Capitulo VII
Tu Aliento en Mí
Se despidió de Sango por la mañana, ella le dio un dulce beso aún envuelta en una bata de color rosa, sus pantuflas de gatito y el cabello suelto sobre su espalda, ese era el recuerdo recurrente del joven durante aquellos dos días, no había podido ir con ella a raíz de la misión, pero lo anhelaba, estar nuevamente junto al calor del cuerpo de aquella muchacha que reordenaba las expectativas de su vida, Miroku no era hombre de una sola mujer, pero ciertamente al tener así de cerca de esta se planteaba una vida de hogar, ante aquel pensamiento abrió con sorpresa sus ojos y luego con una casi irónica sonrisa agacho la cabeza y la apoyo en le palma de su mano izquierda, definitivamente Sango terminaría siendo su perdición.
Sesshomaru se encontraba solo en espera de los integrantes del equipo que llevaría a cabo el trabajo, cuando sintió el toque en la magnífica puerta de madera tallada que daba la entrada a su despacho, él solo se limito a dar un adelante, aún sentado en tras de el escritorio de roble.
-Señor Sesshomaru, aquí esta la señorita Rin – dijo el fiel sirviente que entraba haciendo una reverencia a pesar de que el hombre de cabellos plateados se encontraba de espalda al acceso.
Antes de que Sesshomaru alcanzara a decir nada, la joven ya estaba dentro de la habitación, el hombre se volteo a verla y se encontró con su perfecta figura, cubierta con un primaveral vestido entallado en la cintura, con grandes estampados violetas, rosas y algo de amarillo pálido, lo que le daba una fresca imagen, su cabello liso y oscuro cayendo por la espalda, como acariciando sus formas femeninas y sus ojos grandes y vivaces.
-Déjanos Yakken – dijo él con toda calma aún dando aquel examen exhaustivo a la mujer, con las manos apoyadas sobre el escritorio y la barbilla apoyada en ellas.
Yakken asintió con un monosílabo dejando la puerta cerrada y a una nerviosa Rin que sentía que la mirada de ese hombre que tanto quería, la derretiría en cualquier momento, sus intenciones eran claras, ella había venido aquí a jugarse el todo por el todo, no permitiría volver ver a otra mujer colgada del brazo del hombre que ella deseaba para si, pero sabía que existía la posibilidad de ser violentamente rechazada y perder incluso su puesto de trabajo, pero no le importaba, habían cosas en la vida que era mejor intentar o de lo contrario, recorrerías años pensando en lo que pudo ser y no fue.
Sesshomaru se puso de pie y se apoyo en el frente del escritorio, con sus pies cruzados por lo bajo y los brazos de igual forma en su pecho, como siempre con un impecable traje y su cabello sedoso y ordenado.
-Que se te ofrece Rin – fue lo que dijo con un tono de amabilidad que rayaba en el placer, quizás en el placer de verla, era realmente una belleza.
Rin sin mucho preámbulo y sin permitirle escape posible se abalanzó sobre él, quien soltó sus brazos por la sorpresa y tomando el rostro de aquel hombre entre sus manos, puso en sus labios un beso, pero no se trataba de solo un beso inocente, este era uno de aquellos besos en los que entregabas el alma entera.
Todo estaba dispuesto para comenzar, esta vez no podían viajar en sus vehículos frecuentes, pues por sarcasmos de la vida, el plan estaba enfocado a que ellos simularan ser una pareja de recién casados que pasarían una noche en aquel lujoso hotel, antes de su viaje de luna de miel, nada mas alejado de la realidad, alojándose en un suite ubicada justo cinco pisos mas abajo del penthouse de aquel lugar, un edificio de al menos veinticinco pisos.
Y así se hizo, caminaban Kagome vestida con un atuendo casual revelador y sensual., pero no menos elegante, junto a Inuyasha quien también vestía un traje, algo informal, sin corbata, él le daba fugaces miradas a su acompañante notando ciertos detalles de su vestimenta que lograban turbarlo, definitivamente era una mujer, exquisita por naturaleza, probablemente ni siquiera se lo proponía, solo lo traía en su esencia, ambos seguían en silencio al botones quien los dirigía a su habitación "nupcial".
Llegaron solo con algunos minutos de anticipación, cuando ingresaron a la habitación y el botones les deseo una buena noche, junto con poner el letrero en la manilla de la puerta de "recién casados", ambos se miraron con algo de nostalgia, pero Kagome quito su mirada de forma inmediata y se dirigió a la siguiente habitación en la que se encontró con una tentadora cama junto a ella dos copas y una botella de champagne, todo lo normal dada la situación simulada que vivían, pero noto algo especial, un sobre blanco con su nombre en él, "Quisiera hacer de esta tu primera noche…", no sabía que pensar, definitivamente este debió ser Sesshomaru, ya comenzaba a asquearse cada vez que el tipo se le insinuaba, sabía bien que era parte de lo que había planeado, pero por algún motivo la piel se le erizaba de la furia cuando pensaba en la posibilidad de caer en sus brazos, tomo el papel en sus manos y lo arrugo, con claras intenciones de deshacerse de el, pero luego tuvo el fugaz pensamiento de que aquellas palabras podían venir del hombre que con sus dorados ojos apaciguaba el dolor de su corazón, abrió nuevamente el escrito "Quisiera hacer de esta tu primera noche…Inuyasha" aquella firma obviamente se la había agregado en su mente y esta vez las palabras tomaron otro matiz uno que logro sonrojarla y alterar su sangre, pero entonces concluyo que era imposible, él ni siquiera se había dirigido a ella mas que para lo esencial de esta misión, como podría ser él?… entonces volvió a oprimir en mensaje en su puño y lo arrojo lo mas lejos posible, sin notar que tras de ella estaba Inuyasha de pie en el umbral de la puerta, sin saber por que había dejado aquel mensaje, pero comprendiendo por la actitud de la muchacha que no había sido lo mejor, claro que no lo firmo, pero era probable que ella comprendiera que era suyo y por lo tanto no le agradaba, bueno después de todo siempre podría apoyarse en que era una broma producto de la situación.
Dentro de sus instrucciones estaba especificada la hora en que les sería mas cómodo comenzar, el matrimonio que tenía en su poder la joya, estarían hasta altas horas de la noche en una recepción que se llevaba a cabo en un lujoso restaurante recién inaugurado, a Inuyasha aquello le pareció parte del humor negro de la vida, se prepararon cada uno con sus usuales elementos de trabajo y obviamente en habitaciones separadas, una vez que estuvieron listos salieron con cautela por los pasillos hasta las escaleras, que de acuerdo a lo que les había dicho Naraku a estas horas ya no deberían llegar mas personas a aquel lugar por lo que tendrían el camino relativamente libre, aunque de cualquier manera al salir al último piso, el lugar que contaba con dos penthouse, se encontraron con un mozo que llevaba un carrito con comida, ya venía de vuelta pero Inuyasha detuvo su carrera antes de salir y detuvo con su mano derecha a la joven que venía tras él, posando la palma abierta sobre el bien formado abdomen de la mujer, tuvo una reacción instintiva de voltearse a mirarla, pero no lo hizo, volviendo a lo que los tenía en ese sitio, Kagome por su parte se sintió notablemente aturdida por el contacto de él.
Una vez pasando el peligro de ser descubiertos, se dirigieron a la puerta de aquel lugar, Miroku por su parte les había dado solo diez minutos de autonomía, tiempo en el que deberían abrir la cerradura de la puerta y encontrar los dos últimos dígitos de la combinación de la caja de seguridad, ya que Naraku logro ahorrarles el trabajo de los otros seis, entraron al lugar con prontitud, logrando un trabajo limpio, utilizando casi por completo los diez minutos que Miroku les proporciono, por lo tanto la huida no podría llevarse a cabo por la vía que tomaron para llegar, tendrían que usar la segunda opción, bajar desde el balcón del penthouse, hasta su suite, estratégicamente escogida considerando esta elección, Inuyasha engancho la cuerda a su arnés y a su vez Kagome hizo lo mismo ambas fueron adheridas a una firme grapa que él joven anclo al concreto del balcón.
-Yo voy primero – dijo Inuyasha indicándole a la joven que debía seguirlo.
-Si- respondió esta con total seguridad, por alguna razón confiaba ciegamente en el modo en que operaba su compañero
Una vez que él bajo un par de metros, solo un par, ella salió del balcón y se colgó de la cuerda que era de aquellas especiales para alpinismo, bajando sobre la figura de Inuyasha, cuando ya había retrocedido unos tres de los cinco pisos que debían recorrer, Kagome sintió un extraño temblor en su cuerda y observo con pánico el lugar por el cual está estaba cediendo.
-Inuyas...- pero antes de terminar su angustiante llamado, la cuerda se desprendió por completo, dejándola caer.
Inuyasha que la observo en el momento en el que ella intento llamar su atención, abrió los ojos espantado al notar que Kagome caía, en forma inmediata, en un acto que lo sorprendió incluso a él, la tomo por la cintura al pasar junto a su cuerpo, esforzándose de sobre manera en sostener el peso de la mujer dada la incomoda posición el la que se encontraban, sabía bien que la vida de ella en este momento estaba solo en la fuerza de su brazo, la pego con inquietud a su costado, temiendo que de este modo no lograría sostenerla por los dos pisos que aún les faltaban, ella por su parte estaba firmemente abrazada a su cuello.
-Rodea mi cintura – le dijo y ella lo observo entre asustada y agradecida, de algún modo sentía que siempre podría contar con él.
Ella obedeció sin decir palabra, rodeo con sus piernas la cintura del joven, que una vez que la sintió mas segura la movió hacía el frente, quedando ella aprisionada entre la cuerda y él, en una posición que a pesar de las circunstancias, les resulto muy comprometedora, ella tuvo una primera necesidad de observar aquellos ojos dorados que tanto le cautivaban, el por su parte se limito a darle una sincera sonrisa, para tranquilizarla, ya que sentía como temblaba entre sus brazos, su cabello azabache se había soltado completamente por su espalda debido a la sacudida, escondió su rostro entre las hebras oscuras de Inuyasha, respirando justo sobre su cuello, lo que logro extasiar al joven, sentir su agitado respirar debido al temblor de su cuerpo y su temor, le transportando, sacándolo de la situación que ahora vivía, la tenía aprisionada entre sus brazos del modo que estaba anhelando por días y largas noches, su figura perfecta adherida a él de forma tan insinuante, pero debía seguir y en el momento en que bajo otro pequeño tramo y se detuvo, sintió como a ella se le escapaba un ligero gemido, no supo si fue producto del movimiento o por que compartía con él el ardor de aquella situación, entonces sintió una necesidad apabullante de tomarla, de entregarle toda su pasión, como lo había escrito horas antes en aquella nota, pero logro contenerse, no sin antes rozar como en forma casual con sus labios el cuello exquisito de Kagome, quien se apretó aún mas al abrazo, dándole a entender que estaba experimentando sensaciones tan intimas como las de él, continuaba respirando sobre su cuello y su agitado respirar le hablaba de lo estimulada que se encontraba.
Al entrar en aquella habitación, se observaron con inquietud, aún abrazados, anhelantes, extrañamente complacidos de que aquella cuerda se hubiera roto, sin atreverse ninguno ni a terminar con la cercanía ni a aumentarla mas, pero entonces el ruido de el teléfono interno de la habitación los alerto, aunque sabían que debía suceder, era parte del plan, un incendio en su piso, provocado por un corte eléctrico que el mismo Miroku había organizado, era la excusa perfecta para abandonar el hotel, se volvieron a vestir con las ropas que traían al ingresar y salieron por las escaleras de emergencia como se los indicaba el personal a cargo de la evacuación.
Minutos mas tarde, viajaban en un automóvil que los esperaría algunas calles mas allá de las afueras del hotel, llegando en poco tiempo hasta la mansión, luego de entregarle una parte mas de la perla a Sesshomaru, quien los esperaba a pesar de lo avanzada de la noche.
La primera en excusarse fue Kagome, luego de dar algunos de los por menores del trabajo ejecutado, reservándose ambos la situación acaecida con la cuerda y por supuesto el embriagante abrazo, que de algún modo quedaría solo entre ellos.
Entro en su cuarto y se dio un baño, lo necesitaba, dada la tensión vívida, en ocasiones cuando sentía el agua tibia caer sobre su rostro, se preguntaba si realmente valía la pena arriesgarse de este modo, pero entonces recordaba los gritos de dolor de su padre, cuando aquel maldito a quien no logro verle la cara, dijo, claramente que esto era lo que se ganaba por no obedecer las ordenes de Inu Taisho.
-Inu Taisho…- dijo en voz alta terminando de enjuagar su cabello, el hombre que había enviado a matar a su padre, el hombre que había creado un imperio magnánimo, el hombre que había engendrado a aquel que la tenia al borde del delirio solo con tenerla entre sus brazos, puso su mano sobre el cuello, aquel lugar que él solo rozo, pero que logro prender en ella sensaciones que no conocía.
Salio del cuarto de baño y observo el lugar en penumbras, envuelta en una toalla, aun tenía su cabello destilando agua, tomo el teléfono celular que tenía sobre la mesita de noche y comenzó a marcar un numero y cuando escuchaba el tono de espera, sintió que una mano se lo arrebataba lanzándolo sobre la cama y cuando se volteo pasmada, ya no pudo hacer nada, estaba nuevamente aprisionada por aquellos mismos fuertes brazos que horas antes le habían salvado la vida, solo que esta vez, no solo era un abrazo, Inuyasha la encarcelaba contra la pared con sus labios apresados en un beso increíble, con el que intentaba devorarla por dentro, la respiración le faltaba lo que hacía que el aire que salía por su nariz resultara cada vez mas agitado, lo aferro a su cuerpo como si dependiera de ello su vida otra vez, correspondiéndole con total entrega aquella caricia, él libero sus labios y lleno de aire sus pulmones, para continuar con su cuello y sus hombros, la consumía inquieto y perturbado, estaba ansioso lo podía sentir oprimió su masculinidad de forma violenta y deseosa en contra de ella lo que le arranco un gemido ahogado, no esperaba que su primera vez fuera con este grado de ímpetu, las veces que lo imagino, creyó que sería suave y delicado, pero esto definitivamente se estaba saliendo de todas sus expectativas, se la estaba comiendo con los labios y ella lo deseaba así, aprisiono el rostro de Inuyasha contra su pecho, con los dedos enredados en el oscuro cabello, mientras el buscaba liberarla de la única vestimenta que portaba, las caricias comenzaban a brindarse sin palabras de autorización, la única guía era el instinto y que bien funcionaba pensó Kagome, sintiendo que se perdía en la pasión embriagadora que le recorría el cuerpo, esto era lo que había deseado durante todas las horas posteriores a aquel abrazo accidental, los anhelos contenidos se estaban liberando y no les pondría limite.
Con frenesí desabotono la camisa que cubría el pecho del joven, casi arrancándole los botones, quería sentir su piel, aquello la estaba desquiciando mientras que su vientre le reclamaba calmar el ardor que comenzaba a crecer de forma desmedida, él al sentir como las delicadas manos de la mujer lo despojaban de parte de su vestimenta, sentía la urgencia de comprimirla lo mas posible, quizás intentando convertirle en parte de él, Kagome al sentir nuevamente el abrasivo deseo que se reflejaba físicamente en Inuyasha, comenzó a frotar espontáneamente su cuerpo contra el muchacho, que no pudo evitar el gemido extenso y placentero que le nació desde el mismo vientre.
No espero mas y le quito la toalla que la cubría la que fue a caer a un costado de la cama frotando con desesperación su pecho contra el de ella, que a cada momento soltaba mas y mas sollozos ansiosos y desmedidos.
-Te …gusta? – fue la pregunta que él le lanzó con una clara sonrisa en sus labios, oculta por el cabello de la muchacha.
-Mucho…- fue lo que respondió como si todo el aire se le escapara a través de aquellas palabras.
Y ante aquella respuesta no espero mas, perdiendo sus dedos por los lugares mas íntimos de la joven, despojándola de los mas sensuales lamentos que recordara haber escuchado en una mujer, sentía como ella se estremecía entre sus brazos con cada caricia, girando su cabeza, moviéndose, articulando in descifrables palabras que lo provocaban aún mas, entonces observo el tocador junto a ellos y sin pensarlo demasiado se acerco e él, con ella apresada entre sus brazos, quito con una de sus manos los artículos que se encontraban sobre aquel mueble, dejándolos caer en el piso, formando un estruendo que se perdió en la inmensidad de los pasillos de la residencia, la tomo con precisión dejándola sobre el lugar que acababa de desocupar y liberándose con prontitud de las vestimentas que le quedaban, se acerco nuevamente a la mujer, que le había permitido ver con total autonomía, sus formas femeninas, las que le parecían increíblemente perfectas, se posiciono entre sus piernas expectantes y apoyo ambas manos sobre las caderas desnudas y respiro sobre sus labios, agitado, estimulado y acalorado, tanto como ella lo estaba.
-Estas… segura? – le pregunto esperando por Kami que le digiera que si, ya que su cordura dependía de ello, sentía que si lo la tenía en este momento se iba a perder el juicio, ella gimió por anticipado para luego susurrarle sensualmente
-Hazlo, … por favor…ámame…- le imploró
Solo entonces estuvo seguro, la amaba y la amaría como ella se lo rogaba, quería realmente que sintiera lo que él le había escrito en aquella nota, …"Quisiera hacer de esta tu primera noche"…, y entonces con un deseo casi vehemente, apreso sus caderas y empujo su cuerpo contra ella, llevándose quizás la mayor sorpresa que pudo esperar, el grito ahogado y doloroso que la joven expulso, lo que le hablo del regalo que se estaba llevando, entonces solo pudo aprisionarla contra él y mientras se movía con suavidad dentro del cuerpo de su amada, le susurraba dulces palabras al oído.
-Tranquila amor,… estarás bien…- tenía una de sus manos tras la espalda de Kagome, quien ya había dejado sus uñas plasmadas sobre su espalda, aferrándose a ella y la otra enredada en el cabello aún húmedo pegando sus rostros, sincronizando poco a poco los movimientos, sintiendo como la rigidez del cuerpo de ella poco a poco iba cediendo, las uñas en su espalda ya no dolían tanto hasta que finalmente la mujer comenzó a emitir suspiros y lamentos de placer que lo calmaron por completo avocándose solo a su labor de brindarle placer.
Las horas pasaron, en una acto que comenzó con sentimientos confusos, Inuyasha había hecho de esta su primera vez, algo muchas veces mejor de lo que pudo imaginar en sus sueños mas osados y ahora estaba ahí junto a ella, dormido como un bebé en aquella cama para dos, que ahora sabía bien que Sesshomaru jamás ocuparía, ella lo miraba, apoyando su cabeza con su brazo izquierdo, mientras acariciaba el cabello oscuro que hasta hace un rato atrás se mezclaba con el azabache de ella, su pecho completamente desnudo y las sabanas blancas que apenas cubrían su masculinidad, mirarlo así dormido después del amor, era algo que no tenía paga, de algún modo aquello calmaba por completo su dolor, sus heridas parecían sanar cuando estaba entre sus brazos, sentía como si el fuera capaz de llenarle nuevamente el corazón de amor.
Entonces mientras estaba abstraída en la visión que tenía de aquel hombre que la miraba con esos hermosos ojos dorados que solo él podía poseer, fue alertada por el sonido de su teléfono celular, el que ya para este momento se encontraba en el piso, se apresuro a contestarlo poniéndose de pie y alejándose unos metros del lecho, no quería que Inuyasha despertara y cuando miro la pantalla.
-Kouga – dijo y aprisiono el botón de responder – Hola Kouga … si estoy bien… si tranquilo…- entonces el joven que aún dormía en la cama se movió y le dio la espalda, ella continuo la conversación luego de observarlo -… debió descargarse – le mintió con respecto a el porque horas antes no le hablo, luego de marcar su numero -…el plan?... creo que debemos hablar sobre el plan… - dijo dirigiendo su mirada nuevamente hacía el hombre que estaba cambiando el rumbo de su vida, solo que no logro ver que él estaba con los ojos muy abiertos, escuchando aquella extraña conversación sobre un "plan", que le causo temor.
Una vez que termino la conversación, volvió a la cama y se pego con pertenencia al cuerpo aún desnudo de Inuyasha, el que volvió a cerrar los ojos esperando el mejor momento para averiguar de que plan hablaba Kagome con ese tal Kouga, nombre que él jamás había oído.
Continuara…
