Debo decir, una vez más, que los personajes de Inuyasha no me pertenecen… pero quienes me conocen ya saben lo que opino de eso, sobre todo después de este capitulo… , bueno finalmente son de la Sra. Rumiko Takahashi.

ADVERTENCIA: Este fic, contiene escenas de lemon al estilo Anyara, conciso, pero lindo, waffie, como dicen algunos.

Capitulo XI

La noche en que te amé

Camino por entre los jardines, eran muchísimos, este lugar en particular, era su favorito desde la infancia, tiempo en el que compartió con Kouga, un gran amigo, aunque su padre siempre bromeaba con que terminarían casándose y haciéndolo abuelo, ante este recuerdo un suspiro triste se escapo de entre sus labios, definitivamente jamás podría olvidar que el único compañero real que tenía ya no estaba junto a ella, dejándole un vacío demasiado profundo como para borrarlo de la memoria.

Al llegar al umbral de lo que era la entrada al jardín mas grande que aquella villa y como había previsto el lugar estaba muy iluminado, decorado con ovaladas lámparas de papel, y una especie de escenario muy rústico ubicado en el centro del lugar en el que se llevaba a cabo una cómica representación, de un simple día en el Japón de hace varios siglos, alrededor asientos que reunían a quienes deseaban disfrutar de ella, el resto de las personas circulaban por entre el jardín compartiendo, aunque la mayor parte de los presentes se divertían con la obra.

Kagome entro se veía muy hermosa con las vestimentas que había escogido, se descubrió buscando entre los presentes a alguien en particular, no sabía muy bien como vendría vestido, probablemente como lo hacía Kouga, tampoco tenía claro de que modo tratarlo, no había tenido mucho tiempo para pensar en la situación de ellos en este momento, tal vez para él simplemente había sido una noche mas, dado que luego de salir de su habitación no volvió a buscarla, si no hasta esta mañana, suspiro una vez mas,… maldición aquello ya se estaba convirtiendo en una costumbre… pero de pronto diviso a algunos pasos de ella, el largo cabello oscuro e Inuyasha y no tuvo duda, brillaba sedoso, como recordaba que era, aun podía percibir entre sus dedos la suavidad de las hebras mientras se enredaban en ellos, sus rojas vestimentas que se ajustaban a su cintura varonil, lograban de hecho estremecerla, intento acercarse a él, cuando el hombre se giro, dejando al descubierto a su acompañante, una muchacha de mirada esmeralda, con sus cabellos rojizos recogidos en un moño al igual que el resto de las asistentes, su Kimono de un tono verde, que al igual que sus ojos contrastaban con el tono de su cabello, el semblante de Kagome, que en el momento en que diviso a Inuyasha se había llenado de luz, de pronto se apago, la mujer que acompañaba a hombre que con sus ojos dorados registraba el lugar, como buscando algo que aún no encontraba, lo traía firmemente tomado del brazo, como si de su pareja se tratase, una ola de visible molestia comenzó a recorrerla, cuando sintió como esta tomada con delicadeza por los hombros.

-Kouga…- susurro al ver al hombre que la distrajo

-Caminemos – le dijo el joven ofreciéndole su brazo, acto al que ella respondió ya mas tranquila, Kouga siempre había sido muy dulce y era una de las razones por las que lo quería tanta.

Inuyasha halló lo que buscaba en el mismo instante en que Kagome se alejaba tomada del brazo de ese tal Kouga, sabía perfectamente que él estaba interesado en la muchacha, lo pudo percibir a la perfección en el momento en que la vio llegar, la expresión en el rostro del sensei de artes marciales lo había delatado, la amaba, podía sentirlo y sentía que le hervía la sangre por las venas al verla tan felizmente alejarse junto a él.

-Cual es tu nombre – preguntaba con ahínco su acompañante, intentando llamar su atención.

-Inuyasha…- respondió esta aún algo perdido observando a la distancia a la pareja

-Bueno yo soy Ayame…- dijo esta intentando quizás entablar algún tipo de conversación, sin resultado satisfactorio, ciertamente Inuyasha solía ser bastante gentil con las mujeres, pero en este momento lo único real que se gestaba en su mente, era que Kagome iba demasiado tomada del brazo de Kouga.

Su acompañante no iba nada contenta tampoco, al ver llegar a Kagome, sabía bien que sus deseos de compartir esta noche en particular con Kouga se había esfumado, pues llevaba ya bastante tiempo en la villa y sabía bien de la existencia de Kagome, no podía culparla, de hecho ella era inocente en esta, su historia particular, después de todo, Ayame sabía de los sentimientos de Kouga, pero decidió tomar cartas en el asunto, tal vez al estar junto a este hombre el su maestro de artes marciales lograría verla.

Ambos jóvenes fueron alertados por un potente sonido de Gong, que se escucho a un costado del improvisado escenario de madera, escuchando a continuación una voz que les anunciaba la siguiente presentación, se trataba de un baile que se llevaba a cabo durante las bodas, era una mas de las tradiciones milenarias que en este lugar en particular se esmeraban en conservar, claro que lo que en este momento verían no era mas que una actuación.

De pronto comenzaron a alinearse varias chicas, las que estaban solteras en la celebración, al menos así lo decía la tradición, entre las que estaban incluidas Kagome y Ayame, solo en ese momento Inuyasha noto que la muchacha que lo acompañaba insistentemente, se había apartado de él, comenzó a sonar una melodía preciosa a la cual respondieron las mujeres con movimientos delicados y acompasados, jamás pensó que Kagome supiera de este tipo de costumbresél las conocía por su madre, en la villa en la que creció había, mucho de lo que veía aquí… simplemente esta mujer estaba llena de sorpresas.

Se fue acercando cada vez mas a la tarima que les servía de escenario, con la manos metidas en las mangas del haori de color rojo que escogió, para lograr una mejor vista de la joven, comenzó a recorrerla con sus dorados ojos y ella lo noto, se sentía algo perturbada al ser observada de ese modo, pero intento concentrarse en el baile lo mas posible, así Inuyasha lograría ver algo que a ella la enorgullecía, doctrinas aprendidas de su padre.

Luego de unos minutos de danza, en la que el joven quien era observado muy de cerca, por quien parecía el guardián en la tierra de la muchacha que llenaba en este momento sus sentidos, Kouga, Inuyasha tuvo el tiempo suficiente para admirar lo hermosa que se veía con aquella indumentaria, destacaba su elegante color marfil, entre los alegres verdes, rosas, azules y violetas que se deslizaban al igual que ella con muchísima gracia, esperando el momento en que según la antigua usanza, las doncellas comprometidas debían tomas de la mano a sus prometidos y danzarles con finura y delicadeza, anunciando de este modo la futura unión, bajo las circunstancias y dado que esto no era mas que una representación, todo era meramente un espectáculo, pero que de algún modo tenía cierto valor para las parejas que en ocasiones si terminaban juntándose.

La brisa de la noche era cálida, el cielo estaba cubierto con algunas nubes, la luna creciente se vislumbraba majestuosa por entre ellas, algún anciano auguro lluvia, quizás por el tibio aire, pero lo cierto era que Inuyasha solo tenía conciencia para observarla a ella, la mujer que le parecía inalcanzable, simplemente existían muchas barreras entre ellos, primero pensó que era Sesshomaru, ahora Kouga… su cabeza trabajaba demasiado en esta momento… no quería pensar en nada, solo contemplarla, pero de pronto el sonido de un campanilleo que se incorporo a la ya tradicional música, le indico que ellas debían bajar suavemente la escalerilla que contaba solo con un par de escalones, un par de muchachas comenzaron, escogiendo entre los presentes a algunos jóvenes, que reían nerviosamente, se notaba que al menos en esas parejas había cierta complicidad, cuando de pronto sintió como unos calidos y delgados dedos se enlazaban con total facilidad entre los suyos, para luego tirar con suavidad indicándole que avanzara.

-Kago…me…- logro musitar muy bajito, no se esperaba que ella lo escogiera a él, tal vez a Kouga, …quien al ver como la muchacha llevaba a Inuyasha firmemente tomado de la mano, no pudo evitar fruncir el ceño, claro que no tuvo demasiado tiempo para la molestia, ya que inesperadamente, una joven de cabellos rojizos se encontraba de pie frente a él solicitándole que la acompañara, se escucho una calida ovación por parte de los demás habitantes de la villa, después de todo Kouga era una especie de señor en aquel lugar y todos aprobaban a Ayame, para ser la elegida por el corazón de él.

La danza dio comienzo, siendo cada varón escogido el centro de atención de su dama, haciendo en cada cuarto de vuelta que daban, una hermosa reverencia, la que debía de ser devuelta con una, un poco mas serena por parte del aludido, Inuyasha se sentía embriagado con el exquisito perfume que emanaba de la mujer que no dejaba de mirarlo con sus ojos marrones, expresivos y misteriosos, invitándolo a indagar en su alma… la representación terminaba con la doncella en frente de su señor, haciendo una reverencia que le impedía mirarlo al rostro, en ese momento la audiencia rompió en un aplauso gratificante, pues Kagome levanto la mirada ya concluyendo y le brindo a Inuyasha la sonrisa mas sincera y hermosa que él recordara que alguien le hubiera obsequiado, enlazo sus dedos y agradeció al igual que las demás jóvenes y sus acompañantes.

Cuando aún tomados de la mano iban bajando por la pequeña escalera del escenario, Kouga se acerco a su amiga, para dirigirle unas palabras que dejaron a Inuyasha sin Kagome, la que pidiéndole amablemente que la esperara, se fue en compañía del joven de coleta y ojos azul cielo, aludiendo una conversación pendiente.

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Sesshomaru se tomaba una copa, sentado en la penumbra de su despacho, durante la tarde había mantenido una sería conversación con Kikyo, en la que le había solicitado que lo mejor para los dos, dado el distanciamiento que habían tomado, sería que ella dejara la mansión, lo cierto es que la mujer no pareció molestarse de algún modo ya sabía que aquello debía suceder, solo le disgustaba la idea de dejar el lugar, pues ahora no tendría manera de permanecer cerca de Inuyasha, así que se las arreglo para poner sus condiciones, como si se tratara de una especie de divorcio, así que le sugirió que no prescindiera de sus servicios como asistente, pues consideraba que hasta el momento él podía darse por satisfecho, de hecho el hombre de cabellos plateados, no tenía planeado alejarla de su trabajo, después de todo ella funcionaba bien.

Así fue como Kikyo salio de la vida sentimental de Sesshomaru, dejandolo completamente libre para experimentar lo que estaba viviendo con Rin, romper el lazo que tenía con la ultima mujer que vivió en la mansión, le significaba de algún modo cortar con la vida que había llevado, entregándose a una que de hecho no conocía, pero sentía que después de las horas que compartió con esa extraña mujer, en una habitación tapizada de violeta y que albergaba a un sin fin de animalitos de felpa, valía la pena.

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Los pocos minutos que llevaba Kagome en alguno de los demás jardines del lugar, le parecían a Inuyasha una eternidad, sabía que no estaba bien que se exaltara, ella definitivamente no era suya, lo comprobaba al notar la facilidad con que se le escabullía, …pero no podía dejarla,… así que no dudo demasiado en seguir los pasos que dejaran, camino en silencio y con ambas manos entre las mangas de sus ropas, saliendo del jardín principal, en el que se encontraban la mayoría de los asistentes para escuchar luego de alejarse unas voces que parecían discutir algo importante, primeramente, pensó solo pasar, para no interrumpir a quienes estaban en aquel jardín tan oculto, pero antes de cruzar frente a esa especie de entrada, escucho un timbre de voz, demasiado familiar, lo que logro en forma instantánea que se ocultara entre los arbustos, escuchando sigiloso, como solo él sabía hacerlo.

-…Kouga, sabes bien que si me involucre con los Taisho, fue con un solo objetivo – decía la mujer con una irritación que él desconocía, aquellas palabras lograron que intensificara aún mas sus deseos de continuar escuchando, abriendo con sorpresa sus ojos

-Si, desde un principio no he estado de acuerdo con ello, pero te he apoyado – respondió el hombre que la acompañaba con algo de pesadumbre- se que la muerte de Souta a sido muy dolorosa para ti…

-Y te lo agradezco, desde que mi padre murió haz sido mi única familia…

-Pero que hay de él- continuo Kouga con visible enfado en el tono de su voz.

-El?...- interrogo quizás para parecer desentendida, aunque sabía muy bien a quien se refería

-Siél – enfatizo su acompañante-…Inuyasha Taisho…- al escuchar su nombre el joven oculto entre los arbustos, se quedo expectante, esperando la respuesta que saldría de los labios de la mujer por la que en este momento dejaría todo.

-El…- titubeo- … bueno, Inuyasha… no debe interferir,… no puedo dejar que interfiera en el plan original…- respondió infiriéndole decisión a la ultima frase, intentando quizás convencerse a si misma

Inuyasha no podía entender a cabalidad de lo que se trataba todo esto, se sentía incapaz de emitir un juicio, acaso Kagome estaba intentando algo en contra de él y su hermano?... no había duda, sabía que muchísimas personas intentaban incluso derrumbarlos en el mundo de los negocios, pero Kagome?... sabía que su agudo oído no lo engañaba, las palabras salidas de la boca de la mujer habían sido enfáticas, no había duda, el odio en ella, en la forma en que había nombrado a su estirpe, era simplemente desconcertante…

-Te conozco demasiado Kagome Higurashi…- continuo Kouga - … he observado como lo miras… y aquello no es parte del plan…

Ella se quedo por un segundo sorprendida de lo que su amigo acababa de decirle tanto como Inuyasha al descubrir que Kagome era a hija de Souta Higurashi, pero que tenía que ver su familia con el ultimo guardián de la Perla de Shikkon?... mientras ella buscaba una respuesta en su mente para contrarrestar lo cierto que le resultaba lo que estaba diciendo Kouga y sintió la conocida voz de una anciana.

-Señor Kouga, lo necesitan para dar paso a la ultima parte de la celebración – dijo sonriéndole a ambos jóvenes, Kaede conocía muy bien la historia de la muchacha que tenía en frente y de la relación que ambos mantenían, por lo que encontrarlos enfrentándose en una discusión como esta no le pareció nada extraño.

Kouga se dispuso a partir, invitando a Kagome a seguirlo, pero ella declino la invitación amablemente, expresando su deseo de permanecer sola, lo que no sabía era que oculto a solo pasos de ella se encontraba un corazón confundido, tanto como el suyo, habían llegado por caminos distintos, pero convergían en el mismo sentimiento de amor…

Se quedó ahí contemplando la pequeña laguna que era el centro de aquel jardín, en la cual flotaban unas florecidas y radiantes flores de loto, el aire continuaba tibio, probablemente llovería como había predicho aquel anciano, respiro profundamente aún buscando en su interior una respuesta para la última frase que le arrojo Kouga, se lleno los pulmones con aquel aire limpio, que de seguro tardaría mucho en volver a sentir, observo un poco a su alrededor, algunas habitaciones que se encontraban a cierta distancia, que por cierto eran las que le habían sido destinadas para aquella noche y pensó en que posiblemente sería feliz de vivir el resto de su vida en un lugar así de apacible, pero entonces, salió bruscamente de sus sueños efímeros, al sentir tras de ella un pausado caminar, se giro y se encontró con lo que menos esperaba, unos dorados ojos que la observaban con un dejo visible de tristeza.

-No debo interferir en el plan original? – consulto, dándole a entender que había oído gran parte de la conversación, a lo que Kagome respondió demasiado sorprendida, en cuanto escucho aquella frase emitida por Inuyasha, no pudo evitar llevarse ambas manos hasta la boca, indicando el desconcierto -…cual es ese plan?...

-Maldición Inuyasha,… que querías que hiciera, ustedes son los culpables del dolor enorme que llevo aquí en mi alma cada día desde que murió mi padre – su expresión había cambiado en cuestión de segundos, primero fue asombro, luego fue furia y termino en una de inmenso pesar, llenando sus ojos de lagrimas que no deseaba que cayeran, sin darle al joven una respuesta clara a su pregunta, mas bien estaba tratando de justificarse a si misma por lo que su conciencia le dictaba que no era correcto.

-Yo no mate a tu padre – dijo con completa seguridad, sereno pero dolido

-No?...- dijo mordaz- …Si!...- aseguro – tú padre lo asesino, yo lo oí,…tu y tu maldita estirpe lo hicieron, – le gritaba cada vez mas enfrentándolo con sus palabras, intentando golpear su pecho con los puños que llevaba cerrados desde hacia unos momentos, liberándose quizás de una verdad que deseaba gritarle desde hacía mucho ya-… me causaron este enorme dolor en el pecho…- continuo ya un poco mas calmada apoyando su frente en el pecho del hombre que ahora no sabía si sacársela de en frente o estrecharla en un abrazo- … un dolor que solo tus brazos han aplacado…

Una vez dicho aquello, oprimió la tela del haori rojo entre sus manos, ocultando su rostro aún mas en el pecho del joven, que esta vez no dudo en encerrarla entre sus brazos, le dolía cada palabra dicha por ella, pero no era lo que significaban, le dolía su dolor, el sentir el sufrimiento que aun no comprendía muy bien como era que su familia le había ocasionado, la lluvia finalmente comenzó a caer, logrando con suaves gotas al principio, que las personas que aun permanecían en el jardín principal, se disiparan rápidamente, pero ellos continuaban así, abrazados, de algún modo protegiéndose el uno del otro, Kagome quito sus manos de la prenda que aferraba y las llevo hasta el rostro del joven, cercándolo entre ellasél la observo algo confuso, pero el entendimiento le llego de inmediato, la mujer se paro en la punta de sus pies mientras sus lagrimas se confundían con las que caían del cielo y cerrando sus ojos lo beso, con unas ansias increíbles, como deseando decirle algo que no podía explicar de otro modo, esperando que él pudiera sentir lo que ellaél la aprisionó un poco mas, logrando que las ropas de la joven se recogieran un tanto en la espalda, en el lugar en el que Inuyasha ejercía la presión elevándola aun mas del piso, la caricia que se entregaban con sus labios, se volvía extrañamente amarga, quizás producto de las lagrimas lo que lograba que el joven intentara con mas ahínco ahondar el beso, tal vez de este modo el nudo que ambos llevaban en sus gargantas desaparecería, la lluvia se hizo mas copiosa, empapando con rapidez las ropas de ambos, la tela comenzaba a hacerse mas pesada, el cabello de Kagome, que había sido prolijamente tomado, comenzaba a soltarse y caía húmedo por su espalda, entonces el beso se rompió y la mujer busco nuevamente refugio entre las ropas mojadas de Inuyasha, quien la aprisionó con fuerza y con angustia, sabía bien que la muchacha no buscaba nada bueno, el motivo por el que había entrado en su vida, era la venganza… que sarcástico… y le había resultado, pues en su alma no había lugar para nada mas que amarla, a pesar de saber a lo que venía, sentía una enorme necesidad de protegerla, tal vez hasta de si misma, mientras sentía como ella apretaba sus ropas entre sus manos, sin decir palabra, no habían palabras que pudieran decir ni en la mas mínima forma todo lo que habitaba en el interior de cada uno, esperando quizás que la lluvia limpiara todo el dolor que llevaban.

Inuyasha la elevo en sus brazos, no podían seguir bajo el agua, esta parecía que no cesaría, al menos durante la noche, Kagome como única respuesta, se aferro a su cuello y tal como la noche del robo, hundió su rostro en el cabello ahora mojado de él, respirando de forma agitada, continuaba sollozando en silencio, lo comprobó al oír los pequeños suspiros que daba, estaba tan indefensa ahí en sus brazos, con un sufrimiento en su interior que el joven lograba percibir no sabía como, pero su tristeza le calaba a él en los huesos, camino sin mucho esfuerzo hasta la habitación que le habían asignado, el lugar ya estaba desierto, todo el mundo había corrido a sus hogares cuando la lluvia comenzó a caer.

Descorrió con facilidad la puerta, ingresando a un simple lugar de descanso, sin muchos objetos, adosada a la pared, otra puerta que le indicaba que ahí encontraría algunas mantas, un futón para dormir casi al centro del lugar, una pequeña mesita a un costado de este, con una jarro con agua y un tazón, ambos de porcelana y una vela sobre un objeto de metal que se utilizaba antiguamente para iluminar, lo encendió, lo que le entrego una tenue luz anaranjada y danzante al lugar, ella se había dejado caer de rodillas en el sitio en el que Inuyasha la deposito, destilando el agua desde su pelo y sus ropasél no era la excepción, pero al menos comprendía que esa situación debía cambiar, por lo que comenzó quitándose la parte de arriba de su haori, pero ella parecía perdida en sus pensamientos, con la cabeza a gachas evitaba mirarlo a los ojos, el hombre retiro algunas mantas de lo que parecía un armario y las dejo en el piso junto a ella.

-Ven debes quitarte la ropa mojada…- le dijo, mientras la tomaba por los brazos obligándola a ponerse de pie, en ese momento ella lo observo, sus ojos estaban aun cubiertos por las silenciosas lagrimas que no había podido dejar de derramar, la dorada mirada de Inuyasha se entristeció mas aún, estaba seguro que no podía ni siquiera imaginar el dolor que Kagome llevaba en su alma, sabía en realidad tan poco de ella y sin embargo se le había clavado en el corazón sin remedio.

Esta vezél fue quien apresó el blanco rostro de la mujer, entre sus manos, con delicadeza y con sus labios fue recogiendo de sus mejillas las lagrimas, ella cerró sus ojos, recibiendo aquella caricia como si se tratara del alimento para vivir, puso sus manos sobre las de Inuyasha que permanecían sosteniendo su semblante, dejándose amar, abriendo su sentidos a amarlo también… inevitablemente la recolección de las gotas que caían por los ojos de Kagome, lo llevaron a la comisura de sus labios, tomándolos suavemente, cercándolos con los suyos, al sentir como ella le correspondía profundizo la caricia, liberando sus deseos de amarla, poseía tanto en su vida… era considerado en el mundo empresarial como uno de los mas capacitados, con una impresionante visión para emprender nuevos negocios, bienes materiales a destajo, inclusive en mas de alguna "revista del corazón", había liderado el ranking, del mas "sexi", por supuesto que con clara competencia por parte de su hermano… pero de que le servia todo aquello, si sentía que no tenía armas para mitigar el dolor en el alma de la mujer que amaba… bajo sus brazos, deshaciendo el beso, apoyando su frente contra la de ella, desanudando con cuidado el lienzo que era la base del sustento de aquel kimono que llevaba Kagome como vestimenta, mientras ella con sus helados dedos, producto de la lluvia, rozaba con suavidad el contorno del rostro de su amado,… que irónica le resultaba la vida… el hijo del hombre que la destruyo, estaba ahí frente a ella intentando reconstruir su corazón…

Una vez que el ancho cinturón fue liberado, Inuyasha lo retiro dejándolo a un costado, junto con la parte superior de su haori, lo que permitió que la bata de la indumentaria de Kagome se liberara, abriéndose suavemente permitiendo notar la pálida piel, metió sus manos con un cuidado notable, como si se tratara de una blanca porcelana, acariciando con ellas los fríos hombros de la mujer mientras iba retirando la prenda, para dejarla junto a las demás, la muchacha estaba en verdad muy helada, por lo que tomo con rapidez una de las mantas para cubrirla, mientras ella como comprendiendo lo que él intentaba hacer, retiro con sus manos la ropa interior, permitiéndole admirarla en plenitud, por lo que se quedo algunos segundos contemplándola, su cabello azabache ya un poco mas seco, comenzaba a definir algunos de sus rizos, enmarcando con delicadeza su rostro, sus ojos que en algún momento habían dejado de derramar lagrimas, aun permanecían levemente enrojecidos, tanto como sus labios, por un frío lógico, pero del que ella no se quejaba, sus formas femeninas, tal como las recordaba, con dos pequeñas diferencias, sus senos se habían comprimido un poco producto de la baja temperatura corporal, las acaricio con sus dorados ojos, a solo centímetros de ella, sintiendo como la temperatura en su interior comenzaba a volar, tuvo un movimiento instintivo de acercársele y tocarla, pero lo reprimió de modo instantáneo, ella no estaba emocionalmente preparada para ello ahora, se quedo estático, solo observándola, pero Kagome contrario a lo que pudiera imaginar, si deseaba que la amara, de ese modo que él conocía, extendió su mano derecha, la que ya había recuperado un poco su tibieza natural, dado que las ropas mojadas le habían sido retiradas y rozo su mejilla con los dedos, ordeno levemente los cabellos que caían entrelazando sus dedos para luego dirigirse hasta los labios delineándolos con el dedo medio, Inuyasha que se sentía transportado ya, tuvo que tragar saliva para controlar por algunos instantes sus deseos de tomarla, solo en ese momento Kagome miro sus ojos, con un sentimiento que superaba cualquier barrera y se pego a él con rapidez, por lo que tuvo que soltar la manta que llevaba en sus manos y recibirla, se abrazo a sus húmedas ropas, besándolo con inquietud, permitiéndole que sintiera a través de la delgada tela de la camisa blanca, sus pechos, aun victimas del frío, lo soltó con premura, justo cuando comenzaba a saborearla, desconcertándolo, con la mirada baja tomo la tela de la camisa y comenzó a tirarla hacía arriba, para retirarla de dentro del pantalón que vestía.

-Ven debes quitarte la ropa mojada…- le dijo, tal y como lo hiciera él instantes antes, a lo que él respondió asintiendo con la cabeza y alzando un tanto sus brazos para facilitarle la tarea.

Una vez que libero la camisa, esta se abrió y ella comenzó a envolver la cintura del hombre con sus manos, posicionándose tras él, tomando por el cuello la húmeda prenda y quitándola, esta al igual que las demás fue dar a un lado, encerró su torso desnudo y se abrazo a él, dejando su rostro apoyado en la fuerte espalda, descansando de todos sus pesares, Inuyasha poso sus manos sobre las de ella, tal vez dándole a entender que estaba segura ahí, Kagome se movió para posar sus labios sobre la piel del hombre, sintiendo como le arrancaba pequeños temblores, repitió una vez mas la caricia, obteniendo el mismo resultado y otra y otra vez, entregándole a la situación las llaves para continuar, deslizo sus dedos hasta el borde del cinturón de la roja prenda que el joven aún vestía, sin despegar el pecho de su espalda, dejando que su agitada respiración comenzara a golpear suavemente aquel lugar, Inuyasha seguía con sus manos sobre las de ella, cada vez mas estremecido, deseando que ella continuara con su recorrido a lo que Kagome respondía sin que hubiera petición verbal de ello, con sus dedos exploró el borde interior de la cintura de aquella prenda enlazando con sus uñas el vello que comenzaba a crecer en esa zona, arrancándole un gemido contenido a el hombre, que luchaba por mantener la calma y no girar para hacerla suya, deseaba que ella fluyera que se liberara, pero los suaves sonidos que él emitía ya habían logrado devolverle la temperatura natural de su cuerpo e incluso aumentarla en algunos grados, por lo que desanudo el pantalón dejándolo caer, se giro y quedo ante el joven, quien ya expresaba en su semblante el grado de excitación que tenía, sus ojos algo mas rasgados que lo normal, su boca entreabierta intentando capturar el aire que parecía escapársele, sus manos algo perdidas buscando piel, lo miro, mientras se mordía el labio inferior, quizá aún temerosa de su actuar, incitándolo, sus manos se abrieron plenas a ambos costados de las caderas de Inuyasha bajando por ellas junto con la ultima prenda que lo cubría, solo que ella también bajo, enloqueciéndolo de un modo que no imagino, al atrapar con sus labios un lugar que él no esperaba.

Comenzó a sentir como las piernas se le debilitaban, la sangre corría frenética por sus venas, podía percibirla, se le secaba la boca con cada halito de aliento, mientras enredaba sus dedos en el azabache cabello de la mujer, que estaba abocada en ese momento a entregarle el mayor placer que le fuera posible, sus oscuros cabellos caían ya mas secos, por su espalda y sus brazos, su espalda algo arqueada hacía adelante intentando acariciar el cuerpo de Kagome, corresponderle en parte lo bien que lo estaba haciendo sentir, la deseaba desesperadamente, era como si todo a su alrededor se borrara y volviera a verse nítido, sus sentidos estaban volando abandonándolo y regresando de golpe, se dejo caer sobre sus rodillas, arrebatándole de la boca a la mujer el objeto que la había mantenido ocupada, para quedar a la par con ella, observo los labios enrojecidos por el trabajo efectuado, húmedos e incitantes y los tomo, desesperado, pero suave, en su mente divagaban algunas ideas, engaño era una, dolor otra, …amor…, comenzó a devorar con anhelo su cuello, mientras ella enlazaba sus dedos en su cabello, acariciaba con sus labios aquella zona, entreabriendo la boca y lamiendo en el recorrido los segmentos de la blanca piel, electrizándola, sentía como se erizaba al paso de sus labios, tomando sus hombros y poco a poco bajando hasta aquellos senos que lo esperaban, que lo invitaban, … Kagome ya se encontraba arrodillada con ambas piernas a cada lado de las de Inuyasha, sus manos enredadas en el oscuro cabello que caía desordenado por su espalda, oprimiendo el rostro del joven contra su pecho, temiendo quizás asfixiarlo en algún momento de lo firme que lo manteníaél se embelesaba con ella sostenida, con una mano abierta como base sobre la espalda y la otra como apoyo para él sobre el muslo de la muchacha, ejerciendo presión de tanto en tanto en ambos puntos, moviendo sus caderas con premura, deseando sentirse dentro de ella, deseando sanar con cada beso que le daba, la herida que llevaba… no sabia de que otra manera decirle que la amaba, en este momento una frase salida de su boca, no sería suficiente para decirle lo que llevaba guardado en su alma, eran sus manos, su boca, los roces que le daba con su cuerpo los que estaban hablando por él.

El ambiente estaba cargado de entrega, no habían en aquel instante obstáculos reales que lograran disolver aquel vinculo formado, simplemente no pertenecían a este mundo en aquel momento, sus emociones los gobernaban y todas ellas estaban dirigidas a amarse a olvidar cualquier cosa que no fueran ellos dos, … no supo en que momento ella se apodero de su virilidad, pero con su mano lo había acomodado justo en el sitio que debía estar, conteniendo el aire, lo observo con sus ojos marrones destellantes, ahora ellos también reflejaban su excitación, dejando atrás las lagrimas que habían derramado, pidiéndole autorización para continuar y a la vez entregándole autonomía para poseerla, sus manos recorrieron el delicado cuerpo que tenía ahí dispuesto para él, solicitándole que entrara en ella, que permaneciera en su alma, que el enigma en el que se había convertido aquella entrega no se acabara con la luz del alba, sentía como si el aire se hiciera mas denso, le costaba tanto respirarlo, era como si le estuvieran extirpando la vida gota a gota, lamió con suavidad sus pechos y la observo, tan desfallecida como él y de pronto se dejo caer, soltando el aire que tenía dentro y arrancándole el suyo, moviéndose con exquisitez, aferrándose a él como si sus cuerpos se ensamblaran, como en un hermoso cuadro de arte, fundidos en un solo sentimiento expresado a través este acto de amor… las heridas en su alma ya no dolían, al menos no ahora, simplemente no existían, eran una vaga ilusión, deseaba sentirse así por siempre, entregada al hombre que lograba sanarla, que lograba que no existieran una Kagome vengativa en ella, el hombre que sacaba lo mejor que poseía, su capacidad de amar…

Oh, Kami… que bien se sentía tenerla, no había en su vida una sensación mas sorprendente que sentir como sus manos al acariciarla le traspasaban el amor que llevaba en su corazón, no tenía dudas, simplemente no podría dejar de amarla jamás, pensaba mientras la oía clamar de un placer perfecto, eran gemidos del alma, su cuerpo disfrutaba la entrega de su esencia, de ella, plena, incluso parecía que su piel brillaba aún mas a la luz de una vela casi extinguida.

-Oh … mi… amor…. – gimoteaba ella entre cortadas palabras que él unía en su interior - … no… dejes…- sus frases se veían cortadas por intensos suspiros que indicaban que la culminación se acercaba - …nunca …- se aferraba mas cada vez al cuerpo de su amado - … de … amarme… así…

-Ka…go…me…- fue todo lo que logro decir antes de hundir su rostro en el pecho suave y acogedor de su mujer, la mujer que amaba, atesorando las palabras que con dificultad había musitado muy cerca de su oído un segundo antes de derramarse sobre él, enviándolas directo a su corazón, incapacitado de responderle del mismo modo, sintiendo como él al igual que ella, se vaciaba en su interior, entregándole no solo una muestra física de su éxtasis, entregándole el alma entera, sin importarle las consecuencias, sin importarle que ella había entrado en su vida para destruirla… nada importaba… solo el amor…

-o

Horas mas tarde, permanecía aún contemplándola, dormida y desnuda sobre el futón, junto a él, cubierta únicamente por una manta, aquella que horas antes no llego a cumplir con su cometido, acariciaba con suavidad el contorno de su cuerpo, el cabello azabache, ahora si ya completamente seco, descansaba sobre la improvisada almohada, sabía muy bien que ella en este momento significaba un abismo en su vida, había sentido en cada segundo de aquella entrega el amor pleno que compartían, … pero los obstáculos aún existían, había que enfrentarlos y sabía que iba a ser difícil, quiso quedarse en vigilia, cuidando su sueño, no sabía cuando podría volver a observarla dormir de esa forma tan placida.

-En que momento fui a enamorarme así de ti?…- expresó, mientras pasaba sus dedos ahora por su cabello, sabiendo que la muchacha aún permanecía dormida, pero ella se giro, sorprendiéndolo de sobre manera, aferrándose a su cuerpo aún con los ojos cerrados, posando sus labios en su pecho antes de susurrarle con una voz consentida, una respuesta.

-Tal vez en el mismo instante en que comencé a amarte…

Continuara…

Nota:

Por favor cuéntenme que les ha parecido, envíen de esos (rewies), como en alguna parte pedí una vez, que vergüenza, pero bueno, se cometen errores, a propósito de ellos, disculpen los que puedan aparecer en este capitulo, pero es que en ocasiones me emocionó escribiendo y me da pereza revisar… n.nU.

Bueno, besitos y gracias por leer hasta aquí.

Anyara