¡Al fin estoy de vuelta! La U no se ha puesto más suave, pero después de esta semana de infierno decidí sacar un momento para subir esto ahora que mi hermana me ayudo a pasarlo.
Sin atrasarlos más, los dejo con un nuevo capitulo.
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Sara despertó en su casa sobresaltada. Trató de recordar que había pasado la noche anterior tras encontrarse con Bane, pero no podía, sus recuerdos se acababan al internarse en el bosque y no sabía como había llegado a su casa.
Sin embargo eso no le preocupó demasiado. Alguien llamaba a su puerta, y sólo alguien llamaba de esa manera: Sirius.
- No puedo – se dijo Sara – no puedo.
Sin embargo sabía que no tenía otra opción. Conocía a Dumbledore, era un hombre de palabra y ella también era una mujer de palabra. Sin embargo al abrir la puerta y encontrarse con Sirius su firmeza flaqueó. Sirius iba a besarla pero ella lo detuvo.
- Te lo quedo debiendo de momento. Tenemos que hablar.
- ¿Qué pasa?
- Salgamos a dar un paseo.
Sirius caminaba a su lado lentamente, preocupado. Alcanzaron la orilla del lago.
- Lo nuestro no puede ser Sirius – dijo por fin Sara.
- ¿QUÉ?
- Lo lamento – dijo Sara que no se atrevía a verlo a los ojos – pero lo de anoche fue un error, sólo olvídalo.
- No puedes hablar en serio.
- Sí, hablo muy en serio.
- Pero, ¿porqué?
Sara cerró los ojos. Aquello iba a ser difícil. No podía decirle que Dumbledore se lo había prohibido. Era demasiado orgullosa para ello. Además eso no lo alejaría.
- Sí, fue un error, yo me sentía mal y tu...
- Yo te serví de consuelo – la voz de Sirius temblaba de cólera contenida.
- Sí – Sara sentía que su corazón se estaba desgarrando, pero continuó con la farsa – la verdad ya una vez rechacé tu proposición de salir y es porque tu no me interesas.
Sirius no podía creer lo que oía.
- Eso no es cierto Sara, no me mientas.
- No te estoy mintiendo. Tu me dijiste ayer que me amabas, lo siento por ti, pero que yo recuerde nunca te dije que te amaba, ¿o si?
- Esto no esta ocurriendo.
- Olvídame Sirius, considérame una más de tu lista de conquistas fugaces y busca una nueva víctima. Olvídate de que alguna vez tuve un papel en tu vida. Es por tu propio bien. – esa última frase era la única cosa que Sara decía de corazón.
- ¡No puedes decir que no te importo para nada! ¡No ahora! ¿No lo entiendes? ¡Tú no eres una más! ¡Te amo, maldita sea! ¿Eso no significa nada para ti? Nunca en mi vida me sentí así por nadie, no hagas esto, ¡no te engañes Sara! ¡Yo sé que tu también me amas!
- ¡No! ¡No te amo! – dijo Sara en un esfuerzo sobre humano. Sirius se quedó helado.
- Dímelo en la cara, Sara. Dímelo viéndome a los ojos.
Sara tenía los ojos llenos de lágrimas, pero las lágrimas en los ojos de Sirius le impidieron ver las de ella. Sara se sintió desfallecer, pero haciendo acopio de todas sus fuerzas, lo dijo:
- No te amo, Sirius. Ya olvídalo.
Sirius negó con la cabeza y se alejó de ella sin decir nada. Sara lo vio irse. Tenía ganas de llorar, pero no podía. Se había quedado vacía. Sí, ese era el sentimiento, vacío.
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- Ve a la cena.
- ¡Ya te dije que no Draco! Dobby nos va a traer la comida aquí. No te voy a dejar solo.
- ¿Y cómo vamos a saber que saben en el colegio?
- ¡Dobby! – llamó Sara. El elfo apareció a su lado y retrocedió al ver a Draco.
- Dobby, necesito que te quedes aquí mientras voy al castillo – dijo Sara tomando su abrigo para salir – cuida que nadie entre por la ventana y nadie se acerque a Draco. Sí, a Draco. – dijo al ver la cara de Dobby – es amigo mío, y se va a quedar aquí un tiempo. Lo discutiremos luego.
- Sí señorita.
Sara se dirigió a Draco.
- Volveré en cualquier momento. No molestes a Dobby, por favor, si puedes no le hables. Pídele a la casa un cuarto como quieras. No salgas de la casa.
- De acuerdo.
Sara se fue al colegio, cuando entró en el Gran Salón, donde se estaba realizando el banquete de Halloween todos empezaron a aplaudir. Un chico se acercó a ella. Era Ron.
- ¡Sara, perdóname, soy un idiota! Hoy en la mañana, yo...
- Está bien, Ron, tranquilo – era la disculpa más sincera que había oído Sara en mucho tiempo – me parece que ya todo mundo sabe.
- ¡Salió una edición especial del Profeta! – dijo Ron llevándola a la mesa de Gryffindor, donde recibió las mayores felicitaciones. Tras un poco más de un cuarto de hora se pudo acercar a Harry, Ron y Hermione, que tras felicitarla le dieron un ejemplar del Profeta. La portada traía una foto de Sara (del día del baile), y traía una historia bastante completa de lo ocurrido. Ponían a Sara como una heroína, aunque ella trató de restarle importancia. Mencionaban sin embargo con un poco de duda lo referente a la muerte de Narcisa, al no haber encontrado el cuerpo.
- ¿Cómo está Malfoy? – le preguntó Harry cuando ella bajó el periódico.
- Imagínate – dijo Sara.
- Su padre asesinó a su madre al frente suyo... sí, me lo imagino.
- ¿De verdad quería matarlo a él? – preguntó Hermione – en el Profeta lo ponen como la razón de la venida de los mortífagos.
- Así parece. ¿Me regalan esto, por favor?
- Claro – dijo Hermione – yo tengo otro.
- Gracias. Bueno, nos vemos – Sara se levantó y salió, pero en la puerta la alcanzó Harry.
- ¡Sara! Espera. ¿Tienen alguna idea de porqué querían matarlo?
- No, ninguna.
- ¿Dónde está Malfoy?
- En mi casa. Y ahora que lo nombras, mejor no vayan por un tiempo. Creo que se quedará conmigo una época.
- ¿Contigo?
- Sí ¿Tienes algún problema con eso?
- No, claro que no. Este... ¿cómo estás tu? Según el periódico lo viste todo
- Sí. Estoy bien, es sólo que he estado pensando y no lo entiendo...
- ¿qué cosa?
- ¿Por qué Narcisa se opuso a que mataran a Draco?
- Sara, era su madre.
- ¡Era una seguidora de Voldemort! Ellos no se oponen a los deseos de su Señor por nada.
- Era su madre, Sara – dijo Harry sin creer lo que oía – eso está primero que todo lo demás.
- ¿Sabes que Harry? – Sara sonaba molesta – que tu hayas tenido una madre perfecta no significa que el resto de nosotros tenga la misma suerte. Nos vemos luego.
Sara se fue en dirección a su casa y Harry se quedó helado. ¿Qué había sido eso?
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- Te odio
Dumbledore levantó la vista sorprendido. Estaba escribiendo algo en su oficina y no había oído entrar a nadie. Era Sara.
- ¿Disculpa?
- Ya lo oyó. Estoy hablándole a usted. Disculpe el tu, quería ser directa. Ya lo hice. Me voy.
- ¿A dónde?
- Al Valle de Godric, pasaré el resto de las vacaciones allá – Sara fue a salir, cuando Dumbledore le dijo:
- Lo siento, pero ya verás que fue lo mejor.
- ¡Lo mejor! Usted no sabe nada. No tiene la menor idea de cómo me siento ahora. Tenga – Sara se quitó el anillo de los Black, que aún llevaba puesto – dele esto a Sirius por mi. Dígale a Snape que le escribiré cuando llegue a casa.
Sara salió de la oficina de Dumbledore. Tenía el equipaje listo. Lo llevó a la entrada del castillo, levantó la varita y gritó:
- Lumus!
El autobús noctámbulo apareció frente a ella. Un chico que se presentó como Ernie Prang subió su equipaje. Sara pidió una cama en el piso superior del autobús, a pesar de ser de día. Una vez en ella se acostó, no podía dejar de pensar en la mirada de Sirius cuando le dijo que no lo amaba. De repente el bus hizo otra parada y alguien más subió al segundo piso.
Era un hombre muy alto, como Sara pudo notar, pero llevaba una capa encima, lo que impedía que se viera bien su rostro, aunque Sara pudo notar que era muy pálido.
El hombre se sentó al lado de Sara,
- ¿Está usted bien? – le preguntó. Su voz era fría, pero amable.
- ¿Disculpe?
- Que si está bien. Se ve muy pálida, ¿se siente mal? ¿Es usted Sara Parker, no? Mi nombre es Tom.
- Sí, soy yo y de hecho no me siento muy bien.
- ¿Está enferma? ¿Puedo hacer algo por usted?
- No lo creo, no es sólo...- Sara no supo como describir lo que le pasaba.
- Una chica linda de su edad, sola, en este bus, a esta hora, apunto de llorar... ¿un chico?
- Es algo más.
- ¿Un imbécil entonces?
- Albus Dumbledore en realidad.
Sara notó al hombre estremecerse.
- Creo que no comprendo.
- Es una historia muy aburrida – dijo Sara – no creo que le interese, Tom.
- Al contrario, Sara, si me permite llamarla así. Me interesa mucho saber que la tiene a usted en este estado, si usted quiere decírmelo.
- Tenemos un viaje muy largo por delante. Todo empezó por este chico que me gustaba mucho...
- Con nombres sería más fácil.
- Se llama Sirius – Sara duró aproximadamente media hora contándole la historia al desconocido. Este estuvo muy interesado. Contándola, Sara encontró al fin desahogo y empezó a llorar, Tom le tendió su pañuelo.
- ¿Y Dumbledore no le dio ninguna explicación?
- No.
- Él fue mi profesor ¿sabe?
- Debe haber sido un fastidio.
- Lo era, pero lo que me cuenta tiene solución.
- ¿La tiene?
- Mire, yo he viajado mucho por el mundo, y hay una verdad irrefutable. El poder rige la vida. Usted es mucho más poderosa que Dumbledore. No deje que la intimide.
- No es tan fácil.
- Lo sería, si usted se atreviera a usar el poder que tiene. Pero claro, la entiendo, es usted joven todavía y le falta mucho por aprender. Lamento mucho que tenga que padecer por culpa de los caprichos de un viejo como Dumbledore, pero realmente es imposible que alguien como él la comprenda, los viejos nunca entienden a los adolescentes, los tratan como fenómenos, cuando probablemente son los que perciben mejor la vida.
- Gracias, ha sido usted muy amable en escucharme.
- No llore – dijo Tom – no le de ese gusto a Dumbledore. Cuando vuelva al colegio busque a ese chico Sirius y explíquele lo que pasa. Un joven tan irrespetuoso de la ley como usted lo describe no le importará que el director se oponga a que esté con la mujer que ama. Él la va a entender, sólo háganle frente a Dumbledore, él nunca se atrevería a hacerle nada malo a un alumno, por más que lo desprecie. Sino, yo no hubiera sobrevivido el colegio, me odiaba.
- Señor, ya llegamos a su parada – dijo la voz de Ernie Prang interrumpiendo la escena.
- Bien, fue un placer conocerla – dijo Tom levantándose – y no deje que Dumbledore le amargue la vida.
- Gracias Tom – le dijo Sara sonriendo - ¡Oh, tome su pañuelo, lamento haberme puesto a llorar así!
- Consérvelo – dijo Tom con un gesto de desinterés - el placer fue mío. Espero que nos veamos de nuevo algún día.
- Yo también
Tom bajó y el autobús siguió su camino rumbo al Valle de Cedric, Sara suspiró viendo el pañuelo distraídamente. Era un pañuelo blanco, liso, exceptuando un bordado con hilo verde en la esquina inferior, que presentaba una L y una V, enlazadas con una serpiente.
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Sara había contado brevemente a Draco que lo que se sabía era muy cercano a la realidad. Draco le preguntó si había visto a Crabbe y a Goyle.
- Son tus amigos, ¿verdad? Puedo traerlos, si quieres.
- ¡De ninguna manera! – dijo Draco – Ellos ya no son mis amigos. Sus padres son mortífagos, me quieren muerto. Yo ya no tengo amigos.
- Draco, eso es...
- Verdad.
- Yo soy tu amiga.
- En ese caso eres la única.
- ¿No me crees? – Sara lo miró ofendida.
- Pasas todo tu tiempo con Potter y sus amigos, no creo que eso te haga mi mejor amiga.
- Harry y ellos no tienen que ver con esto.
- La verdad has sido muy buena conmigo, ¿hoy puedo quedarme aquí, verdad?
- Depende.
- ¿De qué?
- De si somos amigos o no.
- Claro que somos amigos.
- Entonces quédate. No le pregunté a Dumbledore, pero no habrá lío, y si lo hay no te preocupes, yo me encargo.
Draco se fue al cuarto que estaba ocupando desde la noche anterior, pero Sara estaba segura de que no iba a poder dormir. En cuanto a ella...
Estaba pensando en la conversación que había tenido con Harry. Todo aquel día el recuerdo de su madre la había estado atormentando. Decidió salir a dar una vuelta, pero antes de irse tomó un libro negro que estaba al lado de su cama.
Tal vez Narcisa era una mejor mujer que su madre. La verdad ella no era la indicada para opinar sobre el amor de madre. No con la madre que había tenido. La peor, pensaba tristemente. Se sentó a la orilla del lago y empezó a leer distintas partes de aquel libro, que parecía conocer de memoria.
Estaba muy concentrada, cuando la sobresaltó la llegada de un gato color canela que se acercó a ella maullando y se acostó a su lado. Tenía una patita algo maltrecha y Sara lo miró con compasión.
Alguien se acercó siguiendo al gato. Era Ron.
- ¡Croshanks! ¡Ven acá!
- ¡Ron! – dijo Sara sorprendida al verlo llegar - ¿qué haces aquí?
- El gato de Hermione se peleó con el de una chica de cuarto y salió huyendo, Hermione está histérica porque cree que se rompió una pata, aunque no creo que con la pata quebrada hubiera corrido tanto. Harry y yo los andamos buscando, mientras Hermione está preparando una poción para curar al de Hannah.
- ¿Porqué se pelearon?
- No sé, creo que por un poco de leche o algo así.
- ¿Es este? – le preguntó Sara enseñándole el gato a su lado, que Ron aún no había visto.
- Sí, es Croshanks.
- Vaya nombre. Vino aqu hace un momento. No tiene la pata quebrada, pero sí muy lastimada.
- ¿Vino directo a ti o lo llamaste?
- Vino.
- Es curioso – dijo Ron sonriendo – Croshanks era muy unido con Sirius.
- ¿De verdad?
- Sí - Ron se había sentado a su lado y había alzado a Croshanks.
- ¿Está Harry enfadado por lo que le dije ahora?
- ¿Lo de su madre?
- Sí.
- No, sólo un poco confundido. ¿qué quisiste decir con eso?
- Es que me es muy difícil pensar que una madre se sacrifique por su hijo así, tan tontamente. No tenía posibilidades, y ella lo sabía muy bien. Ha seguido a Voldemort gran parte de su vida. Pero quien soy yo para hablar de amor de madre.
- ¿Qu quieres decir?
- Mi madre, ella... mejor léelo tu mismo.
Sara tomó el libro negro que había estado leyendo y estaba abierto en las últimas páginas.
- Este es el diario de mi madre. Nunca se lo había enseñado a nadie antes. Esta página. Lee.
Ron empezó a leer la página completa, aunque Sara le había indicado lo que estaba debajo de la fecha del 15 de noviembre. Sara sin necesidad de verlo empezó a decirlo, se lo sabía de memoria.
"Hoy tuve otro pleito con Bellatrix. La estúpida aún insiste en buscar a Voldemort y cree que si atrapan a algunos aurores de la Orden del Fénix logrará sacarles algo. Se fueron ahora temprano, ella, los Lestrange y el idiota de Crouch, creo que quieren seguirle la pista a los Longbvttom. ¡No quisiera estar en su piel! Lo que espero es que el niño no esté con ellos. Es la esperanza que queda...
Estuve investigando, pero Dumbledore no se equivoca en sus hechizos. Azkaban está cerrada para mí, no puedo aparecerme ahí, o entrar si quiera. Aún me hierve la sangre al pensar en Sirius, solo, abandonado por todos en ese infierno. Pero ya hice todo lo que podía hacer, nadie va a ayudarme. Lupin lo cree culpable, y si eso cree de uno de sus mejores amigos nunca me creerá a mí. Snape se cortaría antes un brazo que ayudar a Sirius y su devoción a Dumbledore a crecido tanto que probablemente no me creyera. El resto del mundo me odia. Dumbledore era mi única esperanza, pero nunca va a creerme. Y el idiota de Peter no sé que se hizo, no logro encontrarlo, rata inmunda....
15 de Noviembre
Sé que van a exiliarme, mañana saldrá el comunicado oficial. La verdad no me importa, no planeaba quedarme, planeo irme primero, tengo un problema mucho mayor. Estoy embarazada. Lo supe esta mañana. Aunque eso no es lo único que supe. Esta mañana lo descubrí todo, lo entendí todo.
Pero además, me di cuenta de que los últimos años he vivido a base de rencor, enojo, cólera y resentimientos, pero el odio, que creía conocer tan bien, lo he conocido hoy. Hoy he aprendido a odiar con todo mi ser. Es una niña, lo sé, en cinco años estaré muerta y Sirius nunca lo sabrá.
¡Qué madre puede decir que el sentimiento que surgió en ella al saber que estaba embarazada es el odio en su máxima expresión!
Tengo que buscar a Dumbledore y decirle que yo ..."
- No están las páginas siguientes – dijo Ron deteniéndose en su lectura.
- La arrancó. No hace falta supongo, deben haber sido páginas y páginas derrochando su florido vocabulario de amor maternal. Las siguientes hojas son ya del pleito cuando Dumbledore no le creyó que estaba embarazada, pero creo que yo le quité las ganas de escribir, lo poco que hay después es casi inservible, no dice nada útil.
- Sara, esto es.. – Ron no sabía que decir, él no era precisamente hábil en esas cosas.
- Los adorables sentimientos de mi madre por mí.
- Pero cuando escribió esto estaba alterada, después..
- Me odió aún más, no trates de justificarla Ron – dijo Sara con un tono relativamente triste – ella trató de matarme cuando nací.
- ¡Un fénix no puede morir!
- Así de loca la volvió su odio. Aún tengo la cicatriz, fue aquí – Sara puso su mano en medio de sus senos – trató de meterme con un cuchillo de cocina.
- Sara, lo lamento mucho, yo...
- Tú no lo comprendes, porque tienes una madre maravillosa, que a pesar de tener siete hijos siempre tiene tiempo al menos para regañar a cada uno. Una madre que te ama y que se moriría si a ti te pasara algo. Kyara me cuidaba desde que nací. Cuando cumplí tres años mi madre se largó definitivamente, pero desde que yo era una bebé se iba por largos periodos, semanas, meses, y nunca se interesaba por mi. La había contado muchas cosas de mi padre a Kyara, y ella me las contaba a mi. Yo sé que muchos piensan que mi "adoración" por mi padre es exagerada, pero yo estaba segura, de hecho, ahora lo estoy aún más, de que él me hubiese amado todo lo que ella me odiaba.
- Es cierto – dijo Ron feliz de poder decir algo de lo que estaba seguro – podría jurarlo. Sirius te hubiera adorado el doble de lo que tu lo quieres a él.
- Gracias – dijo Sara con una dulce sonrisa, contraste de sus ojos llenos de lágrimas – no me gusta mucho hablar de este tema. Mi madre, quiero decir. ¿Ahora comprendes porqué me cuesta tanto comprender que Narcisa se sacrificara por Draco? No me cuesta tanto creer que una madre se sacrifique por su hijo, es sólo que no creí que una seguidora de Voldemort pudiera revelarse contra él por su hijo. ¿entiendes lo que quiero decir?
- Creo que sí.
- Pero estuve leyendo – Sara señaló el diario – cuando mi madre menciona a Narcisa y el nacimiento de Draco y creo que Harry tiene razón. Probablemente el amor de madre está primero en todas y yo soy la que tuvo la mala suerte.
- A mi madre le encanta adoptar gente. Ya prácticamente adoptó a Harry y Hermione, no creo que le importara adoptarte.
- Es una propuesta tentadora, pero creo que paso. Después de nuestro primer encuentro creo que no es buena idea.
- No le des tantas vueltas – dijo Ron levantándose, no muy seguro de que decirle antes de irse.
- Sí, creo que volveré a la casa. ¡Pobre Draco! Al menos yo no puedo recordar cuando mi madre trató de matarme.
- ¿Te vemos mañana al desayuno?
- No lo creo, pero de fijo nos vemos al almuerzo. Tengo que disculparme con Harry, aunque según lo que dice mi madre Harry si tenía la madre perfecta: Lily Evans, un ángel venido del mismísimo cielo. No vemos mañana. – luego acarició al gato con una sonrisa - ¡Adiós, Croshanks! Chao.
Sara se fue a su casa, con el diario de su madre abrazado.
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¡Bien aquí está! ¿Un poco corto? Espero no durar mucho más en subir el próximo, y le agradezco de una vez a mi adorable hermanita por haber ayudado a preparar este para poder subirlo hoy. No saben como me ha tenido a la U, así que disculpen el atraso, espero que no se repita por tanto tiempo.
Los personajes no son míos, sino de JK Rowling.
Gracias a quienes siguen la historia a pesar de los problemas de actualización, y gracias por sus reviews, ¡me encantan!
Andrea: me pregunto si solo tu leíste este chap, pero bueno, ¡gracias por el review! Si, me molesta en sobre manera como trata Dumbledore a las personas que se supone que debe proteger. Sí, hasta a mi me dio coraje cuando lo escribí, ¡mira que echarme a perder mi adorable pareja! Sara Black si que no se deja de Dumbledore, pero bueno, ya verás la extraña evolución de ese personaje. ¿Preocuparme por la U? Bueno, te haré caso. Espero tu opinión de este chap.
Bueno, eso es todo, no sean malitos... ¡déjenme un review por favor !
Sara Fénix Black
