IDEM: MEJORES AMIGOS

Clasificación: R

Género: Angst, Slash

Parejas: Harry x Ron / Ron x Hermione

Sinopsis: Pequé de tu cuerpo aún tú perteneciendo a alguien más, probé tu cuerpo exquisito, te demostré sin palabras que ante todo somos mejores amigos. E ingenuo fui al jurar que sólo sería por una noche.

Capítulo 02. Lo que no debió ser

Un chico de aspecto seriamente melancólico y deprimido bajó las escaleras oscuras y torcidas de la Madriguera, sus ojos verdes y tristes pasearon en análisis de la casa, ¿Desde cuándo había perdido tanta vida aquella amada vivienda?, caminó el estrecho corredor hasta la cocina entre lentos pasos agobiantes, observando la oscuridad presente bajo los mechones de cabello mojado, negro azabache resaltante con la piel ligeramente trigueña, al poner un pie en la habitación iluminada por rayos de sol una cariñosa voz sorprendida le recibió.

Molly Weasley se acercó a él después de saludarle, percibiendo el aura de tristeza mezclada con resignación que le rodeaba, abrió los brazos un poco y le abrazó, incitándolo a recargarse en su regazo, lo cual sucedió como hacía meses. Harry necesitaba más que nada un aire maternal que le consolase por la nueva pérdida que el silencio no hacía sino alimentar; se afianzó de ella, su ropa, ocultándose con fuerza.

Harry entendía muy tarde su error, el haber -amado- a una persona que no participaría en el futuro, a un imposible. -Amado- porque quizá no era sino atracción momentánea, si es que acaso lo era, o si era sólo simplemente la demostración de su amistad, un cariño verdadero entre dos hermanos.

Error era el no saber si Ron le gustaba antes de siquiera tomar su mano y acariciar la piel lechosa hasta llegar a sus labios, tomar el cuerpo por una noche de dolorosa locura que ahora lloraba.

"No debí hacerlo...no debí... ¡Maldita sea!"

-¿Qué te pasa, Harry, cariño? Dime...- poco a poco fue gritando su soledad, el dolor de perder a todas las personas que amaba o acaso conocía y él permanecer inmune ante ataques enemigos. Que los demás pagasen por su existencia: Sacrificio por él. No mencionó el hecho de Ron, le hizo nuevo nombre e inventó excusas para llorar que no sería lo mismo con él. Que jamás serían tan buenos amigos como antes.

El trío estaba perdido.

Conforme los minutos fueron pasando, la calma volvió a él junto con la resolución de olvidar lo que había sucedido y actuar como si la sola idea fuera risible. Se fue soltando de la señora Weasley, no sin antes repasar su abrazo y agradecerle el haber escuchado lo que él llamaba tonterías, así como soportar su presencia. Se limpió el rostro, deshaciéndose del rastro salado de lágrimas, y se ofreció a ayudarle con el desayuno. Cuando ella, con voz maternal, le pidió que hiciera las pases con Ron, él asintió vigoroso, diciendo que actuaría como si nada, nunca, hubiese pasado.

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Ron Weasley despertó completamente solo en su habitación, sobre la cama naranja desarreglada, alargó un brazo hacia atrás con el afán de encontrar a su mejor amigo acostado hacia tan sólo dos horas a su lado, pero el intento resultó infructífero. Se sentó en la cama en un movimiento brusco que le cobró con un fuerte cansancio. No estaba a su lado o en otro lado del cuarto, ni siquiera la ropa que habían arrojado a los aires estaba ya decorando el suelo, muy por el contrario se hallaba en el cesto de la ropa sucia.

Habían dicho que lo suyo era imposible, lo comprendía...pero aceptarlo no.

Su propio despertar había sido sólo para verlo, con el instantáneo pensamiento de lo que había sucedido, con tal lucidez como ningún otro hecho estaba presente.

"Lo nuestro no es imposible...sino jamás hubiese comenzado"

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-¡Ron! Buenos días. Harry estaba a punto de ir a despertarte- Ron viró hacia el chico que ponía los cubiertos, balanceando entre sus brazos unos vasos, una sonrisa fina se dibujó en el rostro trigueño al momento de darle los buenos días y asentir a la alusión mientras le observó sólo por los instantes precisos que le llevó el hecho.

-Buenos días- terminó de poner la mesa, dio media vuelta hacia la señora y al recibir la petición de ir por los chicos, aún dormidos, fue rápidamente hacia el estrecho pasadizo sin siquiera mirar a Ron o lucir enfadado.

El pelirrojo en cambio se quedó llevando los platos a la mesa, esperando que regresara para confirmar aquella "normalidad" que aparentaba, y no tuvo que aguardar mucho para saber de él, ya que tras unos minutos volvió a aparecer, junto con los tres jóvenes que en ropa de dormir entraron. -...dentro de dos horas ¿no?- Fred asintió, saludando a su madre (que servía la comida) con un beso medio adormilado en la frente. -¿Y cómo les va?- George hizo lo mismo, al igual que Ginny, los tres sentándose a la mesa. El primer pelirrojo bostezó con todo cinismo, estirándose deliciosamente mientras contestaba la pregunta de su amigo.

-Un éxito...estamos compitiendo con Zonko. Aunque, bueno, es nuestro día libre y los cuatro chicos que contratamos se harán cargo... Pero luego vas a ir ¿no?-

-¡Por supuesto!-

-Oye Harry, ¿Si de casualidad hiciéramos un botón que garantice tu preferencia por nosotros, te lo pondrías?- el aludido alzó la ceja derecha, sentándose a la mesa frente a George y como única respuesta alargó la mano hacia él, donde tras una sonrisa fue depositado un botón rojo con letras doradas, citando "Yo voy a Sortilegios Weasley" en forma animada, así como momentos después un dibujo en caricatura de los dos traviesos pelirrojos idénticos que con su mejor cara de ángeles saludaban. Sonrió y se lo puso en la playera negra, compartiendo una mueca de complicidad.

-Y ustedes me harán un muy buen descuento ¿verdad?- ambos alegaron de forma positiva, no pudiendo negar ese capricho a su patrocinador.

Harry sabía que Ron, a su extrema derecha, le observaba rigurosamente pidiendo un poco de su atención; pero sabiendo ya lo que iba a decir, le ignoró y comenzó a desayunar.

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La ida al callejón Diagon que se había pospuesto por más de una semana y media, por fin había quedado como fecha definitiva al día siguiente. Las razones por las cuales no habían ido antes eran las constantes peleas de Harry y Ron, que no parecían llevarse bien hasta ese día, aunque la familia entera no supiera el porqué, la mañana siguiente a su encuentro.

Molly Weasley les dio permiso de retirarse de la mesa no sin antes colocar los platos del desayuno en el fregadero, donde por mágicas maneras se lavarían solos. Harry salía al jardín junto con Fred, George y Ginny, y justo cuando la señora de la casa iba a preguntar a Ron sobre su pelea de la noche anterior, mientras pensaba porqué no habían hecho las pases, el trigueño se asomó nuevamente a la cocina, interrumpiendo sus propósitos.

-Ron ¿Vas a venir o no?- el pelirrojo se puso en pie, aliviado de que no le ignorase, le siguió lleno de entusiasmo, con la esperanza de que platicarían, después de dar una excusa a sus hermanos.

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Harry y Ron caminaban en silencio ya alejados de la Madriguera, siguiendo el suave sendero de arenosa textura que formaba un camino hacia donde Harry no conocía, contrario a la montaña; por propia petición del último habían dejado a sus hermanos jugando la nueva actividad muggle enseñada por el jovencito Potter: Football. Gracias por supuesto a los tesoros del señor Weasley.

Al ver que no se decidía a hablar y por otra parte deseoso de zanjar el tema, Harry interrumpió los pensamientos de Ron con un gentil carraspeo, animado por su propia curiosidad de saber lo que le comía la cabeza justo en esos instantes, y ante su propio reproche, si estaba pensando en él.

-¿Qué querías decirme?- la pregunta que sonó amable y fácil no tuvo igual contestación, los ojos azules de su mejor amigo se negaron a observarle más allá de unos instantes de reconocimiento, prefiriendo al brillo de mediodía que lastimaba las pupilas delicadas. Pareció pensarlo profundamente antes de poder liar coherente la primera idea racional que se cruzó a su paso, no por un segundo la más adecuada, pero la más obvia en definitiva.

-Voy a escribirle a Hermione...para disculparme- Harry le observó incrédulo, concentrándose en los rasgos avergonzados de su mejor amigo, pero cuando comprendió tras unos segundos que nada sacaría de aquella cabeza dura ni de sí mismo, le siguió la corriente.

-Me alegra. ¿Por qué se pelearon?- sonrió sinceramente, aquel podía ser otro paso hacia atrás, hacia su realidad de todos los días, no cuando uno se encontraba en brazos de otro haciéndose el amor.

-Una tontería...yo...bueno, ella me dijo que...tú sabes...que ella...- hizo un gesto con la mano, como si eso manifestara sus palabras confusas. Sin embargo Harry no tardó mucho en saber de lo que se trataba, no por nada eran los mejores amigos. Siguiendo caminando hacia ningún lugar en particular, con voz inusualmente segura terminó la frase.

-...Que te amaba ¿No?- el tono de voz que usó fue totalmente plano, sin emoción ni los sentimientos que había querido escuchar Ron de su parte. Un poco de aliento, quizá...un poco de otros demonios expresados en palabras...

-Sí...y...- se criticó de tonto por haber empezado precisamente por esa parte, alzó el rostro susurrando las dos palabras y observó los ojos verdes que no le perdían de vista; por lo que Harry pudo unir los cabos, sonrojándose de pronto por el recuerdo de la noche pasada y el conocimiento de que Ron también pensaba en ello.

-...y tú no dijiste nada- sí, eso no era como el "Idem", simplemente había sido el silencio del otro lado de la línea telefónica; y había enfurecido a Hermione. Harry asintió en comprensión ya que ninguno de los dos se atrevía a un "te quiero", tan diferentes de las chicas. -...pues no es precisamente una tontería- dejó de observarle, reanudando el paso. -...debiste decirle que la amas- Ron le observó incrédulo, su fugaz plan echado a perder.

-¿Y si no fuera así?- se detuvo en seco tal y como el pelirrojo lo había hecho, un par de pasos adelante viró hacia él, dando media vuelta, decidido a dejarle en claro que lo de ellos no volvería a pasar.

-Pero lo es, Ron...y tú y yo...- sin embargo el brillo azul melancólico le hizo callar, descubriendo en los orbes celestiales un deseo que su mente no pudo procesar con rapidez, demasiado sorprendido para evitar lo que al final y al cabo fue irremediable.

Ron le tomó por los hombros halándolo fuerte hacia su cuerpo, dejando sólo un corto espacio entre ellos, no lo suficiente para no sentir el sorprendido aliento de su compañero golpear sus labios entreabiertos, agachó un poco el rostro, inclinándose hacia la derecha para tener mejor acceso a él, sin dejarlo de ver un segundo, retándolo a negarse. Tentó varias veces en acercarse lentamente, sonriendo con complicidad por el sonrojo que demostraba Harry, que al comprender lo que sucedía retrocedió con los ojos muy abiertos, soltándose con un fuerte empujón al otro; sólo para esta vez ser besado a la fuerza; Ron sosteniéndolo por la ropa.

Con aún las manos en el pecho del otro, cerró los ojos, callando a la maldita conciencia con el fuerte hechizo que Ron había inventado para él, correspondió el beso, entreabriendo los labios de igual forma curiosa. Bajó un poco su contacto ahora suave, recorriendo lentamente la piel ya conocida por sobre la ropa y justo fue cuando se descubrió introduciendo las manos bajo la playera del otro, percibiendo el ligero estremecimiento de su cuerpo, que rompió el beso, empujando a su desprevenido amigo, y tirándolo al suelo. Dio un par de pasos hacia atrás, sólo para después recordar su decisión. Bajó la mirada verde arrepentida y musitó las palabras exactas que pudieron golpear a su compañero aún tirado en el terreno, sentado con ambas manos sosteniendo su peso. -Escríbele a Hermione y salúdala de mi parte- pasó a su lado sin observarlo, regresando.

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En su cabeza oyó nuevamente las palabras frías, odiando el tono sin realmente tal, que le había abandonado en el suelo, lejos de la casa y de una reconciliación amigable. Subió las escaleras haciendo un gran estruendo, marcando cada uno de sus pasos por si Harry estaba cerca para poder escuchar su berrinche; con la única suerte de que un gemelo abrió la puerta justo cuando pasaba delante de su rellano, observándolo con aire autosuficiente.

-¿Sabes? Las escaleras no confesaran nada - una suave risa de parte de tres personas, dos idénticas y el que en primer lugar había sido objeto de su búsqueda, le llamaron la atención hacia el interior del cuarto, donde Harry jugaba cartas en una de las camas junto con George que en esos momentos de distracción del pequeño se escabullo adelante observando la mano del trigueño, maldijo en voz alta captando esta vez la curiosidad de todos; la escena hizo enojar a Ron nuevamente. Les ignoró y siguió subiendo las escaleras con igual fuerza. Fred, recargado en el marco de la puerta vio a su hermano desaparecer en su propio cuarto. -A que se pelearon ¿No?- susurró un poco aburrido de la que ya era rutina.

-Sí- la tierna voz de Harry le contestó, observándolo entrar y cerrar la puerta tras de sí. -¡GEORGE!-

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El penúltimo de los Weasley azotó la puerta de su habitación, sentándose en el borde de la cama sólo un momento antes de ponerse en pie susurrando maldiciones, caminando hasta el destartalado escritorio bajo la pequeña ventana. Se sentó en la silla que empero de su ligero peso rechinó. Dio un golpe a la madera, haciendo que el cajón derecho, a unos pocos centímetros de su costado, saliera casi disparado hasta separarse de los goznes. Sacó unos pedazos de pergamino en limpio entre todas las cosas restantes que un adolescente pudiera guardar, así como un tintero casi vacío y una pluma de águila gris rota a la mitad.

Vapuleó el escritorio de tal forma que el cajón volvió a su lugar.

Abrió el tintero, humedeció la punta de la pluma en él, y tomando un trozo de papel, comenzó a escribir sumido en sus propios pensamientos, muy alejados de la vengativa carta a su novia enfurecida que era echa sólo para poner a Harry en su lugar.

...Pero por otro lado, ¿Qué había esperado obtener de Harry al pronunciar aquella misiva? ¿Celos? Porque así había sido planeado en un principio... ¿No? ¿O era sólo otro pretexto para besar sus labios?

Hermione:

Mañana iremos al callejón Diagon para comprar las cosas de la escuela. ¿Nos vemos a las 10:00 a.m. frente al Caldero Chorreante?

Perdona lo del otro día.

Besos, tu novio.

PD: Sí te amo.

...Porque de hecho era así ¿No?

Cerró los ojos, reclinando hacia atrás la silla, de lo único que estaba seguro, ya no de si le gustaba o no Harry, si quería que estuviera celoso, o si estaba convencido de no había sido un sueño, era que en efecto amaba a su siempre insoportable Hermione.

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Era domingo, ya hacía varios minutos que estaban en el Callejón Diagon, enfrente del Caldero Chorreante unos cuantos minutos antes de las diez de la mañana, a lo que Ron pretextó Harry había invitado a Hermione el día anterior para verles y hacer las compras juntos, lo cual por obvias razones significó el enojo de parte del trigueño, indignado de que no dijeran la verdad. No que se hablaran mucho desde el día anterior, ya que no era así, y por fortuna no se pusieron a pelear.

Un minuto antes de la hora indicada, Hermione se reunió con la Señora Weasley, Ginny, Harry y Ron, dándole un tímido beso en la mejilla a su novio, zanjada la pelea.

-Buenos días Ron, señora Weasley, Ginny... ¡Harry!- no es que se sorprendiera de verlo, ya que había mantenido comunicación con él durante el verano; pero el tenerlo en persona le dio mucho gusto. -Gracias por lo del otro día, me ayudaste tanto...- también le dio un beso, aunque ahora decidido en agradecimiento; haciendo enojar a uno de los testigos cuando ambos se abrazaron y Harry le susurró unas palabras al oído, no sin dejar de verlo justamente a él con una mueca extraña. -Lo supuse. Gracias nuevamente- al separarse, el joven Potter ya sin observar a Ron, le dio un pequeño beso en la frente, después de haberle confesado que le daba alegría la reconciliación, y que entendiera al pelirrojo, al no saber cómo confesarse.

-Bueno chicos, será mejor que nos demos prisa antes de que no podamos siquiera entrar a Flourish & Blotts- asintieron como única respuesta y fueron de compras.

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Horas más tarde, ya sin supervisión adulta, cuatro chicos, dos de ellos niñas, una menor que la otra por un año, ambas muy bonitas, los dos chicos altos, delgados y atractivos, en especial el más bajo y de apariencia infantil, un joven trigueño de ojos verdes y cabello azabache alborotado que lucía nervioso, presidiendo la comitiva por unos cuantos pasos de adelanto, incluso un poco antes que el pelirrojo que le observaba de mala forma, a un lado de su novia; paseaban por las amplias y bulliciosas calles de Hogsmeade en busca de más tiendas de ropa.

Harry llevaba entre sus manos unas bolsas con lo que sería su nuevo atuendo, sin embargo, parecía no estar satisfecho.

-¿Y a quién debemos venerar de haberte convencido?- Harry no lo pensó mucho, tenía la respuesta en la lengua, sin embargo antes de decir sus palabras se dirigió a un escaparate juvenil donde observo unos maniquíes que parecían lo suficientemente pagados de sí mismos, no que él fuera a verse tan alto y musculoso como ellos al vestirse con esa ropa, ya que no sería así ni soñando; pero el título "PKDO" en letras informales realmente le había llamado la atención. Los demás le siguieron mientras él abría la puerta con su sola presencia en ella.

-Fred me dijo anoche que necesitaba un cambio...- pasaron, no era una tienda tan grande como aquellas departamentales en el Mundo Muggle, pero lucía excepcionalmente elegante y moderna, un rotundo giro en su universo.

Sin esperar siquiera instrucciones Hermione y Ginny se separaron del grupo, comenzando a recorrer la tienda como sólo un par de chicas podía hacerlo.

La ropa no se encontraba en habitual orden colgada en múltiples ganchos que dificultaban el paso y al final se caerían y estropearían, ni encajonada en la pared mostrando un abrumador número de prendas; sólo un ejemplo de cada una se hallaba expuesto bajo cristal a lo largo y ancho de las paredes blancas con detalles rojos, respetando un considerable espacio entre cada conjunto.

Bajo la emoción disfrazada de cortesía de los dependientes, y la diversión de sus amigos, Harry Potter consiguió un nuevo completo enorme guardarropa y calzado, teniendo que encoger todo y guardarlo en una sola bolsa blanca con las letras rojas de la que sería ahora su tienda favorita. Se hallaba exhausto y Ron otro tanto, ignorando cómo las dos jóvenes parecían inmunes a las horas después del permiso de la Señora Weasley. Había gastado casi trescientos galeones, pero como todos le convencieron, James y Lily habrían gastado mucho más en su guardarropa, además, le habían hecho un considerable descuento que ¿Cómo rechazar?

Salió del probador por última vez, portando un conjunto para celebrar la reunión, con lo que Ginny recordó porqué se había enamorado de él en un principio.

-¿Tan bien me veo?- dio una torpe vuelta, como si con ello fuese capaz de verse en su infantil gesto. Llevaba una camisa negra de mangas largas, y un pantalón de mezclilla oscura así como unos zapatos-tenis en varias tonalidades nocturnas; nada del otro mundo pero la perfecta talla para él dejaba ver lo que la ropa de Dudley ocultaba bajo una delgada capa de descuido y vagabundeo, y lo que las túnicas guardaban en los sueños de sus admiradores: un precioso cuerpo y valga decir que la mirada de Ron se detuvo en su cadera, un muy lindo trasero, el cual...le trajo recuerdos incómodos, sabiendo que no podría expresarlos ahora que Hermione estaba ahí, porque de no ser así habría tomado a Harry contra la pared del probador.

-¡Ahhh, me van a matar!- Hermione dio un pequeño grito desesperado, se despidió de Ginny y Harry explicando que había quedado con sus padres fuera del Caldero Chorreante a las 7 de la noche, quince minutos para la hora y ellos aún allí. Tomó la mano de Ron, halándolo con la obvia incitación de que le fuera a dejar como todo buen caballero a su dama, y tras una furibunda mirada de advertencia obtuvo su nervioso asentimiento. -Adiós chicos- dio media vuelta, llevándolo hasta la salida bajo la mirada divertida de los testigos.

-¡Eh! ¿En dónde nos vemos?- dijo siendo casi arrastrado fuera de la tienda.

-¡En la tienda de los gemelos!- le alcanzó a gritar Harry, compartiendo una sonrisa con la pelirroja. Recordando algo importante el trigueño se detuvo, sacando el botón de preferencia que había prometido y colocándolo en su camisa lo accionó.

Comenzaba a caer la noche cuando ambos se dirigieron a Sortilegios Weasley.

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Le tomó de la mano a su amiga, abriéndose paso entre una verdadera multitud formada para entrar a la tienda.

-Se me olvidó que era domingo...- Harry se agachó, abriéndose paso entre las cuatro filas de cerca de cincuenta personas de todas las edades y características, reunidas ahí sólo para conseguir un ejemplo de las fechorías de los gemelos. Tuvieron que empujar a varios despistados que por poco los aplastan contra el piso, y pisotear a otros tantos que también lo hacían, aún agachados lo suficiente para no ser visto entre la marea de gente reunida, incluso tapando el acceso de varias tiendas que de cuando en cuando reclamaban a los Weasley, y en otros instantes le agradecían por haber traído a la gente de vuelta a aquel olvidado pasaje; lograron llegar a la entrada, pero Harry que acababa de voltear para cerciorarse del buen estado de la pelirroja, chocó contra alguien que evitaba ese tipo de intrusiones.

-Buen intento. ¡A la fila!- se puso en pie, reconociendo la voz, sorprendido del tono autoritario que supuso en ocasiones así heredaba de su madre. -¡Eh, Harry, hermano!- suave, divertido, ese sí era uno de los gemelos. -No te reconocí. ¡Ah, Ginny! Pasen, pasen...- entre varios abucheos los impacientes se amotinaron contra las entradas abiertas de par en par, en total desacuerdo. -¡Callen! ¡He aquí nuestro patrocinador: Harry Potter!- si lo que quería era menguar los ánimos, en definitiva no lo logró; aunque eso sí, los gritos y abucheos callaron por completo. Ahora sólo era alegría.

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-Esto ha sido la locura desde el inicio de vacaciones. Mamá dijo que en estas temporadas quizá preferiríamos cerrar ya que la gente tiende a desaparecer de las ciudades, pero ¡Hombre, el rumor de la tienda se ha extendido tanto que ahora vienen turistas!- Harry rió satisfecho ante el comentario, aquella pizca de buen humor era definitivamente lo que necesitaba en esos instantes. Tomó una de las escobas, comenzando a barrer en el local, ya habiendo cerrado a las nueve de la noche y después de divertirse jugando al vendedor con dinero de verdad, ahora sólo quedaba limpiar, hacer el inventario de lo "perdido" y dejar todo en orden antes de partir a casa; lo cual harían mediante el Autobús Noctámbulo. Fred intentó quitarle la escoba a Harry, quien ya iba por la mitad de la tienda; y se liaron en una pequeña lucha, cada quien halando el objeto hacia su lado. -No tienes...que...hacer...esto- George, que con su varita colocaba en lo alto unos frascos de dulces que hacían crecer cabello por todas partes, viró hacia ambos, así como Ginny, que hacía el inventario.

-Harry, deja...siempre lo hacemos con magia- entre la mitad de oscuridad que anunciaba Sortilegios Weasley había cerrado, se pudo distinguir la sonrisa traviesa de Fred que en esos momentos acababa de soltar la escoba, dejando que Harry cayera hacia atrás con tal suerte y tan poca pista de lo que sucedería, que se golpeó la espalda baja en uno de los pequeños exhibidores de cristal, sólo alcanzándose a sostener de la vitrina, sintiendo un agudo dolor en su mano; alcanzando después el borde del mostrador a un lado, soltando la escoba y acomodándose de espaldas a ellos mientras se sostenía en pie, percatando que la pequeña vitrina se había roto y entre los cristales en pedazos unas ligeras gotas de su sangre adornaban los dulces más caros y especiales.

-¡Mierda!- se oyeron a coro los gemelos mientras la puerta se abría y una chica un poco asustada gritaba al intruso un poco embotado con sus  pensamientos, "¡Ya cerramos!". Ron puso mala cara, cerró la puerta, encendió las luces restantes y se quedó boquiabierto por la escena que encontró.

Fred acababa de deslizar las manos bajo la camisa negra de Harry, alzándola poco a poco hasta descubrir la mitad de ella. Una fea larga línea horizontal comenzándose a hinchar en la piel trigueña se abrió con un brusco movimiento del joven Potter cuando el pelirrojo pasó la mano cerca de la herida.

Sin embargo el ligero maltrato que había sufrido su mejor amigo no era lo que le llamaba la atención, sino la posición en que estaban. Él frente al mostrador, con parte del cuerpo y ambas manos recargadas en el largo cristal, con la camisa subida y una posición no muy propia sabiendo que el chico Weasley se hallaba a su espalda, muy cerca, acariciando la piel lastimada y enrojecida comenzando a sangrar. El humor de Ron ennegreció cuando Fred colocó la palma entera a pocos milímetros del pantalón de Harry, y se desató cuando George, a un lado de su igual tomó la mano del joven Potter, percibiendo sangre en sus dedos.

Ron no supo lo que hacía cuando caminó decidido hasta ellos, apartó a Fred de un empujón y rompió el contacto de George forzando sus dedos a soltar a Harry; no sin después colocarse a la defensiva, de espaldas al ojiverde que le observaba estupefacto, a él y a Fred, que había lanzando un fuerte puñetazo en venganza.

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El regreso a la Madriguera había estado envuelto de un molesto zumbido de abejas, el silencio más incómodo que hubieran experimentado. Los brincos agresivos y caídas dentro del Autobús Noctámbulo no hicieron sino empeorar el humor de los cinco chicos, incluso de Ginny, que había ayudado a separar a sus hermanos de lo que se había vuelto una lucha desigual. Ron contra los gemelos, y Harry en medio de toda la trifulca había recibido un puñetazo en el estómago que le hizo enfurecer. El hermoso ángel cayó del cielo y dejó a los tres tan embotados que toda guerra terminó, llevándose las razones al olvido.

El recibimiento de la señora Weasley había sido de todo menos agradable.

Los chicos se sentaron en la sala a explicar su inaceptable conducta, por supuesto culpando al de junto para salvar su libertad. Molly sacó su varita, comenzando a curar a los afectados mientras escuchaba lo que tenían que decir. El primero en declarar fue George, que con lujo de detalle comentó "el agresivo modo en que llegó Ron a golpearlos a todos", versión en la cual incluso Ginny había sido vapuleada por un irreal hermano enloquecido por la furia y el alcohol desmedido.

Los moretones en el rostro del gemelo desaparecieron casi por completo y la hinchazón de su mejilla izquierda, donde Harry había dejado la huella de su puño, comenzaba a ceder. Sin embargo, ya volada la imaginación fue imposible contener el cuento relatado por el joven, así como las intervenciones de Fred y ocasionalmente de una muy divertida Ginny, bajo claro las calladas negaciones de Ron.

-...tomó una de las cajas...-

-¡Y la aventó contra Harry!-

-¡Nosotros apenas nos íbamos poniendo de pie cuando ya lo tenía contra la pared!- completó la hermana menor.

-¡Uno de nuestros clientes había olvidado su cartera (yo como buen niño Fred la guardé en lugar seguro), regresó por ella y entonces...!-

-¡Ron fue hasta la puerta, le dio un rodillazo en el estómago y lanzándolo contra nosotros...!-

-¡Nos volvió a tirar al suelo, mamá! Luego regresó con Harry, le obligó a comer unas grageas explosivas y...-

-¡¡¡BASTA!!!- el fuerte grito hizo tal silencio que las voces traviesas parecían nunca haber estado ahí. Suspiró con profundidad, recordando tranquilizarse y virando hacia el chico que se hallaba curando en esos instantes, intentando desaparecer el ojo morado y la herida en sus labios, esperó sus palabras -¿Ron?- el pelirrojo se hundió en el sofá.

-¡Cuando entré estaban lastimando a Harry! ¡Yo sólo lo defendí! Luego...pues...es decir ¡Todos empezamos!- la mueca de indignación, furia y horror de Molly desapareció cuando preocupadamente dirigió la vista hacia el trigueño que dejó de sonreír al percatar la atención en él.

-Harry, querido, ¿Cuál de estos monstruos te hizo daño?-

-¡¿Monstruos?!- corearon los gemelos, Ron, a un lado de su mejor amigo también salió a la defensiva.

-¡Ey!-

-¡SILENCIO!- la mirada asesina de su madre les hizo callar, pareciendo pequeños niños de Kinder al ser víctima de tal observación. -¿Y bien, Harry?- el aludido bajó la cabeza, sabiendo que desilusionaría a sus amigos al decir la verdad, pero por otra parte, no podía permitir que los castigaran de por vida, aunque la idea se le antojase.

-Bueno...emmm...Fred y yo jugábamos, y...ehhh...ca y rompí una vitrina con la espalda; los gemelos intentaban saber qué tan grave era mientras Ron entraba en la tienda y cuando nos vio... CREY" que ellos me estaban golpeando así que...quiso defenderme, y pues, ya ve...- señaló a los tres chicos enfrente de él, golpeados, sangrando y de muy mal humor por él. -Todo fue un malentendido, señora Weasley. Se lo juro- la promesa de Harry junto con la cara de dolencia y arrepentimiento (fingido) de los cuatro hermanos fue suficiente.

-Está bien, Harry...yo sé que tú nunca me mentirías- los chicos Weasley se abstuvieron por su propio bien de comentarios sarcásticos. -A ver, querido, quítate la camisa, necesito saber qué tan profundo fue...- Ron, a su lado, se sonrojó; observándolo virar hacia él, sabiendo bien que compartían pensamientos.

-¡Fue sólo un rasguño!- negó rápidamente, sin embargo al ver la mirada de convencimiento de Molly lo pensó dos veces. Como toda respuesta se puso de pie, desabotonó la camisa, la colocó en el sillón; y se colocó de espaldas a la mujer, que sentada inmediatamente exclamó su desaprobación.

-¡Dios, Harry!- incluso él la observó de reojo, un poco nervioso, no había sido tan grave como para exaltarse así ¿o sí?; los cuatro hermanos se pusieron de pie velozmente y fueron a observar el motivo de tal exaltación. -¿Quién te ha hecho esto?- Molly pasó suavemente su mano izquierda por la bronceada espalda.

-¿Heridas de batalla, Harry?- dijo George en doble sentido, solazado con la situación de ver su piel fuertemente rasguñada. El chico de ojos verdes entendió la indirecta que él mismo se habría lanzado y avergonzado contestó una desesperada negativa.

-¡No! ¡No fue eso! Fue por...- interrumpido por la voz de Fred había olvidado lo que iba a decir.

-¿Qué exactamente no fue?- Harry dio varios pasos torpes adelante, media vuelta junto con una mirada furiosa que sólo duró un instante a su mejor amigo, y colocándose la camisa salió corriendo a las habitaciones.

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Sus ojos azules observándolo, las manos blancas acariciando su piel, el aroma fresco de su cabello suave, los labios correspondiendo a su locura y los estremecimientos cada vez que osaba alejarse un poco más, ir un poco más allá de su relación, o su voz...diciéndole entre líneas que le quería y que por aquella única noche sólo serían ellos dos entre nubes de mentiras. Harry no sabía lo que más le gustaba. Y dolía pensar que creyéndolo suyo, aún teniendo la certeza de ignorar a su conciencia, jamás, ni por un segundo le había pertenecido más allá del cuerpo.

Tonto de sí al creer que había sido sólo por ese día, no que unas pocas horas serían catástrofe para su amistad, el trío de Gryffindor vendido por un poco de sexo e idolatría. También creer que podía fingir para siempre que ver a Ron y Hermione tomados de la mano o intercambiando miradas pensando que nadie les veía, no le dolía o siquiera le provocaba enfermedad, celos de una criatura verde incitándolo a asesinarlos de forma lenta y dolorosa tal y como él se ahogaba en depresión; había sido un pensamiento ingenuo.

¡Dios! Tan sólo pensar en olvidar a Ron era absurdo.

Su torso desnudo subía y bajaba con alarmante lentitud, casi sin movimiento; acostado sin reserva en la cama naranja, parpadeando de vez en cuando el llamativo color del techo que en aquellos instantes lucía interesante.

¿Por qué Ron no se permitía olvidar y le dejaba sollozar en silencio lo que pudo haber sido, atormentarse con el recuerdo hasta que éste tomase su cordura y le llevara a un infierno disfrazado de paraíso? Pues lo que había prometido ser por una noche la mayor felicidad de su vida, tenerlo sólo para sí y nadie más, se estaba convirtiendo en un rotundo fracaso.

Sin aviso Ron entró a la habitación, abriendo y cerrando la puerta a su paso; percibiendo en medio de la confusa oscuridad a su mejor amigo recostado en la cama, un ligero cuerpo de hermosura que en aquellos instantes se mantenía inmóvil, como si estuviese dormido.

-Mamá está muy preocupada porque no bajaste a cenar...se puso a llorar...- Harry no agradeció en absoluto la pequeña llama de culpa, opacada y finalmente desaparecida por el enojo y la tristeza. -Dijo que nos estabas ocultando algo y que...que ella sólo estaba preocupada. Creyó que te habían hecho daño- ¿Daño, más daño que el que le hacía su niño de ojos azules? Harry sonrió ante la alegoría. -Mamá te quiere mucho...no deberías ponerte así por ella- Harry ésta ocasión sí río, doloroso y casi maniático, lo cual hizo a retroceder al pelirrojo que con pequeños pasos se había acercado hasta él.

-¿Realmente crees que estoy así por tu madre?- se sentó en completo silencio, colocando los pies en el suelo hacia donde estaba parado Ron; recargándose sobre sus piernas, en un acto de sensata explicación. -No puedo olvidarlo, es absurdo ¡Era sólo una noche! ¡Tú y yo lo sabíamos!- el pelirrojo se tensó, observando entre las sombras a Harry, sorprendido por su abierta declaración de sexo casual. Sin embargo, también estaba consciente de que ninguno de los dos lo quería así, por más que intentaran convencerse de su error. Quería decir algo a favor de su relación, alentar un nuevo paso definitivo, pero sabía lo que diría, y eso lo haría pensar; justamente la posición innecesaria en su romance.

-¿Por qué...?- tentado, se colocó en cuclillas, incitándolo mientras recorría lentamente sus piernas en pijama con los largos dedos, subiendo quizá a un nivel poco decoroso de caricia. "Dime que no, dime que sí..." ¿Cuándo habría pensado que él sería capaz de rebajarse de esa forma por él, por lo que terminaría siendo sólo una noche más? Harry no se inmutó ante su contacto, por el contrario, se tensó en desacuerdo, sintiéndose utilizado.

-Amas a Hermione ¿Te lo deletreó?- Ron acercó sus labios a su rostro, queriendo callar las palabras que le hacían daño. Sin embargo, unas fuertes manos le asieron por los brazos y alejaron de él. -Suéltame- Harry le dejó caer al suelo sin consideración, mientras pronunciaba su fría sentencia, lo cual hizo enloquecer de ira al pelirrojo, y a sí mismo su propia fuerza le brindó la pasión desenfrenada de odiar el contacto que había extrañado.

-¿POR QUÉ NO LO DICES DE UNA MALDITA VEZ?- se puso en pie, humillado, encarando al joven Potter que de igual forma se había alejado de la cama, en ella encontrándose la incitación del pecado, el suave paraíso consumado; ambos a muy poco de la puerta comenzaron a pelear.

No me incites, te puedo lastimar.

Ron le tomó con fuerza del brazo izquierdo cuando le ignoró. -¡DILO! ¡A QUE TE MUERES DE GANAS DE HACERLO!- Harry estaba harto del intento de Weasley de hacerse el fuerte cuando era notable que no se dejaría manipular. Viró hacia él, enfurecido, y le golpeó de tal forma en la nariz que se oyó un crujido y la exclamación de dolor no tardó nada en llegar, incluso antes de que bajara el puño por completo. Ron le soltó, llevándose la mano al rostro.

No me hagas decirte la verdad, permíteme mentirte una noche más.

No quiero decirte que lo nuestro no debió ser.

Debatiéndose entre hacerlo o no hacerlo, no se dio cuenta de cuando las crueles palabras salieron de sus labios y no pudo contenerse.

-Fue sólo sexo, jamás dije que te amara-

No me porto cruel, ésta simplemente es parte de mi personalidad. Como verán el capítulo fue muy ligero, menos Angst y un poco de normalidad en sus vidas, pero sólo un poco para no perder la costumbre; sin embargo en el próximo capítulo estrenaré nuevas parejas Slash y posibilidades en lo que Harry y Ron se dan cuenta de que pueden estar juntos, como debió ser ¿no? =04 Julio 04=

Harry Potter, sus personajes y referencias son propiedad exclusiva y absoluta de J. K. Rowling. La trama e idea de "Idem: Mejores amigos" me pertenece enteramente, he creado esta ficticia redacción sin afán ni resultado de lucro económico y sin pretensión de robar gloria a quien (léase Rowling) gloria merece.

Idem, Nabichan Saotome.