grimmauld Place. Frente a él estaba Lupin, mirándole con expresión de miedo y de enfado.
Ron se había despertado con el grito y se había incorporado asustado en la cama.
¿Qué pasa? – preguntó frotándose los párpados.
Nada Ron, quería hablar con Harry. Sigue durmiendo.-respondió Lupin sin dejar de mirarle fijamente.
Ron atisbó por la franja de ventana que dejaban libre las cortinas y, al constatar por la mortecina luz del exterior que no serían más de las cinco de la mañana, volvió a tumbarse para seguir durmiendo.
Lupin le hizo un gesto a Harry para que le siguiera y le condujo hacia su habitación.
Creía haberte dicho que no utilizases ese espejo- le dijo tras cerrar la puerta.
Lo sé- respondió Harry, incómodo por haber sido encontrado desobedeciendo a la única persona dispuesta a ayudarle.- Lo siento. No pude evitarlo- Lupin alzó las cejas pero no dijo nada. Al cabo de unos segundo prosiguió:
Ha estado aquí Dumbledore y espero que no te importe, pero le he comentado lo que hablamos esta tarde- Harry alzó la vista para mirarle. Claro que no le importaba, eso era exactamente lo que quería, conocer la opinión de Dumbledore.
¿Y qué te ha dicho?- apremió el chico.
Se ha quedado sorprendido. Me ha contado lo que sabía sobre el arco, que no es mucho más de lo que ya sabemos, y ha dicho lo mismo que había pensado yo: que no debes acercarte a ese espejo hasta que no sepamos de dónde llegan sus imágenes-
Qué quieres decir?- Harry estaba profundamente decepcionado. Esa no era la ayuda que él estaba esperando – Vienen de Sirius, son sus recuerdos-
Y qué te hace estar tan seguro? – inquirió Remus con dureza. Al ver la cara de sorpresa del chico procuró suavizar un poco el tono- Harry, no puedes dejar de tener en cuenta que todo el mundo mágico está prácticamente en guerra y que el objetivo número uno del bando de Voldemort eres tú. Y Voldemort es un mago tremendamente poderoso¿no se te ha ocurrido pensar que podría haber llegado hasta ese espejo y estar haciendo que muestre imágenes que te obliguen a ir a algún sitio¿Del mismo modo que hizo con tus sueños el año pasado?- Harry se estremeció al escuchar esto. No lo había pensado y tampoco quería hacerlo. Se había sentido feliz de nuevo contemplando a su padrino jugar de niño y, si era verdad que a través del espejo podía acompañarle en sus recuerdos, lo único que quería era poder hacerlo, absorber cada imagen de Sirius que se le mostrase y seguirle a lo largo de toda su vida. Voldemort no podía quitarle también eso.
Voldemort no tiene nada que ver con todo esto Lupin. Con el espejo veo los recuerdos de Sirius, tiene que ser eso lo que muestra porque antes le he visto de pequeño. Estoy seguro de que era él- añadió al encontrarse con la expresión desconfiada de Remus.
Puede que sea así Harry, pero también puede que no. Quizá alguien esté manipulando lo que ves en el espejo y no podemos correr ese riesgo. Creo que lo mejor será que yo lo guarde hasta que descubramos lo que ocurre-
No! No, yo lo guardaré. No volveré a utilizarlo, de verdad-
Harry, dijiste lo mismo esta tarde y no has tardado ni un día en romper tu promesa. Y en cualquier caso Dumbledore quiere estudiarlo para ver si consigue averiguar algo.-
A pesar de su contrariedad Harry supo que debía hacer lo que le decían.
Lupin le acompañó de nuevo su habitación para recoger el espejo. Harry se acostó pero tardó mucho en volver a dormirse.
Al cabo de lo que le parecieron sólo unos minutos Ron le despertó para avisarle de que ya era la hora de bajar a comer. Harry se cambió rápidamente de ropa y se pasó la mano por el pelo, tratando de peinarlo un poco mientras bajaba las escaleras.
Se sentó al lado de Hermione, que le saludó con una amplia sonrisa. Ni Lupin ni Dumbledore estuvieron presentes durante la comida.
Harry, Ron y Hermione pasaron la tarde en el salón de la casa, hablando. Un par de veces Ron sacó el tema de Voldemort y la Orden pero Hermione le había cortado rápidamente en ambas ocasiones cambiando de tema. Harry se sentía agradecido por ello y al mismo tiempo un poco sorprendido: estaba seguro de que Hermione tendría al menos tantas ganas como Ron de comentar todo lo sucedido pero aún así fue lo bastante sensible como para pensar lo mucho que podría incomodarle a él.
Casi sin darse cuenta la tarde había ido cayendo. Estaban los tres sentados en el suelo, con la espalda apoyada en el sofá. Hermione, situada entre los dos chicos, leía en voz alta los párrafos más divertidos de una revista muggle para chicas. Harry jugueteaba con la alfombra retorciendo los hilos entre sus dedos; estaba ya muy gastada pero aún así al mirarla algo se encendió en su mente. Se concentró tratando de averiguar qué era lo que le había recordado pero Hermione, al ver que no se reía con ellos, se giró hacia él.
¡Harry, despierta! – dijo chasqueando los dedos ante la pensativa cara del chico, que rápidamente volvió la vista hacia ella. Los ojos castaños de Hermione le sonreían y no pudo por menos que corresponder.
Ya llevaban rato acostados cuando Harry escuchó el sonido de la puerta, igual que había ocurrido el día anterior. Esta vez, recordando su charla con Lupin, no se levantó de la cama a pesar de que la inquietud hacía que su estómago subiese y bajase sin cesar. Trató de concentrarse en otra cosa y al final debió conseguirlo porque se durmió venciendo la tentación de levantarse a escuchar.
Así transcurrió una larga semana, en la que no tuvo noticias Dumbledore pero en la que, noche tras noche, escuchó a alguien llegar a la casa de madrugada para susurrar largamente con otra persona en el piso de abajo.
Si no hubiera sido por Ron y Hermione, que le mantenían ocupado y entretenido, Harry sospechaba que no hubiera soportado el encierro en Grimmauld Place.
A la octava noche Harry escuchó, ya casi sin darle importancia, la puerta de la casa y cerró los ojos con fuerza tratando de empujarse al sueño. Pero esta vez unos pasos amortiguados subieron las escaleras y se detuvieron ante su habitación. Se incorporó al oír el leve quejido de la puerta al abrirse y entonces pudo ver a Lupin, que le hizo un gesto silencioso indicándole que le acompañase.
