Notas1: ¡Gracias por seguir leyendo!, por fin traigo la tercera parte de este fanfic, que considero está muy dinámica e interesante, porque hacen apariciones personajes inesperados, entre ellos Peter Pettigrew, quien creerá que se ha vuelto loco al ver a sus amigos de la infancia (maldita rata traicionera). Tardé mucho en subirlo y a lo mejor no se acuerdan del fic, pero en verdad me pasaron varias tragedias, entre ellas, la pérdida total de mi computadora, incluso creía que había perdido todos mis archivos ;___;… Bueno ¡Espero les guste al menos un poquito!... Esta parte la dedico especialmente a una de las mejores escritoras de HP en español, Dikana, pues celebró su cumpleaños hace poco (Feliz Día, hermana! Lamento el retrazo).
¿Qué más puedo agregar?, ahh, claro, bueno, les diré que es probable que publique cada una o dos semanas, así que esténse pendientes.
¡Gracias otra vez!, los dejo con la lectura.
Fanfiction: Harry Potter
~girahistoria~
Por CieloCriss
***
La mano de plata.
***
Era el decimoquinto aniversario de Harry. Como cada verano, desde que era bebé, su cumpleaños o era olvidado o pasaba desapercibido. No era que sus amigos del mundo de la magia no se acordaran de él, siempre recibía lechuzas, a excepción de aquel verano en el que el llamado Dobby, le robó su correspondencia.
Sin embargo este año había estado incomunicado por su seguridad.
¿Cómo iba su vida por esos días?, no muy bien. Harry estaba más triste que de costumbre, el recuerdo de Diggory lo perseguía a cada rato. Remembraba que él le había dicho que tocaran la copa al mismo tiempo, ¡todo fue tan terrible!
En medio de sus recuerdos también vagaban los rostros fantasmales de sus padres... su madre animándolo, su padre dándole consejos. La situación se complicaba cada vez más. Cuando veía su cicatriz, un temor sobrenatural lo invadía: Voldemort ya no era un espíritu sin cuerpo que transitaba con el aire; no era una amenaza: era una realidad. Y a pesar de que Dumbledore y los demás le aseguraban que con los Dursley estaba más seguro, Harry tenía intensas dudas.
—Es tu cumpleaños, ¿verdad? — molestó Dudley Dursley con sarcasmo mal cuidado.
—Ya te dije que sí.
—Ah. Lo recordé para darme cuenta que nadie se acordará de ti.
—Con permiso — la verdad era que Harry no tenía paciencia, lidiar con Dudley era algo tan rutinario que le enfadaba.
Entró a su habitación, Dudley miró con desagrado el cuarto y lo pasó de largo lanzando injurias propias de un niñito de kinder que se dedica a molestar a sus compañeritos. Ese gordito no tenía remedio.
"Podría jurar que vi ese carro... era el mismo, ¿estaré alucinando?... la cicatriz no me ha dolido mucho porque uno de los lazos que tenía con Voldemort se rompió, pero a cambio imagino cosas, ¿qué dirían Ron y Hermione si les contara esto?"
"Harry, ver cosas que nadie ve no es una buena señal..." Hermione
"¿Y qué tal se veía el auto de papá en esa ilusión tuya?, ¿igual de salvaje que la vez en que tuvimos que ir con... ESAS arañas" Ron
Últimamente el chico se imaginaba a sus amigos en dilemas parecidos. Cuando sus tíos decían algo, pensaba en lo que contestarían sus amigos, y se quedaba con la contestación más agradable. Casi siempre decía lo que creía que Ron diría, porque Hermione era mucho más sensata, y con sus tíos muggles no había que ser sensato, sino un tanto malvado.
Pig apareció en su ventana, aleteaba muy aprisa, más atrás había otras dos lechuzas. Hedwig las saludó en lenguaje de pájaro. A Harry se le iluminó el rostro, abrió y recorrió el cristal.
—¡Pig!, ¡y más lechuzas! —dijo mientras las saludaba y rápidamente les ofrecía algo de beber.
Prácticamente arrebató los paquetes, había una caja que supuso era un pastel de Hagrid y una canasta llena de cartas y obsequios.
Eso era lo que el chico siempre aspiraba en sus aniversarios: ver lechuzas volando con cartas en las garras o en los picos.
Distinguió con presteza la comunicación de Ron; se recostó en su cama para leer con calma.
¡Feliz cumpleaños Harry!
Por fin papá dijo que podíamos escribirte. Nos comunicó que Dumbledore había descubierto la manera de escribirnos sin que los mortífagos se dieran cuenta, ¡ojalá hubieran encontrado la manera antes!
Espero que la pases bien en tu cumpleaños, mamá dice que lo mejor sería que te vinieras con nosotros, no le hace gracia que estés con esos muggles tan desalmados. ¿Qué crees?, extrañamente en el cuarto de Fred y George se siguen oyendo explosiones, al parecer no perdieron todo su dinero, incluso el otro día me llegaron con la sorpresa de mi vida: me regalaron una túnica nueva... Percy cree que andan en cosas raras o prohibidas, pero mientras me den regalos no importa.
Hermione siempre no irá a Rumania con Krumm, piensa que no es apropiado ni conveniente por lo que ha sucedido con quien-tú-sabes, aunque la inconsciente recalca que "quiere volver a ver a Víktor", pues que lo haga, ni que me importara... por cierto que mencionó que trataría de hacerte llegar tu regalo de forma muggle para no tener problemas.
Ojalá Pig también entregue bien el regalo, y te guste. Fred y George me lo vendieron de sus nuevas creaciones, me parece bastante divertido. Harry, te mandamos saludos, Ginny también. Debo irme porque si no esta carta no llegará a tiempo.
Tu amigo: Ron.
Las cartas de Ron eran especiales para Harry. Con sólo leerlas podía distinguir la esencia de su amigo. Ronald era justamente la persona a la que más apreciaba... su primer amigo, el chico que le había dado su simpatía desde el primer día que se conocieron. Ron podía ser muy terco, orgulloso, hermético, inocente, insistente, despistado, asustadizo, flojo... pero eso era lo de menos, tenía muchas más virtudes que defectos, además, esos defectos le daban vida a la personalidad que se formaba en Ronald.
Revisó el paquete que le entregaba Pig, era un juego miniatura de Quidditch que tenía movimiento.
—¡Increíble!, ¿los gemelos hicieron esto? — una bludgger se estrelló en el cristal de su lente izquierdo, haciéndole una pequeña grieta que al poco tiempo desapareció, entonces la incógnita se resolvió —Seguramente, sí.
Iba a seguir abriendo sus obsequios cuando escuchó que sonó el timbre. Nadie abría. Harry sabía que sus tíos habían salido al supermercado para comprarle a Dudley tres litros de helado light; por otra parte su primo jamás se "humillaría" a abrir la puerta.
—¿No escuchas que llaman? —bufó Dudley, pateando su puerta.
El joven que vivió renegó en silencio, salió de su alcoba arrastrando los pies.
—¡Date prisa! — ordenó Duddy.
Normalmente Harry lo hubiera amenazado con que le lanzaría una maldición, pero no tenía ganas de pelear, entre más pronto abriera, más pronto regresaría a leer su correspondencia.
Tras la puerta escuchó unos murmullos de complicidad a los cuales no les dio importancia, giró la perilla e hizo que la puerta dejara de ser un obstáculo para los visitantes.
—¡Ah, buenas tardes! —dijeron un trío de sujetos vestidos de forma extraña, con sombreros de magos, lentes oscuros en los ojos y pañoletas en la boca (al estilo ratero) —Justamente lo estábamos buscando para que...
—...¡para que pruebe nuestro más nuevo producto! — completó el más alto de los tres, con una expresión malévola.
Harry se sintió algo extraño, pero después dedujo que lo extraño provenía de esos sujetos y no de su sentir.
—En estos momentos... estoy ocupado, si gustan regresar después, para cuando estén mis tíos... —dijo educadamente, algo cansado, eso sí.
—¿Quién es? — interrumpió el angelito de Petunia, asomando su cara de cerdo a través del marco de la puerta.
—Unos vendedores—respondió Harry.
—¿Venden comida?
El de piel más clara de los tipos asintió sin pensarlo mucho, Harry escuchó un breve "Ajá", que indicaba afirmación.
—Que pasen. — dijo el dueño de la casa.
Harry encogió los hombros y les permitió el pase. Sintió que los desconocidos le miraban con interés, aunque no podía precisarlo por las gafas de sol que portaban. ¿Y si eran mortífagos e intentaban aniquilarlo? Era una situación escalofriante. Se aseguró de meter su mano en el bolsillo para tocar su varita, debía estar preparado.
Los recién llegados tomaron asiento en la sala como si la conocieran de toda la vida, uno de ellos saltó sobre el cojín para hacer notar lo pachoncito y suave que estaba, el de en medio le dio un codazo nada discreto, el regañado rió con nerviosismo.
"Se ven muy jóvenes, quizá sí sean vendedores" pensó Harry. Tuvo ganas de irse, pero a lo mejor Dudley necesitaría su ayuda. No era que quisiera salvar a su primo de los peligros, pero después de todo Duddy no tenía porqué verse involucrado en esos problemas del mundo de la magia.
—¿Qué venden de comer? —indagó el vástago Dursley.
—Ehhh, unas canicas espectaculares. Si usted recita el hechizo... se... se...se convierten en, ¡dulces mágicos!
"Hablan de magia... ¿serán en verdad magos?". Harry notó que Dudley palidecía al instante, se tocaba la lengua con temor y gimoteaba del susto.
—¡Son esos fenómenos amigos tuyos otra vez! —reclamó al pobre Harry, se refería a George y Fred Weasley, quienes le habían hecho una broma de mal gusto el año pasado antes de que Potter fuera a los mundiales de quidditch. —¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera de aquí!
—Cálmate gordito —dijo el muchacho más hablador.
Dursley se puso histérico, comenzó a lanzarles cosas y se escondió en la espalda de Harry, quien era un simple espectador del suceso.
—Muggles locos, ¡vámonos! —dijo el alto de ropa gris.
—Pero... es que... —siguió el de ropa negra.
—Después lo verás. El aborigen está fuera de control.
Salieron del aposento, el de ropaje café sonrió y se despidió de forma más civilizada.
—Si no le gustan esos productos debió decirlo antes.
También intentó salir, pero Harry lo aprisionó de la ropa.
—Espera un poco, ¿quiénes son ustedes?
—Sooomoosss vendedores.
—Eso no es verdad, oí que tus compañeros hablaban de muggles —recordó Harry, jalando más al chico que tenía cabello claro.
—Tengo qué irme.
Al momento de marcharse, los lentes oscuros se deslizaron por la recta nariz del chico y dejaron al descubierto un par de ojos grises y pacíficos que hicieron estremecerse a Harry.
--
—¿Dónde está Remus?
—No sé Sirius, pero todo esto fue un fraude... ¿Cómo se te ocurrió decir eso de la magia?
—No es mi culpa que los muggles exploten de forma inesperada.
—No todos los muggles son así, Lily proviene de ellos.
—En serio que desde que sabes que te casarás con ella, la recuerdas más que a las ranas de chocolate.
—¿...Y?
Estaban recargados en una caseta de teléfonos mientras respiraban cansados. Lupin los alcanzó un minuto después, se veía ligeramente perturbado, y su palidez estaba cerca de volverse muy notoria.
—¿Quién de ustedes dos dijo la palabra muggle enfrente de Harry? – cuestionó en son de regaño. James apuntó a Sirius, quien a su vez señaló a su amigo de lentes. —¡Casi nos descubren!, no creo que podamos regresar.
—¿Y si compramos esos artefactos muggles para ver de cerca estando lejos?
—Se llaman binoculares.
—Lo que sea, saben a qué me refiero — expresó Black, un tanto desesperado.
El sol de verano se había extinguido en esa parte de Inglaterra. Las nubes, en cambio, lúcidas y ventajosas, habían desaparecido el despejado cielo actuando como enagua para el brillante astro. No hacía frío. El viento, intenso y helado, era el que quería gritarnos su necesidad de causar hipotermia, ¡pero hay que recordar que era verano!, si venía la lluvia, algún día se iría y resplandecería el rey del Sistema Solar.
La vestimenta de los tres chicos comenzó a desvanecerse, como si un caricaturista estuviera usando el borrador. Aparecían de nueva cuenta sus capas colegiales, con la insignia del colegio, de Hogwarts. Se abrazaron a sí mismos, estaban desamparados en el mundo muggle. Los tres pensaban y no comunicaban, y fácilmente pudieron así haber pasado varios minutos sin dirigirse la mirada, mucho menos hablarse. Sin embargo James no quería perder el tiempo analizando los hechos: él quería ver a Harry. No era curiosidad, era empatía. Deseaba conocer ese futuro que intentaba ahogarlos en un licor embromador, definitivamente James Potter no era del tipo de personas que se emborrachan en mentiras.
—Lo más viable sería dirigirnos al callejón Diagon. —propuso.
El mundo de los normales no era malo, se respiraba un aire muy diferente, más grisáceo, aunque quizá menos complicado, pero ¿Acaso puede el aire ser complicado?
—¡Buena idea, James! — exclamó Black —. Estoy seguro de que aún tengo la caja de ahorros en Gringotts, la 711... ya saben cómo es mi madre, se ha puesto a encerrar mis domingos en vez de dármelos.
—Pero Sirius... —opinó Remus — no podemos usar tu nombre, se confundiría con el actual, y no creo que sea conveniente que le causes problemas al TÚ del futuro.
—Tienes razón, Remus — reflexionó Sirius, desviando la mirada de James —, mejor usemos el nombre de Harry Potter... ¿por qué no?, no sé si ya te lo dije, James, pero soy el padrino de tu hijo. No tiene nada de malo que haga esa pequeña transacción a nombre de mi ahijado, ¿a que no?
—No, no me lo habías dicho — dijo James, mirando a los dos merodeadores —. Aunque no me extraña que salga a la luz uno de los tantos secretos que me guardan desde ayer. En realidad, no importa si no quieren decirme, honestamente me hace sentir mal, sin embargo yo voy a averiguar todo lo que necesite saber antes de regresar a nuestro tiempo. ¿Saben?, si todo sale bien, hoy mismo me presentaré ante Harry y le contaré todo, lo más seguro es que cuando regresemos a nuestra época usarán algún hechizo desmemorizante para que no alteremos este lugar, así que no creo que sea del todo malo que surja la verdad. Por esas caras de funerales que ponen, hasta casi llego a creer que estoy muerto o algo así.
Después de esa frase, los amigos se encogieron aún más, estaban lívidos después de oír decir a James suposiciones sobre su muerte que él creía improbables y no verdaderas. Remus se mordió el labio, se le humedecieron los ojos, e hizo lo imposible para no dejar correr una lágrima. Aprisionó sus puños, apachurró sus dedos hasta hacerse marcas en la piel; su deber, en esos instantes, era desviar el asunto.
—Sacaremos dinero de tu cámara 711 si es que existe; nos compraremos algunas cosas en el callejón, como ropa. Seguramente el diseño de la túnica de Hogwarts ha cambiado con el tiempo... luego deberíamos comprar los binoculates y volver a Privet Drive; no puede ser tan difícil.
—Lo difícil será encontrar el callejón Diagon por estos rumbos muggles. Andando, muchachos — ordenó en voz queda el chico Potter.
Se adelantó algunos pasos, pero seguía atento a los movimientos de sus amigos. Sabía que Sirius mostraría una pequeña faceta de histeria, estallaría por lo que no pudo decir, conocía a su amigo. Remus era más capaz de contenerse, de desviar conversaciones y huir de problemas. Pero Black, su hermano del alma, no podía contra los impulsos que dominaban su sangre, y en ocasiones, si se contenía, la rabia salía de otra forma.
En efecto. Sirius gruñó por lo alto y pateó la caseta telefónica donde se hallaban, le dirigió una mirada triste de complicidad a Lupin, y comenzó a seguir a James. "Entonces— dedujo el joven moreno—, sí pasa algo que no pueden decirme..."
Tardaron algunas horas antes de poder orientarse siquiera un poco. No comprendían algunas instrucciones de las personas, y de no haber sido por la buena obra de una anciana que les dio un aventón en su coche viejo, no hubieran llegado.
Viajaban en un auto excéntrico. Un olor bastante peculiar salía de los asientos de piel, "aroma a repollo" según Remus Lupin, quien desde que había hecho el pastel con Hagrid, sentía que podía percibir cualquier olor a comida. La señora parecía estar un tanto demente, su sonrisa miraba hacia el pasado siempre, se perdía en el presente. James iba en la parte delantera, la observaba cada vez que podía, le parecía vagamente familiar. En el espejo retrovisor colgaban unos dijes con forma de gatos: cabeza de siameses, gatos de cuerpo enteros ¡tantos gatos!
—¿Colecciona objetos con forma de gatos? — indagó Sirius, mirando con intriga a la señora. También la sentía familiar.
—Oh sí, ¿no le puedes reprochar ese gusto a una ancianita como yo, verdad jovencito?
—Ciertamente no — respondió Black, frunciendo el entrecejo en señal de resignación; se volteó hacia Remus, quien veía el paisaje. Con un murmullo le secreteó:—Alguien debería explicarme el porqué las señoras solteronas se fanatizan con animales. Más bien dicho las mujeres, ¿por qué precisamente los gatos?
—No tengo la menor idea —susurró Lupin —, pero esta señora me parece conocida.
—Sí, al menos su sonrisa de maniática ¿A que sí?
James oía los cuchicheos prestos y discretos de sus amigos, parecían dos chicas chismeando en clase de Transformaciones... ¡y otra vez!, ya era muy común que sin decidirlo, la imagen de Lily tomara posesión de la mente de James. Suspiró. Miró de nueva cuenta a la señora enigmática, y se entretuvo contando todos los gatos que ésta estaba coleccionando.
Entre todas esas cadenas y colgaduras, halló la de un gato que le llamó la atención.
—Este dije es muy bonito — opinó, tocándolo.
—¿En verdad ?, no esperaba menos de usted, señor...
—Señor... —dudó un momento, no sabía si decir su nombre —Potter. ¿Por qué no esperaba menos de mí?
—Se me ocurre que si hubiera conocido al Señor Paws le hubiera simpatizado mucho, señor Potter —concluyó la mujer con esa media sonrisa propia de su edad.
No volvieron a hablar en todo el camino. Cuando ya estuvieron en una zona conocida de Londres le rogaron a la señora que los dejara ahí, sin embargo ella siguió avanzando hasta una esquina que los chicos reconocieron de inmediato.
—Los dejo aquí... me parece el lugar más adecuado — mencionó la señora con mucha seguridad. —. Mucha suerte, muchachos, que encuentren lo que buscan.
Guiñó el ojo, sólo Sirius se dio cuenta. James y Remus se despidieron con el clásico movimiento de manos: la palma extendida y tiesa, moviéndose lentamente de izquierda a derecha.
—¡No lo puedo creer!, ¿han visto?, la anciana nos ha dejado a veinte pasos del Caldero Chorreante... es demasiada coincidencia.
—Pero suponer que es bruja es suponer que nos conoce, lo cual podría traernos severos problemas — replicó Lupin —, me parece que la he visto antes...
—Remus, es sencillo, ¿ves nuestra vestimenta?, ¡es la de un mago!, la mujer puede que sea bruja y actúe como muggle, papá me ha contado que hay personas demasiado obsesionadas con los muggles, es gente que renuncia a la magia para siempre.
—Me sigue pareciendo coincidencia — se entercó Black —. Mejor entremos de una buena vez, estamos perdiendo tiempo, seguramente Severín y compañía ya habrán notado nuestra ausencia en Hogwarts.
Al mismo tiempo volvieron a ponerse los lentes oscuros e iniciaron esa nueva travesía que consistía en conseguir dinero mágico.
"Estuve tantos años en prisión... — pensó Sirius, suspirando — es muy posible que siga teniendo dinero, la herencia fue grande, después de todo, y ha de estar desaprovechada. Ojalá mi YO grande no se enoje por este pequeño hurto... quisiera verme, no sé porqué, pero pienso que con tantas cosas ya no he de reír muy seguido... ¡¿Cómo pudieron creer que maté a mis amigos!?,¡A James y a Lily!, yo no pude hacerlo, no pude. Voy a encontrar al culpable; lo voy a matar".
—Sirius, ¡Sirius! — llamó Cornamenta, zagoloteándolo —, ¿se puede saber en qué demonios piensas?, hemos llegado a Gringotts, hagamos la operación.
—¿Seguirán usando el mismo sistema?, veo todo muy cambiado. ¿Se han fijado en los nuevos diseños de las escobas?
—Claro Remus, y sinceramente me gustaría apreciarlas con más calma. Pienso que si me llevo uno de estos diseños aerodinámicos al pasado, no habría buscador capaz de alcanzarme. — dijo James, olvidó, por un instante, todas las incógnitas y se imaginó jugando quidditch —. Me pregunto si a Harry le gustará el quidditch...
—Si tiene sentido común, sí. —aseguró Black.
Se internaron al banco, miraron a los Gnomos con sus viejos ropajes y aspectos grotescos, tenebrosos. Todo parecía igual. El sistema era el mismo, así que no tuvieron problemas. Una hora más tarde disfrutaban con regocijo del dinero "hurtado".
Parte de lo evacuado de la cámara lo convirtieron en dinero muggle para comprar los binoculares y el transporte de vuelta; Remus aseguraba que en una ocasión Lily le había explicado cómo se usaba el dinero de ese mundo. También habían comprado algunas túnicas, Ranas de chocolates, Pepas Bertie Bott de Todos los Sabores, caramelos, entre algunas cosas más.
—¿Qué sabor te tocó, Remus?
—Una deliciosa pepa de chocolate con almendra.
—Maldito suertudo — renegó Sirius —, siempre te salen las buenas, ¿qué hechizo usas, Lupin?
—Es coincidencia.
—¿Cuál te salió a ti, Sirius? — preguntó James, mirando su pepa con dudosa valentía.
—La de "agua estancada".
Remus y James soltaron la risa. Generalmente a Black siempre le tocaban las pepas con los sabores más malos.
—Estoy pensando en no comerme la mía.
—Vamos James, no seas cobarde.
—Está bien, allá voy — James se tragó la pepa, la cara se le contorsionó.
—¿Algo agrio?
—¿Naranja?
—No. Creo que es de "zumo de limón".
—Definitivamente el único con suerte es Remus. A Peter tampoco le tocaban las pepas ricas, una vez se comió una con sabor a cerilla de dragón, el pobre sufrió un espasmo.
Los amigos siguieron deambulando por todo el callejón Diagon, trataban de no llamar mucho la atención, pero con el simple hecho de traer lentes negros de muggles en la cara hacían lo contrario.
Estaban a punto de regresar a la cosmopolita ciudad de Londres, cuando un gato color canela y bastante feo, ronroneó al ver a Sirius y lo rodeó restregándose en él.
—¿Qué le pasa a este felino demente?
—Me parece que le agradas, Sirius —sonrió James.
—Ja, ja. Muy gracioso James... —entonces Black le habló al gato — ¡hey!, gatito, hablemos claro. Si huyes de buena gana de mí, prometo no patearte y...
—¡Crookshanks! — gritó una muchacha, que atravesó la calle mágica para llegar hasta donde los merodeadores estaban.
Se dirigía al gato, sin fijarse en los jóvenes que la miraban atónitos, la chica levantó al obeso minino y lo acomodó en sus brazos. Levantó la cara. Era una joven de piel clara y cabello castaño, más rojizo que el de Remus, más esponjado y rebelde. Su perfecta sonrisa tenía dientes grandes y blancos; sus ojos, perspicacia y brillo. Lo más ameno de esa personita eran sus gestos, que denotaban presteza, inteligencia, habilidad. Sirius, James y Remus quedaron pasmados al darse cuenta quien era: Hermione Granger, la amiga de Harry. Ciertamente Sirius había atinado a decir que los años le harían bien a la brujita, puesto que su figura y su misma personalidad, cada vez tomaban más fuerza. En pocas palabras: era muy linda.
La joven Granger los miró unos instantes, con voz un tanto indiferente y tono frío se disculpó:
—Lamento que mi gato molestara, Crookshanks es muy inquieto y siempre anda metiéndose en líos... ¿y esos lentes muggles? — les regaló una irónica sonrisa, luego se despidió —, con permiso, chicos.
Se alejó de la misma manera en la que había parecido: inesperadamente.
—¡La amiga de Harry! — exclamó Potter, acomodando los lentes con aumento para el sol (pues la verdad era que James sólo coloreó sus lentes para diseñar su disfraz de vendedor y así conocer a Harry).
—Si yo fuera Harry, la hiciera mi novia —bromeó Sirius, ante la mirada de desaprobación de sus amigos —. Bueno, calma... no me miren así, como si fuera un depravado. ¿Qué les parece si la seguimos?, a lo mejor nos enteramos de algo, más tarde viajamos a Privet Drive y luego, por la noche, conseguiremos una chimenea para transportarnos por medio de polvos flu.
—Me parece buena idea, ¡pero hay que darnos prisa o la perderemos de vista!
La siguieron como unos perfectos detectives. Hermione en ocasiones solía ser muy perceptiva, pero en esta ocasión ni siquiera tuvo sospechas. Parecía que la mujercita estaba muy entretenida leyendo un ejemplar de El Profeta, que tenía como encabezado una fotografía de Cornelius Fudge, del Ministerio de Magia. Después de hojearlo con escrutinio lo tiró a un cesto de la basura, salió del callejón Diagon, y caminó por la avenida algunas cuadras. Constantemente miraba su reloj, el gato iba unos pasos al frente de ella, quien seguramente no le quitaba la vista de encima. "¿Adónde irá? —se indagó James —. A lo mejor sus padres la recogerán en algún lugar cercano".
Hermione suspiró, se sentó en una banca, y esperó a que sus papás la recogieran. A ella no le gustaba excluir a sus padres del mundo de la magia, pero dado los sucesos ocurridos en el último curso de Hogwarts, analizaba todo con cautela. Si Voldemort odiaba a los muggles y sangre sucia lo mejor era ser cuidadosa y no poner en riesgo a sus progenitores. Era curioso, pero, aunque ella pensaba que los lazos con su familia muggle se debilitarían por ser bruja, había ocurrido todo lo contrario. Apreciaba las tardes con su madre cuando estaban en casa o en el consultorio; le gustaba oír a su padre hablar de política; también le hacía muchas preguntas sobre la magia y el maravilloso mundo de Hogwarts, ella casi siempre respondía.
—Crookshanks, vienen tiempos difíciles... —dijo su ama, mientras acariciaba el pelaje del felino color avellana. —, ya no me siento segura... aunque no temo por mí ¿Sabes?, me preocupa Harry, o que mis padres se vean involucrados y atacados por mortífagos. ¿Tú crees que debí haber ido a Bulgaria, con Víktor?, no ¿Verdad?, quizá más adelante.
Frente a Hermione, una calle ancha y de varios carriles estaba invadida de vehículos que iban a lugares desconocidos. Hermione suspiró, miró la hora, su papá no tardaría mucho en llegar por ella.
Veía el paisaje de forma impasible, serena. A lo mejor muy dentro de ella había un revoltijo de ideas. Pensaba en el nuevo curso, a veces la sonrisa de orgullo la traicionaba, pues, estando en el quinto grado, se había convertido en una hermosa y seguramente exigente Prefecta.
Mientras observaba y era observada (sin darse cuenta, claro), distinguió a un encapuchado cruzar la poblada avenida. Se puso nerviosa, se enderezó lo más que pudo y no perdió detalle. Se estaba volviendo una paranoica, sin lugar a dudas, ahora veía mortífagos por todas partes.
El alto del semáforo inglés cambió de color, para indicar que los transeúntes debían esperar a que los autos cruzaran, sin embargo el sujeto que vestía de negro y caminaba como si fuera una persona trashumante, levantó las manos, sacó una varita, y mostró su rostro cubierto por una máscara fría y grotesca.
—¡Oh no! — expresó la chica, al ver que con la varita, ese mago tenebroso gritaba algo.
—¡Wingardium leviosa! —chilló el mago, con voz aguda, perversa, horrible. Aspiró aire al ver que los autos de la cuadra se elevaban por los aires, rió cruelmente. Y después, con nueva respiración, y de forma veloz, exclamó con fuerza y frialdad — ¡Mosmordre!Hermione abrió los ojos al ver a los vehículos flotar sobre ella. ¡Era un ataque! ¡Un ataque de mortífagos!
Después del último hechizo pronunciado por el desconocido servidor de Voldemort, una marca apareció en el cielo. A pesar de que era de día lograba distinguirse por las nubes grises que se aposentaban, formando rebaños de ovejas inexistentes que causan interés en los niños.
Granger no podía quedarse con los brazos cruzados mientras esos demonios vivientes mataban a miles de personas frente a ella, como si fuera un espectáculo. Por otra parte era posible que esto fuera una emboscada contra alguien; descartó que fuera contra ella, pues ¿qué tenía de especial?, abrió los ojos al doble al pensar en que podía ser usada como carnada. La Marca Tenebrosa le erizó la piel, ciertamente, era bastante horrible, capaz de causar estremecimiento.
Y fue como si esa detestable marca hubiera sido imán para la maldad. Una decena de mortífagos apareció en los alrededores, con risas macabras, capuchas negras, máscaras indescifrables. Hermione sacó su varita.
—¡En nombre del Señor Tenebroso este sitio será eliminado de muggles y sangres sucias! — gritó el que los había llamado. El hechizo que hacía levitar los carros cesó. Los gritos aumentaron cuando los carros dejaron de flotar. Se estamparían, iban a perder la vida.
—¡NOOOOO! — chilló Hermione, sacando la varita, como un haz de rayo luminoso, la chica gritó — ¡Wingardium leviosa!
Muchos carros siguieron flotando, pero dada la edad que poseía la chica, no pudo con todos. Los autos cayeron de forma rápida, cruel. Conductores y pasajeros murieron, Hermione pudo oír gritos ahogados de niños pequeños, de mujeres histéricas, de hombres descontrolados. Lentamente bajó a los que había salvado, asió su figura, miró a los enemigos con miedo, pero decisión. Sí, había roto la regla de no usar magia fuera del colegio, y eso, pudo comprobarlo, era lo de menos. Sentía pánico al ver perecer personas frente a ella... y en ese momento lo supo, iba a morir.
Sintió las miradas penetrantes de los aliados del Que-No-Debe-Ser-Nombrado.
—SANGRE SUCIA, ¡¡vas a morir!! — gritó el que era jefe de la operación. Ocho de los presentes, comenzaron a aniquilar muggles y a causar revueltos. Las personas de la bulliciosa urbe huían horrorizadas.
El mortífago llegó hasta Hermione, quien retrocedió unos pasos. No sabía qué hechizo usar.
—¡Impedimenta! — gritó ella, casi tartamudeando.
El rayo salió de la varita, pero otro mortífago, uno muy pequeño e insignificante, desvió el hechizo de Hermione.
—¿Qué diría mi Señor, si le entregara a la sangre sucia amiga de su peor enemigo?
Hermione sintió asco, le escupió al mortífago cuando ya estaba sobre ella.
—¡¡Crucio!!
La silueta de la mejor amiga de Harry Potter cayó al suelo. Comenzó a temblar, los huesos parecían darle toques eléctricos, se le quemaba la sangre. Nunca en su vida había sentido tanto dolor, ¡quería morir! ¡Necesitaba morir!, su dolor no era nublado, sino despejado, cruel, vil.
—¡¡Expelliarmus!! — gritaron en coro tres jóvenes salidos de la nada.
La varita del mortífago voló a las manos un chico de cabello negro, alto, que portaba lentes oscuros.
A su lado estaba otro más bajo, de cabellera clara. El tercero del grupo se inclinó ante la chica, la trató de acomodar en sus brazos, y le susurró, como si la conociera de toda la vida.
—¡No te preocupes! —le habló, con los ojos rojos de la ira —. Te vamos a sacar de aquí, perdona por no haberte ayudado antes.
Hermione, aún con el dolor a cuestas de su alma, trató de enfocar la figura de su interlocutor; Granger creyó que era otra persona.
—... Ha... Harry... —susurró antes de desvanecerse; James la dejó en el suelo y se puso de pie. Realmente él no sabía qué hacer para salir de esta situación, tenía un miedo sublime, pero no podía desistir. No podía morir en esos momentos. Él iba a casarse con Lily ¡No quería morirse!
El mortífago sin vara quedó indefenso. Sirius Black usó un hechizo
—¡Avis! — gruñó, y para asombro de los presentes, muchos pájaros de fuego aparecieron y confundieron al enemigo — ¡Hazlo ahora!
Lupin asintió, movió su varita.
—¡Desmasius! — exclamó, el mortífago cayó al suelo, Remus siguió: — ¡Petrificus Totalus!
El cuerpo del malvado pareció petrificarse, justo como Neville había quedado cuando Hermione le aplicó ese maleficio. El otro hombrecito mortífago, que no había actuado con presteza, miraba atónito a los inesperados contrincantes.
Alzó su mano, no era una mano común. Era gris, era de planta. Con ella alzaba su varita mágica, con miedo, no entendía, o al menos eso se quería hacer creer.
—¡Maldito sea Voldemort y todos sus aliados! — gritó Sirius Black, se quitó los lentes oscuros por un impulso, sus ojos azules resplandecieron ante la oleada de tragedias. A Dios gracias que los demás mortífagos estaban ocupados matando y aturdiendo muggles indefensos, ya que no habían caído en cuenta de la situación.
El enemigo-mago pequeño gimoteó al ver ese rostro sano y joven, pero lleno de ira.
—No...no...puede ser — chilló bruscamente, tartamudeando, reconociendo al emisor.
—¿Qué le pasa a ese sujeto? ¿Nos tiene miedo?
—Nos conoce, Sirius, nos conoce — aseguró James, introduciéndose a la conversación con rapidez.
Los tres muchachos de casi 16 años se acercaron lentamente mientras el hombrecito se retorcía de extrañeza como si fuera una rata, los chicos nunca habían visto a un mortífago cobarde. Cuando ya parecía inofensivo, lanzó hacia ellos un maleficio extraño, que los merodeadores nunca habían oído "¡Morbo Affligi!", gritó, y le rozó el hombro a Remus.
—¡AAAHHH! —cayó al suelo del dolor, dolor sublime si se me permite agregar.
—¡REMUS! — gritaron sus amigos.
—¡Maldita sea!, voy a acabar contigo—dijo Sirius.
El enmascarado, pequeño y traicionero, siguió apuntando a los jóvenes, pero sin dejar de temblar. Su mano de plata resplandecía como si fuera oro.
Por mala suerte, el hechizo que hacía que los lentes de James se vieran de un color más oscuro, comenzó a desvanecerse. Y el encapuchado, que era Peter Pettigrew, reconoció a su compañero muerto por su culpa. Era un fantasma, una ilusión. No podía ser James Potter el que estaba frente a él; tampoco estaba el joven Sirius Black con su mirada de adolescente, y mucho menos era Remus a quien acababa de herir. Retrocedió una vez más. Eran fantasmas. Sí, fantasmas.
—¡No es posible! ¡TÚ!
Retrocedió mucho más, Sirius y James seguían sin comprender.
—Este hombre está loco... su voz, me angustia. ¡Es que nos conoce, Sirius!
—Si no nos mata ese cobarde lo harán los demás servidores de Voldemort, hay que aturdirlo, ¡hay que huir!
El miedo de Peter se confundía con sus recuerdos del pasado. James brindándole apoyo, Remus dándole consejos, Sirius divirtiéndolo... sus amigos... sus enemigos. La mente se le confundió, bramó algo imperceptible. No podía contra el pasado que lo trastornada horriblemente.
"¡ENTONCES DEBERÍAS HABER MUERTO! —recordó Peter que le había dicho Sirius el día en que tuvieron su reencuentro en la Casa de los Gritos—. ¡MEJOR MORIR QUE TRAICIONAR A TUS AMIGOS! ¡TODOS HABRÍAMOS PREFERIDO LA MUERTE A TRAICIONARTE A TI!
Tendrías que haberte dado cuenta —había continuado ese mismo día Remus Lupin— de que si Voldemort no te mataba lo haríamos nosotros. Adiós, Peter."
Comenzó a huir después de eso. James y Sirius desistieron de herirlo, levantaron a Lupin, quien seguía sufriendo.
—¡Crucio! — volvieron a oír, al voltear una mortífaga había vuelto a atacar a Hermione.
—¡Madre mía! — exclamó James, con las piernas hechas gelatina.
Ninguno de los merodeadores había visto antes a una mortífaga. Pero lord Voldemort se valía de cualquier persona para tener más poder.
La mujer esa, maligna y oculta, fue lanzada al más allá por el auto salvaje Weasley, que de nuevo apareció de la nada y la atropelló en el acto.
—¡Bendito carro! — gritó James, se lamentó de no haber pensado antes así del misterioso objeto con vida.
Con una velocidad asombrosa los dos sanos subieron a los dos enfermos. Remus tenía conciencia de sí mismo, pero Hermione, por el doble Cruciatus, estaba devastada, inconsciente, temblorosa.
Sirius subió al asiento del copiloto, James Potter echó andar el motor.
—¡Por favor, prende! ¡Ayúdanos a huir! —imploró.
El azulado coche encendió, salió disparado hacia las alturas, maldiciones iban rozándolo, ponchando aún más sus desgastados neumáticos... sin embargo, estaban escapando.
En breves instantes el ataque cesó. Los muchachos escucharon el hermoso canto de un ave, parecía un fénix.
Sirius Black miró hacia abajo, a pesar de que las nubes eran obstáculo para su vista, logró distinguir chispas, gritos, magia blanca, ¡magos ayudando!... sí, la ayuda había llegado para combatir a los mortífagos. Lo que él no sabía era que se trataba de la primera aparición de la Orden del Fénix.
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El carro los llevó por donde quiso, no obedecía a James. Éste le rogaba "¡Al Hospital San Mungo!", pero el coche tenía sus propias intenciones, su ruta decidida e inquebrantable.
Remus estaba más tranquilo, Hermione igual de mal. La seriedad de Sirius se rompía por maldiciones absurdas y se golpeaba levemente la cabeza con el vidrio.
—No sé qué hacer, James... no sé qué hacer...
—Necesitamos bajar, ¡comunicarnos con Dumbledore!, esto es grave, Sirius, es culpa mía... quería ver a Harry...
—Al contrario idiota, ¡de no haber venido hubieran matado a Hermione! — afirmó Black, de forma reconfortante —. No tiene nada de malo querer conocer a Harry, que es parte de ti. Lo único que tenemos qué hacer es ser pacientes. Eso creo. Esta chatarra se hartará de volar y nos arrojará, entonces podremos ayudar a Remus y la chica.
—Pues... esta... chatarra... nos salvó —alcanzó a decir Lupin.
El dolor iba disminuyendo en el castaño-cenizo cuando el carro se estacionó en un lugar extraño y alejado de la sociedad. Sirius y James pudieron ver a su costado una casa de lo más excéntrica y extraña, para ellos fue casi normal, pero para un muggle sería una choza loca.
—Esa debe ser una casa de magos o me dejo de llamar Sirius Black.
—Necesitamos pedir ayuda.
Remus cojeó lentamente y rogó a sus amigos que cargaran con la joven. Potter asintió y poco a poco se acercaron al hogar.
Había un letrero: LA MADRIGUERA.
El auto-salvaje hizo sonar su claxon para llamar la atención. La puerta del aposento se abrió dejando ver a una señora rechoncha, pelirroja y de rostro cándido.
—¡OH POR DIOS! —gritó al ver a un herido frente a ella y a dos jóvenes sostener a una desmayada niña que reconoció como la mejor amiga de su hijo.
Corrió hacia ellos gritando como las madres desesperadas, varios pelirrojos salieron al ver a su madre exaltarse. Uno de ellos paró en seco.
—¡¡HERMIONE!!
Era Ronald Weasley.
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Continuará...
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Notas2: ¿Qué les pareció?, supongo que no se imaginaban ese giro tan radical, yo soy algo inesperada en ocasiones, y no me doy cuenta de lo que escribo hasta releerlo. Ojalá no los haya decepcionado, ténganme paciencia, les prometo que esto cada vez se pondrá más interesante. ¿Qué sucederá ahora que Peter ha visto esos fantasmas del pasado?, ¿qué sucedió con la redada, la resolvería la Orden del Fénix?, ¿se recuperará Hermione?, ¿qué sucederá ahora que los Merodeadores han pisado territorio Weasley gracias al auto-salvaje?... No se pueden quejar, también aparecieron Ron, Hermione y el lindo Harry ya tuvo su primer encuentro con James (habrá uno más emocionante y directo, pero ya verán luego).
¡No se pierdan el próximo capítulo!, es posible que les guste mucho, porque hará aparición el llamado Remus Lupin del presente /o sea el adulto/, también James escuchará una conversación que le romperá el corazón. El episodio siguiente se titulará: Verdad a medias y las dos versiones de Remus Lupin.
¡No se lo pierdan! Y una vez más gracias por leer.
Mi correo: cielocriss@graffiti.net, por si se les ofrece.
Ahora, pasemos a contestar los reviews.
*Sulley.- ¡Qué gusto que mi fic te agradara!, ciertamente pobre James, tengo pensado hacer sufrir a muchos personajes. No fue ninguna lata recibir tu review, por el contrario, fue un placer y me siento muy feliz porque lees mi fic, ¡gracias!... por cierto que disculpa la tardanza, como lo menioné arriba no había subido el cap por mis tragedias personales, pero prometo llevar un ritmo decente esta vez… Ahh, y yo te aviso en este momento por mail que ya subí el episodio.
*Shagy Sirius.- Gracias por leer mi historia. Espero esmerarme cada día más para que la desarrolle adecuadamente, no me gustaría decepcionar a nadie (mucho menos a mí misma). Aprecio mucho tu comentario.
*J.N.H..-Arigato por tu comentario, me has animado mucho (qué bueno que te está gustando mi idea). Lamento no haber subido antes el capítulo, prometo no demorar en el siguiente (jaja, ya casi está listo). Amí también me gusta la actitud paternal de James, pienso que le va bien. Ojalá y este capítulo te guste.
*Danae Weasley.-¡Hola!, gracias por leer. Bueno… finalmente James tuvo un final encuentro con Harry, lo admito, no fue muy intenso, pero quiero que el clímax de mi historia esté un poco más adelante, aunque no te preocupes, prometo que seguirá habiendo mucha acción y momentos cumbres, y muy pronto llegará el capítulo en el que verdaderamente padre e hijo se reúnen y deciden cambiar el pasado, ¿por qué no intentar ser felices?, espero te siga gustando.
*L-O.-me dio mucho gusto tu comentario, aunque quizá te decepcioné un poco. Me pediste que Harry y James se conocieran, pero aunque sucedió, el lindo Harry no supo con quien se veía, eso pasará más adelante y espero esté muy emocionante. Por lo pronto agregué un encuentro de los merodeadores con la rata y además, con Ron y Hermi, así que espero te haya gustado, además, muy pronto Remus-adulto aparecerá!! Gracias por tu review!
*Ginny W-P.-Agradezco tu comentario, bueno, no me podrás negar que James ya tuvo contacto más directo con Harry, ¿verdad?... n__n, qué bueno que mi fic te gusta, prometo mejorar para que sigas leyendo.
*Katioka Riddle.-Gracias por seguir mi historia a pesar de que los merodeadores andan merodeando en mi fic por el futuro de Harry, ¡arigato!... bueno, creo que Snape es desagradable de todas formas, aunque James dijo que se veía mejor calvo… mmm, ahora que lo pienso, es verdad, el coco debe estar grasoso, ¿verdad?... espero que el capítulo te haya gustado, te prometo que se pondrá más interesante.
*Zelshamada.- ¡Amiga, muchas gracias por leer mi fic, es todo un honor tener la presencia de tu r/r entre mis comentarios!... espero que aún te siga gustando el proyecto (cuando puedes le sigues a tu fic de HP, ehh?) y lo sigas clasificando como kawai. A los merodeadores les quedan muchas sorpresas que afrontar.
*Paula.- ¡Nihao Paula!, muchas gracias por leer mi fic, lamento mucho haber dilatado en publicar, pero finalmente aquí está, espero te haya gustado, os prometo que se pondrá muy interesante (mmm, trataré n___n).
*Lourdes Ariki.- Poco a poco seguirá habiendo más intensidad en el fic y prometo que pasarán cosas mayores, antes debe de haber un acomodo o preparación para la verdadera acción (pero trato de adherir a cada capítulo un elemento interesante). Ojalá te siga gustando, habrá mejoría en los siguientes capítulos (al menos eso creo), gracias por leer mi fic, aprecio mucho tus comentarios, no tienes idea de lo que me animas.
*Dadaiiro.-Gracias por seguir atenta a mi fic, Jess… es verdad que mi fic tiene momentos muy raros que podrían considerarse cómicos, pero ya me conoces, estoy algo loca, por eso, a fuerzas los personajes deben tener algo que divierta aunque sean momentos intensos… de todo un poco, jeje. Es verdad, a Sirius le checa decir "infamia", y seguro que si Ron hubiera visto la pata de araña en el carro-salvaje, no le hubiera parecido gracioso, sino espeluznante. Aquí está de nuevo el cap tres, como vez, fue un poquito remodelado, ojalá te siga gustando.
*Dikana.-Pili-chan, no tienes porqué darme disculpas, ya que yo también estoy tardando siglos con R (una de mis mayores frustraciones al perder a laptopcini fue dejar de leer mis fics predilectos… sin duda alguna he tenido tiempos difíciles, pero el r/r llegará pronto, lo prometo… aunque sé que es disculpa). Lo importante es la presencia de tu comentario en mis reviews, gracias!. Creo que el fic está bien demente en ciertas partes, pero me alegra que te esté gustando hermana, ya sabes que cuando la gente está loca hace locuras, y lo de las "visiones" que tiene Snape ciertamente están locas (qué redundante estoy hoy). Qué bueno que te gustó cómo pasaron las cosas que escribí, a mí también James me parece tierno por lo de Lily y Sirius es un pervertido al "coquetearle" a Hermi-san. Espero te haya ido bien con tus exámenes, no importa que este cap haya sido corto, pero ojalá esta parte te haya gustado.
*AIOV (Alberto---Champi).- ¡Hopolapa!, finalmente aquí está el cap tres, qué lástima que no fuiste a la boda, pero ya hablaremos en Semana Santa (vas a ir a Guamúchil?). Espero mi fic te siga gustando, ese es el chiste Champú, porque va para ti. Ya sabes que si tienes sugerencias me encantará saberlas y si tienes tu fic, mándamelo.
*Melisa.-Gracias por leer mi fanfic, espero te siga gustando como hasta ahora… ahh, saludos a Bogotá desde México. Hasta pronto y espero que sigas leyendo y dándome tus comentarios.
Y a todos aquellos que leyeron y no dejaron comentario: GRACIAS!
p.d. Si el fic tiene errores, lo lamento, soy muy descuidada.
