Yu gi oh no es mío...

------------------------------------------------

Notas: No lo aguanto, quiero matar a algún personaje... ¡Tentación!

Notas 2: De acuerdo, lo admito, el humor no es mi fuerte y mi "normalidad" es escribir cosas que hacen sufrir y llorar.... Así que le haré un poco de caso a mi normalidad en este capítulo....

Reviews:

Kaiba Shirou: Me alegro que te guste como escribo. Aquí va un remedio temporal para tus ataques de curiosidad.

HIK-REMI: ¡Les agrada Setsuna! Es genial. Espero que te guste este capítulo que no es tan "cómico" como el uno, pero que sigue ciertos pasos de humor.

Ana-91: Seto y Jounou se vienen se vienen. Pero no será aquí. Gracias por lo de "genial"

Mystis Spiro: Jejeje, el humor no es mi fuerte, y quizás el primero no cabe realmente en la categoría "humor" pero en intentarlo no hay pecado . Ahora comenzaré con algo más mío, más angst (aunque no tanto) ya veré como mezclo ambas cosas.

Yamitakemi: Sorry la tardanza y por tenerte en ascuas. Disfruta este cap.

Ookamipr: gracias por tus palabras (y por eso tb de que tengo talento) XD.

Blan4: segundo capítulo en línea, ojala y te guste.

Aguila Fanel: Igual que a Ana-91. Se vienen se vienen.

Yaired: realmente si algo me cuesta es actualizar pronto, pero intentaré que la espera no sea demasiado tortuosa.

Nakokun: gracias por recordarme lo del helado U. Aquí verás que pasa.

Kokoro Yana: ¿cierto que no era para One-shot? El capítulo dos es para ti y tu pequeño Marik .

--------------------------------------------------------

De América con Amor.

Capítulo 2.

--¿Crees que algo haya pasado?

--No lo creo Yugi, no seas pesimista.

--Pero... no me ha contestado en todo el día.

--Quizás simplemente lo olvidó. Sabes que Jounou no se distingue por su gran memoria.

--Si...

--Llámalo en la noche, de seguro que a esa hora está. Después de todo, debe seguir trabajando ¿no?

La enorme sonrisa de Motou dio por terminada la conversación.

--¿Y qué podemos hacer nosotros?, el día está muy bonito como para quedarnos aquí esperando.

--Pues fíjate Aibou que yo tengo una enormes ganas de quedarme tirado en este mismo sillón contemplando el techo de tu hermosa casa. –dijo Atemu acomodándose perezosamente sobre el mencionado mueble.

--Flojo.

--¡Vamos!, acostumbrarse a tu época es una ardua tarea que conlleva un enorme desgaste para este pobre faraón retirado.

--¿Desgaste?, pero si solo te has dedicado a ayudar al abuelo en la tienda... –reclamó riendo mientras se sentaba en el sillón del frente.

--Una cosa a vez. Primero conozco el entorno y luego me adapto.

--Pues me parece que tu ociosa actitud de "Faraón" no se te ha quitado. –el otro solo sonrió de manera juguetona. –No tienes remedio Atemu...

El más alto soltó una risa inocente y cerró los ojos. Jamás se había sentido tan bien haciendo nada.


--Pero yo quiero ir...

--No puedes, ya te explicamos...

--Pero no me molesta...

--Pero no irás hasta que esté terminada.

--¿Y cuando será eso?

--Mucho después que te vayas.

Los hermanos Katsuya se miraron preocupados. Setsuna no paraba de preguntar cuando estaría terminado el "arreglo" que supuestamente estaba siendo llevado a cabo en su casa.

--¿Y qué están haciendo en tu casa? –preguntó a Jounou luego de tirar el pote de helado a un lado.

--Pues... están pintando. –le dijo intentando salir del paso.

--¿Pintando?

--Si...

--Es que... –comenzó Shizuka –el agua corrió la pintura...

--¿Agua?

--Es que se cayó el techo

--¿En serio?

--Después de la tormenta que hubo...

--Si, un rayo rompió el techo...

--En Japón están en verano, ¿cómo pueden haber tormentas?

Los hermanos suspiraron.

--¿Podrías dejar de hacer preguntas Setsuna?

--...Ok.

Shizuka se disculpó un momento, argumentando ir al baño. Jounou simplemente se apartó hasta el balcón de la amplia habitación de hotel que Setsuna estaba rentando. Ella miró a sus primos sin grandes expresiones en sus ojos escarlatas. Podía ser distraída e infantil, pero tonta no era, y no necesitaba mucho de sus neuronas para darse cuenta de la mala mentira que los hermanos estaban armando para no llevarla de visita a su hogar, ni a ver a su tío, que no había sido nombrado en ningún momento.

--...¿Y qué ha sido de sus vidas?, al final no hemos hablado nada...

--Pues, Shizuka y yo seguimos estudiando, como siempre. No es mucho lo que hay que contar.

--Mis papás me dijeron que Shizuka estuvo enferma, y que tu pagaste una operación, Jounou.

--Eso es historia vieja –le dijo sonriendo.

--...Pues parece que todo es historia vieja. Hace menos de dos años que me entero que sus padres se separaron y solo antes de venir que supe lo que tu hermana Jounou, quiero saber más...

--Ya habrá tiempo para eso Set-chan... –tranquilizó, desordenando su cabello. –Dijiste que tendría que aguantarte un buen tiempo ¿no?

--¡Claro que si!

La pelirroja apareció por el pasillo, sonriendo también.

--¿Y qué nos cuentas tú Setsuna?, ¿qué hay de tus estudios?, ¿tus padres?

--Pues... Toosan to Kaasan to... [Papá y Mamá…] están bien, manejando su empresa. Mis estudios están detenidos por el momento. Quise tomarme un año sabático, y aceptaron mi idea...

--¿Año sabático?, vaya lujo que puedes darte.

--Jejeje. Aprovecharé y me quedaré aquí un tiempo, después volveré a casa para trabajar un poco en la compañía de mi Papá y luego vuelvo a estudiar. Bueno, de hecho, solo me queda un semestre libre. Los primeros seis meses los pasé en tratamiento, y hace solo tres semanas que el médico me dio permiso de viajar.

--¿Sigues... en tratamiento? –preguntó Jounou, sorprendido por la calma de su prima -¿Acaso no estás ya curada del todo? –ella sonrió y negó con la cabeza repetidas veces.

--No, el médico me dijo que quizás nunca me recupere del todo, pero que tengo posibilidades de morir de cualquier otra cosa que no sea leucemia –dijo como si se tratara del mayor logro del mundo. –Pero estoy bien, tengo mis medicamentos, y... ¡tengo cabello!, me hubieran visto cuando estaba con quimioterapia, ¡parecía un ratón recién nacido!, estaba calva y con los ojos hundidos... –por un momento se detuvo a pensar y luego hizo una mueca de desagrado- Dios, ahora que lo pienso, me veía horrible.

--¿Y... tienes novio Setsuna? –preguntó rápidamente la menor, viendo que su hermano estaba a punto de llorar –Anda, dinos...

--¡¿Novio?! –saltó el rubio -¡No tienes, ¿cierto?!, ¡eres muy pequeña para eso!

--Solo tengo un par de meses menos que tú, primo... Pero para tu tranquilidad, no, no tengo novio.

--Menos mal –suspir

--Tengo novia –completó la americana, sobresaltándose al escuchar el estruendo de... Jounouchi sobre el suelo desmayado. –Era broma primo... –dijo asomando solo sus ojos por el borde de la cama, entendiendo que ya se había ganado otro de los "Jounou-punch" que tanto la castigaban cuando era pequeña y hacía sus maldades. –Primo... ¿te enojaste?

En silencio, pero con rapidez, Shizuka se levantó y fue hacia el teléfono, pidiendo al Servicio a la Habitación varios helados... y una cubeta de hielo.

--Setsuna... –rugió el rubio antes de levantarse tras su prima.

--¡Shizuka!


--Si quieres puedes ir con Yugi. –dice de pronto, rompiendo el silencio que había reinado desde que salieron del centro comercial.

--...¿En serio?

--Si, aún queda algo de día, aprovéchalo... –dijo con una media sonrisa. Mokuba le agradeció y le dio un gran abrazo de oso, de esos que lograban asfixiarlo. –Llévate la limusina, yo caminaré hasta la casa.

--¿Estás bien Hermano?

--Claro.

Una corta despedida y Seto se vio solo nuevamente. Estaba en medio de la calle, con el sol de la tarde sobre su cabeza, un viento refrescante contra su cuerpo y una horrible duda en la mente.

--Una estúpida broma...

A largos trancos comenzó a recorrer el camino hasta su enorme mansión. Sus pensamientos continuaban en el centro comercial, en aquella mesa con varios helados en donde una Loca Americana lo había hecho pasar el susto de su vida...

Soy Takari Setsuna, prometida de este delicioso rubio que ven aquí...

Hola, soy Katsuya Setsuna y me encanta hacer bromas (...) amo reírme a costillas de mi adorable primo Jounouchi... (...) Sé perfectamente bien que no está interesado en nadie...

--Mocosa...

Pero no pudo evitar una sonrisa. Meneó la cabeza intentando deshacerse de las ganas de reír que sentía, pero no lo logró. Una carcajada salió de sus labios, mostrando lo aliviado que se sentía.

--Ya me las pagarás Loca Americana... –dijo al aire mientras observaba el cielo despejado.- Sí que me las pagarás...

Tranquilamente, y sin pensar en absolutamente nada, Seto continuó caminando con naturalidad. Su cuerpo se movía armónicamente, y de sus labios salió una melodía a media voz...

Kimi ga yumemiru tame ni

Boku wa yoru wa mamoru wo

Kimi no kanashimi dake ga

Kono sekai de boku no mune mo nurasu

[Por la seguridad de tus sueños

Yo te cuidaré durante la noche.

Tu tristeza es la única cosa en este mundo

Que puede penetrar en mi corazón]

Entonces se rió de sí mismo. Quizás no pudiera aceptarlo o decirlo jamás, pero la verdad era inexorable... Era un maldito romántico... un estúpido romántico enamorado de la persona más... más...

--Exasperante...

Exasperante del mundo. Era un sentimiento extraño que se había instalado cómodamente con un sillón y un televisor en su corazón, y ahora se negaba al desalojo. Paso a paso, sin que se diera cuenta, lo que comenzó como una cruel manera de divertirse, se transformó en una desesperada forma de llamar su atención. La única forma de llamar su atención.

A momentos se sentía patético. A ratos, satisfecho. En otros momentos se sentía un completo inútil y se quejaba consigo mismo por no poder tener al menos una vez al molesto cachorro.

Todo lo que Kaiba Seto quiere, lo obtiene. Pero... ¿solo tomar y llevar?.

Un suspiro se escapó, cortando la canción. Por lo general la manera de dirigirse a Katsuya era una sola: un insulto. Pero no creía que esa fuera la mejor forma de hablar con él...

Ladra todo lo que quieras Perro, eso no quitará que seas un duelista de quinta, un cabeza hueca y el dueño de mi corazón.

No. Definitivamente no sonaba bien.

--Siempre complicas mi vida Cachorro.

Sus pasos continuaron mientras su mente idealizaba la imposible situación en la que por fin tendría a Katsuya en sus brazos, disfrutando de una deliciosa tarta de fresas, frente a una ardiente y crepitante chimenea, rodeados de nieve y frío, ocultos en una cabaña perdida en las montañas. Era un lindo sueño, pero sueño se quedaba () . Entonces decidió dejar de soñar. A veces era un poco doloroso pensar que nunca tendría a Jounouchi a su lado, pero sabía que su sentimiento no se haría indispensable en su vida a menos que formalizara algo con el Perro.

--Pero eso nunca pasará.

Él no creía en el amor a primera vista ni el amor eterno. No creía que podía enamorarse sin tener una relación.

--Como dicen por ahí, "primero te casas, después te enamoras".

Se sentía capaz de amar. Pero la verdad es que no sabía si lo que sentía era "cariño con vías a convertirse en amor" o "derechamente amor". Eso de los sentimientos siempre había sido complicado para él... bueno, su crianza e infancia no ayudaban mucho al respecto, pero no quitaba que fuera humano como los demás, y que fuera capaz de sentir todo el ancho y largo espectro de emociones que existían. Se frustraba cuando sus proyectos se retrasaban; se enojaba cuando algo no resultaba; se asustaba cuando Mokuba, su empresa o sus Dragones estaban siendo afectados por algo que él no podía controlar (2); su alegría estallaba cuando su hermano se mostraba feliz y sentía angustia de las cosas que, a pesar de todo, no podía cumplir. Muchos reirían al saber que el Todopoderoso CEO no soportaba el maltrato animal o las crueles escenas de muertes o guerras. Nadie creería que el Increíblemente Guapo Seto Kaiba pensaba que Nicole Kidman era la mujer más hermosa que había visto o que sentía cierta morbosa envidia de Brad Pitt u Orlando Bloom. Quizás tacharían de loco a aquél que afirmara que Corazón-de-Hielo cantaba a todo pulmón en la ducha canciones como "Hablando de ti" de un latinoamericano llamado Alberto Plaza, o "Blurry Eyes" de L'ArcenCiel.

--Simplemente nadie lo creería.

Su vida era complicada, aunque nadie quisiera verlo así. Una empresa que dirigir, una junta directiva con la cual pelear, un servicio social infantil presta a quitarle a su hermano, un instituto que aprobar.... Un pasado con el cual cargar. Una máscara que mantener. Un hermano al cual amar. Un sentimiento sin expresar.

Pero en el fondo era un chico solo. Bien en el fondo, pero en el fondo al fin y al cabo.

Algo parecido a un gruñido salió de su garganta. Por eso no le gustaba pensar mucho en Katsuya... siempre lo llevaba a un inevitable examen psico-emocional de sí mismo.

--¿Ves Cachorro?, siempre molestas, solo molestas.

El sol seguía alto en el cielo. Apenas y había pasado la hora de almuerzo, no creía que fueran más de las tres o cuatro de la tarde. El día continuaba, y él ya no tenía absolutamente nada que hacer. Lamentablemente, la última semana en su empresa había sido tremendamente provechosa, dejando los siguientes cuatro días libres de todo compromiso. Los proyectos estaban listos, o en vías de ser producidos y no había ni tratos ni contratos que revisar.

--Nada que hacer...

¿Porqué todo el mundo quería que en algún momento tuviera el tiempo libre?, ¡era tremendamente aburrido!. Y mírenlo ahora, el gran Seto Kaiba paseando de ocioso por la ciudad, recién venido de un centro comercial, luego de apreciar la deliciosa textura del helado de chirimoya que...

--¡Olvidé mi helado en el centro comercial!

¡Su delicioso descubrimiento!, ¡su helado!, ¡por todos los Dioses!, ¡se había olvidado de su helado!

--Mis dos litros de delicioso helado....

Todo era culpa de la Loca Americana... ¡su helado perdido por .... por...!... ¿cómo se llamaba?...

--Satomi, Saori... Se...Sa... ¡Setsuna!, eso era, Setsuna...

Entonces la recordó con claridad. Delgada, pequeña, pálida, con esa melena negra y esos ojos extrañamente rojos. Tan distinta a la muchacha esa... Shizuka... y tan parecida al Cachorro ese... aunque más loca. ¡Si hasta Katsuya se ponía serio junto a ella!.

--Esa chica es un problema...

Pero no podía evitarlo, le agradaba. Tenía un humor chispeante y ligero que contagiaba rápidamente, además de esa sonrisa eterna y esa cara de "niña buena" que seguramente habría usado para cubrir más de una travesura.

Sé perfectamente que mi primo no está interesado en nadie.

--Una estúpida broma...

Entonces detuvo sus pasos y volvió. No iba a quedarse sin su helado.


--¿Crees que sea bueno dejarla sola? –preguntó Shizuka a su hermano mientras veían a su prima canturrear una canción descuidadamente sobre la cama. –Si aún está en tratamiento quizás se bueno que la llevemos a casa...

--¡Por ningún motivo! –gruñó Jounou, intentando controlar el tono de su voz –No la llevaré a casa por ningún motivo. Antes la devuelvo a Estados Unidos...

--...Tendremos que estar al pendiente hermano... No vaya a ser cosa que le pase algo.

--Me quedaré con ella, tengo entendido que quedaste de juntarte con unas amigas.

--Si, lo siento Jounouchi, no pude eludir el compromiso

--No te preocupes –tranquilizó acariciando suavemente su cabello –Ve, yo me quedaré con ella.

La pelirroja sonrió y luego salió rumbo a su casa, para arreglarse y salir con sus amigas, como había prometido. Jounouchi la acompañó hasta el hall del hotel y luego volvió, encontrando a su prima en la misma posición en que la había dejado.

--¿En qué piensas Set? –le preguntó sentándose junto a ella.

--En nada en especial...

--Aún es temprano, ¿qué te gustaría hacer?

--...Vamos a algún salón de juegos... Dance Floor games...

--Está bien, yo también juego.

--Si te gano me llevarás a donde yo quiera.

--A cualquier lugar menos a mi casa.

Ella hizo un puchero, y él sonrió ante el gesto. Luego se abrazaron y permanecieron lo que quedaba de tarde conversando tranquilamente, hasta que se quedaron dormidos.

Varias horas habían pasado cuando un insistente pitito comenzó a sonar. Jounou despertó al sentirlo, y vio que era un reloj de mesa que Setsuna había puesto junto a la lámpara. Por un momento pensó en despertar a su prima para preguntar porqué la alarma, pero decidió dejarla dormir. La diferencia horaria era amplia y ella debía estar cansada.

--Cuando despierte le preguntaré.

Lo que Jounou no sabía, era que ese reloj se lo habían regalado a Setsuna exclusivamente del laboratorio que hacía los medicamentos que mantenían a raya su peligrosa enfermedad. Tenía seis agujas de alarma, y solo sonaba cuando uno de los remedios debía ser tomado.

--Quizás caminemos en la noche, ¿qué te parece? –le preguntó a la durmiente americana –Y hablaremos... de todos estos años... De lo sola que estuviste... de la falta que me hiciste...

--¿Y me llevarás a tu casa? –preguntó abriendo un ojo pícaramente

--¡No!

Un coscorrón sobre su cabeza y las risas correspondientes.

--Jounou...¿no ha sonado la alarma?

--Si, sonó hace como tres o cuatro horas.

--¡¡¿Qué?!!

Rápidamente, Setsuna desarmó su maleta (guardada en un pequeño armario), encontrando una pequeña caja que, a su vez, contenía seis cajas más pequeñas y de distintos colores y tamaños.

--Varias horas... –se reclamó –vaya descuido...

--¿Qué pasa?

--Nada primo, solo me retrasé un poco con uno de mis remedios...

Las cajas contenían pastillas de diversos colores, aunque primaban las rojas y blancas.

--¿Debes tomar todo eso?

--Si, según el horario van en un orden específico... Ahora me tocan esta y esta –le dijo indicando unas cápsulas de color verde y marfil –Y en un rato más me tocan estas dos –y señaló dos rojas.

--Ya veo... ¿y para qué son?

--No estoy segura –se dio una pausa para tomar su jarra de agua y pasar los medicamentos –El médico me dijo que las seis son necesarias, y que no puedo olvidarme de ninguna.

--¿Entonces como pretendes quedarte mucho tiempo? –regañó Jounouchi -¿Tienes dosis suficientes para todo el tiempo que estarás?

--Mi médico me las mandará con órdenes especiales... –ante la dura mirada de reproche en los ojos miel de su primo, Setsuna se sintió un poco culpable –Es que las dosis debían cambiar... y si me quedaba a esperarlas no alcanzaría a estar aquí ni una semana... y yo quería verlos...

--Setsuna...

--¡Mi médico dijo que no había problema! –dijo apresurada, apretando las cajas en sus manos contra su pecho. -¡Yo quería venir!

Katsuya la miró con más dulzura y ella pareció relajarse.

--¿Ibas a decírmelo?, lo de las dosis nuevas...

--....¿Para qué?

--No pretenderás pasarte todo este tiempo sola, sin que alguien vea que te estás tomando tus remedios y que los que vienen, llegarán como corresponden... ¿verdad?

--Pero... no es necesario que alguien esté pendiente de mí... Solo habría problemas si me retraso, o si no me los tomara...

--O si las dosis nuevas no llegaran...

--¡Van a llegar!

--De todas maneras deberías habérmelo dicho. –la americana suspiró mirando hacia otro lado. Su primo comprendió que entendía su error aunque no quisiera admitirlo. -¿Te gustaría conocer a mis amigos?

--...Mañana...

--¿Porqué mañana y no hoy? –preguntó curioso, sentándose en la pomposa cama

--Porque hoy me veo horrible.

Ambos rieron con ganas hasta que tuvieron que doblarse de dolor de estómago.

--Jaja, oye primo... ¿juegas duelo de monstruos, verdad?

--Si –respondió inflando el pecho con orgullo- soy un genio en ese juego...

--Si, como no.

--¡Oye! Soy muy bueno. Me enseñó a jugar el Rey de los Juegos.... –Jounou calló en ese momento y puso cara de espanto -¡Lo olvidé!, ¡hoy debía encontrarme con Yugi y Atemu!

--¿Puedo acompañarte?

--¡Vamos rápido!

Setsuna tomó su chaqueta y sus zapatillas mientras su primo la esperaba en la puerta. Luego, ambos corrieron hasta la salida, y enfilaron a la casa de los Motou.

En la habitación, el reloj sonó nuevamente con su estruendo habitual. A su lado, una jarra de agua, y la caja de pastillas rojas que correspondían a ese momento.


--Rayos...

--¿Qué pasó Set?

--Olvidé mis pastillas en el hotel. Volveré por ellas, regreso pronto.

--¿Recordarás el camino?.

--Claro, estamos cerca. Entra tú mientras, yo vuelvo pronto. No vale la pena que vuelvas conmigo, estamos al frente...

Jounouchi inquirió con la mirada a su prima nuevamente. Era cierto que estando casi con el dedo en el timbre Setsuna notó la falta de sus pastillas, y que la vuelta de ambos sería tiempo perdido considerando que la americana decía recordar el camino.

--Este es el número de los muchachos. Llámame cualquier cosa.

--Ok. Nos vemos en unos minutos.

Ella dio la vuelta y comenzó a trotar rumbo al hotel. Jounou la siguió con la mirada, hasta que la esquina se lo impidió. Su vista se volvió hacia la puerta de la casa y se volvió a preguntar si era correcto dejar que fuera sola. Finalmente se decidió a tocar el timbre... después de todo, había dejado a sus amigos esperando todo el día sin explicación alguna.

--Espero que no estén molestos.

La puerta se abrió lentamente, y Yugi apareció tras ella.

--¡Jounou!

--¡Hola viejo!, ¿interrumpo?.

--Claro que no. –dijo mientras se hacía a un lado para dejar pasar a su mejor amigo. –Atemu y yo estábamos preocupados, como no nos llamaste ni nada.

--¡Hola Jounou! –saludó el antiguo faraón desde el cómodo sillón.

--Hola Atemu, veo que ya te salieron raíces en ese sillón.

--¿Porqué no habías venido Jounou? –preguntó Yugi al tiempo que tendía a su amigo una bandeja con algunos dulces y bebidas.

--Llegó una prima de Estados Unidos. Shizuka no me había dicho nada, y estuvimos todo el día con ella.

--¿Es bonita? –preguntó Atemu, moviéndose por primera vez del sillón. Jounouchi asintió sin querer–¿Y porqué no la trajiste? –una sonrisa inocentemente falsa brotó en sus labios cuando Katsuya le dirigió una mirada de muerte -¿Qué?, es bueno conocer a la familia de nuestros amigos ¿no Yugi?

--Claro –respondió –Además que si es bonita, Atemu puede ver si es posible tener el apellido Katsuya.

--¿Y cómo es tu prima Jounouchi? Dijiste que era bonita. –el rubio puso mala cara ante el interés del Yami en su "pequeña" prima, pero supuso que mientras él estuviera ahí, nada ocurriría.

--Es bonita –dijo observando su dulce –Tiene el cabello largo y negro, como Ishizu. Es pálida, como muerta. Tiene unos ojos rojos intensos, como dos joyas. Es delgada y pequeña... más baja que yo. Supongo que llegará pronto. Ahí la verás.

--¡Ya me preguntaba porqué no la habías traído!

--Tuvo que volver al hotel... es muy distraída y se le olvidó algo.

--¿Y la dejaste volver sola? –preguntó Yugi con cierto reproche en la voz -¿Estará bien?

--...Por supuesto... claro que estará bien...

Mientras, en el hotel.

--¿Dónde están?, ¿dónde?...

Setsuna cantaba alegremente mientras buscaba sus pastillas. Recordaba habérselas mostrado a Jounou y luego... las dejó en alguna parte que no lograba evocar.

--¡Aja!, pastillas condenadas... –junto a la lámpara y el reloj, las seis cajas apiladas ordenadamente acompañadas de una jarra transparente de agua cristalina y un vaso alto de vidrio. –Ya era hora de que aparecieran...

Su mano se extendió hacia el escritorio, pero el mundo dio vueltas antes que pudiera tomarlas. Setsuna cayó sentada al suelo, tapando sus ojos, intentado que el mareo pasara pronto. Momentos después, agitada y tambaleante, sus manos se pusieron por fin sobre las pastillas y las tomó con ansias.

--Demonios... hacía meses que no me pasaba esto...

Pesadamente se dejó caer sobre la cama, intentado regularizar su respiración y esperando a que su cuerpo se sintiera lo suficientemente reforzado como para emprender el rumbo a la casa del amigo de su primo.

Este es el número de los muchachos. Llámame cualquier cosa.

Aspiraciones profundas y lentas, hasta que el mundo retomó su camino normal y fue capaz de levantarse.

--Sobrevivo Jounou. Te llamaré cuando realmente lo necesite.

Las seis cajas fueron metidas en un bolso pequeño y de reojo divisó una caja de colores que estaba en su maleta. Sonrió. El celular que había comprado en el aeropuerto (y del que no se había acordado durante todo el día) le ayudaría a explicar su retraso.

--Bien, caminemos despacio... Nadie quiere que el mundo se ponga a dar vueltas como en una lavadora.

Canturreando, salió del hotel con paso firme y seguro. Su vista se posaba a cada momento en objetos fijos que usaba como puntos de referencia y como estabilidad a su frágil sentido de orientación y de equilibrio. Las pastillas tintineaban de manera un poco tétrica en su bolso, golpeteando el celular nuevo y el personal discman que siempre llevaba con ella.

--Bien, ya llegamos.

El frontis de la casa nuevamente apareció frente a ella, y sin dudar tocó el timbre.

--¡Ya voy! –se oyó decir. La puerta se abrió acompañada del alegre tintineo de unas campanillas ubicadas en la parte superior del umbral. –Buenas noches.

--Hola, soy Setsuna, prima de Jounou....

--¡La prima de Jounou!, pase por favor Setsuna-san. –saludó alegremente el muchacho –Soy Yugi Motou, un gusto.

--Igualmente.

--Sígame, vamos a la sala.

La Katsuya notó que los pasillos eran de colores agradables y en tonos acres, otorgando luz y sombras adecuadas y acogedoras. La decoración era pobre pero de buen gusto. El chico quizás desentonaba un poco con tanto cuero encima, pero sin duda alguna era un muchacho monísimo.

--¡Jounou!, llegó tu prima.

--¡Holaa! –saludó ella alargando la "a" final, acompañando las palabras con un gesto de su mano.

--Ya era hora Set-chan. Estaba preocupándome. –el rubio fue con ella y la guió hasta el sillón en donde estaba sentado antes –Atemu, Yugi, esta es mi prima Setsuna.

--Un gusto.

El más alto de los Motou hizo un ademán de levantarse y acercase a saludar a la recién llegada, pero una sola mirada de Jounou bastó para que desistiera de su intento.

--Siéntete como en casa. –prefirió decir para no provocar los sentimientos sobre protectores de su amigo –Si quieres incluso puedes quedarte...

--Atemu...

--Eh... quedarte a tomar un té con nosotros –corrigió rápidamente, encontrando cierta perversa diversión en las reacciones de Katsuya –Tenemos unos pastelillos deliciosos.

Setsuna asintió rápidamente con las mejillas sonrojadas con fuerza. Amaba los pasteles y cualquier cosa que tuviera azúcar. Cualquier persona que le ofreciera uno era un ángel caído del cielo y merecedor de toda su confianza.

--¿Todo bien? –le preguntó al oído Jounouchi, aprovechando que Yugi y Atemu habían ido a la cocina a buscar algo que comer.

--Claro, ¿porqué lo dices?

--Tardaste mucho.

--Oh... lo que pasa es que encontré una tienda abierta y me compré un celular. –los ojos dorados de su primo la interrogaron hasta que ella mostró el aparato entre sus manos.

--...Tú de compras y yo preocupándome por ti.

-Jejeje.

Pronto la mesa estuvo lista y los cuatro comensales pasaron a ella mientras comían y conversaban. Así, la visita se alargó hasta la madrugada, cuando el sueño y el efecto de las pastillas lograron vencer la resistencia de Setsuna, dejándola profundamente dormida en el regazo de su primo.

--Vaya si es pálida –comentó Atemu mirándola con atención. –Me recuerda un poco a Kaiba. –Jounou se atragantó ante la comparación y se prestó a soltar uno de sus rosarios por tales dichos, pero Yugi se le adelantó.

--Tu prima es muy simpática Jounou –celebró -¿Se quedará mucho tiempo?

--Eso espero –respondió revolviendo con un dedo la melena negra de ella. –Si todo sale bien se quedará una buena temporada.

Atemu se levantó diciendo que iba a preparar una habitación. No era de caballeros despertar a una bella durmiente en lo mejor de su sueño, y en brazos Jounou no se la llevaría.

--Si te atreves a cortejarla Atemu, haré que te arrepientas de tener un cuerpo físico –amenazó el rubio riendo.

--¿Yo?, pero que mala impresión tienes de mí Jounou... Yo no cortejo a las mujeres... ellas vienen solas a mí.

Los tres rieron, pero casi de inmediato callaron, aunque Setsuna no se había movido un milímetro.

--Mejor vamos a dormir. Mañana tendremos un día agitado.

Continuará...

-----------------------------------------------------------------

()Fic "Regalo de los Dioses", de Randa1. No es la frase literal, pero es una idea.

(2)Fic "Entre tu soledad y la mía", de K-RO. Tp es la frase literal, pero la "Triada y el Credo" de Seto Kaiba están ahí.

Cierto, la canción es del OST de Saikano (Saishuu heiki Kanojo) y se llama "Kimi ga Yumemiru no tame ni"