Disclamer: YGO y sus personajes no me pertenecen. Pero Setsuna y Chris si.
DIsculpas por la falta de indicador de inicio de frases y dialogos, pero este editor esta cambiando las cosas. ��
De América con amor.
Capítulo 5.
El sol en la cara le hizo revolverse intranquilo en su lecho. Odiaba el sol en la cara… quizás por eso, sumados a otros motivos, se había acostumbrado a levantarse tan temprano.
Katsuya
Mareo
Hockey
Cama
Juntos
Noche
Sus ojos azules se abrieron rápidamente mientras los recuerdos golpeaban su mente.
¿Qué….?
Lo último que recordaba era el odioso sentimiento de estupidez que lo llenó antes de quedarse dormido en… la sala de su super computadora… Y si se había quedado dormido ahí… ¿porqué demonios despertaba en su habitación?
¡Mokuba!
Rápidamente una mucama apareció esperando poder atender a su amo, pero solo una pregunta apareció.
¿Dónde está Mokuba?
El joven Mokuba está con su invitada. Pero no sabemos exactamente donde.
¿No saben….?
Molesto y con un gruñido a flor de labios, apartó el cobertor de un brusco movimiento y se levantó cubriéndose con una bata azul petróleo.
¿Desayunaron?
Hace cuatro horas Señor –respondió la mujer.
?Cuatro horas¿qué hora es?
Es mediodía Señor.
Segunda mala noticia del día. ¿Qué cual era la primera¡pues que la Loca y Mokuba estaban perdidos en la Mansión!
Hola hermano, que bueno que despiertas.
La voz del moreno distrajo la atención de Seto inmediatamente, y la mucama aprovechó para retirarse. El muchacho venía con un pantalón deportivo gris y una camiseta blanca.
¿Y esa ropa¿vienes del gimnasio?
Sip, ahora voy a jugar un poco de DDR con Setsuna.
Y si tú estabas en gimnasio solo… -alzó una ceja y algo le dijo que la respuesta a la pregunta que haría no le gustaría ¿Dónde está la Loca?
…Creo que dijo algo de mirar la biblioteca. Parecía muy interesada desde que te llevamos a tu habitación.
Ella…¿dónde estaba yo cuando me encontraron?
En la sala de tu supercomputadora. Setsuna me ayudó a cargarte…
Eh-eh-eh. Supercomputadora y Setsuna no eran palabras que debieran ir en la misma línea.
Hermano… no creerás que ella está…
Azul hielo contra azul oscuro en una batalla de dudas. ¿Sería posible?
Tu sistema de seguridad es infalible hermano… Ella no podría…
Pero por alguna razón se sentía incapaz de terminar la frase… ¿Acaso Setsuna sería capaz de entrar a esa habitación?
No fueron necesarias las palabras. Ambos salieron a paso veloz hacia la biblioteca, entre cuyas paredes se hallaba escondida la supercomputadora más moderna del mundo.
El gran alboroto le indicó que los hermanos venían. Sospechaba de la rápida respuesta del castaño K' al saber que estaba ahí. Una sonrisa complaciente nació en sus labios mientras echaba una última ojeada a la enorme biblioteca. Sin duda era un lugar increíble y escalofriante… tantos secretos ocultos tras esas miles de páginas… quizás hasta la cura a su enfermedad estaba escondida, esperando que alguien la encontrara.
¡Loca!
Haciéndose la sorprendida y poniendo la mejor de sus caras de "Oh, me encontraron", volteó mientras dejaba caer un libro de forma calculadamente descuidada.
¡Hola K'!
¿Qué haces aquí?
Miro tus libros… -dijo recogiendo el ejemplar de "Enciclopedia mundial de Felinos" ¿qué más podría hacer sin conocer las contraseñas?
Mokuba se sintió culpable de haber pedido ayuda a Setsuna para sacar a su hermano de la habitación al ver como Seto se tensaba.
Tienes una biblioteca increíble. Mamá estaría fascinada de estar aquí. Hay varios tomos que ella no tiene…
La luz de la mañana entraba por las ventanas de cortinas descorridas, dando un agradable ambiente al lugar. Kaiba suspiró, pensando que el séptimo día de aquella larga semana de convalecencia estaba llegando demasiado lento.
¿Tienes algún plan para hoy Set? –preguntó el moreno intentando desviar la atención del tema principal, pero solo logró espantar al CEO.
No Encanto… hoy tengo ganas de mirar el techo de mi habitación con toda la calma del mundo…
Los hermanos quedaron estáticos durante algunos momentos. No conocían a la americana más de dos semanas, pero les bastaba para saber que Setsuna no era de esas chicas que tranquilamente se sientan a contemplar las nubes pasar.
¿Y eso porqué? –inquirió el castaño con su mirada penetrante, y por primera vez, vio que no podía traspasar la caparazón que había en esos ojos rojos. ¿Ya te cansaste?
Lo cierto es que no me siento bien –dijo ella con una sonrisa –Una de las pastillas ya se me acabó… Hoy tengo que ir al hospital a ver si llegaron las dosis nuevas…
Te llevo ahora mismo. –cortó el mayor.
No es necesario ahora mismo… en un rato es mejor… pero no le digan nada a mi primo por favor –pidió con su típica sonrisa que todo lo conseguía. Los Kaiba suspiraron sin poder resistirse al poder de aquel gesto.
Con un movimiento de cabeza, Seto indicó que debían salir de la biblioteca. La morena dejó el libro en su lugar y partió tras los hermanos con paso tranquilo, sonriendo calmadamente cada vez que Mokuba le dirigía una mirada preocupada.
A las 4 iremos al hospital a ver al doctorcillo ese –declaró K' y los otros asintieron. En la gran sala se separaron, Setsuna a su habitación y los hermanos a la cocina.
¿Crees que esté bien hermano?
…No lo sé. Tendremos que hablar con ese médico. –en ese momento, Kaiba recordó que había ordenado al médico que le enviara un reporte completo sobre el tratamiento experimental que Setsuna estaba recibiendo. En las cuatro horas que quedaban tenía tiempo suficiente para leerlo y sacar algunas conclusiones.
Claro que primero bebería un poco de café.
Amaba esa cama. Era deliciosa. Quizás cuando volviera a casa encargaría una igual.
Cuando vuelva…
Sus cejas se curvaron en un gesto de leve pena. Entre sus deseos más próximos no estaba el de volver a Estados Unidos. Por ella se quedaba en Japón disfrutando de sus primos, de la poca paciencia de K', del encanto de Mokuba, del coqueteo de Atemu, de la inocencia de Yugi, de las travesuras de los albinos y de la agradable conversación de Honda… bueno, quizás incluso Anzu tuviera algo bueno de lo que pudiera disfrutar…
Pero era mejor no pensar en el día que tomara el avión de vuelta. Había encontrado cosas muy interesantes en aquella mansión mientras Kaiba dormía y quería aprovechar el tiempo al máximo. Sabía que el reporte de su tratamiento estaba en manos del castaño y aunque se sintió tentada a ir y tomarlo, se controló a tiempo. Quizás qué razón llevaba a sus padres y sus médicos de toda la vida a no hablar de ello. Supuso que eran malas noticias, y ella no quería enterarse de malas noticias.
Si voy a morir, prefiero que me pille desprevenida.
De un salto se puso de pie y buscó entre sus pertenencias su laptop. Con cuidado la acomodó sobre el escritorio y comenzó a escribir. Qué escribía o con qué fin, no lo sabía ni le interesaba. Estaba tan convencida que iba a morir en algún momento próximo que sus acciones estaban netamente guiadas por el instinto, por el impulso del momento.
Mientras Kaiba no sepa nada, pasaré unos agradables días. –rió entre dientes y continuó escribiendo. Tenía cuatro horas de tranquilidad por delante.
Es mi quinto día en la Mansión Kaiba. Anoche, luego del juego de hockey, Jounou fue llevado por Bakura hasta su casa, y Shizuka a la suya. Ryou me aseguró que ellos se encargarían de que Honda y Anzu también llegaran enteros a sus casas, pero pude ver claramente las dobles intenciones en su sonrisa angelical. A veces me recuerda un poco a Christopher, siempre tierno y lindo, mientras tras sus ojos de cielo azul se escondía un verdadero demonio…Me encantaba correr junto a él cuando los horarios de visitas nos daban la oportunidad de escapar de las habitaciones. Todos siempre tenían sus ojos puestos en nosotros, siempre vigilados, siempre encerrados… Pero lo lográbamos, podíamos escapar para intentar alguna travesura o juego a las enfermeras, o a los médicos, incluso a nuestros padres… Eran buenos tiempos
Cuando sus dedos se alejaron del teclado, perladas gotas cayeron sobre el escritorio, mostrándole que estaba llorando. Un jadeo salió de su garganta, como si hubiera estado atrapado por largo tiempo. Con nerviosismo mordió su labio inferior mientras su cuerpo temblaba. Cerró los ojos intentando detener el llanto, pero las lágrimas continuaron bajando, necias, frías, crueles…
Chris…
Y con la imagen de aquel chico de ojos azules y cabello imposiblemente negro, apoyó la frente en la superficie de madera y echó a llorar en silencio.
Suspiró con cierta pesadez. El informe no era la gran maravilla, y nada de lo que ahí decía le daba una idea de porqué tanto secreto acerca del tratamiento ni porqué todos los ojos estaban en Setsuna. Todo le parecía una burda exageración, típica de los estadounidenses, que soberbiamente se hacían llamar así mismos con el gentilicio: "americanos", como si solo ellos vivieran en ese enorme continente.
Un tratamiento de drogas controladas, virus aletargados y pastillas de alto impacto local. Un 99 de los tratados estaba muerto. Solo quedaba Setsuna, que parecía sobrevivir con demasiada facilidad a una enfermedad que la había aquejado durante más de 10 años.
Suspiró nuevamente. El informe no tenía toda la información que había pedido. Solo se remitía a los componentes de las 6 pastillas de colores que debía tomar la Loca que en ese momento estaba en su habitación, pero nada más. De las pastillas nuevas, ni luces.
El persistente sonido del reloj a su lado le indicó que las 4 horas que habían quedado de esperar se habían terminado. Era hora de ir al hospital.
¿Estás listo Mokuba?
Claro Seto.
Ve por Setsuna.
Sin dar respuesta el muchacho trotó con paso regular hacia la habitación que estaba al final del pasillo que cruzaba junto a la escalera que se encontraba junto al Salón de eventos que daba al patio por el pasillo de la derecha, que nacía en el Hall.
Kaiba observó que pocos minutos después, su hermano menor aparecía por el pasillo seguido de una figura callada y seria, con la mirada clavada en el suelo y un indescriptible gesto de pena tallado en el, otrora, resplandeciente rostro.
…Setsuna… -murmuró sin querer. Sus ojos fríos buscaron las gemas de Mokuba, pero el pelinegro tampoco sabía que pasaba. Una negación por parte del menor fue todo lo que el castaño necesitó para darse cuenta que en su corta vida, la morena de ojos rojos ocultaba bastante más de lo que le hubiera gustado pensar. Su sorpresa fue aún mayor cuando su mirada se topó por la escarlata. De un momento a otro, la pena y el desconsuelo que llenaban esas perlas color sangre desapareció para ser reemplazada por algo parecido a la indignación, el reproche, incluso algo de desprecio y odio. Instintivamente, endureció su mirada, intentando repeler el "ataque", pero había algo en esos ojos que lo obligó a apartar la mirada. –Vamos. –dijo simplemente, al no saber porqué era blanco de aquella mirada.
¿Estás bien Setsuna? –preguntó Mokuba.
Claro Encanto –dijo con un suave tono de voz –Solo me duele un poco la cabeza.
Típica excusa femenina pensó el castaño, pero por el momento decidió no indagar más en el extraño estado de ánimo que llevaba su invitada no deseada, sintiéndose molesto por el enojo no provocado, sin darse cuenta que era una copia de su propio comportamiento diario.
El trayecto en la limusina negra fue tan silencioso que Mokuba creía a momentos ir solo en el enorme automóvil. La morena miraba por la ventana tan quieta que parecía muerta (de no ser por su mirada neciamente fija en el exterior) y su hermano iba con su típica pose fría y desinteresada, esa que usaba cuando alguien le molestaba o cuando no estaba cómodo con una situación.
Setsuna… ¿qué ocurre? –preguntó finalmente, mientras el hospital aparecía en la esquina siguiente.
Me molesta la necedad de tu hermano –dijo simplemente, bajando al instante en que la limusina se detuvo frente al centro asistencial. Seto la miró indignado por la acusación, según él, no merecida. Iba a reprochar pero ella ya se perdía tras la puerta de vidrio y avanzaba con un paso inusualmente pesado por el pasillo.
¿Qué demonios le pasa? –reclamó K' al corroborarse como objeto del enojo. ¿Cómo se atreve…?
Tranquilo Seto –cortó Mokuba, muy serio. Su hermano le devolvió la mirada de reproche, pero se reprimió de inmediato. –Cuando fui a buscarla… creo que estaba llorando Seto…
La ira pareció esfumarse de pronto, y una preocupación vaga y extraña quedó en su pecho. Inexplicablemente, por un momento la imagen de Katsuya golpeó su mente… Una vez había visto esa reacción en el rubio cachorro. Estaban en el salón cuando el descanso llegó, Katsuya alegó no sentirse bien y se alejó del grupo. Lo había visto ir al baño del tercer piso, el más alejado desde la posición de sus amigos, y ahí había rumiado palabras que no había entendido. Luego había comenzado a desvestirse, por lo que había dejado de espiar, perdiéndose lo que había ocurrido, pero cuando el rubio salió del lugar iba hecho una furia, murmurando maldiciones contra el mundo con los ojos llenos de lágrimas.
Parecidos… -pensó por enésima vez el CEO –Deliciosamente parecidos…
Olvidándose del apodo de "necio" que Setsuna le había dado, el castaño comenzó a caminar con su hermano menor pensando que tener a la Loca era como tener al Cachorro, pero con el sexo opuesto. Claro que de Jounouchi sabía más que de Setsuna, pero de todas maneras se sentía igual, con la mínima diferencia que ella lograba sacarle a flor de piel más sentimientos que el rubio. Con el otro era una cuestión de honor no reflejar el más mínimo cambio en su estoica actitud… sabía de sobra que eso crispaba los nervios de su can favorito hasta el infarto. Con la morena en cambio… mostrar o no mostrar era lo mismo, no importaba mayormente. En ese sentido era como estar con Mokuba…
¿Así sería ser sincero con Katsuya?
La pregunta le golpeó la mente como un batazo en la nuca. Incluso perdió el pie y casi cayó de nariz, bajo la atenta mirada de todos los que estaban en ese pasillo.
¡Hermano!
Estoy bien Mokuba…. Solo tropecé.
En ese mismo instante, Setsuna aparecía por el pasillo hacia el laboratorio. Su ceño fruncido no había hecho más que aumentar y caminaba rápidamente.
¿Hacia el laboratorio?
¿Habrán problemas hermano?
Eso averiguaremos ahora Mokuba….
Otomo, que caminaba en ese momento con una carpeta bajo el brazo, fue bruscamente detenido por el agarre del CEO, quien de inmediato lo arrastró de vuelta a su oficina.
¿Qué pasó? –interrogó el castaño simplemente.
Kaiba-san…
¿Qué pasó? –repitió.
Nada… solo… son exámenes de rutina. Análisis de sangre y glicemia. Algunos componentes deben ser analizados cada cierto tiempo… Su médico de cabecera me pidió efectuar esos exámenes…
¿Y las dosis nuevas?
Le serán entregadas cuando la aduana permita el paso de las cajas.
¿Cuándo la aduana lo permita¿no tendrían que estar ya?. Según Setsuna, una de las pastillas ya se acabó. Según Katsuya, las pastillas sobrarían cuando las dosis nuevas llegaran… ¿Qué está pasando?
… Las… La aduana está analizando las pastillas… Son drogas poderosas y pueden ser tomadas como internación ilegal… -la fría mirada del joven empresario arrasó todos los intentos del doctor por salir de su propia oficina, logrando que se lamentara en el alma por haber pedido a aquél muchacho que se hiciera cargo de tan complicada paciente. –Es… es imposible que sobraran pastillas antes de las nuevas dosis… aún esas que está consumiendo ahora son exclusivas… ¡únicas en el mundo, son valiosas y peligrosas…
Kaiba iba a reclamar por la diferencia de versiones cuando la puerta se abrió bruscamente y una figura delgada y apresurada entró.
¡Doctor! Me llamaron del aeropuerto y dijeron que las pastillas… –entonces Seto suspiró por enésima vez en ese día. Por las palabras de Otomo y la expresión de Katsuya… era obvio que Setsuna nuevamente había mentido. ¿Kaiba? –su ya pálido semblante se volvió níveo, asustando al menor de los Kaiba, que reaccionó rápidamente.
¡No pasa nada Jounou! –le dijo sonriendo de manera convincente –El doctor Otomo dice que son exámenes de rutina… Al parecer las pastillas llegaron antes y quisieron notificárnoslo… Pero… al parecer también te avisaron a ti…
¿En serio está bien? –preguntó el rubio al castaño, sabiendo que el pequeño podía mentir, pero no el mayor.
Lo único que tiene malo es el humor con el que despertó –regañó el CEO mirando hacia otro lado, recordando de pronto que "era un necio" y detestando a la morena por preocupar de esa forma a su cachorro… Si seguía así un día de esos al chico le daría un infarto y moriría antes que ella. –En este momento está en el laboratorio.
Un gran suspiro de parte de Katsuya llenó el lugar, dejándose caer como un silencio inquieto.
¿Y eso de las pastillas? –preguntó el rubio, recordando de pronto el motivo de su maratón hasta el hospital.
Están en la aduana… En unos días estarán en manos de Setsuna.
Hoy mismo estarán con ella –interrumpió el CEO –Yo me encargo de eso.
Justo en el momento en que el rubio iba a agradecer, su prima apareció en la oficina, y su ceño fruncido solo pareció aumentar ante la vista de Katsuya.
¡Set¿cómo estás?
Bien
¿No le has dado problemas a Kaiba?
No¿cómo crees? –preguntó irónica haciendo un gesto con las manos.
…¿Pasa algo Set?
No, nada en realidad. Estaré con Atemu por si me necesitan.
Jounouchi, Mokuba y Seto quedaron en silencio, sorprendidos. Los tres intentando entender qué pasaba, los tres tratando de saber qué hacer en ese preciso momento.
Voy por ella –dijo el rubio al final, pero el pequeño lo detuvo.
Al parecer tiene sus propios problemas Jounou… quizás sea bueno que esté sola un poco… Nosotros tenemos que arreglar eso de las pastillas. –el castaño asintió pero el rubio no mostró reacción alguna.
No es una niña Cachorro –le dijo Seto con su tono frío, pero menos cortante. –Deja que camine sola un rato.
…Claro…
Después de todo es una mujer y las mujeres son inentendibles –agregó como si nada, sorprendiendo a su hermano menor.
Mientras caminaba tras los hermanos, Jounou se recriminó por ser tan sobreprotector, pero lo cierto era que no podía evitarlo. Habían pasado 10 años desde la última vez que había visto a Setsuna y su despedida no había sido de las mejores. No podía evitar estar preocupado por ella. Le costaba aceptar que ella podía haber cambiado, que podía estar bien gracias al tratamiento, que podía estar sola… y estar bien. Además… con un guardián como Kaiba…
Un guardián como Kaiba…
La última frase resonó en su mente de forma un tanto dolorosa. ¿Sería cierto¿su miedo se estaría haciendo realidad?
¿Qué haría de ser así? –pensó triste el rubio. Bien sabía que una relación suya con el castaño era digna de una buena novela o de un animé, y muchas veces se había repetido incesantemente que el día que el CEO escogiera a alguien, él, sin hablar ni expresarse, simplemente iba a dedicarse a olvidar. Sin embargo no estaba seguro de poder aceptarlo siendo Setsuna la persona elegida. ¿Qué haría entonces?
De todas formas debe volver a Estados Unidos en un mes –le había dicho Shizuka. ¿Y si Kaiba se iba con ella?. Obviamente el correo y la comunicación, ahora reestablecida, no se cortaría fácilmente. ¿Aguantaría los mails con fotos o los relatos llenos de corazones que su prima le enviaría¿podría ser fuerte frente a la prensa amarillista que tapizaría los periódicos con fotos del hombre más codiciado del mundo y su pareja?
Basta ya Katsuya –se dijo con una sonrisa pero con las cejas enarcadas –Estás pensando demasiado.
Un suspiro salió de sus labios, chocando contra el cuerpo que se había detenido frente a Jounouchi, sintiendo también su nariz contra la fina tela y el suave aroma a perfume francés.
¿Mm? –abrió los ojos y solo pudo ver el pecho de Kaiba a menos de un centímetro¿Eh? –levantó la mirada y pudo ver esas perlas azuladas observarlo con curiosidad.
¿Qué tanto murmuras¿qué es eso que piensas tanto-preguntó Seto, sin incomodarse en que Katsuya aún no separara su nariz de su pecho.
…Yo… -Mokuba observaba un poco más lejos, sonriendo. Esos dos casi eran pareja, pero se negaban a darse cuenta que sus actos, riñas, discusiones, "conversaciones", duelos, interacciones y cualquier otra cosa que los tuviera como protagonistas parecía más un acto, riña, discusión, "conversación", duelo o interacción de una pareja que de enemigos a muerte.
Enemigos… -pensó el pelinegro aguantando las ganas de reír. -¡Enemigos! –y esta vez tuvo que morderse el labio y voltear para que su hermano no lo viera.
¿Y bien Cachorro? –por la mente de Katsuya pasó el hecho de que ya no era Perro, sino Cachorro… sonaba más tierno… como cuando Shizuka le decía Ka-chan… ¿K?...
Kaiba… Kawaii… ¿denominador común, K-a, pero si "Ka" y "K'" suenan iguales, así que…
…K… -dijo simplemente.
¿K'¿el apodo que me puso la loca de tu prima?
…A mí… también Shizuka me decía Ka… Ka-chan… -el castaño puso cara de "¿en serio?" y el rubio asintió, sin despegar su nariz del cuerpo del otro, produciendo en ese cuerpo largo y perfecto cosquillas y extraños escalofríos que tuvo que reprimir de violenta manera. –Cuando era más pequeño… Shizuka me decía Ka-chan… Katsuya se le hacía muy largo…
Jounouchi se dio el tiempo de perderse por algunos segundos en la profunda mirada azul de Kaiba, imaginando las miles de facetas que habían escondidas en aquel hombre tan fascinante… las sonrisas fugaces, las niñerías, los juegos con Mokuba, la emoción… el sentir… el demostrar que sentía… Imaginó una dulce sonrisa en esos rasgos serios y perfectos, una curva tersa y delicada, los ojos entrecerrados y la piel brillante, mientras el cabello lacio caía sobre sus pestañas, sombreando su frente amplia…Entonces por su mente pasó, fugaz como un rayo, la cara de preocupación del castaño cuando Setsuna se desmayó frente a ellos en el parque. A pesar de estar un paso más atrás, había alcanzado a tomarla del brazo, aunque no pudo evitar que golpeara su mejilla contra el suelo. Su boca se había abierto en un gesto de miedo evidente, pero poco tardó en recuperar la cordura y llamar a su chofer, mientras él solo los seguía, como desconectado, sin entender del todo, con el mismo miedo que lo recorría entero cuando la veía sangrar y retorcerse de dolor en la sala de la casa de sus tíos. El mismo miedo que lo corrompía cuando era más pequeño y que le enseñó que no importa cuanto luches o cuanto lo intentes, siempre hay algo que te derrotará… algún día, en algún lugar, ese "algo" lo encontraría para destrozarlo a él también, y entonces se rendiría. Toda su vida había luchado con desespero, rogando porque las dificultades que aparecían no fueran las que lo destruirían finalmente. Parte de su eterna alegría consistía en eso: en agradecer que ese "algo" aún no aparecía… Sin embargo… lentamente y en silencio… comenzaba a llegar…
¿Y si le gusta Setsuna?
¿Sería capaz de olvidar¿podría evitar odiar¿Sería capaz de no culpar a Setsuna de que Kaiba no fuera suyo?
¿Podrías Katsuya?
El castaño se sobresaltó cuando vio esas perlas acarameladas llenarse de lágrimas con una expresión de profunda desolación….
¿Podrías Katsuya?
¿Cachorro?
¿Podrías…?
Y la voz atronadora y potente sonó en su cabeza, haciéndolo temblar y alejarse rápidamente del CEO, temiendo su aroma, su suavidad, su perfección…
…Podría… -se dijo, extrañando a los hermanos.
¿La odiarías Katsuya?... -…No…
¿Seguro? –Seguro…
Si ella te quitara el amor de Kaiba Seto¿podrías quererla y sonreírle¿podrías desearle bien y felicidad¿podrías evitar hundirte en tu propia oscuridad?
¡Katsuya! –el CEO lo tomó firmemente de los brazos y lo sacudió para despertarlo de ese extraño ensimismamiento que lo parecía poseer. Jounouchi levantó la mirada temblorosa con aquellas preguntas resonando en su mente. Miró con anhelo perdido esos ojos en los que se perdía, ese cuello poderoso, los hombros firmes y la ancha espalda… observó el cabello que caía hermoso y brillante… y esa expresión… esa expresión… Kaiba lo era todo en su vida, más que Shizuka, más que sus amigos, más que Setsuna, más que todo…
¿Podrías Katsuya?
Y supo claramente la respuesta…
-…No…
Setsuna caminaba rápidamente por las calles asoleadas, buscando algún lugar en donde tomar un jugo natural y comer algo compuesto de esas odiosas verduras que le hacían comer cada vez que tenía recaídas…
No lo hagas Setsuna –dijo –No comas eso Setsuna, eso es malo Set¿cuántas veces te lo he dicho, si eres una niña buena todo saldrá bien¡cómo te gusta preocuparnos¿acaso sabes cuanto nos cuesta mantenerte sana¿porqué no eres un poco más consecuente, no nades, no te subas al árbol, no vayas en bicicleta, no patines, no toques a ese perro…
De un momento a otro toda la frustración que cargaba en la espalda parecía haberse hecho visible y tangible… Todas las negativas, todos los regaños, todas las mentiras, todas las censuras, todos los imposibles…
Si todo sale bien podremos ir juntos a Japón a verlos…
¡Nada salió bien!
Dicen que si la operación resulta estaré casi recuperado¿no es genial Setsuna¡casi curado, y podríamos salir juntos y te llevaría a la casa de mis padres, cerca de Yellowstone. Pasaríamos unos días ahí y lo pasaríamos bien…
Maldita operación…
La risa de Christopher le resonaba en la cabeza como un martillo, recordando, recordando, rompiendo esa barrera que tanto le había costado levantar en tan poco tiempo…
¿Qué harías si muriera Set, no podemos evitar pensarlo… Yo no sé que haría sin ti… Es tan difícil soportar estas cosas solo… Nadie podría reemplazarte. Si murieras¿qué me quedaría?
…Chris…
Cansada de correr y de rumiar recuerdos desagradables se sentó en una banca con la cara entre las manos y simplemente comenzó a llorar. Ya eran siete meses, pero seguía doliendo como el primer día. Claramente las evocaba sin querer, aquellas palabras que nunca quiso oír…
La operación salió mal…
Lanzó un sonoro sollozo y dejó caer las lágrimas con libertad… Ya eran muchas noches llorando en silencio, eran muchas tardes mirando el cielo claro sola, muchos amanecer dolorosos… Necesitaba superarlo, necesitaba entenderlo, necesitaba creerlo…
¡Estás muerto maldición!
Su primo apareció repentinamente en su cabeza. Tan parecido en su alegría a su querido Chistopher, tan diferente en su locura.
Katsuya… -obligándose a callar, comenzó a reprimir los sollozos y a controlar la respiración. Al cabo de unos minutos solo quedaban los ojos rojos y las mejillas surcadas de lágrimas. Ahora, ya calmado su llanto, pero su alma aún temblorosa, estaba cansada y no tenía ganas de nada. Su ánimo de ver a Atemu o cualquier otro se había ido lejos. Ahora solo quería quedarse quieta y recuperar energías.
Yugi observaba el calentador de agua mientras intentaba oír qué pasaba en la sala. Atemu y él habían encontrado a Setsuna en una banca sumamente deprimida y la habían convencido de ir a su casa. Ella les pidió que no le dijeran nada a su primo y después de eso no dijo nada más. Simplemente se apoyó en el regazo del antiguo faraón y se mantuvo en esa posición. El yami, un poco descolocado ante el gesto, comenzó a acariciar su cabello, sintiendo que algo de la tensión que anidaba en la americana, se disipaba un poco. Sonrió sinceramente ante esa sensación y se acomodó un poco, permitiendo mejor postura a ambos. Sus ojos luminosos luego se habían dirigido hacia su tierno hikari, pidiéndole sin palabras un poco de leche, para poder ayudar a Setsuna a dormir.
El pequeño duelista intentó imaginar que podía haber pasado para haber borrado de tal manera la sonrisa de la muchacha de su rostro. Cuando la encontraron se veía deprimida y abatida, como sin esperanzas, llena de soledad y de algo de miedo. No le gustaba esa nueva faceta. Había descubierto que la sonrisa de la americana tenía los mismos efectos de la de su mejor amigo Katsuya: era una inyección de energía y dinamismo. Todos los problemas parecían desvanecerse en ese momento, y solo las ganas de seguir adelante quedaban en el alma.
Internamente, rogó a todos los dioses que Katsuya nunca tuviera algún motivo para desesperanzarse de ese modo…
La leche tibia estuvo lista en pocos minutos, además de algunos panecillos que Motou había comprado en el mismo local en donde Setsuna había comprado pasteles con los que había adornado la mesa el día que ella y Katsuya se quedaron a dormir.
Aquí tienes… -le dijo con su vocecita tierna. La mujer lo aceptó con una débil sonrisa y comenzó a beber con sorbos cortos.
¿Podemos preguntar qué pasó? –interrogó Atemu a quemarropa, imaginando que si Kaiba era el causante de tal comportamiento, lo enviaría de una sola patada en su soberbio trasero al Reino de las Sombras.
…Recordé a alguien… -dijo, sintiendo que las lágrimas volvían a sus ojos rojos –A alguien… a quien quería mucho…
Yami y hikaki no dijeron más. El más alto solo la abrazó y permitió que sollozara las últimas lágrimas contra su pecho. Luego, la dejaría dormir un rato.
Era ya medianoche, y por primera vez en los cinco días que la Loca llevaba en su casa, estaba trabajando con tranquilidad y normalidad. Quizás se debía al extraño comportamiento de la americana, y a su deseo de dormir en cuanto volvió de la casa de los Motou (visiblemente más relajada). Incluso le había pedido disculpas por llamarlo necio sin explicarle el motivo, pero le dejaba en claro que seguía pensando que era uno de los dos necios más grandes del mundo. Él iba a replicar, pero ella, para variar, lo dejó con la palabra en la boca y gritó un potente "¡Buenas noches!" que se escuchó en todo el primer piso de la Mansión.
El silencio lo rodeaba, como antes del arrivo de la prima de su cachorro. Extrañamente, no se sentía cómodo. El hormigueo de la nariz de Katsuya contra su pecho aún persistía, así como su nariz continuaba impregnada de la esencia a vainilla y chocolate que desprendía.
Casi toda la tarde Mokuba, el rubio y él habían estado arreglando el problema de las famosas pastillas. Ciertamente había sido un trámite engorroso y molesto, pero al final las dichosas cajas estaban en la Mansión. Claro que no era eso lo que no lo dejaba tranquilo…
Yo… no sé como agradecértelo Kaiba…
Esa expresión dulce y llena de gratitud, dedicada a él y solo a él. Era un gesto hermoso, que reflejaba una faceta desconocida para él. Extrañamente también parecía reflejar cansancio. Era un gesto lleno de una sinceridad desconcertante y arrolladora… como si fuera otro Katsuya.
No pienses en él ahora… Tienes que trabajar…
Pero sus manos se movían solas mientras su mente divagaba. ¿Cuánto tiempo más aguantaría sin intentar acercarse al rubio?
Setsuna es un buen pretexto-le dijo algo en su cabeza.
Como va a ser un buen pretexto? Es una chica molesta…
Molesto, negó con la cabeza y continuó trabajando, pensando, sin querer, en como usar a la chica… Sin saber que ella ya tenía sus propios planes.
Continuará…
Notas: Bueno, heme aquí de vuelta temporalmente. Ojala que les guste el cap y gracias a todos los revioews que por ahora no puedo contestar. Nos vemos!
Rio
