Idem: Mejores amigos

R

Angst, Slash

Parejas: Harry x Ron / Ron x Hermione / Harry x ¿

Sinopsis: Pequé de tu cuerpo aún tú perteneciendo a alguien más, probé tu cuerpo exquisito, te demostré sin palabras que ante todo somos mejores amigos. E ingenuo fui al jurar que sólo sería por una noche.

Atentamente,

Nabichan Saotome.


Capítulo 07. Ángel caído

Movió los labios, formando en el silencio su nombre; un tibio cosquilleo corrió a través de la espina dorsal, las venas calientes, la sangre hirviendo, llevando consigo tal placer en el solo hecho, que debió contenerse de suspirar, mientras sostenía con fuerza la túnica por debajo del escritorio. Perdía la calma al observarle.

La pluma de águila de vez en cuando acariciaba los labios del trigueño en un coqueto gesto sin propósito, mientras los ojos verdes se extraviaban en los detalles de la oscura mazmorra, las calladas pláticas entre compañeros que causaban una leve sonrisa, o la dura voz de Snape que les silenciaba, bajaba puntos y moría en un pequeño eco de deliciosos escalofríos. De vez en vez le descubría siguiendo los movimientos del adusto profesor, sin interés, analizando los pliegues casi nulos en el ondear elegante de la túnica, en otras se limitaba a observar el blanco pergamino sobre su pupitre, en el cual en ocasiones escribía leves detalles, fuesen los que fueren, perdiéndose de igual forma en el ensimismamiento, deteniendo el rasguear de la pluma entintada y volviendo a empezar. Los ojos verdes se cerraron tras largos instantes de duda que en ellos se reflejó, cayendo en tal tristeza que la mazmorra pareció por momentos más fría, la oscuridad en ella apagó casi toda esperanza. Harry estaba tan cerca que de haber alzado el brazo por encima del escritorio le habría acariciado…pero nuevamente ella se interponía entre los dos, anotando con casi angustia los ingredientes de la poción que recién aparecían en la pizarra, la detallada preparación que tras breves minutos y con perfecta letra pasaron al pergamino cortado. El rostro de la joven, debido a la prisa, el ansia y la cercanía con el material, yacía mancillado de pequeñas manchas de tinta negra, al igual que los delgados dedos que sostenían la pluma blanca, lo que le daba un toque infantil, nervioso y casi desesperado.

No estés triste.

Era linda…a pesar de ello, la mirada azul siguió fija en el joven del otro lado del escritorio, que en silencio sacó el caldero, mientras los ingredientes eran mostrados en las estanterías ahora abiertas. Harry evitaría observar directamente a Severus, yendo en busca del material faltante, las diversas hierbas, trozos de esqueletos, una poción anterior a base de piel de serpiente; y el odio sería negro y profundo como la mirada que le observaría durante el corto trayecto, deteniéndose en la barrera que entre ellos se había forjado; las manos blancas, largas y delgadas, se crisparían con furia en sendos puños que evitarían golpear al alumno, mientras él elegía los ingredientes y regresaba a su lugar donde aún los ojos azules le acecharían en un trance melancólico.

Ron lo supo así…por ello cerró los ojos al verlo ponerse de pie, en su locura escuchando el único sonido de pasos que interesaba; parecía sentir el cálido respirar agitado de Harry golpear contra su piel estremecida, él gritaba su nombre. Ahogado en sus pensamientos…le escuchó regresar, mientras los ojos verdes le evitaban casi por completo, antes de que la vista se fijara únicamente en él, que entre la oscuridad se estremeció. Sólo los dos, como alguna vez lo fue.

Aún con los ojos cerrados puedo verte…

…Mientras de lejos me seduces.


Los días pasaban con rapidez, sin descansar un segundo siquiera, parecían sólo rozar el alba, parte del anochecer, desapareciendo tras una montaña de deberes, obligaciones y aprendizaje, lo que en abrumantes cantidades quedaba de un nuevo día sin denominación. Su vida quizá era contada por alguien más en un tono tan bajo que era apenas un susurro, debía guardar silencio para escuchar, casi limitar las pausadas respiraciones hasta volverse inexistente dentro de su propia historia. Sonaba absurdo, pero era lo que Harry pensaba en esos instantes, de regreso al castillo Hogwarts. La clase de Cuidado de las Criaturas Mágicas había finalizado ya. Podía escuchar una suave voz de chico relatando una observación de la tarde pasada en los campos, y lo que fuera de lo que hablaba, pues las palabras carecían de forma para sí mismo, hacía reír a sus compañeros. Parpadeó varias veces, deteniéndose en seco justo fuera antes de cruzar las puertas del colegio.

...se dio cuenta que aquella voz de chico, grave y acariciante, pronunciando las palabras distorsionadas, era su propia voz, la cual tras detenerse calló.

¿Harry?- un fuerte escalofrío en la nublada mañana de verano, le hizo abrigarse, cerrando la túnica alrededor de su cuerpo, y dio cuenta había despertado de su propio ensimismamiento. Mas tras unos segundos todo volvió a la normalidad y el color regresó a su rostro al igual que la tibia temperatura envolviéndole entre brazos.

Para su propia sorpresa, mientras alcanzaba la pregunta de la jovencita Granger, fue capaz de formar una sonrisa, moviendo la cabeza en un gesto negativo; sin embargo, los pasos reanudados, al igual que la plática, no impidieron Hermione expresara su previa preocupación, adelantándose hasta cortar de tajo las palabras alegres, quizá engañosas, que pronunció. –…te sucede algo. Quizá no estés listo para decírmelo ahora, a mí o a Ron…pero cuando lo estés, sabes que cuentas con nosotros, Harry-

Asintió, a lo que ella siguió el ligero paso hasta las escaleras del vestíbulo, incitándolos con una inteligente sonrisa a acompañarla.

Ron viró a Harry, sin decir nada, preguntar siquiera; recordando el silencioso pacto en que habían caído, y tras breves instantes la comisura derecha de sus labios se curvó en resignación.

Mejores amigos.


"Encerrada la traición en un beso…cálido, elegante, lento, doloroso baile sobre lágrimas sin derramar…"

Abrió la puerta, acariciado por el tibio aroma de la chimenea encendida, cuyas llamas devoraban los trozos de madera en danzas tradicionales de victoriosa melancolía, alrededor del caliente festín, casi etéreo, cuyo sacrificio dibujaba la sombra irregular de ambos; en tanto a contraluz su silueta delgada recortaba los pequeños fulgores de estrellas desperdigadas, el manto que cubría de noche los alrededores, de cara a la ventana cerrada de la habitación, ahora que el instante había llegado y el toque de queda había quedado atrás. Se encontraba inmóvil, ambas manos sobre los cristales del ventanal, observando silenciosas fantasías en que el tiempo quebrado sucedía bajo su mirada, al parecer suspendidas entre cada astro de luz, mas era él con la ropa casual, los mechones negros que indomables adornaban de forma inocente el rostro taciturno, la pose de tan perfecto y triste romanticismo.

Harry- suspiró apenas, acercándose tras el cerrar de la entrada que en silencio le había permitido irrumpir. La mirada verde entre las tinieblas volvió, sonriéndole en un movimiento forzado, pronunciando el nombre en el correcto protocolo, mientras él se acercaba a las amplias ventanas. –¿Qué haces aquí?- cuidadoso pronunció la breve cuestión, lentamente, casi en una pregunta casual…mas Harry no lo notó, respondiendo por inercia.

Pensando- sintiéndose agredido, se hizo a un lado, recargándose en el marco de la ventana, y cruzó los brazos delante del pecho. Dejó que el momento le hiciera olvidar, por instantes concentrándose en la suave presencia que tomó lugar a su costado derecho, de espalda a los cristales que les separaban de tan magnificente vista. Ante el silencio, su reticencia declinó, permitiendo que un suspiro cansado encontrara libertad en sus labios entreabiertos, pronunciando una leve disculpa. Al virar a él, encontró una suave sonrisa. -¿Y tú?-

Estaba preocupado por ti- descruzó los brazos, en la obvia incomodidad por la abierta declaración. –Todo el sexto curso (de Gryffindor) está allá abajo, menos tú- breves segundos en que no supo qué responder, fueron utilizados por el joven irlandés para formular una nueva pregunta. -¿Sigues peleado con Ron?- no esperó respuesta, más allá rompió el contacto visual, observando la habitación que en penumbras se presentaba, y continuó. -No deberías darle importancia- Harry, un tanto nervioso, regresó la observación a los parajes oscuros desde la alta torre, en que el Bosque Prohibido le dio la bienvenida con frías penumbras, en custodia de las criaturas de inexplicables formas que entre ellas se manejaban, un mundo libre, envidiable y diferente, danzando en acordes musitados. -Ron y tú siempre serán mejores amigos, no importa cuántas veces peleen, o cuán grave sea, están destinados a reencontrarse- los ojos verdes se abrieron con sorpresa, virando al chico que en su ingenuidad no podía imaginar el poder de las frases ciertas dentro de la oscuridad, que dejaron frío y calor reunidos en graves recorridos a través de los músculos tensos. El ansia avivada tuvo la increíble entereza de alcanzar las siguientes palabras pronunciadas. -Además, nos tienes a todos nosotros…y a Fred- el leve tono coqueto en el último nombre le tranquilizó, logrando la calma volviese casi por completo. -Mañana viene ¿no?- asintió.

"…que en mi nombre aceptan te despidas, con la ingenua esperanza de que algún día vuelvas"


"Hogwarts, Escuela de Magia y Hechicería, Sábado 17 de Septiembre del año en curso.

Segundo desplegado.

A la Comunidad Mágica:

Nuestros tiempos han sido definidos por tendencias oscuras, sería francamente absurdo negarlo en los obvios acontecimientos de los últimos meses. Sin embargo, esto va más allá de la física manifestación de Mortífagos en los infructuosos ataques en contra de las comunidades, así como las ya abiertas declaraciones de éstos ante el ascenso de Voldemort. La plaga en que nos vemos envueltos no puede ser combatida únicamente en las calles, o negando nuestra libertad al encerrarnos en los diversos refugios que han tomado popularidad los últimos días, cuando el mal puede estar presente en nuestros hogares, en centros de trabajo, entretenimiento y estudio: en las personas que nos rodean o en nosotros mismos, escondido bajo ambiguos criterios que en ocasiones son resultado de una regia educación o de los prejuicios con los que a diario injustamente convivimos.

Con estas palabras sin embargo, no es mi propósito avivar el creciente temor en las ciudades, pues las turbas violentas incrementarían el daño contra el que luchamos, y la fobia a ellos lograría el cometido de destruir nuestras vidas y costumbres.

El mal es consecuencia de la enseñanza (por ende aprendizaje) en las variadas etapas de nuestro existir. La convivencia dentro de la familia, el ejemplo adulto-menor, así como la respuesta negativa a un grupo al que etiquetamos sea por género, posición social y económica, incluso por su ascendencia o tradiciones …"

En silencio la circular era leída por los alumnos de Hogwarts, cada grupo reunido alrededor de un pergamino, la mayoría sumidos por la curiosidad, otros por quizá querer afectar al escritor, incluso algunos por aburrimiento. Sin embargo, el resultado fue el mismo, en parte culpa, entendimiento, quizá furia por el reproche, mas aún existía el encanto por las palabras.

Los tres caminaban en platicadora comitiva con rumbo a las afueras del castillo, intentando (en ocasiones de manera infructuosa) ignorar los diversos comentarios acerca de su presencia, que por segundos lograba retirar la atención del desplegado, convocándose únicamente en el joven que en medio de sus amigos evitaba el nerviosismo, hundiéndose en una conversación a la que en realidad no se veía capaz de seguir. El ambiente yacía silencioso, concentrado en él, hasta que una alegre voz a varios metros de su espalda, llamó toda atención y les hizo virar.

"Realmente ¿Cuántos de nosotros no hemos dicho o pensado una mala palabra en contra de una persona, basándonos en irracionales obsesiones, quizá secuela de nuestros propios desequilibrios? …"

¡Eh, Harry!- dos pelirrojos, idénticos, se acercaron al trío, que había dado media vuelta hacia ellos, cada quien con una actitud individual característica. Hermione curiosa por su espontánea presencia, Harry entre el nerviosismo y la felicidad como consecuencia del alivio, finalmente Ron, que cruzó los brazos frente al pecho en evasivo comportamiento y se limitó a desviar la furiosa mirada.

"Está en nosotros aceptar nuestra responsabilidad en la formación de la sociedad y su comportamiento, al convivir en necesarias diferencias, siempre manteniendo afecto y respeto entre nosotros. Con esto, el nivel de inseguridad decrecerá notablemente, trascendiendo en la mejoría de otros aspectos igualmente importantes. … Por último se encuentra el consejo a las líneas Mortífagas: les invito a reconsiderar sus decisiones, pues aquellos inmediatos a Voldemort sufrirán la misma derrota y castigo a los que él, por daños a las comunidades, está destinado.

Atentamente,

Harry Potter."


Hacía largos minutos la hora de la comida había sido jovialmente anunciada, entre palmas estudiantiles de jóvenes ansiosos que corrieron al Gran Comedor luego de una mañana de extenuante calor, y adultos que guardaban la necesaria compostura tras servir como testigos de la algarabía. El ambiente de agitación disminuyó tan pronto los gemelos Weasley dieron paso dentro del colegio, antes de aumentar con grave alarma, siendo que su fama les precedía en todo momento, aún más hallándose al costado de Harry Potter, que ingenuamente trataba pasar desapercibido. Mas de igual forma un corto rato pasó, los ánimos descendieron hasta hacerse calmos y alegres dentro del tradicional castillo, siendo que aún los murmullos danzaban en un compás extravagante, confuso, mezclándose con conversaciones desiguales que llamaban la atención. El joven Potter se sobresaltó en silencio al tiempo que un cálido contacto afable se posó sobre su hombro derecho, y volvió a la normalidad al observar a Remus inclinándose a su oído, musitando cortas palabras que serían sólo para él, y que de ninguna forma demostrarían el mutuo favoritismo.

Se enderezó, pasando de largo aunque con amabilidad a un costado de la mesa Gryffindor, ante la molesta mirada de Ron, que no les había perdido de vista por un segundo. Al verle alejarse, sin embargo, bajó la guardia y regresó la mirada perdida a un punto irregular del plato, nuevamente golpeando con el tenedor el contenido.

¿Ron, estás enfadado?- no pudo virar hacia ella, asqueado de culpa como estaba, y respondió.

¿De dónde sacas tal tontería?- siquiera puso atención a la respuesta que obtuvo, entreteniéndose con machacar de mala gana los alimentos.

…que no has comido nada en media hora…y es tu favorito…- pocos instantes después dejó caer los cubiertos al plato, llevándose ambas manos a las sienes en tanto descendía la cabeza, apoyando los codos en perpendicular sobre la mesa. Cerró los ojos. -En serio, algo te sucede-

Negó sin decir palabra alguna.

Los ojos castaños yacían sobre su rostro, analizando el ligero rubor de sus mejillas salpicadas de aquel sugestivo aire inocente, del que no sabría la causa. Era su propia ingenuidad, terca dentro de su magnificencia, en la que no cabría la desconfianza que justa iría a él, la que fue disuelta en una nueva insistencia, era la preocupación que lejos de comprender cuestionaba con curiosidad. -Ron…- Estando a su lado, colocó la mano derecha sobre su hombro, llamando con cuidado la malograda atención. -¿Te encuentras bien?- mas sus suaves movimientos le hicieron despertar a la estrepitosa realidad, en que gruesas risas golpeaban el eco de borrosos murmullos y pláticas de irrelevancia, era el nombre de Harry magnificado mil veces. Entre el escándalo del absoluto, alcanzó a pronunciar unas transitorias palabras… preguntándose sin atreverse a confirmar si él le estaría escuchando…si tan siquiera le observaba como él lo hacía con los ojos cerrados.

Me duele la cabeza…es todo- antes de que pudiera decir algo más, una voz en lo alto de la Mesa de los Profesores llamó la atención del alumnado, que un tanto renuentes guardaron total silencio y escucharon el anuncio.

Se me ha pedido informarles el domingo de la próxima semana se llevará a cabo un baile de gala en nuestro colegio, la cita será a las siete de la noche para quienes quieran asistir conscientes de las debidas restricciones de bebidas alcohólicas y actos que pudieran afectar la moral en la población estudiantil…- las palabras fueron interrumpidas, todo a su alrededor se volvió una completa celebración y el colegio bañado en desgracia tomó nuevamente su color…todo pareció estar en paz…


"Soy el único que no puede decir tu nombre…se disuelve entre mis labios ansiosos…

Los que en estos momentos toman otros, buscando el perfecto recuerdo que me aleje de ellos, llevándome a ti. Durante el beso tuyo existe el desafío por separarnos, la sonrisa al lograrlo, la desesperación por volvernos a unir…en ella sólo el hundirse contra el sof� dejando le tome como mejor me plazca. Miel derrochada sobre sus labios cálidos y temblorosos, experimentando mi nombre en suaves gemidos incitantes…no fuesen las manos que escapan entre las prendas, sino la voz femenina en el susurro de "Te amo", el motivo de nuestra separación. Miel de palabras innecesarias, no correspondidas, me despierta en helada caricia. Le suelto, sentándome en el sofá normalmente. No eres tú… ¿Acaso algún instante lo fuiste? Es ella despedazada, muerta en recuerdos bajo memorias que te encierran…es el amor que has matado…héroe de miles…somos nosotros quienes caeremos durante tu lucha."

Es tarde. Deberías ir a dormir- Hermione se acomodó la ropa de forma adecuada, al igual que el cabello un tanto revuelto, antes de preguntarle en suave cuestión, mientras le atrapaba en un dulce abrazo.

Creí que íbamos a…- quizá fuese la elevada temperatura en sus sonrojadas mejillas calientes, al igual que el ya constante cosquilleo en la base del estómago, la razón de su silencio…razón provocada por la no superada vergüenza, que sin embargo el pelirrojo comprendió, acariciando los largos mechones de cabello castaño.

Claro que no- un último beso, resaltante dentro de la castidad, bondad, casi despedida entre mejores amigos. -Hasta mañana, Mione- tal vez, si no sólo la luz de las llamas les alumbrase, ella habría notado la particular melancolía en que se hundía, mas no era así, y tras pararse, despedirse inocente y verle por última vez entre rayos anaranjados aquella noche, subió hacia los cuartos de las chicas.

Él, ahora en absoluta soledad, se permitió recostar en el cómodo gran sof� con la vista fija en el susurrante fuego que cálido le agradeció la atención. De lado hacia las llamas chispeando entre la madrugada suspendida del manto índigo, dejó sus ojos se cerrasen.

"¿Son sus labios más suaves, el sabor en ellos diferente? El mar sea recubierto de un extraño brillo de tentadora rebeldía, que entre llamas azules te llaman y seducen contra su cuerpo…es quizá el ingenio de su risa constante, el que te haga feliz con facilidad, de trucos y mocedades en los que puedes olvidar la fuerte pronunciación de mi nombre cuando me haces el amor o simplemente me esclavizas a la locura en que te idolatro en apasionado deseo constante. Quizá su forma de amarte sea diferente…o tengas razón y lo nuestro no deba ser.

En mi desesperada esquizofrenia puedo pensar es cierto."


Hacía tantos minutos…lejos de la Torre Gryffindor, dando vueltas bajo la capa de invisibilidad, con el Mapa del Merodeador entre manos, observando en silencio el paisaje nocturno ofrecido a través de una pequeña ventana, en un corredor solitario de ninguna parte. El viento soplaba fuerte, jugueteando con las ramas de los árboles, de caminos formados a antojo, llevando consigo recuerdos de aromas, de miles de flores, cortezas y el propio espíritu de los animales que lloraban a la noche; manejaba las hebras de su cabello, cerraba sus ojos ante el delicioso tacto, bajaba la fiebre, las ansias y el deseo de volver…a él. Pensando en lo que quizá fuese inevitable, Harry despertó tras un largo rato, dirigiéndose al final del camino interrumpido, sin embargo el fuerte viento, el frío que le hizo arroparse con cautela bajo la capa de invisibilidad, parecía gritarle.

"Detente"

El grito era claro, agudo, escalofriante, era el terror manejado en coros agonizantes, era el amor que ambos insistían en matar, lloraba lo que las nubes silenciaban, el verano cálido golpeando la atmósfera cargada de densa niebla; mas Harry pareció no escucharlo, aún cuando sostenía la parte inferior de la elegante capa colocada sobre sus hombros altivos, haciendo lento el ritmo de sus pasos renuentes a ceder, quizá fuese su propio instinto el que lograba contradecirle. No obstante al paso de varios minutos se vio frente a la entrada secreta a las habitaciones, marcada con una pequeñísima ondulación en el Mapa débilmente sostenido. Desliándose de la capa de invisibilidad, el pergamino entre manos, tocó a la puerta de ladrillos con la palma abierta, justo enfrente del pecho. Ésta se hizo a un lado sin hacer ruido, y ante él apareció la expectante figura del joven pelirrojo, habiéndose puesto de pie de la cama que fuese el centro del todo frente a la chimenea encendida. Harry agradeció la oscuridad, la que aumentó al tiempo que la puerta fue cerrada, les encerró ambos casi por completo. Fred no necesitó de las palabras que forzosamente él callaba, o de los movimientos que no realizó, de la sonrisa que no existió en el rostro hermoso, siquiera preguntó acaso por su comodidad…pues no habría respuesta. Como antes cerró los ojos, entregando su cuerpo al delicioso trigueño que no se movió, besó los labios que entreabiertos dibujaron el nombre de una figura borrosa y ausente…y no dijo nada. No podría, ni aún intentándolo, romper aquel tenso ambiente en el que Harry se manejaba con cautelosos movimientos, al borde erosionado de un abismo. Arrumbó la capa plateada, el Mapa, desabotonó casualmente los botones de su propia ropa, mostrando la rendición.

La mirada verde se abrió, observando sus manos siendo llevadas al rostro del contrario, a la cintura estrecha de perlada piel ansiosa. Entrecerrando los ojos podía a razón de la locura observar largos mechones de cabello fuego, tal la hoguera cuyos rayos se derramaban en la piel blanca…los ojos azules que le sonrieron con coquetería. Negando la lógica y recuerdos, se abalanzó contra él en pasión desenfrenada, tomando las manos blancas tras la espalda como si se negara…le acorraló contra las cálidas sábanas del suave colchón que les recibió en la cama como aquella ocasión entre anaranjados afiches de los Chudley Cannons…como a Ron.

Al día siguiente, a las pocas horas, sabía existiría el arrepentimiento, no obstante callaba a la dolorosa consciencia en delicadas caricias…

"Haciéndote el amor en el cuerpo de alguien más…"


Harry dio media vuelta sobre la cama, dándole la espalda al amante que entre penumbras yacía dormido, un brazo rodeándole la cintura en posesiva forma. El sabor del alcohol había desaparecido por completo de sus labios envenenados, dejando caer la nueva realidad junto a la resaca punzante que palpitaba en su cabeza, fuerte nudo en su garganta, amarga y sedienta; en absoluta obsesión se obligó a pronunciar con tono ansioso el nombre del joven a su lado, y al no obtener sino el oscuro eco, absoluta hipocresía que le sostuvo con mayor odio, abrió los ojos en horror, alejando las sábanas blancas que le cubrían, mancillado, sentándose y dando cuenta tras ver la ropa regada en el suelo la cometida equivocación irreparable. Se levantó, tomando en movimientos desvelados su propia ropa, la que Fred le había arrebatado en calmados vaivenes entre alcoholizados besos sin pensar, y volvió a vestirla. De pronto aquella habitación oscura de romances casuales en la Torre de Astronomía, de olor a alcohol y sexo recientes en que la preciosa luz de estrellas y la luna menguante atravesaba ventanales y en sus rayos de magnificente vida hacía el amor con las llamas de la chimenea provocando la cálida temperatura; aquello que en semanas intranquilas había parecido lo único correcto, lucía ahora vulgar, común y poco sensual.

No quería que las cosas fuesen así.

Numerosas botellas de hidromiel en mala posición sobre una mesa de astillada madera, llamaron en reflejos verduzcos la vulnerable atención…en ellas había intentado ahogar el recuerdo volcado en el cuerpo contrario, de rojo fuego en labios y cabello sedoso, piel blanca que sumisa e inocente suplicaba su nombre, crueles gritos que ignoraba.

Salió corriendo de la habitación…y de haberlo hecho después habría visto a su propio sueño caminar a través del mismo corredor que abandonaba, rumbo al lugar que contenía su aroma perdido, donde vería a su hermano dormido y desnudo sin nadie a su lado, mas la capa que sabría suya tirada en el suelo frío…


Habían sido sus propios pasos…le arrastraron al anunciado lugar en marchita hora de la noche…envuelto en sueños amargos, eran reflejo de la realidad negada…

En los doseles color sangre la luz era derramada por el inclemente sol de media mañana, los rayos atravesaban la gruesa tela, realizaban traviesas sombras con las hebras de su cabello y descendían a la propia oscuridad de los ojos azules cerrados; callados hacía horas sus labios entreabiertos en suspirantes anhelos, en voz inexistente se maldijeron, mordiendo la tierna piel en lo que era ya una costumbre. Sostuvo con fuerza las colchas de la cama sobre las que descansaba, mientras su cuerpo entero temblaba en finos escalofríos frecuentes, mismos que le robaban el aliento. Una fuerte opresión en el lado diestro del pecho le hizo reconocer los primeros síntomas de un grave resfriado. Pero a Ron pareció no importarle siquiera el fuerte escozor de la luz o las ardientes lágrimas que hacía tantos años no tenía la fuerza de llorar.

El sueño que no había encontrado lugar en sus pensamientos cansados le había llevado a la Torre de Astronomía.

Hundió la suave respiración en los almohadones blancos, escuchando sus propios sollozos vueltos susurros quejumbrosos rebotando contra la pared de grana tela, pues por primera vez en más de cinco inclementes años no encontró rastro alguno en su ropa, en las vestiduras de la cama, en el aire que difícilmente respiraba, en las yemas de sus dedos cercanos o en los mechones de rojo cabello, el aroma de Harry, fresco y acariciante, todo él había desaparecido por completo. Casi podía jurar que en las notas escritas por el joven no hallaría su letra, nadie sabría su nombre, de pronto su mejor amigo supo tan ajeno a sus labios que creyó jamás había existido. Tal vez era cierto: Se había enamorado de una ilusión.

La aparentemente risible conclusión le hizo despertar a la realidad donde el sol quemaba, y las lágrimas ahora inexplicables ardían en la blanquísima piel.

Abrió los ojos a la mañana nublada por pequeñas gotitas de mar que no paraban de descender, salió de la cama apenas después de correr los doseles y tan pronto tomó una muda de ropa del baúl mal cerrado a los pies de su cama, recorrió el corto camino que le llevaría a la ducha.

Hacía ya una semana que sus hermanos habían vuelto a casa y sin embargo aún no lo comprendía.


Constantes pláticas, diversas conversaciones en tan diferentes tonos y voces alrededor de un mismo tema aquel domingo de tan dolorosa calidez. Faltaba poco tiempo para el inicio del evento, la mayoría había descendido de las habitaciones, rumbo al encuentro de sus respectivas parejas, los menos permanecían en las Salas Comunes o en los rincones escondidos de Hogwarts a aprovechar muy a su modo la reunión. El castillo danzaba a un paso de alegre ceremonia, entre vestidos de sensuales toques a trajes envolviendo exquisitas figuras ansiosas, aquellos cercanos al Gran Comedor podían balancear compases con las adelantadas canciones de grupos invitados, de románticos matices bajo el manto mágico, el techo en el que la noche se dibujaba con estrellas y fulgores de una luna llena. Las nubes eran escasas, curiosamente la mayoría se reunía en un espeso círculo que encerraba el mayor astro en el cielo nocturno. Todos parecían tan felices, una dimensión en la que él no era bienvenido al conducirse a través de sombras ignorando la taciturna actitud en los rasgos jóvenes y atractivos. En el campo visual de Harry no existía alguno de ambos, parecía habían descendido al baile ya…o quedarían en una de las habitaciones contiguas.

Evadió a las parejas que encontró a su paso en la atiborrada Sala Común, abriéndose paso entre ellas hasta llegar a las escaleras, subiendo a la sexta recámara de los chicos, donde podría esconderse hasta que su presencia fuese necesaria una hora después. Pantalón negro, camisa blanca, bajo una exquisita capa negra de detalles dorados. Abrió la puerta, inconscientemente sus ojos lo buscaron a él…y lo encontraron ahogado en mudas reflexiones, sentado en la cama con los doseles abiertos, un pantalón negro de vestir, una camisa de tono violeta. Los ojos azules fijos en la nada, no se movieron cuando entró, siquiera lo notaron al acercarse, él mismo permaneció anónimo para la propia conciencia hasta que varios instantes después se percibió a un par de pasos de él, lo restante fue acto de los sentidos.

El aire que nuevamente contenía su aroma dulce, el tacto avivado, los ojos azules que con sorpresa viraron y le reflejaron a pesar de la oscuridad, era el verse bienvenido nuevamente.

Harry- los labios degustaron el nombre en similar deleite que en un beso, y a pesar del silencio abofeteado de tan tierna forma, Harry no tuvo la valentía de dar un paso atrás, quizá fuese la voz de su mejor amigo lo que le atrajo, el deseo de quebrar su contrariada voluntad, mas se sentó a su lado…sin poder hacer nada sino esperar el momento oportuno en que el hechizo cayera.

Lentamente, mientras la noche madura crecía bajo el testimonio de pequeñas estrellas, ambos percataran la historia sin rescatar en que se conducían a ciegas, y las penumbras acrecentaron su fuerza, separándolos. Dieron cuenta el pesado silencio en que permanecían, y nuevamente sin mayor preámbulo el joven Potter se puso de pie, viéndose por última vez reflejado en la mirada índigo y brillante.

Media vuelta…quizá fuera lo mejor. Los pasos que aumentaron el espacio entre él y Ron, ambos tan elegantemente vestidos para el otro…ingenuos que creían poder vencer a la gravedad que les uniría, se detuvieron al instante de comprensión de las palabras suplicadas en bajo tono.

"Guardo silencio para escucharte"

La voz grave, dolorosa y anhelante, le hizo girar. Asintió. Habría hecho lo que quisiera.


Era una tontería pensó después, cuando ya se encontraban a las puertas del Gran Comedor, pero era demasiado tarde, tomó su mano halándolo más allá de ellas. Había demasiada gente, era peligroso, no debían hacerlo, alguien podría verlos…parecía reírse de las advertencias. Mas la oscuridad reinaba casi por completo todos y cada uno de los corredores de Hogwarts, bajo la luz de velas suspendidas le daba confianza al alto pelirrojo. La tonada recién comenzaba, siguiendo un ritmo pausado de controlado deseo en voz de varios jóvenes que encandilaban a las chicas más cercanas con tenues vaivenes, a las parejas inspiraba entrega; de fondo a la letra la melodía de un piano, dos violines, guitarras…parecía musitarles al oído.

Ven…- por fin en labios la principal invitación al regreso. Ron se detuvo a largos pasos de la gran entrada, haciendo alharaca de la libertad entre ambos realizó una ligera reverencia como buen caballero y sin esperar respuesta nulificó la barrera que les separaba, rodeando por detrás su cuello con ambos brazos, al tiempo que su cintura era tomada en tan amable gesto.

¿Quieres bailar conmigo?

Recién un ligero ritmo, apenas moviéndose en la improvisada pista mientras robaban notas de la canción, cerraron los ojos. Ambos fueron acercándose, entreabiertos los labios en el ansia de finalizar, conociendo el aura que por tanto les había abandonado, junto a la sonrisa…la preciosa sonrisa que les tomó a ambos en un beso de dulce pasión…mientras el tenue baile, la tibia excusa que el pelirrojo había utilizado, continuaba, pequeños pasos apenas que ambos lograban perfectos. La aterciopelada lengua de Harry partió aún más los labios que temblaron a su contacto, acariciando la contraria, misma en vacío que le permitió el descaro. Se tomaron con aún más fuerza interrumpiendo casi por completo su baile, Ron se permitió acorralarlo contra la pared…dejaron de bailar. Nuevamente sin pensamientos, ambos se sabían nuevamente en tal delicia bienvenidos, un suave beso a cada segundo fuerte, abismal, les consumía a ambos en escalofríos constantes, mientras el otro era consciente de la excitación que las caricias iniciadas recordaban…era un ángel que volvía a caer a placer de otro que sabía hacerle el amor.

Suaves risas, las puertas de roble atravesadas por una joven pareja que se conducía al lugar donde yacían, les hicieron separarse de tal forma abrupta como no lo hubo hecho el final de la canción hacía largos instantes. Simularon hallarse hablando de cualquier cosa sin importancia, lo cual no llamó la atención del enamorado par caminando hacia las afueras del castillo, siquiera porque ambos lucían nerviosos, sonrojados, o porque en sus labios podía casi acariciarse el palpitante beso. -Mmmhhh…será mejor que…- bajaron la mirada, el hechizo había terminado, conscientes nuevamente. -…bueno yo…prometí a Hermione que bailaría con ella una pieza y…hace como media hora que me espera…- sonrió con evidente cínica vergüenza, dando varios pasos hacia atrás que le separaron del joven trigueño. El gesto le pareció adorable. -…ehhh… ¿Me esperarás?- los ojos verdes le observaron con sorpresa, apenas comprendiendo a lo que se refería. -…voy a terminar con ella…después de la canción. Podemos…ir a platicar o algo…- no esperó a ver la expresión de sorpresa, fue caminando hacia la entrada con visible prisa, hasta que a la mitad del recorrido viró a él nuevamente, musitando una rectificación.

"Espérame…por favor"

Aquella sonrisa de tan noble e inocente carácter bajo el dejo travieso de las pecas sobre la fina piel blanca, le impidió negarse…siquiera dejar de sonreír.


Fueron veinte minutos después que tras un ligero avasallar de los acontecimientos durante el evento, entre canciones más movidas y esperanzadas, sin perder la compostura del todo a pesar de la tardanza, del ir y venir de la gente que le observaba antes de entrar, después de salir de Gran Comedor perfectamente decorado, antes de observar su magnificencia; que Ron volvió a su encuentro. El cabello rojo bajo la luz de las velas destacaba de cualquier otro, al igual que sus atavíos elegantes, la perfecta imagen de tan preciosos gestos que se fue acercando a él, que recargado en la pared se adelantó.

Ante ello encontró tristeza y no alegría en los ojos azules, no libertad de acción sino claustrofobia, parecía capaz de gritar y llorar al tiempo…pero en lugar de eso recorrió en presurosos pasos el camino hasta él.

A Harry no le importó la increíble fuerza que le abrazó, el peso que casi dependía de su propia entereza, o el temblor incesante del cuerpo blanco, sino las desesperadas palabras musitadas al oído en temblorosa acentuación. Incrédulo ante sus propios actos y sin embargo victimario de ellos, abrazó a Ron de igual modo, con la diferencia de tomar grandes trozos de cabello rojo hasta hacerle daño, notable cuando varios quejidos partieron nuevamente los labios húmedos. Cuando el joven trigueño fue reflejado en los ojos azules grandes mientras la tristeza cuestionaba, tomó la boca entreabierta en agresivos mordiscos, devorándole en tanto le aprisionaba contra la pared de piedra. El pelirrojo le soltó, pretendiendo finalizar el delirante beso al empujarle con cierta rudeza, obteniendo en contra un fuerte empellón que detuvo todo intento vano. Las manos blancas fueron tomadas y colocadas tras su espalda en caso de que ambicionara nuevamente escapar…pero Ron no hizo más allá de cerrar los ojos al beso que hizo sangrar sus labios, sangre que también fue tomada por su mejor amigo bajo la luz de las velas que tenues tomaron la energía dolorosa de los dos, apagándose.

Hermione está embarazada…


Continuará…

Pido misericordia a aquellos que quieran asesinarme, que sé habrá bastantes…no era mi intención complicar tanto las cosas, este capítulo también ha sido enteramente improvisado (quizá más que cualquier otro y por ello tantos cortes, tanta inestabilidad y bueno…la razón de porqué no me guste mucho la mitad de él). Y antes de que vengan los reclamos, permítanme asegurarles que aún no conozco el contenido del próximo episodio (Que si bien va espero sea el final), y que la nueva noticia no puede ser tan mala…o por el contrario, deberá nuevamente surgir algo que los rescate. Cualquier cosa, o sugerencia (Sé que no hubo frases de aquellas que les gustan, así que adelantadas disculpas por ello), ya saben cómo localizarme. ¡Ah! Con respecto a la insoportable tardanza de esta ocasión, fue debida a una pequeña crisis que tuve y que por fortuna parece haber cedido casi por completo. De cualquier forma, muchas gracias por esperar. Un beso y nos veremos en la próxima ocasión. -23 Marzo 2005-

Atentamente,

Nabichan Saotome.