Idem: Mejores amigos
Clasificación: R
Género: Angst, Slash
Parejas: Harry x Ron / Ron x Hermione / Harry x ¿?
Sinopsis: Pequé de tu cuerpo aún tú perteneciendo a alguien más, probé tu cuerpo exquisito, te demostré sin palabras que ante todo somos mejores amigos. E ingenuo fui al jurar que sólo sería por una noche.
Lean "Gravity", Shuichi x Ryuichi.
Disfruten del capítulo y mándenme sus comentarios.
Atentamente,
Nabichan Saotome.
Capítulo 04. No
El regreso a lo que sería su hogar durante dos días fue, aunque corto, visiblemente silencioso; lo habían convenido sin ninguna seña, palabra o suspiro capaz de manifestar que en realidad no existían las frases adecuadas para decir absolutamente nada.
La inercia le guiaba a seguirlos, con Ron tomándole de la mano, permitiendo que el trigueño recargara la cabeza en su hombro húmedo, apenas observando el camino entre callejuelas eternas. Blancas casas de dos pisos formando líneas largas, pulcras y sin tono de imperfección, donde no existía vestigio alguno de humanidad, sólo la limpia representación de un sueño que era cierto, el fantasmal aroma de lo inhabitable. Había dejado de llorar poco después de haber caído abrazado a Weasley, observando nuevamente la tumba, así, tan simple, a pesar de ello con las manos a rebosar del verde césped que en su desesperación había arrancado, de un momento a otro sus lágrimas cesaron por completo, los gritos desaparecieron al término del último eco y como si no hubiera pasado nada se puso de pie, llevándose al pelirrojo consigo, mandando un pequeño gesto de despedida a la tumba y pidiendo la retirada.
Les había asustado a ambos la acelerada recuperación, el movimiento de tranquilidad en su caminar, así como el rostro que no decía nada. Pero optaron por no preguntar y seguirle, conscientes de que una parte de él había desaparecido tras la aceptación.
La inocente esperanza de que Sirius regresara.
Y finalmente el ánimo decayó.
No importaron los esfuerzos de Remus por cubrirlo de la lluvia, o la inquietante obsesión de Ron para mantenerlo cerca, Harry se sentía empapado dentro de su propio dolor, y el agua sobre su cuerpo simplemente fue algo circunstancial. El cabello negro derramaba gotitas frecuentes a la playera roja tonos más oscura, húmeda hasta el último centímetro al igual que el resto de la ropa adaptada a su cuerpo tembloroso. En el brazo derecho tenía resguardado el regalo de Lupin, pero las mochilas habían ido a parar a brazos del querido hombre lobo, que no aceptó protestas y simplemente obedeció sus propios deseos.
-Estas casas...- rompió el silencio con una voz tranquila y muy suave que simplemente acarició el viento y aligeró un nudo en la garganta. -...fueron especialmente construidas y diseñadas para los visitantes del cementerio, las rentan hasta que la pena sea soportable y se sientan en condición de regresar a su vida normal. Es parte de la aceptación- dijo, señalando las largas hileras de construcciones perfectamente iguales que se dejaban ver quince minutos después de caminar por el césped, ya lejos de los monolitos de muerte, blancas, con el tejado en un rústico color chocolate, que en contra de lo que se pudiera pensar gracias a la estructura clásica, se percibían frías, y completamente inhóspitas. O al menos fue ese el aspecto que ambos chicos comprendieron. Al parecer las cortinas de cada una de las ventanas en las edificaciones se encontraban corridas, pues no dejaban ver su interior. Mucho menos invadir la dolorosa privacidad tan solitaria. Harry dudó alguien pudiera vivir ahí, y la idea de permanecer en tan frialdad durante su renovado luto le pareció una tortura.
Había dejado de llover casi por completo, y aunque Harry y Ron estaban empapados, Remus no dejó de cubrirles. -Pero nosotros...tenemos otras cosas que hacer- se desvió hacia la quinta casa de la izquierda, la tercera calle al oeste. Sacó una pequeña cruz atada en plata con tres llaves de igual componente, la más estructurada se hallaba perforada varias veces durante su extensión cilíndrica, formando una contraseña inviolable.
Fue cosa de un momento, el solo introducir en la cerradura la llave correcta y la puerta se abrió lentamente, cediéndoles el paso en total silencio. -Pasen, siéntanse como en casa- así lo hicieron, Harry deshizo el enlace de sus manos, pero Ron no le imitó.
El joven Potter viró confundido, esperando alguna respuesta, pero en el rostro albino no la encontró, ni siquiera en el brillo extraño en medio de un mar azul. Haló ligeramente, como si Ron sólo estuviese suspendido en un plano de irrealidad donde él no existía. Aunque él no supiera que tal lugar, donde sus ojos verdes no refulgieran, no había sobrevivido más allá de su primer encuentro. La mirada celeste no le permitió alejar la propia, retándolo a soltarse. Movimiento que no tuvo la intención de realizar, por más extraño que el instante resultase.
Una varita se izó en el aire, con un hechizo desapareció la humedad antes perfectamente visible y les indicó que Remus no les perdía de vista. Y fue aquello mismo lo que les recordó que no estaban solos, y se soltaron.
La vivienda muy alejada de la frialdad exterior, dibujaba en tonos hogareños el recuerdo de haber amado y perdido, asimilando tonos rubís y naranjas, dándole un toque de calidez que la ventana abierta y las cortinas sin correr podían calmar un poco, permaneciendo todo en un cálido recibimiento, reconociendo lo extraño y sintiéndose como en casa, una que jamás habían visitado, que quizá jamás extrañarían.
Pero no tuvo tiempo de memorizar el suelo de madera, las paredes del recibidor en un sutil naranja tapizado de cuadros muggles acerca de hermosos paisajes, la magnificente luna llena mostrando cráteres dentro de su esplendor con el cielo estrellado rodeando sin opacar, entre uno de ellos; el largo ventanal un tanto curvo de poco más de 170 centímetros bajo el que se hallaba un asiento sin respaldo, en el que se podría estar cómodamente sentado, tranquilo aunque lo dudase; no tuvo tiempo pues Remus les indicó tenía que hablar con ellos seriamente, y les condujo un poco más adelante, hacia la sala sumida en la suave penumbra de la lluviosa tarde.
-...La razón por la que los he traído aquí es simple, y no dudo que tras este pequeño paso hayan deducido por su propia cuenta aunque dolorosamente, en nuestro pequeño molesto sobresalto, que es más que otra cosa acerca de Sirius- la voz se quebró al pronunciar su nombre, no disimulado por un instante, pues no se veía en la necesidad de ocultar enfrente de aquellos chicos sentados frente a él, la grave depresión que había creído superar. Y aún así no lo mostró. -...El ministerio sabe acerca de su muerte así que, conociéndolos, esto no tardará en llegar a la luz de los medios públicos, diarios, revistas y sin mencionar el gran revuelo...de...felicidad, que causará mediante estúpidos rumores que la Orden entera piensa comenzarán en los próximos días. Tenemos que cambiar la historia en menos de 48 horas, limpiar su nombre y aclarar todo este maldito asunto que desde un principio debió ser solucionado...- suspiró pesadamente antes de confesar. -No será fácil, lo admito. Sólo contamos con nuestras declaraciones que ante desafortunadas circunstancias han tomado un peso jamás imaginado. Los aurores hemos sido aclamados hasta el cansancio, tomado una fama de héroes invencibles, pero entre toda la gente, Dumbledore y los demás, así como el Ministerio perdiendo credibilidad y "El Profeta" en el borde de la extinción, están ustedes como llave maestra. Específicamente tú, Harry... Ahora tu palabra es sagrada y cada uno de los habitantes del Mundo Mágico sabe en ti su única salvación- le vio tensarse, y se sintió avergonzado de soltar el asunto con tal franqueza. Se sonrojó levemente y continuó. -No. Por favor, no te exaltes. Sólo digo lo que la gente piensa. Pues bien, el Ministerio no será tan fácil de convencer, no en algo que los ponga como los magníficos idiotas que en realidad son (en especial Fudge). Pero tendrán que hacerlo- Aquí, Harry se relajó, y se permitió una pequeña sonrisa por el comentario tan acertado hacia el Ministro. -Tenemos que convencerlos, antes de que se permitan inventar aquellos cuentos, omitirán la valerosa, honorable y perfectamente justificada razón por la cual Sirius entregó su vida y bajo qué fundamentos pasó sus últimos minutos peleando. Y eso, por supuesto...- Remus sonrió decidido, conforme, entrelazando las manos mientras se recargaba en sus rodillas. -...no podemos permitirlo- instantes de silencio después agachó el rostro y recomenzó entre susurros apagados. -No quiero seguir escuchándolos...gritando aquellas mentiras de Padfoot (aunque yo mismo lo haya creído). Quiero que se arrepientan de haberlo pensado...y de permitir que todo esto sucediera- se llevó entreabierta la mano derecha a los ojos, cubriéndolos parcialmente. Aún así, Harry supo lo que sucedía dentro de la desaparición de las palabras.
Se puso en pie, perdiendo la caricia que hasta ese momento supo compartía con Ron. Sintió frío en las manos, hasta que al llegar a Remus, éste las tomó entre las suyas, depositando un suave beso en honor al arrepentimiento. Le permitió ver las incidentales lágrimas deslizándose a través de sus mejillas, notables apenas sobre la piel blanca y delicada, tan pálida, hermosa y lastimada, hasta caer en sus propios dedos, que tras dudarlo, acariciaron las gotitas saladas, llevándolas lejos.
"No te sientas culpable"
Harry tomó el rostro del que había sido su profesor, desde el mentón (tal y como recordó Padfoot lo había hecho en una ocasión), obligándolo a observarle.
No supo si era algo de la adolescencia, o el extraño sentimiento de empatía, ya fuera acaso lo que había pasado con Ron...pero incluso con aquellas marcas de dolor Remus le resultaba...hermoso. Más aún cuando los ojos chocolate llenos de culpabilidad le observaron, los labios se entreabrieron...y le susurraron un "lo siento" que sintió no era en absoluto necesario.
Lupin encontró una mirada verde diferente a la que hubiera esperado cuando vio de reojo a Harry levantarse del sofá. Creyó que le golpearía, le recriminaría no haberle permitido ir a buscarle, tomarlo por la espalda y detenerlo; y si iba un poco más atrás, por no hacer aquello mismo con Sirius, quitarle la varita y amarrarlo a la cama, evitar que fuera a la lucha.
"¿Tú crees que no lo intenté?"
...Pero en su lugar el jovencito precioso que tenía delante le suplicaba perdón de una manera verde brillante, y compartía con él la pérdida.
Lo abrazó, como jamás lo había hecho antes, soltando sus manos y descansando la cabeza en su cintura. De tal forma que Harry pudo colocar las manos sobre su cabello castaño, acariciándolo lentamente, no deteniendo sus lágrimas ni incitándolo a seguir llorando, invitándolo a hacer lo que le placiera, pues estaba en esos momentos con él.
Y pensar que él era el adulto en la situación. O tal vez no. Quizá Harry era fuerte porque lo necesitaba así. Porque Remus lo necesitaba así.
Estás destruido...tú y yo somos iguales.
Ron observaba la escena completamente estupefacto, y aunque pudo haberlos detenido, no lo hizo. Porque no era más que un abrazo, sólo eran caricias, nada más que palabras susurradas en silencio, sólo...
"Sólo estás con alguien más..."
La furia contenida le cerró la garganta llena de frases sin contar, de tal forma que simplemente se quedó ahí, observándolos hasta que minutos después pudo suspirar con alivio, todo nuevamente en paz. El ambiente tenso se había ahogado entre lágrimas retenidas, y Remus abandonó un beso en los dedos de Harry, agradecido.
Lo que pudieron ver el licántropo y el joven Potter al virar confundidos, fue a Ron tosiendo con fuerza, como si se estuviera atragantando con algo. El evento se dejó pasar tras unas palmadas en la espalda, sin saber qué diablos había sucedido.
Fueron dos horas después, tras subir a una de las recámaras y quedarse al fin profundamente dormido sin temor a caerse de un incómodo asiento, con la ropa y los tenis puestos, que Weasley se despertó. Al hacerlo, abriendo los azules ojos lentamente hasta lograr enfocar imagen, se sentó, ambas manos apoyadas en la cama, un poco atrasadas a su cadera y rápido comenzó a buscar.
No estaba acostado a su lado.
Hubiera jurado que entre sueño y sueño, Harry se había colocado muy cerca de él, musitando una frase irreconocible por sobre sus labios, antes de tentadoramente acercarse y volverse a alejar. Pero no estaba.
-¿Harry?- se aclaró la garganta, percatándose lo seco de su tono, y trató de nueva vez. -¿HARRY?- pero no hubo respuesta. Salió de la lujosa habitación, fue a la recámara de Remus, a la de su mejor amigo, al cuarto de baño (el que abrió sin más ni más), escaleras abajo, la cocina, la sala, el recibidor, pero en ninguno de ellos lo encontró. -Bien. Concéntrate. Es Harry, fuera de casa, aproximadamente la una de la tarde...está lloviendo a cántaros...y Remus dijo que...- no tardó mucho en darse una pequeña palmada en la cabeza, tomar las llaves de sobre la chimenea y salir corriendo a la casa, apenas preocupándose por entrecerrar la puerta.
Dos segundos y volvió a abrir. -...maldito paraguas- lo encontró recargado en la pared izquierda, apenas escondido a un lado del asiento, tras tomarlo salió nuevamente, abriéndolo y cerrando la puerta, guardando las llaves en el bolsillo trasero de su pantalón. -Creo que aún estoy un poco dormido- se justificó hacia nadie en particular y caminando rápido, se dirigió al cementerio.
Sonrió con pena, renuente a hacerlo, a la dama que aún asistía la florería, pero lo hizo por compromiso y porque desafortunadamente ella se había dado cuenta de su presencia. Nuevamente aquella mueca de exasperante comprensión. Caminó por el sendero del centro, percatando más personas de las que había visto en la mañana, aún con la tormenta que ya era tal, protegiéndose a veces y en otras simplemente dejándose llevar por la desventura, despreocupándose por momentos de la hermosa lluvia. Se preguntó si aquellas decenas de visitantes vestidos totalmente de negro vivían en Las Casas, aunque a los pocos segundos, observando el tintar oscuro de las personas, se cuestionó sino insultaría el luto, vestido con aquella playera índigo con el '09' en color fuego, y los jeans tonos más claros, el cabello rojo alborotado, la piel blanca sonrosada en las mejillas, provocada por el frío; tiritando de frío y sorteando a los desdichados llorando amados cadáveres, a veces pisando las mismas tumbas, para por fin, llegar a su destino, guiado por la preciosa figura de Harry, de rodillas ante la tumba de su padrino, con un abrigo que reconoció como el de Remus. Le iba un poco grande de las mangas, por lo que sobresalía sólo la punta de sus dedos blancos seguramente entumecidos, jugueteando sin darse cuenta con el césped verde empapado bajo sus pies. Todo él húmedo, precioso. Como cuando tomaba un baño justo después de levantarse en la mañana antes de asistir a clases fuera cual fuera la situación, tras un entrenamiento de quidditch, y los cuarenta minutos que permanecía bajo el agua después de un partido cuando por fin dejaban de festejar su nombre. La ducha siempre le tranquilizaba de tal forma que Ron podía llegar y darle un pequeño golpe en el pecho sin que le importase, o podía empujarle de regreso a la cama, y Harry sólo reía antes de ponerse de pie y seguirle el juego.
Claro...cuando no estaban en guerra.
Suspiró. Extrañaba a Sirius. Por lo menos, aparte de conllevar una gran aventura y siempre ser tan divertido, Harry estaba feliz cuando él aún estaba vivo. Y un Harry feliz siempre era más agradable que el niño destrozado que yacía sobre el césped, mirando a la nada y moviendo los labios sin realmente decir algo, respirando sólo por inercia.
Se inclinó en cuclillas detrás de él, compartiendo el paraguas absurdamente con un chico que no podía estar más empapado.
-Harry- sabía que estaba ahí. Siempre lograba saberlo. Iba abrir la boca nuevamente, para proponerle se fueran de aquel triste lugar, pero la voz del chico, atenuada bajo la lluvia que caía sonoramente, así como el propio sentimiento que le ahogaba, interrumpió, robó sus palabras.
-Vámonos- le vio ponerse en pie, lo siguió sin pensarlo dos veces; e increíblemente, por más extraño que pareciese, Harry parecía sereno y perfectamente ecuánime, en sus cinco, sin ningún rastro de haber llorado siquiera una lágrima en toda su vida. Pero la humedad completa sobre su ser aún así delató la deprimente soledad y tristeza en la que hasta hacía unos instantes se encontraba.
El dejarse llevar le hizo abrazarlo, enredando el cabello azabache al tiempo de colocar la mano derecha en su nuca, sin saber realmente porqué. Alguno de los dos, o los dos, lo necesitaba. A Ron le gustó saber que él mismo lo había querido así, pero aún más que le correspondiese, colocando los brazos alrededor de su espalda, empapándolo por igual, aunque desechase la utilidad del paraguas que todavía sostenía con la mano izquierda.
Pudo ahogarse en el aroma delicioso de su mejor amigo, y realmente todo a su alrededor, la muerte de Sirius, el encontrarse lejos, en un cementerio, alrededor de toda aquella gente que en realidad no los observaba, resultó nuevamente circunstancial.
Viró la mirada hacia él, con el cuidado de no ser descubierto en su aventura. Le recorrió largamente, entreteniéndose en la curva de su rostro y el nuevo verde poseído de tristeza, así como la sonrisa inexistente, y el cuerpo sin expresión, firme, fuerte, pero destruido. Aún Harry podía ser el mejor ejemplo del adjetivo más exacto a la perfección y belleza, como el único que lo poseyera...a los ojos de Ron.
No podía culparse, se encontraba nervioso.
Y es que jamás habían estado así, tranquilos y tan solos, en cinco años. Quiso compartir el pensamiento, lograr en el rostro de Harry el mismo rubor enloquecido subiendo a través de sus mejillas, pero justo entonces el chico de ojos verdes dobló a la izquierda, sorteando a la gente en el extraño pueblo, dirigiéndose a un restaurante que apenas había vislumbrado de reojo, entre distracción y tristeza; empapándose de nueva cuenta hasta que Ron reaccionó y le siguió el paso, empujando a unos incautos soltando improperios en su contra, y le cubrió con la sombrilla. Observó el nombre del establecimiento con un dejo de tierna compasión, y supo porqué Harry había escogido precisamente ése, después de pasar cerca de una docena en la media hora que llevaban caminando en completo silencio.
Black's.
Le resultó extraño un restaurante de parecido tan lujoso en un pequeño pueblo, pero bien, teniendo en cuenta que era mágico, realmente no le ocupó gran parte de su tiempo. A veces incluso los magos realizaban cosas extrañas. Contrastaban las luces ámbar de los faroles en medio de tantos establecimientos comunes cuyo nombre ni siquiera interesaba, así como el camino de separación entre los demás edificios; metros más atrás, hermoso, de mucho mayor tamaño, destilando un ambiente romántico, cálido y casi a la altura de la melancolía.
Un joven trigueño, de pantalón blanco, camisa negra y túnica escarlata, les abrió la gran puerta desde dentro tan sólo Harry se acercó. Fue agradecido con una pequeña reverencia del joven Potter y Ron, sorprendido, viendo aún la puerta abierta y al guardián sosteniéndola, completamente ecuánime y sin preocuparle su tardanza, cerró el paraguas con una pequeña presión en el punto indicado del mango y de un solo paso entró al recibidor. La calidez que le envolvió, contraria al ambiente exterior, logró en él una pequeña molestia, el leve mareo del desconcierto, antes de percatar a Harry a su lado y volver a la normalidad, contagiado por igual de la fulminante calidez de su compañero, sintiéndose extrañamente lejos de su propio cuerpo.
Inmediatamente al recibidor color ámbar y rubí, llegó un atractivo mago de aspecto respetable, entrado en los años cuarenta, afeitado, con el cabello largo y castaño en una fuerte coleta baja, peinado hacia atrás para indicar pulcra limpieza inigualable, los rasgos fuertes del carácter combinaban con los músculos perceptibles dadas la complexión y altura. Pantalón negro, camisa blanca, capa grana, al igual que el resto de los dependientes del lugar, un leve trozo de prepotencia dibujado en la comisura izquierda curvada en sus labios al momento de analizarlos y comenzar a hablar, precisamente a Harry, con el que fue a enfrentarse en primer lugar.
-Lo lamento, pero la entrada es sólo de gala, y con reservación- Ron se quedó callado, era demasiado maravilloso para durar; viró a Harry, que para su sorpresa parecía no haber escuchado lo anterior y ni siquiera miraba al hombre. Tras unos segundos de tenso silencio, le observó alzar la vista de algún punto en especial de la alfombra escarlata tentando el púrpura, y fijar los ojos verdes en la mirada negra, levantando milímetros más la cabeza, de alguna forma preciosa y elegante que el pelirrojo quiso saber dónde aprendió.
Se preguntó qué veía el dependiente, tomar sus ojos, atravesar la cabeza, averiguar lo que entendía al observar al niño de apenas dieciséis años retándolo a negarle la entrada, el fino donaire con el abrigo negro y largo viniéndole un poco grande, el cabello un poco húmedo por la lluvia, la ropa escurriendo gotitas que tan pronto tocaban la alfombra dejaban de existir; los ojos verdes fríos dentro de su decisión, bajo el par de gafas redondas que había conservado a pesar de tener mejores opciones; la estatura de 1.64, todavía exiguo; el rictus serio y desafiante que era el toque final de la belleza que su mejor amigo no terminaba de comprender. El semblante del tercero se ablandó a un grado casi hipnotizado por la fuerza que Harry caracterizaba. -...Les ruego disculpen mi inexcusable rudeza. Sean ustedes bienvenidos a Black's- el rubor en las mejillas pecosas de Weasley desapareció, impresionado vio que dos jóvenes vestidos igual al guardián en la puerta se acercaban a ellos, y mientras de manera casi adorable el más joven ofrecía guardar el paraguas, el otro tomó el abrigo de Harry, de espaldas lo retiró con suavidad del cuerpo perfecto y con una reverencia se alejó rumbo al guardarropa. -Por favor, si son tan amables de seguirme- ambos lo hicieron, apreciando su repentina amabilidad. Ron se colocó a la derecha de Harry en tanto el gerente les seguía el gentil paso a la izquierda, admirando el restaurante a la mitad de su capacidad, entre elegancia y silencio. -Mesa para dos ¿No es así, joven........?- nuevamente se dirigió al ojiverde, con un curioso respeto que incluso pareció escalofriante. Le vio esperar un nombre, que fue exactamente lo que entregó.
-Weasley- aunque mintió, le entregó una sonrisa amable, nuevamente propia de Harry, que fue correspondida.
-En ese caso, joven Weasley, espero que usted y su compañero- pronunció delicado, con gran tacto, insinuante a pesar de todo, ofreciendo una sonrisa cordial al pelirrojo antes de continuar. -...pasen una confortable tarde en nuestro humilde establecimiento. Lo que deseen se les será entregado con todo placer, por supuesto, y me pongo nuevamente a sus órdenes- les ofreció lugar en una de las mesas más apartadas de la puerta, junto a los ventanales perfectos como paredes, cubiertos un poco por la vegetación de flores y enredaderas en el exterior; las sillas de caoba con respaldar alto fueron movidas tras un pequeño llamado, los mismos chicos de hacía unos instantes aparecieron de ninguna parte en realidad y recorrieron al mismo tiempo los asientos, un poco hacia fuera de la mesa, pacientes.
Al dar Ron el primer paso, pudo percibir un suave tirón de su mano izquierda y fue que se dio cuenta de que inconscientemente, desde partir de la recepción, había tomado a Harry de la mano. Su cuerpo nervioso tuvo la intención de sonrojarse, pero no pudo más. Viró hacia su amigo, hallándolo igual de sorprendido que él y de inmediato se soltaron, yendo a tomar asiento.
Les fueron entregadas las cartas y los tres hombres casi ignorados se retiraron con una leve reverencia, dejándolos nuevamente solos.
Sonrió, comprendiendo.
"Espero que usted y su compañero..."
La temperatura en su rostro se elevó de manera exagerada, en tanto una sonrisa tonta se formaba en los rasgos albinos. Aliviado pudo ver a Harry en casi el mismo estado, aunque más nervioso que feliz, examinando con cuidado el menú delante de sus ojos para dar una justificación del silencio.
Nuevamente era su Harry.
Habían pasado cerca de una hora y media en el restaurante, aún después de haber comido como nunca antes, devorando las ricas, caras, delicias del menú; desde el filete (cuyo punto de cocción tuvo que ser explicado a ambos), la abundante ensalada de verduras mixtas, frutas y cereales, vino tinto (que ya no necesitó la fija mirada de convencimiento de Harry) a generosas cantidades (que resultó más caro que todo el alimento, y de no ser por la bolsa de galeones que Remus les había entregado no habrían podido pagar), hasta el mousse de mango exquisito y la copa triple de helado de ron con pasas. Ahora caminaban solitarios entre Las Casas, dirigiéndose a la suya. 34 era el número a alcanzar.
-Ron...ron...Ron...ron- tonteó Harry, relajado gracias al alcohol corriendo a través de su cuerpo caliente, tomando la mano de su mejor amigo mientras sostenía la sombrilla en esa ocasión.
-Ja, ja, ja, derrochas simpatía, Potter- sarcástico y burlón, sacó la lengua unos instantes, divertido con la mueca de "Qué mal sentido del humor" que el otro le dedicó. Pero la diversión terminó cuando el ojiverde paró sus pasos, con una enigmática expresión bajo los mechones azabache. Con rudeza, Harry se alzó un tanto, girándolo hacia él, capturándole el labio inferior en un suave mordisco seductor, recargado en el cuerpo tambaleante de su mejor amigo, olvidando la sombrilla y tirándola a un lado, donde ésta se cerró al caer.
Una sonrisa satisfecha al provocar sorpresa. Lo soltó, tuvo el tiempo de agacharse por el paraguas, arreglarse el cuello del abrigo que el licántropo le había prestado, e inmediatamente echarse a correr. -¡Harry!- despertó tras unos instantes, nervioso, sonrojado, pálido, ansioso, todo al mismo tiempo; siguiéndolo. No fuera a cambiar de opinión.
46, 45, vuelta a la manzana. Ron corría aún más rápido que de haber visto una acromántula siguiéndole y sin embargo no lo alcanzaba, no al gran buscador de Hogwarts, el más joven en 100 años en sus inicios, héroe esperado, protagonista de increíbles aventuras, no al chico que le había seducido y le sonreía. Era demasiado rápido. 51...equivocación de calle. Y lo quería perder. 37...36...35. Harry lo había logrado. De él no existía ni pista, la puerta cerrada como si no hubiera nadie. Por un momento, Ron titubeó, se detuvo, intentando recuperar el aire perdido, observando a su alrededor. No estaba muy seguro de que Harry hubiera dado vuelta justo ahí. Sacó las llaves de la bolsa derecha del pantalón, caminando a la entrada, sin nada que perder. Introdujo la contraseña en la cerradura de la puerta, empujándola y entrando en el interior, regresando el llavero extra a sus jeans antes de volver a cerrar con cuidado. -Mmmhhh- suspiró aliviado al tiempo de escuchar ruido en la casa.
Caminó a la sala sin observar absolutamente nada de la casa, los cuadros, la pintura, la alfombra, ignorando cada punto hermoso del recinto; el corazón casi a la normalidad volvió a subir su ritmo, se relamió los labios, disfrutando del contacto con la piel delicada con la que Harry había jugueteado. Se acercó hasta él, sentado en el sofá más alejado viendo la televisión, sin el abrigo, no prestándole atención; por momentos le obstruyó la vista de la película de acción, quedándose en el área de visión de la pantalla para observar que reaccionaba moviendo la cabeza apenas.
Encaprichado se movió, sentándose a su derecha. -Harry- colocó la mano sobre su rodilla, tentándolo a hacerle caso, propuesta que por obvias razones fue rechazada, ni siquiera se inmutó, en todo caso mayor caso le hizo al espectacular choque de varios automóviles contra un helicóptero caído, venido a menos, saboreando en silencio la cantidad masiva de sangre del piloto, que en esa ocasión era el malvado.
Adelantó su caricia, un poco más arriba, más dentro de sus muslos, esperando alguna respuesta. En la pantalla se veía al héroe levantarse herido, tomándose el brazo izquierdo, trastabillando gracias a las balas desangrándolo. Pero a Ron no le importó, sabía que Harry, muy en el fondo, estaba dispuesto; descaradamente rodeó su cuerpo (un poco adelantado y sin recargar) con el brazo izquierdo y casi encimándose en sus piernas se aventuró en el asiento. Abandonó un beso en su mejilla, apenas un delicioso roce nervioso, antes de, con sutileza, cerrar los ojos, subiendo a su oído, muy cerca de tal forma que podía acariciar la energía que despedía su compañero, arrastrando un imperceptible contacto de sus labios. -Harry- susurró, al tiempo que presionaba con la punta de los dedos, formando un recorrido de su abdomen.
El trigueño tembló, viró hacia él antes de titubear y regresar la mirada nuevamente a la televisión, ocultando una sonrisa cómplice. El suspiro en la punta de la lengua fue transformado en el afinar de la garganta, y al darse cuenta de su cercanía, a ciegas estiró la mano derecha, queriendo empujarlo un poco, alargar un poco más el juego de resistencia; cuando hubo tocado su cuerpo, presionó un poco hacia abajo, ladeándolo, antes de lograr y menoscabar su propósito. -Ahhhhh...HARRY- le oyó jadear contra su piel, rasguñándole por sobre la tela de la playera, ocultando los labios en el hueco de su cuello. Levantó el brazo antes de entender dónde había ido a parar su contacto, pero ya demasiado tarde.
Ron se permitió una suave carcajada, excitado, un poco borracho, antes de con suavidad halarlo por sobre su cuerpo, dejándose caer lentamente en el sofá.
Juguemos.
Harry estaba sentado en la cama, sin color en el rostro más allá del verde apagado de sus ojos, el leve tono sonrosado de sus labios, después de varias horas el efecto del alcohol había dado por terminado. No había besos, caricias, no después de ser interrumpidos por Remus entrando a la casa, con sólo el suficiente tiempo de arreglarse un poco la ropa, el cabello y sonreírle nerviosos. No supo nada, pero había estado cerca. Platicaron los tres lo que quedaba de tarde, mucho después de caer el sol, hasta que la medianoche entró en su apogeo, y en esos momentos se encontraban cuando Remus estiró el brazo, tomó la mano izquierda de Harry y le entregó dos pequeñas llaves, cerrando los dedos alrededor del pequeño frío metal, deslizando sus palabras con delicadeza, cuidado y aún así sin ser suficiente. Fue cuando el sentimiento de angustia regresó.
-...Sirius me pidió te entregara esto si acaso le sucedía algo. Son las llaves de sus bóvedas, cada una tiene tallada el número que pertenece. En Gringotts saben de la transferencia...así que no existen inconvenientes. Nadie hará preguntas, son completamente tuyas- se puso en pie, abrió una maltrecha maleta que había llevado y de ella sacó varios trozos perfectos de pergamino. -Estos son los títulos de Grimmauld Place, a tu nombre. Hace un año se realizó el cambió. Lo que se encuentre en la vivienda, muebles, cuadros, libros, ropa, artefactos, es tuyo. Eres el nuevo propietario- realizó una larga pausa, suficiente para que la línea que era el tenso silencio se rompiera y no quedara más que un enloquecedor zumbido. Harry empezó a sentirse mal. -Hay más, pero...antes, tienes que leer esto- le ofreció un sobre, con el sello "SB" por primera vez. Intacto, sin abrir. Esperó unos segundos a que el chico lo tomara, sin obtener respuesta. -¿Quieres que te la lea?- un casi imperceptible asentimiento. Entendiendo rompió el sello, abrió el sobre, sacó el pergamino cuidadosamente doblado, lo desdobló, enfocó la primera línea, afinó su garganta y comenzó.
Suave.
"Harry.
Lamento que esto haya sucedido, el no poder estar contigo, rescatarte como en silencio había jurado a James, te suplico me perdones al abandonarte de esta manera, y sé que no tengo justificación en primer lugar al permitir que todo esto sucediera hace ya casi 15 años. Es mi culpa todo esto, y por ello no hay eternidad en la que exista el tiempo de redimir mis errores, dejarte solo, no estar contigo cuando lo necesitaste, no tomar fuerzas de mi propia debilidad con tal de ir a buscarte, incluso arrebatarte a tus padres y privarte de una infancia como tú, más que nadie, la merecías.
Aquí estamos como en un principio, con un poco más de dolor pues tuvo lugar nuestro, ahora tristemente finalizado, encuentro. Siendo egoísta, olvidando un poco el porqué esta carta existe, el sufrimiento por el que se tiene que pasar es ínfimo a comparación de la felicidad, el tiempo que estuvimos juntos, el haber tenido la oportunidad de estrecharte entre mis brazos y saberte seguro. Quizá no comprendas que la dicha que obtuve al observarte por primera vez tras doce años de ausencia fue suficiente para borrar el pasado, como si desde en un principio te hubiera tenido aquí. Regresó James, la tierna Lily, los Merodeadores, Voldemort no existía, Azkaban era un mal sueño...sólo porque estabas presente, y así es cada instante (la mayoría de mi tiempo, para ser incómodamente sincero) que pienso en ti.
Te mencioné en varias ocasiones tu parecido con Prongs, que bien era existente más allá del físico o no, y dándole razón a Remus, ahora sé que eres mejor a todos nosotros, en todas las perspectivas. Bueno...yo soy un poco más guapo. Será parte del aprendizaje a través del sufrimiento, o quizá obra de ti mismo, lo ignoro. Mirando atrás dudo que exista ser más impresionante que tú. Has tenido la fuerza de ponerte de pie antes incluso de caer por completo, levantarte y mantener una sonrisa, en las innumerables ocasiones que has tenido que enfrentarte al desastre. Y sé que ésta no será la excepción.
Obviamente desconozco los motivos de mi muerte, pero ya que ha sucedido ruego que haya sido luchando. No existe mejor a morir peleando por lo que amas.
Despidiéndome, necesito confesar algo que espero te haya dicho (o por misteriosos medios lo sepas) antes de irme. Y si no es así, estúpido de mí, espero haber sufrido al caer. Sólo bromeo, no te ofendas.
No hay persona a la que quiera o haya querido más que a ti, ni a Remus y James, ninguno de mis familiares por supuesto. Simplemente no existe y es imposible siquiera el acercamiento. Te quiero ¿Lo entiendes? Sí. No se te ocurra sentirte ni un poco culpable de algo, soy perfectamente responsable de lo que sucedió en mi vida. Y por favor, no entristezcas. Sé que es demasiado el pesar que ya has soportado antes y no quiero ser parte de él. Pero tenme en cuenta, pequeño. Siempre tenme en cuenta como tu querido padrino. Porque modestia aparte, entiendo cuánto me quieres, hasta qué inimaginable punto lo haces; por lo cual me siento agradecido, honrado y orgulloso. Merecerme un poco o mucho de ti.
Promete, aunque no puedas verme, que volverás a sonreír, a pesar de la guerra, de estos problemas. Olvida todo por un momento y sonríe. Si no sabes lo mucho que me gusta verte sonreír puedes averiguarlo preguntándole a Ron y a Hermione, a Remus, Hagrid, la familia Weasley y a todos los que te amamos. Pero yo te amo mucho más.
Bien, ya comencé a llorar. Las despedidas no son mi fuerte, ni soy muy bueno con las palabras, pero espero que sea un consuelo el esfuerzo.
Cuídate mucho, pequeño. Cuida a las personas a tu alrededor, tus seres queridos, pues no son tan fuertes como tú lo eres. Salúdame a Ron, seguramente estará como siempre a tu lado, a Hermione, la inteligente brujita tan preciosa que sabrá cómo explicarte las cosas; y a Remus, con el que dejé encargada esta carta... Fuera de las murmuraciones él estará demasiado vulnerable por esto, será extraño pero es un suceso digno de verse. Por ello cuida de Moony por mí, que no te deje engañar con apariencias.
Y un beso exclusivamente para ti.
Habiendo dicho todo esto, por última vez me despido.
Te quiere tu padrino, Sirius Black."
Dobló el pergamino en su pasado estado, lo metió en el sobre que posteriormente cerró. El malestar de Harry era dudable pudiera ser mayor, pero era fuerte, un par de instrucciones no harían daño. -En unas horas, al mediodía, deberemos presentarnos en el Ministerio y presentar la finalización del caso. Ya casi todo está resuelto, me encargué de ello personalmente y por eso les he dejado solos; sólo falta tu palabra, Harry. Ahora, repasemos sobre qué hablarás con el jurado...- la voz de Ron le interrumpió.
-¡Es suficiente!- estaba de pie frente a Harry, un poco agachado, la mano derecha en su cintura, la otra en la base de su nuca, acariciando el cabello azabache suavemente, presionando un poco contra sí el tembloroso cuerpo de su mejor amigo que entre lágrimas escondía el rostro en él, tomándolo por los hombros con fuerza, de vez en cuando lastimando la piel albina que no se quejaba, pues era él. Los ojos azules se alimentaban del sentimiento de ira y tristeza mezcladas en una extraña combinación dirigida al licántropo, deteniéndolo. -Por favor- añadió un poco avergonzado. No era culpable, él simplemente había sido interlocutor de lo que Harry no se vio capaz. Ante el silencio y nula expresión, tragó en seco, la valentía del momento había disminuido -Yo...- el hombre-lobo despertó de su impresión, removiendo un poco la melancolía y regalándole el curvar de sus labios.
-No, no te disculpas. Tú estás para Harry...así debe ser...y por eso te agradezco que hayas aceptado en venir tan repentinamente. No sabría lidiar con esto...cuando en realidad yo...no me encuentro tan bien- admitió por unos segundos antes de recobrar la serenidad. -En ese caso hablaré con ustedes dos mañana en el desayuno- desapareció los pasos que le separaban de los chicos, del borde de la cama, dejó la carta y los títulos de propiedad encima de la cómoda y con cuidado, titubeante, se agachó un poco, ignorando por un momento la mirada casi asesina de un Ron previsor. Con cuidado, aún bastante alto a los dos, firme hizo una suave petición. -Harry, ¿Crees poder alzar la cabeza un instante?- pudo observar la presión de los dedos crispados casi desaparecer, y el joven rostro de Potter levantarse unos milímetros, avisándole a Ron con el sutil movimiento, que estaba bien, antes de alzarse por completo, virando al licántropo que le observaba enternecido por las lágrimas eternas descendiendo lentamente.
Acercándose un poco más, acarició el cabello azabache, colocando unos mechones rebeldes tras el oído derecho, recorriéndolo por instantes, descendió el sensual contacto hasta la mejilla recuperando un poco de calor, mojándose la punta de los dedos al hacerlo, llevando la caricia hasta su mentón, alzándolo un poco más. Cerró los ojos y a ciegas le regaló un delicioso beso, sobre las lágrimas un poco borrosas en su mejilla.
"Un beso exclusivamente para ti."
Sin más que decir se enderezó, abandonando un perfectamente sorprendido chico. Le brindó una sonrisa y revolviéndole el cabello se despidió, rompiendo todo contacto y cercanía. -Buenas noches a ambos- se fue, llevándose la vieja maleta, alejándose de cualquier explicación.
Ron lo disimuló mientras ayudaba a Harry a acostarse para que pudiera dormir, incluso más allá de cuando apagó la luz y se colocó a su izquierda, observando el techo con ambos brazos bajo la cabeza; pero sabía de su propio sentimiento por mucho que lo quisiera negar. Estaba celoso. No dijo nada y tras unos largos minutos guardando el silencio triste de su mejor amigo, se quedó profundamente dormido.
Despertó en seco, asustado por un insignificante rechinar de la puerta al ser entrecerrada con excesiva cautela. Se levantó, sentándose bajo las sábanas y edredón blanco, buscando a su lado el precioso joven que no se encontraba ahí. Se le estaba haciendo costumbre.
-¿Harry?- tanteó a oscuras, revisó la habitación entera con la mirada antes de mover a un lado las cobijas y colocar los pies descalzos en el suelo, levantándose por completo. No fuera a ser su amigo una estupidez como ir al cementerio a tales horas de la noche, sin aviso ni acompañante. Se colocó la playera (única prenda que se había quitado antes de acostarse) rápidamente mientras, un poco mareado debido a la falta de iluminación, caminaba hacia la puerta, abriéndola de un pequeño halar y saliendo de la habitación, somnoliento. No escuchaba pasos algunos, pero recién Harry había salido, de eso tenía la seguridad. Una sombra se deslizó dentro del cuarto de Remus, y suspirando aliviado, fue a averiguar, a la derecha.
Hermoso...
Remus estaba dormido cerca del borde de la cama matrimonial, de cara al techo, bajo la tenue luz de las estrellas en la clara noche chispeante, donde los rasgos adultos se resaltaban al máximo y las marcas de lágrimas pasadas podían dibujarse con la punta de los dedos. Así lo hizo Harry, recordando cómo lo había hecho con él, adorando el gesto, sensibilizando en sueños la piel blanca al ser acariciada con temor a despertarlo. Imaginó la humedad que tras el velo de madurez había llorado, dentro de su elegida soledad, y sonrió llevándose la mano a los labios, ilusionando que gotitas saladas los remojaban en melancolía. Entreabrió la boca, ansiando el contacto, sin fijarse que del otro lado de la puerta Ron le observaba.
Jugueteó con unos mechones chocolate, inclinándose hasta el rostro del que había sido su profesor, sentado a su lado, y con el cabello entre sus dedos acarició la piel blanca, haciéndole cosquillas. Le vio removerse entre sueños, encantado.
Cerrando los ojos, ambas manos en sus hombros, dejándose recargar un poco antes de cuidadosamente, pasando la cercanía de su rostro, musitarle al oído, con sinceridad, algo que no comprendió porqué había surgido, mostró la punta de su lengua y se relamió los labios secos, antes de volver a esconderla. Su mueca pasó del embelezo a la seriedad, dando su palabra y demostrándole con un solo gesto más que era totalmente su voluntad. Aunque precisamente lo que realizó no fue del todo...inocente.
Alzándose, suspirando contra los labios cerrados, finalizó un azucarado beso en ellos, un mar de lágrimas que compartían.
-Te cuidaré-
Fuego cayó a través de la estrecha garganta, quemó las paredes irritadas al forzar el afinar innecesario, lamiendo las heridas al tiempo de sonreír del sufrimiento que causaba, pero tan pronto llegó a su estómago contraído desapareció todo a su alrededor, quedando el frío del cuerpo pálido, limitado a existir. Podía sentir la piel estrechada contra el hueso, los ojos azules demasiado abiertos en una posición neurótica, el sudor helado corriendo sustituyendo la sangre. Se llevó la temblorosa mano derecha al rostro, tallando una mancha de tierra que no existía en su mejilla, enrojeciendo la piel, por primera vez en casi cinco minutos realmente sintiéndose.
Empujó un poco más la puerta.
No.
Continuará...
¿Quieren saber porqué me tardé tanto en actualizar? Vayan a ver "Gravity", mi primer fic de Gravitation.
En cuanto a este capítulo (que en lo personal ha sido uno de mis favoritos de principio a fin), aclararé algunas cosas antes de que me maten. Mil disculpas por el final tan abrupto, en la mejor parte, pero es parte del suspenso y me permite desplegar escenas en el capítulo 05 con mayor destreza. Esto sigue siendo un Harry x Ron, ¿sienten que me he sobrepasado en cuanto a la...ternura y empatía que siente nuestro joven Potter? Espero no se hayan molestado, no será una pareja (ni siquiera casual), es sólo...una pequeña idea que surgió y no pude rechazar. Ojalá no se harten del rumbo que va tomando, hace tiempo mencioné que tendría un poco más de slash de lo acostumbrado, y es precisamente a esto a lo que me refería. No descarto habrá molestias por doquier, son los riesgos ¿no? Supongo que jamás he sido una persona del todo consciente. Por ello y por caprichosa: Gomen. ¡Ah! Ahora no puse tantas frases de aquellas que les gustan, simplemente, no surgieron, también disculpas. Hasta la próxima. 07 Octubre 04
Remus entregó antes de irse al Ministerio por la tarde, a Harry y a Ron, un pequeño costal lleno de galeones, y dos copias de llaves; indicándoles fueran a entretenerse al pueblo aledaño durante su ausencia, y que comieran, pues él no podría llegar. (Se me olvidó mencionarlo).
Idem, Nabichan Saotome.
