Hola a todos y gracias por continuar leyendo, este no es un cap. Demasiado largo, para como me gustan a mí en realidad, pero bueno las circunstancias lo han querido así y la verdad parece que resultó mejor, por que no "vago" tanto por internet, me dedico.
Espero que les guste este cap. Y que dejen muchos mensajitos, creo que la historia ahora si ya esta llegando a su fin... pero debía de ser así.
MENSAJE DE NUESTROS AUSPICIADORES:
ENTRE LAS ALAS DE UN ANGEL by Anyara
LO QUE DESCUBRÍ EN TUS LABIOS by Anyara
MI INTIMO ENEMIGO by Anyara "NEW"
Besitos
Anyarita ciber navegando para ustedes
Capitulo XIX
El origen de la venganzaEra esta, inescrutablemente una mañana extraña, había salido de entre los pliegues de las sábanas del sueño que el hombre que ahora caminaba tras ella, amenazado de muerte había creado, para caer en las garras de Naraku, un hombre que guardaba para ella e Inuyasha un rencor arraigado con los años, y cuyo origen desconocía, lo que terminaba por convertirlo en un ser demasiado peligroso.
Apresúrate – rezongaba el hombre lejos ya de su semblante bien cuidado de antes, la cárcel había dejado estragos en él, los ojos rojos le brillaban ante la anticipación de un premio, la perla de Shikkon, esta vez podría palpar su victoria unificada. Llevaba a Kagome tomada del brazo, ejerciendo presión en ella que apretaba los dientes para no quejarse, no quería que Inuyasha corriera un riesgo mayor, por intentar auxiliarla, además no le daría gusto el maldito de Naraku de verla doblegada - ¿creíste que habían ganado? – Continuaba hablando encolerizado casi en un monólogo – pues no será así.
Inuyasha avanzaba a solo algunos pasos de Kagome, atado de manos y con la mandíbula rígida, sabía que tanto el tipo que venía junto a él, como el que caminaba atrás, estaban armados, ciertamente sentía que iba a estallar de la furia, cuando veía el modo demasiado agresivo con que el bastardo sostenía a su mujer. Sabía que de haber estado solo, no le habría importado arriesgar su integridad, para deshacerse de los malditos estos, pero ahora era diferente, de él dependía también la seguridad de la muchacha.
¿Cómo te han cambiado Inuyasha? – Exclamó Naraku, buscando provocar al menos de los Taisho, mirándolo de reojo – meses antes ya habrías intentado algo para acabarme – sonrió con malicia, mientras acercaba sus labios al cuello de Kagome, tirando de ella para reducir la distancia – debo agradecértelo mujer... - continuo, olfateando con lujuria alrededor del oído de la joven que movió su cabeza intentando esquivar el aliento que el hombre le estaba dejando caer, escuchando como Inuyasha gruñía por lo bajo – creo... que disfrutaré de ti luego... - dijo algo agitado, oprimiendo con más fuerza el brazo de Kagome, para atraerla.
¡Suéltala maldito engendro! – Gritó furibundo, mientras se abalanzaba sobre él, siendo sostenido y terminando aquello en una lucha infructuosa, sintió un "clic" tras su nuca y la presión del cañón de un arma que lo obligó a inclinar la cabeza.
Uhm, pero que impetuosos... – sonrió Naraku – si la defiendes de ese modo tan fiero... - iba acercando su boca a la de Kagome, mientras que el joven tensaba cada músculo de su rostro – debe ser una potra digna de montar... - concluyó ante la fría mirada de ella y la frustración lacerante de Inuyasha.
Será mejor que no lo pongas en riesgo si realmente deseas saber cómo utilizar la perla de Shikkon – Sentenció la mujer con voz calma y segura.
El hombre abrió los ojos, a pesar del poco poder espiritual que poseía, logró percibir la energía que emanaba de la sacerdotisa, preguntándose que tan fuerte podría llegar a ser ella, quizás más de lo que él con sus armas sería capaz de controlar.
.Eso no será problema, siempre que cooperes – hizo un gesto con la cabeza al tipo que tenía amenazado a Inuyasha y éste retiro el arma -...vamos – ordenó apretando nuevamente el agarré en el brazo de Kagome, pero ella tiró de el.
Sé el camino – indicó, con el mismo tono calmo y decidido, que había usado antes, Naraku comprendió que por un capricho, se le estaba escapando de las manos el control sobre la mujer, pero ya vería ella de lo que él era capaz, entonces simplemente la soltó.
Entraron, cuatro de las cinco figuras, hasta el despacho que pertenecía a Sesshomaru, uno de los hombres había quedado al final del pasillo para vigilar. Una vez que la caja fuerte estuvo al descubierto, Kagome se aproximó.
Inuyasha, la combinación...- dijo con seguridad, había dejado de pronto de ser la mujer frágil de la noche anterior, su rostro estaba tenso, pero a pesar de ello hermoso.
¿No pensarás entregarle la perla?- rebatió presuroso el hombre, clavando sus ojos dorados en la mujer que en estos momentos le daba la espalda a metros de él.
¡Inuyasha! – Alzó la voz ella – solo hazlo – aquellas palabras le sonaron más a un "confía en mí"...¿debía confiar?... no lo pensó más, los números comenzaron a oírse.
Mientras oprimía cada botón, no pudo evitar pensar en si realmente la joya estaba maldita como se decía, ya que muchas leyendas hablaban sobre las tragedias que rodeaban la historia de ella, no pudo evitar recordar aquella que su padre le relataba, como si se tratará de un cuento, la de una extraña sacerdotisa llegada de tierras lejanas, Kagome era su nombre y la raíz del suyo, ya que por ella la habían nombrado su madre y él, la mujer que liberó a un mitad bestia que se encontraba sellado en un árbol del tiempo, hechizado para dormir por siempre, la misma que fragmentó la perla y en el transcurso de un extenso viaje para recuperarla y de múltiples peligros en ello, logró domar el corazón impetuoso del hanyou, del cual jamás su padre le dio el nombre, constantemente se lo reservó cuando ella de niña preguntaba, diciéndole que algún día lo sabría...al menos aquella historia tenía un final algo más grato, ya que la pareja se unió y se convirtió en la base del linaje de guardianes de la perla.
Abrió la caja y en su interior estaba el oscuro estuche que conservaba la esfera se lo entregó a Naraku y este presuroso miró el contenido, confirmando que su trofeo se encontraba ahí, luego se lo ofreció a Kagome.
Tómala – dijo el hombre dirigiéndose a Kagome, quien solo le dejo caer una fría mirada.
Eras tú, quien deseaba la perla – respondió ella, sin movimiento alguno, sin la menor intención de tomar la joya, pero entonces Naraku, chasqueo los dedos de su mano libre y uno de los hombre se adelantó un paso hacía Inuyasha, intentando amedrentar a la muchacha, y lo logró, por que a pesar de que su temple era firma, el hecho de que el hombre que amaba estuviera en tan grande peligro, la hacían tambalear.
No creerás que yo, un simple mortal, me atreveré a poner mis manos sobre la poderosa perla de Shikkon que acaba de ser purificada por una sacerdotisa – mientras el malvado individuo decía aquello, Kagome ya tenía entre sus dedos la esfera, que dio un pequeño, pero visible resplandor, al ser tomada por ella.
Caminaron hasta el fastuoso jardín, por azares del destino, el hombre los llevó hasta los pies del enorme cedro que se erguía frente a la habitación de Inuyasha, el árbol, impasible, movía sus hojas, otorgándole al lugar una sensación de contrastante paz. Algo en el interior de Kagome la hizo detenerse en aquel árbol, como si pudiera escuchar voces salidas de él, era extraño, sabía que desde que unió la perla sus sentidos eran más agudos, pero ¿no estaría creando ideas demasiado increíbles?.
Inuyasha sintió que un escalofríos recorría su espalda, cuando escuchó que Naraku le solicitaba a uno de sus matones, su arma, temía por la mujer que estaba con él, si ese bastardo era capaz de hacerle algo a la mujer él enloquecería y de seguro algo no muy bueno podría llegar a suceder. No recordaba el haber temido tanto por alguna situación en su vida, el dolor más grande que había pasado, era la perdida de sus padres, pero incluso el fallecimiento de su madre, aunque penoso, era algo previsto, y bueno su padre, fue repentino, pero que más podían hacer, el avión en el cual viajaba simplemente falló, arrebatándole la vida a los empleados que iban con él también.
Naraku tomó en sus manos el arma y la puso sobre la sien de Inuyasha, al menos la amenazada no era Kagome, pensó, pero no podía sentirse aliviado, pues sabía bien que si algo le sucedía a él, vejámenes aún peores le esperaban a la muchacha en manos de estos tres individuos.
Kagome Higurashi – nombró Naraku, mientras oprimía un tanto el cañón del arma sobre la cabeza del hombre, que apretaba sus dientes con furia, y los ojos dorados le fulguraban, ella se ahogó al intentar detener al tipo, no comprendía cuál era la finalidad de tanto sufrimiento, si lo que deseaba era la perla y esta ya estaba a su disposición.
¿Qué pretendes? – Interrogó Kagome, sintiendo como le retumbaba en los tímpanos, la forma tan llena de odio con que el tipo había dicho su nombre.
¿Qué pretendo?...- sonrió punzante, buscando el modo más gráfico e hiriente para contarle sus motivos -...terminar contigo y con ello, acabaré con tu linaje... pero antes debo lograr que esa maldita joya que llevas en tus manos este impura y eso lo lograré con tu ayuda – dijo esto, empujando un poco más con el arma la cabeza de Inuyasha, quien se curvó un tanto ante la presión del meta en su sien izquierda, tenía la mandíbula tensa, si sus manos estuvieran ahora en libertad, ya habría acabado con esta situación.
¡¿Por qué odias así a mi familia!...- exclamó más decidida al ver como se comenzaba a enrojecer la piel de Inuyasha en la zona de la presión, mostrándole de ese modo cuán fuerte estaba siendo ésta. Tenía tanto miedo, pero no podía demostrarlo, no ahora...
Tu familia...los malditos Higurashi...ellos fueron los causantes de la deshonra de mi familia, si ustedes no hubieran logrado purificar la perla, hace quinientos años, mi sangre sería otra, en este momento nuestro poder sería grandiosos – sus palabras sonaban tan carentes de razón, era como si estuviera imaginando un mundo en solo unos segundos, algo que sus ojos reflejaban encendiendo el rojo en ellos, al punto que le causó escalofríos, sabía de lo que éste hombre le hablaba, la leyenda de la sangre derramada sobre la perla.
¡Eres un Masashi!...- exclamó Kagome sin poder contener su sorpresa
Inuyasha demostró la suya de igual forma, tampoco lograba esconderla, él también había escuchado acerca de aquella familia, constituida por ladrones y bárbaros, que buscaron la perla de Shikkon, de hecho luego que la sacerdotisa que la creo, Midoriko, la ocultó dentro de su propio cuerpo, para que nadie hiciera mal uso de ella, fueron estos saqueadores y asesinos, quienes la buscaron, hasta dar con ella y luego de darle un baño de sangre, con la muerte de una virgen ultrajada, esta estaba lista para sus propósitos. Convertirlos en los seres más malignos que se recordara en la historia y traspasar ese legado, por generaciones, pero ahí fue en donde se encontraron con los poderes espirituales de los Higurashi, los que tenían la misión de resguardar la perla de Shikkon, si esta era descubierta y protegerla de las negatividad que se encontraban en el alma de algunos humanos.
Si lo soy, ... y la sangre de este humano, sumado al dolor del corazón de una sacerdotisa, serán suficiente, para hacer de esta joya la concentración que necesito para manipular a quien de me antoje...
Un plan demasiado macabro, pensó la muchacha, miró a los ojos de Inuyasha que no lograba comprender por que parecían despedirse. Una puntada en el corazón lo hizo temer lo peor, ¿ella se sacrificaría?...Kagome sabía que lo que estaba a punto de hacer, la acabaría, pero no tenía otro modo de poner a salvó la perla y la vida de Inuyasha, sabía que era la guardiana, tal como su padre se lo había dicho muchas veces, "tal vez un día tengas que decidir, y debes hacer lo correcto"... lo correcto... no había otra alternativa.
Todo sucedió tan rápido, pero a la vez, parecía pasar frente a sus ojos de un modo angustiosamente lento, Naraku, se separó algunos pasos de Inuyasha, dejando entre él y el cañón del instrumento, algo menos de un metro de distancia, preparó el arma, escuchándose con demasiada claridad el "clic" de esta, como si no existieran más sonidos alrededor, como si la naturaleza se hubiera silenciado, Kagome vio como si las hojas del árbol que ahora reconocía como uno de los del tiempo, se movían cada vez con más languidez, como si estuvieran congelando sus cabriolas, como si todo se estuviera deteniendo.
Tomó la joya entre sus manos y la encerró en ellas, modulando con sus labios un "te amo", que a Inuyasha le paralizó el corazón, él sabía perfectamente lo que ella haría y sintió que las lagrimas se le agolparon de improviso en los ojos, una intensa luz de un resplandor rosa, comenzó a salir por entre los dedos de la muchacha y fue acrecentándose cada vez más, mientras que ella ahora con los ojos cerrados, apretó los párpados, ante el sonido del disparo del arma en la mano de Naraku, en el momento exacto en que la perla atravesó su mano, como si no fuera tangible, como si se tratara de una imagen y de pronto ya no logró vislumbrar más un fulgor inexplicable la cegó y su conciencia se perdió, ya estaba hecho, peor al menos sabía que el mal, también había sido eliminado.
Continuara...
