Capitulo XI

La hora de la verdad

Finalmente la luz de la mañana llego y con ella una serie de recriminaciones por parte de Kagome, quien luego de observar con detención por largos minutos el rostro dormido de Inuyasha, quien probablemente solo había dormido un par de horas.

¿Será real este amor?...- musito tan bajito que aunque él hombre que descansaba despreocupado junto a ella hubiera estado despierto, no habría oído.

Se giro sobre el futón, aún desnuda, buscando algo con que cubrirse, para salir de ahí, de algún modo sentía que debía escapar, que en este momento todo era mas confuso, no le servía de nada el duro entrenamiento, si ahora que debía tomar una fría decisión no era capaz, pero antes de incorporarse, sintió como unos fuertes brazos la atrapaban por la cintura, con claras señales de no dejarla ir.

¿Piensas huir?...- pregunto la voz ronca de Inuyasha, que permanecía con los ojos cerrados, acercándose al cuerpo de la joven pegando su rostro a el.

La muchacha exhaló el aire que contenía, soltando el cuerpo, como resignada a su destino

No, creo que ya me atrapaste…- dijo, dejándose caer sobre el lecho nuevamente, mientras el aun medio dormido hombre se acomodaba con su cabeza sobre el vientre de la muchacha.

Si ya estas perdida – contesto, claro que en su interior estaba atando muchos cabos sueltos, sabía cuanto amaba a aquella mujer que ahora acariciaba su cabello con suavidad, ordenándolo un poco quizás, sabía que debía de estar hecho un desastre y se sentía correspondido, pero comprendía que había mucho que aclarar aún.

Kagome se quedo con la mirada perdida en el techo de la habitación, buscando alguna respuesta para este amor capaz de arrasar con todo a su paso que nació entre ellos y que daba claras muestras de no querer morir, ni aun sus duras palabras lograron que Inuyasha la rechazara, muy por el contrario, pudo sentir en cada caricia recibida, el deseo impérenme de curar su dolor, no hubo ni un te amo, pero no lo necesitaron, el amor se respiro en el aire y continuaba ahí.

¿Inuyasha?...- titubeo por un instante

Mmmmmm…- fue la respuesta que recibió

¿Estas bien despierto?...- consulto moviéndose un poco e intentando ver su rostro

Si… muy bien…- respondió apegándose mas a ella, de algún modo sabía que el momento de aclarar la situación había llegado.

Oíste bien… lo que … te dije… … - le costaba mucho hablar, sabía que tal vez esta conversación acabaría con la hermosa sensación que tenía ahora, si tan solo pudiera olvidar todo y quedarse en aquella habitación por siempre.

… sobre tu padre?... si- dijo sin moverse, pero ella se sentía incapaz de articular palabra- … pero sé que mi padre no lo asesino. – concluyo enfático, logrando el enojo de Kagome, quien se sentó de forma violenta en el lugar en el que descasaban y lo encaro.

No puedes decirme eso – exclamo casi a punto de gritar – yo escuche a ese hombre reír frente a mi padre y decirle "esto es lo que ganas por meterte con Inu Taisho", antes de jalar de el gatillo… no puedes decirme que he estado equivocada todos estos años…- ya su voz sonaba mas apagada

Mi padre iba en un avión en dirección a Londres, cuando recibimos la noticia de la muerte de Souta Higurashi….- explico Inuyasha sin dejar de mirar a la joven, pero sin atreverse a acercarse a ella tampoco -… yo iba con él…

Eso no me dice nada…- seguía con la mirada baja

Mi padre contacto al tuyo por petición mía – Kagome alzo su mirada y la clavo en los dorados ojos de el hombre que tenía en frente, acaso él tenía algo que ver en todo esto?

Tu? …-

Solo escúchame,… mi padre fue un hombre muy correcto toda su vida – la mujer solo lo miraba demasiado expectante como para objetar algo – los antepasados de mi madre fueron guardianes de la Perla de Shikkon, hasta que hace 500 años esta se perdió en una catástrofe… Inuyasha relataba intentando conservar la calma, para no omitir detalle -…en ella la familia se separo y los antepasados de mi madre perdieron el rastro de la perla, …

Si mi padre me relato la historia que se traspaso por generaciones de la forma en que la familia había sido separada y la Perla fue conservada por la hermana mas pequeña, … quien fue adoptada por un matrimonio, por fortuna muy creyente y conservaron la joya como un tesoro – continuo con su parte del relato Kagome-

Bueno de hecho eso es algo que desconocía…- dijo el hombre adoptando una postura algo mas relajada, cruzándose de piernas sobre la cama, quedando de frente a la muchacha con mucho interés en lo que estaban descubriendo

Mmmmm… pero por favor continúa…- le dijo con un tono suave y afectivo, dejando por unos instantes su postura de animalito herido

Si… el asunto es que mi madre me relataba desde niño muchas historias referentes a la Perla de Shikkon, de lo mágica que ella era y de lo hermosa también – decía con bastante entusiasmo mientras que Kagome escuchaba con igual o mayor frenesí asintiendo y dándole a entender a él que a ella le sucedía lo mismo-…quedando siempre con un desazón, por no haber podido cumplir con la misión de sus ancestros de conservarla y atesorarla como debió ser… entonces luego, un día, cuando ya ella estaba enferma … falleció de un mal degenerativo-aclaró – vimos en la prensa una fotografía de la Perla y hablaban de tu padre, entonces sus ojos se iluminaron, Kagome,…- dijo de un modo muy expresivo, llenándose sus ojos de lagrimas, ella poso su mano sobre la de él intentando calmarlo -… si la hubieras visto, te juro que pensé que mejoraría con solo tener la Perla de Shikkon y atesorarla unos instantes…

Y entonces decidieron arrebatársela a mi Padre?...- pregunto mientras quitaba su mano, su voz sonó serena e insensible, afilada –

Kagome…- solo pudo nombrarla, no servía de nada todo lo que le había dicho, ella seguiría sin creerle-

Disculpa… no pude evitarlo – sonó lo suficientemente sincera, pero no logró convencerlo del todo

No hay mas detalles que contar,…- respondió bajando la mirada, derrotado -… mi madre murió sin que pudiéramos, conseguir la Perla, quizás si mi padre no… - en ese momento abrió sus ojos enormemente, como descubriendo a través de su propio relato algo que había sido omitido por completo

No que?...- pregunto Kagome con algo de impaciencia

Naraku… Kagome, mi padre le encargo a Naraku el comunicarse con Souta Higurashi y a las semanas de eso… él…- no se atrevió a terminar la frase –

Estaba muerto?...-

Si…- respondió

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En tanto en otro lugar, alejado, se encontraba un hombre de ondeado cabello oscuro, sentado en la terraza de un hotel, con un computador portátil frente a él, una bebida en la mano y la otra oprimiendo con lentitud, algunas teclas.

Kagome Higurashi…- dijo articulando con cuidado cada una de las letras de aquel nombre – así que tu eres Kagome Higurashi…- y en la pantalla ante él la fotografía de la muchacha se encontraba acompañada de una hoja de vida – hasta que finalmente di contigo, quien pensaría que estabas tan cerca…- tras él una voz femenina lo obligo a cerrar con premura el aparato-

Naraku… tienes que vestirte, debemos ejecutar nuestro trabajo – dijo la mujer de negros cabellos perdiéndose en una de la habitaciones, frente a él el paisaje le mostraba una hermosa torre, que era uno de los mayores símbolos de esta ciudad, la Eiffel…

o

El aire en la habitación se sintió extrañamente enrarecido, quizás debido a la sensación de incertidumbre que de pronto se apodero de ambos, Inuyasha aún permanecía sentado sobre el futón, mientras que Kagome se quedo en silencio luego de comenzara atar cabos, en su mente, con respecto a Naraku, lo cierto es que ella jamás lo había visto antes de conocerlo en la mansión de los Taisho y a pesar del poco dialogo que entablaron, que por cierto, en ningún momento fue directo, ya que siempre él se dirigió al grupo, al explicar algunos pasos para cada trabajo efectuado, su presencia se le hacía desagradable, incluso intimidante, no era un hombre mal parecido, al contrario, pero no podía confiar en él, incluso llego a pensar en que podría ser el causante del accidente que había tenido con la cuerda la noche de la recuperación del último fragmento que recuperaron.

Luego de mantener la vista fija por algunos momentos en los pliegues de la manta que los cubría, levanto su mirada marrón, algo cristalizada por algunas lagrimas que intentaban abrirse paso a través de sus tupidas pestañas negras y la sostuvo en los ojos dorados de Inuyasha que la observo expectante y entonces ella se dejo caer sobre su regazo, su cabello azabache se movió tardío por unas milésimas de segundo, tiempo suficiente para que diera la impresión de que volaba, y rodeo con sus brazos el cuerpo del único hombre, que además de su padre le daba tanta seguridad, hundió su rostro en el pecho de él, de algún modo suplicándole por que la protegiera, se sentía sola y desamparada, vulnerable, sorprendiendo a Inuyasha, pues después de tanta desconfianza y su forma de enfrentarlo, temió por que su sueño de tenerla por siempre se viera truncado.

Naraku, no es un buen hombre… – susurro oculta entre los brazos de él, quien ya la había estrechado en un cálido abrazo, poniendo su mentón sobre el cabello algo revuelto de la mujer -

Shhh… tranquila… yo tampoco confió en él…- respondió, acomodando mejor a Kagome mientras se recostaba nuevamente en el lecho, dejando a la joven, envuelta entre sus brazos.

Quiero confiar en ti…- la voz de Kagome sonaba suave, pero acongojada, él beso su frente, logrando que ella mirara sus ojos, ya las lagrimas se habían derramado por sus mejillas, al verlas el hombre esbozó una pequeña sonrisa y acerco sus labios hasta el mojado semblante de ella y entre un toque y otro le pregunto -… siempre… terminare… bebiéndome tus lagrimas?...

Kagome sonrió, por primera vez luego de la difícil conversación y acariciando su rostro con su blanca mano, se acerco a la boca de Inuyasha y lo besó, primero con suaves roces, caricias que le provocaron al hombre una ternura enorme, pegándola mas a su cuerpo, como si con ello pudiera evitar que cualquiera se la arrebatase.

Te amo…- le susurro la voz femenina, ya completamente entregada a aquel sentimiento que por mas que hubiera deseado, ya no podría apagar en su interior, este hombre era lo mas maravillosos que le había pasado en la vida y aunque las circunstancias no eran las mas favorables, no lo perdería a él también.

Oh… Kagome …- exclamó con una emoción que le quebró la voz, mientras la abrazaba de forma tan completa, perdiendo su rostro entre la azabache melena de la muchacha-… no sabes lo feliz que me hace escuchar eso…

Y tú… me amas?...- murmuro, como suplicando por una respuesta positiva-

Lo dudas?...- le dijo, mirando nuevamente los ojos oscuros de la mujer que le hablaban de emociones inexplicables-…claro que te amo… sin ti… me muero…

No hubieron mas palabras, lo necesario ya había sido dicho, así que se fundieron en un beso anhelante, que escondía todos sus temores, pero también sus esperanzas, esa era la magia de aquella unión, superaba cualquier adversidad, la caricia fue brindada con total entrega, suave y delicada, sublime.

Se separo de ella solo unos escasos centímetros, para poder observar nuevamente sus hermosos ojos, ordeno un poco las hebras de cabello que caían sobre su rostro y lo despejo, le sonrió iluminando con ello sus ojos dorados, los que a la muchacha le parecieron mas hermosos que la mas bella mañana que hubiera presenciado, podría comenzar de ese modo, cada nuevo día y de seguro sería inmensamente feliz.

Hoy te llevaré a un lugar, que sé , te encantará…- le dijo con su voz masculina, un poco menos ronca que al inicio de la conversación, pero igual de suave y deliciosa, esa voz que fue el comienzo de todo un cúmulo de sensaciones -… ahora quisiera que me contaras mas de ti…

Ella simplemente asintió, olvidando por primera vez que él era el hijo de el hombre al cual llego a odiar con todas sus fuerzas, él era simplemente Inuyasha, su Inuyasha, el hombre de dorado mirar que la amaba… y entre besos y arrumacos, le fue contando de su vida, de lo mucho que amaba el templo en el cual vivía, de cómo creció sola junto a su padre, de las amigas de su adolescencia a las que no volvió a ver, de sus sueños, de su primer novio, un chico de su escuela llamado Hojo, a lo que el hombre que la mantenía abrazada respondió frunciendo levemente el ceño y ahogando un gracioso gruñido en su garganta, Kagome no pudo evitar morir de la risa a lo que Inuyasha respondió con otro gruñido, la tensión había desaparecido y daba paso a un infantil, pero no menos exquisito juego de arrojarse cuanta prenda de ropa hallaron, entre el piso y el armario.

Las horas pasaron y ya era mas de medio día, cuando Kouga se dirigió hasta la habitación asignada para Kagome, pero al ver que no respondía a su llamado, decidió descorrer la puerta, encontrándose con un sitio vacío y un futón claramente sin ocupar, ya decía él que era demasiado extraño que la muchacha aún no se hubiera levantado, no podía ser que sus hábitos se hubieran modificado tan rápido, miro por el pasillo en dirección a la habitación que debía de ocupar su otro invitado y vio que aún estaba cerrada, sintió un delgado hilillo de ira recorrerle las venas y camino en silencio hasta la puerta, su primera intención, fue la de llamar, pero al acercarse inevitablemente se quedo parado ante ella, al oír un sin fin de risas salir del interior, se notaba al escuchar desde fuera que la carcajadas femeninas, hacían lo posible por no escaparse de la boca de su dueña, pero con muy poco resultado, en cambio, la risa masculina sonaba fluida y feliz, lo que le crispo los nervios, se volteo para salir lo mas pronto posible de ese lugar, pero al girarse se encontró con una mirada esmeralda que lo observaba con completa desaprobación.

Cuando de pronto tras de Kouga, se abrió la habitación, dando paso a una, algo desgreñada Kagome, quien salía envuelta en el mismo Kimono que había lucido con tanta elegancia la noche anterior, solo que en esta ocasión no pasaba de parecer la bata de un pijama, anudada precariamente con una cinta que hallo entre las prendas sacadas del armario, reía ahogada ya por la falta de aire, escapando con dificultad de las manos de un joven tan desgreñado como ella, que vestía su pantalón de tela color gris algo desgastado, y su camisa blanca aún sin abotonar.

El escape dejo a Kagome aferrada a uno de los maderos que sostenían el techo del pasillo, sosteniéndose de el como si se tratara de salvar su vida, ya sin fuerzas para reír y mantenerse en pie a la vez, siendo apresada entre el madero y su victimario, quien reía tanto como ella, hasta que sintieron que eran observados por dos personas que se quedaron en silencio observando toda la escena, entonces las risas fueron cediendo poco a poco y el posesivo abrazo del que era presa la muchacha fue roto mientras y cambiado por un enlace de manos que de todos modos dejaba clara la situación, entonces fue que Kouga, se aproximo lentamente hasta ello y miro los ojos expectantes de Kagome.

A ti no tengo nada que decirte… sabes bien cuanto te aprecio, así que solo te pido que te cuides – dijo con un tono serio pero calmo, casi como un padre aconseja a su hija – en cuanto a ti – entonces dirigió su mirada a Inuyasha, desafiante y molesto – solo tienes una opción, hacerla feliz, o de lo contrario te las verás conmigo.

Inuyasha solo mostró una leve sonrisa que le hablaba de lo bien que entendía sus palabras y el por que de ellas.

No te preocupes ...- fue toda la respuesta que recibió Kouga.

Rato mas tarde, iban viajando hacía la villa en la que vivía la madre de Inuyasha, un lugar que él deseaba que Kagome conociera, pero su teléfono celular sonó, echando por tierra sus planes, las pequeñas vacaciones habían terminado, Sesshomaru le avisaba que estaba todo listo para un nuevo golpe, esta vez sería en París

Naraku y Kikyo ya están allá – se escucho la voz a través del aparato

Naraku…- fue todo lo que repitió Inuyasha, bajo la mirada expectante de su acompañante.

El vuelo que los llevó hasta la cuidad de los sueños, como algunos, solían llamarla, toco la loza del aeropuerto a las 12:45 p.m., el trabajo debía ser llevado a cabo a las 00:30 a.m. lo que significaba que tenían menos de 12 horas, para que Naraku junto con Kikyo, les explicaran los pormenores del plan, en esta oportunidad Sesshomaru insistió en ir con ellos, era la primera vez que un fragmento de la perla había estado tan lejos de su lugar de origen.

Se llevaría a cabo una recepción en el museo de Louvre, la exposición de varias pinturas renacentistas que reinauguraban una sala que había estado cerrada al publico por casi 30 años, por lo que el acontecimiento convoco a un sin fin de personalidades, esta era la mejor oportunidad para entrar al palacete que tenía la víctima de esta ocasión en un refinado barrio de la ciudad, todo estaba silencioso, los empleados que no eran muchos, dormían ya, por lo que el trabajo no debía de ser difícil, las alarmas, como en ocasiones anteriores habían sido bloqueadas por el muy bien ejecutado trabajo de Miroku, que por estos día andaba de un humor envidiable, llegaron ambos figuras hasta la habitación personal de la mujer que habitaba el lugar y se dirigieron directamente hasta la pintura, un Gogant, Inuyasha saco con cuidado el cuadro, para permitir que en esta ocasión fuera Kagome quien abriera la caja de seguridad, pero una vez abierta su sorpresa fue enorme, habían variadas joyas, algunas incluso tenían el sello Taisho en su estuche, dinero y otras pertenencias de valor, pero faltaba el fragmento, de hecho se encontraron con un pequeño estuche negro vacío.

Pero Inuyasha… que paso? – pregunto una muy desorientada Kagome

No lo sé… será mejor dejarlo y partir… alguien se nos adelanto – concluyo ayudando a la muchacha a dejar todo en el mismo estado en el cual lo habían encontrado, para salir de ahí lo antes posible.

o

Una vez en el hotel.

¡No es posible!...- exclamaba Sesshomaru, golpeando con contenida fuerza la mesa con su puño, liberando parte de su frustración ¿Quién se nos habrá adelantado?...- preguntaba mirando a los presentes buscando que alguno le diera una buena respuesta, hasta el momento, no se había encontrado con ningún tipo de competencia.

No lo sé…- dijo Inuyasha aún con su traje negro apoyado en una de las paredes, con los ojos cerrados y los brazos cruzados sobre el pecho – pero este fue un trabajo profesional, nada, absolutamente nada, fue forzado

Mmmm…- fue el sonido emitido por el hermano mayor, quien se giro para mirar a por el amplio ventanal – bueno hemos perdido una batalla, pero no la guerra – dijo ya en un tono mas calmo – aun nos quedan algunas piezas¿Kagome, sabes la ubicación de ellas? –consulto sin voltearse a mirar a la mujer, que estaba a sus espaldas, sentada en el brazo de un de los sillones de aquella sala junto a Inuyasha.

No aún – respondió algo tensa, no había cruzado ni una sola palabra con Sesshomaru, desde el incidente en la mansión y además estaba siendo asesinada por las miradas fulminantes que Kikyo se había empeñado en dale durante toda la reunión – esta semana recibiremos nueva información.

Aquello concluyo con algunas palabras mas, dando paso al descanso de aquella noche, en el que una joven de largos cabellos azabaches entro descalza y en pijama, a la habitación de un hombre que ya llevaba un rato dormido, con el torso desnudo y el cabello algo revuelto sobre la almohada, sin encender la luz, se acomodo junto a él y se aferro a su pecho, cerrando los ojos, para descansar protegida por el hombre que amaba, Inuyasha la rodeo con sus brazos sin abrir los ojos, aspirando su inconfundible aroma.

Me gusta como hueles…- le dijo, con la voz algo adormilada

Ella sonrió dándole un suave beso en el pecho, apretando luego el abrazo, dejando de ese modo que la noche los cubriera con su manto estrellado, permitiendo que los sueños fluyeran y fueran compartidos, ya nada lograría separarlos, eran uno y lo seguirían siendo.

Continuara…

Gracias por mantenerse leyendo hasta aquí, espero que la historia les este pareciendo coherente hasta el momento, creo que es lo principal, bueno es difícil decirles a cada uno que ha dejado un mensaje, algo en particular, aunque les prometo que me daré ese trabajito para el próximo capítulo, y con respecto a la ortografía, que fue algo que por ahí leí, lo sé, mejorará lo prometo, y espero que hayan disfrutado este en particular y suma y sigue…

Besitos

Anyara

PD: deben perdonar algunas fallás, pero por motivos que no tienen relación directa con mi escritura, o sea, los brujos de AQUÍ, me borran los signos al inicio de un diálogo, bueno ya mejorará.