Notas 1.- Después de mucho tiempo de nuevo les traigo un nuevo capítulo de Girahistoria… como siempre, me siento apenada por tardar tanto en escribir, pero se me complica mucho con mi nueva situación de vida (P). Aún así prometo acabar con este fanfic lo más pronto posible, está decidido que no me retiraré de la página hasta que termine. Muchas gracias a todos los que han seguido esta historia y me han dejado comentarios o me han mandado e-mails, el ayodo de todos los lectores es el que hace que no pierda los ánimos con mi incoherente historia tan enredosa. ¡Pero bueno, no los voy a entretener mucho, en este capítulo van a pasar muchas cosas interesantes. A manera de RESUMEN: En el capítulo anterior Harry Potter se dio cuenta de que su padre y los merodeadores estaban en su tiempo porque aparecieron en el mapa del merodeador, además¡parece que va a haber un ataque mortífago y que Dumbledore va a morir por lo del beso del dementor!... si quieres saber que pasó con Lily y Peter del pasado, por fin lo sabrás. Como ven, pasan muchas cosas, así que de una buena vez los dejo con la lectura (sólo quiero aclarar que este capi tuve que partirlo en dos nn). ¡Espero les guste! Y saludos a todos.

Aclaración: Los libros de la saga de Harry Potter no me pertenecen, esta historia se escribe sin fines de lucro.

NOTA EXTRA: POR ALGUNA EXTRAÑA RAZÓN ME ESTÁ ALTERANDO MI FORMATO ORDINARIO, ASÍ QUE SI HAY FALLOS EN LOS GUIONES O EN SIGNOS DE INTERROGACIÓN O ADMRACIÓN, ES CULPA DEL FORMATO DE LA PÁGINA


Fanfiction: Harry Potter

girahistoria

Por CieloCriss

La Letanía del Beso del Dementor y El triángulo Potter

P r i m e r a p a r t e

Todo estaba suficientemente claro.

Harry guardó el mapa del merodeador en su bolsillo sin decir "travesura realizada". Le temblaba el entendimiento, pues no sabía qué haría, ni tenía compresión de lo que pasaba… aún así, todo estaba suficientemente claro.

Salió disparado de la estatua de la bruja tuerta, los pasillos silenciosos del colegio le hicieron escuchar sus propios jadeos, recordó a los gemelos Weasley, con cara de naufragio, advirtiéndole que Dumbledore estaba muriéndose y que, por tanto, los mortífagos iban a atacar.

No podía ser cierto, o más bien¡no era justo!

El nombre de James Potter estaba en el mapa del merodeador. Harry sacó de su túnica una vez más el andrajoso pergamino, lo abrió con desesperación y volvió a confirmarlo… ahí, en la cabaña de Hagrid, estaba el nombre de su padre¡y el de Sirius¡Y el de Lupin!... y de paso, los nombres de Ron y Hermione.

"Debo tranquilizarme" se dijo Harry, tenso, nervioso; se recargó en un pilar y se masajeó la cabeza "no puede ser posible, a menos de que… ¿un viaje en el tiempo?" lo pensó en un instante, pero sólo al vislumbrar esa posibilidad, el corazón le saltó de gozo. A lo mejor un viaje en el tiempo había traído a su padre a su presente, pero Harry no sabía si eso era posible… después de todo, él tenía entendido de que solamente era posible viajar al pasado.

La imagen de Jim McGonagall le iluminó en ese preciso segundo. De nuevo sintió que su cuerpo se estremecía como vendaval. Sí era posible¡todo era posible, Jim se revolvía el cabello como James, jugaba con la snitch, peleaba con Snape sin importarle nada, y además… ¿acaso ese muchacho no se preocupaba por él, por su felicidad?

Harry volvió a esconder el mapa, echó la carrera hacia la cabaña de Hagrid; independientemente de si ahí estaba SU padre, sus amigos estaban ahí y no sabían del peligro de los mortífagos, ni de la supuesta muerte de Dumbledore.

—¡Harry! - oyó que le gritaban, Harry frenó en seco, pero no por gusto, sino por obligación, era Hagrid.

—¿Hagrid? - dijo, observando al medio gigante con la piel pálida y los ojos a punto de estallar en llanto, su amigo tenía peor pinta que el día en que se pensaba que iban a matar a Buckbeak.

—Harry¿qué haces aquí¿acaso no has oído la alarma, todos los chicos deben estar en sus torres, bajo el cuidado de los prefectos.

—No, no lo sabía - mencionó Harry.

—Oh Harry, ve a la sala de Griffyndor, por favor - rogó Hagrid -¡es muy peligroso!

Al notar que el pobre guardabosques lagrimaba, Harry se compadeció.

—¿Qué es lo que está pasando, Hagrid¿Se trata de Dumbledore?

—¡No me hagas decirlo! - pidió Hagrid, moviendo con nervios sus enormes manos -, ve a tu torre, por favor.

—No puedo ir - admitió Harry -, primero tengo que avisarles a Ron y Hermione que las cosas no andan bien.

Un estruendo interrumpió la débil conversación, en el colegio estaba temblando. A como pudo, Harry se sostuvo de una pared, Hagrid alzó los brazos y tocó el techo.

—¿Qué es lo que está sucediendo, Hagrid? - cuestionó Harry Potter, con los ojos desorbitados - ¿En verdad nos atacarán los mortífagos?

El temblor cesó en breves segundos, Hagrid bajó las manos y las puso en sus costados, no contestó a Harry, sólo se le quedó mirando fijamente.

—… ¿Hagrid? - indagó Harry, dubitativo.

Hagrid negó, de improviso movió su brazo y apresó a Harry en un abrazo inesperado.

—Debes ir a la Torre de Gryffindor, Harry; Dumbledore no se perdonaría el que algo te pasara.

—¡Hagrid, espera!

El semi-gigante arrastró a Harry en dirección contraria a la cabaña de Hagrid: lo llevó directo al retrato de la señora Gorda sin decir una palabra coherente por todo el camino. Lagrimaba, sí, pero sus cejas negras y gruesas estaban estáticas, como si el temblor las hubiera averiado.

—¡Hagrid, se trata de Ron y Hermione¡Son mis mejores amigos, así que suéltame!- imperó el-niño-que-vivió, con el nudo entre los vértigos y la incertidumbre de no saber si su padre estaba esta época. ¿Por qué había tenido qué hallarse a Hagrid en el camino¿Por qué su amigo guardabosques estaba tan alterado y no le obedecía?

—Aquí estás, Harry, en la Torre de Gryffindor - dijo Hagrid, con seriedad -, si le digo a Dumbledore que estás a salvo, seguro que estará más tranquilo.

—¡A mí no me importa si Dumbledore está tranquilo o no! - expresó Harry - ¡Ni siquiera me importa si muere!

Eso último lo dijo sin pensar, por supuesto, pero para Hagrid fue como una cascada de decepción.

—Harry… tú no tienes idea… el profesor Dumbledore, ha sido como un padre para mí¡así que entra a la torre, Harry¡Si ellos te llegasen a encontrar…!

Harry se mordió los labios; de verdad que no era su intención herir a Hagrid, mucho menos deseaba desearle el mal a Dumbledore.

—Escucha… Hagrid… no quise decir eso…

—Lo sé, Harry, no es tu culpa - tranquilizó Hagrid. El colegio se estremeció nuevamente, le dio una sacudida al castillo entero, varias pinturas cayeron al suelo y los protagonistas de dichos lienzos corrieron despavoridos a algún refugio.

—¡Hagrid¿Qué está pasando?

—Harry… nos veremos pronto… prometo buscar a Ron y Hermione, pero tú no vayas a salirte¡estoy seguro de que la Orden del Fénix nos dirá qué hacer muy pronto!

El semi-gigante empujó a Harry hacia el retrato de la señora Gorda, después se fue corriendo en medio de la sacudida que le daba el segundo temblor a Hogwarts.

—… lo siento de verdad, Hagrid - susurró Harry Potter, al ver que su amigo desparecía al doblar una esquina -… no podría quedarme en la Torre sabiendo que mis amigos peligran, y que allá, en tu cabaña, está oculto mi pasado.

Harry se alejó de la temblorosa pared, daba la impresión de que el colegio entero iba a desplomarse¿eso sería posible, con la mayor rapidez que pudo se sostuvo de pie sin ayuda. Estuvo a punto de volver a sacar el mapa, pero alguien lo agarró de la túnica y lo jaló hacia atrás.

—Harry, te estaba esperando - dijo una voz algo temerosa. El temblor había terminado, Harry se dio la vuelta, encabronado.

—¿Neville? - gritó enfadado -¿Qué quieres¿Por qué no entras a resguardarte a la torre de Gryffindor y me dejas en paz?

—Porque en la ED nos preparamos para otra cosa - murmuró Neville, bajando la cabeza.

—¿ED?... - Harry quiso estudiar el rostro de su amigo regordete¿qué hacía ahí, esperándolo?

—Los gemelos Weasley nos han dicho que quien-tú-sabes va a atacarnos - mencionó con gravedad -, y pensé que… quien-tú-sabes te perseguiría…

—Por eso Neville, entra a la torre de Gryffindor, no te preocupes por mí.

… entonces me di cuenta de que Ron y Hermione tampoco estaban¿es que van a ayudarte?

—Mira Neville, yo sólo soy un chico común¿crees que me quiero enfrentar a ellos¡Por Dios, no saldría vivo¡sólo quiero regresar para ayudar a mis amigos que ignoran lo que está pasando¿Crees que es una de mis aventuras¡Neville, yo nunca tengo aventuras, sólo quiero saber quien soy y tener quién me espere en casa!

—Eso lo sé, Harry, no tienes por qué enojarte - dijo Neville, alzando la cabeza con una leve sonrisa -Te estaba esperando para desearte suerte, y para darte esto…

—¡La capa invisible!

—He visto cómo la usas, por eso pensé que te haría falta - dijo Neville -… creí que te la debía de dar.

—Gra…gracias…

—Sé que no eres un chico que presume de quien es, Harry; pero en lo personal tengo cosas qué agradecerte - mencionó Longbotton -, aunque no te lo propusiste y ni siquiera estuviste consciente, acabaste con quien-tú-sabes y… bueno… esos mortífagos… son los culpables de… que yo… y mi familia…

Harry pensó en los padres de Neville, que habían enloquecido por culpa de los mortífagos, quienes los torturaron con maldiciones imperdonables hasta el punto de hacer que perdieran la razón. Harry le asintió a su amigo, lo comprendía… Neville, de alguna manera, había sufrido como él y nadie lo tomaba en cuenta.

—No tienes qué decirlo. Y no te preocupes, que volveré cuanto antes a la torre.

—Entonces te esteremos esperando, para defender nuestra escuela como la ED que somos.

—¿Neville¿tú has oído la alarma de la escuela?

—Sí… varios vociferadores aparecieron en nuestras habitaciones para advertirnos que estuviéramos encerrados… no sabemos bien lo que ocurre, pero George y Fred Weasley nos lo han dicho.

Harry sonrió con nervios, se dio la vuelta.

—Nos veremos, Neville.

—De acuerdo… la Señora Gorda te estará esperando.

Harry se cubrió con la capa de su padre, comenzó a correr por los pasillos sintiendo una punzada de afecto por Neville. No comprendía bien lo que había hecho su amigo, es decir, no sabía lo que había impulsado a Longbotton a salir de la torre sólo para darle la capa, pero aún así estaba agradecido de saber que en cualquier lugar tendría a alguien que le daría la mano… en cualquier lugar, por supuesto…

Sacó el mapa una vez más¡sí, seguían ahí!

—¿Eh, pero qué hace Fawkes ahí… ¡un momento¡Qué hace el nombre de Peter Pettigrew ahí¡Y… ¿qué hace el nombre de mi madre en el mapa del merodeador!


"James¿vas a cambiar la historia?"

James Potter se talló los ojos, ya frente al pergamino, gritó con gran ímpetu:

—¡Sí, por supuesto que sí¡Haré lo que sea con tal de cambiar esta historia!

El pergamino volvió a brillar con intensidad; la luz estalló desde el corazón del documento, cegando a todos por un instante. La cabaña de Hagrid se convirtió en un haz de luz que atravesó las paredes y voló hacia el cielo, fue justo en ese momento que los chicos comenzaron a oír el canto de un fénix.

—¿Escuchan¡es el canto de un fénix!

—¿Es Fawkes?

—No… no está cantando- dijo James, con lágrimas en los ojos-… ahora lo entiendo todo¡no canta, está llorando!

La preciosa y llameante figura de Fawkes, el fénix de Dumbledore, entró por la ventana de la cabaña de Hagrid y voló directo al interior del pergamino verde.

Después de que Fawkes entró al pergamino, James cayó de rodillas al suelo y se cubrió el rostro. El pergamino verde se sacudía con frenesí, todos los demás estaban estáticos, pero Sirius reaccionó y se hincó junto a James.

Prongs¿qué es lo que te está pasando¿Sabes lo que significa este pergamino?

James negó, con pesadumbre.

—¿Entonces, cómo sabes que el Fénix llora? - preguntó Sirius, palideciendo.

—Porque… porque hay veces en las que sólo se sienten las cosas, Padfoot, y te quiebras la cabeza pensando, pero nada más sientes…

—Entiendo…

—Estoy sintiendo demasiadas cosas, Sirius - admitió James, con las manos aplastándose la cabeza -, Casi puedo oír los gritos de Lily cuando Voldemort la mató… y de repente, oigo el llanto de Harry en medio del canto de Fawkes… no sé que pasa¡sólo sé que voy a verla!

—El pergamino¡parece que va a estallar! - dijo Remus, dando un paso al frente.

—¿Bromeas¡acabo de ver que un Fénix entró en él! - dijo Ron, boquiabierto.

—A lo mejor… Fawkes es… - susurró Hermione, pero las ideas se le agotaron, y se llevó las manos a la boca, inquieta.

Todo parecía haber tomado matices grises¿hacia dónde se habían ido los colores, el pergamino verde, incluso, ardía en llamas plateadas y se sacudía como si dentro de él se estuviera haciendo realidad el Apocalipsis.

—¡Ahí viene! - gritó James, poniéndose de pie.

Un rayo de luz salió del pergamino, la luz perforó el techo de la cabaña, todos los presentes agacharon la cabeza y se tiraron al piso.

—¿Pero qué está pasando? - gritó Ron, temeroso.

La luz se convirtió en una brisa húmeda y gris que mareó a los jóvenes por segundos, James se tocó el rostro y trató de verse la mano, pero estaba borrosa.

"No veo bien" se dijo, incorporándose ", parece que nuevamente tengo miopía".

—¡No lo puedo creer! - dijo Sirius -¡el efecto de la metamorfosis ha desaparecido!

—Es verdad - dijo Remus -, sabía que era provisional, pero pensé que duraría más… ahora no podremos salir de aquí sin ser descubiertos…

—Tengo la impresión de que el pergamino deshizo el hechizo de la poción de la Arabella Figg- dijo James, para luego proseguir, con el corazón acelerado - Pásame los lentes entonces, Sirius, he vuelto a ser James -.

—¡Lo haría si supiera en dónde estás! - sinceró Sirius.

—La cabaña está llena de niebla - informó Hermione -, pero la brisa escampó¡hay que abrir las ventanas, Ron!

A como pudieron, los chicos obedecieron las órdenes de la prefecta Granger, la niebla comenzó a salir de la cabaña y poco a poco el campo de visión de los jóvenes aumentó.

Sirius se topó con James y le entregó los lentes. Ya sin niebla y sin la metamorfosis, todos sus sentimientos se intensificaron, y cuando los colores volvieron a su lugar y los grises desaparecieron, James y los demás pudieron ver que el pergamino estaba inerte en el suelo, Fawkes, totalmente decrépito -como si hubiera perdido las energías- descansaba en el respaldo de una de las sillas, y dos sombras se formaban cerca de la chimenea.

Eran dos sombras… dos sombras que poco a poco obtenían color y se materializaban.

Eran Lily y Peter.


Harry logró salir ileso del castillo, miró hacia atrás cuando subió una pequeña colina, el colegio entero se estremecía como si danzara algún baile fatalista. El joven cerró los ojos con fuerza, se sentía impotente, por una parte quería regresar para ayudar a todos, pero su corazón daba saltos de incertidumbre cada vez que se acercaba a la cabaña de Hagrid. Iba bajo la capa de su progenitor, y lo curioso del asunto, es que iba a esa cabaña a ver a su padre muerto. Sin pensar más y sin temerle a algún ataque de mortífago, el muchacho corrió por el campo otoñal del colegio, por el litoral del lago del Calamar Gigante. A lo lejos divisó la cabaña, y notó que alrededor de la misma había humo, más bien neblina.

La idea de "el viaje en el tiempo" se apoderó de su ser, y corrió como si cabalgara, como si de eso dependiera su vida.

Alcanzó a oír un par de gritos de onomatopeyas, y por ello puso en su esfuerzo el incentivo de la esperanza. ¡Ya casi llegaba!...

Harry tocó la pared de la cabaña de Hagrid entre jadeos, quiso entrar a la pequeña choza, pero el miedo dejó atrás su valentía e incertidumbre. Sencillamente no sabía lo que pasaba, por eso se puso de puntitas, y aún bajo la capa de su padre, se asomó por una de las ventanas que estaban abiertas… por buena suerte la neblina se había esfumado.

Harry quedó boquiabierto ante lo que vio.

De haber podido se hubiera desmayado, de haber podido… ¡hubiera gritado!


—¡Lily¡Y Peter! - gritó el joven Sirius Black, al ver que las figuras se materializaban - ¡Han salido del pergamino verde!

—Tenías razón, Hermione¡no sólo había palabras ahí dentro! - agregó Ron, con los ojos alzados y espantados, como los de un venado temeroso.

Remus se inclinó un poco y tocó a Peter.

—Es nuestro Peter - susurró, nostálgico -, me refiero a que… él viene de nuestra época…

—Lo sé - dijo James, mirando fijamente a Lily -, ella es… la Evans que yo conozco.

Se inclinó ante ella y la levantó con dificultad.

—Deja te ayudo, Prongs - dijo Sirius, y entre los dos la acomodaron en uno de los sillones de Hagrid.

James se sonrojó al verla.

—¡Madre mía, no entiendo nada de lo que está pasando! - renegó James, extraviado.

—¿Y qué hacemos con Peter? - preguntó Remus.

—Pues… déjalo ahí - optó por decir Sirius.

—No seas bestia, Padfoot¡él no es la rata de esta época!

—Ya lo sé, Remus, pero acuérdate de que es muy pesado…

—Mh, cierto.

—¡Déjense de bromas, ustedes! - regañó Hermione - ¿Es que no se dan cuenta de la gravedad del asunto¡Ellos dos salieron de ese pergamino!

—Si Harry estuviera aquí, a lo mejor sabría la razón, él tuvo contacto con el diario de Tom Riddle, que también era mágico - recordó Ron.

—Hermione¿pero qué podemos hacer? - preguntó Remus ante el silencio de James y la incapacidad de ligar algo coherente de Sirius.

—¡Hay que retomar nuestra plática con el pergamino! - dijo Hermione, recogiendo el pergamino -¡Ah, está caliente…

Winwardium leviosa - entonó James, alzando su varita y acercando el pergamino hasta él.

—Buena idea, Prongs - felicitó Sirius.

—Cierto, si retomamos la comunicación con el pergamino, a lo mejor sabremos lo que sucede y cómo fue que Peter y Lily salieron de ahí. - agregó Moony, con voz modulada, precavida.

"Escucha… sé que me escuchas¿por qué ya no brillas¡soy James Potter y estoy dispuesto a cambiar la historia!... ¡Muéstrate!" — gritó James, pero nada sucedió, el pergamino parecía un viejo trozo de papel chamuscado.

—¿No será que necesita descansar?

—¡Ron!

—Oye, Hermione¡es que nunca se sabe! - se excusó el pelirrojo.

Todos los presentes suspiraron pidiendo paciencia.

—Probablemente el pergamino perdió su efecto - espetó James -, a lo mejor su misión era llegar hasta aquí a través de Fawkes, y ¿ven a Fawkes, luce cansado, sin energía…

—Pero no olvides que ese pergamino se lo quitó Hermione a… ¡Pettigrew!

—Ya lo sé, Sirius, no me lo recuerdes.

Shhh, Peter podría despertar - dijo Remus -, deberíamos llevarlos a la enfermería.

Hubo un silencio generalizado.

—No tenemos por qué tomarnos tan en serio lo que pasó - dijo James -, este pergamino era como un giratiempo¿no lo creen?

—Me parece que sí - razonó Remus.

—Oigan, miren… Scabbers… ¡Quiero decir¡él está despertando! - advirtió Ron.

James dejó de ver a Lily y dirigió su atención al desmayado cuerpo de Peter. Se llenó de escalofríos, sintió como si alguien lo observara por la ventana pero no le prestó importancia, de cualquier manera ya no importaba si alguien lo veía o lo descubría, en esos momentos todo le valía 'madres'.

Peter movió las cejas e hizo saltar sus cachetes de forma simpática. Era él, Wormtail… James vio que Sirius apretaba los puños y que Remus se mordía los labios¿y él, qué estaría haciendo… frente a él, salido de un pergamino, estaba el que sería su traidor, el culpable de su asesinato, y sin embargo no tuvo ganas de matarle, ni de gritarle que lo odiaba ni de nada por el estilo, porque ahí estaba Peter, el de 15 años; el idiota del grupo, sí, pero su protegido y su amigo.

—Peter… - susurró James, al ver que el rechoncho abrió los ojos de piquete y se sentó con dificultad en el piso de madera.


Harry se tapó los ojos, incrédulo. ¿Es que estaba nuevamente en el pensadero de Snape, desde que había comenzado a espiar a través de la ventana, no podía ni siquiera respirar con propiedad… ¿qué diablos estaba pasando¡estaba viendo a sus padres ahí¡estaba viendo a los merodeadores ahí, y para el colmo ¡sus dos mejores amigos parecían mejor enterados que él!


Peter se talló los ojos frenéticamente. Se quiso parar, pero perdió el equilibrio.

—Hey¿Estás bien, Peter?

Pettigrew asintió, perdido, y de pronto se puso muy pálido, casi amarillo.

—¿En do-dónde… estoy? - preguntó con voz tenue, al ver a sus amigos frente a él.

—En la cabaña de Hagrid… - susurró Remus.

—¿En el fu-fut-futuro? - indagó, temeroso.

—Sí, en el futuro - respondió Sirius.

Peter se abrazó a sí mismo, se hizo bolita. En su mente comenzó a oír voces perdidas que lo condenaban para siempre… eran las voces de sus amigos que el pergamino mágico y el fénix lo habían hecho escuchar…

"Tengo que admitir; Peter, que me cuesta comprender por qué un hombre inocente se pasa doce años convertido en rata". (HP3, Remus Lupin).

"Pero tú, Peter... no entiendo cómo no comprendí desde el primer momento que eras tú el espía. Siempre te gustó tener amigos corpulentos para que te protegieran¿verdad? Ese papel lo hicimos nosotros: Remus y yo... y James...". (HP3, Sirius Black)

Negó, y por si fuera poco, se le refrescó la memoria. Hacía sólo unos instantes que había estado viajando en el tiempo con Lily Evans, habían ido a un futuro terrible, donde él… ¡DONDE ÉL ESTABA DEL LADO DEL SEÑOR TENEBROSO!... ¿Es que esa era su verdadera naturaleza¿La traición, y ¿por qué le ardía el pecho y le hervían los remordimientos?

No había vuelto al pasado. Estaba en el futuro, y si se quedaba viendo los rostros de sus amigos, seguro que se daría cuenta de que ellos ya sabían de su traición.

Yo… no quería… - dijo, con torpeza. No le salía una disculpa elaborada, porque él era un cobarde, y no encontraba cara para enseñársela a sus amigos.

"Él lo sabe" pensó Sirius "Lo sabe, y no hace nada para disculparse".

De un impulso Padfoot agarró a Peter de la túnica y lo alzó.

—¿Qué es lo que no querías, Peter?

—¡Sirius, suéltalo! - mandó Remus.

—¡No, Moony, quiero que hable.

—Yo…

—¡Ni siquiera sabemos de dónde viene Wormtail!

—¡Pero es que él lo sabe¡Y todavía se atreve a mirarnos¡Y todavía…!

Peter Pettigrew no alzó la mirada, avergonzado.

—¡Suéltalo, Padfoot! - pidió James, reaccionando -, aunque él lo sepa¡no ha sido él quien lo ha hecho¿no lo entiendes?

Sirius arrojó a Peter al suelo, confundido.

—¡Claro que es él! - gritó Sirius -¡no lo es ahorita, pero lo será, y sigue siendo su esencia¡y yo no quiero esperar a que me traicione en el futuro si sé que puede hacerlo desde el pasado!

—¡Pero aún no lo hace! - dijo Remus.

—¡Pero a ti no te mató ni te metió a Azkaban, Moony! - rezongó Sirius, histérico.

—¡Eso ya lo sé¡Y créeme que me hubiera gustado hacer más en lugar de sólo estar de espectador!

—Chicos… por favor… no es el momento de reñir entre ustedes - susurró Hermione.

—¡Sí, ya cállense! - pidió James, acomodándose los lentes.

Se acercó a Wormtail, quien estaba tumbado en el piso, escondiéndose. James se rascó la cabeza y le ofreció la mano:

—Levántate - le dijo - ¿Quieres, Peter?

Peter negó.

—No te estoy culpando, así que levántate, ninguno de nosotros va a traicionarte.

—…pero… fui yo… q-q-uien-n los… traicionó - susurró Wormtail, confundido por las palabras de James.

—No Peter, tú tienes 15 años y no nos has traicionado¿recuerdas cuando nos conocimos, en el primer curso?

—….mmm, sí…

—¿Te acuerdas?

—… ppp, sí

—Ese día te prometimos que te protegeríamos, que serías nuestro amigo - dijo James, temblando, le costaba trabajo decirlo, pero obedecía a su corazón antes que a los resentimientos -. Si Sirius o Remus o yo te llegáramos a dar la espalda ahora¿no te estaríamos traicionando?

Peter le dio la mano a James, quien lo jaló hasta ponerlo de pie.

—James… yo no… quiero…

—¿Traicionarme?

—ajá…

—¿Qué es lo que sabes?

—Lily… y yo… fuimos al bosque a buscarlos… y apareció el pergamino, y el fénix… y viajamos… y ¡yo te vi hecho un espectro¡Y vi a quien ustedes saben queriendo matar al chico!

—¿A mi hijo? - preguntó James. Harry, quien estaba espiando, sintió que las mejillas se le enrojecían. Se oía tan bien James hablando de "su hijo".

Mmm, sí

—Ya veo - susurró James.

—Y ahí estaba yo, al lado… de… él.

—¿De Voldemort?

Peter se tapó los oídos.

Ppp-sí

—Ya veo.

—Y yo… - mencionó Peter -… era muy infeliz… ahí… es decir… el que es yo, pero de grande.

—Tuviste un viaje por el tiempo con todo e intermedio - mencionó James, suspirando.

—James… Sirius… - dijo Peter -… yo no sé pedir perdón, y sé que soy un cobarde, y que me escondo tras ustedes¡ni siquiera quería buscarlos en el Bosque Prohibido cuando Lily me pidió que la acompañara!... pero no, no quiero, no quería hacerles eso…

—¡Pues no lo hagas, Wormtail¡No lo hagas¡Sé valiente si te llegan a amenazar!- le gritó Sirius.

Peter asintió, pero sabía que era incapaz de ser fuerte¡y si lo amenazaban, primero estaría su vida¿Acaso podría remediar su forma de ser?

—Ojalá… ustedes… me traicionaran antes de que yo lo llegue a hacer - susurró por bajito.

—Eso demuestra que aunque no te la creas tienes buen corazón - le dijo Remus -, te crees tan débil que prefieres que nosotros te traicionemos para que tú no lo hagas después; si tuvieras un poco más de confianza…

—Ya, Remus, déjalo, Wormtail es lo que menos importa ahora - sonrió James, regresando hasta donde estaba Lily -, según lo que me enteré, el pergamino verde fue hasta Lily y Peter y los trajo aquí¡eso es obra del destino, y significa que debemos seguir con nuestro plan, el llanto de Fawkes me lo gritó: '¡vas bien, James, tienes que cambiar la historia!', y juro por la vida de Harry que lo haré…

—James… - susurró Peter.

—¡Y cuando cambie la historia me aseguraré de que Lily no muera, Sirius nunca pisará Azkaban y Peter jamás nos dará la espalda!

Hermione y Ron permanecían callados, viendo el reencuentro entre viejos amigos. Peter estaba parado cerca de ellos y los miraba con expresión perdida.

—Ellos son Ron y Hermione - presentó Remus - los mejores amigos de Harry.

Peter alzó la mano, apenado, ni Hermione ni Ron le devolvieron el gesto.

"¿Es así de sencillo¿Lo han perdonado?... es verdad que él no tiene la culpa¡pero es que…!" pensó Hermione.

"Ese chico es Scabbers, ese chico es Scabbers, ese chico es Scabbers..." reflexionó Ron.

—James, si es día de revelaciones¿no sería conveniente llamarle de una buena vez a Harry, después de lo que vio hace rato en el lago no dudo que sospeche - sugirió Sirius.

—¿Qué es lo que vio en el lago? - preguntó ingenuamente el pequeño Lupin -, no tengo mucha memoria de cuando estuvimos ahí.

—Y créeme Moony, será mejor que eso quede sin esclarecerse - murmuró Sirius, sonriendo por breves segundos - ¿entonces qué, James¿le llamamos?

—Sí, justamente eso quería hacer¿no recuerdas Sirius¡ya no me importa que lo decepcione, es mi hijo y punto y final - James tomó las manos de la desmayada Lily entre las suyas - ¿Lo sabes ya, no Lily?

Para su sorpresa, y la de los demás -especialmente la de Harry, que espiaba- Lily abrió sus ojos esmeralda y James se quedó perdido en ellos. El futuro padre de Harry sintió que se le entumían las extremidades. Si ver a Peter le había causado conmoción, los ojos de Lily le provocaban un shock cuarenta veces más profundo.

La pelirroja lo miró, con una mirada dulcificada, como de otro tiempo: melancólica, pero lejana. James le soltó las manos y se enrojeció a tal extremo, que los ojos se le agrietaron en ramificaciones de hilos de sangre.

—… ¿E-Evans? - cuestionó, enrojecido.

—… ¿Potter? - dijo ella.

Los dos de repente olvidaron que se habían soñado con sus nombres de pila, porque está claro que en toda esa odisea, James pensaba en Lily y Lily pensaba en James… nada de Evans y Potter.

—Quítate…

—¿Eh?

—Quítate de encima - rogó ella.

James se puso de pie, ella se incorporó en el sofá.

—¿Estás bien, Lily? - preguntó Remus.

Lily miró a su alrededor, si no se equivocaba estaban en la cabaña de Hagrid, y ahí estaban todos: los cuatro merodeadores y dos chicos jamás que en su vida había visto.

—Estoy bien… ¿y ustedes, se sienten bien?

—Mejor que nunca - mintió Sirius.

Lily dejó de mirar el panorama.

—¿A dónde nos ha traído ese pergamino ahora?

—Los ha traído al presente de Harry Potter - respondió James -… supongo que… estás enterada de todo ello¿verdad?

—¡Harry Potter¡Oh Dios mío¡Es verdad¡Estaba ahí, en un duelo con Voldemort, pero escapó!

—No te preocupes, Evans, él está bien, anda por el colegio, buscando a los trillizos McGonagall.

—¡No te hagas el payaso!

—¿Cómo que el payaso?

—¡Si sabes que es tu hijo, deberías estar cuidándolo¡Voldemort lo está persiguiendo, Potter!

—¿Y crees que no lo sé¡Por nuestros cadáveres que he tratado de echarle un vistazo!

—¡Dios mío, esto no es un juego¿En dónde está ese pergamino¡Necesito saber cómo tengo que cambiar la historia!

—Ya, no te preocupes, - dijo James, irónico, sus amigos y Ron y Hermione veían la escena algo abochornados -… aunque… te ves muy bien así de maternal.

—¿Así de maternal! - Exclamó Lily, enojada -¡después de preocuparme por ti y de viajar por el tiempo ¿es lo único que puedes decir!

—No es lo único - rió James -, al final de cuentas me enteré de que no te parecí tan despreciable¡y nos casamos¡Y tuvimos un hijo!

Lily hizo girar sus ojos de manera extraña.

Oh oh - susurró Sirius.

—¿Por qué James se comporta así? - preguntó Hermione.

—Parece un idiota - agregó Ron

Peter encogió los hombros.

—El efecto de Lily lo hace decir cada estupidez… - explicó Remus, con brevedad.

—¡Cállate, engreído! -lerugió la pelirroja Evans a James, muy ofendida.

—El punto está, Lily - dijo James, en tono bajito -, que por más maternal que luzcas y por más que te haya querido, las cosas no nos salieron bien…

Lily bajó los brazos, estaba colorada y se sentía sin fuerzas. A lo mejor el viaje en el tiempo la había dejado así. Sin embargo bajó los brazos amenazantes por la voz de James, la cuál de pronto se había dulcificado.

—Es cierto… las cosas no nos salieron bien…

—Harry Potter es huérfano y nosotros morimos tratando de salvarlo de Voldemort - explicó James, todavía con más ternura.

—Muertos… - susurró Lily, bajando la cabeza.

—Y si estoy aquí, Lily, y si tú estás aquí, es porque la historia reclama un nuevo presente - mencionó el Gryffindor - ¡el pergamino nos lo dijo!

—Hay que… cambiar la historia - dijo Lily.

—Sí. Hay que cambiarla¡y lo haremos juntos¡Los tres!

—¿Te refieres a Harry, James?

—Claro¡iré a buscarlo y…, y…

—¿Qué?

—Nada… - susurró James, otra vez rojo.

Se acercó a ella y la tomó de los hombros.

—Pensé que nunca volvería a verte - dijo James, rodeándola por la cintura -, quería verte, para decirte que me di cuenta… me di cuenta de que soy un engreído que se pavonea… ¿sabes quién me enseñó eso?

—?

—¡Harry, él me lo enseñó, he convivido con él muchos días, y vaya que me recuerda a ti - rió James - es un cascarrabias y…

Dejó de hablar porque un impulso dulce lo envolvió: James se acercó al rostro de Lily, le rozó los labios, pero en ese momento Lily le dio un empujoncito y se separó de él.

—¡Mide tu distancia, Potter!

—Ahh, Evans - dijo James - ¿Qué más da, si vamos a casarnos?

—¡Pero te va a costar trabajo conquistarme!

—¿Cómo se le llama a esto, Hermione?

—Amor apache, Ron

—Ahh, cierto cierto.

—¡EJEMP! - interrumpió Sirius a los futuros Potter -, par de tórtolos, no es que yo me quiera meter en sus románticas y extravagantes pláticas, pero supuestamente vivimos un momento de tensión y estábamos a punto de llamarle a Harry para contarle todo… ¿entonces?

—¡A Harry! - dijo Lily, con el rostro iluminado.

—Ah, sí, a él - respondió James, algo frustrado porque no había podido besarla.


Y Harry, aún sabiendo que era su hora de entrada, quedó paralizado. No sabía que algo tan grande le esperaba en la cabaña de Hagrid, no sabía cuánto alcance podía tener el secreto que le había revelado el mapa del merodeador entregado por los gemelos. Ahí, frente a él, estaban sus padres, no eran los espejismos de un recuerdo de Snape, ni eran los espectros que salieron de la varita de Voldemort¡ni siquiera eran los reflejos del espejo que todo lo muestra, eran de carne y hueso: habían viajado en el tiempo y eran palpables. Y los podía oler, los podía soñar, y si se atrevía, los podía tocar.

Se sintió orgulloso, pues sus padres adolescentes estaban enterados de su vida y querían ayudarlo. Trató de ligar hechos mientras veía: primero su padre, al que él había tomado de engreído y patán, le ofrecía la mano a su peor enemigo y lo perdonaba (como él lo hubiera creído siempre de James); luego su madre despertaba y ella y su padre tenían la conversación más chiflada del mundo… por si fuera poco, James le había dicho a Lily que gracias a él, a su "hijo", se había dado cuenta de lo presumido que podía llegar a ser… y para rematar, ambos hablaban de cambiar la historia y de contarle todo¡sencillamente todo era fantástico, por eso no podía moverse.


Al principio había tenido la apariencia de una pasa seca, ahora parecía un árbol: reseco, tieso, enraizado en la silla. A veces, sólo a veces, los ojos le brillaban con un fuego debilitado, muy diferente al que en otros tiempos tuvo… después de todo él había sido el mago más poderoso, el único que había peleado de frente contra El-que-no-debe-ser-nombrado.

Por eso McGonagall lagrimaba, toda la fuerza que una vez había visto en su Director, se había convertido en cenizas. El beso del Dementor exprimía, pero no exprimía la vida, sino el alma.

—Mundugus…

—No hay nada qué hacer, Minerva, Albus va a morir hoy. - susurró Mundugus Fletcher, el curandero oficial de la Orden del Fénix -, al principio no me explicaba cómo era que Dumbledore había resistido el beso del Dementor… creí que lo había superado, pero ahora comprendo que su lucha fue en vano; al final su fuerza no fue suficiente.

McGonagall se despeinó los cabellos, desesperada. Caminó varios pasos alrededor de Dumbledore sin quitarle el ojo de encima. Todo era en vano.

—Las fronteras mágicas… ¿no hay modo de salvarlas? - preguntó la bruja, con los dientes encrespados.

—No a estas alturas. Nadie tiene el tipo de magia de Albus; nadie puede alcanzar su fuerza.

Minerva quedó escueta. Con los puños bien apretados, como recién nacida, salió del despacho del Director arrastrando los pies. Cruzó un pasillo y se encontró en una pequeña antesala, en donde se hallaban algunos miembros de la Orden del Fénix.

—No hay nada qué hacer - se adelantó a decir, cuando sintió todas las miradas sobre ella.

—¡Pero algo tendría qué poderse hacer! - insistió la bruja metamórfica Tonks.

—Lo que hay que hacer, señorita Tonks, es poner en práctica nuestro plan. Si… si… si… Dumble… Dumbledore muere hoy, las barreras mágicas perderán su efecto.

—Eso eso ya lo debe saber Voldemort - dijo el joven Fritz Flitwitch - ¡Y entonces lo de los mortífagos y el ataque se haría realidad!

—¡Coherencia, joven Fritz! - regañó Minerva McGonagall -, eso ya lo sabíamos¿por qué cree usted que hemos soltado los vociferadores para que los alumnos vuelvan a sus torres?

—Pero me temo que eso no será suficiente - agregó Alastor Moody, con su ojo mágico girando una y otra vez. El mago dio una vuelta visual por la antesala, con su varita golpeó las tapias del colegio -, las torres no son suficiente protección para los alumnos¡ni para nadie!... el mal ronda incluso entre nosotros, tal vez alguien nos esté espiando.

—Aún no lo hace nadie - dijo Kingsley - la murallas de Hogwarts siguen funcionando… los atacantes penetrarán el Bosque Prohibido y por ahí accederán al colegio; pero esto será hasta que la magia de las barreras pierda más efecto… El problema radica en que no podemos sacar a los alumnos del colegio, los mortífagos ya lo deben tener previsto y la magia de los trasladores también era sustentada por Dumbledore porque era a escondidas del Ministerio.

—¡Entonces el doctor Fletcher debería reanimar a Dumbledore! - gritó Tonks.

Severus Snape estaba sentado en una silla y miraba en silencio la conversación. Cada vez que Tonks chillaba, él se estremecía por dentro; cada vez que McGonagall hacía gestos, él palidecía; cada vez que Moody intuía un ataque, Snape sacudía los pies, queriendo irse.

—Profesor Snape - dijo McGonagall, seria y con aspecto de moribunda. - usted es el espía¿qué hay qué hacer?

Snape, con su piel cetrina, sonrió de manera siniestra.

—No hay mucho qué hacer - explicó - salgo evacuar a los alumnos de las torres.

—¡Pero no hay lugar que los mortífagos no puedan penetrar! - rezongó Fritz; Kingsley asintió.

—El Señor Tenebroso no va a destruir la torre de Slytherin - expresó Snape - No lo haría.

El grupo quedó en silencio.

—¿Qué sugiere hacer, Snape? - rezongó Minerva - ¿Quiere que metamos a todos los alumnos en la torre de SU casa?

Snape encogió los hombros, como dando a entender que el único que podía darle órdenes era Dumbledore.

Hubo otra sesión de silencio. Todos miraban a Snape con desconfianza.

—Tiene lógica - dijo de repente una voz serena y cálida -. En todo caso, si se llegara a hacer, el único que correrá peligro será Snape, por su sugerencia.

Tonks volteó hacia el recién aparecido: un hombre de piel pálida y cabello canoso.

—Lupin, llega tarde - se quejó McGonagall - ¡y justo en estos momentos!

—Lo lamento, profesora McGonagall - expresó Remus -, sé que es una emergencia, pero la profecía no debe quedar sin guardia… además… la luna llena…

Snape sonrió otra vez, mirando fijamente a Lupin, como diciéndole "Hablando de luna llena, me acabo de burlar de tu yo pequeño con la poción matalobos, Lupin".

—¿Los Weasley se han quedado al cuidado de ella? - preguntó Fritz; Lupin asintió.

—Transportaremos a los alumnos con trasladores a la Torre de Slytherin - dijo Remus -, y será el profesor Snape quien quede al cuidado de la torre. Los demás nos concentraremos en el ataque que el mismo Dumbledore ideó antes de que su enfermedad avanzara.

Los pocos miembros de la Orden presentes asintieron. Pero la incertidumbre los dominaba, y la simple idea de seguir en esa circunstancia los obligaba a sentir más cerca un momento cúspide que no tenía relación alguna con la esperanza.

Snape avanzó hasta la salida.

—Necesitaré que los jefes de las cuatro casas estén en el momento del cambio.

McGonagall asintió.

—Joven Fritz, vaya usted a avisar a los profesores, dígale a la profesora Sprout y a su tío Flitwitch que alerten a los estudiantes y preparen los trasladores internos de emergencia.

—Sí, profesora McGonagall.


Arabella Figg tenía la piel entumida mientras permanecía sentada en el comedor de su casa muggle. La cocina estaba impecable, no tenía pinta de ser el laboratorio secreto de una bruja. Lucía su yo-joven, sin arrugas, sin efectos de pociones y sin ilusión. Los ojos oscuros y alargados estaban entrecerrados, húmedos; los cabellos negros caían ondulados hasta media espalda. Estaba quieta, muy quieta, con la boca entreabierta y corazón acelerado.

Estaba esperando alguna señal, pero nada parecía llegarle. Ni del cielo ni del mundo de las brujas.

Miró hacia abajo una jaula destruida y un plato de plástico volteado. No había nadie ahí, pero Figg por momentos imaginaba que un gato negro y brillante, estaba dentro de la jaula y ronroneaba. Se estaba mareando.

De pronto, escuchó que sonaban unas campanitas¡esa era la señal, a como pudo se puso de pie; perdió un poco el equilibrio por estar entumecida, pero logró reponerse en pocos instantes.

—Arabella, ya estoy aquí… es hora de irnos - dijo Remus Lupin. Lucía más lívido que nunca, posiblemente la pasada luna llena se había robado el poco rigor que el licántropo conseguía cada mes.

—¿Están las cosas tan mal como presiento? - preguntó Madame Metamorfosis.

—Están peor… ni siquiera he podido decirles que Sirius se ha escapado.

—¡Es que no lo entiendo, Remus¡Lo estuve vigilando todo el tiempo¡Lo convertí en gato con mi metamorfosis para tenerlo controlado!... aún no entiendo cómo ha podido fugarse…

—No te culpes, Arabella; después de todo, Sirius Black ha sido el único capaz de fugarse de Azkaban y engañar a los Dementores; tu yugo incluso debió parecerle fácil de vencer.

—¡Ahora no podremos hacer nada para detenerle¡Ni siquiera sé qué hará!

—Sirius va a buscar a Pettigrew hasta conseguir darle su merecido… él es de ese tipo de personas, no puede olvidar ese pasado, quiere venganza; pero sobretodo, quiere ser libre y ya no puede esperar.

—El juicio que habíamos planeado será en vano - gruñó Madame Metamorfosis -¡debió esperar un poco más!

—Para nada, Sirius ya había esperado demasiado - expresó el viejo Moony, nostálgico -, además, a como está la situación, no creo que haya ningún juicio…

—…

—Arabella, Dumbledore morirá hoy.

Los dos magos se miraron; Lupin extendió el brazo y le mostró a Figg una gorra, que tenía la función de traslador. Arabella se mordió los labios, agarró la gorra. Y luego los dos desaparecieron.


Harry se dio un paso al frente después de varios segundos de parálisis emocional; se decidió de una vez por todas: tenía que estar de frente a sus futuros padres, acababa de oírlos y deseaba... deseaba estar con ellos. No era que los viera como una madre y un padre, porque aún no lo eran, lucían como simples adolescentes, pero tenían algo más. Era un algo en sus palabras lo que hacía que Harry se estremeciera de nervios. Tenía que decidirse. Dejó pasar una sonrisa medio retorcida: agria y perdida, como de esas que implican muchos sentimientos.

Se asomó más por la ventana, pero nadie lo notó por la capa invisible. ¿Y cómo se supone que tenía que saludar?

Se le estaba envarando el cuerpo, el vértigo lo traía apresurado "¿No estaré exagerando con esta reacción... después de todo en el mundo mágico todo es posible" trató de decirse en su perturbada mente, pero fue en vano, algo en la atmósfera lo hacía sentirse incómodo.

Recordó que una sensación similar había sentido años atrás, mientras jugaba quidditch en tercer año... pero su sentir, en esa ocasión, se debió al ataque de aquel Dementor -que lo hizo desmayarse en medio partido-.

Sí, era una angustia similar.

"Entiendo que esté sintiendo tantas cosas" terminó por decirse "pero... aún así, la angustia que tengo no tiene relación con la sensación de emoción que siento por conocer a mis padres".

Había algo en el ambiente... algo que Harry comenzó a percibir desde que supo que Dumbledore estaba muriendo.


—Llámalo entonces - le pidió Lily Evans a James.

—Sí, claro, pero no tengo idea de dónde está Harry- suspiró James.

—Y luego da hasta miedo ir a avisarle - admitió Sirius -, creo que está molesto.

—Por eso estaría mejor que Ron y Hermione le avisaran - sugirió Remus Lupin, todavía pálido por los efectos de la luna llena de la noche pasada.

—Pues no nos la ponen fácil - dijo Ron -… aunque va a ser bueno que Harry sepa la verdad.

—Cierto - agregó Hermione -, A Harry le hace falta recibir una buena noticia.

—Debe de haber ido a la enfermería ¿No? - preguntó James -, al menos eso fue lo que le dijimos.

Hubo un suspiro generalizado. Peter se dejó caer en el piso y comenzó a jadear lentamente. Lily también se reclinó un poco, para recuperarse del viaje interdimensional, miró que Fawkes, el fénix de Dumbledore, yacía moribundo en uno de los muebles de Hagrid.

Lupin recogió el viejo pergamino verde y se lo guardó en la túnica, ya no estaba caliente.

—Ahora que Lily y Peter están aquí, no debemos de perder de vista los mínimos detalles de nuestro alrededor, seguro que este pergamino seguirá siendo la clave de todo.

—Vamos de una buena vez por Harry, Hermione.

Pero Hermione tenía la vista fija en la ventana, y hasta llevaba varios segundos sin parpadear.

—Podría jurar... - susurró más para sí misma que para los demás.

—¿Qué sucede, Granger? - preguntó James.

—Es que... - respondió Hermione, caminando hacia la ventana - podría jurar que Harry está aquí.

—¿Bromeas?

—La capa invisible - explicó Hermione, mientras estiraba el brazo y sacudía la mano para hallar a Harry. Ella sabía que la capa era indistinguible, pero cuando Harry estaba bajo ella, el aire soplaba de manera distinta y había un algo que delataba la respiración de su amigo cuando era agitada o estaba encalmado.


Harry se agachó cuando vio que Hermione lo intuía y trataba de cazarlo. Primero pensó que hubiera sido mejor que lo descubriera, pero no pudo soportar la tensión. La angustia se incrementaba más, y cada vez que cerraba los ojos, se veía caminando entre los pasillos del ministerio de magia; cada vez entraba a más puertas, y lo peor del caso es que no necesitaba dormirse para tener esas visiones.

Lanzó un soplo ruidoso mientras se agachaba y cerró los ojos. ¡Él no era un cobarde que se escondía de un pasado que no conocía, definitivamente no había pretexto para huirle a dos jóvenes que buscaban cambiar la historia para ser sus padres.

Se tocó el pecho. Tum tum... tum tum...

—Algo no anda bien - murmuró en seco; después comenzó a ver que de la nada aparecían sombras.


—No creo que Harry esté ahí - opinó Ron, rascándose la cabeza.

—Por un momento lo creí - dijo Hermione - supongo que me dejé llevar por un presentimiento.

Fawkes comenzó a mover sus alas lentamente; de su pico chamuscado comenzó nuevamente a cantar, lucía desesperado.

Prongs¿ahora llora o canta?

—¿Cómo quieres que sepa, Padfoot, ya no estoy tan concentrado.

Fawkes levantó el vuelo inmediatamente, sin dejar de cantar... se movilizó hasta la chimenea y desapareció al cruzarla, como si no existiera, como si su magia le permitiera atravesar cualquier adversidad.

No se dejaban de oír los gemidos del ave. Peter y Sirius se taparon los oídos, Remus se encogió brevemente, Ron y Lily cerraron los ojos, por su parte, James revisó la chimenea y Hermione se asomó por la ventana.

Vio sombras, sombras combinadas con la fresca mañana. Alzó su cabeza con melena castaña, y ahí, sobre la cabaña de Hagrid, alcanzó a notar a una decena de Dementores flotando.

—¡Dementores! - gritó, horrorizada - ¡Pero ¿Cómo es posible!

—¡No lo sé! - exclamó Ron, de pronto macilento pero con las orejas coloradas.

—No es posible - dijo Peter -, sigue siendo director el profesor Dumbledore¿no es así?... él no... Permitiría Dementores¿verdad?

—Mira, yo mejor no te contesto - respondió Sirius.

—Con razón se siente cierto pesar en el pecho - expresó Remus, observando -¡fácil hay más de diez, seguro nos han olido.

—¿Y cómo se supone que les haremos frente? - preguntó Lily, ya de pie y muy atenta.

—Con el Patronus - explicó James -… con el Expectro Patronus.

—¿Y sabes hacerlo, Potter?

—La verdad no, Evans - admitió Prongs - pero ayer Harry me enseñó el procedimiento.

—Como si eso sirviera de mucho - lamentó Lily.

Ron y Hermione tenían las varitas afuera, y a pesar de que estaban pálidos, traían los ojos abiertos, avispados, por si veían algo. Tenían la ventaja de haber conocido alguna de las mañas de los Dementores cuando los tuvieron de "visita" en el tercer curso.

—Esto no está bien - dijo Sirius, tocándose el pecho -, de repente me siento tan infeliz...

—No bajen la guardia, Padfoot - agregó Moony -, a lo mejor si salimos por el otro lado no nos noten.

—Ya nos tienen detectados, están esperando el momento preciso - enunció James, mordiéndose los labios - ¡madre mía!

—No tenemos mucha oportunidad - mencionó Sirius -, Si a Dumbledore le dieron el beso del Dementor¿acaso podemos esperar más suerte?

—Tenemos qué huir para avisarle a la Orden del Fenix - dijo Hermione, quien movía constantemente las manos y las piernas.

—Tienes razón, Preciosa Prefecta - consintió Sirius.

—Entonces haremos lo que dijo Moony, saldremos por el otro lado y de ahí vamos a correr.

—¡Pe-pero James! esas cosas son veloces¡n-no podremos contra ellas!

—No se trata de poder, Wormtail. - murmuró James, muy serio, mientras se acomodaba los lentes - Aquí nos estamos jugando el pellejo... lo que debemos hacer es pensar en algo que nos haga felices.

—Buena idea - animó Ron.

—La base del Patronus es un pensamiento feliz, aunque no sepamos hacer un patronus, si nos mantenemos optimistas ganaremos parte de la batalla que nos espera - explicó Sirius, pensativo.

—¡Se acercan! - notó Lily, al observar que las sombras se comenzaban a movilizar.

—¡ANDANDO! - mandó James. Tomó la mano de Lily y cruzó el umbral de la pequeña cabaña de Hagrid. De dos zancadas llegó a la puerta, la abrió bruscamente y salió de ella a toda prisa. Lily se dejó arrastrar, traía la varita en su mano, por si algo.

La cabaña de Hagrid estaba rodeada por una docena de Dementores. Con una breve ojeada James notó que los seres entraban por el Bosque Prohibido¡cada vez eran más!

"Madre mía, esto es un suicidio" pensó brevemente, al ver que Sirius y Ron salían después de ellos.

Estaban viviendo un tiempo suspendido bastante agobiador. Por más que corrían los jóvenes sentían que no avanzaban nada, por el contrario, a pesar de que los Dementores flotaban con lentitud, cada vez estaban más cerca.

—No lo entiendo - dijo Hermione, agarrada de la túnica de Ron - ¿Por qué la Orden del Fénix no los detiene!

—No quiero ser pesimista, Hermione, pero a lo mejor las cosas están peor en el castillo – opinó Ron.

—No aguanto - chilló Peter, el último de todos -¡no puedo más!

—No sucumbas, Peter¡piensa en algo feliz! - atinó a decir Lupin, mientras se le derretía su pensamiento de chocolate... un dulce no era suficiente felicidad.

—Lily, piensa en Harry¡piénsalo¡No cierres los ojos! - rogó James, al notar que su amiga cada vez se hacía más lenta.

—¡Tú tampoco dejes de pensar en él!

Pero era inútil. Los doce Dementores rodearon en círculo a los jóvenes. Peter cayó de rodillas, Hermione se abrazó más a Ron; Sirius gritó desesperado varios Patronus que no le salieron.

—Necesitamos calma - dijo Lupin - ¡nuestro viaje no puede acabar aquí!

—¡Por supuesto que no! - animó James -... ¡Expectro Patronus¡Expectro Patronusss!... ¡Rayos! - Prongs agarró más aire del ambiente, pensó en sus ratos felices: en Harry, en el quidditch, con eso debía ser suficiente: - ¡Expectro Patronus!

De su varita surgió una chispa plateada que se desvaneció al instante, pero de repente se escuchó un eco, o más bien, otra voz resonó en el ambiente y gritó un Patronus seguro: que surgió de la nada y se convirtió en un ciervo plateado bastante grande.

¡Un Expectro Patronus de verdad!

—¿Harry? - preguntó Hermione.

Harry se quitó la capa invisible después de oír que Hermione lo llamaba y quedó a la vista, de espalda a sus padres.

—¡Expectro patronus! - volvió a decir, mientras otro ciervo gigante, de color gris brillante, cabalgaba en el aire para derrumbar a los Dementores junto con el otro hechizo similar.

—Es impresionante - opinaron los Merodeadores, al mismo tiempo.

—¡Harry¡Sabía que andabas por aquí! - mintió Ron, con el rostro agradecido.

Los Dementores desaparecieron después de esos dos ataques. Harry se dejó caer hincado a la hierba y resopló un par de veces por el esfuerzo, había hecho una magia muy poderosa.

"De ahí venía mi angustia: de los Dementores... no importa en donde se escondan, yo puedo sentirlos... Fred y George tenían razón, habrá un ataque mortífago hoy".

—Gracias - escuchó de pronto Harry; se trataba de la vocecita dulce de Lily.

El niño-que-vivió quedó helado, hasta entonces se dio cuenta de que había aparecido ante sus futuros papás. A como pudo levantó la mirada, se puso de pie y dio la media vuelta hacia sus interlocutores.

D-de n-nada-a - dijo con torpeza, poniéndose colorado.

—¡Estuviste fenomenal! - gritó James, aplaudiendo -¡tienes qué enseñarme cómo hacerlo!

Harry se puso todavía más rojo; no supo qué decir.

—Tenemos qué ir al interior del colegio¡Habrá un ataque mortífago hoy! - avisó.

—¿Qué dices, Harry? - preguntó Ron.

—¿Cómo lo sabes?

—¡Sólo lo sé! - dijo el chico - te-tenemos que ir-irnos.

—Harry Potter - dijo James (antes Jim), con media sonrisa -, estuviste escuchando todo lo que pasó ¿Verdad, por eso luces tan nervioso¿ya sabes que Jim McGonagall es James Potter, no?

Harry bajó la cabeza, asintió.

—Debiste haberlo dicho antes - renegó James -. Supongo que ahora comprendes todo ¿No es así?... me refiero al odio que me tiene Snape y a mi molesta personalidad entrometida que te perturbaba...

—Yo...

—No tienes qué decir nada - comentó James -, también es incómodo para mí.

Lily, por su parte, se lanzó a los brazos de Harry sin importarle nada.

—¡Harry! - le dijo con emotividad - ¡Me da tanto gusto conocerte¡Me da tanto gusto estar aquí!

—Ma... mamá... - Harry poco a poco correspondió un abrazo desabrido. Lily se separó de él con lágrimas en los ojos y las mejillas sonrosadas. Los dos tenían una mirada profunda y verde.

—Harry, si ya lo oíste quiero decírtelo yo misma - enfatizó Lily - ¡He venido a cambiar la historia y nunca estuve más segura de algo en mi vida!

James suspiró¿por qué a las mujeres se les facilitaba tanto ser tan lindas, se entristeció porque él no pudo presentarse formalmente; sentía que debía haber dicho: Harry, soy James Potter y voy a ser tu papá, no lo parece, pero te quiero mucho. Y sin embargo ante el sentimentalismo de Lily y la confusión de Harry, quedó mudo, hecho totalmente un imbécil.

—¡Más Dementores! - señaló Remus - están entrando por el Bosque Prohibido.

—¡Si de verdad habrá un ataque mortífago debemos avisar a todos en Hogwarts!

—La Orden está al tanto - avisó Harry -, los gemelos Weasley estuvieron espiando con la orejas extensibles; también vi a Hagrid, lucía nervioso... debemos ir a la Torre de Gryffindor cuanto antes; si lo que me dijeron es correcto, Dumbledore morirá hoy.


En la Torre de Gryffindor había una revuelta enigmática. Los Prefectos a como podían mantenían a los menores a raya, pero los más grandes constantemente gritaban, hacían planes y se exaltaban por lo que iba a ocurrir.

Minerva McGonagall, Jefa de la Casa de los Leones, avanzó entre los alumnos y subió las escaleras que llevaban a los dormitorios.

—¿Aún faltan alumnos? - preguntó a un prefecto de séptimo.

—Potter y sus amigos, profesora - respondió el muchacho desgarbado -, también sus tres sobrinos.

Minerva negó con pesadumbre. Se arrepentía de no haber vigilado más a los merodeadores, pero a estas alturas ya no podía hacer mucho¡no podía hacer nada!

—Profesora McGonagall, por favor, díganos - rogó Lavender - ¿Qué es lo que está pasando¡no entendemos nada!

—Por favor díganos la verdad - rogó Parvati -¿Qué ha ordenado esta vez la profesora Umbridge?

—No se trata de la profesora Sapencia - anunció Fred Weasley, fúnebre.

—Señor Weasley, no hable sin saber, por favor -reprendió McGonagall, juntando las manos. Miró de nuevo el reloj... no, ya no podía esperar más tiempo. - Aunque no se trate de la profesora Umbridge, en el colegio hay un estado de alerta de primer grado.

—¿Y eso qué significa? - le preguntó Davis Creevey a su hermano.

—De primer grado, algo malo, supongo - respondió Colin, con el ceño fruncido.

—Nuestro Director, el profesor Dumbledore, se encuentra muy delicado de salud... por lo mismo, jóvenes, la magia que protegía al colegio se ha debilitado.

—Pero eso no puede ser posible¡Dumbledore debe estar bien! - protestó un muchacho.

—Jóvenes, no voy a mentirles: la situación es delicada, tenemos que trasladarnos de esta Torre a un lugar más seguro. No podemos trasladarlos a Hogsmeade, no sabemos si el pueblo mágico ha sido tomado, y nuestros trasladores no podrían llevarlos a todos hasta Londres por culpa de una restricción del Ministerio que puso Dolores Jane Umbridge...

—Profesora, habla como si algo nos fuera a atacar - dijo Seamus Finnigan.

—¡Ah¿No me digas? - rió George -¡pues claro que van a atacar, el castillo está rodeado de mortífagos y cosas peores.

—¡Señor Weasley, por favor!

—No tiene caso que nos mienta profesora, las cosas resultarían peor - siguió retando el otro gemelo.

—¡A callar todos! - gritó McGonagall, fuera de sí - En cuanto dé la señal, todos tocarán este traslador para irnos al lugar más seguro del colegio¿han entendido?

—Pero Profesora...

—¡Han entendido, señor Jordan!

Los alumnos de Gryffindor asintieron enmudecidos; nunca en sus vidas habían visto tan histérica a McGoganall, nunca antes habían sentido tanta impotencia y desesperación.

La Jefa de Gryffindor sacó de su túnica un listón de color rojo bastante largo, lo fue desenrollando al tiempo en que les ordenaba a los alumnos asirse a él, como si de eso dependieran sus vidas.

Fred y George, por su parte, no lo tocaron, pero entre tanta multitud de chicos confundidos nadie lo notó, excepto Ginny.

"Desde que amaneció, ellos dos lucen tan diferentes... no me gusta verlos así, sin ese sentido del humor tan espectacular" pensó la menor de los Weasley "No sé qué están tramando, George y Fred, pero me quedaré con ustedes".

—¿Ya están listos? - preguntó McGonagall, con los labios apretados y la frente gestuda.

La mayoría de los Gryffindor miró el rostro impenetrable de la profesora, sujetaron con fuerza el traslador, y acto seguido desaparecieron para reubicarse en el lugar que la Orden había considerado seguro.

Los gemelos Weasley sonrieron brevemente, pero al notar que otros dos cuerpos no se esfumaban, apretaron los puños.

—¡Ginny! - gritaron al unísono al notar que su pequeña hermanita estaba frente a ellos.

—¿Qué haces aquí? - preguntó Fred.

—¡Y además está Longbotton! - complementó George.

—¿Neville? - se admiró Ginny, al ver que el rellenito de la clase de su hermano estaba a su lado, con la cara lívida.

—Es que vi que no cogías el traslador - susurró débilmente el muchacho, bajando la cabeza -... pensé que esperarías a Harry, Ron y Hermione... y yo también decidí esperar.

—Y yo vi que ustedes dos tenían intenciones muy distintas a las de McGonagall - delató Ginny -¡después de todo soy su hermana y ya no soy una niña¡También quiero ayudar!

George se dio un manotazo en el rostro, por la desesperación. Fred respiró con mucha lentitud.

—¿Qué se le va a hacer, si eres hermana nuestra? - renegó Fred.

—Nosotros oímos demasiado con las orejas extensibles - informó George -, por eso tenemos un plan para ayudarle a la Orden del Fénix.

—Nos va a costar todos nuestros ahorros - dijo uno.

—Peor habrá valido la pena si ganamos algo de tiempo.

—¡Entonces Neville y yo les ayudaremos a proteger Hogwarts! - dijo Ginny, muy decidida.

—¿Tenemos acaso alguna otra opción? - imprecó Fred.

—Supongo que no, como tú dijiste, es nuestra hermanita.

—¿Y qué pasará con Harry y los demás? - indagó Neville, preocupado por sus amigos.

—Probablemente estén con Padfoot, Prongs y Moony - sonrió George.

—Sí, después de todo el mapa del merodeador nunca miente… no pudieron engañarnos.

Ginny y Neville quedaron con los pensamientos hechos signos de interrogación.

—¡En fin! Manos a la obra.

—Haremos que la generosidad de Harry coseche frutos - mencionó Fred, recordando la enorme suma de dinero que Harry les había dado a los gemelos tras su "triunfo" en el torneo de los tres magos.

Aparecieron en los dos menores más signos de interrogación.


El felino negro, con unos brillantes ojos cristalinos, fue perdiendo su forma poco a poco: se le estiraron las patas, desapareció su cola, y sus orejas peludas se volvieron amarillentas, similares al color carne. Lo único que se conservó fue el cabello de la cabeza, que creció muchos centímetros. Sirius Black-adulto se irguió, ya como hombre, y se miró desnudo.

"Menos mal que sé prever" se dijo de manera maquiavélica, al tiempo en que comenzaba a vestirse con ropa que había traído en el hocico mientras estaba convertido en gato "Algún día Arabella Figg va a pagar esta humillación". Se vistió con un pantalón viejo, de Remus, y dejó su pecho desnudo¡no había tiempo para más, corrió entonces por el callejón Diagon hasta llegar a Gringotts¡por suerte era demasiado temprano y no había muchas personas por ahí!

"Sé que estás aquí, Peter, oculto en mi cámara secreta del banco; ¡Y finalmente aquí estoy, James¡voy a acabar de una buena vez con el maldito pasado!".


A cada paso que daban, sentían que se les movía el suelo, pero aún así habían logrado penetrar en el colegio sin ninguna novedad. Los Dementores se estaban agrupando en grupos de seis, pero eran lentos y todavía estaban cerca del Lago del Calamar Gigante, a lo mejor estaban esperando una señal.

Sirius se detuvo súbitamente, miró hacia atrás. Era como si de repente tuviera un presentimiento "¿qué estará haciendo mi yo-adulto ahora?" pensó encalmado.

—¡Padfoot, por aquí! - le dijo James a su mejor amigo.

—Es que ya no sé si adentro es más seguro que afuera - se quejó el joven animago -¿Qué diablos son estos temblores?

—¿Será por el debilitamiento de Dumbledore? - preguntó Remus -, entonces verdaderamente que el Director es insuperable¡su sola enfermedad está poniendo de cabeza a toda la escuela!

—¿Es normal que haya tanto silencio? - le interrogó Lily a Harry, quien de nuevo se puso rojo.

—No. - respondió en corto -, Neville dijo que hubo vociferadores que hicieron que los estudiantes se agruparan en las Torres; ahí deben de estar todos.

Siguieron avanzando por los pasillos, iban encaminados a la Torre de Gryffindor, no obstante, tenían un mal presentimiento de todo eso. Ron estaba pensando en sus hermanos, Sirius en su yo-adulto, Hermione en todo y en nada, Harry en su familia, lo mismo que James y Lily, Remus lucía decaído, como si tuviera resaca, Peter ni siquiera estaba pensando.

—¡No está la Señora Gorda! - avisó Hermione, al notar que el lienzo de la pintura mágica estaba vacío.

—Y si nos fijamos bien, ningún cuadro tiene sus pinturas adentro - hizo notar Sirius.

—¡Maldición! - renegó Harry, adentrándose a la Torre de Gryfindor.

—¿Cómo fue que no me di cuenta de que todo se estaba complicando? - agregó James, siguiendo a su futuro hijo.

Cuando todos estuvieron adentro, advirtieron que la torre estaba sin un alma cerca: ningún estudiante, ningún fantasma¡NADA, ni siquiera Sir Nicolas, ni siquiera un elfo. Hermione y Lily revisaron los dormitorios de las mujeres; Ron y Remus los de los varones.

—No hay nadie - finalizó Prongs, dejándose caer en el sillón más grande de la sala común.

—¿Qué vamos a hacer¡Es culpa de… de…! nunca debieron viajar con ese giratiempo!-gimoteó Peter, exasperado.

—¡Ya cállate, Peter! - le gritó Sirius -¡No puedes ni juzgar la situación, si nosotros no hubiéramos viajado por el tiempo, no hubiéramos sabido lo que el futuro nos deparaba y entonces no hubiéramos tenido la intención cambiarlo. ¡No seas estúpido, tú principalmente deberías estar agradecido¡esta es tu única oportunidad de limpiar tu asqueroso nombre!

—Cállense los dos - rogó Remus -. Este no es el momento para reclamos, Padfoot.

—Claro que es tiempo, Moony; no sé cómo Peter puede ver los rostros de Lily y James y estar como si nada.

—Lo lamento - chilló Peter, encogiéndose.

—Ya, por favor… - pidió James con frialdad - con lamentarte no vas a cambiar el pasado, Peter.

—¡James! - regañó Lily -¡deja de discutir!

—Pero si es la verdad, Lily; por más que Sirius lo regañe y Peter se lamente, no se va a cambiar nada... francamente ya no me importa si me traicionan o no¡lo único que quiero es salir de aquí con vida para terminar el giratiempo!

Harry se levantó súbitamente de su asiento.

—¿Giratiempo?

—¡Sí, por supuesto! -sonrió James -, voy a cambiar este tiempo para que nadie tenga qué morir.

—Pero si cambiamos el tiempo no...

—Mira Harry, no pienses en eso - pidió James - ahora lo importante es salir vivos del mentado ataque mortífago. ¿No crees¡va a ser muy 'divertido'!

—¡No seas irracional! - reprendieron al mismo tiempo Lily y Hermione.

—Las mujeres no lo entienden nunca – mencionó Sirius, apoyando a James -, pero aunque corramos peligro va a ser emocionante, por eso no podemos fallar.

—¿Y qué haremos primero? - indagó Ron (él no estaba muy seguro de concordar con la perspectiva de diversión de James y Sirius).

—Buscaremos a Arabella Figg o a Tonks para que nos ayuden a salir de aquí - propuso Harry.

—¿Bella Figg? - sonrió Lily - ¡Ahh, qué bien, mi vieja amiga!

—... - los merodeadores quedaron azules ante la emoción de la pelirroja.

—Aunque conocemos el castillo muy bien, es demasiado grande; lo mejor será dividirnos en dos grupos – planteó Remus -, y nos comunicaremos con los espejos especiales de Sirius y James... Prongs ¿Ambos tienen sus espejos?

—Nos costó recuperarlos porque el mío quedó en el despacho de Snape, pero sí, los tenemos.

—¡Bien! - sonrió Remus. -Lily, James, Harry y Hermione irán en un grupo; Peter, Sirius, Ron y yo en otro... si no hallamos nada, nos encontraremos en los baños de Myrttle La Llorona dentro de una hora... si hay un ataque mortífago antes, nos buscaremos en alguno de los pasadizos secretos del colegio para luego escapar.

—Buen plan, Remus - felicitó Hermione.

—Ahí como lo ves, Hermi, nuestro Moony es el mejor estratega en estos casos- dijo Sirius muy orgulloso.

—Más bien, parece ser de los pocos que conserva la calma - suspiró Lily

—Pero el mapa del Merodeador marca que los pasadizos han sido cerrados - avisó Harry, sacando el mapa.

—¡El mapa! - gritaron al unísono Moony, Prongs y Padfoot - ¿Cómo es que lo tienes tú?

—Los gemelos Weasley me lo dieron.

—¡Ese par de clones, seguro que ya sabía nuestro secreto! - lamentó Sirius, con una sonrisa cínica.

—Ron, tus hermanos de verdad que tienen talento nato - congratuló Remus.

—Si tú dices...

—No importa que estén cerrados los pasadizos, de todas maneras será más fácil salir por ahí que por alguna entrada oficial - dijo James -¡así que es hora de irnos!


Finalmente, Dumbledore se puso morado. Parecía una mora, o tal vez un viejo esqueleto pigmentado. Mundugus cerró los ojos, horrorizado: sabía que el Beso del Dementor era peor que morir torturado¡era el peor castigo, la prueba más difícil y 100 por ciento insuperable. Le tocó la mano a Albus, le secó el sudor de la frente.

—Después de todo no fuiste la excepción, Albus, pero estoy consternado, nunca antes vi morir a alguien por este beso tan de cerca – Mundugus Fletcher sacó de su túnica blanca una jeringa -. ¿Estás seguro que quieres sufrir más? – preguntó, acercando la inyección al hombro áspero del Director -, supongo que sí, así lo escribiste para mí en secreto.

Mundugus atascó la jeringa con fuerza en el cuero de Dumbledore, luego vació la inyección de color verde en la amoratada piel del anciano.

—¡Vuelve en ti, Albus, es nuestro único recurso!

Dumbledore aspiró desesperado el aire y sus pupilas se movieron.

Alzó las manos hacia arriba por unos instantes, y le crujieron los dedos, fracturados segundos atrás por el esfuerzo.

—… Gracias… Mundugus…

—¡Albus!

—… no tengo mucho tiempo ¿Verdad?

—No. Aunque es la primera vez que le pongo a alguien la poción del 'último respiro', el efecto no durará mucho.

—… Mundugus… llámalo… a él

El curandero Fletcher asintió, salió de la oficina del director lo más rápido que pudo.


(Grupo 1: Ron, Sirius-Simus, Remus-Rerius, Peter-chico)

—Probablemente evacuaron a todos – dedujo Ron, pensativo -, con esto de los temblores, digo, porque no es cosa de todos los días lo que está pasando.

—Deja tú los temblores, Ron – explicó Sirius, algo más objetivo – se va a acabar la vida del colegio si se derrumba la magia que lo protege.

—Es verdad, seguro que los mortífagos matarán a todo ser vivo que se les cruce por el camino – meditó Remus, algo decaído pero sin temor en el rostro.

Al oír los augurios de sus amigos, Peter agarró la túnica del joven Black y se escondió tras él.

Wormtail, no hay tiempo para eso, estamos buscando pistas – explicó Remus, incorporándose con dificultad; estaba tan pálido que su pelo se veía más oscuro de lo que era.

Scabbers – dijo Ron, con el mismo humor raro de los merodeadores -, deberías dejar de esconderte tras los demás, luego se puede convertir en una verdadera maña.

Sirius le dio un empujón a Peter, quien se le quedó mirando a Ron.

—¿Scabbers? – le preguntó.

—Así es – dijo Ron, con extrañeza y seguridad a la vez.

—Vas a ser la mascota de ese chico por doce años – explicó brevemente Sirius, sin reflejar si lo hacía con burla, con decepción o indiferencia. —Remus… con el permiso de los demás¿por qué no pasamos al Gran Comedor a que ingieras algo?

—¿Eh?

—Estás que te desmayas, Moony – sinceró Sirius -, tuviste una Luna Llena conflictiva.

—No quiero ni imaginar lo que hice – susurró Remus -. Está bien, un poco de comida me hará pensar mejor.

De nueva cuenta comenzó a temblar; los cuatro jóvenes apenas tuvieron tiempo de recargarse en la pared. Los pilares se salían de sus cimientos, los bloques de piso se iban rajando; los chicos pensaron que si esto seguía así, el castillo terminaría por derrumbarse con ellos adentro.

Un par de chispas doradas comenzaron a tiritar frente a Remus y a Sirius. En un dos por tres esas chispas estallaron y de súbito aparecieron los gemelos Weasley, cada uno con un caramelo en la mano.

—¡Así que finalmente los encontramos! – dijo Fred, mientras le iba quitando la envoltura al dulce -, oímos que nuestro señor Moony necesitaba algo para esa lividez¿cierto George?

—Por eso le hemos traído nuestros Sortilegios Weasley sin costo alguno – explicó George.

—Sí. No vaya a ser que se nos desmaye. – Fred ofreció el caramelo, Remus lo recibió dubitativo.

—¿Es el de los párvulos en el trasero o el del vómito? – preguntó.

—El de los granos – resumió George -, pero como ya está perfeccionado, aquí va el antídoto.

Remus aceptó gustoso el otro dulce y comenzó a engullirlo con toda la confianza del mundo. Ante todo necesitaba energías.

—¡Ronnie! – saludaron los hermanos al pequeño – Nos tenías preocupados¿estás bien?

—Sí… - murmuró Ron, sorprendido por los rostros serios de sus hermanos, de repente habían endurecido el gesto y afinado los ojos, como vampiros idénticos.

—Los estábamos buscando, necesitamos más personal para el plan – explicó George -¿Harry los enteró de todo lo que está por pasar?

—Entonces – dijo Sirius, desviando el tema por curiosidad – el par de clones nos descubrió.

—Así es, supongo que somos astutos… los Señores Moony, Padfoot, Prongs y Wormtail nos enseñaron más que sólo saber usar un mapa mágico¿no? – Informó Fred -, no es que seamos sus seguidores, o a lo mejor sí, pero nos gusta la filosofía de los Merodeadores aunque no la conozcamos del todo, por eso los descubrimos.

—Digamos entonces que los intuimos – afirmó George.

—Todo un honor que nos descubrieran – sonrió Padfoot.

—Honor correspondido, señor Padfoot. – respondieron los clones, con seriedad, extendiendo la mano.

—¿Y éste? – preguntó de repente Fred -¿Wormtail?

—Así es – dijo Moony, comiéndose el antídoto para que se le desaparecieran los granos de su trasero.

—¿Scabbers? – indagaron curiosos al mismo tiempo, y por breves segundos Peter vio en ellos sonrisas diabólicas.

—¡Ron! – exclamó Ginny, que acababa de salir de una puerta cercana.

—¡Ginny! – dijo Ron, acercándose a su hermana -¿y tú también, Neville?

—Basta de charlas, Ronnie, es hora de continuar con nuestro plan.


(Grupo 2: Lily, James, Harry y Hermione)

La Suma Inquisitora de Hogwarts, quien además, cabe mencionar, era la 'excelsa' profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras, se levantó de malhumor esa mañana. Por alguna extraña razón su cama se había estado sacudiendo desde temprano, y todo, seguramente, era culpa de esos rebeldes estudiantes que entrenaba Dumbledore para combatir la justiciera justicia del ministerio de magia.

Después de haberse vestido con una túnica de encajes rosas y muchos corazones rojos, salió de sus dominios con la frente en alto, dispuesta a regañar a quien se le cruzara por su camino. Lo curioso del asunto es que nadie se le cruzó en mucho tiempo, y por otra parte los temblores aumentaban cada vez más. Había demasiado silencio… "¿silencio en un colegio de adolescentes?" Debió pensar la mujer –apodada misteriosamente Sapencia-, por eso fue directo a su oficina, para reportar esa anormalidad al Ministerio. Iba a usar la chimenea, es decir, los polvos Flu (a decir verdad, la profesora era experta para meter su carota de rana en las chimeneas de otros).

Trató de contactar a Fudge, pero no pudo. No pudo hacerlo por ningún método mágico, lo cual la puso todavía más de malas. Ella no entendía qué estaba tramando Dumbledore y sus mocosos, pero sabía que nada podría ser bueno. ¿Y si aislaba al colegio y ponía a los estudiantes a practicar magia de verdad¡eso sería terrible!

A como pudo, salió corriendo de su despacho con las manos rodeándole su barriga, para andar más deprisa. Seguro que en el Gran Comedor encontraría a alguien¡tan siquiera a un profesor mediocre!

Y no, definitivamente no se encontró a nadie, parecía que Hogwarts se había quedado vació.

Estuvo deambulando, entre temblores y extraños estallidos, por bastante tiempo, hasta que escuchó un suave barullo que veía de por ahí. Se rascó la oreja y se fue acercando sigilosamente a una esquina. Se asomó, se mordió el dedo y aplastó su enorme papada.

—¡Potter! – susurró admirada, al ver a Potter merodeando junto a esa chiquilla entrometida que siempre andaba con él… pero, lo curioso del asunto, es que había otro chico muy parecido a Potter y una mujercita pelirroja que nunca en su vida había visto. - ¡ESPÍAS! – gritó horrorizada, al tiempo en que salía disparada y hecha una furia hacia Harry, sus padres y Hermione.

Antes de aterrorizarse por ver venir a Sapencia como un torbellino malhecho; Harry y los demás estaban buscando algún indicio de civilización: no había elfos domésticos en las cocinas, ni en la biblioteca¡nadie!... los cuatro habían decido ir hacia la oficina de Dumbledore, a lo mejor alguien de la Orden del Fénix aparecía.

Harry no se sentía seguro de querer ver al Director, sin embargo no tenía opción. "Siento que voy a perder los estribos cuando esté con Dumbledore, y no quiero que ella me vea así" pensó refiriéndose a Lily.

—¡Abran paso! – gritó James, empujando a Harry - ¡La Sapencia!

Sapencia apareció frente a ellos, con varita en alto. Sin pensársela dos veces sostuvo a Lily del brazo con fuerza y miró con expresión extraviada y malévola a los otros tres.

—¡Creían que no me iba a dar cuenta de los espías, Potter! – gritó de manera nauseabunda, mientras aplastaba la delgada muñeca de Lily. – Pues están muy equivocados, por algo el Ministerio me colocó en esta escuela¡y no voy a permitir que unos mocosos se alíen con Dumbledore para que…!

—¡SAPENCIA, SUÉLTALA! – gritó James, jalando el adolorido brazo de la pelirroja -, no tenemos tiempo para tus estupideces.

—¡Ah, con que no quieren hablar de sus fechorías ni de su trabajo de espía¿no, señor Potter?... y ahora me pregunto ¿Quién de los dos es el señor Potter?

—Adivínelo – rugió Harry, un poco más calmado que James.

—Profesora Umbridge, no es momento para que usted se ponga a sacar esos disparates – explicó Hermione -, si usted es del Ministerio, debería avisar sobre el gran peligro que está corriendo Hogwarts.

—Me pregunto si con el Imperius se le achicará esa boca a usted, señorita Granger- rió Sapencia, totalmente enloquecida por su malhumor.

—Y tú todavía que pierdes tiempo en hacerla entrar en razón –regañó James a Hermione.

—Está prohibido usar esa maldición – dijo Lily -, no sé quien sea usted, pero ya suélteme.

—Tú, misteriosa espía, serás la primera en probar el verdadero dolor – susurró Umbridge, con maternidad demente.

—¡Expelliarmus! – gritó de repente, aparecido de la nada, el viejo Remus Lupin.

La varita de Sapencia voló hasta las manos del adulto-Moony, quien suspiró agradecido.

—Me da tanto gusto encontrarlos, muchachos. – saludó de manera bonachona -, pero qué veo¡Lily!

—¿Remus? – preguntó Lily, pisoteando el pie de Umbridge, quien de la impresión por ver a un hombre lobo la soltó.

—El mismo de siempre – respondió Lupin.

—¡Usted no tiene nada qué hacer en MI colegio¡Es un monstruo!... Ahora lo comprendo, esto es una emboscada.

—Tiene usted razón, es una emboscada. – dijo Lupin, rompiendo la varita de la mujer-sapo sin ningún remordimiento -, y ahora señora, con su permiso, la voy a dejar inconsciente un rato.

—¡Bien tío Moony, para que no nos estorbe! – vituperó James.

En un dos por tres el viejo Moony dejó fuera de la jugada a Sapencia; entre él y Harry la encerraron en un armario y le pusieron llave.

—Listo, ahora no perdamos tiempo – sugirió Lupin -, se nos hace tarde.

—¿La profesora Umbridge no era mortífaga? – preguntó Hermione.

—No, por supuesto que no. – explicó Lupin.

—Esa mujer seguro que ni tiene la capacidad para eso – rugió James, orgulloso.

—¿Hacia dónde vamos, profesor Lupin? – preguntó Harry.

—A ver a Dumbledore… su último deseo es ver a Harry.

Harry tragó saliva. De algún modo sintió que su pesadilla cobraba vida…


Entrar a Gringotts no fue complicado. Por una parte tenía la experiencia de ya haberlo hecho con anterioridad, como cuando le compró a Harry aquella nueva escoba en tercer año. Por otra parte, aunque fuera Sirius Black, la dinámica del banco no revelaba su identidad, así se manejaban los gnomos, por otra parte, él tampoco tuvo la intención de mostrarse, por eso se disfrazaba: entraba, mostraba la llave y punto. Nadie sabía cuál era la bóveda de los Black, nadie tenía una copia de la llave… nadie salvo Remus Lupin, pero Sirius conocía a Moony, y sabía que no iba a interrumpirlo. Era como si estuviera oyendo hablar a Remus-adulto: "a cada quien le llega un momento en el que tiene que seguir solo… y sé que tomarás la decisión que más te convenza"… sí, pensó Sirius, eso probablemente estaría diciendo Remus; o a lo mejor Moony estaba demasiado ocupado con asuntos de la Orden del Fénix o con el cuidado que el Sirius Black pequeño y los demás merodeadores necesitaban. Ahora más que nunca había que protegerlos, nadie podía morir antes de tiempo.

Ahí estaba Sirius, encapuchado frente a su bodega de dinero¡una enorme bodega repleta de los más enormes tesoros, porque después de todo, los Black eran de las familias más ricas que había tenido el mundo mágico.

—Continuaré yo solo, gracias – dijo de manera enronquecida al gnomo que lo acompañaba.

Sirius observó que el gnomo se alejaba dubitativo¿sospecharía que era él¿Lo comentaría con el ministerio, el hombre encogió los hombros.

"Ahora sí ha llegado el momento que tanto esperé… no pude soportar ver la cara de James en este tiempo¡él sabe que va a morir y aún no he cobrado venganza por mi mejor amigo" Sirius sonrió, introduciendo su llave "Es que James… todo ha sido culpa mía, fui yo quien te convenció para que eligieras a Peter de guardián¿acaso sería justo que no fuera yo quien lo remediara?"

La puerta de la bóveda de los Black se abrió. Y ahí, entre las montañas de oro que coleccionaba esa noble casa, Sirius vio un jarrón de cristal. Adentro de ese jarrón estaba una rata con una mano de plata, ahí lo había encerrado Moony-adulto para esperar el estúpido juicio.


Sin ningún otro inconveniente, Remus llevó a Harry y compañía hasta la entrada de la Dirección de Dumbledore. Durante el trayecto comentó de manera escueta las nuevas noticias que a ninguno de los chicos alarmó, porque ya las sabía: en efecto, Dumbledore estaba muriendo, la Orden no terminaba de organizarse y probablemente habría un ataque mortífago.

—¿Y qué ha pasado con nuestros demás compañeros? – preguntó Harry, cuando vio que las escaleras en forma de caracol que se dirigían al despacho de Dumbledore estaban frente a él.

—Están en la Torre de Slytherin.

—¿QUÉ! – gritó James, con los ojos abiertos - ¡Tío Moony, eso es una locura!

—Sí, tienes razón – respondió Remus adulto, sonriendo -, pero la torre de Slytherin es el único lugar del colegio que Voldemort no se decidirá a atacar… Snape tuvo una buena idea.

—¡SNAPE?- volvió a gritar James -¡No es posible que confíes en él, Remus¡Ya lo conoces!

—Dumbledore tiene una buena razón para creer en él…

—¿Severus Snape¿Está él aquí? –preguntó Lily con gesto de desagrado.

—Es nuestro profesor de pociones – informó Hermione.

—Chicos, finalmente estamos aquí, espero que no haya sido demasiado tarde – avisó Remus, secándose el sudor de la frente -. Es hora de entrar.

—¡Espera un poco, Lupin! – súbitamente, del pilar más cercano se desprendió una sombra que tomó forma humana -¿no esperarás que entren todos a verlo, no es así, sería muy perturbador para Dumbledore.

—¡Arabella Figg! – exclamó James, molesto.

—¿Bella! – inquirió Lily, con un brillo en los ojos.

—¿Lily?... ¡LILY! Dios mío¿qué haces aquí?

Fue como si en un dos por tres Arabella Figg olvidara su postura necia y hasta severa, se le dulcificó la mirada y envolvió a Lily Evans en un abrazo dulce.

—¡Lily, qué gusto me da verte¿Cómo es que estás aquí¡Dios mío, Lily, no tienes idea de lo que te he echado de menos!

Harry, Hermione y hasta James quedaron con la boca abierta.

—Viajé porque así tenía que ser, Bella, estaba muy preocupada por lo que va a pasar, y el giratiempo me dijo cómo…

Arabella asintió de manera maternal, subió la mirada y se encontró con los melancólicos ojos de Remus Lupin, el Moony-adulto.

—No hay mucho tiempo como para perderlo en esto¿verdad? – suspiró Arabella.

—Al contrario, estos momentos nunca hay que perderlos, por que es lo único que queda – dijo Remus, brevemente -. Tampoco sé por qué Lily ha viajado a este tiempo, pero ahorita nuestra misión es la de llevar a Harry con Dumbledore.

—Ve entonces Lupin, me quedaré con los demás aquí, hasta que regreses.

Remus, con su túnica desparpajada y los cabellos canosos, sujetó a Harry del brazo y lo jaló hacia la escalera de caracol.

—No hay tiempo qué perder, Harry, los demás nos esperarán aquí.

Harry hubiera querido soltarse, porque no tenía ánimos para ir, pero la mirada amistosa de Remus era una barrera para él; si se soltaba de Remus Lupin y le gritaba¿acaso no sería una grosería de su parte?; así que el joven de ojos verdes asintió en un suspiro y subió el primer escalón de la escalera de caracol, que comenzó a ascender.

—¡Harry, te estaremos esperando! – se despidió Hermione, con la mano le hizo una mímica apurada y nerviosa.

—Arabella¿qué es lo que está pasando? – preguntó Lily -… ¿qué es lo que Dumbledore quiere hablar con mi… Harry?

Antes de que Arabella contestara, James Potter apretó los puños. Por unos momentos había analizado los ojos de Harry, que parecían pedir ayuda.

—Sea lo que sea, yo también iré. Espérame de vuelta, Evans – anunció con voz firme.

—¡Potter, espera! – le dijo Lily, confundida, hizo un intento por seguirlo pero Madame Metamorfosis la detuvo.

Sin pensar en si era prudente ir, James corrió y dio un salto con el cuál alcanzó a trepar el primer escalón. Remus y Harry voltearon hacia él.

—No me importa si Dumbledore no quiere, yo también iré – dijo mientras se ponía de pie con una actitud orgullosa.

—Pues verás, James, siempre y cuando actúes bajo lo que te ordene tu corazón, supongo que no hay problema.

James le asintió al hombre lobo, luego miró intensamente a Harry, quien, por primera vez, le regaló una sonrisa de complicidad.

—¿Qué otra cosa podría hacer, tío Moony, este chico va a ser mi hijo.


Remus Lupin hubiera querido hacer alguna advertencia, para que James y Harry no se exaltaran tanto al ver la decadencia del que una vez fue el mago más fuerte del mundo, sin embargo no lo hizo, quedó enmudecido. Ninguna de sus palabras iban a ser suficiente, y además Harry y James eran fuertes, por algo tenían esa lista de genes que los unían… se parecían mucho.

James empujó la puerta entreabierta con el mayor valor que tuvo, fue el primero en penetrar a la habitación y también fue el primero en detenerse. La cálida oficina del Director parecía ahora una cueva maloliente, con luminosidad morada. Dumbledore yacía en un sofá: estaba arrugado, agrietado, azuloso. Los dedos de las manos los tenía desordenados, la boca entreabierta y los ojos vivos, como si fueran su único lenguaje.

Mundugus Fletcher los vio entrar con una sonrisa nerviosa.

—Remus, buen trabajo – le dijo a Lupin, quien le asintió.

Dumbledore alzó la vista, con el mayor esfuerzo que pudo, estiró una de sus manos hacia Harry, quien había sido el último en entrar a la Dirección.

—… Harry… - lo llamó, vacilante.

En esos momentos Harry retrocedió un poco, temblando. El ver a Dumbledore al borde de la muerte había sido muy diferente a sólo escuchar que moriría. Se le machucó el corazón y su boca perdió el habla. No explicaba sus sentimientos, no se comprendía… ¿cómo era posible que hubiera sentido tanto odio por alguien que siempre lo había protegido, después de todo, Dumbledore estaba de su parte, y él podía comprobarlo en el lecho de muerte del anciano, ya que éste no hacía otra cosa más que clamarlo.

—No tienes por qué culparte – le susurró James, estando a su lado -, tus sentimientos, no son tuyos… a lo mejor, por eso querían que aprendieras oclumancia.

Harry asintió. No quiso saber cómo era que James sabía de su antigua repugnancia hacia Dumbledore, talvez era parte de la magia.

—… Harry-y… acér-ca-te…

Harry dejó de retroceder. Estaba a punto de ser testigo de la muerte de un ser poderoso que siempre lo había protegido, y por el cual él siempre había sentido admiración. Así que no flaqueó más, le dirigió a Lupin y a James una mirada extraña y comenzó a acercarse al Director.

—Mundugus… sigan… con el… plan… - murmuró Dumbledore.

—Estate tranquilo, Albus, seguiremos el plan; y también me encargaré de que estos niños regresen a su tiempo, como lo prometí – aseguró Fletcher, tocándole el hombro a James.

Harry llegó hasta Dumbledore, sin embargo no alcanzó a darle la mano. Dumbledore sujetó la túnica del niño-que-vivió, lo miró a los ojos.

Harry pestañeó. Era como si Dumbledore y Voldemort se estuvieran viendo¿era él el representante de Voldemort?

Cuando volvió a ver al Director, éste le desvió la vista, y con un susurro débil, como si fuera el último, le dijo:

—Harry Potter… La… La Profecía

La mano de Albus dejó de sujetar a Harry. Dumbledore aspiró desesperadamente mientras su cuerpo se convulsionaba y se ponía toda vez más negro. Dumbledore trató de volver a respirar, pero los ojos perdieron vigor y el cuerpo se puso aguado.

¡ZAZ, en un dos por tres la luminosidad morada desapareció, el cuerpo de Albus dejó de parecer un árbol y de estar azul… en el sillón quedó el cuerpo pálido de un anciano sin fuerzas.

Harry se dejó caer de rodillas, con mucho dolor, con mucha culpa¡con mucha confusión, sin poder remediarlo comenzó a llorar… ¿La Profecía¿Qué había querido decir Dumbledore con eso?

Nunca lo sabría.

Un cadáver no puede hablar.

Cuando sintió que iba a explotar por dentro, Harry sintió una mano amiga en su hombro. Miró hacia arriba y se topó con los ojos húmedos de James, que parecían gritarle: "¡No estás solo!".

F i n d e l a P r i m e r a P a r t e


Continúa en la siguiente parte


Notas 2.- Primero que nada, a los fans de DUMBLEDORE les pido disculpas por haber decidido matar al pobre Director… me iba a compadecer un poco, pero la muerte de Dumbledore me facilita las cosas (no es que me caiga mal, por el contrario, es un buen personaje). Después de todo en este fic hay una lucha por alcanzar un mejor futuro, así que no se desesperen, ténganme paciencia.

¡Vaya, tuve que cortarle por lo largo que me quedó uu, no puedo remediarlo, soy de aliento largo. Aún así espero que les haya gustado… aunque no quedó como quería creo que hubo mucha acción y pasaron muchas cosas… a lo mejor les pareció que el encuentro de los Potter estuvo algo "atolondrado", pero la verdad es que no me podía poner en un plano muy cursi por el tipo de carácter de James y Harry, por otra parte James y Lily todavía no son adultos y les falta mucho por madurar, es normal que no sepan reaccionar ante encuentros tan extraños y difíciles… aún así en un futuro habrá escenas más conmovedoras¡de eso me encargo yo, y en cuanto al romance que hay entre otros personajes, pues más adelante espero poder retomar algo, ahorita las cosas están muy subidas de tono y necesito deshacer el clímax en un final próximo¡ya falta muy poco para que girahistoria se termine!

¿Qué ocurrirá con Hogwarts¿Qué pasará con Dumbledore y qué quiso decir con la profecía¿Habrá ataque mortífago¿Cuál es el plan de los clones Weasley para ayudar a la Orden del Fénix¿Sirius-adulto matará a Peter-adulto¿Qué hará Peter-pequeño para arrepentirse¿O será que no se arrepiente¿Cuáles son los planes de Voldemort¿Qué harán Lily, James y los demás para cambiar la historia, hay muchas preguntas por resolver en la próxima parte del capítulo, así que no se lo pierdan.

Desgraciadamente hoy no tengo tiempo de detenerme a contestar los reviews como me gusta hacerlo, sólo hoy tengo la oportunidad de darme una vuelta por así que me decidí a subir el capítulo y luego les prometo contestar apropiadamente los reviews… aún así quiero agradecer a:

Gala Potter

Isa

Light Angel

Isabella Riddle

Neli Black

Lady Kenobi

Amy Etchard

Hikari Takaishi Y

c-erika

Hermi567

marce

Andy Yogima

Seika

Tomoyo-Potter

NoodleTk

AIOV

LorenaPotterB

Amy Black

alex black bird

Padfoot girl13

Laura P.E.

ariadna Black

Luli-chan

serenity-princess

marina-potter

Jorge

Mirels

demalfoy

Zhit Y

Keikleen

Mawi

Bell Potter

Todos ellos me han animado mucho con sus comentarios… les prometo contestarlos pronto, y a los que les prometí leer sus fics, ya lo estoy haciendo y espero dejarles un review pronto, si todo sale bien.

Por ahora me despido de todos los lectores¡MUCHAS GRACIAS A TODOS, gracias a mis amigos, parientes y conocidos que me animan a seguir escribiendo.

Hasta pronto.

CieloCriss

Terminado el: 14 de mayo de 2005