Capitulo III
Tu Aroma me Cautiva
-Lo siento, no soy quien esperabas – le respondió con toda calma, sin soltar la copa de champaña que sostenía entre sus dedos – deseas? – le pregunto en el momento en que extendió su mano con la copa.
Deseas?, aquella palabra se repetía en su mente golpeando en ella siniestramente, mientras la sangre poco a poco volvía a circular por sus venas, claro que deseaba, la había deseado a ella, por unos instantes, confundiéndola con la "otra" mujer de su hermano, tomo la copa presuroso y dejo que el contenido de ella le recorriera la garganta, era un licor demasiado suave, definitivamente necesitaba algo mas fuerte, sobre todo ahora que la tenía de frente y lograba contemplar con mayor detalle su rostro y su bien elaborada figura de hembra.
-Veo que si – se respondió la muchacha al notar el modo poco amable en que aquel hombre le había arrebatado la copa, así que comenzó a buscar a algún joven de los que atendían en aquella recepción para recuperar lo perdido.
Inuyasha detuvo a uno que pasaba junto a él, tomando dos vasos, una la dirigió ya con mayor cortesía a la manos de Kagome, quien la recibió sin objetar.
-Disculpa creí que eras…- se detuvo antes de dar nombres, aunque ya sabía que lo había hecho, como le iba a decir que creyó que era la amante de su hermanos que insistía en seducirlo.
-…Kikyo?...- concluyo la frase que él no se atrevió a terminar, con toda calma – tranquilo no es problema para mi – respondió distraídamente, es que acaso a ella no le molestaba que su hermano estuviera formando un Harem?...
Comprendía que mas disculpas no lo llevarían a ninguna parte y por lo demás no debía de ofenderse tampoco, ella era solo una más de las mujeres que Sesshomaru olvidaría en el transcurso de las semanas y con suerte no tendría que efectuar ninguna misión junto a ella, así que solo se limito a observar a su alrededor para encontrar Miroku, pero este ya lo había encontrado primero, acercándose a ambos jóvenes.
-Oh Inuyasha, veo que estas en muy buena compañía – dijo mientras tomaba la mano de Kagome, para dar en ella un afable beso – es un placer encontrar a la Srta. Asistente del Subsecretario de Bienes Nacionales – dijo esto como si se tratara de un titulo nobiliario, ella solo respondió con una placentera sonrisa, posando luego su mirada en los dorados ojos que la miraban con desconcierto.
En tanto en la mansión Taisho, se llevaba a cabo una intima cena para dos, las copas en el piso, la mesa a un costado, con los platos a medio acabar, un par de medias de liguero sobre una de las sillas, y el resto de la ropa tirada por todo el lugar, frente a la luz danzante del fuego en la chimenea y sobre una mullida alfombra, dos cuerpos desnudos, entregándose lujuriosas caricias, el sonido ambiental, completamente cubierto de gemidos y suspiros, todo habría sido perfecto si no fuera por la carencia de amor de aquel acto.
Al día siguiente la puerta de la gran habitación de un joven de largos cabellos oscuros, se abre, luego des respectivo consentimiento de su ocupante.
-Amo Inuyasha, el señor Sesshomaru, dice que solo falta usted – dice la calmada voz del anciano que había servido a su padre y que se había encargado también de resguardar el bienestar de él y su madre, cuando no se encontraba él, sabía bien que el fiel Myoga, detestaba tanto como él mismo, el encierro de este lugar, definitivamente lo suyo era el campo abierto y aunque los prados extensos que cubrían el jardín de este lugar debían ser suficientes, no era su tierra, lo había acompañado a esta aventura impuesta por su progenitor y permanecía a su lado, en un silencio tan respetuoso que en ocasiones olvidaba que ocupaba la misma habitación con él, aunque en mas de alguna oportunidad, se ha hecho escuchar con suma sabiduría ayudándolo en decisiones en verdad difíciles.
-Esta bien Myoga, voy en seguida – respondió sin voltear, mientras continuaba observando los jardines a través de la ventana.
Asistente del Subsecretario de Bienes Nacionales, recordó el "titulo" que le había dado Miroku a Kagome, vaya sorpresas con las que le salía esta mujer, pero lo que le llamaba profundamente la atención era que para que una mujer ocupara un puesto en un ministerio debía ser bastante capacitada, una chica inteligente, entonces como era que se había metido con su hermano, él preferentemente se involucraba con mujeres mas livianas, poco mentales, mas desechables, bueno a excepción de Kikyo, quien ha sido una buena asistente para Sesshomaru y en todo tipo de cosas, de tiempo completo, quizás solo estaba cambiando su gusto en mujeres.
Al entrar en el despacho de su hermano, precedido obviamente por Yakken, ya que al parecer nadie en esta casa lograba verlo si no transitaba primero las huellas dejadas por él, se encontró con el equipo en pleno, Miroku quien se encargaba de las estrategias y algunos trucos computacionales cuando los requerían, Kikyo, al lado izquierdo de su hermano, quien era la encargada de llevar una especie de bitácora para que Sesshomaru no olvidara detalle de lo conversado, Kagome, al lado derecho, después de todo debería acostumbrarse a su presencia, le pareció irónico verlas a ambas una a cada lado de él y por ultimo Naraku, quien era el encargado de espiar los lugares en los que se llevarían a cabo las recuperaciones, dando un detalle total de todo lo que podía interferir.
Se les entregaron a todos sus misiones, el siguiente golpe lo darían en un gran palacete que se encontraba aproximadamente a dos horas de la residencia de los hermanos Taisho, un lugar custodiado por alarmas y por algunos feroces perros, por lo que Miroku sería el encargado de bloquear los circuitos eléctricos que regulaban la seguridad, Inuyasha y Kagome, tendrían que buscar un método para distraer a los guardianes caninos e ingresar en el lugar, la combinación de la caja en la que permanecía el fragmento deberían descubrirla en el mismo lugar, gracias a un equipo con el que ya habían trabajado sin problemas anteriormente y salir del lugar en un plazo no mayor a los veinte minutos, tiempo en el que Miroku podía mantener bloqueada la señal de la alarma sin ser descubierto.
Y así fue como dos días después, se encontraban dos negras figuras, trepando por entre los altos arbustos, que cercaban el recinto en el que se encontraba un gran edificio, bastante conservador, con grandes pilares de color blanco adornando la entrada, se acercaron a ellos cuatro fibrosos animales, con amenazantes colmillos, que fueron reducidos en cuestión de segundos, por un potente somnífero veterinario en spray que Kagome había conseguido, una vez, sometidos los perros, sigilosos y rápidos se movieron surcando el jardín, para llegar a la puerta de servicio, la que fue hábilmente abierta por las manos enguantadas del joven, dando paso a la impresionante casa, subieron las escaleras sin mucha dificultad, contando las puertas, hasta llegar a la indicada por Naraku, como la del despacho de la segunda planta, en donde el Señor de aquella propiedad mantenía su caja fuerte, una vez abierta la puerta, Kagome busco en las paredes los censores de calor, que tenían la pequeña luz de encendido, muertas, lo que le indico que todo andaba según lo planeado, así que entraron a la habitación, y sacando Kagome de entre sus vestimentas, parte de los implementos que utilizaría Inuyasha, los puso en las manos del joven , quien comenzó con su labor de encontrar la combinación.
Minutos mas tarde, salían del lugar del mismo modo en que habían ingresado, sin dejar la mas mínima señal, de quienes eran.
Al llegar a la mansión un par de horas después, cada uno montado en su propia versión de la velocidad, se dirigieron e silencio al despacho de Sesshomaru, después de todo, ella sabía que al "primer error la sacarían" como se lo había dicho Inuyasha a su hermano anteriormente, pero este trabajo había salido bien, al menos esta no sería la ocasión es que saliera del juego y no le convenía tampoco que así fuera, pues le había costado muchísimo entablar el contacto necesario con el mayor de los hermanos, para poder convencerlo de que sería de gran ayuda en este extraño juego de posesión que tenían, para ella no era nada mas que ambición, pues, le joya si bien era cierto era valiosa por su condición de legendaria, no acrecentaría mayormente la magnitud del dinero amasado por esta familia, por su parte Inuyasha quien ya se había encargado de hacer sus propias averiguaciones por medio de Miroku, quien no se reservo para nada sus comentarios irónicos, con respecto a las intenciones que el joven tuviera con la famosa Asistente del Subsecretario de Bienes Nacionales, la Srta. Kagome Katzuragui, que era el nombre por el cual la conocían, no tardo en tener la información que Inuyasha requería, bien, pues la jovencita aparecida de la nada, comenzó a trabajar en este ministerio, haciendo en cuestión de meses una reconocida labor, por lo que llego al puesto que ocupaba, pero en que beneficiaba aquello a la organización oculta que tenían su hermanos Sesshomaru y él?, pues Kagome, tenía fácil acceso a los archivos de dicha cartera, por lo que podía tener información primordial, para encontrar las partes de la perla que aun les faltaban y que mas podía decir, después de todo, al menos esta noche no le había dado razones para quejarse de su trabajo, por lo tanto, aun seguía en el juego, junto a él.
Una vez que entregaron el botín y que este se encontraba muy bien guardado en la caja fuerte del despacho de su hermano, Inuyasha se disponía a salir del lugar, esperando por cierto ser seguido por la mujer con la que había llevado a cabo un trabajo perfecto, pero cuando esta le seguía los pasos.
-Kagome, por favor espera – dijo la voz, seria pero bastante amable de Sesshomaru – necesito hablar contigo.
Tuvo una increíble premura de girarse y observar la escena, pero sabía bien que se haría demasiado notoria su preocupación, así que se limito a salir y cerrar la puerta, un inquietante estado de irritación se apoderaba de él, por alguna razón que no comprendía se sentía así de solo pensar en que su hermano estuviera en este momento teniendo una de esas largas conversaciones que mantenía por horas con algunas mujeres en el sofá de su despacho, o pero aún sobre el amplio escritorio de roble… maldición se dijo, en el momento en que sacudió su cabeza para sacar las lascivas imágenes de Kagome con su hermano, en aquella habitación hermética.
-Kagome, solo quería proponerte que vinieras a vivir a esta mansión, como comprenderás hay espacio suficiente para uno más, además de ese modo estarás cerca cada vez, que tengamos algo nuevo no lo crees? – Sesshomaru que no era en realidad muy dado a las largas conversaciones, había reducido en la menor cantidad de palabras sus deseos y sus motivos, por lo tanto solo quedaba la reacción de la mucha, que por que no decirlo, le estaba quitando el sueño, pues era una mujer bastante decidida y que le había demostrado un temple admirable, ciertamente le gustaba mucho y por que no tenerla?, estaba acostumbrado a estirar la mano y tomar lo que deseaba, además esta proposición de ser aceptada por ella, sería beneficiosa para él.
-Y de que mitad de la mansión seria mejor venir a vivir? – pregunto en un tono bastante insinuante mientras se acercaba peligrosamente al rostro de él, con su manos enlazadas tras la espalda a escasos centímetros de rozar con su cuerpo el firme pecho del hombre, Sesshomaru comprendió inmediatamente que se refería a con quien vivir, si con él o su hermano, definitivamente esta mujer seria difícil de amedrentar.
-Pues eres tu quien debe escoger en que mitad te conviene estar…- respondió sin muchos rodeos arrancándole una aprobatoria sonrisa a la muchacha, después de todo no podía esperar menos del mayor de los Taisho.
Al día siguiente se encontraba Kagome transitando por los pasillos de la mansión, escoltada por Yakken y otro sirviente que llevaba las maletas con sus pertenencias, dirigiéndola a la habitación que el señor Sesshomaru había dispuesto con anterioridad para ella.
-Aquí estamos – dijo Yakken abriendo la puerta y dando paso a que la joven admirara el lugar, era una habitación decorada en completa armonía con el resto de la casa, bastante extensa, por lo que no debía temerle a la falta de espacio, por aluna extraña razón sentía que esta se convertiría en una especie de cárcel, comprendía perfectamente que las intensiones de Sesshomaru distaban mucho de ser solo amistosas, pero era parte de los riesgos que estaba dispuesta a pasar con tal de verlos destruidos, este jamás se auguro como un trabajo limpio, se dijo, el momento que el fiel sirviente que aún sostenía la manija de la puerta le dirigió una nueva frase a la que le costo un tanto responder – el Señor me pidió que le entregara esto – extendió su mano con un blanco sobre, el que ella recibió sin mucho entusiasmo, acto seguido Yakken abandono el lugar, cerrando la puerta y dejando a una mujer algo extraviada.
Abrió el sobre y encontró en el una nota escrita con bastante cuidado, era de Sesshomaru, le daba la bienvenida formal a la mansión Taisho y le ofrecía el que redecorara su habitación si lo consideraba necesario para sentirse a gusto, junto con aquella nota una tarjeta dorada por cierto, lo que le daba amplio crédito en el lugar que ella deseara comprar, también le dejaba claras invitaciones a adquirir lo que apeteciera, solo se limito a soltar un suspiro mientras se dejaba caer en la amplia cama, mucho mas grande que la que había dejado en su departamento, volvió a suspirar un esta ves dejando ver una sonrisa irónica, después de todo la cama, probablemente Sesshomaru ansiaría ayudar a llenarla.
Horas mas tarde, luego de que la hora de almuerzo se le pasara, salió del cuarto que le había sido asignado, en busca de la cocina, lo que le llevo mas del tiempo que pensó, acaso necesitaría un mapa para moverse en este lugar?, cuando finalmente dio con el objetivo de su búsqueda, se encontró con una muchacha de largos cabellos castaños y ojos marrones quien se encontraba junto a un niño con rasgos bastante similares, se limito a saludar amablemente, mientras que la señora encargada de la cocina le ofrecía algo para comer.
-Hola - respondió la joven al saludo – mi nombre es Sango.
De este modo lograron entablar una amena conversación en la que Kagome, logro olvidar por algún tiempo, los motivos reales de su estadía en este lugar, Sango quien era la hija de la ama de llaves de esta gran mansión, venía con bastante frecuencia a visitar a su madre y a su hermano Kohaku, quien siempre se lo pasaba divertido con el sobrino del jardinero, un niño de nombre Shippo.
La horas pasaron y en cuanto llego Miroku a la habitación de su amigo, este simplemente se reporto sin ánimos de salir aquella noche, por lo tanto su amigo, con bastante premura se dirigió al lugar en el que se encontraba Sango.
-Mi querida Sango, traigo buenas y malas noticias- dijo en un tono muy serio
-Que sucede? – pregunto algo asustada.
-La mala es que Inuyasha no ira con nosotros – entonces Sango cambio su expresión a una de indudable reproche – y la buena es que estaremos solos mi preciosa.
Definitivamente Miroku no tenía arreglo, pensó la muchacha.
Rato mas tarde y mientras todos dormían Kagome volvía a pasear por los corredores de la mansión, esta vez, por lugares que estaba segura que no había recorrido la vez anterior, es que acaso nunca le saldría fácil dar con la cocina?, al dar la vuelta en una de las esquinas, vislumbro una lejana figura femenina, por alguna razón que desconocía esta mujer nunca le había agradado, siempre sentina su punzante mirada justo sobre ella, cada vez que se reunía con los hermanos, de hecho ella no había estado muy de acuerdo con que participara en el ultimo golpe que dieron, quizás de algún modo ya sospecha que las intenciones de Sesshomaru eran reemplazarla por ella.
Se oculto tras uno de los pilares que indicaban el giro de el pasillo, después de todo sus habilidades para moverse como un felino sigiloso en la oscuridad debían servirle, Kikyo vestía una sugerente bata de dormir, con transparencias y encajes de color negro, al cabello suelto se detuvo a medio pasillo y escucho como tocaba suavemente a una la puerta de la única habitación en aquel corredor, entonces escucho una voz conocida, que noches atrás le había susurrado sensuales palabras que lograron, descolocarla, titubear por segundos, agitando los latidos de su corazón de un modo que desconocía, tomándola de un modo tan aprensivo y deseable, pero que es lo que pensaba, ella no estaba aquí para esto, su meta superaba, cualquier sentimentalismo, ella solo estaba aquí, con una finalidad, vengarse, observo con muchísima cautela, el momento en que Kikyose avalanzaba sobre los brazos de Inuyasha depositando en sus labios un acalorado beso, sintiendo luego de eso, solo el sonido de la puerta al cerrarse.
-Vaya que son buenos hermanos – fue lo que alcanzo a susurrar una extrañamente molesta Kagome…
Continuara…
