Disclaimer: los personajes que aparecen son propiedad de JK Rowling, Warner Brother y otras empresas asociadas.

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Draco estaba sentado en un sillón, con la cara entre las manos. Sara se arrodilló frente a él, esperando. Pudo notar que estaba llorando. No supo cuanto tiempo pasó antes que Draco bajara las manos y la mirara. Sara nunca había visto tanta tristeza en un rostro, ni había sentido tanta piedad en su vida.

Alguien llamó a la puerta. Era Dumbledore. Draco se puso de pie como impulsado por un resorte.

-Atrapamos a uno, estaba desfallecido a la orilla del bosque, – dijo con voz profunda – pero no encontramos el cadáver de Narcisa, se lo llevaron para no dejar pruebas.

Draco se dejó caer de nuevo en el sillón.

-Creo que deberíamos llevarte al colegio – dijo Dumbledore acercándosele – lamento mucho lo de tu madre.

Draco lo miró con odio, más que con gratitud.

-¿No puede pasar la noche aquí? – preguntó Sara, llevando a Dumbledore aparte – para mañana todo mundo sabrá lo que pasó ¿no? Una explosión así, mortífagos en Hogwarts, tratan de matar a un alumno, el ministerio querrá investigar, la prensa se enterará.

-Ya mandé una lechuza a Cornelius.

Sara se rió amargamente.

-Espero que no diga que estoy viendo alucinaciones y que yo soy la culpable, o algo así.

-No, el mortífago es Dolohov, es de los prófugos. Está algo maltrecho, le cayó un tronco encendido.

-Mi primer mortífago cazado.

-¿Cómo te diste cuenta?

Sara le contó la historia, pero sin decir nada de las anteriores visitas de Draco al bosque. Quería hablar de eso con él primero.

-¿Alguna idea de porqué quería matar a Draco? – preguntó Sara al final de su historia.

-Conjeturas – dijo Dumbledore.

-O sea, no me va a decir.

-Lucius puede volver. Estaría más seguro en el castillo.

-¿Con todos los curiosos? ¡Este chico lo ha odiado a usted y todo lo que representa desde niño! Dudo que se sienta mejor con sus cuidados. En cuanto a la seguridad, yo no voy a ningún lado. Y si Lucius viene, tanto mejor, tengo unas cuantas cosas que decirle.

-Bueno, hoy es sábado de visita a Hosgmade  – dijo Dumbledore – el colegio estará casi vacío, pero es Halloween, el ambiente es festivo y tienes razón sobre la rapidez de la noticia, además no dudo que puedas con Lucius después de la demostración de poder en el bosque hoy.  De acuerdo, puede quedarse aquí si lo prefiere.

-Bien.

-Lo hiciste muy bien.

-Gracias.

Dumbledore se fue y Sara se dirigió a Draco.

-Parece que pasarás de nuevo la noche aquí. Vamos.

Draco la siguió dócilmente a la habitación que la casa preparó exclusivamente para él.

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Antes de que Sara dijera nada, alguien llamó a la puerta.

-Es Severus – dijo Sara separándose de los brazos de Sirius y yendo a abrir la puerta. Sirius frunció el ceño enojado. El momento perfecto arruinado por Snivellus.

Cuando Sara abrió la puerta, dio paso a un muy maltrecho Snape.

-¡Sirius, ayúdame! – pidió Sara que trataba de sostener a Snape quien estaba apunto de desvanecerse, Sirius llegó justo a tiempo, Snape no podía sostenerse en sus pies.

-¿Qué pasó? – le preguntaba Sara - ¿fue Lucius? 

-No te preocupes – le dijo Snape – él quedó mucho peor. ¿Cómo estás tu?

-¿Yo? – Sara sonrió – yo estoy bien, muy bien.

Sara miró a Sirius que sonrió a su vez.

-Llevémoslo al colegio – sugirió Sirius con la esperanza de deshacerse de Snape.

-Sí – dijo Sara – Madame Pomfrey tendrá que hacer algo contigo, estás muy mal para que yo te cure.

-Yo lo llevo – dijo Sirius apareciendo una camilla. Sara ayudó a Snape a subir en ella y lo llevaron hasta el colegio. De vez en cuando Sara y Sirius intercambiaban miradas cómplices, mientras Sirius pensaba que llevar a Snape a la enfermería no era lo que se había imaginado que seguiría a decirle a Sara que la amaba.

Madame Pomfrey estaba muy disgustada. Por lo que les dijo Malfoy estaba inconsciente y probablemente no despertaría hasta unos días después. Después de tratar a Snape le dio una poción para dormir. Sirius esperaba afuera de la enfermería, mientras Sara se informaba del estado de ambos. Madame Pomfrey se fue a acostar y Sara se acercó a la cama donde Lucius yacía inconsciente.

-Ten tu estúpida cadena – dijo Sara tirándole su costoso regalo.

-Como que Snivellus es más poderoso de lo que parece ¿no?– dijo una voz detrás suyo. Sara se volvió y se encontró con un sonriente Sirius.

-¡Sirius, me asustaste!

-Ven aquí, quiero darte algo.

Sara se acercó a él intrigada. Sirius se quitó el anillo que siempre llevaba en la mano derecha y se lo puso. Sara vio que el anillo era una "B" dorada, sobre lo que parecía el un escudo de armas.

-Es el sello de la familia Black – dijo Sirius al ver como lo observaba Sara – Regulus se muere por tenerlo, pero es tradición que lo tenga el hijo mayor de la familia.

-¡En ese caso no puedo recibirlo! – dijo Sara - ¿qué diría tu familia si se da cuenta de que lo has regalado?

-No me importa lo que diga mi familia, en serio, quiero que lo conserves.

Sara le sonrió y tras ver el anillo detenidamente de largo se lo acercó a la boca y lo besó.

-¡Hey! – dijo Sirius – ¡creo que el que merece un beso no es el anillo!

Sara se rió y lo besó.

-Vámonos de aquí – le dijo Sirius – la enfermería con Malfoy y Snape inconscientes no es una ambiente agradable, y menos aún romántico.

Sara asintió. No podía dejar de sonreír, era más feliz de lo que había sido en toda su vida. Lastimosamente, no duraría demasiado. Al llegar a la salida del colegio Sara y Sirius se detuvieron en seco. Albus Dumbledore estaba ahí de pie, como esperándolos.

-Sirius, por favor sube a la Torre de Gryffindor. Tengo que hablar con Sara.

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Sara no durmió en toda la noche, vigilando, esperando... Como a las siete de la mañana alguien llamó a la puerta. Sara abrió y se encontró con Hagrid, que traía un baúl en las manos.

-Encontré el baúl del chico –dijo Hagrid entrando – Dumbledore me pidió que se lo trajera aquí.

-Sí, ponlo ahí – dijo Sara señalando un rincón - ¿Rubeus  Hagrid, verdad? Harry, Ron y Hermione me han hablado mucho de usted.

-También a mí me han hablado mucho de usted.

-Puede hablarme de tu – dijo Sara – me suena muy raro el usted.

-Bueno. ¿El chico esta bien?

-No lo creo. Pero gracias por traer el baúl.

-De nada.

Hagrid se fue, estaba atendiendo los animales heridos en el incendio del bosque. Alguien llamó a la puerta de nuevo. Sara corrió, preguntándose quien sería. Era Ron.

-¡Ron! ¿qué estás haciendo aquí tan temprano? – le preguntó Sara sorprendida

-Hoy es la visita a Hosgmade, ¿recuerdas? Dijiste que ibas a venir con nosotros.

-¡Oh Ron, lo siento pero no puedo ir!  Lo había olvidado, será la próxima vez, yo..

-¿Pasa algo malo? – Ron  acababa de ver los árboles quemados a lo lejos. La noticia aún no se había corrido en el castillo. Por alguna razón, El Profeta se había atrasado.

Antes de que Sara pudiera contestar sonó una voz detrás suyo. La inconfundible voz de Draco Malfoy.

-Creo que mejor me voy Sara, mis amigos me deben estar buscando y yo...

-¡Quédate donde estás! – dijo Sara volviéndose hacia él – lo siento, Ron, no puedo ir.

Ron la miraba con una expresión mezcla de sorpresa y resentimiento.

-¡Él! ¡Él y tú!

-Ron, no es lo que piensas.

-No, no digas nada, veo que estás muy ocupada.

Ron se fue furioso, pero Sara lo apartó de su pensamiento, entrando a la casa.

-Draco, tienes que quedarte aquí.

-No, en serio, yo...

-No estás bien. No trates de engañarte. Dobby te hizo el desayuno.

-¿Dobby?

-Sí, está servido en la cocina.

Draco se sentó a la mesa, pero casi no probo bocado.

-Sara, gracias por salvarme la vida anoche.

-No tienes que decirlo – dijo Sara restándole importancia – pero ¿qué hacías en el bosque? No es esta la primera vez.

-Ayer era distinto.

-Si no quieres hablar de eso ahora no importa – dijo Sara – no voy a presionarte.

-No, voy a decírtelo. Antes, cuando iba al bosque era a hablar con mi padre, me preguntaba información de lo que ocurría en el colegio. Quería que me hiciera amigo tuyo para sacarte información.

-Y luego te persiguió aquella bestia.

-Sí. Le escribí a mi padre contándole, pero no estaba tan feliz como yo creí, porque no me respondió. Le escribí varias veces pero no me contestó. Hoy me llegó una carta de....

-De tu madre.

-Sí- Draco cerró los ojos, quizás para ocultar unas lágrimas – me decía que tenía que escapar de Hogwarts, que temía por mi vida, que el Señor Oscuro enviaría a su gente a matarme. Que ella me esperaría en el bosque, donde me había estado reuniendo con papá y huiríamos juntos. Supongo que la descubrieron

-¿Tienes alguna idea de porqué Voldemort quiere matarte?

-Ninguna. Pero mamá, ella... Lo odio, ¿cómo pudo matarla? ¿cómo pudo intentar matarme? La próxima vez que lo vea, yo...

-¿Tu qué, Draco? – dijo una voz detrás de ellos. Lucius Malfoy estaba de pie en la cocina de Sara.

-¡Pared! – gritó Sara al momento que se levantaba. Una pared apareció entre Draco y ella, que quedó en la misma habitación que Lucius Malfoy.

-¿Vino a terminar su trabajo?

-Vine a hablar con Draco.

-Lamento informarle que eso será imposible.

-Es mi hijo. No puede negarse a dejarme verlo.

-Creo que un padre pierde ese tipo de derechos cuando trata de matar a su hijo.

-Muy mal, muy mal... el Señor Oscuro estará disgustado de saber que a pesar de que eres tan bella como tu madre eres tan terca y estúpida como tu padre.

-Adularme no va a funcionar, señor Malfoy. Atáqueme, si lo prefiere. No tengo varita.

Lucius Malfoy no era tan idiota como para tratar de batirse con Sara.

-No vine a matar a Draco, vine a proponerte un trato.

-Escucho.

-Deme a Draco, y el Señor Oscuro le dará toda la información que desee sobre el pasado.

Sara se rió despectivamente.

-¿Eso es todo lo que el gran Lord Voldemort puede ofrecerme?

-¿Qué más puede desear? Si cree en lo que Dumbledore le ha dicho son sólo mentiras y verdades a medias... mi señor le ofrece toda la verdad, y revelarte tu destino. Te ofrece un lugar a su lado.

-¿A su lado? – Sara rió de nuevo – le tengo un mejor trato, y es específicamente para usted. Aléjese de Draco, no se atreva a volver a alzar su varita hacia él y lárguese de aquí.

-¿Qué gano yo con eso?

-Usted no me quiere como enemiga Malfoy, y lo sabe muy bien – Sara se había puesto de pie y estaba frente a él, era más baja, pero se veía imponente – usted conoce la sangre que corre por mis venas, sabe de lo que soy capaz. No se meta con los míos, y no me meteré con usted. En cuanto a su amo, dígale que sé todo lo que tengo que saber, empezando por el hecho de que lo que más necesita en este momento para volver al su antigua fuerza es mi poder, y dígale de una vez que nunca se lo daré.  Puede irse.

Sara fue a la puerta y la abrió. Lucius Malfoy salió derrotado.

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Sara y Dumbledore estaban solos. Sara lo miraba con inquietud. Tenía un muy mal presentimiento de lo que iba a ocurrir.

-¿Qué sucede? – le preguntó Sara

-Sara, ¿confías en mí?

-Por supuesto que sí.

-¿Alguna vez que te he mandado a hacer algo ha sido para tu perjuicio?

-No – Sara no entendía a donde quería llegar Dumbledore.

-¿Recuerdas lo que me prometiste al venir a Hogwarts?

-Obedecerle, porque usted es mi tutor y sabe que es lo mejor para mi. Además mi madre así lo hubiera querido.

-Bien. No quiero que vuelvas a ver a Sirius Black.

-¡QUE!

-No quiero que salgas con él. Debí detener esto hace mucho tiempo. No puedo dejar que te enamores de él.

-¿Pero, por qué?

-Confía en mi, él no te conviene.

-¡NO PUEDO CREERLO!

-Sara, no es una gran tragedia.

-Usted no se opuso a que saliera con Malfoy, y vea lo que me hizo.

-Tú no ibas a enamorarte de Malfoy

-¿Y quien  es usted para decidir de quien voy a enamorarme y de quien no? ¿Cómo sabe que no estoy enamorada ya de Sirius?

-A tu edad las sensaciones se confunden, Sara, se ama más intensamente, se odia más intensamente, pero también se olvida rápidamente, los sentimientos son más pasajeros. Te recuperarás pronto de Sirius y podrás buscar a alguien más.

-¿Pero por qué? ¿Qué hay de malo con Sirius?

-No hay nada malo con él, Sara, confía en mí, un día lo entenderás, un día te lo explicaré todo, no hoy, porque aún no estás lista para saberlo, pero el día que lo sepas me lo agradecerás de todo corazón.

-No, no – Sara parecía a punto de enloquecer y retrocedía negando con la cabeza mientras decía temblando de cólera – usted no puede, ¡usted no sabe! No me conoce, mi madre le pidió que me cuidara y nunca lo ha hecho. De niña me dejó con los Lovegood,  luego me dejó por mi cuenta, encerrada en una casa. Yo nunca le he importado.

-Eso no es cierto, siempre estuviste a salvo, protegida, nunca te faltó nada.

-Pero nada de eso me lo dio usted, puso a otros a que me lo dieran, lo siento Dumbledore, pero no voy a dejar a Sirius.

-Sara – le voz de Dumbledore tomó un tono amenazante y severo – si no te ocupas personalmente, yo me ocuparé personalmente de que no haya nada entre ustedes.

-Usted no se atrevería.

-Hay más en juego de lo que crees, Sara, te lo juro.

-¿Qué le haría?

-Yo que tu no me arriesgaría a saberlo.

-No – Sara estaba llorando.

-Deshazte de él mañana mismo.

-¡No lo entiende! ¡Yo lo amo!

-Lo conoces desde hace menos de cuatro meses, no tienes opción Sara, me lo prometiste. No quería llegar a esto, pero cometí el error de no actuar antes. Mañana mismo Sara, o yo me haré cargo.

Dumbledore se fue y Sara salió corriendo del castillo, llorando más aún, no podía ser, no, no ahora, cuando todo iba a ser perfecto, Dumbledore no podía, pero sí, lo iba a hacer, lo había visto en sus ojos, iba a sacar a Sirius de su camino, además tenía razón,  ella le había jurado por su madre antes de llegar al colegio obedecerle. No tenía  otra salida.

No entró a la casa, sino que empezó a caminar a la orilla del bosque, viendo las estrellas, era una noche sin luna. De repente, una voz la llamó desde el bosque. Sara se estremeció y formó una bola de fuego en su mano para iluminarse. Quien la llamaba era un centauro.

-Sara Fénix Parker – dijo en voz grave-  venga conmigo. Esta noche, su destino le será revelado y será sellado en las estrellas el final de la historia.

-¿El final...? – Sara lo miraba extrañada – ¿quién es usted?

-Mi nombre es Bane, y hoy la raza de los centauros cumplirá el propósito de su existencia, así como usted conocerá el suyo. Sígame.

Sara no se pudo negar, y se internó en el bosque, siguiendo a Bane.

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Sara desapareció la pared.

-¿Cómo hiciste eso? – le preguntó Draco que estaba de pie, con la varita en la mano, como si esperara un ataque - ¿dónde está?

-Se fue – dijo Sara – y no lo hice yo, fue la casa, sólo le pedí una pared cómo otras veces le ha pedido un cuarto.

-¿Se fue?

-Sí, tuvimos una pequeña charla.

-¿Porqué no lo atrapaste?

-¿Pelear con él? Habría sido un poco desigual, ¿no crees? No me parece un duelo muy igualado pelear con él cuando el tiene varita y yo no.

-¡En el bosque no tenías varita!

-Sí, pero estábamos, mejor dicho estabas en peligro. Yo no controlo el fuego bien, pero en situaciones de peligro mis poderes se acentúan y puedo utilizarlos de la manera que viste. Ahora tu padre fue muy cobarde para atacarme, por lo que mis poderes no se manifestaron. Además, ¿tu crees que prenderle fuego a medio bosque no agota?

-Lo siento – dijo Draco sentándose de nuevo y guardando la varita – por supuesto que debes estar agotada.

-No es para tanto – mintió Sara. La verdad estaba molida, nunca antes había usado tanto fuego de un solo ni había estado en un lucha donde lo que estaba en juego era una vida. Nunca había visto asesinar en sangre fría, y los mortífagos le había recordado a su madre y Bellatrix a su padre. Además no había dormido en toda la noche. Sara estaba exhausta, pero se mantuvo firme y sonriente frente a Draco.

-¿Cómo entró a la casa?

-Por la ventana supongo, asumo que la estúpida de mi madre se encargó de que todo el mundo supiese que esa ventana no servía para nada.

Draco guardó silencio un rato. Sara empezó a recoger la casa.

-¿No tenía planes para hoy? – le preguntó Draco

-Iba conocer Hosgmade, pero el pueblo no va para ningún lado

-Por eso vino Weasley en la mañana.

Ron volvió a la mente de Sara como un rayo, con todo lo pasado lo había olvidado.

-¡Cierto! – dijo Sara – lo había olvidado.

-¿Le dijiste lo que pasó?

-No, y no sabía nada todavía. Se sorprendió de ver como estaba el bosque.

-No creo que Weasley lea El Profeta.

-Pero Hermione sí. Tal vez no salió en esta edición.

-Sacarán un número especial. Es una noticia bomba. – dijo Draco con amargura.

-Draco, lamento mucho lo de tu madre y lo de tu padre.

-Yo no tengo padre, pero gracias.

Sara sabía lo que Draco sentía, probablemente era la única que realmente lo entendía.

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¡Hola! Estoy de vuelta tras mi pesada semana con un nuevo capítulo. Espero que les haya gustado. Probablemente publique el próximo pronto, si subo capítulos de alguna otra historia, porque no creo tener mucha oportunidad esta semana (más exámenes).

Ahora bien, ¡reviews!

Andrea: se que esta vez duré más, pero bueno,  ya sabes, la U. ¿Te pareció lindo? Me alegra, a mi siempre me ha gustado mucho. En cuanto a la felicidad de la pareja, bueno, ya puedes ver por donde va la procesión. En el próximo chap se entiende más. Me gustaría saber tu opinión sobre porque crees que Dumbledore hizo esto. Bueno, espero que hayas disfrutado el capítulo.

Barbi_Black: ¡Hola! ¿Sorpresas? ¡Montones! Empezando por la de hoy. Me anima mucho tus comentarios, me alegra que te guste la dinámica de la historia, porque a veces creía que tal vez se hiciese más bien enredado. En cuanto a traer a Sirius de vuelta, tendrás que leer hasta el final a ver que sucede, pero a Sara B. La haría muchísima ilusión, bueno ¡a cualquiera! Gracias por tu review.