Capitulo VIII
Sentimientos Confusos
La luz de una radiante mañana entraba por el ventanal de la habitación, una pareja de amantes dormía aún cubiertos por las blancas sabanas, abrazados como si hubieran compartido el lecho mil veces antes, cuando de pronto el sonido de un par de golpes en la puerta los alertó.
-Srta. Kagome? – tocaba una de las personas del servicio intentando ser lo mas amable posible – Srta. Kagome? – volvió a insistir.
En ese momento la muchacha se puso de pie envolviéndose en una de las colchas que se habían pasado la noche en el piso, con el cabello algo revuelto, arrastrando hacia la puerta parte de su casual vestimenta.
-Srta. Ka…- quiso volver a decir la empleada, cuando fue abruptamente interrumpida por una femenina figura que la hizo a un lado con violencia y abrió la puerta de la habitación sin mayor recato.
-Kikyo? – dijo entre sorprendida y molesta la joven, que ya estaba a punto de tomas la manilla de la puerta para abrirla.
La mujer no se detuvo hasta que logro ver lo que sospechaba, había esperado por largas horas a Inuyasha en su cuarto, asegurándose por cierto de que este no había salido de la mansión, cuando estuvo algunos metros dentro observo la cama completamente desecha, con visibles muestras de que no había sido utilizada solo para dormir y encontró al objeto de su obsesión, quien se encontraba sensualmente cubierto solo en su entrepierna por la sabana, él se incorporo abriendo con dificultad los ojos, pues las horas de sueño eran pocas, para encontrarse con la figura que menos esperaba, quizás habría previsto tener que enfrentarse contra un celoso Sesshomaru, pero con Kikyo?.
La furia en el rostro de la mujer se hizo evidente, apretó con violencia sus puños y una gélida, mirada se poso sobre la mujer que tenía enfrente, entonces y solo entonces Inuyasha sintió temor.
-Que buscas aquí Kikyo! – le reclamó el joven en un tono exaltado y molesto que jamás uso con ella – no hay nada para ti aquí – concluyo indicándole con sus palabras que debía marcharse.
Entonces la mujer de largos y lisos cabellos, relajo sus manos y quito la expresión de tensión en su rostro, cambiándola por una altiva y fría, se movió dando la impresión que giraba para salir de ahí, cuando de pronto se volvió y un limpio y preciso golpe le cayo en la mejilla a Kagome, quien no pudo evitar perder el equilibrio debido a la fuerza con que Kikyo le había propinado aquella bofetada.
-No creas que haz ganado – le dijo a Kagome quien se encontraba sentada en el piso de la habitación.
Kikyo se giro para salir del lugar, pero antes de poder dar un solo paso fuera, sintió como era aprisionada por el cabello, con la fuerza de una sola mano, siendo arrastrada unos cuantos centímetros de vuelta, para quedar con el rostro frente a los dorados ojos que la miraban con ira.
-Nunca!, me oíste, nunca! vuelvas a ponerle una mano encima a mi mujer – le dijo con voz potente y seca, para luego arrojarla por el cabello fuera del lugar – y ahora vete – dijo cerrando la puerta de un solo golpe.
Se acerco con suavidad hasta Kagome que aun permanecía en el piso, envuelta solo en la sabana, trato de acariciar con sus dedos la mejilla lastimada, pero ella lo evito, él por su parte intento no darle importancia al rechazo recibido.
-Estas bien? – pregunto con preocupación
-Si bien – respondió poniéndose de pie, sin prestarle mayor atención a la mano que él le extendía, se sentía molesta y herida en su orgullo.
-Déjame ver eso…- dijo mientras intentaba revisar el golpe que Kikyo le había dejado en el rostro a Kagome, quitando con suavidad el cabello que caía sobre sus hombros y su pecho.
-Ya te dije que estoy bien – concluyo seca y molesta, mientras inhibía bruscamente el contacto con la mano del que hasta hacía minutos parecía su complemento perfecto.
Inuyasha por su parte ya comenzaba a exasperarse, podía comprender, el malestar de Kagome, después de la escenita que les monto la mujer de su hermano, pero el no tenía la culpa en ello, eso la muchacha tenía que tenerlo claro.
-No tengo la culpa de lo sucedido – exclamó intentando defenderse de una especie de acusación silenciosa de la que se sentía víctima.
-A no?...- dijo sarcástica Kagome, dirigiéndole una mirada furibunda, recordando a la perfección la noche en que vio a Kikyo entrar en la habitación de su acompañante, mientras intentaba caminar sin pisar la sabana que la cubría.
-No…- aseguro con algo de inquietud, los ojos de la mujer, se veían amenazadores, acaso había algo que él desconocía en las palabras de Kagome?.
-A no! – dijo enfrentando su rostro mientras pasaba frente a él, deteniendo de este modo su avance hasta el baño – a no!...- continuo enfrentándolo logrando que él echara hacía atrás su cuerpo unos centímetros, recuperando su posición y el espacio que ella le arrebatara casi de inmediato.
Y ahí estaban, ambos únicamente envueltos en las mismas sabanas que los habían cobijado en las horas de media luz, que compartieron, mirándose amenazadoramente como si esto fuera una especia de batalla campal.
La primera en dejar aquella actitud de defensa hermética fue Kagome, quien se giro para retomar su camino, no sin antes continuar la lucha con la enorme tela que la cubría, pero no contaba con que Inuyasha no estaba dispuesto a dejarla sin aclarar antes la acusación que veía reflejada en los ojos oscuros de la mujer.
-Espera…- exclamó en un tono fuerte y decidido, aquella voz que decretaba al toque con sus tímpanos, herencia de su padre, enlazo la muñeca de la joven encerrándola entre sus dedos, firmemente de pie, sin permitirle objeción, era evidente que no le permitiría continuar sin explicarse - … dime lo que te pasa…- mandó.
-Suéltame Inuyasha – dijo mientras observaba el lugar por el cual él la tenía apresada, para luego volver a observar sus ojos ambarinos, interrogantes, pero inmovibles.- acaso crees que todo lo que esta en esta casa te pertenece?...- pregunto logrando vislumbrar una pequeña marca de desasosiego en la mirada de él - … no te preocupes si crees que después de esto… – dijo indicando con sus ojos la cama que los había cobijado - … andaré por ahí haciéndote escenitas…- entonces tiro de su mano liberándose de los dedos que la sostenían.
-Que quieres decir con eso?- pregunto ya al límite de su paciencia
-Pues simplemente que yo no soy como Kikyo…- concluyo dándole la espalda, para luego cerrar la puerta del baño, dejando a un Inuyasha, mas confundido aún, quizás había algo que Kagome había visto y mal interpretado?, soltó el aire, comprendiendo que nada con ella sería del todo fácil, observo el lecho y se limito a esbozar una cálida sonrisa, definitivamente valía la lucha.
Kagome se encontraba del otro lado de la puerta que acababa de cerrar, con lagrimas a punto de caer desde sus ojos, toco con ambas manos su mejilla y se dejo caer en el piso, no quería llorar, no lo haría, sabía bien que la magia de tener entre sus brazos a Inuyasha ya se había terminado, su corazón estaba confundido y no encontraba el camino de regreso a los motivos reales por los que se encontraba en este lugar, se quito las gotas que amargamente adornaban su rostro y se dispuso a entrar al agua, una buena ducha tibia siempre la ayudaba a pensar.
Al girar en uno de los pasillo de la mansión, se encontró de frente con él, sus largos cabellos plateados, se mecieron producto del movimiento que tuvo que efectuar para detener la carrera frenética e iracunda que la mujer llevaba, se notaba en su semblante un desazón espantoso, a pesar de lo bien vestida y arreglada que iba, se veía gris, su rostro estaba desencajado, su malestar era evidente, sus fríos ojos ya no lograban ocultar su ira.
-Kikyo, que es lo que te sucede – pregunto sin mucho preámbulo, sin perder aquella mirada inexpresiva y calma que lo caracterizaba.
-Que me pasa? – dijo irónica - … pues que tu "protegida", me ha dado una sorpresa.
-Sorpresa? – no pudo evitar el tono de confusión, sabía bien que se refería a Kagome, era un termino que había utilizado ya en mas de una oportunidad, sin darle demasiada importancia, pues después de todo Kikyo siempre se había mostrado demasiado insensible, como para sentirse celosa.
-Si, sorpresa, - continuo, sembrando en Sesshomaru cada vez mas cizaña - …deberás cuidar mejor tus intereses si no quieres que al final tu hermano se quede siempre con todo lo tuyo - le advirtió, marchándose, mientras cambiaba su semblante agrio por uno nuevamente relajado, pero esta vez una pequeña sonrisa de victoria se instalo en sus labios, sabía bien que con lo que acababa de decir, le arruinaría su momento de gloria al maldito que acababa de humillarla frente a esa chiquilla.
Sesshomaru por su parte, solo cerró su puño, apretándolo con fuerza, él no podía permitir que Inuyasha le ganara esta batalla, Kagome era su premio y no consentiría que ese maldito hermano suyo, se lo arrebatara.
Cuando salió del baño, se encontró con Inuyasha quien se había vuelto a poner los pantalones que traía puestos la noche anterior, con el pecho aún desnudo, sentando en el borde de la cama, como esperando a que ella saliera y estaba en lo correcto.
-Te esperaba, ven siéntate junto a mi – dijo indicando el lugar a su lado
-No estoy bien aquí – respondió desinteresada, aunque debía reconocer que el ver a Inuyasha en aquellas condiciones, tan exquisito como estaba, se habría arrojado sobre él y de buena gana lo devoraría a besos, de pronto la piel se le erizo, eran sus recuerdos, que la estaban invadiendo.
-Kagome, …- intento entablar una conversación – se que lo que sucedió puede tenerte algo confundida, pero…- no alcanzó a terminar la frase cuando fue interrumpido por la muchacha, que secando relajadamente su cabello con una toalla.
-No estoy para nada confundida, se perfectamente lo que sucedió y le daré solo la importancia que tiene – dicho esto observo con desafío los dorados ojos y él se quedo mirando a la joven, fresca y hermosa como se veía, sin una pizca de maquillaje, su piel, completamente natural, pero su rostro estaba distinto, algo en la mirada de Kagome logro helarle la sangre y entonces fue cuando decidió probar su teoría.
-No lo estas?...pues que bien de este modo podré volver con mi amante – dijo Inuyasha poniéndose de pie con la camisa en sus manos, pero nada lo prepara para sentir el golpe de la toalla que Kagome sostenía, en su rostro.
-Ves como tengo razón, nada de lo que aquí paso en realidad te interesa – dijo con la furia encendiéndole los colores – ya obtuviste lo que querías así que solo vete! – concluyo determinada.
Entonces él acorto la distancia acercándose con firmeza a la mujer y tomándola por la cintura la pego a su cuerpo, rozando sus curvas con su pecho y bebiéndose el aliento de la muchacha que ya comenzaba a agitarse ante el contacto, mas allá de lo que ella deseaba, le dijo a escasos milímetros de sus labios.
-Lo que yo siento supera con creces lo que puedas imaginar, espero que no lo olvides- dicho esto recorrió el contorno del rostro de Kagome, sin tocarla, con sus labios a una mínima distancia, dejando que su aliento la acariciara, provocándole un cúmulo de sensaciones que le arrebataban los mas precipitados latidos, amenazando con echar por tierra sus deseos de olvidar lo sucedido y seguir con el plan original, pero ya era demasiado tarde, su corazón se había impregnado del exquisito aroma de Inuyasha y sus ojos dorados ya la habían cautivado sin dejarle lugar a las duda, pero entonces el teléfono celular volvió a sonar, pero esta vez él fue quien lo alcanzó y cuando miro la pantalla
-Kouga – dijo con un visible tono de molestia, extendiendo su mano, para que Kagome lo tomara .
Continuara….
