Nisa: Me alegro de que te guste. . . en el tercer capítilo (si lo lees) verás qué pasa con lo de las clases. Tranquila, que no hace falta que Ginny y Darco compartan habitación para que Ron y Drakilín se peleen. . . (así q imagínate el humor actual de Ron!!!). Y Draco y Gin no van a ser menos. . . Ya lo verás, ya lo verás. . . me alegro muxo q te guste!!! ----------------------

2. El Castigo

Llegaron a la habitación. El cruzar la puerta fue un alivio para los dos. Les quedaba bastante trabajo por delante (ordenar todas sus cosas) pero el poder separarse ya era algo. Ese mismo día por la mañana les habían mostrado su habitación. Era un recinto de tres salas. La puerta de enfrente de las escaleras, en un desusado tercer piso, daba directamente con la sala central. En la pared de enfrente de la puerta había una ventana grande, con cortinas en tonos neutros, y un escritorio grande. La pared derecha y la izquierda eran simétricas: una puerta en todo el medio, un sofá, una silla al lado de la puerta, una estantería, una mesita y una cómoda. La puerta de la derecha daba a la habitación de Draco, la puerta de la izquierda a la de Ginny. Ambas habitaciones tenían baño privado (algo bueno tenía que haber en el asunto. . .). Después, McGonagall les había colocado una especie de esposas, que se habían vuelto inmediatamente invisibles y que no apretaban ni nada, cuya función era mantenerlos a menos de un metro mientras estuviesen fuera de la estancia. Por último, McGonagall les había aclarado que solo podían usar las habitaciones para ir al baño, vestirse y dormir, y que deberían realizar el resto de las actividades en la "sala común". Para asegurarse de ello, sólo podían tener en su parte privada ropa y elementos para el aseo. Después de eso se marchó, deseándoles una feliz estancia que no prometía ser tan feliz. Y ahora tocaba colocarlo todo. Ginny sacó un rollo de celo muggle blanco y lo pegó desde la mitad de la ventana, deslizándose por el escritorio y el suelo, hasta llegar a la puerta. Quedó como una línea blanca que dividía el cuarto en dos (n/a: ya lo sé, cliché de nuevo, pero bueno).

-Este lado es mío y el otro es tuyo - dijo ella en plan mandamás -, no se puede pasar al lado del otro. ¿Entendido?

-Al menos estamos de acuerdo en algo. - dijo él, con resignación, mientras comenzaba a vaciar uno de sus múltiples baúles, que contenía toda clase de libros.

Ginny tardó poco en ordenar lo suyo, y una vez hubo acabado, sacó los pósters y un libro de decoración. Cuando Draco se volvió casi se cayó de culo. Jamás había visto tanto rojo junto. Los pósters de "Wendy & the Wendigos" y el de un muggle con sonrisa tonta, se los esperaba. Pero la bandera de Gryffindor colgada a modo de tapiz, el león de peluche con jersey de lana rojo, las banderitas, la pancarta de "la copa para los leones" y el sofá, su parte de moqueta, y su cortina teñidos de bermellón. . . era exagerado.

-¿Pasa algo? - preguntó Ginny, desafiante, mientras secretamente se preguntaba si ella y su hermano no se habían pasado un poco.

-Soy alérgico al rojo. - dijo él, secamente.

-¿En serio? ¡Qué bien! ¡Así te morirás pronto!

Draco hundió la cabeza en uno de sus cojines. Tendría que buscarse el modo de hacer lo mismo que la chica, si no quería quedar en ridículo.

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Ginny estaba alucinada. ALUCINADA. La estantería de Draco, al otro lado de la habitación, estaba plagada de libros. Casi no cabían. Y tenía otros tantos metidos en cajones, y en un baúl. Y eso que la estantería era grande. Ella era la persona de su casa con más libros, y aún había tenido que rellenar la estantería con peluches, CD's muggles, bolígrafos, velas, adornos, cajas y fotos. Y, lo peor, el chaval ni los tocaba (estaban TAN nuevos que apostaría su cabeza a que él no los había abierto ni una sola vez). A ese paso, por mucho que trabajasen los elfos domésticos, terminarían forrados con polvo. ¡Y estaban nuevos! Ella le echó un vistazo a sus libros, todos completamente desgastados y hechos polvo, muy a pesar de los hechizos que echase. Ahora mismo estaba leyendo por quinceava vez uno titulado "Los Elegidos", y acababa de devorar la tercera parte de "La Materia Oscura", todos muggles y todos muy entretenidos. Otra curiosidad de los libros de Draco era que no se leían bien los títulos, que iban en letra pequeña, porque estaban todos forrados en terciopelo negro. De puntillas, se acercó a la línea blanca e incluso llegó a pisarla. Había casi de todo: Utopía, Leyes de Murphy, diversas obras de Shakespeare, y algunos otros libros menos serios, e incluso títulos que ni ella misma (que conocía la parte de ocio de la biblioteca mejor que la misma Hermione) reconocía. De pronto sintió una punzada de envidia. . . nunca había tenido envidia del dinero de Malfoy hasta ese mismo momento. Escuchó pasos acercarse a la puerta de enfrente y corrió de nuevo al sofá, fingiendo no haberse movido. ---------

La convivencia con la Weasley era insoportable por lo desagradable, y no llevaban ni una hora juntos. Ella se había puesto a leer y él se estaba duchando para ir a cenar. Salió de la ducha, se vistió y miró el reloj. . . cinco minutos. . .

-Vamos, Weasley. - dijo.

-No quiero ir tan pronto. - dijo ella, sin levantar la vista de aquel asqueroso libraco muggle- Iremos más tarde.

-¿Es que no me has entendido? - interrogó él - Quiero ir AHORA.

-Pues me parece que te será difícil ir sin mí. Y yo digo que no me da la gana.

Draco se llevó un dedo a la sien. . .

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Al final bajaron a cenar. . . una hora más tarde de la pelea. Estuvieron entretenidos organizándose una especie de "horario" que especificaba las horas de las comidas y los entrenamientos, y el tiempo que tenía cada uno para pasar con sus amigos, para hacer deberes etc. Habría podido hacerse en cuarto de hora pero. . . eran Ginny y Draco.

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Los demás parecían muy emocionados con las conferencias muggles. Incluidos los Slytherins, que iban a saltárselas todas y para los cuales significaban quince días de vacación. Ginny los observaba desde su mesa compartida con Draco, en un rincón. Al menos los nervios borraban la expectación que había habido esa noche con SU mesa. Más de diez chicas habían extendido sus piernas mientras se dirigía a ella, tratando de hacerla tropezar, y las miradas de odio eran incontables.

-¡Hey, Draqui. . .! - oyó canturrear a su derecha. - Venía a verte. Tiene que ser odioso estar con. . . ésta.

-No estoy aquí por gusto, ¿sabes, Parkinson? - repuso Ginny, mordaz.

-Nadie te ha dado vela en este entierro. - aclaró Draco, que había estado a punto de matar a Pansy por el "Draqui", pero que no iba a ridiculizar a nadie de su propia casa delante de la Gryffindor. (eso iba a costar. Era. . . Pansy!)

-Ni falta que me hace, porque esta es MI mesa, y ella me molesta. - continuó Ginny.

-Ya, pero es que también es la mía a mí no me molesta. - mintió Draco.

Pansy parecía muy emocionada.

-Eso quiere decir que vendrás conmigo al baile de Navidad? - canturreó.

-No, Pansy. Significa que lo pensaré. - a juicio de la pelirroja, Malfoy no parecía muy interesado en pensarlo - ¡Quedan tres meses!

-Lo sé, pero tengo que comprarme una túnica.

-¿Tanto tardas? - preguntó Draco, divertido, ignorando a Ginny.

-Oh, sí, - interrumpió Gin - primero tiene que lograr que la entre. Después, tiene que lograr quitársela. Luego está el gran problema del precio: si no sabe los números, no sabe cuánto dinero tiene que sacar del monedero. El mes siguiente lo emplea contando los galeones que necesita, uno a uno, mientras los va sacando.

Pansy iba a decir algo, pero no sabía el qué. Draco estaba a punto de estallar en carcajadas por la cara de indignación de Pansy, pero se contuvo a tiempo. La muchacha con cara-de-bulldog se marchó enfadada.

-A ver si aprendes a no meterte donde no te llaman. - comentó Draco - ¿O es que es lo único que las Weasleys sabéis hacer?

-También tenemos una memoria excelente. . . aunque procuraré no volver a hacerlo, Draqui. - Ginny se echó a reír como si estuviese en una guerra de cosquillas.

-Callate. - gruñó Draco, al ver a todo el mundo mirarlos.

-Sí, Draqui, lo que tu digas. - decía la pelirroja sin para de reírse.