Notas de la autora: ¿Qué pasa cuando a una tarde de repaso completo a mis mangas se le unen una noche leyendo fics y una madrugada de insomnio¡Exacto! Que una servidora (es decir, yo :P) se desquicia y empieza a escribir un fic para matar el tiempo y claro, como no, para intentar conciliar el sueño, si Kami-sama le permite…

En fins… este fic tiene como punto de inicio el manga 23, el caso de la mansión de la araña. ¿Y si Shinichi nunca hubiera sido encogido y le invitaran a resolver un caso en la "mansión de la araña" junto con Hattori? Pues bien, esta es una pregunta que siempre me he hecho, así que he decidido crear mi propia versión de este caso :P (Lo que hace el insomnio, verdad? ��Uuuuu)

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Disclaimer: Todos los personajes aquí escritos pertenecen al gran Aoyama-sensei (aunque si decide regalarme a Shin, aceptaré agradecida y tanto XD su decisión) Este fic está creado sin ánimo de lucro así que no infrinjo ninguna ley :-P

Archivos de un caso

File 1: La mansión de la araña

Dos jóvenes paseaban por uno de los tantos caminos que atravesaban un frondoso bosque, perteneciente a la prefectura de Totsutori. El chico, con aire resignado, arrastraba una moto, mientras que la joven que le acompañaba miraba preocupada hacia todos los lados, esperando ver algún signo de vida humana, aunque sin mucho éxito.

Qué raro… Tengo la impresión de haber pasado antes por aquí - comentó el joven, mirando hacia un árbol con la inscripción de "Kaoru x Kenshin" rodeada por un corazón y la de "Sano eztubo akí", ambas sospechosamente familiares. - Oye Heiji –comentó la chica con voz insegura - ¿Nos habremos perdido? Hace ya bastante tiempo que no vemos ni un alma pasar por aquí, yo me he olvidado el móvil y no podemos llamar a nadie y si encima la moto está sin gasolina…-¿Y de quién es la culpa¡ - gritó enfadado - ¿Quién dijo que me haría de guía e insistió en llevar la moto¿Quién!
-¡No te pongas así! – dijo con el orgullo dolido - Según la carta que te mandó ese tal Takeda no tienes que estar en su casa hasta la noche…
-Ya lo sé – respondió un poco más calmado – Pero esa carta es bastante extraña. Traía una petición para resolver un caso raro y dinero. Quería llegar pronto para devolverle el dinero, resolver el caso, y pirarnos cuanto antes. Pero como ya está anocheciendo supongo que tendremos que dormir al raso
- ¿A-al raso? – tartamudeó Kazuha – Pero pillaremos un resfriado, y con todos los bichos que hay en el bosque, y los animales…! – objetó
- Pché, por los animales y los bichos no te preocupes – le tranquilizó con un deje de fastidio en la voz – y por el frío… dormiremos bien juntos para mantenernos en calor
- ¿Bien juntos? – Los colores se le fueron subiendo a la cara mientras imaginaba la escena. Pero la voz de Heiji interrumpió los pensamientos de la chica
- Y ni se te ocurra aprovechar para meterme mano
-¡Soy yo la que debería decir eso! – gritó, con una mirada asesina aunque bastante colorada
- Vamos chicos, no se peleen… - una cordial voz tras los arbustos los puso en guardia, hasta que el dueño de ésta hizo aparición
- Vamos Kazu, seguiremos buscando… - apremió Heiji
- Sí, voy… – secundó la joven
- ¡Esperen! Sólo era una broma n.nU Soy Robert Taylor, un fotógrafo americano. Estaba paseando por este bosque… Me trae recuerdos de cuando los Takeda me curaron… - comentó con voz soñadora
- ¿Los Takeda¿Los conoce? – interrumpió el detective
- Sí. Cuando estuve aquí la última vez, me caí y quede malherido. Una joven perteneciente a los Takeda me curó y cuidó hasta que me recuperé. Precisamente tenía intención de visitarles… – agregó, contento
- Entonces podrá indicarnos el camino a su casa ¿verdad¿Ha venido en coche? – preguntó Kazuha, alegre de haber encontrado la "salvación"
- Pues no… resulta que vine en taxi y me dejó a medio camino para poder pasear por éste bosque… y me despisté un poco y…
- Se perdió, no? – finalizó Heiji , rompiendo el último rayito de esperanza que albergaba la joven – En fin, nosotros seguiremos buscando. Nos vemos, señor Taylor
- Hasta luego, chicos - se despidió mientras se internaba de nuevo en el bosque.

Media hora y varias quejas por parte de ambos después, cayeron rendidos al suelo, mientras aceptaban la idea de dormir al raso no tan desagradable como habían pensado en un principio. Kazuha fue la primera en acostarse en el suelo. Atrajo su mochila hacia sí, abrazándola para infundirse ánimos y calor, y cerró fuertemente los ojos, esperando dormirse pronto para no oír los típicos sonidos nocturnos del bosque. Aunque lo único que oyó fue a Heiji, moviéndose detrás de ella. Supuso que él pegaría la espalda contra la suya y así pasarían la noche, pero se dio cuenta de su equivocación cuando unos fuertes brazos la rodearon por la cintura y la atrajeron hacia el joven que tenía a su espalda.

Heiji, aho! Qu- qué haces? – Kazuha agradeció que la oscuridad tapara su sonrojo
- ¿Qué te crees? Dormir cerca para mantener el calor – se defendió, también ruborizado
- Ah… va-vale – asintió un poco... ¿decepcionada?. Así, en los brazos de Heiji, se sentía tan protegida que el sueño empezó a ganarle la batalla. Inconscientemente se acurrucó pegándose más al cuerpo del detective, al tiempo que murmuraba algo parecido a un "oyasumi nasai, Heiji" provocando en él un intenso cosquilleo en la boca del estómago y otro terrible sonrojo. En ese estado, él, lo único que pudo responderle fue un "oyasumi", que le costó bastante articular.

Una hora más tarde, los dos continuaban en la misma posición, y aunque no estuvieran dormidos del todo, ambos se encontraban en un estado de semi-inconsciencia. Pero un simple temblor de Kazu los despejó del todo.

Kazu… - susurró el joven- ¿estás despierta?
- Hai… - Tras unos segundos de silencio añadió – Heiji, tengo frío – Como respuesta, el chico la atrajo aún más si cabe a su cuerpo, intentando infundirle un poco más de calor. La joven no pudo sino sonreír ante esta acción.
- Kazu yo… - susurró con una voz más suave
- ¿Sí, Heiji? – le animó a continuar
- Llevo todo el rato sin poder dormir, pensando… no puedo conciliar el sueño porque estoy tan cerca de ti… no puedo dormir porque… porque… - de repente el sonido de una moto y unas luces lejanas le hicieron perder el hilo de la conversación, y se levantó tan rápido que hizo que la pobre chica se asustara. Una moto se acercaba a gran velocidad.

¡Heiji no baka! – le insultó a la vez que el joven corría hacia el camino
- ¡EH PÁRESE!– gritó Heiji, mientras se situaba en medio del camino y empezaba a gesticular con los brazos. La moto iba rápido, demasiado rápido como para parar delante del pobre detective. Simplemente lo esquivó y siguió su camino - ¡BAKA!- pero cuando ya pensaban que tendrían que seguir pasando la noche ahí, la moto hizo un giro espectacular y se quedó mirando en la dirección de los jóvenes. De ella descendió una persona, que por su complexión debía ser un hombre, aunque bastante joven. Con un aire orgulloso y seguro caminó lentamente hacia ellos, lo que asustó un poco a la joven, que se colocó detrás de Heiji. El otro acompañante de la moto se fue acercando tímidamente detrás del primero. Al llegar a su altura el motorista alargó la mano y… le pegó una colleja al detective, que estaba en shock. Cuando ya iba a montar en cólera, el motorista desconocido se quitó el casco.

- Ku- KUDO! – exclamó el chico
- ¿Qué pasha Hattori¿Se han perdido? – preguntó con un aire burletero
- Si tú eres Kudo, entonces el otro es… - susurró Kazuha señalando con el dedo al acompañante del primero
- ¡Soy yo! – dijo una animosa Ran quitándose el casco mientras se acercaba a abrazar a su amiga.
- ¿Van a casa de los Takeda? – preguntó el detective de Osaka
- Sí, ahora mismo nos dirigíamos hacia allí, sólo nos quedan quince minutos de camino si vamos rápido con la moto. No queremos llegar tarde.
- Pero si ya es de noche – comentó una desilusionada Kazuha
- Sí, pero sólo son las 9, aún podemos llegar a tiempo para la cena – agregó Shin, con cara de hambre
- Tú siempre pensando en lo mismo �� - le reprochó la karateka
- No es eso, lo que pasa es que quiero llegar pronto para resolver el caso, y como llevamos un día de camino pues tengo hambre – sus tripas rugieron dándole la razón
-¡Si no te hubieras olvidado de ir a buscarme ahora ya tendríamos bastante camino adelantado!
-¡Si no hubieras insistido en venir yo no tendría que haberte ido a buscar en el último momento! – le respondió enfadado
- ¡Y si no…! – los de Osaka miraban divertidos la escena.
- A ver, pareja, por favor… - ambos pararon de discutir y los miraron dándose cuenta de que ellos habían estado todo el rato delante. - ¿Cómo podemos llegar todos a casa de los Takeda? En una moto no cabemos y la mía está sin gasolina
- Eso lo arreglo yo – El detective de Tokio se acercó a su moto, y sacó de un compartimiento situado bajo el asiento una botella que bien podía ser gasolina. – Toma, será suficiente para llegar a casa de los Takeda – Se la lanzó al detective y éste la cogió al vuelo, pero se dio cuenta de un detalle, el líquido que contenía la botella no era oscuro, era más bien limpio, cristalino…
- ¿AGUA! – gritó el de Osaka
- Sí, la van a necesitar para lo que les queda de camino a pie, bwajajaja – Shinichi empezó a reír mientras Heiji se acercaba malignamente hacia él, hasta colocarse detrás de él y propinarle una buena colleja, imitando la recibida antes.
- Eh! Que es broma – respondió en defensa propia – Toma, anda – esta vez si le alcanzó una lata de gasolina – si vamos rápido puede que lleguemos dentro de quince minutos. Y finalmente, tras los preparativos de la moto, los cuatro se dirigieron a casa de los Takeda, esperando llegar a tiempo para la cena.

Como había predicho Shinichi, a las nueve y veinte llegaron a la casa. Mientras se dirigían a la entrada, Heiji comentaba el contenido de su carta a su compañero.

-Y aquí pone: el próximo domingo vendrás a la casa Takeda de la cañada maldita… Si no lo haces, otra marioneta viviente caerá víctima de la araña – dijo señalando el papel que sostenía en la mano.
-Sin duda se refiere a nosotros, los Takeda… - dijo un hombre, acercándose a ellos. Era Ruzo Takeda, el tercer varón de los Takeda. A sus treinta y cinco años había alcanzado una barriga considerable, a juego con su redonda e impasible cara – Por culpa de un trágico accidente acontecido hace tiempo, la gente empezó a decir: "En la cañada maldita se encuentra la mansión de la araña. Si no quieres ser víctima de la maldición pasa de largo"
-E-en la cañada maldita… la mansión de la araña…- tartamudearon las dos chicas, mientras un leve escalofrío les recorría el cuerpo e inconscientemente se agarraban del brazo de su correspondiente detective. Esto no pasó por alto a los chicos, que, levemente rojos intentaron ignorar la situación.
-Pero no se preocupen señoritas, es sólo un rumor – exclamó, recuperando un tono jovial – Antes de poder terminar la frase la puerta de la casa se abrió. Allí parada se encontraba Yoko Takeda, una mujer de mediana edad, casada con Ryuji Takeda, el segundo varón de los Takeda.
-Buenas noches – saludó con una apagada aunque cordial voz – Entremos por favor – Todos hicieron caso a su sugerencia. Ya dentro, los jóvenes de Osaka oyeron una voz conocida.
-¡Hola de nuevo chicos! – saludó alguien, con un ligero acento americano
-¡Robert! – exclamaron ambos a la vez
-¿Se conocen? – preguntó confundido el detective de Tokio- Nos encontramos de camino a la casa. Lo que no entiendo es cómo pudo llegar tan pronto
-¡Oh, no! Yo acabo de llegar, llevo toda la tarde caminando, y se ve que elegí la dirección correcta – comentó avergonzado – Bueno¿y Misa? Todavía no la he visto – La cara de Yoko se ensombreció
-Ella… murió. Hace tres años, dos o tres días después de que te fueras, la encontramos ahorcada en el segundo piso del taller de marionetas
-¿Un suicidio? – interrumpió Shinichi
-Sí, y un par de días después encontramos a la madre de Misa colgada del mismo sitio y…
-¿Más suicidios? – Preguntó Heiji. La mujer asintió
-Hace unos días, Negishi, un socio de mi cuñado, lo encontramos ahorcado en el almacén.
-¿Solía venir ese hombre a esta casa? – prosiguió Shinichi
-Sí… Mi cuñado es marionetista y Negishi estaba al cargo de la compra y transporte – explicó Yoko. Mientras tanto, ajeno a la conversación, Robert seguía en shock por la muerte de Misa. Todavía no había movido ni un músculo. Esa noticia realmente le había trastornado
-Es por el asunto de Negishi por lo que mi hermano ha pedido que viniera – comentó un hombre que acababa de acercarse. Era Ryuji Takeda. Y detrás de él apareció su hermano, Nobukazu Takeda, el primogénito de la familia.
-Usted debe ser Kudo – saludó con efusividad, dándole la mano – Le he llamado – dijo, acercándose mucho al detective y convirtiendo su voz en un susurro – porque creo que Negishi fue asesinado… por alguien de mi familia. Si descubre algo, por favor, cuéntemelo sólo a mí – finalizó, mirando con una casi imperceptible desconfianza hacia atrás, donde se encontraba todo el grupo familiar, charlando ahora sobre asuntos sin importancia
-Emmm, señor Takeda, estos chicos son amigos míos – Shinichi señaló a los tres adolescentes que tenía detrás – Espero que no sea un problema el que hayan venido
-Bueno… yo no contaba con tantas personas y… - miró dubitativo al pequeño grupo de jóvenes
-Oh! Es que siempre me ayudan a resolver los casos, no se que haría sin ellos – comentó el detective, de forma "casual". Los tres chicos notaron con gracia como Shinichi teatralizaba la situación.
-Bu-bueno ¡mientras más seamos, más reiremos! – respondió Nobukazu con rapidez. Definitivamente, Shinichi sabía cómo conseguir sus objetivos "sutilmente"
-Hola señor Takeda! – saludó Robert, que se había acercado a ellos, ya más repuesto de la terrible sorpresa de antes
-Hola Robert, es una pena que Misa no esté aquí con nosotros… ¡pero mis sobrinas Sae y Emi, las que tanto te querían, sí que han venido! – Dos niñas de nueve años, gemelas, se acercaron, caminando, acompasadas.
-¡Sae¡Emi¡Cuánto han crecido¡Qué guapas están!
-Asesino… - susurraron a la vez, dejando desconcertado al pobre Robert
-El asesino ha vuelto – susurró una indistinguible Sae
-Sí, ha vuelto, me da miedo – dijo en respuesta su hermana
-Sí… a mí también
-¡Pero, niñas! – intervino Yoko, nerviosa
-¡Uahhh! Mamá también nos da miedo – gritaron a la vez, y en un juego infantil, empezaron a huir
-Lo siento, Robert – se disculpó Yoko un poco avergonzada
-No pasa nada – Detrás de Robert, una puerta se deslizó suavemente y unos ojos cansados presenciaron todo el suceso, mientras se escondían tras las sombras de la habitación. Chie Takeda, la madre de los hermanos Takeda, observaba al grupo, ajeno a esa escrupulosa mirada.

Tras una larga cena (bastante agradecida por parte de Shinichi, todo hay que decirlo) Nobukazu se despidió de todos, alegando que tenía que terminar una marioneta, y se fue al taller a trabajar. Mientras tanto, Miyuki Shioya, el ama de llaves de la casa llevaba una bandeja a la habitación de la anciana Chie

¿Adónde lleva esa bandeja? – preguntó Ran inocentemente con su habitual curiosidad
- A la habitación de la señora Takeda… desde el incidente del señor Negishi se niega a salir de su habitación y no hace más que murmurar algo sobre "la maldición" – respondió Miyuki
-Ah, Yuzo… - dijo Robert cambiando de tema de conversación - ¿Me prestarías tu coche? Me gustaría ir a visitar la tumba de Misa
-¿A esta hora? – se extrañó Ruyji
-Es que es la mejor hora para ver las estrellas desde el mirador
-¡Las estrellas…! – se alegró Kazuha - ¿Puedo ir con usted?
-¡Claro!
-¿Te vienes Ran? – ofreció la judoka
-¡Vale! – respondió con igual alegría
-Hattori – susurró Shinichi cuando ambos estuvieron a solas
-¿Qué?
-Qué familia más rara… ¿no te parece?
-Sí, tengo la sensación de que aquí se esconde más de un secreto oscuro
-También lo has notado ¿no? – Shinichi se sentó cansado en el suelo
-Más vale que tengamos cuidado, porque no me fío ni un pelo – Heiji imitó el gesto de Shinichi y se sentó
-Sí. Si no vamos con pies de plomo, el asesino podría empezar a tomarnos como un objetivo…
-O peor aún… a ellas – Ambos visualizaron mentalmente la imagen de las chicas, sintiendo como un escalofrío les recorría la espalda y les revolvía el estómago sólo con pensar en que podrían ser atacadas… Era una sensación desagradable, pero al mismo tiempo parecía como si quisiera ayudarles, avisándolos de algún peligro cercano.

¡Qué bonito! – exclamó Kazuha mirando a la redonda luna -¡Precioso! – añadió Ran
-Cuando termine este caso podrías traer a Kudo aquí. Seguro que con estas vistas le entra el valor para declararse – Bromeó la chica de Osaka-¡Pe- pero…! – Ran no pudo casi ni articular palabra, de lo avergonzada que estaba, pero al instante una sonrisa malévola se dibujó en su cara – Tienes razón, vendré aquí con Shinichi y así Hattori y tú podrán estar a solas en nuestra habitación – terminó, soltando una risita y mirando a su amiga, que estaba roja completamente.
- Como se te ocurre, Ran… �� - Después de unos minutos de bromas similares Kazuha se volvió hacia Robert
-¡Gracias por traernos! – exclamó, pero se calló al instante, al ver al hombre llorando desconsoladamente y en silencio sobre una foto. En ella aparecían: él, lleno de vendajes y una chica, Misa, ambos sonriendo, ajenos a su triste futuro.

¡Eh, hermano¡Hermano! -¿Qué pasa, Yuzo? – preguntó Ryuji, un tanto molesto- ¡No encuentro a Nobukazu¡No está en su taller!
-¿Pasa algo? – Preguntaron Shinichi y Heiji, que habían salido de la habitación al oir los gritos- ¡Es Nobukazu¡No est�! – Ryuji también se había contagiado de la preocupación de su hermano. Pronto ambos hermanos Takeda, la criada Miyuki y los dos detectives se pusieron en busca del desaparecido.

Un pequeño detalle del cobertizo abandonado llamó la atención del joven de Tokio

¡Eh¡Oiga! – le dijo a Ryuji - ¿La ventana del ático del cobertizo está siempre abierta? -No – contestó extrañado – Como allí se ahorcaron dos personas, la gente le tiene miedo y no se acercan – Y dicho esto, como si se leyeran la mente, ambos detectives corrieron hacia ese lugar. Subieron las escaleras volando. Cada segundo podría ser vital. Shinichi, que fue el primero en llegar, giró el pomo de la puerta del ático con violencia.
-¡Mierda¡Está cerrada con llave¡Eh, Hattori! – gritó al recién llegado - ¡Ayúdame con esta puerta – Y, hombro con hombro, tras unos pocos golpes, derribaron la en apariencia frágil puerta de madera, para revelar una tétrica escena. Alguien se encontraba muerto en esa habitación. Junto a ellos entro Chie, cautelosamente.
- La… la araña… ¡Es la maldición de la araña…! – gritó la anciana, totalmente aterrorizada. Nobukazu Takeda colgaba del techo, ahorcado, envuelto entre cientos de hilos, simulando una diabólica telaraña.


Notas de la autora II:
Bueno, aquí está el primer chap, o el primer file, que es lo mismo :-P ¿Aburrido¿Un rollo¿Muy largo¿Muy corto? n-nUuu Al menos espero que les haya gustado n.n y si es así, mandenme un review por favor! óo. Me animan muchísimo a seguir escribiendo, y aunque solo sean para decir "hola" me gustaría recibirlos n-n. Para colgar el siguiente capítulo creo que por lo menos necesito 5 reviews n.nUUu ya se que es pedir mucho... pero weno... n.nUUu

Muchas gracias por su atención! n-n

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