Capitulo VI
Antes de Ser Mía… Te Perdí
Inuyasha no lograba salir de la sorpresa que le ocasiono ver como la mujer, que hasta ese momento el consideraba distinta, se había dejado atrapar por las garras de Sesshomaru, maldición, fue la palabra que sonó en su mente, mientras con particular furia cerró su puño, bajo la mesa, maldición se repetía nuevamente al ver la sonrisa radiante de Kagome al pasarle el objeto a su medio hermano, para que lo situara alrededor de su cuello, pero de pronto, cuando ella volteo y quedo de frente a él, con su sedoso cabello azabache suspendido entre sus manos dejando el limpio cuello al descubierto, la cabeza levemente inclinada, lo miro fijamente y un casi irrefrenable deseo de tomar aquel segmento de su piel entre sus brazos se hizo presente, produciendo en él un apetito voraz por ella, su mirada era extraña, como una despedida.
La casi cita con la muchacha se termino pronto, al menos por su parte, luego del numerito de Sesshomaru con lo de la gargantilla, simplemente dijo que no se sentía del todo bien, cosa que no se alejaba en lo absoluto a la realidad, así que se retiro del lugar en el momento del postre dejando a la pareja a solas.
Camino por varias calles, lo cierto es que ya no le interesaba estar atormentándose con imágenes nocivas de Sesshomaru con Kagome entre sus brazos, por que estaba seguro que si ellos aún no habían intimado, con esto era seguro que lo harían, su hermano no era de los que daban obsequios por nada, patio una piedra en la calle y entonces levanto la mirada, por lo general en las calles de los barrios que acostumbraba transitar no encontraría jamás un obstáculo, por mínimo que fuera y ahí logro notar lo lejos que se encontraba, se quedo ahí de pie, con las manos metidas en los bolsillos del elegante traje de etiqueta, la corbata a esta hora ya colgaba de su cuello y el primer botón de la camisa abierto, en este lugar si habían personas en la calle, solo que con una aspecto bastante amenazador, no encontraría un taxi por estos lugares, eso era seguro, se giro para devolverse algunos pasos, mientras sacaba de su chaqueta un pequeño celular, al voltear noto que estaba siendo observado, por al menos tres tipos, con claras intenciones de apoderarse de alguna de sus prendas, solamente los gemelos de sus mangas estaban hechos con hermosos brillantes, y tenían una pequeña inscripción alrededor, "para el hombre que serás", habían sido un regalo de su padre, el último que recibió y de hecho lo recibió post mortem, pues Inu Taisho se encargo de que llegara a sus manos.
Marco el numero de Miroku, pero este no respondía, no pudo evitar pensar, en que quizás en que menesteres se encontraría su amigo con Sango que no podía contestar sus llamadas, pero ya luego habría tiempo para averiguarlo, los tipos aún permanecían a cierta distancia, algo le decía que esto no iba a terminar bien, de hecho él no estaba dispuesto a entregar nada que le perteneciera, marco nuevamente, pero esta vez, era el número de Mioga, pobre anciano, pensó, tener que despertarlo para que envié a alguien por él, el tono en el teléfono se hacía cada vez mas extenso, los hombres comenzaban a avanzar acortando la distancia… Vamos Mioga responde… era lo que mascullaba entre dientes, pero ya no había tiempo para seguir esperando al interlocutor de aquella llamada sus oponentes se abalanzaban sobre él.
La noche se había hecho en verdad larga, iba viajando hacía la mansión en compañía de Sesshomaru, dentro de uno de los tantos espectaculares automóviles que él tenía a su haber, el asiento trasero del lado derecho, había sido su escondite por algunos minutos, pues a pesar de que el hombre que la cortejara con tan valioso obsequio, que por cierto aún portaba adornando su cuello, la acompañaba, ella iba demasiado concentrada en sus pensamientos, de algún modo, al recibir aquella invitación de Inuyasha, se sintió ilusionada… ilusionada, como una colegiala y sentía que algo de su sensibilidad se había perdido al ver como se apagaban los dorados ojos de él cuando recibió en sus manos la gargantilla, se llevo la mano hasta el cuello y acaricio con sus finos dedos la joya, aún con la vista fija en algún lugar lejano, Sesshomaru observaba con atención la actitud y silencio de la joven, sabía bien que la batalla esta vez sería mas difícil, pero él no permitiría que Inuyasha se llevara también el afecto de Kagome
-Fue una buena noche – dijo Sesshomaru intentando traer de vuelta a la mujer de brillantes ojos marrones.
Kagome volteo y se le quedo mirando, lo único realmente bueno que encontraba en estar con el hermano mayor, era la similitud que tenía con los ojos dorados de Inuyasha, maldición no podía quitarlo de su cabeza y ya se estaba desesperando, debía hacer algo pronto o sería ella misma quién arruinaría el trabajo de estos dos años.
-Si, buena – dijo con total seriedad y calma, nada en ella demostraba la vorágine de sentimientos que comenzaban a despertar en su interior.
Inuyasha ya había logrado derribar a uno de los atacantes, con un certero golpe de artes marciales, mientras un segundo se le arrojaba encima desgarrando parte de las mangas de su traje, el cabello oscuro del muchacho se agitaba con cada movimiento dirigido a su defensa, cuando al fin había logrado reducir al segundo de los hombres, no en vano tenía en el cuerpo tantas horas de entrenamiento, pero cuando observo al tercer individuo, noto que en su mano se encontraba un objeto con un filo amenazador, podría esquivarlo y de hecho lo hizo, en el momento que el tipo se echó sobre él con claras intenciones de clavar aquel elemento, mientras analizaba el mejor modo de neutralizarlo, pero antes de que lograra hacer nada, se oyó un estruendo muy cerca de él.
-Un disparo – dijo alertándose mas aun Inuyasha, cuando noto que volaba por el aire el puñal que sostenía el sujeto frente a él, huyendo despavorido seguido por los otros dos que se pusieron de pie como les fue posible y entonces, logro ver a quién lo había ayudado, ayudado, como odiaba esa palabra – Naraku –
Si era Naraku, aquel extraño sujeto que tenía a su cargo la investigación de los lugares a los cuales entraban, no tenía nada que decir de su trabajo, pero por alguna razón con la que aún no daba, este tipo no le agradaba, era una especie de sombra, nunca aparecía mas que en los momentos en los que necesitaban de sus servicios, su bajo perfil en la organización le molestaba, sabía bien que su llegada con los Taisho se había producido solo un par de meses antes de la muerte de su padre, cuando se encontraba dentro de la mansión jamás lo escuchabas venir, aparecía por las esquinas como si fuera un fantasma en aquel lugar y ahora estaba ahí justo en el momento adecuado, sus agradecimientos fueron limitados, un simple gracias entre dientes, el tipo recibió la frase con una irónica sonrisa en sus labios, Inuyasha lo miro de reojo al pasar frente a él desgreñado pero altivo, sin perder su prestancia y linaje, Naraku se ofreció amablemente a sacarlo del sitio en el que se encontraban, y así lo hizo dirigiéndose a la majestuosa propiedad, que en lo profundo de su corazón anhelaba para él.
Una vez que el muchacho se bajo del vehículo agradeciendo sin mucho animo el encontrarse en la propiedad, sin permitirle que entrara en ella, pidiéndole que solo lo dejara en la entrada, necesitaba caminar, despejar su mente a raíz del deseo naciente de tener a Kagome junto a él.
-Podría haber sido una noche perfecta – dijo soltando el aire y rodeando la mansión en dirección a la mitad de Sesshomaru, entonces se detuvo frente a la ventana de un cuarto que tenía la luz aún encendida, la ventana de aquella habitación permanecía abierta, miro las paredes y noto que no le seria demasiado complicado trepar por ellas, a pesar de la mala experiencia de esa noche, en la que pensó que lograría acercarse un poco mas a Kagome, que lograba idiotizarlo solo con el aroma inquietante de su piel, necesitaba de ella, sabía que su acción en este momento estaba siendo guiada por algo alejado completamente de la razón, pero no quería meditarlo, si lo hacía lo mas probable es que se arrepintiera.
Dejo su rasgada chaqueta sobre el césped y comenzó a sostenerse con fuerza de la rejilla que ordenaba a una hermosa enredadera que crecía por las paredes, salto dentro del balcón que daba a aquella habitación, cuando sintió pasos acercarse al ventanal abierto, tuvo la reacción instintiva de ocultarse, pero nada lo preparo para ver la silueta de Sesshomaru cerrando aquella puerta de cristal… maldición susurro con ira, girándose para bajar de aquel lugar, apoyo ambas manos en el borde, agachando la cabeza, ocultando sus ojos ensombrecidos tras su cabello que continuaba algo desgreñado, volvió a observar el acceso que hasta hace unos segundos, le hablaba de gloria y entonces la luz que iluminaba la habitación se extinguió, definitivamente no había mas que hacer, ella ya le pertenecía a su hermano.
Bastante avanzada la mañana se encontraba Kagome bajando las escaleras principales, una majestuosa construcción hecha de madera tallada, para encontrarse a mitad de camino con un Inuyasha que no lucía nada bien, las manos en los bolsillos de su pantalón de vestir de color azul, la camisa blanca con el primer botón abierto y un rasguño no muy profundo, pero si visible en la mejilla derecha.
-Buenos días Inuyasha – dijo con calma a pesar de la inquietud de sus corazón.
-Buenos días
Fue la seca respuesta que recibió por parte de él que no tuvo ni la delicadeza de levantar su mirada, no quería ver sus ojos marrones destellando de satisfacción, pero ella lo detuvo, acercando sus finos dedos hasta la mejilla que le había quedado lastimada luego de la lucha de la noche anterior.
-Que te sucedió – sonaba preocupada, él se sorprendió muchísimo, no deseaba que lo tocara, no después de estar con Sesshomaru, alejo su semblante de las manos de ella antes que esta lo alcanzara, lo cierto es que no sentía ira contra la joven, quizás si contra su hermano, por tomarla sabiendo que luego la dejaría, los sentimientos que lo embargaban ahora eran una pesadumbre enorme, ni siquiera estaba fastidiado, solo triste.
-Nada – respondió y continuo su camino en dirección a su habitación.
Kagome cerro los dedos en el aire, con algo de desconcierto, pero la verdad ella sabía desde la noche anterior, que no volvería a ver los sensibles ojos dorados de Inuyasha observarla del mismo modo luego de recibir el obsequio de Sesshomaru, tuvo un primer impulso de volverse y mirarlo mientras se alejaba, pero luego solo bajo el resto de los peldaños en dirección al comedor en donde la esperaba el otro hermano, sin saber que tras ella estaba un joven perturbado y abatido mirando como se le escapaba de las manos un tesoro que le estaba siendo mas preciado que la misma Perla de Shikkon.
Inuyasha dejo escapar un suspiro, en el momento en que Kagome se perdió de su vista, solo entonces siguió su camino, pero no sin antes dejar a una oculta figura, con el rostro deformado por la cólera, era Kikyo, quien había podido notar perfectamente lo que sucedía con el hombre que ella ya había escogido para ella, claro que sin tomarle el parecer en ningún momento.
-Me las pagaras …
Una vez concluido el desayuno, Sesshomaru informo a Kagome que gracias a la información que ella les había brindado acerca de otra parte de la perla, estaba todo dispuesto para que dieran el próximo golpe, así que tendrían una reunión con el equipo esa misma tarde, le informo todo esto, no sin antes aclararle que se había dormido con la ventana del balcón abierta y que él amablemente la había cerrado para que no se enfermara, lo que Sesshomaru no sabía era que realmente Kagome no estaba dormida, esa había sido solo una mentira blanca para evitar lo que parecía inminente.
Horas mas tarde recibían las instrucciones finales para la próxima misión que se llevaría a cabo la noche siguiente, esta ves se trataba de un acaudalado matrimonio que se alojaría solo hasta la mañana siguiente al golpe en uno de los mas lujosos hoteles de la ciudad, era la mejor oportunidad para apoderarse del fragmento de la joya, ya que la portaban con ellos.
-Inuyasha y Kagome se encargaran de la misión – dijo Sesshomaru y en ese momento las miradas de ambos jóvenes se cruzaron, sorprendiéndose mutuamente de que el otro fijara sus ojos, habían evitado aquel contacto durante toda la reunión – la ultima vez lo hicieron muy bien.
Si de hecho Inuyasha lo sabía, debía reconocer que se complementaba muy bien con aquella mujer que ahora se encontraba sentada junto a su hermano, siendo observada por otro par de ojos oscuros que solo irradiaban molestia, cuando ya todos se retiraban, los últimos en salir y deja a Sesshomaru solo en su lugar preferido de la residencia, fueron Naraku y Kikyo, él en un rápido gesto se le acerco con confianza hasta el oído a la mujer y le susurro.
-Recuerda nuestro trato, esta noche te espero – diciendo esto se encamino a la salida sin voltear para ver el rostro de desagrado que ella tenía, sabía bien que había hecho un compromiso a cambio de tener a Inuyasha en su poder, solo esperaba que en su momento, él lograra apreciar los sacrificios que hacía por el amor que le tenía.
Horas antes de la partida de los encargados de llevar a cabo la recuperación de otra parte de la Perla de Shikkon, se encontraba la silueta de una mujer, dentro de una sala de la mansión utilizada para guardar aquellos elementos que se utilizaban en estas trabajos, la presencia de Kikyo en aquel lugar era extraña, por no decir sospechosa, ella hurgaba entre las vestimentas que utilizaría Kagome y tomando un arnés que ella debería ponerse, comenzó con una afilada piedra a desgastar con violencia la cuerda que debía sostener el peso de la mujer horas mas tarde.
-Esa mirada será para mi…- dijo con agitado respirar la mujer, mientras recordaba el modo en que Inuyasha observaba a la joven de largos cabellos azabaches perderse con sensualidad por los pasillos de la mansión.
Continuara…
