Idem: Mejores amigos
Clasificación: R
Género: Angst, Slash
Parejas: Harry x Ron / Ron x Hermione / Harry x ¿?
Sinopsis: Pequé de tu cuerpo aún tú perteneciendo a alguien más, probé tu cuerpo exquisito, te demostré sin palabras que ante todo somos mejores amigos. E ingenuo fui al jurar que sólo sería por una noche.
Muchísimas gracias a, (este capítulo está especialmente dedicado a ustedes por su magníficos reviews): Alvaro, Bakura, Jey, Kmy Kusanagi, Kote, Maite Zaitut, Nevichii-1720, Palimpsesto, Ren Wiggin, Rosa E, Ruri, Sandy,
Ariadnacreta: Sorry...realmente perdóname porque el segundo capítulo no fue tan bueno como el primero, pero en fin...la inspiración no llegó y tuve que conformarme con mi redacción. Espero que éste episodio sea suficiente para que me perdones.
Naria Burrfoot: Sorry, bishoujo. Exagero un poco mis reacciones, la cuestión no era dejarlo, sino las constantes críticas de mi fic hacen que yo recapacite y vea si voy por buen camino. Si no me escriben por ende tardo un poco más, pero je, ok, necesito unos zapes por lo que dije. Déjate el cabello, al pobre ordenador y sigue leyendo. Espero que me luego me digas qué te pareció éste capítulo ¿Vale? Besos.
PotterGrangerHermione: Muchas gracias por las felicitaciones y por tomarte el tiempo de escribirme. En cuanto a las ordenes de Harry x Remus y Harry x Ron, no conozco ninguna, pero siempre podemos hacer una ¿no lo crees? Yo estoy dispuesta a hacerla si tan sólo me echas la mano diciéndome qué se necesita o qué incluye, veo que eres miembro de tres, así que bien puedes saberlo. Sería bonito ¿no? Mil kisses.
Capítulo 03. Te necesito
Fuera. Una simple y breve palabra fue el necesitado aliciente, Harry giró la perilla en completo silencio, observando a su pelirrojo sentarse en la cama lentamente con ambas manos en el rostro queriendo ocultar el dolor tanto físico como mental, abrió la puerta y sin decir nada más, un perdón o un te quiero que juraba quería pronunciar, salió del cuarto aún observándolo, mientras éste era vencido por la inminente depresión.
Harry esperó a calmarse, recargado en la puerta recién cerrada, y tras varios minutos de frío silencio bajó las escaleras, hacia la única otra habitación en que buscaría refugio.
Tocó a la puerta dos veces y no hubo esperado mucho cuando unos pasos se escucharon, y la entrada se abrió en medio de la oscuridad.
La persona que apareció del otro lado no se sorprendió por su presencia, muy por el contrario parecía estarlo esperando; con un gesto le indicó que entrara, a lo que obedeció de inmediato, agradecido.
Fred fue hacia las dos camas individuales, una mirada a su hermano, que estaba de pie en medio del cuarto, y ambos empujaban los muebles hasta formar uno más grande, George tomó su varita del buró y apuntó a las colchas, que se unieron con sus gemelas. Harry no observó la sonrisa de invitación que ni por un segundo interrumpió el cómodo silencio; simplemente trepó en la cama, quedando en el centro y acomodándose entre las sábanas, ambos brazos ligeramente sobre su pecho.
Los gemelos se acostaron a su lado, George a la derecha, Fred a la izquierda.
Harry se quedó pensando si ellos sabrían la verdad, y si el saberlo sería causa de su amable comportamiento.
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Una pequeña voz a su izquierda le susurró al oído una cuestión.
-¿Estás dormido?- giró hacia él, encarándolo, mostrando sus ojos verdes brillantes abiertos. -¿Qué pasó?- se quedó en silencio unos segundos, escuchando la rítmica y pasiva respiración de George, quien hacía media hora dormía tranquilo en un mundo en que los problemas de Harry y Ron sobre los cuales preguntaba su gemelo, no tenían importancia; pero viendo que la curiosa preocupación era sincera pues jamás había visto tal seriedad en su rostro, contestó en iguales murmullos.
-Ron y yo nos peleamos...otra vez- una pequeña sonrisa de comprensión. -Aún no sé si quedarme o no...- el pelirrojo alzó una ceja, pidiéndola una explicación. -Ron no quiere verme ya-
-¿Tan grave fue?- Harry asintió. -¿Puedes contarme?- Y pudo ver una pequeña sonrisa de travesura, Fred jamás cambiaría. Negó, no importándole mucho la mueca de desilusión que mostró por instantes, que pronto cambió por una esperanzada. -¿Es por lo de hace rato? ¿Andas con alguien?- el chico de ojos verdes se sorprendió por la directa pregunta, ruborizándose, movió la cabeza, afirmando.
-Bueno, no. Es decir...ambos queremos pero...- y además, ¿Por qué no contar con un poco de ayuda, un buen consejo de un amigo, que ya varias veces le había mostrado su afecto? -Quiere a alguien más- los ojos azules muy cerca de su rostro le causaron un profundo dolor, le recordaban tanto a Ron...
-¿Y tú la quieres?-
-No lo sé...bueno, somos amigos, pero...no, no lo quiero de esa forma...sólo...supongo que...lo deseo- su rostro sonrojó a un nivel casi insoportable, al darse cuenta de su error. El murmullo perspicaz de Fred no hizo sino azorarlo aún más.
-Entonces ella...es un él- intentó negarlo, pero de nada serviría, se había dado cuenta. Asintió apenas un par de veces, sintiéndose miserable. Lamentaba haber seguido su juego. -¿Y te gusta?- Harry no supo qué contestar, se quedó en silencio, dialogando consigo mismo, hasta que una nueva insistencia le hizo confesar. Cerró los ojos, queriendo finalizar la charla.
-No lo sé...estoy confundido-
-¿Te puedo ayudar?... ¿Quieres que te ayude?- le observó, examinando con mucho cuidado el brillo ansioso de su mirada, analizando en su memoria lo que acababa de oír, y sobre todo el acento seco, como si le faltara el aire, en que había sido pronunciado.
Harry sonrió ligeramente aceptando lo que le era ofrecido, se acercó lentamente mientras observaba los nítidos ojos azules perdidos entre una pecadora oscuridad cerrarse, mientras Fred se acomodaba en la almohada, de cara al techo, sumiso por primera vez debido al deseo retenido; acercó sus labios, tentando la cálida boca en delicioso sacrificio, mientras él mismo cerraba los ojos.
¿Perder? Ya no tenía nada que perder.
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El gemelo se acercó a la cama, observándolo minuciosamente casi con ternura. Ya era tarde, cerca del mediodía, pero sabía que Harry no había dormido en toda la noche, recargado sobre su hombro fingiendo que lo hacía, mientras él acariciaba el cabello azabache ocasionalmente entre sueño y sueño hasta que dio fin la madrugada y un nuevo sol amenazaba en cálidos escarlatas y naranjas al cielo melancólico; y finalmente, el joven Potter cayó profundamente dormido.
George abrió la puerta, apenas asomándose para encontrar aquella escena.
-Fred...- asintió, dio media vuelta, salió y ambos subieron las escaleras hacia la habitación de su hermano menor. Tocaron la puerta, sabiendo que el chico se había ido a resguardar tras el desayuno.
-¿Quién?- la molesta voz le hizo rodar los ojos en hastío. ¿Él siendo amable? Nunca. Aún no permitido entró en el cuarto, sin siquiera dirigir una mirada al joven pelirrojo que les recibió sentado en su cama de los Chudley Cannons. Como si hubieran planeado cada uno de sus movimientos con previa anterioridad, reunieron las cosas de Harry, la ropa, la Saeta de Fuego, los diversos tesoros que durante poco más de una semana y media habían quedado por toda la habitación, junto con claro el propio desorden de Ron. -Ehhh... ¿Qué hacen?- le dirigieron una fugaz mirada obvia que fue tomada de mala gana. -Dejen las cosas de Harry- se puso de pie, arrebatándoles la camisa de pijama que había quedado al borde de la cama. -No me contestaron en el desayuno, ni a mí ni a mamá...pudieron tener graves problemas- George tomó la prenda, guardándola en el baúl antes de cerrarlo, mientras Fred cogía los lentes y la varita del escritorio.
-Estamos acostumbrados, Ronnie- se reunieron a su lado, amenazándolo con su estatura mayor y carácter decidido.
-Pero ya que quieres saberlo... Sí, Harry está con nosotros- los gemelos tomaron el baúl, llevándolo hacia la salida, ladeando al pelirrojo que se interpuso demostrando su molestia.
-Harry no se irá...- Ya casi cruzando la puerta Fred soltó su carga, provocando un golpe seco contra el suelo, dio media vuelta y encaró a su hermano menor, con una mirada que demostraba el desafío.
-No se irá...sólo cambiará de cuarto- vio en el suelo una bolsa llena de compras, y casi despreciando lo obvio supo era de Harry. La tomó, junto con la Saeta de Fuego y con paso decidido salió de la habitación, ante la molesta observación de Ron, y la perspicacia de su igual.
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Se sentó a su lado.
-Harry, despierta- lo zarandeó un poco, percibiendo pequeños murmullos de desacuerdo que rezaban por cinco minutos más. Sin embargo, si no se despedía de él antes de ir al trabajo (aunque su trabajo fuese una diversión) no estaría tranquilo. -Harry...Harry ¡Snape bajó todos los puntos a la casa!- lo siguiente fue que Harry se puso de pie fuera de la cama, casi disparado mientras tiraba las sábanas a un lado, buscando la alarmante razón con la cual habían interrumpido su sueño.
-¡Yo no lo hice!- aún adormilado volvió a caer en el colchón, sintiendo de pronto la imperiosa necesidad de levantarse. Observó el techo blanco del cuarto, no estaba en Hogwarts, y ahora que lo recordaba ¡Estaba de vacaciones! Viró hacia su izquierda, donde un muy entretenido Fred le observaba. -Eso fue cruel-
-Vine a avisarte que ya nos vamos-
-¿Irse, adónde?- no pudo contener un bostezo flojo en su pregunta.
-¡A la tienda, por supuesto!- Harry comenzó a tomar conciencia, se sentó a su lado, todavía entre dormido y despierto, recargó la cabeza en su hombro y cerró los ojos. -Veo que me hiciste caso y fuiste de compras- asintió. -Ayer te veías bien- se sonrojó, no estaba acostumbrado a que le dijeran eso. Realmente con Ron como amigo no estaba acostumbrado a hablar más de lo indispensable. -Bueno...- dijo Fred, un poco incómodo. -Será mejor que me vaya- Harry levantó el rostro y como única respuesta le dio un beso en el cuello, dejándose caer en el colchón nuevamente. -Harry...quería preguntarte, ¿Qué tal lo de anoche? ¿Decidiste?- no recibió contestación más allá del nulo caso a su pregunta, eso y los ojos verdes que dejaron de verle. Se agachó hasta él, depositando lentamente suaves besos en sus labios, mismos que casi le arrancaron de la realidad. -Piénsalo...te veo en la noche- el joven Potter asintió, adormilado, percibiendo el peso que desapareció de su lado.
-Fred... ¿Por qué estás siendo tan amable?- el pelirrojo viró hacia él, ya girando el cerrojo de la puerta. A pesar de ello, Harry parecía no haber dicho nada, con los ojos cerrados y los labios en tenue tranquilidad. Le sonrió, ésta vez con toda la dulzura que un gemelo Weasley podía entregar, y con acento divertido le brindó su respuesta.
-Creí haberlo dejado claro anoche- Harry sonrió, dándole la razón y deseándole que tuviera un buen día.
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Bajó las escaleras, cruzó el pasadizo, con el cabello húmedo después de bañarse, portando con naturalidad un pantalón de mezclilla negra y una playera de manga corta y cuello en "v", del color de sus ojos tristes, que en aquellos instantes eran más transparentes que nunca, demostrando todo el sentir encerrado en su pequeño cuerpo, y aún así, después de su ligera aventura con Fred, de besos a medianoche, se sentía mejor que de haber estado solo.
El gemelo le había sostenido de la mano, y sumiso le había entregado sus labios, en un delicioso sacrificio.
"Toma de mí...aunque cuando lo hagas pienses en él..."
Observó el comedor, hallando en su lugar a la mesa un plato con abundante comida: carne, verduras, guarniciones diversas. Frente, un pequeño cesto con varios bollos pequeños. Un vaso con jugo de arándano. Una nota de la señora Weasley, pidiendo que comiera. Y no era para menos, ya eran las cinco de la tarde y su resentido estómago acostumbrado nuevamente a ser alimentado, comenzaba a recriminarle.
Se sentó a la mesa sin hacer el menor ruido y sosteniendo el tenedor a pesar de hambriento empezó lentamente, como si el solo llevarse comida a la boca significase un gran dolor.
Quería que llegara la noche, refugiarse en la oscuridad del cuarto de los gemelos, en los brazos de alguien que no era su mejor amigo, en que las diferencias lo hacían olvidar, y su parecido: el cabello rojo, la piel blanca, suave y pecosa, calmaba sus ansias.
Se recriminó a sí mismo. ¡Sólo eran amigos! ¡Sólo se había atrevido a tomarle de la mano, subir un poco sus caricias...sólo le había besado, sólo le había robado el primer beso y la primera vez! Pero el sólo se entremezcló con otros más, se volvió un mar de envenenados pensamientos que contradijeron su principal idea: Él no gustaba de Ron, no se estaba enamorando.
Pero una voz a su espalda, así como el escalofrío que recorrió su espina dorsal hasta el centro de su cabeza, y la sangre que se acumuló en sus mejillas al escucharla, también se unieron en su contra.
-Harry...- sólo había sido su nombre, pero qué exquisito sonaba el sutil tono de niño triste.
-Buenas tardes- no daría su brazo a torcer, no volvería a verle con ese rostro lleno de ilusión y felicidad. Sin embargo Ron tampoco cedería tan rápidamente, tomó la silla de al lado y se sentó hacia él, con aquella infantil terquedad suya. Se reclinó hacia la mesa, colocando ambos brazos en ella, pero la mirada sólo hacia el trigueño que no pudo soportar mucho la insistente observación, perdiendo toda tranquilidad. Viró hacia él, observando su nariz un poco sonrosada en la base, a mansalva Molly le habría reparado los huesos rotos en su pelea.
Recorrió con la vista aquel rostro, las suaves pecas que aunadas con el azul de sus ojos le daban aquel aspecto de niño travieso, tanto como los labios delgados formando una sonrisa extraña.
¿Por qué le dolía tanto aquella sonrisa?
Los ojos azules refulgieron aún más cuando Harry desvió la vista hacia su plato, y lentamente fue pronunciando su venganza.
-Amo a Hermione- El hermoso ángel comprendió, Ron sólo había ido a verle para echarle en cara la verdad. No venía para pedirle perdón por su comportamiento insoportable, o el claro daño que le hacía, venía a burlarse de su dolor. Y eso no hizo sino enojar a Harry.
Se puso en pie, tirando la silla, dejando a Ron estupefacto pensando cuándo se le habían ido las cosas de las manos.
"Entonces no me toques"
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Si Harry bajó a cenar aquella noche fue sólo para demostrarle a Ron que podía vivir sin memoria. Si probó la comida, saludó a todos con un cordial buenas noches, y platicó con el señor Weasley acerca de las velitas mágicas muggles fue sólo porque Ron no le perdía de vista. Si le dijo a Ginny lo bonita que se veía, provocando un sonrojo inusitado de la chica y su agradecimiento, fue porque el chico a su lado había rozado su mano provocando aquel jugueteo interior de calidez. Al final y al cabo, la disculpa a Molly Weasley, el sonreír a Fred y a George cuando presentaron su nuevo producto Saltaclases, todo lo que hizo en la mesa, fue por él. Por Ron. Incluso había brindado silenciosamente a su salud.
"¿Amas a Hermione? Pues quédate con ella"
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Un poco más tarde Harry subió las oscuras escaleras con rapidez, alarmando a uno que otro incauto que no esperaba tal escándalo después de tan exquisita cena. El corazón le latía fuerte contra el pecho, rompiendo su indómita tranquilidad, y rasgando su tenacidad y valentía Gryffindor hasta convertirlas en desesperación, tras su pequeño paseo a la luz de la luna en el jardín.
Abrió la puerta del cuarto que la última noche le había recibido, dando cuenta de un pelirrojo que en medio de la luz y un poco estupefacto giró hacia él susurrando su nombre, le empujó a la cama ante su total sorpresa nerviosa, lo acorraló contra el mueble, con contradictoria suavidad acarició los rasgos lechosos que se sonrojaron bajo las pecas, recorrió con los dedos la piel blanca cuya temperatura aumentaba, se relamió interiormente e incitó aquellos labios con un tenue contacto de su índice, tan cálidos, tan libres; admiró su creciente belleza sólo unos segundos antes de besarlo con pasión, mordiendo suavemente el labio inferior, pidiéndole un permiso que obtendría segundos después, cuando el gemelo cerró los ojos y le abrazó casi desesperado, como si ese momento fuese el último.
Harry se adentró delicioso en un sabor desconocido hasta el momento, coqueto, uno que no había probado antes. Recorrió dulce la lengua aterciopelada que luchó a favor de sus deseos y se dejó llevar, pero unos brazos le tomaron de la cintura y le hicieron soltar la presa que acariciaba, misma que no se oponía.
Sus labios con un tenue rosa fueron capturados por otros, mientras era llevado al piso con suavidad. Y cuando probó su sabor supo que había estado equivocado.
En la cama se hallaba George, mirando el techo como si en él se hallase dibujado el paraíso, sus labios entreabiertos temblaban con el contacto de su propia mano, recordando cómo lo había hecho Harry, y lo magnífico que se había sentido. En el suelo, arrodillado se hallaba Fred, con Harry abrazado, besándolo con ternura apasionada.
Tras unos instantes el segundo gemelo que había entrado, atacado por los celos, dejó aquella boca que no dudó en parar, el ángel mareado y sin saber dónde estaba y qué hacía. Todo pasaba demasiado rápido. Harry se recargó en el chico a su espalda, acurrucándose contra él.
Una pregunta se realizó en silencio, la misma que había hecho en la mañana, y el joven Potter contestó claramente contra la piel estremecida, besándolo, suplicando le ayudara otra vez. Aunque todo ello sin decir una palabra. La puerta entreabierta no importaba, o que George se hubiera sentado, admirando como su gemelo y Harry Potter se besaban como si doliera tocar los labios del otro, muy lento, silencioso y paciente.
"Arráncamelo"
Se arrodilló ante ellos, en la misma posición, y sin saberlo comprendió lo que pasaba ahí. Idolatró al ángel de ojos verdes que sufría, le tomó por la cintura y comenzó a besarle el cuello, cumpliendo sus órdenes, celoso de su hermano, encelando al mismo, pero compartiendo por el bien del que se había entregado a ellos.
"Quítalo...no quiero estar enamorado de mi mejor amigo..."
Fred le cedió paso, liberó sus labios. Comenzó a quitarle la ropa, alzando con deleite la playera verde, acariciando la piel ansiosa que se estremecía. Harry alzó los brazos, siendo despojado de la prenda que fue a dar muy cerca de la puerta, y al serlo tomó el rostro de George entre sus manos, separándolo de su cuello, donde ya había marcas del romance, y cerrando nuevamente los ojos unió sus labios en un baile perfecto de entrega.
"Dime que no amo a Ron pero sé como él: tierno y dulce como mi mejor amigo. Y sé diferente, pues sino te diré que me he enamorado de ti y pronunciaré su nombre. Y te diré que te olvides de ella, que yo soy al que buscas"
Harry se reclinó contra Fred, tomándolo de la mano con fuerza, la misma que empleó casi tirándolo al suelo. George estaba deshaciéndose de sus propios pantalones con movimientos que le recordaban a Ron, su cabello rojo, la piel cremosa sonrojada. Su mente se confundía.
El de atrás le acarició el cabello dulcemente, tranquilizándolo, pero no fue por mucho, Harry necesitaba olvidar, se lanzó contra el hermano que yacía sólo en bóxer, sentado en la cama nuevamente, y le besó, dejando que el otro tomase el control.
Fred no soportó la escena, se puso de pie e iba a dejarlos solos, pero al dar media vuelta se encontró con un no invitado a su romance.
La puerta estaba cerrada, Ron les observaba dolorosamente recargado en ella.
Ninguno de los dos dijo nada, Fred estupefacto esperaba la reacción del mejor amigo de su casual amante, observando dentro de los ojos azules que habían heredado un nudo de confusión incrédula, el Weasley menor no supo qué hacer, debatiéndose entre el impulsivo movimiento y el odio atormentado, y tras unos instantes de callado análisis, sus entrañas se tensaron y se sintió asqueado, con el cuerpo mancillado por el arrepentimiento.
¿Ése, el que yacía bajo el cuerpo de uno de sus hermanos, era el mismo niño inocente con el que había hecho el amor, el que se estaba entregando a otros brazos?
El recuerdo de sus besos dolió, las caricias que tanto había disfrutado en sueños eran latigazos crueles contra su piel, y el aura de irrealidad en el que había vivido los últimos dos días le derribó con una ruin sonrisa en la boca prosaica.
'Tú amas a Hermione'
Crispó los dedos a cada lado del cuerpo, liberando todo color en los nudillos arraigados a base de odio hacia su mejor amigo, él y el primer beso robado, furioso estuvo a punto de lanzarse contra él y reclamarle el haberle hipnotizado obligándolo a desearlo, violarle de tal forma que le amó, y besarle hasta llevarlo al delicioso paraíso carnal; y lo habría hecho de no ser por el fuerte agarre de su hermano mayor que le mantuvo a su lado, encarándolo.
Harry se había detenido por completo, pero nadie lo percató, su excitación se había convertido en repulsión hacia sobre su propio cuerpo y los actos que en un tonto impulso le habían llevado a entregarse.
Observó el cabello rojo despeinado y los ojos cegados por el deseo de la persona que desabotonó sus pantalones en un brusco movimiento, la piel blanca bajo un montón de pecas cubiertas con un suave rubor, los labios que se partieron dejando ver la punta rosada de su lengua relamiéndose, y fue ahí que sumido en la más inverosímil contradicción se puso en pie empujando al chico sobre él y le tiró al suelo con el fuerte brío de sus piernas.
"Llegarás a parecerte...pero jamás serás"
Quiso pedir perdón pero las palabras no encontraron libertad en sus labios cerrados.
No percibió la presencia de Ron en la habitación. Se quedó de pie mirando al pelirrojo que, ofendido por su cambio de parecer, se paró y sin pensarlo dos veces le dio un puñetazo en la mandíbula que logró aturdirlo, volteándole el rostro a un lado.
-¡George!- Fred le tomó de la mano izquierda hecha un puño, evitando otro percance, pero su gemelo no le concedió la atención oportuna y siguió lanzando su ataque verbal contra el trigueño.
-¡Para qué viniste sino!- oyendo, alzó el rostro con rapidez, observándole con tal furia que el eco de las palabras murió en el acto, el imperturbable verde relampagueó con firme certeza, la mirada retando a dar un paso hacia delante, advirtiendo a lo que se enfrentarían.
Pero la enemistad en sus facciones desapareció con igual rapidez, recordando que de todo ello era culpable, la sombra cubrió los rasgos tristes y la habitación se ahogó en depresivo malestar.
-Lo siento- les evitó, dando cuenta por primera vez de su mejor amigo en el cuarto, sorprendiéndose sólo para aparentar tranquilidad. Lo ladeó al ir por la playera tirada en el suelo, muy cerca de la puerta, privando a los tres que habían sido sus casuales amantes de la vista hacia su piel, pero en cuanto la deslizó sobre sus hombros percató a muy pocos centímetros de su pie derecho una carta marcada con la huella de un zapato sobre el nombre que reconoció como suyo. Se agachó tomando el maltratado pergamino, abriéndolo tan pronto se recargó contra la puerta cerrada.
Querido Harry:
Espero que hayas disfrutado tu cumpleaños, y perdona no haberte mandado ninguna felicitación o regalo -lo cual pienso remediar lo antes posible-, y sé que no es justificación pero hemos estado tan ocupados aquí que he perdido la noción del tiempo. La razón de esta misiva además de entregarte mis más sinceras disculpas es facilitarte lo que nos ha mantenido tan perdidos en las últimas dos semanas, sin embargo por obvias razones de seguridad no puedo hacerlo a través de este precario medio.
Te pediré tomes el autobús noctámbulo a las 9:18 a.m. del día de mañana, he arreglado los preparativos con Arthur y Molly para que estés dos días fuera de casa, y aunque nuestra querida señora Weasley se vio renuente al principio, hemos podido convencerla después de una larga entrevista. Ron deberá acompañarte, como ya le he explicado por propia cuenta, y estoy seguro de que accederá a apoyarte en tiempos venideros.
Sean cuidadosos.
Un fuerte abrazo,
Remus J. Lupin.
Compartió una mirada con su mejor amigo, sabiendo que era exactamente la razón de su repentina presencia a casi medianoche, pero la mutua observación se volvió pesada, hasta llegar a ser insoportable. Rompieron contacto visual al mismo tiempo, sabiendo que ambos tenían mucho de qué hablar.
-¿Qué sucede?- Fred esperó una respuesta que no llegó. George, observando el cardenal a la derecha de los labios que tan ansiosamente había besado, se arrepintió, liberando su mano del fuerte agarre de su gemelo, que comenzaba a molestarle.
-Perdóname- Harry movió la cabeza en una negativa sin atreverse a alzar el rostro. No había nada que perdonar, había sido su culpa.
-...vamos a dormir- Ron le observó tomar el pijama blanco que le había regalado de encima del baúl cerrado, caminando hacia la cama sin prestarles importancia, casi ignorándolos por el propio bienestar de una amistad arruinada, y en cuanto no percató ni una fugaz verde de su triste mirada caminó imponente hacia la puerta, sin despedirse. No hasta que una voz le llamó. -¿Vas conmigo?- giró la perilla, pero contrario a su orgullo contestó afirmativamente, ante la escondida alegría del trigueño. -Hasta mañana en la mañana entonces- Ron salió sin decir nada más aunque sabía que faltaban las palabras.
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Se había negado a entretenerse en labios de alguien más, un pequeño receso después de la incómoda noche en que Ron les encontró, sin embargo no había podido contenerse al tiempo de besar a Fred antes de salir, ya bañado, vestido y con una mochila al hombro, en son de agradecimiento por ser tan buen amigo y ayudarle a comprender. El pelirrojo se revolvió entre las sábanas que aún le envolvían a él y a su gemelo con el solo contacto de sus labios, y eso hizo sonreír a Harry.
Cerró la puerta, bajó la escalera, cruzó el estrecho pasillo, en total silencio la casa le bendijo al tiempo de entrar a la cocina y encontrarse ya preparándose una buena jarra de café, unos panecillos que acababan de tostarse mágicamente en la baja lumbre, al tiempo que en la mesa estaban dispuestos dos lugares, uno al lado del otro como siempre, como a ellos les gustaba que fuera. Cereal, mermelada, zumo de naranja, el pan tostado, mantequilla, una jarra de leche tibia, dos tazas vacías. Harry sonrió con melancolía, cómo le gustaba esa casa donde le querían por lo que realmente era.
Eran apenas las 8:29 a.m., no obstante sabía que Molly Weasley se levantaba muy temprano para hacerle el desayuno a su querido Arthur, y ambos comenzaban sus labores diarias tan pronto amanecía, sin descanso ni refutar, todo al pie de la letra y con una sonrisa siempre que era posible. Seguramente la señora le había dejado solo para no decir nada acerca de su viaje, y el señor Weasley se habría ido a trabajar, como siempre. Y así fue, justo en medio de los lugares preestablecidos se hallaba una nota, como acostumbraba últimamente a dejar, en la que les deseaba, a él y a Ron, un buen viaje, les suplicaba se cuidaran y no pelearan otra vez, por último besos en tinta negra y un hasta dentro de dos días. Se sentó a esperar unos cuantos minutos.
Vio a su mejor amigo entrar con cara de somnoliento, frotándose los ojos cerrados con pereza casi haciéndose daño, con pequeñas gotitas de agua cayendo de su cabello sobre la playera índigo de mangas largas y el número '09' en color fuego, que lucía muy cálida, difuminando un sentido de perfección que a Harry le vino bien. Sonrió, así era como le gustaba Ron: Humano, perezoso, divertido, sincero.
Le recorrió con la mirada antes de alzar la cabeza y observar por primera vez en el día los ojos azules que sin quererlo le sonrieron.
-Buenos días- Ron no contestó, en cambio se sentó a su lado, molesto.
El trigueño no pudo evitar pensar en su cuarto año, cuando Ron se había enojado con él, y dolió pensar que ésta vez quizá tenía una pizca de justificación su enfado. Observó como la jarra de café les servía, levitando en el aire, en las tazas la deliciosa y amarga infusión. Y sonrió con un poco de esperanza pues el pelirrojo había aceptado a ir con él, adonde fuera que Remus les llamara.
Tomó un panecillo que acababa de saltar del fuego a su plato mediano y untándole mantequilla y mermelada en abundantes cantidades, se lo comió en cuatro bocados casi sin masticarlo. Cogió el azucarera a su derecha, sirvió dos cucharaditas y revolvió en completo extraño silencio.
Observó a su amigo, había estado seguro que hasta hacía unos segundos le miraba fijamente, pero no lo parecía. Se vio tentado a hacer una locura, casi como una prueba de valentía. ¿Qué haría Ron si lo besaba en ese mismo instante? Quizá saltaría de sorpresa y tras momentos le correspondería, antes de separarlo confusamente. El sólo pensarlo le hizo sonrojar alegremente.
El desayuno transcurrió entre pases y miradas que tal vez no eran nada, roces involuntarios de manos con el característico sentimiento de vacío en el estómago. Harry fue el primero que se puso de pie y ante el total shock de su pelirrojo compañero tomó los platos de ambos ahora vacíos y los dejó en el fregadero, donde inmediatamente ellos mismos se lavaron.
El trigueño le sonrió, subiendo los hombros como si nada sucediera, dirigiéndose hacia la sala, haciéndole una seña para caminar con él, mientras tomaba la mochila dejada a un lado del asiento y salía, sonriéndole con tierna evocación.
Existía esperanza, pero la posibilidad no sería sino más dolorosa para él.
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Ambos estaban afuera observando el reloj que Harry recién había comprado, un deportivo y cronométrico instrumento que estaba a veinte segundos de dar las 9:18 a.m. Muy cerca el uno del otro cada quien portaba una mochila con dos mudas de ropa, el joven Potter vestía unos jeans con un signo de paz en la pierna izquierda en un azul tan sólo grados más oscuro, así como una playera color sangre de cuello alto con un dragón chino negro en la espalda.
El cielo, muy alejado de que la causa fuera la temprana hora, estaba nublado y amenazaba con en cualquier instante desplomar sobre ellos su magnificente fuerza en forma de agudas lágrimas, pero ellos no hicieron ningún esfuerzo por buscar refugio.
En un segundo en especial Harry alzó la varita en su mano derecha, llamando al Autobús Noctámbulo que de inmediato apareció con una explosión y les abrió las puertas casi con desesperada prisa.
Sin pensárselo dos veces abordaron a él, sin darse vuelta ni esperar mayor propuesta que la joven chica que apareció del otro lado, sonriéndoles con premura. Tonks les saludó con un susurrado 'hola' antes de mencionar la alharaca del servicio y pedirles el pasaje que ésta vez Ron se apresuró a pagar. Ella misma le dijo al extraño conductor hacia donde iban, como si ellos le acabasen de decir, y les pidió se sentaran pues podía ser peligroso.
Harry entendió el mensaje y tras dar las gracias se sentó en una de las butacas del medio, en el asiento de la ventanilla, y a su lado, para su enorme alegría, se ubicó Ron, quien a pesar de todo no le observó.
Habían varios magos más en el autobús, entre ellos un extraño con cabello color paja que yacía dormido plácidamente como si el movimiento del vehículo que acababa de arrancar no le preocupase en lo más mínimo, ni siquiera porque había estado a punto de tirarlo en innumerables veces. Harry le reconoció, pero no dijo nada. Viró hacia atrás, observando una bruja de imponente mirada platicar apenas con un hombre alto y negro que a cada pocos minutos asentía.
Estaban rodeados indirectamente de miembros de la Orden, pero no había rastros de Lupin. Las calles que no reconoció entre el verde paraje se extendieron al antojo del vehículo, concediéndoles paso libre hacia un destino que ambos desconocían.
Viró hacia Ron que acababa de sostenerlo del brazo para evitar caerse, casi llevándolo consigo. El pelirrojo estaba a punto de soltarlo cuando volvieron a frenar, pero tras pensarlo nuevamente le agarró con más fuerza, enredando su brazo con el suyo. Si caía, caerían los dos.
Sucedieron casi diez minutos, cayendo tres veces, antes de que Ron se atreviera a decir algo verdadero en lo que llevaban de mañana.
-¿Adónde vamos?- susurró, esperando que nadie ajeno le oyese. Harry subió los hombros en una mueca de incomprensión, haciéndole ver que él tampoco sabía. -Oh...bien- bostezó, no había dormido bien hasta muy entrada la noche -Me estoy muriendo de sueño- y el motivo de tal estaba sentado a su lado.
-Duerme. No creo que lleguemos pronto- le observó frotarse los ojos, adorando la forma en que le sostenía fuertemente para evitar caerse aunque fuera inútil hacerlo. Mientras el otro bostezaba nuevamente, contagiándole aquel gesto, sintió como una cabeza ligeramente húmeda se dejaba caer con suavidad sobre su hombro izquierdo. Ron cerró los ojos, apenas musitando un nuevo comentario contra su piel, dejándose vencer en los brazos de un Morfeo demasiado cansado de arrullarle.
-Odio viajar en Autobús Noctámbulo- se quedó dormido instantes después, en los que tras preguntar su nombre para asegurarse que reposaba, Harry osó colocar un suave beso en el cabello rojo con olor a arándanos, y segundos más tarde recargar la cabeza en él, con la mente llena de preguntas y tristezas cuyo perfecto nombre hubiera querido pronunciar.
-Lo sé-
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No hizo falta que el trigueño le despertara, el freno pisado fue más que suficiente para tambalear las sillas y hacerles caer hacia atrás, encontrándose a Tonks anunciándoles con una sonrisa que habían llegado a salvo, -tan a salvo como se podía estar después de tantas caídas, claro está-, y les deseaba un buen día.
Ambos bajaron del vehículo después de media hora de abordarlo, pero Ron aún reposaba la cabeza en el hombro de Harry, somnoliento, abrazando su brazo derecho fuertemente mientras en el otro sostenía una mochila verde; lo cual resultaba simpático allí en medio de un lugar sin nombre a las orillas de Londres, enfrente de un parque semivacío en que varios brujas y magos jóvenes observaban como el más alto estaba casi dormido, sonriendo por tan tierna escena de amistad, volviendo tras unos instantes a sus propios asuntos sin reconocer a Harry, que había cuidado de agachar la cabeza casi como si se le hubiera caído algo al suelo.
Ese verde espectáculo yacía entre la nada de más espesura recortada del mismo color vivo, verde hasta donde se pudiese observar, chocando con las amplias montañas cubiertas por nubarrones negros anunciando la tempestad que en esos momentos comenzaba a lloviznar poco a poco con mucho espacio una y otra gota.
En el extraño parque yacían cerca de una docena de níveas bancas rodeando un manjar de flores en su hábitat natural, de todo color y especie, al que obviamente estaba prohibido el paso, y en el centro tres majestuosos árboles que desbocaban rocío y lluvia matutina. Los amigos estaban en un camino de piedras, al inicio del todo, que se dividía en tres curvas, una llevando a las bancas formando un enorme círculo, y el otro a un extraño tipo de gran cúpula en medio de más pasto en el que una señora de apariencia afable y conversadora que a pesar de ello tenía una triste sonrisa casi como si les compadeciera, estaba sentada en una mecedora, a la derecha de inmensos ramos de flores extravagantes y hermosas que el trigueño vio con sorpresa. La construcción en un cuarto de una esfera medía casi lo que un aula muggle, y todo ello en vegetación que le trajo un raro presentimiento.
Ron levantó la cabeza, bostezando sonoramente, al tiempo que observaba todo a su alrededor, como un inmenso bosque infinito, pero visiblemente con muchísimos menos árboles.
-Harry, ¿Dónde estamos?-
-No lo sé- sin embargo su cita no tardó mucho en llegar. Remus apareció tras unos instantes justo enfrente de una de las bancas más cercanas, caminando hacia ellos con aire tranquilo, sosteniendo un paquete perfectamente envuelto en negro, con un moño transparente, que a Harry le gustó. -Profesor Lupin- los tres se saludaron con cortesía, Harry haciendo una pequeña inclinación de cabeza hacia el licántropo, pero a Remus no le bastó con ello y rápidamente le asió entre sus brazos casi con ansia; lo cual al joven Potter no le pasó desapercibido.
Ron, que aún sostenía a Harry se halló incómodo con el contacto que a pesar de todo duró poco, pero cuando quiso soltar a su mejor amigo éste le apretó un poco, pidiéndole en silencio que no lo hiciera.
Ante la sorpresa del pelirrojo, Lupin le abrazó también, aunque tranquilo y un poco más flojo con un solo brazo.
-Me alegra que estén aquí- Remus se paró justo enfrente del chico de ojos verdes, entregándole con una sonrisa nerviosa el presente. -Por tu cumpleaños- Harry asintió avergonzado, recibiendo el paquete.
La alegría que había llevado el momento desapareció como una ráfaga de viento pasajera, la sonrisa en los rasgos blancos del adulto se esfumó por completo, borrando toda expresión de felicidad de los otros dos chicos que enseriaron por completo con el solo hecho. De la nada el mayor sacó un paraguas negro, acentuando el aura de misterio en el ambiente, al abrirlo cubrió a los otros y a sí mismo de la lluvia y con una sola seña les hizo tomar la curva de la izquierda, caminando sobre las piedras redondeadas en escala de grises en la que bien cabrían cuatro personas juntas.
Remus les hizo parar al momento en que llegaron a la cúpula, entregándoles la protección, y dirigiéndose entre murmullos a la señora que le sonrió, pidió unas flores que le fueron entregadas después de unos instantes de búsqueda perfecta, y pagó sacando de su abrigo negro y largo un par de galeones que le entregó a la mujer por los anteriores servicios.
Ambos le vieron despedirse y dar media vuelta hacia ellos, entre sus brazos yacía un ramo de rosas negras encerradas en celofán, sólo una en su esplendorosa madurez al centro de once botones a punto de abrir, pero su paso fue detenido por la dulce melancólica voz de la señora, que recién les despedía les anunció a los tres lo que Harry ya sospechaba.
-Lamento su pérdida- el joven Potter palideció al tiempo que veía a Remus tomar marcha tras un ligero agradecimiento lleno de entendimiento hacia ella, dirigiéndose hacia un nuevo camino que no había visto, desviándose hacia la derecha de la construcción, donde varios centenares de pequeños monolitos con una misma forma prediseñada y formados en una perfecta muestra de obsesionado orden adornaban el paraje vacío a lo lejos, hasta donde los ojos de Harry no lograban ver entre su tristeza, más allá del entendimiento de encontrarse precisamente en un lugar así.
Quiso huir pero no tuvo el valor de acobardarse.
Caminaron cincuenta metros antes de que la calle de piedras desapareciera y sus pasos fluyeran sobre el pasto mojado, hacia donde Remus les llevaba en completo silencio.
Ron viró hacia Harry, observando a través de su piel frágil pálida y sonrojada todo el dolor que el chico albergaba muy para sí, en el fondo de sus ojos verdes nublados una pizca de desesperadas ansias de que todo fuera un sueño. Sin embargo no era así. Tras lo que pareció una larga caminata en medio de todo aquel verde y gris Remus se detuvo de memoria a un lado de una de las piedras en 'u' invertida, mostrando en la mirada dorada una tristeza madura de comprensión que Harry no poseía.
Harry le vio agacharse dejando en el pasto húmedo la docena de rosas negras, susurrando con toda la actuación su tranquilidad en forma de palabras. Y entendió porque había querido que Ron le acompañara.
En la lápida se hallaba inscrito el nombre que Harry no quería ver, aquel que tanto había negado se hallase tallado en piedra, su pasado y futuro destruido por el sólo movimiento de una maldita varita en manos de una mujer que deseaba ver muerta. Se sostuvo del brazo de Ron, sus fuerzas cayeron en lugar de las lágrimas que se negaba a derramar.
Sirius Black
Padrino, mejor amigo, marauder
Dio media vuelta, dándole la espalda a la tumba de su querido padrino.
-...Ron...- los ojos verdes le suplicaron con dolor, brillantes dentro de su riqueza, al tiempo que le sostenía de la ropa con dolorosa fuerza, dejando caer su mochila; el color trigueño de su piel había desaparecido por completo dejando un blanco enfermizo, una textura tan frágil como el más fino cristal, pero sus mejillas se hallaban sonrojadas por debajo de la mirada triste que dejaba ver a únicamente Ron su desesperación, la súplica de olvido y perdón. No había el mínimo avistamiento de la sonrisa que cautivaba a su mejor amigo, o el optimismo, la astuta sapiencia y curiosidad que les había reunido, no existía el romance ni el recuerdo de los calurosos besos que no importaban ya.
Observó dolorosamente la angustia que le pedía un permiso cada vez más confuso, las manos que le asían con tal poder que le dolía la piel, los ojos verdes a punto de llorar. Con el primer indicio dejó caer el paraguas, su mochila, desesperadamente se dejó consumir por la misma tristeza que lloraba del cielo y respondió a su súplica silenciosa tomándolo entre sus brazos sintiéndolo temblar entre ellos, y Harry no hizo sino mostrar su agradecimiento con aún más tristeza mientras le correspondía, hundiendo la cabeza en su hombro, llorando como tanto había deseado no hacer.
Cayó al suelo de rodillas arrastrando al pelirrojo que se dejó llevar, en tanto profería un grito de profundo dolor eterno que acongojó de empatía a los que pudieron oírle, Sirius estaba muerto y nada podía hacer. Las esperanzas enterradas.
Pero por lo menos Ron estaba ahí con él, llorando porque él lo hacía, susurrándole frases que ninguno de los dos comprendía, dejando un beso en su frente que le supo a recuerdos, junto a las cosas que habían tirado en el dolor.
"Te necesito"
No fue un capítulo feliz, sufrimiento por todas partes, en otras hubo deseo y sucesos que quizá no debieron pasar, pero me gustó como quedó, incluso las parejas casuales que metí me parecieron de lo más atractivas, espero que ustedes también lo hayan disfrutado, fue un poco más Angst, no obstante ¿Qué sería uno de mis fics sin el bendito dolor? Seguramente no tendría gracia alguna. =27 Julio 04= Besos.
Idem, Nabichan Saotome.
