Capítulo XIV

"Ella"

Eres un fraude… ¿se te olvida que solo una sacerdotisa puede unir la Perla?...

Era cierto, cómo había podido obviar aquello, pensó que tal vez con los escasos poderes que había heredado de su familia podría unir la joya, pero no fue asó y veía en el semblante de Inuyasha el triunfo y la seguridad que no estaba dispuesto a dejarlo disfrutar.

Tienes razón, - respondió volviendo a aquella tranquilidad que tenía antes del incidente – pues entonces utilizaremos a la sacerdotisa ¿no lo crees?

¡No Naraku! – exclamó el hombre, sacando desde su escondite, el arma de su padre, apuntando con gran seguridad, Kikyo por su parte que observaba la situación, metros más a tras, no pudo menos que cubrir su boca con ambas manos, a cada momento estaba más arrepentida de haberse involucrado en los planes de Naraku, que según los acontecimientos comprobaba que estaban demasiado lejos de los suyos – esto término, solo detente.

¿Y tu crees que me detendré después de todo este tiempo, por qué tú lo ordenas? – la risa que salió de la boca del hombre sonó estridente, como si hiciera eco en el lugar y sobre todo dentro del pozo, llegando clara y limpia hasta los oídos de Kagome que a cada momento temía más por la vida de Inuyasha, sin saber con exactitud que era lo que se desarrollaba fuera de aquel lugar en el cual se encontraba.

El arma resplandecía entre sus manos, parecía sostenida con la firmeza de un experto, pero nada más lejos de aquello, ya que sentía que en cualquier momento comenzaría a temblarle la mano, matar a un ser humano era algo que no estaba en sus planes, pero defendería a Kagome a cualquier costo, observó como Naraku avanzó unos centímetros hacía él y la sangre se le heló tendría que disparar de continuar así, y vio como el hombre de pálido rostro y desquiciante mirada acercaba una mano hasta la muñeca contraría haciendo un ademán, como de estar visualizando la hora, pero aquel reloj, resultó bastante particular, pues levanto una tapa que cubría el disco central del mismo, Inuyasha comenzó a sospechar del artefacto y con justa razón.

¡Detente! – exclamó casi en un grito el joven de cabellos oscuros, produciendo que la tensión del momento lograra hacer destellar sus ojos dorados, ante la luz del sol naciente.

Tú eres quien debe detenerse – dijo Naraku, tan seguro de sus palabras que Inuyasha sintió un leve escalofríos recorrerle la espalda, algo tramaba este hombre, lo sabía - … O ella me ayuda… o simplemente haré estallar el pozo – concluyó esta vez manteniendo solo una curvatura en su labios que marcaba a la perfección la sonrisa de su triunfo, sabía demasiado bien que el hijo menor de Inu Taisho, no dejaría que algo le sucediera a su mujercita, era tan predecible, al igual que el padre.

El muchacho palideció al ver lo que ocultaba la pequeña cubierta circular, miró de medio con rapidez el contorno interno del pozo y se halló con su peor sospecha, una pequeña luz roja que tintineaba al igual que la del reloj de pulsera que portaba Naraku, lo que le hablaba de la veracidad de su amenaza,…piensa, piensa se decía, pero la sonrisa en el rostro de su adversario no le daba tregua, no había tiempo y Kagome peligraba, lamentablemente no encontraba otra salida, de haberse tratado de su vida, lo más probable es que hubiera intentado algo osado, pero lo que se jugaba era el bienestar de joven de cabellos azabaches. Bajo lentamente el arma, terminando por colgar como continuación de su brazo derecho, la mandíbula apretada y la cólera dorada fluyendo de sus ojos.

Hizo todo lo que el hombre culpable de que el corazón se le estuviera apretando en el pecho con aquella incertidumbre creciente, le ordenaba, dejó el arma en el piso y la arrojó a una distancia suficiente como para no poder dar con ella fácilmente, Naraku continuaba esbozando la misma sonrisa triunfadora, mientras que la figura de Kikyo se ocultaba con dificultad tras de uno de los pilares que sostenían parte del techo del templo principal de aquel lugar. El individuo de cabellos castaños que ondeaban al viento matutino, lo instó a tirar una cuerda con la que de seguro lograron dejar sumergida en la oscuridad a la mujer que lo preocupaba en este momento, dentro de aquel pozo para que fuera por ella, Inuyasha no podía evitar preguntarse si este hombre estaría trabajando solo con Kikyo como cómplice. Arrojó la cuerda hacía la penumbra, esperando no dañar a Kagome, la que ya se encontraba bastante asustada frente al silencio que se había apoderado por unos segundos del lugar.

Inuyasha le dio una última mirada a Naraku, antes de entrar al pozo, probando la resistencia de la soga para ponerse de pie en la entrada y arrojarse, pero no alcanzó a hacer aquello, cuando fueron interrumpidos, dirigiendo sus miradas hacía la parte que indicaba la entrada al templo, de la nada y en cuestión de segundos, se encontraban algunas patrullas justo en aquel lugar, Naraku apretó los dientes con furia, estaba rodeado, con varias armas apuntando a su cuerpo y observó con malestar como de entre los vehículos aparecía la figura sentenciosa de Sesshomaru, demasiado parecida a través de la contraluz matutina a la de Inu Taisho, quién se lo habría imaginado, finalmente el hermano mayor vino en ayuda del menor.

Los dorados ojos de Inuyasha no daban crédito a lo que veía, era algo parecido a la "caballería" que aparecía justo en los momentos en lo que todo parecía perdido, pero de pronto, dejando de lado su alegría inesperada, recordó el mecanismo que el hombre llevaba anclado a su muñeca y nuevamente un escalofríos le recorrió la espalda y miró a Naraku, mientras que éste se volteaba para clavar sus ojos en los de él, de un modo retador. Sin importarle que aquellos agentes que le apuntaban, terminaran por dejarle caer aquellas balas que permanecían expectantes en la boca de sus armas, accionó el mecanismo que haría explotar la entrada al pozo, sepultando a Kagome en aquel lugar lúgubre, como una total ironía, "el pozo de los huesos" y de pasada arrojar a algunos metros Inuyasha despedazando su cuerpo, ye que sabía bien que el poder de aquella explosión era similar al de una mina unipersonal. Inuyasha miró la luz rojo tintinear, mientras que todo parecía pasar por su mente de un modo tan lento, debía ponerse verde, pensó,…estallaremos, se repetía casi de modo inconsciente…Kagome…fue lo último en lo que pensó antes de cerrar los ojos.

La mansión se encontraba en penumbras, desprovista completamente de vida, desde el incidente con Naraku, nada era igual, solo unos cuantos empleados mantenían el lugar e incluso Myoga había decidido partir de vuelta al lugar que tanto amaba, la residencia en la que había estado al servicio de la madre de Inuyasha.

Las luces en aquel palacete eran de una intensidad cegadora, podía tomar asiento en alguna parte del jardín y contemplar el interior sabiendo que el solo espectáculo que te entregaba la monumental construcción, era suficiente para bloquear tus sentidos. Las parejas en el interior danzaban, casi como si se tratara de algún baile de la realeza, de hace unos cuantos siglos, el salón pulcramente decorado hacía notar la relevancia de aquella reunión, era un homenaje que el Ministerio de Bienes Nacionales, se había encargado de dar, para los hermanos Taisho, los que se habían encargado de recuperar de las manos de personas inescrupulosas, las partes de la valiosa Perla de Shikkon, declarada patrimonio del País.

Sobre el estrado se encontraba el Subsecretario de Bienes Nacionales, y junto a él, sentada su asistente, la señorita Kagome Higurashi, una más de las piezas clave para que reunir nuevamente la joya, que había sido robada a su padre desde el templo en la cual se la veneraba. Sentado junto a ella se encontraba un apuesto joven de ojos dorados, el que había sido total centro de atención al igual que su hermano, por el mar de hermosas mujeres que habían decidido asistir a aquel baile, que reunió a lo más selecto de la sociedad. Habían pasado ya dos meses desde que capturaron a Naraku y a Kikyo, dejando al descubierto, que la mujer, que se desempeñaba como asistente de Sesshomaru en las Empresas Taisho, estaba trabajando en alianza con el otro delincuente apresado, en el espionaje de información trascendente para el manejo de sus negocios, por lo que también estaba siendo procesada por la justicia, por los cargos de espionaje financiero, lo que era de relativa gravedad, y complicidad en el secuestro e intento de homicidio de Kagome, lo que sumaba varios años a la condena inicial, siendo el cargo de verdadero peso, en tanto Naraku, ya había sido procesado, como autor intelectual de homicidio doble y ejecutor frustrado de ella, lo que le significó, presidió por al menos veinte años.

Los discursos terminaron y luego de recibir un recordatorio por lo bien considerados que eran por el gobierno, los hermanos, quienes recibieron el reconocimiento de pie uno junto al otro, compartiendo un instante de liderazgo, considerando la situación bastante inusual para quienes los conocían, no se miraron, ni cruzaron palabra, pero al menos era evidente que ya se soportaban.

Inuyasha bajo del podium para acercarse sigiloso y sin ser percibido, hasta la figura elegante que envuelta en un vestido delgado de color azul oscuro que dejaba a la vista en detalle las formas que la tela cubría, las sandalias de tacones que calzaba, eran el detalle perfecto, para aquel traje, su cabellos azabache recogido de forma casual, dejando que algunos rizos cayeran por su espalda, una copa de champagne, se posaba con delicadeza entre sus dedos, mientras compartía amenamente con Sango y Miroku, quienes al fin resultaron ser los responsables de aquel "rescate" tan avezado, si no hubiera sido por que Inuyasha paso antes de ir al templo Higurashi, por Kagome, hasta la casa de Sango con un extraño encargo, que por cierto aún permanecía con ella, Buyo, jamás habría sabido lo que estaba pasando, le pidió que le comentara a Miroku el lugar al cual se dirigía, claro que no imaginó que este se dirigiría a Sesshomaru, para ir en su ayuda.

Continuaba observándola mientras iba acortando la distancia cada vez más, haciendo un pequeño gesto a Miroku, que lo había visto para que no digiera nada. Se acercó cauteloso acercando sus labios hasta el oído de la muchacha, la que se irguió un poco más cuando sintió el aliento de sus palabras jugar con algunas hebras de su cabello, aquella voz que desde un principio logro estremecerla.

Eres la mujer más hermosa de la gala¿te lo había dicho? – acompañando a sus palabras, la mano de Inuyasha se posó con precisión innata en la cintura de Kagome, mientras que ella se comenzaba a girar, para quedar atrapada en un abrazo, ligero, lo suficientemente cercano, para rayar en la falta de protocolo, pero muy alejado, para lo pegados que desearían encontrarse, habían pasado ya la última semana separados, por algunos asuntos d negocios que él tuvo que atender y después de todo ella también debía trabajar. Una exquisita melodía comenzó a ser tocada por los músicos a cargo de amenizar la velada, un tema previamente pedido por el joven de cabellos oscuros, que no dejaba de contemplarla con sus ojos dorados, intensos y enamorados - ¿Bailamos?.

No había mucho más que decir, dejó la copa, sobre una de las charolas que paso por su lado en manos de uno de los etiquetados varones encargados de la atención, para aceptar ser llevada con los dedos de Inuyasha entrelazados con los suyos, hasta el centro de lo que era una pista de baile, un voz tenue entonaba con delicadeza la pieza que les habían pedido, mientras que Kagome se dejaba guiar por los suaves y varoniles movimientos que el hombre efectuaba.

She may be the face I can't forget

Ella, quizás la cara que no puedo olvidar

The trace of pleasure or regret

El rastro del placer o del pesar

Kagome se sostenía lo más fuerte posible del hombre que la rodeaba posesivamente con sus brazos, estaba feliz y tranquila, la música que llegaba hasta sus oídos, era la perfecta compañía.

Quizás mi tesoro o el precio

Que tengo que pagar

Tenerla nuevamente entre sus brazos, era la paz más esperada, después de temer por su vida del modo en que lo hizo, jamás imaginó, que la mujer que apareció en su vida, un día sin más, se había convertido en su mayor razón de vivir.

Ella, quizás la canción que canta el verano

Quizás la frialdad que trae el otoño

Puede ser cientos de cosas distintas

Dentro de la medida de un solo día

El tema que había escogido era perfecto, o al menos a él le pareció cuando lo escuchó hace dos días, estaba lejos de la ciudad, en Londres de hecho, visitando una tienda muy elegante, retirando aquel hermoso regalo que llevaba para ella…ella, su Kagome, su mujer, elevó un poco el rostro para poder observarla con mayor detalle, encontrándose con los hermosos ojos oscuros que conservaban aquel toque místico que tanto lo desquiciaba.

Ella, quizás la bella o la bestia

Quizás el hambre o el banquete

Puede tornar cada día en

Un cielo o un infierno

Ella puede ser el espejo de mis sueños

La sonrisa se reflejó en una corriente

Ella puede no ser lo que ella parece

Dentro de su cáscara.

No se cansaba de contemplar los ojos dorados de aquel hombre que la había transportado sin ni siquiera saberlo, de vuelta a su verdadero ser, la mujer que había deseado vengarse de todos, desapareció, dando paso a la que ahora permanecía firme en aquel abrazo.

Ella quien siempre parece

Tan feliz en una muchedumbre

Cuyos ojos pueden ser

Tan privados y tan orgullosos

Sentía que en ocasiones al observarla de ese modo, se estaba adentrando en su alma, buscando, quizás, algún indicio de la tristeza que la llevó hasta él, Inuyasha sabía que ella había aparecido en su vida con un solo propósito, pero aunque en ocasiones alguna sombra amenazaba con oscurecer su futuro, él estaba seguro de que todo estaba bien ahora.

Nadie tiene permitido verlos llorar

Ella, quizás el amor que no puede durar

De hecho hace señas,

De las sombras del pasado

Que yo recordaré, hasta el día que muera

¿Me acompañas?...- Fue lo que Inuyasha le preguntó con aquel suave y varonil tono que usaba cuando quería conseguir algo. Kagome solo le sonrió indicándole que lo seguiría.

Camino con ella tomada de la mano hasta el jardín, un extenso parque, tal ves tan grande como el de la mansión en la que aún habitaban, la música salida desde el salón los acompañaba, bajo el manto estrellado de un cielo magnifico, intensificado por la luminosidad de Venus, que brillaba de un modo particular esta noche.

Ella, quizás la razón de que sobreviva

El porqué la razón de que yo viva

Se sentía temeroso, casi como un quinceañero a punto de dar su primer beso, la llevaba aún de la mano, caminando unos metros alejados de las luces y del "público", la noche le sentaba bien a Kagome, se decía, mientras la observaba de reojo, apretando sus dedos sobre la mano de ella. Le indicó un lugar para sentarse y él la acompañó, el momento había llegado, debía confesarle ahora lo que tenía ahogado en la garganta, se soltó el nudo de la corbata un poco, como intentando que las palabras fluyeran, pero verdaderamente no era bueno con ellas.

Es una hermosa noche – Comentó la muchacha a modo de decir algo, hacía tiempo ya que notaba una extraña actitud en su compañero, pero no se atrevía a preguntar, de algún modo ya sabía lo que le pasaba, luego se decidió y lo miro a los ojos, como alentándolo a que digiera ya lo que tenía que sacar de su interior, había enfrentado grandes peligros, por qué temerle a los sentimientos.

Inuyasha al ver los ojos oscuros y perfilados por largas y negras pestañas, comprendió el mensaje, ella estaba esperando por sus palabras, aquellas mismas que en este preciso instante le costaba tanto exteriorizar.

La que cuidaré por los años

Ásperos y lisos

La música continuaba tras ellos, tocando bellos acordes que lo alentaron a hablar

Kagome… no es mucho lo que tengo que decir – comenzó, observando los ojos expectantes de la muchacha - … creo que casi todo esta dicho entre nosotros… y bueno… yo…- bajo la mirada y la poso en las manso pálidas que estaban entre las de él.

Acepto…- fue lo que la voz suave de la joven le dijo, casi como acariciando con ella sus sentidos.

…yo…- no alcanzó a decir mucho más cuando volvió a posar sus ojos en los de ella, que le sonreía abiertamente.

Yo, tomaré sus risas y sus lágrimas

Y las haré todas mis recuerdos

Entonces fue que comprendió que no había realmente que más decir, se acercó a los labios que aún esbozaban una sonrisa y los abrazó con los suyos, bebiéndoselos, acerco una de sus manos hasta el cuello de la joven y la acercó más a él, ahondando el beso, sintiendo que no había en el mundo algo que deseara más que casarse con Kagome, que así como dentro de su corazón sentía que era solo suya, en lo legal fuese igual, recordó entonces el obsequio que había viajado junto a él desde Londres y soltó sus labios, dejando que de ellos escapara un suspiro ansioso.

Cierra los ojos – le dijo, con premura, mientras que ella con el rostro algo caprichoso obedeció, y entonces le puso sobre las piernas una pequeña cajita de terciopelo negro – ábrelos…- anunció

No se dejo esperara, abrió el pequeño estuche, encontrando en su interior una pieza de joyería maravillosa, un anillo con incrustaciones de pequeñas y brillantes piedras que formaban una frase que se plasmaban tanto en la joya, como en el alma de quién la portaba, "te amo", Inuyasha lo tomo y lo deslizo por el dedo de la muchacha para de este modo cerrar un pacto de amor y vida con ella.

Para cuando ella se vaya, yo pueda existir

El significado de mi vida es... ella

Ella..., oh ella.

Algunos minutos pasaron, contemplando el cielo, se habrían recostado sobre la hierba de no ser por el lugar en el cual se hallaban, pero ya habría tiempo para ello, Inuyasha tomo de la mano a la que ahora había pasado a ser oficialmente su novia, para dirigirse nuevamente al salón, aún les quedaba noche que disfrutar y una vida que compartir.

En un lugar apartado de todo, en un valle a las afueras de la ciudad, se erigía una potente construcción, completamente encerrada en al menos dos rejas de alambrado, con un visible letrero de advertencia, sobre la electricidad en ellas, pero de pronto, en la calma de aquella noche, las sirenas de los puestos de vigilancia se activaron,… habían escapado, tres fugitivos, llevaban un par de horas desde la última ronda del guardia que cubría aquel turno, por lo que ya contaban con una ventaja…Los ojos del sujeto que corrías intentando escalar los cerros, para salir lo antes posible del alcance de la policía, solo reflejaba un sentimiento en sus ojos, …rencor…

Acabaré contigo… y con ello con tu linaje… Kagome Higurashi

Continuara…

Hola a todos, soy un poco floja para poner notas de autor, bueno creo que eso ya lo han notado, pero de todas maneras aquí voy

Arigatou a:

Linli chan, Belen, Lorena, Sefiro, Lou Asuka, La Andrhea, Rerry, Kaori sama, Ar-Narwen, Saralim-moon blackpotter, La emir, Ishi-dora, serena tsukino chiba, ladyofshadow8, MONIK, Fabiola Inuyasha, Kaissa, Akisu, Chiisana Minako, padilla-chan, Miki Matsura, Sesshi23, LucyYasha, Crystal-Darling, Itnuzi desli, Suisho Haruka, Inuyasha, hitoki-chan. klau-san, Saiko Katsuka, neese´s, Estefanía, kitzya-kagome, himura, Hitomi Kansaki Fanel, yelitza, the girlfriend of sirius, hitoki-chan, Urpi

Espero no haberme saltado a ninguno de los que han dejado mensajes en este fic, claro que debo agradecer de forma particular a los que me han acompañado a lo largo de él, a mi amiga Chiisana Minako, con la cual he entablado una gran amistad y la conocí gracias a este escrito en particular, a Sesshi23, mi amiga entrañable la que me acompaña siempre a través del MSN, aunque por ese medio soy pésima compañía…uff…a Linli que es una loca pero me cae muy bien y a Séfiro, con quien apenas he comenzado a medio comenzar, por que mientras escribo esto para variar la deje esperando, como a muchos de mis contactos gracias, por la paciencia a todos ellos…

Besitos

Anyara