Capitulo IX
En el momento que una perpleja Kagome tomo el celular entre sus manos, observo como el hombre que segundos antes la sostenía con total pertenencia, la había dejado, para dirigirse a un costado de la cama, descalzo sobre la alfombra, en busca de sus mocasines, ella se llevo el teléfono hasta el oído sin quitar sus ojos de Inuyasha.
-Hola, si como estas?...- contesto con aquella voz melodiosa que la caracterizaba, el hombre que compartía en aquel momento la habitación, sentía que se le erizaba la piel de la furia que experimentaba al oír como Kagome acariciaba con sus palabras a su interlocutor -… que bien… no, estoy con alguien aquí…- cuando dijo aquello Inuyasha alerto aun mas sus sentidos, para revisar con ellos, la clasificación que le daría a él en su vida - … un amigo…- un amigo?, eso ya era suficiente, acaso con sus amigos intimaba del modo que lo hizo con él?, sabía bien que no, pero un amigo?, se volteo con rapidez, para enfrentar los ojos oscuros que lo miraban con desconcierto, sabía bien que no podía decirle a Kouga con quien estaba compartiendo la habitación, por que el grito instantáneo que saldría del aparato, sería captado a un kilómetro a la redonda, el muchacho siempre había estado interesado en ella y Kagome lo sabía bien, pero Inuyasha por su parte la observo una ultima vez con reproche -… te llamo mas tarde Kouga…- dijo mientras cortaba al ver al hombre de cabellos oscuros acercarse a la salida, aun con su camisa en la mano.
-Inuyasha espera…- dijo intentando detenerlo, quería explicarle, por unos instantes, surgió en ella la necesidad de contarle todo, decirle de sus motivos reales, de quien era Kouga en su vida, de su padre y de Inu Taisho, todo, pero sabía bien que él no la entendería y probablemente mataría el hermoso sentimiento que en este momento le estaba devolviendo la vida que le fue arrebatada dos años antes.
-No Kagome, luego lo hablamos… ahora no puedo…- respondió dolido al llamado de ella sin voltear, cerrando la puerta tras de si, dejándola sola, sabía que estaba celoso, se moría de celos, ese tal Kouga debía significar mucho para ella, por el tono de voz delicado que usaba con él, en este momento no sería capaz de escuchar sus razones, simplemente dejaría que su ira estallara y eso no sería lo mas adecuado, se daría un baño y ya luego volvería por ella para salir de la residencia, para dar quizás un paseo por allí y conversar ya mas tranquilos, se perdió por el pasillo, sin notar que tras de él quedaba la figura molesta de un hombre de intensos ojos dorados.
Se encontraba terminando de acomodar la parte superior de su ropa interior, mientras pensaba que definitivamente tendría que visitar a Kouga y mirar la situación en la que se encontraba desde un prisma diferente, en aquel lugar apacible en el que vivía el muchacho ella podría pensar con mas serenidad, cuando de pronto sintió que la puerta de la habitación se abría un destello instantáneo ilumino su mirada, pensó que Inuyasha había vuelto y que aquella actitud molesta con la que se había marchado se había desvanecido, se volteo con rapidez buscándolo.
-Inuya…Sesshomaru? – dijo cuando se encontró con una mirada ambarina, muy diferente a la que la acariciaba minutos antes, mientras recogía una diminuta prenda de ropa para cubrir en parte su cuerpo demasiado expuesto.
El hombre que acababa de ingresar, cerro la puerta con calma, poniendo el seguro en ella, cuando Kagome sintió el "clic", se le helo la sangre, compendió en cuestión de segundos que ya no había escapatoria y aunque gritara el lugar era tan enorme que difícilmente alguien la escucharía.
-Que pretendes Sesshomaru?- lo enfrento sacando fuerzas que sabía bien que no poseía, sin recibir por respuesta mas que la cercanía del hombre, quien le arrebato de entre las manos la prenda que la cubría precariamente, tomando ambas muñecas de la joven con violencia, había perdido por completo la delicadeza que mantenía con ella en sus anteriores encuentros.
-No acostumbro tomar un plato de segunda mesa – decía mientras olía el cuello de la muchacha, que contenía el aire, demasiado asustada, para que las ideas fluyeran con rapidez, sabía bien que tenía que salir de esto, no permitiría que Sesshomaru Taisho le pusiera un dedo encima, al menos no como él lo deseaba – pero creo que en este caso, será diferente – termino de decir aquello y paso su lengua sobre el cuello de Kagome, quien cerro los ojos con fuerza al sentir el contacto, mientras comenzaba a desabotonar sus propias ropas, la mujer simplemente se encontraba en un estado de incertidumbre enorme, que hacer?, era la pregunto que rondaba su mente.
-Tu…tu tienes a Kikyo… déjame, no me necesitas – balbuceaba excesivamente nerviosa.
Sesshomaru parecía no escuchar, no estaba en sus cinco sentidos, o mas bien los tenía ocupados en acciones mas animales, deseaba a esa mujer, eso era seguro, con los ojos cerrados, se mezclaba cada vez mas con el aroma de ella, que intentaba con desesperación liberarse de él, pero su fuerza era mayor y no lograba hacer mucho, al contrario con cada movimiento que efectuaba, lo único que conseguía era excitar mas al hombre cuyos cabellos plateados, caían desordenadamente sobre su espalda, como librándose tanto como él.
-Me gusta tu calidez – mientras decía aquello la pegaba con prestancia a su cuerpo, dejándola atrapada entre él y el tocador que aún permanecía vacío desde la noche anterior, con todos los objetos que poseía tirados sobre la alfombra, frotando con premura su cuerpo contra el de ella, impidiéndole cualquier movimiento, el agarre de sus muñecas era muy fuerte y parecía que a cada momento se acrecentaba mas, sentía como con cada palabra Sesshomaru iba perdiendo el control de sus sentidos, se iba desvaneciendo mientras se friccionaba con violencia y desenfreno contra ella, musitando en su oído palabras agitadas como su respiración - … tus… ojos encendidos… tu cabello…mmmm…como huele tu cabello… el sabor de tus labios…mi Rin…- en aquel momento Kagome abrió enormemente sus ojos, el hombre junto a ella estaba llamándola por otro nombre, sabía bien de quien se trataba, en sus conversaciones con Sango, ella le comento de su amiga Rin, de alguna manera aquello logro que ella se sintiera algo aliviada, toda esta tensión dentro del hermano de Inuyasha estaba siendo provocada por un sentimiento reprimido por parte de él, lo que le entregaba una pequeña luz y un arma para defenderse
Sesshomaru se detuvo en el mismo instante en que nombro a la mujer que llevaba días rondando en su mente, y observo los ojos aun asustados de Kagome, se separo de ella y le dio la espalda en un gesto de completo arrepentimiento.
-Lo siento Kagome, no quería…- intento excusarse sin mirarla dejando la habitación, una vez fuera, vinieron de pronto a él recuerdos que intento bloquear.
Comprendió la causa real de su comportamiento, no había podido quitar de su mente a la mujer que le robo un beso aquel día, era como si su olor y su esencia se hubieran quedado impregnados en su piel, la había deseado, como jamás a nadie antes, sabía bien que su actuar con Kikyo e incluso con Kagome, tenían mucho que ver con el brillo que vio en los ojos de su hermano al conocerlas, se sintió miserable y egoísta, alcanzó a ver en su interior que muchas de sus acciones durante estos dos años, habían sido dirigidas a vengarse de Inuyasha, por haber disfrutado al padre que él nunca llego a conocer, llego con paso lento hasta su despacho y se tumbo sobre el gran sillón que presidía al escritorio de roble, se giro y se quedo contemplando el amplio jardín, hundido en el asiento tanto como en sus pensamientos, se toco levemente los labios con la punta de sus dedos y en forma automática se aceleraron los latidos de su corazón, sabía bien que estaba deseando a Rin, pero de algún modo, también comprendía que aquello de la "relación laboral", no era mas que una excusa, tenía miedo, si, Sesshomaru con temía, sentía un enorme temor de dañar a la administradora mejor capacitada que había tenido, no existía en su vida una relación que le hubiera durado mas de dos meses y no quería hacerle eso a Rin, ese había sido el principal motivo, por el cual la envió de vuelta a su trabajo, cuando ella aprisiono sus labios en un apasionados beso, que por cierto él respondió instintivamente, fueron solo algunos segundos, pero se sintió trasportado al paraíso por aquellos instantes… pero de pronto la expresión de desconcierto que conservo por algunos momentos, cambio, para convertirse nuevamente en la del señor Sesshomaru que todos conocían, hermético e inalcanzable, definitivamente ya había tomado una decisión.
Se encontraba tirada boca abajo en su cama de color violeta, aún se hallaba en ropa de dormir, sabía bien que debía irse a trabajar, no era su costumbre llegar tarde, pero desde aquel día en el que Sesshomaru le dijo, "será mejor que te vayas a la tienda", simplemente ese lugar se le había hecho incomodo, deseaba con todas sus fuerzas que él le digiera al menos lo que pensaba no quería estar en esta incertidumbre, habría preferido mil veces que le respondiera algo molesto, incluso que la despidiera, pero contrario a eso le respondió la caricia que ella comenzara con sus labios, llegando incluso a sentir su respirar agitado, pero luego domándola por los brazos la separo de su cuerpo sin quitar de ella sus dorados ojos, recordaba aquella escena y se le erizaba la piel y sus emociones se alborotaban en su interior, dejándole muy en claro que ella lo deseaba.
Se sacudió con premura la inquietud y se puso de pie decidida a salir de su departamento y seguir con sus labores, después de todo paciencia era lo que le sobraba y así en cuestión de minutos, estaba lista, impecablemente vestida con una tenida de dos piezas, de color rojo, lo que le daba un aspecto de energía inagotable, bajo la chaqueta una escotada camiseta de encaje negra, tacones altos, su cabello finamente cepillado liso y castaño, su poco maquillaje, perfecto, se miro al espejo antes de salir y a pesar de lo melancólica que estaba, se dio ánimo y abandono el lugar con total certeza de que todo, día a día andaría mejor.
Una vez que llego a la tienda se encontró con Sango quien luego de saludarla presurosa.
-Te esperan en el último privado Rin – dijo indicándole a la mujer que alguien había llegado antes que ella.
Rin sin preguntar nada, por alguna extraña razón, presentía de quien se trataba, quizás algo en el semblante pálido de su amiga se lo indico, así que se dirigió al último privado, el que se encontraba bastante retirado del resto de la tienda, se detuvo antes de quedar frente a la puerta, se aliso un poco el traje y luego alzó la cabeza intentando verse lo mas digna posible, respiro profundamente, para luego entrar en aquella habitación y hallar en ella justamente a quien esperaba.
Sesshomaru se encontraba sentado sobre el sillón de color marrón, con su cabello perfectamente cepillado cayendo por la espalda del traje que extrañamente en esta ocasión no era formal, la observo con detención en el momento que la mujer cruzo la puerta, sabía perfectamente que ya le resultaba imposible acallar lo que le gritaba su corazón, sin embargo no quiso apresurarse en nada, ya había tenido durante la mañana claras muestras de lo que podía suceder cuando sus instintos lo manejaban.
-Buenos días Rin – dijo con un tono de voz seguro y como siempre , aparentemente falto de emoción.
-Buenos días Señor…- fue todo lo que se limito a decir, contrarrestando con su apacible tono, el de la voz que se acababa de oír en el lugar.
-Deseo ver algunas de las piezas de alta calidad, debo escoger de entre ellas un hermoso regalo
La muchacha se limito a esbozar una fingida sonrisa, comprendiendo que con ello él únicamente había venido a restregarle en la cara que a pesar de lo que hubiera hecho, ya había una mujer que ocupaba sus sentidos, una sombra cruzó su mirada en el momento en que se volteo dirigiéndose hasta la caja fuerte y luego de sacar de ahí una serie de estuches con las mas hermosas piezas, las puso sobre la pequeña mesa central de aquella recepción, igual que la vez anterior, solo que en esta oportunidad hubo un dialogo agregado.
-Ven siéntate junto a mi, necesito que me ayudes a elegir – dijo Sesshomaru, con aquel característico tono de voz que poseía, a lo que ella simplemente contesto con una afirmativo monosílabo, que permitió que sus suaves cuerdas vocales, contrarrestaran con las de él.
Se quedo ahí inmóvil a escasos centímetros de el hombre que le quitaba en aliento con su sola presencia, agitando su respiración con solo saberlo así de cerca, humedeció sus labios, como recordando la caricia que le arrebato días atrás, mientras él observaba con detención los objetos que ella acababa de descubrir intentando disimular la inquietud en su interior, sabía bien que Rin estaba tan cerca como lo había deseado todos estos días, observo fugazmente la manilla de la puerta, comprobando que esta estaba cerrada y que probablemente nadie se atrevería a entrar en aquel lugar sin su previa autorización.
-Que te parece este? – consulto mientras tomaba de la mesita un estuche rojo con un conjunto de oro blanco y brillantes, delicado y fresco, algo que probablemente destacaría en el blanco cuello de cualquier mujer.
Rin acerco sus manos hasta el objeto sin mucho entusiasmo, por que debía de agradarle la idea de escoger un regalo para alguien a quien ella consideraba su rival, pero en el momento en que tomo lo que Sesshomaru le estaba pasando, se produjo un esperado roce entre ellos, el que logro que sus miradas se cruzaran, quitando las palabras completamente de sus bocas, entonces antes de que la mujer pudiera escabullirse, él tomo su muñeca con firmeza y resto los centímetros que los separaban, respirando su aroma, tal y como lo hizo, cuando su razón se vio nublada ante la figura de Kagome, finalmente comprendió que estaba anhelando esta cercanía con la administradora de su principal tienda, desde mucho antes que ella tomara la iniciativa, solo que aquella situación había terminado por gatillar su deseo.
Rin en un acto completamente instintivo, salto la mano apresada y rodeo el cuerpo del hombre a quien estaba segura sería para ella, no estaba dispuesta a cedérselo a nadie, Seshhomaru no tardo en encontrarse con los rosados labios de la joven, mas rosados aun que de costumbre debido al agitado bombeo de su corazón y se fundieron en un beso inquietante y pleno.
Kagome luego del incidente con Sesshomaru, se quedó el resto de la mañana encerrada en su habitación con la puerta asegurada con llave desde dentro, se encontró con su maleta vacía justo en frente por horas, pensó en tomar todas sus cosas y largarse de aquella detestable mansión, pero cuando llegaba hasta ese punto, recordaba el motivo por el cual se encontraba ahí y lo bien que todo le estaba saliendo, considerando que ya Inuyasha estaba prendado de ella o al menos eso era lo que le demostraba, pero una duda importunaba su alma, acaso ella estaba enamorándose de él?, no, no podía, arruinaría todo el trabajo de estos dos años, pero el solo recuerdo de los besos y las caricia que había recibido y mas aun, devuelto en la noche anterior, la hacían dudar, junto a Inuyasha su corazón encontraba paz, la paz que su propia familia se había encargado de arrebatarle, así que sin mucho preámbulo decidió partir junto a Kouga, lo cierto es que él jamás estuvo de acuerdo con sus deseos de venganza, pero sin embargo siempre le había prestado todo su apoyo.
En tanto ya llegada la noche, se encontraba un joven de oscuros cabellos y ojos dorados, a medio vestir, sobre una amplia cama, cubierta con sábanas de seda, la habitación decorada armónicamente y de muy buen gusto, pero no estaba solo, junto a él, una mujer acariciando su espalda cariñosamente, de hermosa figura, su piel blanca, cubierta únicamente, por una bata de color rojo que ajustaban magistralmente con sus ojos de color rubí, su nombre Kagura…
Continuara…
