¡Hola! Estoy muy feliz por sus reviews!!!!! Espero que les guste este nuevo capítulo. Por cierto, cuando empecé a escribir esta historia no le había puesto un título definido, pero ahora ya lo tiene. No se lo voy a cambiar porque ya todos la conocen con este, pero sólo para que los sepan se llama "La noble casa Black y el destino de los fénix".

Los personajes no son míos, sino de JK Rowling, excepto ya saben, Sara P, Sara B, Madeline, y los otros que no conozcan de los libros.

Respondo los reviews y los dejo con el próximo chap!

Arwen Atenas: Me alegra montones que lo estés leyendo y aún más que te guste!!!!!!! Gracias!!!!!!!! Espero tu opinión!!!!!!

Daina-chan: ¡Hola! Me alegro que de verdad te guste mi fic. Si, pinto a Sara como una niña con una historia muy trágica. Vivir marcada por su madre no debe ser nada fácil... ahora bien, eso fue hace mucho, y aunque tal vez no haya justificación válida puede ser buena idea esperar a ver que pasó en ese entonces... la historia tiene para rato, así que ya lo verás!!!

Andrea: ¡Hola! A mi también me encantó la parte de Draco cuando la hice, me alegra que te gustara. Los mortífagos no me convencieron tanto. No te preocupes que yo aviso cuando termine la primera parte y le pondré título a la segunda y todo eso, pero todavía faltan unos cuantos chaps. Espero no haber tardado mucho en subirlo...

strega-in-progress: ¡No, no he tardado casi nada! Espero esta vez durar poco también. Me alegra que te hiciera gracia lo del mitrofono. Me alegra que te guste la idea del Draco enamorado, pero bueno, ya verás que en realidad no es el Draco que todos conocen. Si, se nota tu preferencia por Snape, igual que a mi se me nota a leguas mi preferencia por Sirius. Aunque la verdad Snape tiene un papel importante en esta historia aunque tal vez no salga tanto comootros. Me alegra que te gustara la frase, pero es que era el más indicado para decirla. Nos vemos!

Nicky-Potter: gracias por tu larguísimo review!!!!! Me ha hecho muy feliz. Me alegra que te gustara la parte de Draco, y sí, en eso se parecen nuestros fics. La historia si es muy larga, cinco partes en total, llevo publicadas poco más de cien páginas word y son unas seiscientas!!! Si, me van a tener para rato con esta historia y mientras termino el resto, más aún con los retrasos de la U. ¿Después de Hogwarts? En el caso de Sara Parker, sí. Puedes decir que odias a Dumbledore todas las veces que quieras, yo tampoco lo soporto. ¿Arruinar un amor hermoso? Tal vez no está arruinado... aún. O tal vez nunca se arruine. Una frase muy apropiada: donde hubo fuego cenizas quedan. No quiero matarte la historia, así que mejor me callo. Ranier... me gustaría saber que opina de este fic, ¿se lo podrías recomendar? Si??? En cuanto a los sentimientos de Sara debes comprender que en esa chica hay muy pocas cosas normales, y sus sentimientos... bueno, ya lo verás. Y Madeline, no, no mucha la verdad. Daba para más, pero la historia sería excesivamente larga. Bueno, espero que nos veamos pronto en el MSN. Chao!

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Había llegado el fin de curso. Sirius y Madeline estaban relativamente bien, y James había logrado entablar una especie de cordialidad con Lily, porque aún no se podía decir que lo considerara su amigo. Lily era mucho más exigente que sus amigas y siempre había peleado con Madeline por las cartas de amor a Sirius. Rose por su parte también hallaba a Sirius fascinante, al igual que a James.

El fin de semana anterior al fin de curso Sirius recibió una lechuza de su casa. De muy mal humor la abrió y la leyó. Al acabar de leerla se volvió y le dijo a James:

- Tío Alphard está enfermo, creo que no me podré quedar con él. Creo que iré a tu casa más pronto de lo que esperábamos.

- ¿No querrá que lo cuides?

- Sí, pero ya conoces a mi madre. Además quiere que esté en casa y "me comporte como un Black" dice que la novia de Regulus va a ir a pasar un mes con nosotros.

- ¿Novia de Regulus? – preguntó Peter interviniendo- ¿desde cuando tiene Regulus novia?

- No sé. Debe ser alguna niña presumida de plata y fanática del lema "toujour pure".

Sin embargo, la novia de Regulus no era exactamente eso. Era una chica de estirpe noble, de una estirpe de princesas. Se llamaba Sara y vivía en los campos del colegio. Habían sido discretos a más no poder y sólo Snape y el mejor amigo de Regulus lo sabían. Sara estaba enamorada de Regulus, o al menos eso pensaba, aunque Snape le había hecho ver varias veces que lo que le gustaba de él eran precisamente los puntos en común que tenía con Sirius.

- ¡No se parecen en nada! – le decía Sara – Regulus tiene el pelo corto y sus ojos son celestes, como azul pálido, no azul oscuro profundo.

- Sí, como digas.

La discreción de Sara se debía exactamente a evitar lo que sucedió ese día, pero los consejos de Tom habían venido a su memoria cuando Regulus la había invitado a ir a su casa.

- Sara, ¿qué quieres decir con eso de que te vas un mes a casa de los Black?

- Pues eso, que paso parte de las vacaciones allá. – Sara sonrió a Dumbledore retadoramente.

- Te dije que no salieras con Sirius.

- No es Sirius quien me invita – dijo Sara- es su hermano. Lo siento Dumbledore, ya me hizo perder a Sirius, no voy a perder a Regulus también.

- Sirius, siempre Sirius... - dijo Dumbledore pensando para sí "Sirius, no Regulus" – bien, ve.

- No esperaba su permiso, yo solo le avisé.

Sara se había ido dejando a Dumbledore en un estado profundo de nervios. Se dio cuenta de que había cometido un gran error. La había alejado de Sirius y –conciente o inconscientemente – Sara se había acercado a Regulus. Iban de mal en peor. Sirius era lo mejor que se podía encontrar entre los Black. No, lo mejor era que Sara fuera y se diera cuenta de que era de Sirius de quien aún estaba enamorada y dejara a Regulus. Los Black le estaban causando un gran dolor de cabeza.

Sirius descubrió quien era la novia de su hermano ese mismo día. Lo vio en el Gran Comedor y lo llamó.

- ¡Noticias de casa! Tío Alphard está enfermo.

- Bien, tal vez al fin se muera y suelte la mitad de la fortuna de la familia – dijo Regulus con ambición.

- No te golpeo aquí mismo porque... – Sirius miraba amenazador a su hermano.

- Porque no sería un buen ejemplo para tu hermanito menor, ni le haría muy bien al reloj de puntos de tu casa ¿verdad? Deberías estar feliz por mí, ¿no te dijo mamá sobre mi novia?

- Me dijo que la llevarías un mes en vacaciones.

- Sí, de hecho tu ya la conoces. ¡Mira aquí viene! ¿Qué dijo Dumbledore?

- Está bien – dijo Sara acercándose sonriente, pero su sonrisa desapareció al ver a Sirius, que estaba pálido.

- Así que vas a pasar las vacaciones en mi casa- dijo en un tono bastante normal.

- Sí, así es – dijo Sara acercándose a Regulus y abrazándolo – y por lo que me dice Regulus casi no te veré, ¿vas donde tu tío , creo?

- Sí, un tiempo, y luego donde James.

- Me alegro – dijo Sara dándole un corto beso a Regulus – bueno, nos vemos Sirius.

Se alejaron y Sirius subió a la torre aún sin creer lo que acababa de pasar. ¿Cómo el idiota de su hermano había logrado hacerse novio de Sara? Bueno, no le importaba que se dejara todo el cariño de sus padres, ya se desquitaba él siendo el más listo, pero que se dejara a Sara...

Sin embargo aquel episodio lo había hecho darse cuenta de algo más. El último día de clases llevó a Madeline aparte.

- Madeline. No sé como decirte esto, he estado pensando y nosotros no...

- ¿Quieres cortar conmigo, no? – dijo Madeline en tono algo decepcionado.

- Sí. Lo siento. Tu eres una chica maravillosa y has sido una gran amiga. Te mereces alguien mejor, yo nunca podré quererte de la manera que tu me quieres. ¿Lo entiendes?

- Claro que sí. No soy tonta Sirius, siempre he sabido que nunca te enamorarías de mi. He disfrutado el tiempo que hemos pasado juntos, pero sabía que este día iba a llegar.

- Entonces...

- Podemos seguir siendo amigos ¿no? – dijo Madeline con duda.

- Claro que sí.

Se despidieron con un abrazo y Madeline pasó al pasado en la lista de conquistas de Sirius Black en una manera muy especial.

La mitad de las vacaciones Sirius las había pasado en casa de su tío Alphard, pero este se puso realmente enfermo y lo llevaron a St. Mungo. Sirius volvió a su casa entonces. Sara llegó al día siguiente.

Su madre estaba fascinada con que su hijo menor (su querido, adorado, perfecto hijo) hubiera conseguido una novia como aquella y se lo echaba en cara a su hijo mayor todo el tiempo, aún en frente de la misma Sara.

- ¡Este desadaptado social nunca conseguirá una chica como tú! – le decía – no le pongas mucha atención, ya sabes que en toda la familia hay ovejas negras y él es la nuestra. Es un inútil, pero es mi hijo, tengo que tolerarlo ¿no? Después de la muerte de mi querido esposo sólo me quedan mi amado Regulus y él.

Sara estaba horrorizada. Regulus nunca hablaba de Sirius, al igual que su hermano fingía ser hijo único todo el tiempo posible, pero la señora Black se pasaba el día criticando a su hijo.

Sirius no decía nada. Se mantenía encerrado en su cuarto, leyendo o viendo el techo nada más, oyendo a su madre, a Regulus y a Sara.

Sara había intentado defender a Sirius de algunos de los ataques de su madre.

- Sirius es uno de los chicos más inteligentes del colegio, señora Black – había dicho un día durante la cena, cuando la señora Black decía que "que había hecho ella para merecerse un hijo así de estúpido" tras un comentario de Sirius contra la limpieza de la sangre.

- Cualquiera saca las notas que el saca – dijo la señora Black, que nunca se había interesado en saber como le iba a Sirius en el colegio, y de hecho, no estaba muy segura de en que nivel estaba.

- Regulus no – murmuró Sara. Regulus la oyó, y Sirius también, y por primera vez en más de seis meses le sonrió. Más tarde, cuando estaba en la habitación oyó a Regulus discutir con Sara en el cuarto de la par al suyo.

- ¿Regulus no? ¿Qué fue eso?

- ¡Es cierto! Tu madre trata a Sirius como si fuera basura, y no creo que se lo merezca.

- Sirius es un imbécil Sara, tienes muy buen corazón y sé que por eso tratas de defenderlo, pero no te preocupes por él.

Otra discusión surgió días después, sobre un tema que a Sara le era familiar. Habían llegado las cartas de Hogwarts, y Regulus había sido nombrado prefecto.

- ¿Ves lo que te decía, querida? – dijo la señora Black a Sara mientras cenaban – hasta ese mequetrefe defensor de los sangre sucia de Dumbledore sabe que Regulus es mejor que Sirius, él no fue prefecto. Sí, hija mía, tienes suerte de haber conocido a Regulus y el te haya dado el honor de ser su novia.

Para la señora Black no había nada mejor que ser Black. A Sara le hervía la sangre. ¿Dumbledore sabía que Regulus era mejor?

- Dumbledore no sabe nada- pensó Sara en voz alta viendo a Sirius, que la miró sorprendido y entonces comprendió algo...

- ¿Disculpa? – dijo la señora Black.

- Nada – dijo Sara enrojeciendo. ¿Qué le pasaba? No dejaba de comparar a su novio y a Sirius mentalmente y el último siempre salía ganando. Y ahora Dumbledore venía a reafirmarle que creía a Regulus mejor que Sirius, como ya le había hecho pensar dejándola salir con él y no con Sirius. "Bueno, Sirius es demasiado divertido para ser prefecto" – pensó. Luego recordó las palabras de Tom: "Dumbledore nunca podría entenderla" ¡Claro que no la entendía! Luego se reprendió mentalmente. Estaba pensando como si estuviera enamorada de Sirius. No, ella amaba a Regulus, eso le había dicho a Snape todo ese tiempo ¿no? De repente Sara se dio cuenta de que la señora Black le estaba hablando.

- ¿Perdone?

- Te decía que por eso es que queremos darle el anillo de la familia a Regulus, Sirius obviamente no se lo merece.

- Es mío, madre- dijo Sirius levantándose de pronto – nunca se lo voy a dar a Regulus. No vuelvas sobre el asunto. Yo soy el mayor.

- ¡Tu eres el que odia todo lo de nuestra familia! ¡Sólo sigues esto para no dárselo a Regulus y reconocer que es mejor que tu! ¿Qué he hecho para merecer un hijo como tú?

- El anillo es mío. Punto. – Sirius se dirigió a las escaleras que llevaban al segundo piso y su cuarto.

- ¡Sirius! – Sara se había levantado detrás suyo y lo llamaba desde la base de las escaleras.

- No me lo devuelvas – dijo Sirius sin volverse. Sara se quedó helada. Ella iba a preguntarle si Dumbledore se lo había dado, pero parecía que no era así.

- ¡Sirius!

- ¿Qué? – Sirius se volvió a verla – no me lo des, el no tenerlo es lo único por lo que estoy seguro de que lo que pasó aquel día no fue un sueño.

- Fue un sueño, Sirius – dijo Sara horrorizada de recordar esa noche, y lo que pasó después. No iba a volver sobre eso, no después de... -¿Cómo esta Madeline?

Sirius se sorprendió de la pregunta.

- ¿Madeline? Creo que bien. No he sabido de ella desde hace dos semanas, anda en Francia, ¿por qué?

- Me preguntaba por que nunca hablabas de tu novia.

- Porque ya no es mi novia – dijo Sirius empezando a subir de nuevo.

- ¿Cómo que ya no es tu novia?

- No – Sirius se volvió y la vio de una manera que Sara se sintió desfallecer – no puedes estar con una persona una vez que te das cuenta de que todavía estás enamorado de alguien más. Sería tratar de engañarse a una mismo. Sin mencionar utilizar al otro. Y las dos cosas duelen mucho.

Sirius se fue y Sara se quedó ah de pie, pensando, sintiendo, y se dio cuenta de que Snape tenía razón, y ella aún estaba enamorada de Sirius, y estaba con Regulus porque le recordaba a Sirius. Lo estaba utilizando. Pero luego apartó esto de su pensamiento, Sirius aún la amaba... eso era lo único que importaba.

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- ¿Qué planes tienen para Navidad?

Estaban en la última semana antes del receso navideño. Sara estaba en la sala de su casa con Harry, Ron y Hermione, y hacía unos instantes habían terminado los trabajos que estaban haciendo.

- Vamos a ir a mi casa – dijo Ron – puedes venir, si quieres.

- ¿Me estás invitando a pasar la Navidad en tu casa?

- Sí.

- Gracias, pero no puedo.

- ¿Por qué? – preguntó Harry – no hay lugar en el que se pase mejor la Madriguera.

- Así se llama mi casa – añadió Ron.

- ¿Ya han pasado Navidad ahí?

- No, el año pasado la pasamos en Grimmuld – dijo Hermione.

- ¿En Grimmuld? – Sara sonrió, tenía una idea.

En eso llamaron a la puerta. Sara fue a abrir, por la hora, debía ser Draco. En efecto era él.

- ¿Cómo te fue?

- Bien.

- Ellos están en el salón.

- Bueno.

- Hay pizza en la cocina.

- ¿Dobby hizo...?

- No, le di el día libre para que preparara los regalos de Navidad.

- Regalos...

- Draco, ¿qué planes tienes para Navidad?

- Ninguno.

- ¿La pasarás conmigo?

- Supongo.

- A veces me gustaría que usaras oraciones completas para contestarme.

- Vale.

- ¡Draco!

Draco se rió del enfado de Sara. Más tarde, después de que ellos se fueran Sara le preguntó:

- Si yo quisiera ir a una fiesta, ¿irías conmigo?

- ¿Fiesta? Depende de donde sea.

- En mi casa.

- Esta es tu casa.

- No, esta es nuestra casa.

- Tengo que llamar para que me abras.

- ¡Draco!

- ¿Quiénes irían?

- La Orden.

- ¿La Orden? – Draco se empezó a reír de nuevo - ¿estás de broma?

- No, pero parece que tu andas de muy buen humor.

- No gracias, Sara.

- ¡Yo estaría ahí!

- Y el resto de la mitad de las personas me verían con ojos de lástima y la otra mitad con suspicacia.

- Igual yo estaría ahí...

- Hablando con todos ellos

- Y contigo.

- Ve a la fiesta, yo me quedo aquí, de por sí no tengo espíritu navideño.

- No, vamos a pasar la Navidad juntos.

- Pero también la quieres pasar con la gente de la Orden

- Con algunos, sí.

- ¿Lo tomarías como mi regalo de Navidad?

- Vale.

- Ok.

- ¿En serio?

- Sí.

Sara lo abrazó y le dio un beso en la mejilla.

- ¡Tenemos que planearlo todo! Aunque creo que primero tengo que hablar con Dumbledore...

- ¿quién habló de plane...?

Sara ya había desaparecido. Dumbledore había accedido sin problemas a que Sara realizara la fiesta en Grimmuld, pero había costado un poco más convencerlo de dejar ir Draco. Después de todo seguía siendo un hijo de mortífago.

- Yo confío en él – dijo le Sara – yo lo llevaré. Si quiere hasta le puedo vendar los ojos para que no sepa donde estamos, practicaré hasta que aprenda a aparecerme bien llevando a alguien, no le diré la dirección exacta, lo que sea. Ya logré que accediera a ir. Por favor.

Finalmente Dumbledore había accedido, bajo la condición de que Draco no sabría que estaba en el cuartel principal de la Orden y no sabría la dirección exacta.

Draco se había molestado mucho cuando Sara se lo había dicho, pero él sabía que ella sí confiaba en él, mientras que era mucho pedirle al mundo que creyera en él. A lo mejor hasta razón tenían en desconfiar.

Sara empleó todo su tiempo antes de Navidad en planear de fiesta y mandó las invitaciones a todos los miembros de la Orden dos semanas antes, tras asegurarse de que no había luna llena para Navidad. Otra vez había arruinado la oportunidad de Harry de pasar Noche Buena en la Madriguera, pero nadie estaba molesto por eso, pasarían ahí el resto de las vacaciones.

El resto del tiempo lo gastó comprando regalos, que eran muchos más de los que había pensado. Draco la ayudó en la mayoría de las compras y preparativos, pues en vacaciones siempre había ayudado a su madre ha organizar las reuniones sociales.

Finalmente, llegó la Navidad. El 24 en la mañana llegó una lechuza para Sara, que al ver el remitente la abrió rápidamente. Luego tomó un trozo de pergamino y escribió:

"Neville:

Por supuesto que llegaré. Nos vemos a las 7. Besos.

Sara."

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Al día siguiente, Sara se sentía bastante mal, pero antes de que decidiera que iba a hacer, llegó a la casa una lechuza con una noticia que puso todo de cabeza. La lechuza llegó durante el desayuno, y la señora Black la abrió. De repente sonrió.

- ¡Al fin! ¡Alphard murió ayer en la noche!

- ¡Sí! – gritó Regulus con una explosión de alegría tal que Sara se sobresaltó - ¿cuándo se pasará el dinero de su cámara a la nuestra? ¡Ese viejo retuvo la fortuna de la familia mucho tiempo!

Sara no le ponía atención a Regulus. Sirius se había puesto muy pálido, parecía que iba a descomponerse y se había levantado, rumbo a su cuarto probablemente. Su madre empezó a reírse de él.

- ¿Qué te pasa? ¿Lo querías acaso? ¡Era el único que no te veía como el fenómeno que eres ¿verdad?!

De repente las cortinas de la sala empezaron a arder. Sirius no se dio cuenta, iba como un zombi para su cuarto. Sara levantó la mano y apagó el fuego. Regulus la miraba perspicazmente. Ella no había prendido nada con él cerca –él no alteraba sus emociones como Sirius- pero sabía que lo hacía. La señora Black se limitó a gritarle a su hijo mayor que no hiciera más magia porque si lo expulsaban ella no quería tenerlo en la casa todo el año.

Más tarde, sin embargo, llegó otra lechuza.

El Tío Alphard había dejado un testamento.

Esa noche el resto de la familia se reuniría ahí, en Grimmuld Place y un abogado llegaría a decirles el testamento.

Sirius no salió de su habitación en todo el día, pero a la hora del almuerzo, Sara se las ingenió para robarle a ese odioso Kreacher –que por cierto no soportaba- un poco de comida y había subido al cuarto de Sirius. Había llamado a la puerta.

- ¡Sirius, soy yo! Te traje algo de comer.

- No tengo hambre.

- Abre, por favor.

Sirius abrió la puerta. Tenía los ojos algo enrojecidos. Sara entró y le puso la comida que le había traído en el escritorio.

- Lo lamento – dijo Sara.

- Era un gran hombre. Estaba tan solo... siempre que podía iba con él. Me enseñó muchas de las cosas que sé. Gracias a él me salí de esta locura de "los Black son perfectos" y los sangre limpia. Mamá tiene razón, era el único que me quería en la familia. El único que no me veía como un fenómeno.

- No eres un fenómeno – dijo Sara en un tono muy dulce – eres una de las personas más maravillosas que conozco, Sirius. No le hagas caso a tu madre.

- El se merecía una vida mejor. Dicen que la sangre de los Black está maldita ¿sabes? Que ningún Black alcanzará ser feliz. Parece que en él se cumplió, y ahora las pirañas de mi familia se van a precipitar sobre su fortuna, que era todo lo que les interesaba de él.

- No pienses en eso. Trata de comer algo. Mejor me voy antes de que Regulus empiece a buscarme por todo lado.

- Gracias.

Sara lo miró y le sonrió, él le correspondió la sonrisa.

- ¡Sara! ¿Estás arriba? – era la voz de Regulus.

- ¡Ya voy! – Sara salió dejando una huella cálida en medio del sufrimiento de Sirius.

La otra parte de la familia Black llegó bastante temprano. Eran una señora mayor, hermana del difunto padre de Sirius y sus tres hijas: Bellatrix, Andrómeda y Narcisa.

La última miró a Sara con una sonrisa de desdén. Sara la ignoró, estaba más interesada en echarle un vistazo a la que una vez había oído a Sirius llamar "Princesa Cruel." Era una chica alta, de expresión siniestra, calculadora y fría. Tenía una espesa cabellera negra y era muy bonita, aunque si daba la impresión de ser algo malvada, quizá. Cuando Sirius bajó al salón sonrió. Su sonrisa daba la impresión de que estaba feliz porque alguien estaba sufriendo y ella era beneficiada por el sufrimiento. Y si quien sufría era odiado primo mejor, sin tomar en cuenta que al morir Alphard ella iba a recibir una gran fortuna... Era la favorita de toda la familia. A Sara no le gustó para nada.

Regulus se la presentó con gran admiración –el adoraba a su prima- y Sara la saludó fríamente, pero a Bellatrix no le importo.

Andrómeda por su parte era muy distinta a sus hermanas. Se veía que era la única de las tres que lamentaba en parte lo sucedido y al bajar Sirius al salón había corrido a abrazarlo y estaba hablando con él en voz baja. Perecía una chica simpática, más al estilo Sirius que el resto de la familia.

Por fin llegó el abogado, que les comunicó que estando en el hospital el señor Alphard Black había pedido un abogado y había realizado un testamento muy fácil de explicar: toda su fortuna, todo lo que tenía en el mundo debía pasar a manos de su sobrino Sirius Black.

Esta noticia fue como una bomba. La señora Black empezó a gritar, al igual que su cuñada, Regulus y Narcisa. Andrómeda abrazaba a Sirius entusiasmada. Sirius no creía lo que oía. Sara estaba inmensamente feliz, aunque trató de disimularlo, aunque podría jurar que Bellatrix se había dado cuenta.

- ¡SILENCIO! – gritó la voz de Bellatrix. Todos se callaron – es un simple malentendido, señor notario. Mi primo Sirius es menor de edad, alguien debe manejar el dinero hasta que cumpla la mayoría de edad.

- Eso está contemplado. Al cumplir los 17 años -para lo que creo que faltan unos pocos meses -, el señor Black podrá hacer los movimientos que desee en la cuenta de su tío que de momento debe permanecer como está, sin ser tocada por ninguna persona. La única acción que se debe realizar en este momento es llevar este documento –el abogado sacó un pergamino de su maletín- a Gringotts. ¿Señor Black?

Sirius se acercó al abogado con la mano extendida. El abogado puso el pergamino en su mano.

- ¡Accio!

El pergamino voló de su mano a la de Bellatrix.

- ¿Qué ocurriría, señor abogado, si este documento, que se yo, se perdiese?

- No abría constancia de los deseos de su Tío, pero...

- Ha sido usted muy amable en venir – dijo Bellatrix levantándose y empujando al abogado hasta la puerta, echándolo de la casa. Volvió al salón.

Sirius había tardado en reaccionar, pero había sacado la varita y apuntaba a Bellatrix.

- ¡Dame eso, Bellatrix! No te opondrás a la voluntad de un muerto

- ¿No? – Bellatrix alzó el pergamino y lo apuntó con su varita - ¿por qué no me atacas si tanto lo quieres? Además, querido primo, querrás decir que no me opondré a que te hagas rico.

- No me importa el dinero.

- ¡Esa si está buena! – dijo Bellatrix riendo – Lo siento primito, pero ¿qué te pasa? Me apuntas con la varita y no dices nada. ¿Será quizá porque si lo haces te expulsarán del colegio?

- ¡Acc..!

Antes de que Sirius dijera el hechizo el pergamino voló de la mano de Bellatrix a la de Sirius. Este miró el pergamino en su mano sorprendido, pero Bellatrix miró a Sara, que tenía la mano en alto en dirección a Sirius. Sirius salió corriendo a su cuarto.

Bellatrix no reaccionó a tiempo. Lo siguió, pero no logró hechizarlo, Sirius era muy hábil y muy rápido. Sin embargo al entrar en su cuarto Bellatrix lo encerró con magia.

- ¡Esperaré a que salgas o a que el hambre te haga más razonable primo! ¡No tengo prisa, y si te prestas para que practique mis torturas, aprovecharé tu generosidad!

Bellatrix volvió al salón.

- Lo tendremos – dijo Bellatrix en un tono convencido – cuando lleve tres días sin comer lo torturaré un poco, ya no los dará.

- ¡No puedes hacer eso! – dijo Andrómeda

- ¡Chiquilla estoy cuidando tanto tus intereses como los míos! En cuanto a ti – Bellatrix se acercó a Sara que la miraba retadora - no te metas en esto, no es tu asunto.

Sara no le dijo nada. Todos se quedaron en el salón, esperando, con esa fiebre que produce la posibilidad de ganar o perder una fortuna. Sara estaba inquieta. Oía movimiento en el cuarto de Sirius, sabía lo que hacía: planeaba escapar. Pero con Bellatrix ahí, a menos que ella lo ayudara... Se levantó de pronto y se dirigió a las escaleras.

- ¿A dónde crees que vas? – gritó Bellatrix apuntándole con la varita.

- A mi cuarto. Me duele la cabeza.

- ¿Y se supone que voy a ...?

- ¡Bellatrix! – Regulus estaba de pie – Sara es mi novia, no voy a permitir que la trates así.

Empezaron a discutir y Sara aprovechó la situación. Subió corriendo al cuarto de Sirius y abrió la puerta.

- ¡Apresúrate! – le dijo en un susurro apremiante

- ¿Sara, qué...?

- ¡No tienes todo el día!

- Pero...

- ¿Tienes donde ir que estés seguro?

- Sí, puedo ir donde James.

- Claro, James, cómo iba a olvidarlo – Sara chasqueó los dedos y todo se terminó de precipitar en el baúl abierto de Sirius – vamos.

Sirius la miraba sorprendido.

- ¿Sara, cómo puedo agradecerte?

- ¡Yéndote!

Sirius levantó el baúl y Sara lo ayudó a bajarlo. En el salón aún peleaban. Una persona los vio: Andrómeda. Pero no los delató, sonrió y aunque no llegaron a oír lo que dijo hizo el pleito aún peor. Sirius estaba en la puerta.

- Nos vemos al inicio de curso – dijo Sara

- Gracias, Sara.

- De nada, ya, ¡vete! – pero Sirius dudó un momento antes de salir y le preguntó:

- ¿Fue Dumbledore, verdad?

- ¿¿¿Qué???

- Después del baile de navidad, fue él quien te hizo dejarme, ¿verdad?

Sara lo miró sin decir nada, pero Sirius lo leyó en sus ojos, más claro aun que aquel día en el desayuno, cuando lo había entendido todo.

- Sólo vete – le dijo Sara con una triste sonrisa. Había lágrimas en los ojos.

- ¿Sara? – Regulus venía en esa dirección, Sara corrió antes de que entrara en el vestíbulo y lo besó con pasión. Oyó la puerta cerrarse.

- ¿Y esto? – dijo Regulus sonriendo

- Gracias por defenderme, pero creo que mejor me voy.

- ¿A dónde?

- A mi casa. Nos vemos cuando empiece el curso.

- ¿Qué sucede? – la señora Black había entrado al salón donde estaban.

- Me marcho – dijo Sara subiendo a las escaleras – están en medio de una situación familiar muy grave, no quiero estorbar.

La señora Black subió tras ella. No podía dejar que una fénix se fuera así de la casa. Era un honor para el apellido Black mezclarse con los fénix, pero sería un avergüenza perderla. Entró al cuarto tras ella.

- Sara, quédate, no hay ningún problema familiar, el idiota de mi hijo ya accederá, Sirius es sólo un pequeño inconveniente.

- ¡Sirius no es ningún inconveniente! – gritó Sara, las cortinas empezaron a arder y se acercó a la señora Black lívida de cólera – Sirius es la única persona normal en esta casa, es el único que parece tener corazón y me alegro de haber venido porque descubrí que estaba totalmente equivocada. Si usted le sigue haciendo la vida imposible a Sirius le aseguro que se acordará de mi para siempre. Déjelo en paz. La pregunta no es que hizo usted para merecerse un hijo así, sino que hizo él para merecerse una madre como usted. Me voy. Espero que esto sea nuestro secreto, señora Black, gracias por la estadía.

Sara empacó con un chasquido y salió de la casa precipitadamente, sin despedirse de nadie.

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- ¿Qué quieres decir con que me quede con Lupin mientras vas a hacer un mandado? – Draco miraba a Sara enojado. Hacía solo un momento se habían aparecido en Grimmuld, tras dos intentos. Sara estaba cansada, pero le había prometido a Neville ir.

- Sí, hay que terminar de decorar la casa, además no me voy todavía y será sólo un momento.

- ¡Ya llegaron! – Lupin acababa de entrar al salón donde se habían aparecido- Los Weasley no han llegado todavía. Creo que Molly iba a traer la mayor parte dela cena cocinada. ¿Tuvieron problemas para llegar?

La señora Weasley había accedido con emoción a la fiesta, con la condición de ser ella quien cocinara. Sara no se había opuesto para nada.

- Un poco – dijo Sara tras darle un abrazo de saludo – le decía a Draco que los voy a dejar solos un momento, tengo algo que ir a hacer.

- ¿Dónde vas?

- Es secreto – dijo Sara - ¿y Kreacher?

- Siguiendo tus ordenes. No lo verás en toda la noche

- Bien. Iré a ver a Bucky

Sara se fue escaleras arriba y Draco miró a Lupin interrogativamente.

- ¿Quién o qué es Bucky?

- Asumo que es el diminutivo de esta semana para Buckbeak.

- ¿El hipogrifo? – Draco se llevó la mano instintivamente a su brazo - ¿El que me atacó en tercero?

- Ese mismo – dijo Lupin, luego señaló los paquetes a los pies de Draco - ¿qué es todo eso?

- Regalos y cosas para la fiesta.

- Pon los regalos debajo del árbol. Creo que debemos empezar a decorar para la fiesta.

Draco alzó la bolsa de regalos y entró en la sala que le señaló Lupin, miró alrededor con el ceño fruncido:

- Claro, el hipogrifo escapó el mismo día que Black, seguro que Potter tuvo que ver con eso, pero... ¡un momento!

- ¿Sucede algo malo? – preguntó Lupin entrando en la sala

- ¡Yo he estado aquí antes!

- ¿Aquí? No lo creo

- Sí, cuando murió la señora Black... ¡eso es! ¡Esta es la casa Black! Pero yo tenía 4 ó 5 años cuando eso...

- Chico listo – dijo Sara entrando en el salón poniéndose un par de guantes – o de buena memoria, debería decir. Vengo en una hora, cuando mucho.

- ¿A que hora vienen todos? – preguntó Draco.

- A las nueve, creo, pero los Weasley y Tonks vienen más temprano – luego se acercó a Draco y le dijo casi en un susurro – pórtate bien, Lupin es muy bueno.

- Sara...

- Hasta luego.

Sara desapareció. Apareció en el recibidor de lo que parecía un hospital. Muchos magos a su alrededor se sobresaltaron.

- Lo siento – dijo disculpándose - ¿donde se encuentra la sección de Daños Permanentes por Encantamientos.

- Cuarto piso, querida.

Ahí la esperaba Neville, que le sonrió al verla llegar.

- Hola – la saludo

- Neville, lo siento si me atrasé, yo...

- Estás a tiempo. Mi abuela está adentro.

- ¿No le molesta que yo venga?

- No exactamente. Le agrada que yo quiera compartir esto con alguien, porque estaba enfadada conmigo porque creía que me avergonzaba de ellos. En cuanto a su estado, los doctores dicen que no reconocen a nadie, pero yo creo que si me reconocen, aunque no pueda expresarlo.

- Te agradezco que hayas accedido a esto.

- También te traje los papeles que me pediste. Pero, mejor entremos.

- Sí, claro.

Sara siguió a Neville hasta el final de la sala. Una mujer mayor estaba junto a las camas del matrimonio Longbottom. La abuela de Neville vio a Sara de una manera que esta supo que en su momento había conocido a su madre. Neville se acercó a sus padres. Sara se quedó un poco aparte, observando el triste y sobrecogedor espectáculo.

"Su tragedia es peor que la mía – pensó Sara viéndolo- mi madre me odiaba y mi padre nunca me conoció, pero a él le robaron sus padres, cuando ya todo había acabado, sin ningún sentido, y él los ha visto así toda su vida, locos, sin memoria, sin poder comunicarse con él y fue ella... ella"

Sara se perdió en sus pensamientos, de repente oyó que Neville la llamaba.

- Ven, acércate.

Sara se acercó a los padres de Neville. Hasta el momento había estado cubierta por una sombra

- Mamá, papá, ella es una amiga mía, – dijo Neville presentándosela – se llama Sara.

De repente la mirada perdida de Alice Longbottom se fijó en Sara y cobró un brillo de vida. Se incorporó, tomó a Sara del brazo y preguntó:

- ¿Está Neville bien?

Sara se asustó, Neville lanzó un grito y la señora Longbottom llamó a la enfermera sorprendida. De repente Sara sufrió un sobresalto aún mayor. De alguna manera (no tenía la menor idea de como) sintió que entraba en los pensamientos de Alice Longbottom.

Estaban en un jardín, al fondo había una casa celeste de dos pisos. En la escena habían dos mujeres y un bebé. Una era la misma Alice, joven y muy hermosa, pero con una expresión de miedo en el rostro. La otra, como Sara vio con horror era Sara Parker, y sostenía al bebé en brazos.

- Sara, no por favor, dame a Neville.

- Tienes que prometérmelo Alice.

- Pero Voldemort ya cayó, no hay sentido...

- ¡Yo sé que cayó, pero Bella no lo acepta! Van a venir detrás de ustedes. Escondan al niño Alice, si los atrapan que no sea con él. Prométeme que lo esconderán. Mándenlo largo por un tiempo y luego huyan. No sé cuanto tiempo los voy a contener. Prométemelo.

- ¿Por qué nos querrías ayudar?

- Porque tu fuiste la única que quiso ser mi amiga alguna vez y él tiene que vivir. Es la única opción.

- Sara,...

- Prométemelo.

- Te lo prometo.

Sara Parker le dio el bebé a su amiga. Sara sintió como salía de los pensamientos de Alice, que la miraba expectante.

- Está bien, Alice, Neville está bien. Yo lo cuidaré ahora.

- Gracias, Sara.

Los curanderos acababan de llegar, pero Alice volvió a su estado anterior, como si nada hubiera pasado. Sara salió de la sala rápidamente. No podía quedarse más tiempo ahí. Esperó afuera de la sala hasta que Neville salió.

- ¿Qué fue eso? – le preguntó Neville.

- No sé, Neville, esto es... ¿puedes ir a Hogwarts mañana? No, mejor nosotros iremos, aunque lo mejor sería no tener que hablar con Dumbledore...

- Sara, es la primera vez que habla desde el ataque, los doctores no entienden que pasó.

- Le recordé a mi madre, creo.

- Pero...

- Debo irme Neville, gracias por dejarme venir.

- Espera. Los papeles – Neville le tendió un sobre amarillo grande – son las copias de las noticias, el reporte de los curanderos y el de los aurores.

- Gracias.

- ¿Porqué te interesa esto tanto? – le preguntó Neville mientras Sara veía por encima los papeles.

- Yo...

- El hombre que ella mató en el departamento de misterios era Sirius Black ¿no?

- Sí, era él - Sara miró a Neville sonriendo, él sabía.

- Era tu padre, ¿verdad? Es por eso.

- Sí, pero es un secreto – Sara abrazó a Neville – hasta hoy había dudado en si debía hacerlo, pero ahora sé que tengo que hacerlo, sino por mí, al menos por ti.

- Me gustaría hacerlo yo mismo.

- No, no envenenes tu espíritu, ya me encargaré yo. Mañana en la mañana te escribiré para reunirnos contigo y tu abuela. Espero que alguien me pueda aclarar esto, aunque sea Dumbledore.

- Bien.

Sara ya se iba, cuando Neville le grit

- ¡Feliz Navidad!

- ¡Feliz Navidad! – le dijo Sara sonriendo, luego desapareció.

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Ahí esta!!!!! Ya sabéis lo que sigue ahora.... ¡REVIEWS!

Sara Fénix Black