Capitulo V
Cena Para Tres
Miroku lo seguía desde cerca, analizando con detenimiento la actitud de su amigo y él que venía con tanta alegría a contarle lo sucedido con Sango la noche anterior, pero debía reconocer que con el semblante que traía Inuyasha no estaba como para oírlo, al llegar a la habitación de su amigo se encontró con todo en perfecto orden, el servicio en esta casa se caracterizaba por ser muy eficiente, el joven se dirigió hacia la ventana, abriéndola con premura, para salir al balcón que había a continuación, con el temor de que la visión de aquella mujer ya hubiera desaparecido, privándolo de el placer de contemplarla, se encontró nuevamente con ella, quedándose ahí con su mirada dorada fija en Kagome, dejándose caer pesadamente en una de las sillas que ahí se encontraban, entonces Miroku se sentó junto a él en la terraza y observando con atención el mismo espectáculo que su amigo.
-Dejarás que se quede con ella también? – fue la pregunta que le dirigió mientras que Inuyasha arrugaba visiblemente el seño ante las palabras de su amigo.
-Esto es distinto – respondió, con un tono de voz seco y fastidiado, algo en lo que había dicho su acompañante, le estaba punzando en el pecho, por alguna razón que él desconocía esta mujer se le estaba haciendo demasiado elemental, al punto de tenerlo en este momentos aquí, deteniendo sus múltiples obligaciones solo para observarla.
-Por muy diferente que sea, él se te esta adelantando, como lo hizo con…-
-Kikyo…- termino con sus palabras la frase de Miroku, quien lo observo fugazmente, para luego cerrar los ojos y bajar la cabeza, como quien examina con detenimiento un hecho
En ese momento Inuyasha estaba reconociendo a su amigo la magnitud del interés que tenía hacía Kagome un interés mayor que el que tuvo en algún momento por la asistente de su hermano Sesshomaru, cuando conoció a Kikyo, le resulto una verdadera belleza exótica, una mujer, bastante interesante, que logro arrebatarle algunas horas de sueño, pero no tardo demasiado en caer en las manos del primogénito, quitándole de este modo toda esperanza, pues por mucho que le atrajera la mujer, él no se metía en los "asuntos" de su medio hermano, así como se lo había dejado en claro a la misma Kikyo, lo cierto es que ya con las semanas, su gusto por ella, había cedido, al notar lo desvergonzada que podía ser, no le importaba mayormente liarse como ella, pero algo extraño le sucedía con Kagome, al principio la creyó una nueva conquista de Sesshomaru, pero la había estado observando muchísimo y tal como se lo había informado Miroku, la chica estaba en la organización gracias a su puesto en el Ministerio de Bienes Nacionales, quizás había una mínima esperanza para él.
-Hoy se inaugura el nuevo restaurante, no es así?- consulto Miroku sacándolo de sus pensamientos.
-Si – dio como toda respuesta el joven, mientras continuaba observando a la figura junto al árbol, que por cierto le pertenecía, era un antiquísimo cedro, que le ayudaba a recordar el lugar en el que había nacido y vivido feliz junto a su madre.
-Entonces ahí tienes una clara oportunidad.- concluyó dejando a un Inuyasha algo sorprendido, alentándolo a ir junto a la mujer que en este momento se convertía en la poseedora de sus pensamientos e invitarla a la inauguración, no sería una cita formal, como para declararle un amor que aún no estaba seguro de poseer, pero sería sin lugar a dudas la oportunidad perfecta para estrechar un poco mas el lazo entre los dos.
Luego de unos minutos de titubear, Miroku se puso de pie incitando aun con mayor entusiasmo a su amigo, para que hiciera el recorrido que lo llevaría junto a Kagome, por alguna razón sentía que sus piernas apenas y lograban sostener su peso, caminaba con paso lento en dirección al árbol, estaba a pocos metros de él ya, la muchacha le daba la espalda, una vez más, sintió la tentadora necesidad de acercársele sigiloso y tomarla por aquella estrecha cintura, por que aunque en este momento no se encontraba envuelta en gasa como la noche de la recepción en el museo, lucía igual o aún mas apetecible que esa vez, estaba en una posición de meditación con los ojos cerrados, el cabello caía por completo por sobre su hombro izquierdo, permitiéndole observar el cuello desnudo, sintió un deseo irrefrenable de poner sus labios en aquel lugar y probablemente con ello arrancarle un profundo gemido, bueno si la situación fuera otra, claro esta, maldición se dijo, mientras sacudía un tanto la cabeza, se lo había pasado la noche casi entera imaginando la serie de cosas que habría si en lugar de ser Kikyo quien tocara a su puerta, hubiera sido ella.
Se sentó en silencio al lado izquierdo de la femenina figura, sin interrumpirla, ella al sentir su presencia, abrió suavemente sus ojos los poso en la mirada dorada del hombre, sintió por un momento como el hielo recorría sin clemencia su espalda, eran nuevamente esos ambarinos ojos, que la noche anterior habían logrado confundir sus sentidos, el estado de completa armonía que había logrado conseguir gracias a sus ejercicios de yoga, se vio truncado, con la sola presencia de Inuyasha junto a ella, sentía como le sudaban las manos, acaso él venía por algún motivo en especial?, se habrá dado cuenta de que se encontraba en el pasillo en su encuentro furtivo con Kikyo?, y entonces sintió nuevamente que le hervía la sangre de solo pensar en ello, pero sabía bien que debía calmarse.
-Inuyasha, eres tu? – dijo como saludo al hombre que después de todo no la había recibido con bombos y platillos en la organización que tenía con su hermano.
-Si, esperabas a alguien mas? – dijo en un tono que le resulto bastante obvio, estaba molesto ante la sola idea de que ella esperara a Sesshomaru, entonces aclaro su garganta intentando disimular un poco – bueno ese no es el tema – continuo mientras se perdía en la profundidad de los ojos oscuros de la mujer, que le parecían tan seductoramente perturbadores.
-Entonces dime cual es el tema – consulto con premura, no deseaba que él notara las ansias que crecían en su interior, tanto como los latidos de su acelerado corazón.
-Esta noche será la inauguración de un nuevo restaurante que nuestra compañía ha instalado, es un lugar muy elegante, del que he tenido el grato trabajo de escoger en su mayoría los artículos que lo decoran y me preguntaba si…- titubeo por unos segundos perdiendo su dorado mirar en los labios apetecibles de Kagome, luego de parpadear una vez, los volvió a posar en los ojos de largar y definidas pestañas negras, que le parecían a cada momento, el mas perfecto marco para si mirada - … quisieras acompañarme – concluyo con una dificultad digna de la mejor pelea de artes marciales que hubiera practicado.
-Me encantaría – fue la respuesta que dio, con una agitado estado interior, pensando en que hermoso vestido podría escoger para lucir, aún mas radiante que la mujer que se paseara en ropa provocadora por los pasillos de la mansión.
Y se quedaron sus miradas impregnadas de una extraña sensación, fijos por unos instantes, en que el silencio cubrió el lugar, dejando en el aire solo una suave, melodía tantrica, se sintió nuevamente atraída por aquellos dorados ojos, con una necesidad imperiosa de bañarse en el cálido mirar, esa era la diferencia que tenía con los dorados ojos de su hermano, su calidez.
Horas mas tarde, se encontraba Inuyasha, metido en un elegante traje de color negro, la camisa impecablemente blanca, con una corbata de color rojo con algunas aplicaciones, su cabello sedoso u cayendo ordenadamente por su espalda, consultaba constantemente su reloj, observando con insistencia la entrada, todo el lugar estaba decorado al estilo de los tiempos feudales del Japón, por lo que debían sentarse en el piso, aunque existían también privados, especialmente pensados para aquellos del estilo mas occidental, cuando se disponía a mirar nuevamente la hora sin que hubieran transcurrido mas de dos minutos desde la última vez que lo hizo, una mano masculina lo detuvo, era Miroku, quien lo acompañaba en aquel lugar, había estado gran parte de la tarde alentando a su amigo, quien sentía que iba a desfallecer de los impetuosos latidos que daba su corazón en contra de su pecho.
-Tranquilo ya llegara – le dijo.
No sabía que acertado estaba, en cuanto termino la frase, se encontraron con la visión estupenda, de una mujer, con el cabello recogido desde los lados, con los hombros completamente desnudos, su piel blanca y de un resplandor especial, un vestido de raso de color rojo, que se apretaba perfectamente contra la cintura, un pequeño bolso de mano, sostenido entre ellas, sus ojos limpiamente maquillados y que se fijaron justo en él, en ese momento sintió que su corazón detenía por completo la frenética carrera que había emprendido, silenciándose, junto con todo a su alrededor, era como si una brecha se hubiera extendido entre la recién llegada y él, solo los dos, parpadeo intentando recuperar la cordura que sentía que ella con su sola presencia le había arrebatado, por Kami, no era posible lo que sentía?... menos aún por una desconocida, pues de ella no sabía nada, su trato había sido mínimo, sin embargo, sentía que lo debilitaba.
Se aproximo a él, conteniendo los casi insoportables golpes de su corazón, por Kami, no contaba con que Inuyasha produjera aquellas sensaciones en ella, desde que la invito a esta inauguración, no pudo dejar de pensar en como podría finalizar aquella noche, no podía olvidar el susurro indecente que había dejado en su oído y por lo tanto como un recuerdo permanente en su cabeza, acaso había algo en él que lo hacía especial?... intento cerrar sus pensamientos y no dejar que lo que estaba experimentando se apoderara de ella, sabía bien que no había espacio para sentimentalismos en todo esto, su meta era clara y no fallaría.
-Buenas noches Kagome, esta usted en verdad hermosa – dijo Miroku haciendo una leve reverencia que logro arrancarle una sonrisa a la joven – tanto que ha dejado a mi amigo sin habla – continuo mientras le daba un leve golpe en el costado a Inuyasha.
-Oh, si te ves hermosa – apoyo el joven, sin dejar de admirar a la bella figura que tenía en frente.
-Gracias – respondió ella con prestancia y sacando suavemente de sobre su hombro un rebelde rizo.
-Me temo que deberé privarlos de mi agradable compañía, pues acaba de llegar mi cita – en ese momento ambos jóvenes voltearon en dirección a la entrada en la que se encontraba otra belleza plena, Sango, quien sonrió alegremente a Miroku, mientras este dejaba atrás a su amigo y su compañera, deseándoles la mayor de las suertes.
Inuyasha no pudo evitar preguntarse si sucedía algo entre Sango y Miroku que él ignorara, pero entonces recordó que cuando su amigo llego aquella mañana, parecía traer una agradable noticia, que luego con el afable deseo de solucionar su vida personal, jamás comentó.
Luego de salir del completo estado de desasosiego en el que lo había dejado Kagome, con su sola aparición, Inuyasha la encamino hacía una de las mesas reservadas que tenían en aquel elegante lugar, pero su noche se vio definitivamente empañada, al encontrarse con Sesshomaru, quien saludo amablemente a Kagome, ofreciéndose a cenar en compañía de tan admirable mujer.
Estas habían sido definitivamente las peores dos horas de su vida, tanto que le había costado pedirle a la joven que lo acompañara, para que finalmente apareciera su hermano a arruinarle la velada, claro que se dedico a observar durante todo ese tiempo las actitudes de sus acompañantes, Sesshomaru se había dedicado en todo momento a cortejar con descaro a Kagome,la que parecía muy complacida con ello, claro que le pareció que en mas de una oportunidad le dedicaba alguna mirada furtiva y oculta del otro hombre junto a ella.
-Kagome, tengo algo para ti – dijo Sesshomaru, en el momento en que ponía sobre la mesa un estuche de color azul oscuro, mirando a los ojos sorprendidos de su hermano.
Inuyasha en ese momento lo comprendió, esto no era solo por la muchacha, era Sesshomaru quien se había dado a la tarea se arrebatarle todo lo que él deseara, quizás por ello su afán de poseer la Perla de Shikkon, por que su medio hermano, y eso no debía olvidarlo, conocía bien la importancia que él le daba a la joya, este había sido el broche de oro, no soportaba un minuto más esta situación, pero no podía permitir que ella notara su desazón, eso jamás, él era el orgulloso hijo de Inu Taisho, así que ella no vería muestra alguna de molestia.
Me esta observando con esos ojos dorados que me desvelan por las noches, pensó la muchacha, una vez que le dio una de tantas miradas disimuladas, que habían sido el condimento de aquella noche, en este momento si acepto este regalo estaré perdiendo a uno de los dos, pero no es Sesshomaru el que mas me interesa, abrió sus ojos enormemente, pero ambos hombres supusieron que era por la sorpresa de encontrarse con tan fina pieza de joyería, pero lo cierto era que la sorpresa se la estaba llevando al descubrir que en su corazón estaba albergando un sentimiento demasiado profundo por el menor de los Taisho, tanto, que inmediatamente se negó a poseerlo, aceptando con premura el regalo hecho por el hombre de cabellos plateados, que se encontraba a su izquierda, de este modo truncaría cualquier avance con Inuyasha y le daría tiempo a su corazón para desistir de sentimientos que no se podía dar la ostentación de poseer.
-Gracias Sesshomaru, es hermoso – dijo mientras sacaba la gargantilla del estuche acercando su mano a las de él – me lo pones? – pregunto y en el momento en que se volteo sosteniendo su pelo como una invitación descubriendo de este modo su cuello pálido y perfecto, para que el hombre cerrara el broche, se quedo observando los sorprendidos ojos dorados del joven que quedo frente a ella, como si fuera la última vez que los vería con aquel sentimiento.
Continuara…
